Luna de Sangre

By ladyhabsburgo

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Harry es un purasangre mafioso, infame y despiadado y Louis el omega que el destino puso en su vida para camb... More

Introducción
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35

Capítulo 1

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By ladyhabsburgo

Luna de Sangre

Los anillos en sus manos giraban con comodidad alrededor de sus dedos, siendo guiados por el dedo pulgar lentamente. Frente al alfa se alzaba el gigantesco ventanal de cristal que daba una preciosa vista al bosque silencioso que crecía unos metros lejos de lo que era el patio trasero de la inmensa propiedad. Los árboles estaban silenciosos bajo la luz blanquisca de la luna, que brillaba en el cielo nocturno en todo su esplendor. Le acompañaban las estrellas, y deleitado por aquella tranquilidad, el alfa fumó del tabaco que había en una pequeña pipa sostenida por su mano derecha.

No podía negar, que la luna era un espectáculo que se debía disfrutar siempre. Era su momento favorito del día, donde podía cargarse de energías positivas provenientes de su más sagrado amuleto.

Dejó que el humo amargo llegara a sus pulmones, y con lentitud, dejó que se dispersara alrededor suyo, desapareciendo segundos después en el aire.

No supo cuánto tiempo llevaba allí de pie, podría hacerlo toda la madrugada si de él dependiese, pero dos suaves golpes en la madera oscura de la puerta le hicieron voltear el rostro apenas.

—Styles —escuchó.

Fumó un poco más de su pipa y metió su otra mano al bolsillo de su pantalón de traje negro—. Malik —asintió, dándose la vuelta para observar a su compañero.

El joven alfa pelinegro se había recargado en el marco de la puerta con brazos cruzados, una mala mueca y una postura despreocupada. Todo indicaba que algo le estaba estresando.

Harry se acercó. Zayn siguió mirándolo. El ojiverde alzó una ceja. Zayn rodó los ojos.

—Los mismos bastardos de la semana pasada —anunció sin más. Alzó los hombros y negó—. Trajeron de vuelta a una omega. Quieren dejarla.

Harry le miró en silencio algunos segundos más, abandonó su pipa de tabaco encima de la pequeña mesa de centro frente al sofá de cuero en medio de la habitación y alzó los hombros también.

—No es mi culpa que no esté sana. —murmuró, su vista perdiéndose en algún cuadro que adornaba la habitación cuando dejó de interesarle un poco el repetitivo momento que estaba viviendo desde hacía algunas semanas atrás—. He dicho tantas veces que deben realizarles pruebas o algo así antes de venderlas pero parece que no quieren escucharme —dijo en calma, metiendo su otra mano al bolsillo restante de su pantalón.

Habían sido cuatro omegas a las que habían devuelto en apenas tres semanas. Algo inaceptable pero que Harry estaba dejando pasar por alto, no buscaba problemas de ningún tipo.
Después de todo eran clientes, y los malditos siempre debían tener la razón. Pero debían tener cuidado, porque Harry estaba siendo paciente con ellos.

—Quieren el dinero de vuelta —volvió a decir el pelinegro.

Harry detalló aquella pintura que le traía vagos recuerdos de lo que alguna vez había sido su vida. Se acercó con lentitud y una mirada calculadora, acarició la textura y asintió.

—Devuélvelo. —soltó, ladeando la cabeza para trazar con su dedo una fina línea de color rojo que daba forma a la obra de arte frente a él.

Pero el alfa pelinegro soltó un gruñido, dejando que sus feromonas inundaran de un segundo a otro la habitación—. ¡Estoy arto! ¡Ese no es el maldito negocio! Ellos ya compraron la mercancía. Ya pagaron por ella. Aquí no tenemos una maldita boleta de garantía para que piensen que pueden devolver el objeto dañado.

Pero Harry ignoró el mal humor de Zayn, asintiendo de acuerdo con él—. Al parecer no lo tienen claro. —comentó.

—No entiendo qué demonios piensan.

Y Harry volteó a verlo, con esos ojos verdes astutos, brillantes y calculadores—. Ellos piensan que somos sus títeres. —soltó—. Esta es su manera de burlarse, piensan que pueden hacer que hagamos lo que ellos desean. Piensan que estamos haciendo lo que ellos quieren.

Zayn apretó los labios—. Eso no es así. No somo la jodida marioneta de nadie.

El alfa ojiverde asintió—. Sólo lo estamos permitiendo. Ellos lo toman como un juego, nosotros no.

—Nosotros no somos su maldita burla. De ellos ni de nadie. —Zayn gruñó.

—Devuelveles su dinero. —repitió Harry.

En ese momento, un olor distinto se presentó en la habitación. Uno más suave y dulce.

Luke entró en la habitación empujando un poco al pelinegro que le había dedicado una mala mirada, delante del alfa rubio había una delgada omega atada por las manos que parecía haberse encogido al notarse en medio de tres grandes alfas con olores poderosos.

Hubo silencio, hasta que Harry observó a Luke con una interrogante invisible pintada en su rostro.

—La omega que devolvieron. —explicó el alfa con indiferencia.

Harry la observó. Rubia, de piel pálida, delgada, parecía que incluso el viento podría derrumbarla, temblorosa y con vestimenta sucia. La mirada abajo y con olor a sandía.

La nariz de Harry se movió en un suave mojín de desagrado y alzó una mano haciendo una seña.

—Dasata sus manos. —ordenó.

Luke lo hizo con facilidad, rompiendo la soga en un mínimo esfuerzo, la joven rápidamente se abrazó a sí misma sin tener el valor suficiente para mirar alrededor.

