|Una memoria perdida|

By AlexisN11

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«En un mundo donde la magia se entrelaza con las emociones, dos almas rotas luchan por desentrañar el enigma... More

|Nota de autor|
|Apéndice|
|Sinopsis|
|Epígrafe|
|Arte ilustrativo I|
|Introducción: Eco de dolor|
|Capítulo 1: ¿Sueños?|
|Capítulo 2: «Organización»|
|Capítulo 3: Retorno a Kihoi|
|Capítulo 4: Tragedias|
|Capítulo 5: Anhelos del alma|
|Capítulo 6: Reminiscencia|
|Capítulo 7: Despedida|
|Capítulo 8: Torneo Anual de Kaha|
|Capítulo 9: Charla de Bienvenida|
|Capítulo 10: Confianza|
|Capítulo 11: Conformación de grupos|
|Capítulo 12: Aprendizaje|
|Capítulo 13: Entre determinaciones|
|Capítulo 14: Revelaciones, parte I|
|Capítulo 15: El Leier de Kaha|
|Capítulo 16: Conexión inefable|
|Capítulo 17: Campeón de Kaha|
|Capítulo 18: Examen de Admisión, parte I|
|Capítulo 19: Examen de Admisión, parte II|
|Capítulo 20: Soluciones desesperadas|
|Capítulo 21: Vínculos|
|Capítulo 22: Afinidades|
|Capítulo 23: Investigación|
|Capítulo 24: Ataque a Kaha|
|Capítulo 25: Leier de Wai|
|Capítulo 27: Destitución, parte I|
|Capítulo 28: Destitución, parte II|
|Capítulo 29: Revelaciones, parte II|
|Capítulo 30: Propuesta|
|Capítulo 31: Leier|
|Capítulo 32: El príncipe heredero de Naldae|
|Capítulo 33: Sospechas|
|Capítulo 34: A través del tiempo|
|Capítulo 35: Caos y desesperación, parte I|
|Capítulo 36: Caos y desesperación, parte II|
|Capítulo 37: Mutuo acuerdo|
|Capítulo 38: Nuevo mundo, parte I|
|Capítulo 39: Nuevo mundo, parte II|
|Capítulo 40: Kihen|
|Capítulo 41: Resistencia de Sarxas|
|Capítulo 42: ¿Esperanza?|
|Capítulo 43: Nuevos soldados, parte I|
|Capítulo 44: Nuevos soldados, parte II|
|Epílogo: Anhelos|
|Datos curiosos|
|Nota final|

|Capítulo 26: Ceremonias: Propuesta y Unión|

20 12 19
By AlexisN11

La humanidad tiene un dogma arraigado desde los primeros albores; lo siguen manteniendo: «Mientras las estrellas cubran el vasto éter, nuestros antepasados nos observan desde las alturas, bendiciendo nuestro camino con la promesa de un nuevo amanecer». Quizá sea parte de la respuesta que no logro alcanzar.

Región Vikeesh, tierras de Kihoi.

La noticia del regreso de los ascendidos del calendario lunar pasado, se propagó con celeridad.

El jerarca de Vikeesh, en conjunto con los regentes, organizaron una ceremonia especial para otorgarles el certificado que les correspondía junto con un collar labrado en minerales precioso.

El Campo Principal, donde se realizaría el evento, estaba adornado con los estandartes que representaban a las tierras. Los soldados ascendidos, vestidos con sus uniformes impecables, formaron una línea frente al Leier y otros miembros destacados del ejército y del Consejo.

Cada soldado ascendido recibió reconocimiento.

Para ellos, el orgullo de haber alcanzado ese hito en su carrera militar, la alegría de ser honrados por sus superiores y la gratitud hacia sus compañeros de armas que los habían apoyado en cada paso del camino, era maravilloso.

La ceremonia finalizó con un banquete.

