Cúrame ▪︎ MISHO AMOLI

By chiarasmt

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**TRES PARTES JUNTAS** Primera parte: "Cúrame" - Terminada Segunda parte: "Ódiame" - Terminada Tercera parte... More

PRIMERA PARTE: CÚRAME - Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21 🔥
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
EPÍLOGO
SEGUNDA PARTE: ÓDIAME - Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8 🔥
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 🔥
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Epílogo
TERCERA PARTE: MÁTAME - Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 22

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By chiarasmt


...Pienso en con quién estás cuando no estás conmigo. Odio que mis planes no sean tu camino y haberlo negado por estar contigo ¿Y quién me va a curar el corazón partío? Me dan miedo los meses que se van volando. Me he quedao flaquita de esperarte tanto...

🪐

- Gala, es la cuarta vez que me cambio -se quejó el búlgaro haciendo aspavientos con las manos -. Me voy a quedar así, no me pienso cambiar más.

- Perdóname -suspiré angustiada -, es que estoy muy nerviosa. Mis padres son... bueno son...

- Creo que sé por donde vas. Tu madre sabe quien soy, ¿no? -asentí dejando caer en el sofá.

- Lo sabe sí, pero por mucho que lo sepa yo sé que no va a aceptar esto -miré a mi alrededor comprobando el estado del piso.

Tenía la certeza de tener la situación bajo control, todo estaba en orden, la casa estaba limpia, todo estaba recogido y para mi desgracia todo estaba preparado para recibir a mis padres. Me levanté y caminé de un lado a otro agobiada, no estaba preparada para enfrentarme a ellos y mucho menos a que Misho estuviera allí conmigo. Era plenamente consciente de que a ellos no les iba a gustar el búlgaro, estaba visualizando una y otra vez la cara de mi madre al verlo. Les había hablado de él, sabía que mi madre lo había visto el día de la Velada y ya me recalcó que no era de su agrado. Prejuzgó, como solemos hacer siempre, pero ella quería un prototipo específico para mí cuando a mí me gustaban los tíos totalmente diferentes. Siempre intentó emparejarme con los hijos de sus amigas, hasta lo intentó con Pau. Muy mono y muy majo, pero a mí me gustaban más los tíos como Misho, él era el claro ejemplo de mi prototipo ideal.

- Tranquila -me agarró de los hombros y me obligó a mirarlo -, digan lo que digan te prometo que no me voy a alterar.

- Con tal de que no suelten comentarios desafortunados -me abracé a él intentando camuflar los nervios.

Por mucho que intentara no pensarlo sabía que acabarían metiéndose con él y que Misho acabaría marchándose. Últimamente estaba demasiado irascible, hacía como si no le afectara nada, pero yo tonta no era y me di cuenta. Supe leerlo entre líneas y lejos de verlo bien, sentí que tan solo se estaba mostrando así por alguna razón que desconocía.

- Así por casualidad, ¿a qué se dedican tus padres? -preguntó él por curiosidad.

- Mi madre es catedrática y mi padre ex militar -dije con desgana.

Misho se mantuvo callado y como casi siempre agradecí su silencio. Lo único que me preocupó aquel día fue que él estuviera cómodo y que mis padres no estuvieran todo el rato preguntando. Mi padre, sobre todo él, era muy chapado a la antigua, a mí me costó más de una discusión con él. Aunque la peor bronca de todas fue cuando Estela inició el proceso de transición, estuve sin hablar con él cerca de un año y desde entonces solo mantenía contacto con mi padre en las grandes celebraciones. Con mi madre era diferente, con ella era imposible enfadarme, por mucho que se metiera en mi vida, como ella no había ninguna. Nos peleábamos, nos distanciábamos, pero siempre acabábamos volviendo.

El timbre sonó, me despegué del cuerpo de Misho y respiré hondo antes de abrir. Mi corazón comenzó a latir acelerado y de repente sentí unas ganas de vomitar terribles. Cerré los ojos para poder mentalizarme de lo que se iba a venir aunque era consciente de que no lo iba a conseguir.

