🎸 𝑷𝑼𝑵𝑲 𝑻𝑨𝑪𝑻𝑰𝑪𝑺 ||...

By haruwtf_

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- Soy un año mayor que tú punk, no me hables de experiencias. - Y yo llevo siendo Spiderman 2 años más que tú... More

Holi
Prólogo
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By haruwtf_

⚠️ Tw: Capítulo sentimentalito ⚠️

— ¡Hey, hey! ¿Qué haces? —detuve sus manos con las mías.

— ¡Venganza!

— ¡Noooo!

Un globo de agua me explotó encima. La risa de Taylor llenó el jardín por lo que yo también me empecé a reír.

Era verano así que hacía bastante calor ese día.

— ¿Luego te apetece ir a por un helado? —pregunté tumbándome en el suelo bajo la sombra del árbol.

— ¿De chocolate?

— De lo que quieras. —sonreí al ver su cara de alegría.

Mi madre se asomó por la ventana al escucharnos reír y hablar. Al verla, Taylor le sonrió y agitó su mano con emoción.

— Me muero de calor...

— Ah, no te preocupes por eso. —respondí estirando la mano hacia su colección de globos de agua.

— ¿Por qué no? —estampé el globo en su cabeza como si fuera un pequeño huevo y salí corriendo para alejarme de ella— ¡Ahh!

Estuvimos correteando de lado a lado por un buen rato hasta que nos cansamos y entramos a casa.

Cada una se fue a su cuarto y nos dimos una ducha rápida.

Al salir, me puse una falda y una camiseta de manga corta.

— ¿A dónde vas tan guapa?

— Vamos a por un helado, no a ligar... —respondí mientras me reía.

Bajé las escaleras y Taylor estaba hablando con nuestro padre, al verme me estiró los brazos y nos dimos un abrazo.

— William, ¿qué hemos hecho para merecer esto? —nuestra madre se acercó y él la abrazó por la cintura.

— No lo se cariño.

— Las hicimos muy bien.

— ¡Eleanor! —nuestro padre la miró con una sonrisa nerviosa y nosotras tres nos reímos.

Después de ese bonito momento familiar Taylor y yo salimos de casa para dirigirnos al metro.

— Oye... —susurró Taylor.

— ¿Qué pasa Tay? —pregunté mientras salseaba en instagram.

— Hay un señor que nos está mirando mucho... —alcé la mirada y ella me hizo una seña con los ojos, dirigí mi atención hacía donde me había señalado y efectivamente, había un hombre mirándonos. —Lleva ya un buen rato y me da muy mala espina...

El hombre parecía tener unos treinta años, un poco más. Tenía poco pelo y llevaba unas gafas de sol que las sostenía la punta de su nariz.

Su expresión cambió al verme mirarlo con seguridad. Bajó la vista a mis piernas e instintivamente tiré de mi falda hacia abajo para tapar un poco más.

En todo momento el hombre estaba atento a mis movimientos y una sonrisa pequeña se le dibujó en la cara al ver mi seguridad tambalear.

— No te separes de mi en ningún momento... ¿vale? —le dije a Taylor en un susurro sin apartar la vista del hombre.

— Vale. —sentí como su mano se agarro a mi camiseta, guardé el teléfono y agarré su mano.

Al llegar a la parada, salí lo más rápido que pude y arrastré a Taylor conmigo.

Cuando estábamos subiendo las escaleras giré la cabeza hacia el vagón y el hombre estaba saliendo con su mirada en nosotras. Un escalofrío me recorrió el cuerpo entero.

— Acelera. —le dije a Taylor y ella apretó el agarre en mi mano.

Al salir nos dirigimos hacia el puente a nuestra izquierda. Enfrente teníamos el Big Ben, y como siempre, estaba en restauración.

Volví a girar mi cabeza hacia atrás para ver si aquel hombre andaba cerca, pero no lo vi en ninguna parte.

— Parece que lo perdimos de vista. —dijo mi hermana.

— Sí, eso parece. Pero no bajes la guardia, nunca sabes que tipo de gente te puedes encontrar.

— Tengo miedo. —la miré, tenía los ojos un poco aguados y se me hizo un nudo en la garganta al verla de esa forma.

— Estoy aquí contigo, —me sonrió débilmente— no tengas miedo. No me alejaré de ti.

— Gracias.

