The Forgotten Kingdom 《♧》Hyew...

By -Mxxnligth-

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《 Cuando la guerra se desata entre dos reinos, Hyejoo se ve obligada a entrar al ejército para defender a su... More

Prólogo
Uno
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Final
Epílogo

Dos

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By -Mxxnligth-

— ¡Son, muévete! ¿¡Qué crees que haces, pedazo de mierda?!

El grito de su instructor la hizo gimotear mientras obligaba a sus piernas a moverse nuevamente a pesar del constante dolor muscular y el ardor en sus pulmones. La lluvia caía sobre los numerosos reclutas mientras estos corrían como si no hubiera un mañana con los gritos de su instructor perforando sus oídos.

Las semanas dentro de su entrenamiento habían sido aún más duras de lo pudo imaginar nunca, era entendible que quisieran reforzar la seguridad del reino y prepararse lo más rápido posible para una posible guerra, pero intentar que personas sin condición física se convirtieran en soldados de la noche a la mañana era simplemente ridículo.

Aunque debía admitir que había notado algunos cambios en su cuerpo después de la paliza que le daban cada día.

— ¿Necesitas ayuda? — preguntó casi sin aliento llegando a la par de Vivi, quien con mucho esfuerzo le dio la mirada más cansada que Hyejoo había visto en toda su vida.

Las gotas de lluvia corrían por su rostro bloqueando levemente su vista, pero aun así pudo notar las comisuras de la mayor bajar en una pequeña mueca que le pareció graciosa. Asegurándose que el instructor estuviera lo suficientemente concentrado en sus compañeros arrancó la pesada mochila que colgaba de los débiles hombros de la castaña y la colocó en uno de los suyo, se arrepintió casi al instante cuando su cuerpo le gritó con un dolor agudo que le recorrió todo el largo de la columna vertebral que no podía soportar más peso del que ya tenía encima, pero no se permitió devolverla a su dueña.

— El instructor te matará si se da cuenta.

— Esto no es por siempre, mujer— se quejó observando como Vivi llevaba una de sus manos a su adolorido hombro—. Te recompones y tomas tus cosas, pareces un muerto en proceso de putrefacción.

— ¡Retráctate!

El resto del camino fue tan largo y cansado para ambas que cuando finalmente volvieron a su dormitorio apenas podían mantenerse en pie. Hyejoo fue de las primeras en dirigirse al baño para tomar una rápida ducha y evitar un posible resfriado; estaba tan cansada que su timidez se esfumó por completo, por primera vez desde que había llegado ahí sus mejillas no se sonrojaron cuando su cuerpo desnudo estuvo a la vista de cualquier mujer que quisiera tomar una ducha en ese momento, su única preocupación estaba en su dormitorio y se llamaba cama.

Al terminar su ducha colocó una playera lo suficientemente larga como para cubrir más allá de la mitad de sus muslos y se dejó caer sobre la cama con un sonido sordo. Ni siquiera las constantes quejas de Vivi ni las sacudidas que su cuerpo recibió fueron lo suficientemente fuertes para despertarla del profundo sueño en el que estaba.

— Hyejoo— llamó por milésima vez a la menor moviendo suavemente su hombro recibiendo como respuesta una suave y tranquila respiración—. Maldita mocosa.

Vivi gruñó dando un último golpe en la espalda de la menor antes de ir a su propia cama para recostarse, su cuerpo dolía ante el más mínimo movimiento y le hacía imposible conciliar el sueño si le dolía hasta respirar. Mirando a su alrededor notó que era probablemente la única que seguía despierta, todas se encontraban debajo de las sábanas en su quinto sueño o probablemente entrando en él, suspirando tomó la decisión de buscar una posición cómoda y buscar el camino al reino de los sueños.

Se perdió en el camino y no pudo pegar los ojos en toda la noche.

Los rayos del sol entrando por la ventana fueron suficientes para saber que sus horas de sueño se habían jodido, no tuvo más remedio que seguir los pasos de sus compañeras de cuarto.