Abrí la puerta en cuanto escuché la voz de mi madre de fondo. Sonreí falsamente al verlos. Ella vestida con uno de sus vestidos largos que le realzaban muy bien la figura, su pelo rubio estaba perfectamente rizado -estaba claro que había acudido a la peluquería- y el estridente sonido de sus tacones retumbaron por todo el piso. Sin embargo, mi padre estaba igual que siempre, en traje, la barba frondosa perfectamente recortada, su gran porte y esos ojos oscuros que intimidaban a cualquiera estaban cubiertos por unas gafas de sol.

- Esto lo has cambiado -fue mi padre el que rompió el hielo, se quitó las gafas de sol e inspeccionó todo el salón.

- Arturo -susurró mi madre para llamar la atención de mi padre.

Respiré hondo de nuevo y procedí a hacer las presentaciones oficiales. Deseé que aquel día terminara cuanto antes y eso que la velada solo acababa de comenzar.

- Mamá, papá, él es Mihail, mi novio -me temblaba la voz -. Amor, ellos son Arturo, mi padre y Beatriz, mi madre.

Misho saludó a mi madre con dos besos, se acercó a mi padre y este le estrechó la mano sin apartar sus ojos de los del búlgaro. Miré al suelo esperando a que todo saliera bien porque sabía que aquella comida iba a suponer un antes y un después en mi relación con Misho.

- Que jóvenes son tus padres -dijo el búlgaro en cuanto nos perdimos en la cocina.

- Me tuvieron de penalti -cerré la puerta y me apoyé en ella -. Van de dignos, pero su currículum es largo -suspiré -. Tienen 45 años ambos, se conocían de toda la vida, eran vecinos y aunque no fueron juntos a clase sí salían en el mismo grupo de amigos. Me crió mi madre prácticamente, mi padre empezó su carrera militar y bueno...-me callé, no quise entrar en detalles en aquel momento -... en fin que son muy peculiares. De verdad, van a hacer comentarios desafortunados, no se lo tengas en cuenta y si lo haces, no la tomes conmigo que no tengo nada que ver.

- Tranquila -me agarró la cara con las manos y me dio un beso en los labios.

Le sonreí y antes de salir y volver a hacerles frente, me abracé a él. Sus manos acariciaron mi espalda, proporcionándome calma. Me separé de él y salí de la cocina, mis padres se encontraban sentados en uno de los sofás, mirando a su alrededor y cuchicheando.

- ¿Nos vamos? -pregunté en un intento de llamar su atención y funcionó.

Mis padres se levantaron del sofá y caminaron hacia la puerta. La noche anterior reservé una mesa en el bar de abajo, no estaba por la labor de cocinar. No se me daba bien y lo último que quise fue que mi madre cuestionara mi forma de cocinar. Opté por la opción fácil y así con suerte se irían al hotel lo antes posible. Su visita a Barcelona no tenía como objetivo conocer a Misho, tenían una boda al día siguiente, se casaba el hijo de un amigo de mi padre y aprovecharon el viaje para verme y por supuesto, conocerlo a él.

- ¿Este ha sido criminal? -preguntó mi padre y yo negué con la cabeza.

- Papá, por favor -le rogué, le eché una mirada fulminante y él me miró con soberbia.

‐ Por las pintas, digo.

Apreté los labios y miré a Misho esperando que no le hubiera sentado mal. Él estaba ausente, se notaba que no estaba cómodo y de la nada se giró para mirarme. Sentí como él quería irse y no lo culpaba, es más, yo hubiera hecho lo mismo y más habiendo estado escuchando los comentarios despectivos que hizo mi padre en el ascensor. Traté de pedirle a mi madre que controlara a mi padre, pero al parecer no me hizo caso. Algo tan simple como callarse era imposible para él, tenía la costumbre de soltar en todo momento lo que pensaba. Admiraba su sinceridad, pero había momentos en los que no precisaba y aquel fue uno de ellos.

- Lo siento, Gala -dijo él mirándome con esos ojos azules que me quitaban el sentido -. Pero no me apetece soportar esto -miró el móvil con parsimonia.

- Misho -lo llamé batallando para no echarme a llorar -, por favor -le rogué.

- Luego te llamo -colocó su mano en mi cintura y me dio un beso.

Se alejó caminando, quise retenerle, pero no me pertenecía su libertad. Y yo siempre respeté cada decisión que tomó aunque no me gustaran.