— Ahora, vamos a por ese helado de chocolate.

En todo momento iba mirando a todos lados, seguramente era la ansiedad que tenía pero sentía como si en todo momento éramos observadas.

Llegamos al puesto de helados y había poquita cola así que no tuvimos que esperar mucho.

— ¡Hola! Buenos días.

— Hola, me gustaría un helado de chocolate y otro de nata. —hablé mientras abría la mochila para coger el dinero— ¿Cuánto sería?

— Serían 5 libras cielo.

El chico del puesto me tendió el helado de chocolate y yo le di el dinero, me giré para dárselo a Taylor pero ella ya no estaba. El helado se me cayó al suelo.

Giré mi cabeza buscándola por los alrededores pero no la vi en ningún lado.

Mi corazón empezó a latir desenfrenado y mis manos empezaron a temblar.

— ¡¿Tay?! No... ¡no tiene gracia Taylor! ¡¿Taylor?!

Me alejé rápidamente del puesto y noté como se me aguaban los ojos.

— ¡¿Tay...?! —la gente me empezó a mirar raro— ¡Tay por... por favor!

Sentía el corazón latir en mi boca mientras corría. Hasta que di con un callejón cercano y alguien chocó conmigo.

Era el hombre.

Había salido corriendo del callejón.

Giré la cabeza hacia donde él había venido y me encontré a alguien en el suelo.

— No... —mi alma se rompió en mil pedazos al reconocer a la persona, me acerqué lo más rápido que pude y me dejé caer a su lado— No, no, no, no, no, no...

Taylor alzó la mirada al escucharme y una pequeña sonrisa se le dibujó en la carita.

— Tay... no... —bajé la vista a su abdomen y coloqué las manos en la herida que tenía para evitar que se desangrara.

— Ell... te, te quiero. —su voz era débil.

— Yo... también te quiero... —ella cerró un poco los ojos— No, no. ¡Ayuda! ¡Ayuda por favor!

Escuché pasos.

— ¡Por favor ayuda!

— No hemos identificado al hombre. Pero seguiremos buscando. —mi padre asintió y cerró la puerta principal.

Taylor ya no estaba.

No habían podido salvarla. El cuchillo que la hirió había dañado un órgano vital y había sido imposible salvarla.

— Elowen cariño... —mi madre apoyó su mano en mi cabeza y me dio un pequeño beso— Ve a darte una ducha.

Tenía las manos llenas de sangre y la mirada perdida en el suelo.

Ya no lloraba, pero ganas no me faltaban. Mi madre estaba haciendo un esfuerzo enorme por no llorar delante mío, pero su voz estaba completamente rota.

Me levanté de la silla de la cocina y subí arrastrando los pies.

Abrí la puerta con el pie y miré el cuarto. No encendí ninguna luz y me dirigí al baño directamente.

Allí con la poca luz que entraba desde la ventana de mi cuarto abrí el grifo y con agua caliente y un poco de jabón intenté lavarme las manos.

Pero me volví a descomponer y comencé a llorar de nuevo.

Había pasado ya una semana y lo único que hacía después de levantarme era ir al baño y volver a tumbarme en la cama. Ni siquiera comía la comida que me traía mi madre al cuarto.

No tenía ganas de hacer nada. Ya había dado mi testimonio a la policía y había descrito al hombre lo más exacto posible.

En cuanto a mi aspecto, dejaba mucho que desear.

Apenas conseguía descansar por las noches sin tener una pesadilla con lo ocurrido, por lo que se me generaron más ojeras de las que ya tenía.

Por no comer había perdido peso y cada vez que me levantaba para ir al baño conseguía marearme y tenía que descansar un poco.

Unos golpecitos sonaron en mi puerta y al segundo esta se abrió.

— Cariño, deberías comer un poco... —mi madre entró por la puerta y puso un plato en la mesita de noche.

La escuché suspirar y luego noté un peso en la cama.

— No puedes quedarte así para siempre, mi amor. —su mano me acarició la cabeza y yo cerré los ojos, unas pequeñas lágrimas amenazaban con salir— Ella no querría verte así.

Y eso bastó para que comenzara a llorar de nuevo. Me alcé y estrujé a mi madre con los brazos.

— Shh, tranquila cielo. —sus manos me acariciaron la espalda— Shh...

Quería hablar, pero me era imposible.