Virav sostenía el collar en sus manos con cortesía, admirando cada detalle majestuoso y elegante, labrado en su superficie. El emblema del koru que representaba a Kihoi, labrado con finura en jadelith puro y retoques de amethysa, resplandecía bajo la luz. Era un recordatorio constante de que estaba en el camino correcto hacia su objetivo final: alcanzar la paz.

Soltó un suave suspiro.

Aunque había alcanzado una de las metas que se había propuesto, aún quedaba por completar su formación ante el Consejo Supremo y ascender un rango más en la clasificación de soldados. Era consciente de que el camino hacia la paz era largo y exigente, pero ahora se sentía más cerca que nunca de conseguirlo.

Luego del evento, tuvo que viajar junto a otro par de soldados hasta las lejanas tierras de Maa para rendir informes al Consejo. En un principio parecía un trámite rutinario, pero el procedimiento de entrega de informes llevó casi dos meses en completarse.

Durante el quinto amanecer de Karshe, Virav aprovechó un momento de descanso, después de finalizar la audiencia en el Consejo Supremo, para visitar la tumba de su amado mentor.

Caminó con paso acompasado y respetuoso hasta el Jardín de las Almas, el lugar sagrado donde enterraban los cuerpos de los muertos. Allí, se arrodilló frente a la haelistrun, sintiendo un nudo en la garganta mientras su mirada se posaba en el nombre grabado en la superficie fría.

Cerró los párpados e inhaló profundo.

Las lágrimas afloraron en sus ojos al abrirlo.

—La vida de un soldado es más difícil de lo que me dijo —susurró con voz entrecortada—. Ahora que he visto una mínima parte de lo que ellos hacen por nosotros, mi deseo de alcanzar la paz se ha vuelto más fuerte. Pude compartir mucho con mis compañeros de formación y con Aroha, ¿se acuerda de ella? —Soltó una suave risa—. Quiero unirme a ella. En este año de servicio, han pasado muchas cosas interesantes, incluso Kurenka ha conocido a una chica especial de la cual se ha enamorado.

»Lo extraño, señor Jeir. —El llanto de Virav se mezcló con el sutil sonido de su amarga risa.

"Virav".

Cuando una voz familiar resonó en el ambiente, él se sobresaltó. Su corazón latió desbocado al admirar, por encima de la haelistrun, la silueta contorneada de Ha puro de su amado mentor.

"Te estás convirtiendo en un gran hombre, vorel", pronunció Makai con cariño.

Virav extendió su mano temblorosa hacia el reflejo, atravesándolo con delicadeza. Una oleada de calidez lo envolvió, él estaba seguro de que esa sensación familiar y cálida que emanaba de la figura de Jeir era más real que nunca.

¿Cómo era posible que se le manifestara de esa forma?

Entonces, interrumpiendo sus reflexiones, consiguió oír la risa característica de su maestro.

Fue incapaz de retener las lágrimas.

En eso, le pareció sentir la mano de Makai limpiar sus mejillas, aunque era imposible. La esencia lo atravesaba. Entonces, Virav limpió el rastro salado y se colocó de pie.

"Estoy orgulloso de tus decisiones, Vir. Cuídate", pronunció con un tono afectuoso.

La silueta se giró hacia un costado, a punto de partir.

Desesperado, Virav suplicó con voz entrecortada:

—Espere, quédese un poco más. No se vaya.

El reflejo de Makai pareció detenerse, como si estuviera considerando las palabras de su alumno. Luego, con una calma y serenidad, se agachó frente al joven y llevó una mano hasta su pecho; traspasándolo.

"Siempre estaré a tu lado —susurró—. Aquí, en lo más profundo de tu corazón. No lo olvides: los lazos que creamos en vida no terminan con la muerte. Se propagan más allá".

Virav se tomó un momento para recuperarse.

Inhaló hondo, permitiendo que la calidez del Ha ajeno calmara su corazón agitado. Asintió en silencio. Sollozó cuando sintió que la esencia de Makai se desvanecía hasta desaparecer por completo.

Volvió su mirada hacia la haelistrun, donde sólo quedaba el grabado en su honor.