- Yo me voy al hotel, esto es absurdo -mi padre se colocó las gafas de sol y caminó hasta su Jaguar f-pace.

Apreté los labios y lo vi perderse por las calles de Barcelona. Respiré hondo sintiendo como las lágrimas comenzaban a caer de mis ojos. Nunca quise que aquel momento llegara por eso mismo, no me llevaba bien con ellos y aunque sabía que tarde o temprano acabaría sucediendo, me gustaba pensar que nunca llegaría el momento. Mi madre me abrazó, me acarició la espalda y se mantuvo callada. Me dejó fluir, no interfirió entre mi llanto y yo. Siempre dejó que me vaciara por completo hasta relajarme y entonces comenzaban sus discursos absurdos que nunca me levantaban el ánimo. Lo sentía como una bronca camuflada que en cuanto ella se iba y me dejaba sola, volvía a llorar como si no fuera un mañana.

- Vamos a comer tú y yo -me limpió la cara y me dedicó una sonrisa sincera -. Que les den -me acarició la mejilla mientras intentaba tranquilizarme.

- Se me ha cerrado el estómago -me quejé.

- Necesitas comer -sentenció ella.

Me agarró de la mano y caminamos hasta el bar. Bruno nos indicó cual era nuestra mesa y suspiré. Estaba tan cansada mentalmente hablando que no estaba siendo casi consciente de nada. Solo quería llorar hasta vaciarme, escribir un rato o quizás ponerme a dibujar para distraerme y así conseguir que las horas pasaran volando.

Mi madre pidió agua y se encargó ella de pedir la comida. Hubo un momento en el que perdí la noción del tiempo, estaba tan metida en mí que no me di cuenta de lo que estaba pasando a mi alrededor. Solo pensaba en él y en cómo se marchó sin darme una explicación habiéndome prometido que se quedaría a pesar de todo. Lo entendía, yo tampoco lo hubiera soportado, pero de igual forma sentí que me falló.

- No le hagas caso a tu padre -mi madre nos sirvió un poco de agua antes de fijar su mirada en mí.

- Es siempre lo mismo -dejé el vaso tras beber un poco de agua y me tapé la cara con las manos -. Estoy muy cansada, luego se queja de que no voy a Villarreal, pero es que no tengo ganas la verdad.

- Estás en todo tu derecho -admitió por primera vez -. He tardado en darme cuenta, pero tienes razón -camuflé la sonrisa que quiso iluminar mi rostro, no quise darle el gusto de verme bien, no después de tantos años cargándome la mente.

- Gracias, supongo -evité todo el tiempo el contacto visual -. Me sabe mal por ti y por Estela y Biel, pero es que no puedo, mamá. Son ya muchas cosas que intento pasar por alto y ya me he cansado. No voy a permitir las faltas de respeto, yo solo quiero ser feliz y hasta hace unos minutos lo era.

- Me he dado cuenta de que ese chico te hace muy bien. Nunca antes te había visto con ese brillo en los ojos -admitió para mi sorpresa -. Puede que físicamente no sea lo que siempre hemos querido para ti, pero eso da absolutamente igual cuando tú estás en tu mejor momento.

- Tampoco te motives -dije tragando saliva -. Llevamos poco tiempo, lo quiero y siento que me hace bien, pero no me quiero ilusionar, todavía.

- Ay, Gala -se quejó agitando las manos en el aire -. Tú siempre tan negativa, que no sé trata de tiempo, se trata de conectar. Mira con Eric, ocho años a su lado y era un cabronazo.

- Estoy en un proceso de duelo -confesé -, poco a poco está dejando de doler todo el pasado.

- Eso que tanto te está doliendo y que tanto daño te ha causado en un pasado, todo ese dolor pasará y cuando pase te darás cuenta de porque fue necesario -me agarró las manos y me obligó a mirarla a los ojos -. Sé por lo que estás pasando y lo siento mucho por no haberme dado cuenta antes. Deberías de habérmelo dicho, soy tu madre y dejaría toda mi vida a un lado por verte bien Gala. Deja de pensar que no le importas a nadie, tienes a gente muy bonita contigo.

