Ciudad Capital, un lugar donde antes prosperaba la paz, está siendo azotada por varios crímenes que despiertan temor en sus ciudadanos debido a su crueldad.
Sin embargo, ese y otros sucesos marcarán las vidas de la civil Padma Montblanc y el detect...
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En una sala privada:
— Espera, enfermero Rolando.
— Sí, dígame señor.... — toma la hoja de datos de su esquela, intentando averiguar su nombre.
— Solo dime Nino —, tratando de responder con aplomo, pese a sentirse muy débil.
— Oki, señor Nino, dígame, ¿en qué más puedo ayudarle? Su transfusión sanguínea está en proceso.
— ¿Te aseguraste que no hubiera nadie mas en este piso?
— Alrededor no hay nadie, en ello tenga seguridad, nadie lo molestará, solo el director, la jefa de enfermería y yo lo sabemos.
— Haces bien, y pronto serás recompensado.
— No es nada, es mi trabajo, aunque déjeme decirle que enfermos con cierta gravedad pero de recursos así como usted, hay pocos ¡¿Eh?! — Comentó, en lo que monitoreaba los signos vitales.
» Y menos ahora con el desastre de la avenida... Usted estuvo ahí, ¿cierto?
— Sí... quizás tú puedas ayudarme a encontrar a mi sobrina nieta... — soltó de pronto, luego hizo una pausa a propósito.
» Hace mucho que no la veo, tan solo era una bebé, ¿lógico decir que no me reconozca ahora, cierto? — se esforzaba bastante para mostrar una expresión de pesar y nostálgica mirada.
— ¿Y cómo es ella? Capaz y alguna vez anduvo por aquí.
— Ahora debe tener 19 o 20 años, recuerdo que tenía el cabello a la altura del hombro, morocha de piel clara, de sonrisa alegre y contagiosa, ella es de esas personas que te cae bien a la primera.
— Morochas hay muchas, aunque lo último como que me recuerda a alguien de esa edad precisamente —, el peliblanco se detiene un momento, se lleva dos dedos a los labios como gesto de "estoy pensativo".
El hombre maduro aprovecha la ocasión para posicionar sus manos en el brazo y muñeca del enfermero, éste notó enseguida una frialdad particular en ellas, un dejo de inquietud y desasosiego, pero lo deja pasar.
— Ayúdame a encontrarla... ¡Te lo suplico, es importante, esa herencia no puede quedarse así!
