Santa Biblia Reina Valera 1960 - Génesis 24
63 Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos que venían.
64 Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello;
Narra Fares:
Tengo la vida patas arriba, estoy tratando de por todos los medios, someter a Mibsan, para que no me esté causando más problemas.
Aparte de ello Zuar también se está buscando la muerte inconscientemente, y al parecer Linda ya recuperó sus recuerdos.
La única que al parecer tengo controlada, es Annie, aunque tiene ese internado patas arriba.
Estoy intentando de una manera y otra, arreglar todo este desastre de hijos que tengo, y para completar, ahora tengo que lidiar con la perdida de mi jefe.
Desde que Jum no está, no hay quien lo soporte, y ni hablar de Alice que incluso a intentado suicidarse.
Están tan llevados que ni siquiera a podido volver a tomar las riendas de la empresa y me ha tocado pararme al frente de todo.
Escasamente firma los papeles que le llevo, ni siquiera se molesta en revisarlos.
Aparte de ello, tampoco pudieron hacerse cargo de su hijo menor, ya que en parte creen que el pobre mocoso es el culpable.
Por la sencilla razón de que él estuvo minutos antes hablando con su hermano, antes de que pasara el desastre.
También fue él, el que lo encontró muerto en la habitación.
Así que en medio de todo, la decisión más razonable, fue mandarlo a vivir con su abuela, mientras que se recuperan del duelo.
Lo que ellos no saben, es que mientras eso pasa, pueden pasar muchas cosas.
Yo por mi parte me da igual todo.
Me vale la muerte de ese joven.
Además solo es un simple mortal, y como el señor Xian me dijo a mi la vez que Alice murió.
La vida sigue.
Solo que ahora que ellos están pasando por lo mismo, tienen más ganas de irse al hoyo con el muerto.
En estos momentos estoy en su mansión, para ser más específicos en su despacho, a la espera de que se digne en firmar los documentos que le he traído.
Solo que él lo único que hace es tener la mirada en un punto blanco, mientras que sostiene el esfero.
Carraspeó con la garganta para que vuelva en si y firme.
No tengo todo el tiempo del mundo para dedicarme a solamente ver su cara.
Además tengo otros "trabajos" importantes que hacer.
Cómo por ejemplo: aprovechar a darle una buena lección a Mibsan ahora que está enfermo y tiene la guardia baja.
Xian ni siquiera se inmuta, sigue con la mirada perdida.
Vuelvo a carraspear.
—em... jefe —le hablo finalmente.
En estos momentos no sé cómo tratarlo, está intocable por la muerte de ese chino, como si no tuviera más hijos.
—¿Um? —fija su mirada en mi.
—sigo esperando a que firme los papeles. —le respondo impaciente.
El me da una mirada de decepción.
—por lo visto, a ti lo único que te interesa es el dinero, no te importa lo demás —contesta.
Miren quien habla.
—si yo no me interesará en esto, la empresa no estuviera en pie —le respondo con toda la sinceridad del mundo —además es mejor estar haciendo algo, que simplemente lamentarse por alguien que se fue y nunca jamás va a volver, porque del infierno nadie sale. —me encojo de hombros con indiferencia.
—¡¡Fares!! —me grita poniéndose de pie indignado —¿Cómo te atreves a decir algo así?.
Su rostro que hace unos segundos lucía triste y apagado, ahora está rojo de la rabia.
Creo que jamás lo había visto así.
He tocado su punto débil.
Lo lamento, pero el también fue duro conmigo, cuando paso lo que pasó con mi familia.
Ya era hora de cobrar venganza.
De la única que si siento un poco de pena, es de la pobre Veranice.
Ella no se merece tanto dolor, ella si fue simpatizante conmigo esa vez, a pesar de que no pudiera sentir lo que yo sentía en ese entonces.
Pero supongo que ahora ya ha de saberlo.
—solo digo la verdad —le respondo a Xian sin dejarme intimidar.
Eso de bajar la cabeza por cualquier cosa ya se acabó, solo lo hago cuando me conviene.
Y en estos momentos no se me da la gana de hacerlo.