— Deberías tomar un poco de aire fresco. —su cabeza se dejó caer sobre la mía y respiró— Y hueles a cerdo. —me reí un poco pero se me escapó un puchero de nuevo— Date una ducha, te encontrarás mejor.

Se levantó y tras echarme una última mirada, me dejó sola en la habitación.

Me metí a la ducha y estuve un buen rato bajo el agua echa una bola.

Después de eso, me vestí y bajé a la cocina.

Mi madre estaba tomándose un café y tenía una de sus manos en la frente.

Desde lo ocurrido su aspecto también había empeorado mucho, y mi padre no salía de su oficina.

— Mamá... —ella me miró y me regaló una pequeña sonrisa— Lo siento mucho, —no era justo que ella me apoyara y batallase ella sola— te quiero.

— Ay mi niñita...

Nos dimos un gran abrazo y salí fuera para tomar un poco de aire, así que me dirigí hacia un pequeño descampado a orillas de un laboratorio abandonado.

Necesitaba paz y por esa zona no andaba mucha gente.

Me senté en el suelo, apoyé mi espalda en el tronco de un árbol y las manos en la hierba. El cielo estaba totalmente despejado y podía observar la Luna que se encontraba completamente llena.

En ese momento sentí un leve cosquilleo en la mano izquierda así que la levanté para ver que era lo que me hacía cosquillas.

Una araña se paseaba por mi palma hasta dar la vuelta hacia el dorso.

Un pequeño escalofrío me recorrió el cuerpo. Los bichos me daban bastante asco y una araña me infundía incluso respeto. Pero esta me daba algo de seguridad, y una sensación de familiaridad.

Miré la Luna por una fracción de segundo cuando sentí un pinchacito en el dorso.

Me levanté del susto y agité la mano para tirar a la araña. Cuando la vi en el suelo, mi instinto de supervivencia me obligó a pisarla.

— Iugh. Puré arácnido. —me observé la mano y estaba algo roja. Miré el cuerpo inerte de la araña— Tú, malnacida. ¿Cómo te atreves?

Volví a mirar al cielo y suspiré.

— Como seas venenosa... —giré mi cabeza hacia el laboratorio, un letrero con el nombre ALCHEMAX en grande se lograba leer en lo oxidado de la fachada— Ya lo que me faltaba, que me muera yo también.

Volví a casa. Estaba algo mareada y me dolía un poco la cabeza.

Por un momento pensé que sería por no comer y haber llorado, pero al apoyarme en la pared del pasillo observé como mi mano estaba algo hinchada.

Quise llamar a mi madre para avisarle de que había tenido un pequeño inconveniente en mi paseo nocturno, pero no pude llegar a su cuarto porque me desplomé en el suelo temblando y teniendo pequeños colapsos.

Al día siguiente me desperté en mi cama.

La luz me molestaba mucho, como si tuviera resaca.

Me erguí y me acerqué a la ventana para poner las cortinas. Pero creo que las arranqué.

— ¿Eh...? —abrí un poco más los ojos, tenía las cortinas en mi mano junto con el palo que las sujetaba— Creo que me pasé un poco con los petisuis.

Andé hasta la mesita de noche para coger unas gafas de sol pero cuando abrí el cajón, lo desencajé.

Miré como el suelo estaba adornado con las cosas que tenía guardadas en el cajón y en mi mano colgaba este completamente roto.

Dejé caer el cajón y entré al baño para refrescarme la cara. Seguramente seguiría dormida o algo desorientada y me estaría imaginando cosas.

Me mojé la cara y me apoyé en la encimera. Observé como una gota resbalaba por mi piel hasta pasar por el dorso de mi mano.

Allí había una picadura.

— No... ¿no? —me miré en el espejo.

Los kilos que había perdido parecía que los había vuelto a recuperar. Tampoco había rastro de ojeras y mi pelo parecía estar mas sano que nunca.

Me puse una venda en la mano para no alarmar a mis padres y salí con prisa del baño. Bajé a la cocina a por un vaso de agua, y encontré a mi madre por el camino.

— Buenos días. —me sonrió nada más verme— Qué animada te ves hoy.

— Hola. —la miré un segundo y ella me dio un repaso con la mirada.

— ¿Has pegado el estirón? Te veo más alta. —se apoyó en la pequeña isla de la cocina— Ayer casi te piso cuando fui al baño. ¿Qué hacías ahí?

