⚠ ATENCIÓN ⚠
ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENAS VIOLENTAS,
POR LO QUE SE MARCARÁ EL INICIO Y FINAL DE LAS MISMAS.
SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.
Padma contemplaba el exterior a través de la ventana de su cocina, siendo su segunda noche después de los sucesos del hospital.
Sin embargo, no podía evitar mirar con intranquilidad afuera, pese a que las calles lucían completamente vacías.
— ¡Señorita Padma! — llamó Clarissa.
— ¿Uhm? — volteó ella.
— Es hora de que me retire... Mañana vendrá mi abuela y se encargará de cubrirme.
— Sí... está bien, que te vaya bien —, vuelve a fijar la vista afuera.
Clarissa mira lo que ve ella, intrigada le pregunta:
— ¿Sucede algo?
— Creerás que estoy loca si te digo que...
— Por favor, dígalo...
— ... Tengo la sensación... de que hay algo allá.
— ¿...? ¿Dónde?
— No sé... allá —, señala afuera posando su dedo en el vidrio.
» No puedo describirlo, pero sé que hay algo.
— ... — mira afuera, y la ve — ¿Y es bueno o malo?
— ... Olvídalo, no quisiera...
— Señorita. — toca su hombro — No la juzgaré, pero dígame, ¿es bueno?
— ... — exhala — No, creo que no.
— Bien... — suspiró — Me quedaré entonces.
— No tienes que... Y tendrás tus asuntos personales... voy a estar bien.
— ¿Segura?
— Sí, segura, además aquí está mi abuela y mi mamá... me van a regañar si te hago pasar horas extras.
— ¡Y no lo hago por eso! Eso quiero que lo sepa señorita Padma, a usted la aprecio mucho.
— ¡Uh mira!.. ¡No te van a dejar! El toque de queda ya comenzó —, esboza una leve sonrisa, le muestra la hora de su celular a su mucama.
Era notorio que no quería que se fuera, Clarissa lo entendió muy bien, dejó pasar unos minutos, luego comentó:
— Bueno, en ese caso... Si no la ignoré antes, no la voy a ignorar ahora —, fingiendo inconformidad, cuelga su cartera en la silla, luego se dirige a las escaleras.
» Hasta mañana, no se desvele, cualquier cosa me avisa.
— Hasta mañana... y no lo haré.
La chica se va, sin embargo, la morocha continúa mirando afuera, las manos le hormigueban constantemente, por lo que trataba de abrir y cerrar las palmas para ver si la sensación desaparecía.
Un relámpago logró divisar en la lejanía, su corazón latió un poco mas fuerte, se llevó una mano sosteniendo su collar, enseguida vió otro, esta vez escuchó el trueno, lo que la hizo estremecer, además de una trayectoria algo inusual, Padma entonces inquirió para si misma.
« ¿Qué es lo que está pasando?, Si antes no le tenía miedo a los relámpagos y truenos, ¿por qué ahora sí? ».
No muy lejos de allí, una camioneta blanca conducía con tranquilidad, hasta finalmente ocultarse en una zona arbolada y oscura.
— Señor, ¿qué haremos aquí? — preguntó Layla.
— La portadora se ubica en ésta zona de bloques de departamentos, aunque todavía no tenemos su ubicación exacta, gracias al descerebrado de Jaycito —, contestó Russel conduciendo.
» Aun así, sabes bien que todo lugar tiene su zona de ratas, y yo solo conozco algunas de por aquí...
— ¿Estamos aquí para convencerlos de cooperar?
— Sí, sobre todo porque la banda del Sur son demasiados.
— Okey, me parece bien, es hora de que señorita puños, haga su acto de gloriosa presencia para... — en ese momento la pelirroja se acomodaba sus guantes pero el albino interrumpe con voz de mando.
— ¡Alto! Ustedes se quedan aquí.
— Pero ¿por qué? Entre nosotros tres podemos y...
— ¡Dije que no!.. Además tengo un método más rápido y certero para que hagan lo que les pida —, dió Yurel, su sentencia, haciéndole la seña de que pare el vehículo.
Debajo de un poste sin luz con bolsas de basura y cerca de la vereda, habían dos hombres con una capucha cubriéndoles en la cabeza conversando y planeando;
— Ya te digo viejo... ¡Vamos! ¿Qué podría pasar? Son tres mujeres, una vieja y un anciano decrépito... Hay que aprovechar la oferta jajaja ¿no?