El rodea su escritorio en cuestión de segundos y cuando me doy cuenta, me tiene agarrado por el cuello de la camisa y me está ahorcando con la corbata.
Quien cree que un artículo de esos que es para elegancia, sirva también como un instrumento de muerte.
A pesar de que pudiese hacerle fuerza, y quitarlo de mi, prefiero dejar que se desahogue.
«No creo que sea capaz de matarme».
«No a mí».
Al ver que no me resisto y ver cómo mis pupilas se dilataron por la presión que está ejerciendo sobre mi, que por cierto ya es fuerte y me está quitando las fuerzas, decide soltarme.
Me alejo de el y me siento en el mueble mientras toso y sobó mi garganta.
«Idiota, por poco y me estrangula».
Esperé a que se disculpara.
Pero eso es demasiado pedir, ya que él no sabe hacer eso.
Ni yo tampoco.
—ya no sé que hacer —dijo dandome la espalda —más que por mi mismo, temo por Veranice, anoche estaba a punto de cortarse las venas en la tina, de no ser porque me desperté a tiempo, hoy no solo sería sin hijo, también sería viudo.
El desespero que tiene es tan terrible, que hasta a mí me quiere contagiar.
Saber que Veranice intento algo semejante, me preocupa un poco, pero también me da consuelo.
Al menos ya supo un poquito que se sentiría quedar viudo como yo.
—no sé preocupe por eso —le respondo restandole importancia —si queda viudo, muchas mujeres estarán encantadas de casarse con usted.
—¡por una vez en tu desgraciada vida —pronuncia con rabia girandose a verme —¿Puedes ser un poco más sencible al dolor que estamos sintiendo?!, Al menos hazlo por ella, por la amistad tan "dulce" que ha habido entre ustedes.
—ella necesita ayuda profesional —le respondo poniéndome serio.
—¡¿Es que acaso no te das cuenta que eso es lo que me la paso haciendo?! La he llevado a todos los lugares posibles, he conseguido los mejores expertos en esta clase de temas, para que la ayuden a superar esta perdida, pero no han podido.
En ese momento le doy una sugerencia verdadera.
No quería hacerlo, pero lo hago por Veranice y por nuestra "dulce" amistad.
—llevela a la iglesia evangélica.
Aunque me duela aceptarlo, sé que la única salida es esa.
Dios fue el que me ayudó cuando mi madre murió, fue mi mejor alternativa.
Y aún en esto que me pasó, si tan solo me hubiese refugiado en Dios, mi familia no estuviera destruida.
Tal vez Alice no estuviera, pero mis hijos estarían unidos y no serían lo que son.
Pero me temo que ya es tarde como para lamentarme.
Fin de la narración.
Dos años después.
Me encuentro parada frente al espejo, llena de nervios, por fin finalmente mi sueño se ha hecho realidad.
—cariño, ya es hora —dice mi madre al otro lado de la puerta.
—si ma, ahora voy —le contesto.
Todavía sigo sin salir de mi asombro y emoción.
Hoy es mi primer día de clases.
Por primera vez, voy a ir a estudiar como una niña normal.
¿Acaso no es eso genial?.
Papá dice que ya ha pasado mucho tiempo y lo más seguro es que nadie me reconozca.
Yo también lo creo, he desaparecido de los medios por completo, difícilmente alguien me pedirá un autógrafo.
Ya no soy una modelo estrella.
Ahora soy simplemente una chica llena de sueños y aspiraciones, que quiere vivir como cualquier otra, sin llamar la atención, ni sobresalir.
Aún así tengo muchos nervios, ya que me he informado y hay en muchos colegios donde no faltan los mandamás que se creen los dueños del colegio y quieren someter a los más débiles.
Lo bueno fue que papá dijo que este colegio es muy de alto rango.
Es un lugar al que solo va gente civilizada, así que no tengo que preocuparme por el bullying o cosas así.
Ya tuve la oportunidad de ir al colegio y conocer todas sus aulas, solo que esa vez no había clases.
Está vez es diferente.
Aún así no pienso acobardarme.
Tampoco me voy a meter en problemas.
Pongo un pequeño prendedor en forma de mariposa en mi cabello suelto, tomo mi mochila y la pongo sobre mis hombros y me dirijo al comedor donde están mis padres.
