Jace se encontraba frente a mi sonriendo de oreja a oreja.
— Sí... bueno, tuve un percance.
— ¿Puedo sentarme? —ni tiempo me dio para responder porque se sentó a mi lado— El profe de matemáticas es un poco... irritante, ¿no?
— ¿Eh? Sí, sí. No me cae del todo bien, pero creo que es mutuo. —respondí con la cabeza en otro lado.
El chico se me quedó mirando y se quedó callado. Sinceramente no me apetecía pasar cuarenta y cinco minutos sentada a su lado, mis ganas de socializar se las había llevado todas Miguel al despertarme tan pronto.
— Bonitas zapatillas, —le eché un ojo al castaño— me recuerdan a las de Spidermoon.
Mi corazón dio un gran vuelco al escuchar aquello. Sólo interactué una vez con él siendo Spidermoon, y además era de noche...
— Oh... soy una gran fan suya, así que pensé que tener unas iguales a las de ella sería buena idea. —deslicé mis pies hacia atrás tratando de esconderlos bajo el banco.
— Yo también soy un gran fan. Es tan increíble... —el chico suspiró mientras sonreía y tenía la mirada perdida en la pared.
Me está empezando a dar un poco de mal rollo.
— Ni siquiera me presenté, qué idiota... —murmuró hacia él— Me llamo Jace, encantado.
— Elowen, igualmente. —miré el reloj, sólo habían pasado cinco minutos— Si no te importa, iré al baño...
Cogí la mochila y me levanté del banco. Me giré hacia Jace y me sonrió, le devolví la sonrisa con una mueca y me escapé a los baños.
Nada más entrar me metí en un cubículo y cerré la puerta para luego dejarme caer en la tapa de la taza.
El silencio del baño me envolvió al apoyar mi cabeza en la pared y pude relajarme un poco.
Sentía que toda la situación de los universos con las anomalías era algo demasiado grande para Spidermoon por el momento.
Tan sólo llevaba un año siendo una heroína, y sólo era una adolescente con problemas comunes.
Desde aquel día conseguí estabilizar un poco la ansiedad que sentía gracias a Gwen y Pav, que me habían ayudado mucho.
Miguel me explicó más a fondo como funcionaban los eventos canónicos, conocí un poco más a Jess, empecé a intercambiar más palabras con Hobie y Mayday junto a Peter me habían robado el corazón.
— ¿Entonces por qué estás aquí? —pregunté mientras andábamos por uno de los pasillos.
— Porque Miguel nos ha llamado por una anomalía. ¿O no te acuerdas?
— No me refería a eso Hobie... —lo empujé y recibí uno por su parte.
— Para cuidar de mi baterista. —respondió él mirando algo a lo lejos.
— Así que Gwen, ¿eh? —lo miré de reojo— ¿Por eso vive en tu dimensión?
— La acogí porque vivo solo, y ella ya te contó su situación. Sabes porque tuvo que irse, Jack.
— ¿Jack? —di una vuelta buscando a otra persona.
— Tienes una Luna en la mascara. —me miró por encima del hombro y rodó los ojos al ver mi confusión— Jack Escarcha estaba enamorado de la Luna.
— ¿Me estás llamando Jack Escarcha, punk? —fingí ofensa y él sonrió.
— ¡Chicos!
— ¡Pav! —grité y salí corriendo para abrazarlo— ¿Qué tal con Gayatri?
— Bien, hoy no nos encontramos con el inspector. —dijo él, yo noté como giraba su cabeza por lo que deduje que Hobie había llegado a nuestro lado— ¡Hobie my man!
Me separé de Pav y observé la pelea amistosa que tenían los dos chicos.
— Pav, ¿has visto a Gwen?
— Se fue a hablar con Miguel de algo importante.
— Okay, gracias. —le pegué un puñetazo y me dirigí a la oficina de Miguel.
A medida que me acercaba Lyla apareció a mi alrededor, ella se movía alrededor mío diciéndome que no entrara, pero no le hice mucho caso.
— ¡Qué onda amigos! —pronuncié en español ganándome una mala mirada por parte del futurista.
— Le dije que no entrara. —Lyla apareció a su lado.
Gwen estaba algo abrumada y Miguel parecía algo tenso.