— ¿Por qué parece que pasaste a la segunda etapa de putrefacción?

Hyejoo hablaba con voz tranquila frente a ella, con el rostro más descansado que había visto en su vida y una suave sonrisa. La mayor entrecerró los ojos con dificultad sintiendo un sentimiento similar a la envidia.

Esa maldita mocosa.

— Porque pasé a la segunda etapa de putrefacción.

La suave risa de la menor se mezcló entre los ruidos del comedor y a pesar de que el cansancio no le permitía tener ganas de vivir ese día, sonrió. Hyejoo detuvo su risa llevando un poco del intento de pan que les daban para destinar a su boca, masticó con lentitud pasando su mirada desde la muerta viviente frente a ella hasta las personas que llenaban el comedor.

A su derecha, en la mesa a unos pocos metros de ella se encontraba un pequeño grupo de tres personas, dos chicas y un chico. Una pelinegra de cabello corto intentaba robarle la comida a su compañera, Yeojin era su nombre. No la conocía demasiado, pero tenía muy claro que, si la torpeza fuera una persona, sería ella. La había visto caer tantas veces en los entrenamientos que ya ni siquiera miraba al escuchar un golpe y constantes quejidos, sabía que tenía que ver con ella y alguna caída.

Su mirada se desvió nuevamente para terminar en la castaña que alejaba su comida de Yeojin mientras sus labios se movían con rapidez, probablemente quejándose por como la pelinegra continuaba gimoteando en su lugar.

Haseul era lo más similar a una madre dentro de los cadetes, a pesar de que no fuera parte de los mayores en el lugar se preocupaba constantemente por todos y los animaba a continuar cuando las cosas no iban bien. Hyejoo estaba eternamente agradecida con ella por apoyarla cuando creyó que simplemente todo lo que estaba pasando era demasiado para ella, le tenía un gran aprecio y estaba segura de que todos en el lugar también.

Las comisuras de sus labios se elevaron al ver al chico ofrecer su comida a una depresiva Yeojin, Chris siempre era tan atento con todos.

— ¿Qué tanto observas? Llevas masticado ese pan más tiempo del que tardo yo en el espejo.

— Solo observa al grupo de Yeojin.

— ¿Los estás acosando?, ¿quién de ellos te gusta?

Sus mejillas se encendieron con fuerza al escuchar la pregunta de su compañera y lo alta que esta había sido, ocultó su rostro entre sus manos cuando la mirada de varias personas se posó sobre ellas, no, solamente sobre ella. Maldecía el día en que considero que relacionarse con la castaña era buena idea, aunque bueno, a pesar de todo era buena amiga.

Por lo menos tenía la consideración de ahuyentar las miradas no deseadas con gritos nada amistosos.

— Contrólate, pareces un tomate.

— ¡Es tu culpa!

Vivi abrió la boca para responderle con alguna barbaridad, pero fue interrumpida por el sonido de la puerta del comedor siendo abierta con fuerza y brusquedad, el lugar se llenó de un silencio tenso cuando el hombre alto que les daba una paliza todos los días se hizo presente.

— Muy bien, pequeños pedazos de mierda— habló en un tono alto y denigrante, provocando que más de uno se removiera incómodo en su lugar, incluyendo a Hyejoo—. Tenemos a alguien que se unirá a su saco de excremento.

Sintiendo la presión en el pecho que las palabras le habían provocado, se preguntó si el instructor realmente tenía razón sobre ella, si de verdad era tan inútil como siempre se lo dijeron. Dando un paso a la derecha el hombre dejó a la vista el pequeño cuerpo de una chica, Hyejoo frunció el ceño recostando su mentón en sus manos, inclinándose un poco para poder observarla bien. Era una castaña claramente menor que gran parte de los cadetes del lugar, podía notarlo por sus facciones aún jóvenes, a pesar de que el cansancio era claro en las marcas debajo de sus ojos, los cuales parecían apagados, lo suficiente como para que Hyejoo se preguntara de dónde venía, seguramente había visto lo mismo que ella durante el ataque y cuando sus ojos pararon en la cicatriz que cruzaba la mejilla de la castaña sus conclusiones sonaron mejor.