Cuando se sintió capaz de marcharse, hizo una reverencia respetuosa hacia la tumba y se alejó.

Región Vikeesh, tierras de Kihoi.

Durante el decimonoveno amanecer de Farawa, una vez que el sol nacía en el horizonte, los preparativos para la Ceremonia de Propuesta se encontraban listos.

Energética, Saroj empujaba a Arjhan y a Virav, tomándolos de los brazos y arrastrándolos hacia las escaleras que daban a las habitaciones para que se alistaran. Ellos se apresuraron a vestirse con sus mejores indumentarias para la ocasión, los colores vivos y los detalles elegidos con esmero reflejaban el amor y el respeto que evocaban hacia el evento.

Cuando estuvieron listos, los tres miembros de la casta Tsarki salieron de la morada y se adentraron en las veredas abarrotadas de la región. El bullicio de la multitud y el ir y venir de la gente instauraban un ambiente lleno de expectativas.

El camino hacia el Campo Principal estaba adornado con guirnaldas, que grababan korus en sus superficies, y banderas festivas, que ondeaban al viento con tonos radiantes. Puestos de comida y pequeños comercios ofrecían delicias culinarias relacionados con la ocasión.

Aproximándose a su destino, los cánticos entusiastas se tornaban más audible.

Entretanto, un grupo de danzantes ejecutaban movimientos gráciles en honor a las futuras parejas.

Virav observaba los alrededores con interés, captando los fragmentos amorosos que se desplegaban en cada rincón de Vikeesh. Parejas de distintas edades y procedencias paseaban de la mano, intercambiando miradas cómplices y sonrisas radiantes.

No muy lejos de eso, los jóvenes solteros, con nerviosismo y esperanza, se movían entre la multitud, buscando a la persona que podría convertirse en su compañero de vida entre los rostros desconocidos. Quienes se detenían de vez en cuando, entablando conversaciones cautelosas y explorando afinidades y compatibilidades.

Las familias, orgullosas y emocionadas, acompañaban a sus hijos e hijas en esa etapa.

Los ojos de Virav se deleitaban con la exquisita belleza de los korus que adornaban los locales comerciales. Las formas sinuosas y elegantes, como espirales en constante crecimiento, evocaban el ciclo de la vida y la renovación constante. Algunos de ellos estaban tejidos en finas fibras de harakeke, planta que crecía en abundancia en las tierras de Taruru. Las delicadas hebras formaban patrones intrincados que evocaban la fuerza y la resistencia de la naturaleza.

Conforme se adentraba en el corazón de la celebración, se encontraba rodeado de obras de arte maoríes, tejidos o labrados en minerales preciosos. El jadelith, el amethysa y el rubirite, con sus tonos sutiles y sus matices profundos, destacaban entre todos.

Al franquear la entrada del Campo Principal, la atención de Virav se estableció en los árboles, cuyos troncos fueron talladas con esmero para representar los emblemas de las tierras y de la alianza, con los trazos finos y precisos. Las telas de hilado refinado colgaban de los pilares. Las mesas, decoradas con exquisitos bocadillos, se alineaban en una exhibición tentadora.

El joven Tsarki divisó a las jóvenes en edad para recibir propuestas de unión, entre las cuales desfilaban las gemelas Arshad. Empero, su atención se centró de inmediato en Aroha, quien se destacaba —para él— con su presencia radiante y su gracia natural, obviando su baja estatura.

Un suspiro de admiración escapó de sus labios.

Aroha lucía deslumbrante en su refinado vestido, el cual realzaba su belleza de manera encantadora. Era de tonos rojizos, resaltaba su tez tostada y su cabello rubio. Además, las mangas hasta las muñecas agregaban un toque delicado de distinción a su apariencia. Los bordes de hilado negro enmarcaban su figura con delicadeza, resaltando cada curva y haciendo que su presencia fuera aún más cautivadora.

Entonces, sus miradas se toparon y un torrente de sensaciones recorrió la espina dorsal de Virav.