— Pero estás seguro que es así? Se me hace sospechoso, han de tener perro.
— Yo no he visto, no hagas mas cuentos y vamos, hay dos jovencitas chulas con las que podremos divertirnos toda la noche.
— Jajaja tienes razón...Vamos Mike.
No tardaron en ser sofocados por la luz de esa camioneta de vidrios oscuros, estacionándose frente a ellos.
— ¡Pero, que diablos!
En la penumbra, lograron visualizar un alto joven de piel pálida, con lentes oscuros y una bufanda de rayas rojas y negras que le cubría completamente la boca, caminando con toda confianza, acercarse a ellos.
— Ea, chicos... — les dijo con voz fría pero gentil —, estoy buscando a alguien... ¿Conocen a ésta chica?
Extendió su mano enseñándoles una foto, que era nada más ni nada menos que Padma.
— Yo la suelo ver... — contestó el más alto de los dos, mientras sostenía la fotografía — El asunto es... ¿Quién es usted?
— Alguien que está a punto de darles un trabajo.
Los dos hombres se miran mutuamente, y se ríen.
— Jajajaja.
— Estás loco, amigo... — le devuelve de mala gana aquella lámina plástica — Mejor vuelve por dónde viniste.
— Antes de que sea demasiado tarde, ¡lárgate, "amigo"! —, señalando la calle contigua, y evidente tono burlesco.
— ¿...? — levanta una ceja.
— Se nota que no eres de aquí así que te lo diré... ¡Éste es nuestro territorio! — da un paso al frente.
— ¿Su territorio?
— Aquí somos nosotros quienes mandamos. ¿Nunca habías oído de la gran banda del Sur? Cada una de éstas calles, y todas las casas que tú ves son nuestros blancos.
» Y ella es nuestra también —, señala la fotografía — Soy Mike el cabecilla... ¿Sabes una cosa, wey?, si no quieres tener problemas conmigo y con mi pandilla, será mejor que saques tu flacucho y descolorido trasero de mi vista ahora mismo.
El peliblanco los miró, y echó una risa escalofriante, fastidiando a sus interlocutores.
— Ja ja ja.
Incluso Layla y Russell se descolocaron ante la actitud de Yurel.
El más alto sacó su navaja y sujetó la camisa de aquél extraño, llevando aquél peligroso artefacto cerca de su cara.
— Ya no te da tanta risa... ¿o si? — preguntó amenazante.
⚠ INICIO DE LA ESCENA ⚠
Diferente a lo que esperaba, aquél muchacho se le quedó viendo a través de esas gafas oscuras, pero se mantuvo firme, percibiendo que no es de los que se dejan intimidar fácilmente.
— ¿Ustedes...? ¿Conocen la leyenda de Kuchisake – onna?
Esa pregunta los sacó de balance, en especial por el tono extraño en que lo preguntó.
Inquieto, el más bajo le dice:
— Mike... mejor vámonos.
— ¡Cierra el hocico Bobby! — le dijo el alto y sonríe desafiante al albino — De hecho, es una gran oportunidad... — acerca aún más el cuchillo al cuello de la víctima — ¡Anda payaso, y cuéntame la historia!
— Y ¿Qué tal si te recito a modo de poema? Ya saben, para hacerlo interesante.
— ¡Aah! Y aparte marica nos salió el gusano... — rió — Jajaja... Adelante princesita, recita lo que tengas que decir, será un honor... Jajaja.
Pese a que la boca y los anteojos le impedían ver su expresión, Mike sin embargo podía jurar sentir un tipo de sonrisa... una siniestra y macabra.
Sin mas alarde, comenzó a recitar:
— La leyenda siempre nos contó,
sobre una bella mujer que existió,
sin embargo, la historia escondió
algo que a la luz jamás salió.
— ¿Qué rayos dice? — murmuró viendo a sus compañeros alrededor.
— Del matrimonio con esa mujer, nació,
un niño que nadie hasta ahora conoció,
pues lo que con él pasó,
ni Dios su perdón concedió
ella ante el primer llanto del bebé enseguida rechazó.
Mike lo mira atento.
