Todos parecían mirarlo con repulsión. Mandy, Buzzete, Nita y sus demás compañeros de trabajo. Nadie parecía querer tratar con él; lo evitaban, lo ignoraban o solo le dirigían miradas despreciativas. La única persona que le hablaba era la propia Mandy, la cual se dirigía a él simplemente para darle órdenes, pero su voz denotaba un menosprecio e indiferencia que al pelirrojo le dolía. Por supuesto, también le había prohibido la entrada antes de las 7:00. Lo que menos quería era verle la cara.
Al principio, Chester aceptó este trato cabizbajo. "Me lo merezco, después de todo" se convencía a sí mismo con pesadumbre. Sin embargo, luego de algunos días, no pudo aguantar más. Se sentía realmente arrepentido e intentó disculparse con Mandy múltiples veces, pero ésta lo ignoraba. Chester no se rendía, hasta que finalmente Mandy le respondió un día mientras salían de la fábrica.
—¿Qué parte de "te odio" no te quedó clara? Déjame en paz —escuchar esas palabras de la chica que amaba lo herían profundamente.
—Mandy, escúchame, yo-
—Para ya —interrumpió en un tono firme—. Detente. No sigas, por favor —pedía cerrando los puños—. Ya obtuviste lo que querías.
El pelirrojo, a decir verdad, no entendía la parte de "obtener lo que quería".
—¿Lo que quería? No entiendo...
Esas palabras hicieron a Mandy enfurecerse todavía más. "¿Realmente le importaba tan poco como para preguntar semejante cosa? ¿Se está burlando de mí?" Pensaba mientras los ojos comenzaban a humedecérsele.
—¿No lo entiendes..? —decía la rubia, más que preguntándole a él, lamentándose al aire—. No me sorprende, siempre has sido un idiota y nada lo va a cambiar —enunciaba sin verlo a la cara. Continuó hablando, más que con Chester, consigo misma—. Fui una ilusa, debí de haberlo sabido desde el principio. Debí de haber supuesto que no habías cambiado para nada. Pero fui una tonta y caí otra vez en tus estúpidas bromas —luego, suspiró y se quedó frente a su casillero mirando al suelo—. Así que deja de fingir y para ya. Ahora déjame sola. —finalmente, el bufón se dio cuenta de lo que Mandy estaba diciendo.
—Entonces tú...
—SÍ IDIOTA, GANASTE, ME GUSTAS. ¿ES ESO LO QUE QUERÍAS? ¿QUE TE LO DIJERA? PUES BIEN: ME GUSTAS, ESTOY ENAMORADA DE TI —exclamó dándole un golpe a su casillero, haciendo que el sonido metálico hiciera eco en toda la fábrica—. Agh... —expresó al ver la abolladura de su puño en la puerta, lo que hizo que se tranquilizara un poco—. O al menos lo estaba —aclaró cerrando el casillero a la fuerza cuando hubo sacado sus cosas—. Toma tus cosas y vete. Ya voy a cerrar —anunciaba con indiferencia para luego ir a recoger las cosas de su escritorio.
Chester sintió su corazón terminar de hacerse pedazos. Mandy también había estado enamorada de él y lo arruinó por completo.
—Mandy, tú también me gustas... —admitió con sinceridad. Quería explicarle las cosas, pero la rubia ya no lo escuchó. Simplemente, creía que todo era una vil mentira, y siendo sinceros, la morena ya no tenía razones para creerle.
"Quizás si hubiera borrado los videos antes..." pero esa no era una opción, pensó. Después de todo, lo mínimo que tenía que hacer por Mandy era ser sincero si realmente le importaba. Una relación basada en una mentira no iba a durar mucho.
Con esto en mente, el muchacho comprendió que no iba a ser sencillo, incluso puede que Mandy nunca se lo perdone. Pero si había alguna esperanza de convencer a la rubia de que había cambiado y volver a conquisTar su corazón, iba a esforzarse por alcanzarla. Por el momento iba a darle su espacio.
Mandy por su parte dedicó su tiempo a sanar su corazón. Seguía sin perdonar a Chester con justas razones, y se limitaba a dirigirle la palabra cuando era estrictamente necesario.
Además, el bufón fue tema de conversación en la fábrica durante mucho tiempo. Por la repercusión viral de sus videos, muchos lo notaron más que nunca. Nunca creyeron que llevaría sus bromas tan lejos como para ser tan crueles y se preguntaban cómo Mandy todavía no lo despedía. Por supuesto, no sabían que la madre del pelirrojo era ejecutiva de CandyLand y Mandy tenía ordenes explícitas de que no tenía permitido despedirlo.
Los propios trabajadores también cuchicheaban de Mandy, pero bastaba con que ésta les lanzara una mirada para que se callaran y siguieran trabajando. Aun así, la peor parte se la llevó Chester, con sus compañeros ahora mirándolo con apatía. Buzzete, con quien apenas había comenzado a formar amistad, también había dejado de hablarle.