- Inconscientemente todo el mundo me acaba fallando -aquello dolió pronunciarlo en voz alta, pero era la realidad. Por mucho que yo tuviera gente maravillosa a mi lado, me acabaron fallando en algún momento de mi vida.

- ¿Él? -preguntó y yo asentí -. ¿Por qué volviste, entonces?

- Porqué sin saberlo arregló todo lo que no rompió.

Al día siguiente de madrugada

Aparté la sábana y me bajé de la cama cansada de estar dando vueltas y no conciliar el sueño. Le escribí a Misho un par de mensajes, pero no los leyó, al principio lo dejé pasar, no iba a estar pendiente todo el tiempo. Pero me preocupé y le llamé, esperé una respuesta que no llegó. No insistí, fue él el que me dijo que me llamaría y al ver que las horas pasaban y él no daba señales de vida me preocupé.

Me froté los ojos, cogí las gafas de vista y el portátil y caminé hasta el balcón. Encendí la luz y me senté en la silla. El calor que hacía era asfixiante, miré la hora y suspiré al ver que todavía era demasiado pronto como para iniciar mi día. Me puse Gran Hermano Chile en un intento de desconectar de todo. Aunque poco a poco había conseguido dejar de darle vueltas a la cabeza todo el tiempo, cada vez que me acostaba en la cama sola era inevitable sobrepensar. Y en las últimas semanas por suerte estuve durmiendo con él y esa calma y esa tranquilidad que me proporcionaba se vieron alteradas todas las noches que no dormía conmigo.

La luz del salón del piso de Misho se iluminó, apreté los labios al ver que eran las cinco de la mañana. Lo escuché quejarse, pero debido a la distancia no logré descifrar lo que decía. Me apoyé en el respaldo de la silla, coloqué los pies sobre ella y me abracé las piernas mientras fijaba la mirada en el portátil. No esperaba nada, solo que él se marchara a dormir y que no se diera cuenta de que estaba afuera, pero lo que deseé no ocurrió, ya que la luz me delató y no tardó en salir.

- ¿Qué haces despierta a estas horas? -aquella pregunta fue lo primero que me dijo.

- No tengo sueño -dije sin mirarlo.

- ¿Estás bien? -percibí preocupación en su tono de voz.

Negué con la cabeza. No quise mentirle. No estaba bien, el día había sido demasiado intenso, entre lo de mi padre, de repente mi madre quiso que fuéramos mejores amigas y que él no había dado señales de vida durante más de diez horas, acabé con la cabeza hecha un lío. Y a pesar de haberle dicho que no y de haber sido completamente sincera con él, lo último que quise fue discutir.

- Y, ¿tú? -pausé el programa y me giré para encararlo -. ¿Tú estás bien?

- Sí -se encogió de hombros -. ¿Pasa algo?

- No pasa nada -tragué saliva y aparté la mirada -. No tengo el cuerpo ahora mismo para hablar.

- Gala -mencionó mi nombre de forma seria -, ¿qué pasa?

- No pasa nada -repetí mintiendo -. Estoy molesta, podrías haberme mandado un mensaje, pero no, has preferido ignorarme durante todo el maldito día -puse los ojos en blanco.

- Lo siento -se acercó al muro que separaba su casa de la mía y estiró el brazo para tocarme. Me aparté de malas formas dejándolo descolocado -, pero es que... -comenzó, pero le corté.

- Ahórrate las excusas, no quiero escucharlas. Te pido perdón por el numerito de esta mañana, sé que a mí no me corresponde pedir disculpas, pero no deja de ser mi padre y me siento responsable de lo que ha pasado. Ha sido una pésima idea lo de la comida y a la vista está que no se ha realizado. Esperaba que estuvieras conmigo, no ha sido fácil, ¿sabes? Y no me digas que estabas ocupado porque desde aquí puedo oler perfectamente de donde vienes.

Me levanté de la silla y cogí el portátil, mi intención fue marcharme de allí y perderlo de vista. Olía a alcohol y a tabaco, se había ido con Javi y Nora de fiesta. No lo había visto, pero la pulserita que llevaba en la muñeca lo delató. Él no dejó incidios en redes, pero Javi y Nora sí. Por suerte o por desgracia siempre fui una persona muy observadora y me acababa dando cuenta de todo. Lo que más me dolió no fue que se fuera de fiesta, fue esa dejadez que me demostró en un momento que para mí sí era importante.