Sus pensamientos se perdieron en un mar de sueños compartidos y promesas futuras. Imaginaba una vida juntos, en la que cada momento estuviera lleno de risas y ternura. Se veía a sí mismo tomándole la mano, moviendo sus cuerpos al compás de una melodía inaudible para el oído, bajo el resplandor de la luna y compartiendo secretos susurrados al oído en noches de intimidad y dulzura.

El latir acelerado de su corazón era una melodía que sólo Aroha era capaz de crear.

Kurenka y Alraksh se colocaron a sus costados, mirando a su amigo con una diversión innegable. Los nervios se apoderaron de Virav cuando sintió el peso de las manos ajenas en sus hombros, cayendo en cuenta de la situación.

—¿Estás listo para hacer tu propuesta, Tsarki? —indagó Kurenka con media sonrisa.

—Espero que un collar sea suficiente, ni siquiera sabría qué decirle a su padre —respondió con voz nerviosa, rascándose la nuca.

—Lo será. Kurenka hizo lo mismo por su amada, y extraña, Lixra —dijo Alraksh, apacible.

—No te refieras a ella de esa forma, Narak. —Defendió el más bajo, cruzando los brazos—. Nunca fue a una Gran Academia y vivió recluida en una laguna por muchos ciclos. Hasta yo estaría igual de ser así. Su condición es... diferente, nada más.

—Sabes a lo que me refiero —refutó el más joven, enarcando una ceja.

—Kurenka, tienes que admitir que Lixra se comporta muy rara en ocasiones y habla de animales con afinidades mágicas como si fuera algo posible —susurró Virav, negando un par de veces.

—Pues yo le creo —defendió Kurenka, decidido—. No está mintiendo. Además, tú tienes un calar, ¿no es así?

—Es diferente, Rhunnad es una bestia mítica. Lixra habla de un mundo lejano al nuestro —sentenció Virav, apacible—. Sólo digo que, si dice la verdad, estamos hablando de algo que nunca antes se había mencionado fuera de... lo que conocemos.

«Aunque tal vez Kurenka y Lixra tienen razón; el orbe también dijo algo en relación con mundos más allá de las estrellas...», repasó Virav, desviando la mirada al suelo.

—¿Y qué hay de ti, Narak? —indagó Kurenka, sacando a Virav de su ensimismamiento.

—No es nada serio, no me comprometeré.

—¿En serio? Pero si parecen muy enamorados...

Alraksh rodó los ojos.

Sin embargo, antes de que pudieran seguir conversando, el Leier Noen se posicionó en medio del Campo Principal, provocando que los presentes fijaran su atención en él.

—¡Bienvenidos sean al inicio de la Ceremonia de Propuestas correspondiente al mes de Farawa! —El jerarca esbozó una gran sonrisa mientras extendía ambas manos y miraba los alrededores—. Este en un primer paso importante, tanto para los clanes como para las tierras. ¡Demos paso a los pretendientes!

Dicho eso, futuras novias y novios desfilaron con gracia y elegancia mientras eran acompañados por algún pariente.

Conforme avanzaban con gracia y desenvoltura, los presentes observaban maravillados sus atuendos y adornos. Cada indumentaria reflejaba la personalidad y el estilo de los jóvenes que lo llevaba, desde telas lujosas y brillantes hasta tejidos elaborados a mano con detalles intrincados.

Las columnas de cojines, situadas con minuciosidad, esperaban a quienes se sentarían en ellos. Estos estaban adornados con detalles bordados a mano, representando símbolos sagrados y antiguos patrones que simbolizaban la unión y el amor eterno.

Los ojos de Virav se toparon con los de Aroha mientras ella avanzaba con gracia hacia su lugar designado.

Quedó ensimismado.

Virav ignoró el resto del discurso del Leier, estaba decidido a hacer su propuesta de unión a Aroha, sin importar nada. Su único deseo ardiente era formar una familia y ser feliz junto a la mujer que lo llenaba de paz.

El valor de la unión era innegable para los Aisures.

Según el Consejo Supremo, tal compromiso reflejaba responsabilidad y el deseo de proveer más allá del individualismo.

Virav podía sentir cómo el nerviosismo aumentaba en su pecho. Su mirada se encontraba fija en Aroha, sintiendo un torbellino de emociones en su interior. No obstante, a su lado, Kurenka parecía estar más tranquilo y seguro de sí mismo, como si supiera que el destino le tenía algo especial preparado con Lixra.

Con cada paso que daban, Virav y Kurenka se acercaban más a sus amadas.

El susurro de la multitud se desvanecía mientras sus ojos se encontraban con los de las jóvenes a las que anhelaban unirme. Hicieron sus propuestas correspondientes y, al ser aceptados, fueron recibidos por el calor de un abrazo fraternal que entregaba a la novia. Siendo que Lixra no tenía familiares allí, Drishti fue quien la acompañó.

La Ceremonia de Propuestas finalizó cuando cayó el ocaso.

Cuando el joven Tsarki extendió la invitación a su prometida para cenar en su casa. Con una sonrisa radiante en los labios, ella aceptó.

La casta Tsarki recibió a Aroha Arshad con los brazos abiertos.

Región Vikeesh, tierras de Kihoi.

La Ceremonia de Unión se efectuaba un año después de las propuestas realizadas, por ley.

Durante la espera, Virav y Aroha se sumergieron en la emocionante experiencia de estudiar sus respectivas áreas en la Gran Academia. Las largas horas de estudio se entrelazaban con momentos de práctica y entrenamiento. Debido a que escogieron la misma área de aprendizaje, pasaban incontables horas juntos, perfeccionando sus habilidades y compartiendo valiosos consejos y técnicas aprendidas de sus maestros.

Sin embargo, no todo eran libros y entrenamientos rigurosos. También encontraban tiempo para disfrutar juntos.

Cuando los octonarios llegaban a su fin, se aventuraban en exploraciones por los hermosos paisajes que rodeaban a las tierras de Kihoi.

El día en que se uniría a Aroha por fin llegó.

Virav se encontraba caminando de un lado hacia otro, mientras que Saroj le pedía que se calmara. Sus pensamientos estaban ocupados en la ocasión por todo lo que debería decir, sus manos temblaban y sudaban. Jugó con los botones de la camisa especial que portaba para la ceremonia.

—Deja de hacer eso y ven —indicó la jovencita con una seña, tocando la silla que había en la habitación.

Virav avanzó y se dejó caer con brusquedad, recibiendo un leve manotazo en el hombro por parte de la menor. Se dejó llevar por la destreza de su hermana, sintiendo cómo sus manos hábiles desenredaban y peinaban su cabello rebelde.

—Cuando Ari escogió estos ornamentos, pensé en lo apropiado de que fueran korus —comentó Saroj con admiración—. Creo que es el símbolo adecuado para representar el comienzo de una nueva etapa juntos en la vida, tal como los maoríes solían expresar.

Virav se acercó al espejo y observó el adorno en su lugar, justo cerca de su oreja.

Āmihe, Sari.

Una vez listos, los hermanos salieron de la casa junto a Arjhan y a Nyree, que se tomó su tiempo de estar presente en aquel momento especial para su segundo hijo. Hecho que agradecía en profundidad.

El camino hacia en Campo Principal fue tranquilo.

Al llegar, se encontraron con los cojines especiales preparados para los futuros linajes. Tomaron asiento junto a la familia de Aroha. Unos pocos metros más allá de ellos, se encontraba la familia de otro joven, a causa de que Arona también se uniría en ese día tan significativo.

Asimismo, la familia de Kurenka junto a Lixra.

Virav se aferró a la mano de Aroha, encontrando consuelo en su tacto cálido y reconfortante. Juntos, esperaron pacientes el inicio de la ceremonia, sabiendo que, una vez que los lazos se unieran y las promesas fueran pronunciadas, su amor sería sellado de manera eterna.