— Cuando el samurái la boca le cortó,
loco de celos, enfermo poseso,
pero todavía no la despedazó,
ella aún vivió,
y ahí fue que su pesadilla comenzó.
En la locura lentamente calló,
el espejo, día y noche la atormentó
a pesar de infructuosamente, su niño la consoló,
la oscuridad de ella pronto se apoderó.
— Mike... vámonos. — insistió Bobbie
— ¡Calla! — le ordeno éste, manteniéndose firme, ante la capacidad del pálido, para modular su voz a fin de darle realismo.
— "Hijo, ¿soy hermosa?", un día ella le preguntó.
"Sí mamá, ¡Eres hermosa!", con inocencia respondió.
Un silencio incómodo la habitación invadió,
un viento inusual de pronto emergió,
un aura oscura a la desgraciada mujer envolvió.
Hizo una pausa larga, Bobby empezó a notar que una niebla comenzaba a pasar a ras de suelo.
No pudo evitar retroceder unos pasos atrás, algo iba a pasar.
— "Eres igual a tu padre...", finalmente habló.
Sin dilación, una daga de su manga sacó.
"Todos mienten, todos son malos, todos son iguales"; ojos saltones, mirada difusa que con insana locura al infante miró,
"pero no te preocupes, pronto te verás como yo", y se avalanzó.
Recién el samurái su casa pisó,
más de pronto, un espantoso grito oyó,
ni en cien batallas, como ese día, velozmente corrió,
y cuando a su habitación llegó...
Pausa un instante, para decir sádicamente, en un voz chillante e inquietante:
— ¡¡Con una hermosa escena sangrienta se encontró!!
Mike sintió un escalofrío por toda la espalda.
— La ira del samurái fue tal, que por los poros de sus brazos emergió,
una fuego irrefrenable, incuestionable,
todo su poder en ella descargó,
sin piedad, a esa víbora masacró
hasta su último aliento le arrebató,
con la misma daga de ella, así fue que la ultimó...
Uno, dos, tres, cuatro, cinco... diez,
veinte puñaladas generosas le concedió.
Y entonces...
El brazo del peligris simulaba con perverso ahínco, como fue el terrible crímen. Nuevamente un silencio sepulcral invadió la escena, hasta que Mike, firme, pero algo temeroso, pregunta:
— Y entonces ¿Cuál es final? ¿Qué pasó con el niño?
— Años más tarde... con unos hombres se encontró.
— ¿...?
— ¿Y sabes? Uno de ellos de muerte lo amenazó... ¡¿Qué importa?! Con poesía excelsa a los palurdos entretenidos los tuvo, y para su deleite les recitó.
La niebla comenzó a hacerse más espesa.
— ¡¿Qué está pasando?! — se exaltó Bobby.
— ¿Quieres saber que le pasó al pendejo insensato que lo vio?
En ese instante, el albino se sacó la bufanda, arrojó los lentes... Su boca no sólo estaba cortada, sino que dejaba a la vista unos espantosos dientes grandes y afilados, sonriéndole. Sus pupilas eran amarillas, pero las escleróticas eran completamente negras.
Mike no supo cómo reaccionar, realmente era un cuadro grotesco, incluso pudo jurar que de esas fauces emanaba un olor putrefacto, como a carne podrida.
Y dentro de la vagoneta la pelirroja de su asiento se aferró, si antes llegó a opinar que no le tenía miedo a nada, ahora sabía que siempre hay una primera vez para todo, sus ojos no daban crédito ante aquello, ni siquiera el rudo de Russell, que prefirió voltearse para no ver mas, a ambos les parecía asqueroso.
El soliloquio del híbrido albino no había terminado, de hecho la peor parte estaba por suceder;
— Se cagó del susto cuando descubrió, que frente a sí, tenía al hijo de Kuchisake-onna... pero muy tarde se arrepintió, no había oración alguna que lo salvase, nada podía hacerse... ¡Su fin llegó!
La niebla se espesó de tal forma que Bobby no pudo ver a Mike por unos instantes.
De pronto un crujido hizo eco, y con el, algo pesado cayendo al suelo.
El hombre no se movió, se limitó a llamar débilmente:
— M-Mike... M-Mike...
Otro crujido, un terrible alarido de dolor, una masa fue sacudida de lado a lado violentamente, un gruñido, luego nada...