Probablemente ella también le temía a Verlassen.

— Ella es Chaewon, un nuevo juguete para mi diversión. — El instructor se había acercado lo suficiente al rostro de la menor buscando intimidarla frente a todos, humillarla.

Para su sorpresa Chaewon le había dirigido la mirada un solo segundo y simplemente continuó observando el comedor con ojos críticos, estaba más que acostumbrada a esa clase de tratos, no había nada dentro de ella que ese hombre pudiera romper, todo ya estaba roto. El hombre continuó observándola con intensidad, buscando la más mínima brecha para poder entrar y destrozar su estabilidad, para convertirla desde el inicio en lo necesario para la guerra, pero no había brecha alguna en esa chica.

— Pedazo de mierda número 14 — llamó alejándose de la chica logrando que Vivi se levantara de su lugar con el rostro pálido. Era más tardado llamarlos de esa forma, pero no tenía la más mínima intención de aprender sus nombres—. Hazte cargo.

Cuando el hombre abandonó el lugar la nueva recluta se abrió paso entre las personas curiosas hasta terminar frente a la mayor, justo al lado de Hyejoo. No le dirigió ninguna mirada ni la más mínima palabra, solamente se quedó ahí esperando las órdenes del "pedazo de mierda número 14". Hyejoo la observó con genuina curiosidad, con la espalda recta y una mirada probablemente demasiado fija.

Nada funcionó para que Chaewon la mirara.

Chaewon jadeó sintiendo el sudor recorrer su espalda y un dolor agudo atacar su abdomen, detuvo su ataque a la castaña de ojos grandes frente a ella para poder tomar su costado con una mueca, había cicatrizado, pero seguía doliendo y dolía como la mierda.

— Hey, ¿estás bien? — Haseul había bajado la guardia para acercarse con preocupación, la más pequeña jadeaba tocando su abdomen, pero evitó que se acercara más estirando la espada de madera que sostenía en manos.

— Estoy bien, dame un segundo.

Se apoyo sobre sus rodillas concentrándose en ignorar el dolor mientras miraba a su alrededor, todos estaban en parejas atacándose mutuamente con esos pedazos de madera, no pudo evitar negar decepcionada al ver a la mayoría tomar la espada con la peor posición posible.

¿Realmente esos idiotas serían la seguridad del reino?

Morirían en el primer combate.

Cuando el dolor se redujo volvió a tener la espalda recta y observar a la castaña frente a ella, Haseul la seguía observando con un poco de duda y preocupación, sus brazos a cada lado de su cuerpo dejándola totalmente vulnerable, cosa que Chaewon aprovechó en su totalidad. Sus manos se aferraron a la empuñadura y sin esperar mucho atacó a la castaña tomándola totalmente desprevenida, un golpe en la muñeca que había levantado en un intento de defenderse fue suficiente para que soltara la madera en sus manos, atacando sus rodillas la hizo perder el equilibrio y un golpe firme a su pecho la hizo caer de espaldas en un sonido sordo que llamó la atención de varios al rededor, era la primera vez que alguien caía tan dolorosamente.

— ¿Cómo—

— Nunca debes bajar la guardia ante tu enemigo, si esto fuera real ya estarías muerta— murmuró alejando la espada falsa del pecho de Haseul.

Mirando a su alrededor nuevamente buscó a alguien más en el piso ignorando las miradas sobre ella, se suponía que después de ser derribado tenías que cambiar de pareja, así que ni siquiera le ofreció una mano a la mayor y continuó en su búsqueda. A pocos metros de ella una castaña se quejaba desde la comodidad del suelo, el pedazo de manera estaba fuera del alcance de sus manos y su cuerpo se encontraba aprisionado por el pie de alguien más. Llevó sus pasos hasta la pareja y se detuvo frente a la castaña ofreciendo su mano, esperó durante unos incómodos segundos hasta que finalmente su mano fue tomada.