En aquel instante, el Leier de Kihoi se colocó de pie en medio del Campo.

—Hoy seremos testigos de una de las ceremonias más importantes: La Ceremonia de Unión. En donde se acoplarán; no sólo dos castas, sino dos almas destinadas a reencontrarse en este Lado de la Existencia.

»Dos personas que se aman tanto como para establecer grandes tradiciones y costumbres para nuestras tierras, así como para traer al mundo a las nuevas generaciones —proclamó con gran felicidad—. Las vidas que hoy se unirán, serán para formar lazos inquebrantables ante los ancestros. Por eso les pido que, los prometidos, puedan ponerse de pie para guiar a sus compañeros.

Dicho eso, los aludidos se levantaron de las gradas y bajaron de forma ordenada, situándose uno al lado de otro conforme el Leier les indicaba.

Virav y Aroha sostenían sus manos con nerviosismo.

—Que los ancestros sean testigos de esta unión sagrada y que guíen a estos dos corazones en su camino juntos —dijo el Leier con voz solemne—. Que la felicidad y el amor siempre los acompañen, que su unión sea un ejemplo para la posteridad.

A medida que las parejas ocupaban sus lugares en los sellos especiales trazados en el suelo —que representaban las bendiciones de sus ancestros—, el Leier Noen dio la señal para que comenzara el «Baile de las Almas». Las parejas se movieron l ritmo de las notas del cántico especial.

Virav se dejó llevar a un estado de serenidad y plenitud.

En ese instante, el mundo pareció detenerse a su alrededor. Sólo existían ellos dos, unidos por un amor profundo y una conexión indescriptible.

Aroha rompió el silencio en un susurro rebosante de ternura:

—¿Estás nervioso?

—Sólo un poco —respondió Virav, dejando escapar una pequeña risa.

Sus manos se entrelazaron.

Al fin, cuando la danza tocó su punto álgido, las parejas se fundieron en un abrazo apasionado, consolidando así el inicio de sus futuras vidas en conjunto.

Un coro de aplausos y vítores estalló en el lugar.

Después del evento principal, las nuevas familias se encaminaron hacia los divhoraarsh sagrados de las castas. Esos venerados santuarios se alzaban majestuosos a poca distancia del Campo Secundario. Allí, los tallados de antiguas historias se inscribían en los muros, en donde las parejas sellarían aún más su unión.

Nashir, vestido con atuendos ceremoniales, se acercó a la gran anshakar ancestral que se encontraba en el centro del divhoraarsh de la casta Tsarki. Tallada con esmero, ella representaba la conexión con los antepasados y la continuidad de la estirpe desde la época de Oria.

Posó una mano sobre la fría y dura superficie. Emocionado, Nashir tomó un cincel y comenzó a tallar el nombre de su nueva pariente junto al de su hermano menor, que había sido grabado en su nacimiento. Ese acto era un símbolo de reconocimiento y aceptación de su papel en el linaje de la familia.

Era una forma de asegurar que su legado y su amor trascendieran a través del tiempo.

El cabecilla del clan se inclinó ante la inscripción, ofreciendo una plegaria silenciosa a sus antepasados y al dios Manaia que los guiaba.

Después de encaminarse a la casa nueva, un regalo generoso de Arjhan y Nyree, las conversaciones animadas y aromas tentadores llenaron el ambiente. La mesa principal estaba repleta de deliciosos platos preparados por Saroj.

Mientras Virav recorría la habitación, saludando a los familiares y amigos que habían acudido a celebrar su unión, se percató de que había más invitados de los previstos.

La celebración se prolongó hasta altas etapas de la noche, con canciones, bailes y levantamiento de copas en honor a los recién vinculados.

Por otra parte, Nyree se sumergió en sus pensamientos mientras observaba a su hijo y su unión danzar con gracia y alegría. Aunque su corazón se regocijaba por la felicidad de Virav, aún sentía preocupación por él. Tomando asiento junto a Arjhan, la Guardián entrelazó sus dedos con los ajenos y buscó consuelo en su presencia.