La niebla lentamente fue cediendo, y con ella, pudo ver a dos figuras.
Yurel se limpiaba suavemente la boca con un pañuelo que enseguida se tiñó de rojo, y sobre sus pies, estaba Mike.
Todavía estaba vivo, pero entre el cuello y el hombro había recibido una mordida asquerosamente profunda, dejando ver a la vista la carne y la piel que sobresalía, todo sobre un enorme charco carmesí que se formaba en esa zona, mas lo que salpicó alrededor.
— ¡¡Puaj!! Detesto la carne de puerco con tatuajes... — sin más, expresó con asco, escupiendo parte de aquel pedazo.
⚠ FINAL DE LA ESCENA ⚠
En lo que su bota estaba encima de la cabeza del infeliz sujeto moribundo, se puso a cantar, la que considera es la mejor canción del mundo.
— "Let the bodies hit the floor"... (deja que los cuerpos golpeen el piso) "Let the bodies hit the floor"... Jajajaja.
El peliblanco rió, y después de terminar de limpiarse, con altivez silabeó:
— ¡Aaahhh...! — suspiró Yurel — ¡Adoro las historias! En especial cuando les dejo una marca en mis oyentes, una que será difícil de olvidar.... Ja ja ja.
Da media vuelta, tranquilamente camina, toca dos veces la puerta de la vagoneta. Se sienta en el asiento del auto, y con su característica mirada fría, impávido observa a dos hombres temblorosos, y les dice:
— Ustedes dos están contratados, y no acepto un no, por respuesta. Tienen dos días para indicarme exactamente en que puta casa vive la tipa de la foto —, les avienta la imagen, y una cámara fotográfica de un solo uso.
» Sino es así, ahora saben que esto pasará de nuevo, y gustosamente los añadiré a mi colección de deliciosas historias macabras. Aquí mismo, a esta misma hora, adiós —, cierra intempestivamente la puerta.
Y sin más, Bobby vio desaparecer a la camioneta en aquella boca de lobos.
—Wey... N-No puedo creerlo! Y ¡Era justo a quién teníamos planeado asaltar! — habló Bobby con horror — ¡¿Y ahora qué haremos?!
— ¿Y a partir de esta noche, ese bestial sujeto será nuestro jefe? — alguien al fondo inquirió pero fue ignorado.
— A-Ayúdame... — habló Mike tembloroso — A-Ayúdame...
— ¡S-Sí! ¡Aguanta amigo!
Mientras, en la camioneta.
— ¿No le parece que fue mucho? — preguntó Layla.
— ¡Bah, no fastidies! Son pocas las veces que tengo el placer de derramar un poco de sangre en las calles... Al menos hoy pude concederme ese gusto. — contestó el albino satisfecho, apoyando su cabeza sobre el asiento.
— No entiendo, ¿por qué enviar a un grupo de pandilleros a vigilarla? ¿No estaban los híbridos a cargo?
— Lo estaban, pero desde la presencia de los magos blancos, creemos que es probable que hayan hecho intervenciones. — contestó Russel, luego remató.
» Y la verdad es que desconocemos cuál sea el poder de la portadora, pero es probable que no tarde en sentir presencias como la mía o la del maestro Yurel.
— En lo personal no me molestaría. — dijo el albino relamiéndose — Adoro a las criaturas así, tienden a temblar más de la cuenta, y ya me lo demostró una vez.
» Sin embargo, hasta yo sé, que hay que atenerse a los planes y ¡ustedes también! —, los señala para hacer constatar su seria advertencia, luego suelta un hondo suspiro de fastidio.
» ¡Aaaah!.. ¡¡Demonios!! Nunca pensé que diría esto... Pero mientras tanto, debemos "cuidarla" de cualquier amenaza que estorbe nuestros planes... Por si acaso esos imbéciles de hace un momento no cumplen con el trato.
— Lástima que no podemos decir lo mismo de aquel amigo... — espetó con sarcasmo.
— ¿Quién, el detective?
— El mismo... ¡Pobrecito, debe estar muy perturbado, luego del regalo que le envié a la cueva de los pitufos!.. Jajajaja. — los ve a los dos — No olviden lo que convenimos hacer con él, ¿entendido?
Ambos asienten, y en silencio, continúan hacia su próxima parada.