— Me quiero enterar del chisme yo también. —Gwen me miró con algo de duda— Quiero ayudar a mi amiga Miguel.
Me acerqué a la rubia, sabía que era un tema referente a su padre y su universo o Miles tenía algo que ver.
En ese momento Hobie y Pav entraron por la puerta y Miguel suspiró.
— Está bien... Creemos que hay una anomalía en la Tierra-1610, el universo de Miles Morales.
— ¿Y cuál es el problema? —pregunté abrazando un poco a Gwen.
— Miles hará preguntas. —me respondió O'hara con poca paciencia.
— Ya... ¿Y cuál es el problema? —volví a preguntar ganándome un suspiro por su parte.
— Entre tú y Brown no se quien me saca más de quicio. —sonreí con sorna y miré de reojo a Hobie, quien estaba sentado en una mesa y también estaba sonriendo.
— ¿Por qué Miles no puede entrar? —me subí a la plataforma para tener a Miguel cara a cara, no me parecía gracioso que nos mirara desde arriba.
— Sabes porque. —respondió sin mirarme.
— Miguel, si de verdad los...
Miguel se dio la vuelta y avanzó a paso apresurado hacia mi. Me eché para atrás pero mi pie tocó el final de la plataforma cuando él llegó hasta a mi lado.
Estaba echo furia, sus ojos estaban rojos y los colmillos le salían más afilados que de costumbre.
Parpadeó varias veces y se terminó alejando igual de rápido que se acercó, giré la cabeza para ver el panorama.
Gwen parecía a punto de tener un ataque de ansiedad, Pav estaba con las manos en la cabeza y Hobie estaba de pie mirando a Miguel.
La rubia salió por la puerta así que bajé de la plataforma y me fui tras ella.
— ¿Crees que si no hubiera entrado no se habría liado tanto? —observé el atardecer desde el Big Ben.
— Me gusta ver que Miguel no se sale con la suya.
Desvié la mirada al moreno. Estaba tumbado mirando hacia arriba, y a pesar de tener la máscara puesta me jugaba el cuello a que tenía los ojos cerrados.
Hobie y yo estábamos en mi universo, después de haber consolado a Gwen ella había pedido estar sola para aclarar sus dudas y pensamientos así que Hobie le dejo la casa para ella sola y como se aburría, me había seguido.
Y había sido bastante claro en que Mumbattan no le gustaba nada.
— Otra vez igual. —escuché una leve risa— A mi también me gusta hacer de rabiar a Miguel, pero no te he preguntado eso.
Me dejé caer a su lado y me quité la mascara, tumbada ya no me podía ver nadie, y no me apetecía seguir respirando licra.
— Creo que simplemente lo has adelantado. Gwen querrá ir, por mucho que Miguel no le deje.
— Lleva aguantando tiempo, ¿verdad? —giré mi cabeza para verlo.
— Va a hacer un año dentro de poco. —volví a mirar hacia arriba, varías estrellas se empezaban a ver.
— Es duro... y más si sabes que tienes la capacidad y algo te lo impide. —noté como se quitaba la máscara.
— Lo es. Al principio lo pasó peor, con lo de su padre.
— Se merece ser feliz. —dije observando una estrella fugaz— ¡Hey mira! No creo en estas cosas, pero no pierdes nada por pedir un deseo.
Cerré los ojos y mi hermana pasó por mi mente. Deseaba muchísimo volver a verla, volver a escuchar su voz.
Giré la cabeza hacia Hobie. Él ya me estaba mirando y le sonreí.
— ¿Has pedido un deseo? —él sonrió.
— No creo en esas cosas.
— Oh vamos, tú no crees en nada. Pero no se pierde nada por pedir un deseo.
— ¿Qué has pedido? —lo miré de reojo.
— Si revelas el secreto, este no se cumple.
Él liberó una carcajada.
— Por experiencia, te llevarás muchas desilusiones con esa mentalidad.
— Soy un año mayor que tú punk, no me hables de experiencias. —giré mi cuerpo entero hacia él.
— Y yo llevo siendo Spiderman 2 años más que tú... Jack Escarcha.
— ¿Jack Escarcha? ¡Venga ya! —perdí el equilibrio y caí hacia abajo, volví a escuchar su risa.