— Oh... eh... —bebí agua y pensé una excusa, pero no se me ocurrió nada— Me... me había mareado, pero hoy me encuentro genial.

— Eso te pasa por dejar de comer... —se acercó y me besó la frente— ¡¿Y esto?! —levantó mi mano observando la venda.

— Me caí ayer, no es nada. —le sonreí y ella relajó su semblante.

— Okay cielo. Hoy tengo que ir a una entrevista, así que te quedas sola en casa.

— ¿Y papá? —mi madre cerró los ojos un segundo.

— Tu padre se quedará hasta tarde en el trabajo. —acunó mi rostro con su mano— Si necesitas algo no dudes en llamarme.

Asentí y cuando ella se fue, volví a mi cuarto para comprobar si lo que había sucedido era cierto o no.

— Que desastre...

Recogí todo y me senté en mi cama para pensar.

Me sentía muy bien, no tenía mareos y no me encontraba nada débil.

De repente me empecé a sentir ansiosa, como si algo fuera a pasar.

— Me estoy volviendo loca... —me levanté y empecé a dar vueltas por el cuarto mirando de lado a lado.

Hasta que mis ojos se detuvieron en mi teléfono y unos segundos después este comenzó a sonar.

Lo cogí y al ver que no era un número conocido colgué. Me acerqué a la mesita para dejarlo y me volví a sentar.

Pero mi teléfono seguía en mi mano.

Me levanté y lo intenté dejar de nuevo, pero por alguna razón seguía pegado a mi mano.

— ¿Esto es un sueño lúcido? ¿O es que vivo en una simulación? —conseguí arrancarme el teléfono de las manos y salió disparado por todo el cuarto— Elowen vamos despierta... —golpeé mis mejillas pero nada.

Desde aquel momento tuve pequeñas situaciones similares, hasta que acepté que me había vuelto rara.

Deduje que la picadura había tenido algo que ver. Súper fuerza, manos pegajosas y un sexto sentido que me ponía alerta.

Había adquirido habilidades superiores al resto. Así que un pensamiento se me cruzó por la mente.

Buscar y hacer justicia.

Había pasado casi un mes y la policía no había encontrado al sospechoso, así que decidí tomar la justicia por mi mano y buscarlo yo misma.

No tardé mucho en encontrarlo.

Solía salir de noche por los peores barrios de la zona.

El día estaba nublado y hacía algo de viento. Aprendí a moverme entre los tejados, así tenía mejor vista de mi víctima.

Cuando se quedó solo aproveché y bajé con cuidado sin hacer mucho ruido.

Me había puesto un pasamontañas para evitar ser reconocida.

Lo seguí unos metros hasta dar con un callejón y lo empujé dentro. Él por acto reflejo se asustó, pero al ver mi tamaño corporal se empezó a reír.

— Oye niña, no quiero hacerte daño. —se comenzó a acercar lentamente.

— Oh... pero yo a ti sí. —cuando estuvo frente a mi levantó su mano para apartarme o pegarme pero antes de que pudiera hacerlo lo esquivé y lo tumbé al suelo.

Se levantó deprisa y sacó un pequeño cuchillo y se acercó de nuevo a mi.

Yo lo esquivé de nuevo y le arranqué el cuchillo de las manos con una patada.

Después de pelear un poco, el hombre estaba en el suelo. Estaba satisfecha, de reojo divisé un palo en un cubo de basura cercano.

Lo cogí y me acerqué al hombre de nuevo, arrastrando el palo por el suelo para infundirle más miedo.

Pero cuando estaba a punto de golpearlo, un claro nos iluminó.

El hombre tenía la cara sangrando y estaba respirando con dificultad. Dejé caer el palo asustada por lo que había hecho y por lo que quería hacer.

Me eché hacia atrás y choqué contra la pared. Mi corazón latía muy deprisa, Taylor no hubiera querido esto. Y yo, yo no soy así.

La luz se empezó a desvanecer. Miré hacia arriba, pude observar la Luna entre las nubes.

Volví a mirar al hombre que seguía en el suelo.

— No, si te mato seré igual que tú... —dije acercándome— Seré buena, pero quiero que te pudras por tus acciones.

Me acerqué y lo arrastré por el suelo hasta la comisaría.

Al llegar lo lancé a la puerta y me fui de allí.

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