Siento tanta emoción que tengo ganas de gritar, es la primera vez que uso esta clase de bolsos.
Generalmente solo eran carteras de diseño y todo eso.
Nada que ver con la normalidad.
Bajó las escaleras rápidamente y me paro frente a ellos.
—¿Lista mi colegiala? —pregunta papá sentado al lado de mi madre con una sonrisa.
Yo asiento con la cabeza devolviendole la sonrisa.
—entonces siéntate a desayunar —dice mi madre con una sonrisa mucho más encantadora que la de papá.
Por ratos se me olvida de que no pertenezco aquí, al ser ellos tan cariñosos.
Hay veces que me siento culpable, ya que yo no soy su verdadera hija.
—no puedo —le respondo —no sea que llegue tarde a mi primer día de clases.
—lo supuse —contesta —por eso te prepare lonche.
Levanta su mano y mueve una mini lonchera.
¡No lo puedo creer!.
Desde esa vez que casi me intoxico, ella se ha vuelto muy cercana a mi, y trata de no agobiarme la vida, tampoco a vuelto a decirme aquellas palabras tan contundentes que me dijo hace dos años.
Tomo la lonchera y le doy un sonoro beso en la mejilla, antes de salir de casa, seguida por mi papá.
Media hora después.
—adios papá —digo bajando del auto.
—si necesitas algo, no dudes en llamarme —dice mi padre.
—de acuerdo lo haré. —me doy vuelta y comienzo a entrar.
«Ya no soy una niña para estarme quejando por todo».
Me tomo unos minutos para contemplar el enorme edificio, que tiene cara de universidad, más que de colegio.
Tiene unas letras gigantes, las cuales dicen:
XIAN.
Pues si, así como lo oyen, este colegio fue fundado por la familia más prestigiosa y reconocida por todo el mundo.
La familia Xian.
Según los rumores que escuche, el hijo menor de la familia, que por cierto ahora es el heredero por causa de la muerte del mayor, estudia en esta institución.
Dejó de mirar las letras y comienzo a entrar, con cuidado de no chocarme con nadie.
Camino por todo el colegio, familiarizada con el lugar y llegó hasta donde está mi aula de clases.
Entro a mi salón y a pesar de que solo hay unos cuantos sentados, es inevitable no sentir sus miradas sobre mi.
Les dedicó una sonrisa de boca cerrada, sin esperar a ver si me la responde y me siento en silencio en una mesa para dos que está vacía.
La escogí porque está en la primera fila, además queda cerca a la ventana.
Pongo mis codos sobre la mesa y mi rostro entre mis manos, mientras miro un punto fijo en el tablero digital que está frente a mis ojos.
Me quedo esperando a que la profesora llegue.
Tengo tantas sensaciones dentro de mi, que no sabría describirlo.
Creo que lo que tengo son muchos, pero muchos nervios.
Miro de reojo el puesto vacío que hay a mi lado y solo ruego que la persona que se haga ahí, sea alguien bueno, que ojalá podamos entablar una buena amistad, así como en las novelas de amigos.
Puede ser una chica llena de pecas adorable, con la cual pueda compartir.
Extraño tanto tener una amistad, desde que corte toda comunicación con York, no he vuelto a tener ninguna amistad con nadie.
Estuve en la completa desolación, alejada de todo lo que tenía que ver con las redes sociales.
Con las únicas personas que he tratado ha sido con mis padres.
—¡¡Llegaron los J5!! —grito una chica a mis espaldas súper emocionada.
La demora fue que ella lo dijera, cuando todos los que habían llegado, abandonaron sus puestos y se vinieron a mi ventana, abarrotando todo, de tal modo que no había espacio para nadie más.
Ni siquiera pude ver nada.
Tuve que correrme un poco con todo y mesa, no fuese que me arrollasen.
—quitate que no puedo ver —se queja una chica bajita que está atrás de todos.
—yo también quiero ver —protesta otra.
—¡Quítate! —le grita una a otra —¿No ves que no me dejas ver bien?.
Vaya por poco y se jalan de los pelos por ver a los sujetos esos, como si no fueran a entrar al colegio.