Su risa era bastante contagiosa, inconscientemente me empecé a reír yo también.
Gateé hacia arriba, él estaba sonriendo.
— Oye anarquista... —me miró— ¿Del 1 al 10 cuánto te molestaría comprar una pizza para cenar?
Él se quedó callado unos segundos pensando.
— Puedo acompañarte en la siguiente manifestación. —me encogí de hombros y empecé a subir hacia la torre del reloj.
Hobie se levantó y se acercó a mi, mirándome desde abajo.
Me coloqué la máscara y él imitó mi acción.
— Si me acompañas a la próxima manifestación puede que haga oídos sordos al pagar.
— Bien, sígueme. —bajé de un salto y lo empujé al suelo para luego tirarme del edificio en dirección hacia mi casa, pocos segundos después tenía a Hobie siguiéndome.
Llegamos a la parte trasera de mi casa y ambos entramos por la ventana. Hobie se detuvo a observar todo con detalle.
— ¿Tienes ropa de andar por la calle? —cambió su color, haciendo que su traje dejara de verse como un súper traje— No se como haces eso pero me sirve.
Cogí lo primero que pillé del armario y me metí al baño.
Un vez lista, salí de este con unos vaqueros, las converse que llevaba antes y una chaqueta negra algo vieja.
— Dicen que las mujeres tardan en el baño, —su mirada viajó de un cuadro hacia a mi, me dio un repaso de arriba abajo y volvió a mirar el cuadro, de repente un calor me inundó por completo, hasta que terminó de hablar— así que creo que eres hombre.
Me fue imposible aguantar la risa.
— Eso me halaga y me ofende al mismo tiempo... —deslicé la mirada al cuadro que observaba, éramos yo y mi hermana en el London Eye— Vamos punk.
Abrí la puerta de mi habitación y lo deje pasar para luego cerrarla de nuevo. Los dos bajamos al piso de abajo donde para mi mala suerte mi madre nos interceptó.
— ¿Y este jovenzuelo señorita? —mi cuerpo se heló por completo— Veo que venís de su cuarto...
— Hola mamá... eh... él... él es...
— Encantado señora Echo. Soy Hobie, amigo de su hija. Es un placer conocerla por fin, su hija habla mucho de usted. —el calor me volvió sólo a la cara, la vergüenza me invadió por completo.
— Oh... el placer es mío Hobie. —él cogió su mano y se agachó para plantar un pequeño beso, provocando una sonrisa en mi madre— ¿Vais a salir un rato?
Me tapé la cara con la manga de la chaqueta, Hobie parecía estar disfrutando del momento y mi madre parecía no enterarse de nada.
— Cuídamela jovencito, no me la traigas muy tarde. Y tú... —susurró hacia mi pensando que él no la escucharía pero al tenerlo al lado era imposible que no lo hiciera— No hagas ninguna tontería. ¡Disfrutad!
Salí rápidamente de casa esperando a Hobie. ¿Me iba a vengar? Oh sí, sí que lo haría.
Hobie salió de mi casa sonriendo y cuando pasó por mi lado, dejó caer su brazo en mis hombros arrastrándome con él.
— Estás un poco roja.
— ¿Tú crees? —le golpeé la cintura y él soltó su agarre.
— Auch, que agresiva. —lo miré— Es coña, no me ha dolido.
Nos subimos al metro, ya me había relajado. Pero estoy segura de que mi madre me atacaría a preguntas cuando vuelva a casa.
— Eso ha sido cruel por tu parte.
— ¿Ser un caballero con una bella dama?
— Oh por dios... —me tapé la boca para no hacer un escándalo con mi risa.
Llegamos a Camden Town, en uno de los puestos vendían la mejor pizza que había probado en toda mi vida.
Compré yo cuatro porciones y nos sentamos frente al río.
— ¿Quién era la que estaba contigo en la foto? —preguntó con la boca llena de queso.
— ¡Qué asco Hobart!
Sabía que tarde o temprano lo preguntaría, se había quedado viéndolo con mucha curiosidad.
— Es mi hermana... —observé como las luces de las farolas se reflejaban en el río— ¿Tuviste evento canónico? —lo miré, y esta vez antes de hablar tragó.
— No como el resto, pero sí.
— ¿Quieres saber el mío?