— Es tu turno de ir con Haseul, número 14. — habló con desinterés inclinando la cabeza a donde se encontraba su compañera.

— Mi nombre es Vivi. — La mayor sacudió su ropa dándole una gran sonrisa, probablemente demasiado grande como para parecer real.

— Seguro — Asintió sin darle realmente la atención necesaria—. Te esperan, número 14.

La mayor abrió la boca para corregirla nuevamente, pero al verla juguetear con la espada de manera distraída, sin prestarle la más mínima atención decidió que se ahorraría las palabras, le dio una leve mirada a Hyejoo y se alejó de ahí. Chaewon suspiró escuchando los pasos alejarse y finalmente miró a la persona que la observaba con atención, la reconocía del primer día que llegó, aunque realmente nunca se preocupó por conocer su nombre. Tenía entendido que solo las separaban unos dos años y como cinco centímetros, era un poco más alta que ella (aunque medio mundo lo era). Su uniforme estaba completamente hecho un desastre, lleno de tierra y sudor, como la mayoría de los cadetes terminaba después de cada entrenamiento, sus manos temblaban ligeramente por el esfuerzo de cargar ese pedazo de madera tan pesado y su cabello estaba recogido en una coleta desordenada, pequeños mechones terminaban pegados a su rostro, ese rostro con unos labios triangulares.

— Triangulitos— La llamó decidiendo así su nuevo nombre—, eres mi compañera ahora.

— Mi nombre es Hyejoo.

— Como digas, triangulitos. — Chaewon sonrió con satisfacción colocándose en posición—. ¿Qué esperas? Ataca.

Sintiendo el enojo crecer lentamente en su interior Hyejoo tomó la empuñadura con ambas manos aún temblorosas y dio el primer paso, el sonido del golpe entre ambos trozos de madera llegó a sus oídos y la vibración de este hizo cosquillas en sus palmas obligándola a apretar su agarre, Chaewon le dirigió una mirada que no supo descifrar poniéndola nerviosa, sus manos temblaron levemente, pero logró esquivar el golpe que tenía claro habría dolido demasiado.

— ¡Cálmate un poco!

La desesperación podía escucharse en la voz de Hyejoo, estaba siendo atacada a diestra y siniestra sin ningún tipo de compasión, ni siquiera podía dar un contraataque por lo rápida y brusca que estaba siendo la menor, no estaba acostumbrada a cosas así, especialmente porque su antigua compañera era un desastre con la espada.

— ¿Crees que Verlassen se calmará? — Con un solo golpe las muñecas de Hyejoo no pudieron más y terminó soltando la espada—. Tu postura está mal, terminarás lesionándote si no aprendes a hacer las cosas bien, Son.

El pecho de Hyejoo volvió a contraerse al escuchar las venenosas palabras salir su boca, sus muñecas seguían doliendo y estaba cansada, probablemente más metal que físicamente. Chaewon le dirigió una última mirada antes de darle la espalda en busca de su próxima pareja, levemente decepcionada por haber esperado más de la chica con labios bonitos.

Hyejoo mordió su labio con fuerza, sintiendo sus dientes rasgar suavemente y el leve sabor metálico apoderarse de su boca, se sentía terriblemente mal. Sabía que no era precisamente la mejor para absolutamente nada, pero no había necesidad alguna de que Chaewon tuviera tan poca compasión con ella, su corazón dolió más de lo que estaba acostumbrada y tuvo que tomar varias bocanadas de aire para controlar las lágrimas que amenazaban con salir.

¿Por qué tenía que ser tan inútil?

— Demonios, ¿estás bien, Hyejoo? — Vivi llegó a su lado palmeando suavemente su espalda en un intento de consolarla, había observado esa terrible humillación.

— Está mal de la cabeza.

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