- ¿Podemos hablar? -me pidió en cuanto crucé el umbral de la puerta.

- Es demasiado tarde -murmuré.

- Por favor - insistió.

- Buenas noches, Mihail.

Entré en mi casa y a oscuras fui a la cocina. Bebí un poco de agua y suspiré. Apenas había comido y mis tripas me estaban advirtiendo. Necesitaba comer, pero en ese momento nada me entraba, se me cerró el estómago por todo lo que había pasado. Cogí un paquete de galletas de dinosaurios y me senté en la mesa de la cocina. Mi móvil no paraba de encenderse debido a la cantidad de mensajes de Misho. En todos me pedía hablar y que por favor le abriera la puerta. Cansada de sus insistencias cedí. Caminé hasta la puerta y me lo encontré al otro lado.

- ¿Qué quieres? -coloqué las manos en mis caderas y lo miré a los ojos.

- Hablar, evitar el problema no nos va a hacer solucionarlo -con la cabeza le indiqué que pasara. Misho se sentó en el sofá y yo me hice de rogar. Fui a la cocina a por las galletas y a por un choleck de chocolate. Volví al salón y me senté en el otro sofá, lo más lejos posible de él -. Es que no te entiendo, Gala. Me pediste un poco de espacio y te lo estoy dando.

- Vamos a ver -dije un poco alterada -. Te lo agradezco, pero yo no necesito que seas insistente, eso ya lo hemos hablado. Solo quiero que seas constante.

Misho arrugó el ceño confundido, yo no sé si fueron las horas, la falta de sueño o que se lo había pasado muy bien en aquella discoteca, pero lo vi muy diferente. Él solía entenderme muy bien y pocas veces le tuve que explicar como me sentía, pero aquel día fue muy distinto.

- No te estoy entendiendo -juntó las palmas de sus manos y las frotó -. Gala.

- Ya te dije una vez que no quiero a un tío que sea pesado a mi lado y tú gracias a dios no lo eres. Pero ser insistente y ser constante son cosas distintas. Con un "Gala, estoy de fiesta con Javi" hubiera bastado. He estado aquí preocupándome tontamente por ti.

- Pues lo siento, pero es que me ha superado la situación.

- No te ha superado, a mí no me engañas. No te apetecía y punto -dije dando en el clavo -. Podrías habérmelo dicho antes y nos lo hubiéramos ahorrado y ahora no estaríamos así. A mí tampoco me apetecía comer con ellos, lo veía innecesario, pero lo hice por ti.

- Vale, ya está -alzó la voz -. No me apetecía y me he agarrado a la mínima excusa para irme -confesó -. ¿Contenta?

- Pues no -apreté los labios reprimiendo todas las palabras que querían salir de mi boca -, es que no podemos estar ni un puto mes bien.

- A lo mejor la constancia no lo es todo -me miró fijamente a los ojos -. Yo no sé si esto va a ser lo mejor, Gala.

- Claro -dije de forma irónica.

- Yo necesito un tiempo -dijo él, yo asentí con la cabeza -, te quiero, pero ahora mismo no puedo.

- ¿Te has dado cuenta ahora o antes de la Velada? -pregunté a la defensiva.

- No lo sé, me gustas joder y te quiero, pero es que hay veces en las que no te aguanto y situaciones como esta me joden muchísimo -se levantó del sofá y encendió la luz -. Solo unos días, por favor -me rogó.

- Muy bien -le señalé la puerta con la mano -. Buenas noches, Mihail.

- Gala -mencionó mi nombre en forma de ruego.

- Creo que ya está todo hablado -sonreí disimulando -. Yo no te puedo obligar a que te quedes conmigo si no quieres.

Misho bajó la mirada y abrió la puerta de mi piso, antes de salir me miró a los ojos y entonó un:

- Cuídate -medio sonrió apenado.

- Misho -lo llamé antes de que cerrara la puerta -, gracias por demostrarme que no tengo que depender de nadie para ser feliz.

...

El próximo capítulo será este mismo capítulo, pero desde la perspectiva de Misho. Espero que os esté gustando la historia ❤️‍🩹

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