Pasadas un par de semanas luego del incidente, Buzzete se encontraba hablando con Nita al respecto en el área de paquetería. Mandy se encontraba pasando por ahí para revisar que todo fuera bien. Escuchó la conversación de casualidad sin que sus dos amigas se enteraran de que estaba ahí.
—Es una pena que Chester no haya sido lo que decía ser. Esta vez se pasó de la raya. Es mi colega y no debería decirlo, pero creo que todos lo pensamos, ¿no? Es un completo imbecil —comentaba Buzzete con indignación. Nita asintió para luego comunicarse por señas (la niña oso padecía de disfasia, por lo que esa era su forma de comunicación efectiva). Mandy todavía no aprendía bien lenguaje de señas, pero gracias a las interacciones que tenía con Nita comprendía un poco.
—"Mejor no encontrármelo. Le rompería cada hueso del cuerpo" —expresó la niña oso con el ceño fruncido.
—Justo. Yo solo espero que, si queda algo de benevolencia en él, o si es que alguna vez la tuvo, reflexione sobre lo que hizo. Jugar así con los sentimientos de alguien es... Demasiado cruel incluso para él —opinó. Se quedó en silencio unos segundos y continuó—. No lo sé Nita, incluso a mí me cuesta creerlo... De verdad se veía muy genuino —suspiró con desánimo. Nita volvió a comunicarse y Buzzete la miró atentamente.
—"Eso quiso hacernos creer a todos. Es solo un gran mentiroso" —expresó con seguridad, pero a Buzzete le seguía pareciendo irreal. Cierto, el pelirrojo antes era muy pesado y hacía bromas la mayoría de las veces no muy agradables; y la prueba irrefutable de su macabra broma para con la rubia estaba en YouTube, pero... Sentía que algo no terminaba de encajar.
—¿Crees que... Tal vez sea como aquella fábula del pastor? —insinuó Buzzete. Nita ladeó la cabeza confundida, así que procedió a explicarle—. Ya sabes, esa donde un pastor grita que un lobo se está comiendo a sus ovejas. Los aldeanos llegan en su auxilio, pero al ver que es una mentira, se van. Ocurre un par de veces más hasta que realmente un lobo comienza a comerse a las ovejas. El pastor grita por ayuda pero los aldeanos, creyendo que se trata de nuevo de una broma, esta vez no acudieron a su ayuda. El lobo terminó por devorar a todas las ovejas del pastor —sentenció terminando el relato. Aunque a Nita le ha parecido un cuento interesante, hizo una mueca mientras volvía a comunicarse.
—"Creo que lo estás pensando demasiado".
—Puede ser, pero... Hace unas semanas, cuando invitó a Mandy a la feria, hablé con él y parecía genuinamente enamorado. Quiero decir, ¿puedes fingir sonrojarte cuando mencionan el nombre de alguien? —interrogaba ahondando en el asunto. Nita lo pensó un momento y se encogió de hombros, no con indiferencia, sino para expresar que no tenía ni idea. Luego respondió:
—"Incluso aunque así sea, pienso que de todos modos se lo buscó. Nadie cree en un mentiroso cuando dice la verdad, así que si sus sentimientos por Mandy en algún punto se convirtieron en algo real, de todos modos ella tiene derecho de mandarlo por un tubo por haber tenido intenciones tan crueles en un principio" —finalizó para luego cruzarse de brazos.
—Tienes razón. Supongo que ahora nada se puede hacer, así que, como dije, espero que haya aprendido la lección —concluía para luego cambiar de tema. Mandy había escuchado (y visto) toda aquella charla en secreto. Ella no era del tipo de persona que espía en conversaciones ajenas, pero fue inevitable luego de lo que dijo Buzzete.
"¿Buzzete habló con Chester?" se preguntó a sí misma mientras salía del área de paquetería sin ser vista. Aquellas palabras de su amiga la hicieron pensar un poco. Si el bufón se lo hubiera dicho, por supuesto que no le hubiese creído, pero viniendo de Buzzete era cuando menos interesante. No importaba qué tan buen actor sea, nadie puede fingir una reacción física como lo es el sonrojo. Y claro, ella misma lo había visto ponerse tan rojo como una cereza.
Pero por otra parte, Nita también era convincente en sus palabras. Chester siempre había sido un bromista y un mentiroso, y ahora tenía sentido que su actitud haya cambiado de la noche a la mañana.
Sin embargo, Mandy también notaba una diferencia en el trato que tenía con ella una semana después de que dejó de hacer bromas a cuando comenzó a invitarla a citas. Esto podría justificarse como un simple cambio de comportamiento a voluntad, pero... ¿De verdad era capaz de fingir tan bien?
Esos pensamientos no dejaron a la morena en paz el resto del día, ni el siguiente. Tuvo que cuestionarse si realmente Chester, en algún punto, había sido presa de su propia trampa y se había terminado enamorando de ella. Tampoco es como si planeara hacer algo al respecto, pero aquella posibilidad terminó por quedarse en su mente, en lo más recóndito de su consciencia.