Él, siempre sereno y comprensivo, sintió la inquietud de su amada y le dedicó su atención.

—¿Cómo te sientes? —indagó.

—Bien, cariño —musitó—. Lamentablemente, han pasado tantos ciclos y no he logrado conseguir nada de información. Incluso con el cetro... No consigo ver el momento exacto en el que esa persona se topó con él.

Arjhan apretó la mano de su amada con afecto.

—Irog, está bien —susurró él, buscando tranquilizar a su amada con una mirada amorosa—. Todos hemos estado trabajando arduamente y haciendo nuestra parte. Confía en ti misma y en nuestro esfuerzo. Los resultados no llegarán de inmediato.

La respuesta de ella fue un asentimiento.

Descansando la cabeza en el hombro de él, disfrutaron lo que restaba de la celebración.

Una vez que la última visita se despidió y se retiró, el silencio envolvió la sala recién limpia.

Aroha se ocupaba de guardar los regalos recibidos, mientras Virav la observaba.

Una sutil sonrisa se dibujó en sus labios y decidió acercarse a ella, abrazándola por la espalda. La mujer se estremeció con ligereza al sentirlos, pero pronto se relajó. Ante su susurro de agradecimiento en su cuello, ella no pudo evitar preguntar curiosa:

—¿Por qué me agradeces, Vir?

Él se separó despacio, pero mantuvo una mano en su costado, mientras que con la otra acariciaba con ternura el cabello largo y rubio de su amada.

—Gracias por ser tú, por estar a mi lado. En estos ciclos, he aprendido muchas cosas, pero una de las lecciones más valiosas es la conexión del Ha. He sentido desde el principio que nuestras almas se conectaban de una manera única y especial.

Aroha levantó una ceja, intrigada por las palabras de Virav.

Siguiendo su gesto, estiró una mano a su costado, dejando que su Ha se desprendiera un poco. Sus miradas se encontraron mientras sus alientos de vida se entrelazaban y jugueteaban entre sí, entrelazando sus almas en una armonía que sólo ellos conseguían comprender en ese instante.

—Siempre te he sentido, Ari. Siempre te he visto en mis sueños. Tu esencia, tu calidez, tu Ha... siempre estuviste en mí —reveló, feliz—. Y ahora, aquí estás a mi lado para compartir el resto de nuestras existencias.

Aroha desvió su mirada hacia el rostro ajeno, sus ojos brillaban con ternura, no había necesidad de pronunciar una sola palabra. El Ha y su conexión profunda les permitía comunicarse más allá de estas.

Cautivado por la expresión ajena, Virav continuó hablando:

—El Ha es fascinante, ¿no crees?

Ella asintió con entusiasmo, alzándose de puntitas para depositar un beso en la mejilla al menor.

—Eres la melodía que nunca dejará de sonar en mi alma, Ari. Eres mi hogar —susurró con afabilidad, besándole la comisura de los labios—. Eres mi compañera de vida, mi confidente y mi mayor apoyo. No puedo imaginar mi existencia sin ti.

—Eres mi destino, Vir —susurró Aroha con destellos acuosos en sus luceros—. Mi Irog.

El brillo en los ojos de Virav se intensificó mientras miraba a su amada.

Con delicadeza, la sostuvo en sus brazos.

—Permíteme llevarte a nuestro santuario —pronunció, amoroso.

Ella se acomodó en los brazos de su amado.

Virav subió las escaleras, caminando con cuidado para no tropezar.

Al llegar, depositó a Aroha en la cama con gentileza, pero sin soltarla por completo. Ella se acercó más a él, rodeándole el cuello con los brazos. Sus labios se encontraron en un beso tierno y cargado de pasión.

Poco a poco, él deslizó sus manos por la espalda de ella, acariciando su piel mientras profundizaban el contacto.

¡Muchas gracias por su apoyo y por leer!

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