Rio irónicamente al verlas.
Esto parece mucho a una serie que me ví llamada:
Los chicos son mejores que las flores.
En esa serie había un grupo llamado los F4 claro que ellos son únicos, cabe aclarar.
—ya comenzaron a entrar —habla una de las tantas chicas que están en la ventana.
—vamos a darles la bienvenida —dice otra empujando a unos tantos para poder salir.
Así fue como todos o mejor todas, salieron del salón corriendo.
—no entiendo ¿Qué les ven de interesante? —habla un joven que está en los últimos puestos.
—¡callate! —le regaña su compañero. —donde J1 llegué a oírte, se encargará de hacerte comer sus zapatos.
Ese comentario me hizo sentir escalofríos.
«¿A qué se refería con que le haría comer sus zapatos?».
«No es posible comerse un zapato».
«¿O si?».
«Además no creo que alguien se atreva a tanto».
«¿O si?».
Me quedé atenta, sin atreverme a mirar hacia atrás, pero si con los oídos bien abiertos, esperando a que él que había hablado primero dijera algo, pero este solo se limito a guardar silencio.
«¿Acaso quiere decir que lo que dijo el segundo, es verdad?».
«Eso no puede suceder en un colegio de elite».
Descarto todos esos tontos pensamientos, meto mi mano en la mochila y saco un cuaderno.
Tomo un lapicero y comienzo a garabatear algo en el, esperando la llegada de la profesora o profesor, que por cierto se está tardando.
Dejó de garabatear al ver que he llenado la hoja y me pongo a mirar por la ventana.
Los gritos de emoción de las chicas que se fueron, se vuelven a oír, me temo que les están haciendo calle de honor o algo parecido.
—shsh —escucho que alguien las hace callar.
Supongo que es el maestro, pero no volteo a mirar, esperando a que él saludé.
Mientras lo hace yo diviso el jardín que hay afuera.
«¿Cómo es que no lo había notado antes?».
Se parece tanto al jardín de la mansión de mi mamá biológica.
Es idéntico.
El solo hecho de pensar en ella, y de no saber nada de mi familia.
Hace que sienta un vacío inmenso.
—hola —hablo una voz juvenil masculina.
Gire mi rostro para asegurarme de que era conmigo.
Y si que lo era.
Nuestras miradas se encontraron y estuve a punto de perderme en esos ojos de gato, los cuales son super encantadores y hechizantes.
«¡Linda!»
Me reprendí mentalmente.
Volví en si y lo mire como a cualquier persona, aunque no les voy a negar que es súper guapo.
—hola —salude con naturalidad.
En su rostro se dibujo una gran sonrisa que podría asegurar que era muy genuina.
Era como si una inmensa felicidad, se hubiese apoderado de él.
No lo entendía.
—mucho gusto —me dice extendiendo su mano hacia mi —soy Deimond y tu?.
Un momento.
«¿Por qué ese nombre se me hace tan familiar?».
Me tomo unos segundos tratando de recordar, pero no logro recordar nada.
Vuelvo en si y tomo su mano que todavía estaba estirada hacia mi.
—soy Linda —respondi correspondiendo a su sonrisa.
—¿Linda González?.
Yo asentí, sin entender como fue que supo mi apellido.
Su sonrisa se ensanchó aún más al verme asentir.
—¿Me puedo sentar aquí? —pregunto.
Eso sí que iba a ser un gran problema.
«¿Cómo se supone que voy a concentrarme con un chico a mi lado que no pare de sonreír y mirarme?».
Pensé en decirle que no.
Pero eso sería bastante grosero.
Así que volví a asentir.
Más fue la demora en responder, porque al instante ya estaba sentado a mi lado y todo mi espacio quedó invadido por su presencia y perfume único que usaba.
Siendo una experta en perfumes, jamás había olido algo tan adictivo y cautivador.
Él se acomoda de lado, quedando así frente a mi.
Yo miro al frente y trato de simular que estoy tranquila.
No entiendo por qué me mira de esa forma.
Es como si se hubiese enamorado de mi a primera vista
—definitivamente los sueños si se hacen realidad —comento sin dejar de verme.