El ojiverde caminó hasta el escritorio a lado de los gigantescos libreros, abrió el último cajón y sacó un fajo de billetes unidos con una fina liga. Volvió a cerrar el cajón y fue hasta Zayn para extender el dinero, el pelinegro hizo una mueca de disgusto y negó.

Harry le sonrió mínimamente—. Deja que salgan a la carretera lejos de aquí. —murmuró casi como si fuese un secreto—. Detenlos, matalos ahí y después prende fuego al vehículo.

Zayn alzó la mirada, encontrándose con aquellos ojos de maldad que bien conocía. —Entendido —respondió.

Finalmente el dinero abandonó las manos de Harry por completo—. Nosotros no somos la jodida burla de nadie.

Zayn le dio una última mirada cómplice y partió con rapidez perdiéndose en el pasillo. Harry miró a Luke, quien seguía vigilando a la omega como si él fuese una estatua.

—Zayn puede necesitar ayuda. Ve con él. Encargate de dejar claro el mensaje para quienes quieran atreverse a tomar venganza por esos idiotas. Describe bien quienes somos.

Luke asintió—. Puedo cortar sus cabezas y enviarlas a casa.

—Haz lo que mejor te parezca.

El alfa rubio salió de la habitación y Harry cerró la puerta. Un pequeño sollozó hizo que su alfa se removiera incómodo. No le gustaba en absoluto estar frente a omegas, menos tener que lidear con sus sufrimientos.

—No me haga daño —escuchó el suave lamento—. Por favor.

Harry quiso decirle que no le apetecía en absoluto estar cerca de ella en ninguna manera, pero no era un alfa de muchas explicaciones y tampoco sentía ganas suficientes para hacerlo. Además quería ir al grano.

—¿Cómo te llamas omega? —exigió saber, tomando de nuevo la pipa de la mesa donde la había dejado.

—Ah... Yo... Y-yo me llamo Lily.

Harry fumó y le dedicó una profunda mirada. La jovencita seguía con su mirada en el suelo, sus rodillas temblaban. Harry sólo sintió pena.

—¿Y cuál es tu edad? —preguntó de vuelta.

Ella sorbió su nariz.

—Tengo dieciocho años.

—Hm —dejó salir el humo de su boca. Ella comenzó a llorar en silencio—. Sé que la pasaste mal, sé lo que probablemente te hicieron y es un poco vergonzoso no poder pedirte una disculpa. Porque yo no hago eso, es parte de mi negocio omega, son solo tratos. Así que deja de llorar, no pretendo ser malo contigo.

Y sentía pena por ella, pero no deseaba ayudarla. Porque era una mala persona. Porque era un alfa que no sentía valor ni aprecio por nadie.

Ella hizo su esfuerzo, pero fue inevitable. Harry se acercó un poco, ella soltó un jadeo aterrada.

—¿Quieres algo? ¿Ropa para cambiarte? —ofreció.

Hubo silencio y después de que ella pudiera juntar el valor suficiente, levantó sus húmedos ojos para encontrar los de Harry. Con labios temblorosos, logró hablar;

—Solo quiero ir a casa.

Harry tarareó, sonriendo a la nada de pronto.

—Sí... Que bonito sería poder correr a casa después de vivir dentro de toda esta mierda —comentó—. Pero no puedo hacer eso, dejarte ir... Que escapes sin más.

—Por favor. —sollozó.

La sonrisa de Harry cayó de pronto, sus fríos ojos posándose en el cuerpo tembloroso de la muchacha.

—Te ofreceré dos cosas —alzó dos dedos mostrándoselos en el aire—. Te quedas aquí y trabajas para ganarte la vida o te mueres, tan simple como eso. En este negocio no hay muchas opciones ni salidas, y así es esto. Una vez que entras o te relacionas, no puedes salir nunca. Y esa, es la cruz que debes cargar por el resto de tus días.

[...]

La luna seguía tan hermosa como cada día. El vehículo en el que viajaban se movía en distintas direcciones gracias al maltrecho camino de rocas que les llevaba a su destino.

Harry iba en silencio, mirando por la ventana la oscuridad del paisaje a su costado. Luke conducía y Zayn iba de copiloto.

—Volaron en mil pedazos —dejo salir Zayn de la nada.

Luke siguió con su vista al frente—. Sí, pensé que ibas a matarlos primero. Me costó un testículo recuperar parte de los cuerpos.

—La explosión fue mejor. Juro que los oí gritar mientras estaban en llamas.

—La sorpresa será mejor cuando vean en esas cajas la carne carbonizada... Ojalá griten mucho, quisiera poder verlo.

Harry carraspeó, haciendo que Zayn volteara a verlo.

—¿Saben qué van a elegir ésta noche?

Zayn frunció un poco el ceño—. Pensé que todos estabamos de acuerdo en que serían omegas varones.

Harry asintió—. No pienso traer una omega jamás.

Zayn sonrió—. Sabía que los chicos omegas eran lo tuyo.

—Claro, son preciosos.

—Pero ninguno como el mío.

—Que te jodan, Zayn. —escupió Harry.

—Sólo dame unas horas hasta que traiga a un omega a casa hoy.

Harry volvió a ver la luna—. ¿En qué momento comenzara a pintarse de rojo? —preguntó curioso.

—Hasta que se haya dicho el juramento —comentó Luke.

—No se pintara de rojo, idiota. Se bañara de la sangre del cordero. —murmuró Zayn, observando aquella a la que consideraba su protectora.

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