Ciudad Capital, un lugar donde antes prosperaba la paz, está siendo azotada por varios crímenes que despiertan temor en sus ciudadanos debido a su crueldad.
Sin embargo, ese y otros sucesos marcarán las vidas de la civil Padma Montblanc y el detect...
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- ¡Pero muchacho! ¡¿Acaso te volviste loco?! - decía el abogado.
- ¡Dije lo que tenía que decir! ¡¿Y qué?! - dijo Stefano de brazos cruzados.
- ¡Entiende! Ahora estamos en un momento muy delicado. ¡Tu tío está a punto de ser culpado por crímenes que no cometió!
» ¡Crímenes en los que tú estás involucrado! ¡¿Y encima hiciste una amenaza de muerte?!
- ¡Y lo volvería a hacer, con mi familia nadie se mete! ¡Esto es culpa de ellos y la policía!
- ¡¿Y eso de qué me ayuda?! ¡Quiero defenderte, pero no cooperas Stefano!
El joven chasquea la lengua, se cruza de brazos y mira a un rincón.
Tras un largo suspiro, el abogado continúa:
- Escucha, sé que estás preocupado, pero no puedes comportarte impulsivamente. Debemos pensar cuidadosamente qué debemos hacer para salvar tu trasero y al mismo tiempo a tu tío... ¿Capish?
-Bien... capish - suspiró - ¿Y ahora qué?
- Esperaremos la respuesta del detective, veremos que hacer para que acepte tu participación en el caso, podríamos negociar tu liberación, o al menos considerar reducirte la pena, lo suficiente como para pagar una fianza.
- ¿Y los demás?
- No creo que tengamos muchas posibilidades de hacer algo por ellos. Sólo nos queda esperar que te acepten, y si lo hacen...
» Mantén a raya tu carácter, si pierdo yo, pierdes tú... Perdemos todos. Y sabes bien a quiénes no les agrada perder por nada del mundo
Mientras tanto, Hugo subía unas escaleras pasando por varios pisos, preguntándose de qué querría hablar su jefe.
En el último escalón, se enfrentó una puerta, que cuando la abrió, lo llevó a la azotea del edificio, y apoyado sobre el barandal, estaba su jefe: Sebastián Quiroga, tomando un café expresso.
- ¡Verdicelli! - dijo éste al verlo - ¡Acércate!
El detective obedece, apoyándose en el barandal.
Y después de ponerlo al corriente de todo lo sucedido, Sebastián concluye mientras bebía su café:
