TE VOY A ENCONTRAR

By Anguie77

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Deimond es un chico que se caracteriza por ser un hombre mujeriego, alguien con quien ninguna mujer tendría u... More

1. PRÓLOGO
2. EL NO LLEGÓ
3. PORQUE NO LLEGÓ
4. PAGANDO EL PRECIO DEL SILENCIO
5. SIN SALIDA
6. ¿DÓNDE ESTÁ MAMÁ?
7. OLVIDENSE DE QUE SOY SU PADRE
8. ¿EN DÓNDE ESTÁ TU DIOS?
9. UN LINDO SUEÑO
10. UN DÍA DIFERENTE
11. ¿DONDE ESTA MI HERMANA?
12. ¿RECUERDAS?
13. UNA NUEVA VIDA
14. TODO TIENE SU LÍMITE
15.¿CRISTO ME AMA?
16. MI NIÑA LINDA
17. ESPERA HIJO MIO
18. ¿SERÁ QUE SI ME OYE?
19. VÍCTIMA DE MI IMAGINACIÓN
21. DESEO CONCEDIDO
22. MAMÁ NO ME QUIERE
23. ES MEJOR DECIR ADIÓS
24. MI PRIMER DÍA COMO UNA CHICA NORMAL
25. ¿QUE LIBRO ES?
26. APARTADA DE TODOS
27. IMPOSIBLE
28. EL AMOR ES ARTE
29. J2.
30. LA CARTA
31. LA CURIOSIDAD MATO AL GATO
32. TE AMÉ Y TE SIGO AMANDO
33. MI HÉROE
34. PROHIBIDO ENAMORARSE
35. LA INJUSTICIA
36. UNA MODELO FRACASADA
37. COMIENZA EL JUEGO
38. UN PEDACITO DE INFIERNO
39. A VECES, PERDER ES GANAR
40. REPENTINO
41. UNA HERMANA
42. UNA DECISIÓN DEFINITIVA
43. VIDA SIN DIOS
44. LA PARCIALIDAD
45. TODO TIENE SU LÍMITE
46. TODO POR AMOR
47. ¿QUIERES SER MI NOVIA?
48. ¿DONDE ESTÁN MIS HIJOS?
49. TERNURITA
50. LO QUE CALLAMOS LA FAMILIA GONZÁLEZ
51. ATT: JAK
52. EL CHISTE
53. MI SAGRADO ESPACIO PERSONAL
54. UNA TIERNA LLAMADA.
55. ¿POR QUÉ TIENES QUE ARRIESGAR AL SER QUE YO MAS AMO EN LA VIDA?
56. ¡NO QUIERO HACERLO!
57. "TE AMO"
58. J3
59. UNA CUCHARA DE ORO EN LA BOCA
60. UN FALSO POSITIVO
61. POR FAVOR NUNCA OLVIDES QUE TE AMO
62. CON SOLO TRONAR LOS DEDOS
63. ¿PUEDO VERLO?.
64. TE DIJE QUE TE LEVANTARAS
65. FELIZ CUMPLEAÑOS
66. NO ERA BROMA
67. TODAVÍA ESTÁS A TIEMPO
68. PERO ¿POR QUÉ?
69. HASTA NUNCA
70. "VÍCTIMA DE MALTRATO".
71. ¿YA NO TE ACUERDAS?
72. ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE
73. ¡ESPERA!, NO TE VAYAS POR FAVOR.
74. TAPAR EL SOL CON UNA SOLA MANO
75. ¿MI NOVIA?.
76. TODO EN ESTÁ VIDA TIENE SU PRECIO.
77. MI BEBÉ
78. LA CULPA.
79. UN ARREPENTIMIENTO GENUINO
80. ¿NECESITAS AYUDA?.
81. DIOS PUEDE SANAR TU CORAZÓN HERIDO.
82. TODAVÍA LO QUIERO.
83. CUMPLIENDO UN GRAN SUEÑO.
84. ¿DÓNDE ESTÁS?.
85. DEVOCIONAL EN FAMILIA.
86. SOLDADO AVISADO, NO MUERE EN GUERRA.
87. LA LÍNEA INVISIBLE.
88. SI YO NO SOY FELIZ, NADIE ES FELIZ.
89. PUM.
90. MI AMADA LINDA.
91. ES COMO MI HERMANA.
92. EL MEJOR REGALO.
93. POR FAVOR NO CUELGUES.
94. TE ENCONTRÉ

20. YO SOLO QUERÍA SER FELIZ.

21 10 54
By Anguie77

Santa Biblia Reina Valera 1960 - Proverbios 10
22 La bendición de Jehová es la que enriquece,
Y no añade tristeza con ella.


Me quedé mirandolo, atónita sin saber que decir, este hombre tiene una muy extraña aura.

De alguna manera me siento conectada con él, es lo mismo que sentí cuando ví a aquel chico.

No pude resistir su mirada sobre mi, la cual estaba atenta a mi respuesta.

—esto yo...—bajo la mirada sin saber que decir.

—¿Tu que? —vuelve a hablar.

—yo...—la verdad es que no sé que decir, estoy muy nerviosa.

—sabes —me dice —no tengo tiempo para verte pensar, así que me retiro primero.

Comenzó a caminar en dirección contraría.

Me quedo simplemente mirandolo, con la necesidad de volver a alcanzarlo, pero sin saber qué rayos decirle.

Posiblemente crea que soy una rara o algo así.

Llega a un carro blindado que por cierto se ve muy costoso y abre la puerta con la intención de subir e irse.

—espere, espere —corro hacia él.

El descansa su brazo sobre la puerta y me dedica una mirada que a mí parecer es dulce.

Al llegar frente a él, el dolor de cabeza se comienza a intensificar.

—¿Usted es él que le mataron toda la familia? —pregunto.

Puedo ver su incomodidad al escuchar esa pregunta.

Posiblemente me dirá que soy una metiche.

Fue muy imprudente de mi parte preguntar ello, pero no sabía que más decir.

—yo...lo siento —digo apenada —no debí preguntar aquello.

El sonrió.

Fue una sonrisa muy tierna.

Pero supongo que son suposiciones mías.

—siempre has sido muy curiosa —me dijo sin dejar de sonreír —pero, ¿Qué te hace pensar que todo lo que dice la internet de mi sea verdad?.

Habla como si me conociera.

Es como si fuera parte del tiempo que no recuerdo.

—osea que usted no perdió toda su familia —hable lo primero que se me vino a la cabeza.

Sentía que el corazón se me iba a salir.

El levanto su muñeca y miro el reloj.

—el tiempo se acaba Linda —me dijo.

Esperen.

Yo en ningún momento le dije mi nombre.

O ¿si?.

—¿Cómo así que el tiempo se acaba? —pregunte —¿Y como es que sabe mi nombre?.

El suspiro mientras una fuerte punzada en mi cabeza me hizo sentir un poco mareada.

—para nadie es un secreto que eres una modelo reconocida —responde —y en cuanto a que él tiempo se acaba, solo escucha.

Me quedo en silencio y entonces lo escuché.

—Linda, Linda —es la voz de York que me llama a la distancia.

Volteo en dirección de dónde lo oigo.

—aquí estoy —le grito porque no le veo.

—¿Dónde? —pregunta.

—aquí —vuelvo a gritar.

Es entonces cuando lo veo, viene corriendo hacia a mi.

Está bastante agitado y los helados no están por ningún lado, se para al frente de mi asustado.

—¿Que pasa? —le preguntó.

Él se acercó más y me abrazo fuertemente.

—pense que había vuelto a perderte —me dice angustiado —no vuelvas a hacer esto, porque te juro que le diré a mamá que me dé escoltas.

Sonrió ante sus palabras y lo abrazo también.

Pero entonces recuerdo que no estamos solos.

Me aparto de él y miro hacia atrás, pero ya no hay rastro del hombre y ni siquiera del auto costoso.

—¿Que buscas? —pregunta York.

—nada —respondo un poco confundida.

«¿Cómo pudo simplemente desaparecer?».

«¿Cómo es que se fue sin que yo me diera cuenta?».

—¿Qué hacías aquí en el parqueadero? —me cuestiona.

—eehh..—suspiro.

Vuelvo a mirar hacia todos lados pero efectivamente no hay rastro de aquel hombre.

—vine a descansar al auto —trato de sonar convincente.

—pero si el auto está hacia allá —me dice —¿Por qué estás acá en el fondo?.

—olvide en dónde estaba ubicado —vuelvo a mentir.

El me mira fijamente.

—Linda —me dice en tono de advertencia —no me mientas, acaso crees que no sé que me mandaste por un helado, solo por qué querías irte a yo no sé dónde —habla indignado —crees que no te conozco lo suficientemente bien para saber cuándo estás mintiendo.

Bajó la mirada sin saber que decir, siento que los ojos me arden y quiero llorar, odio que él me hable así.

Justo en ese momento su teléfono timbra.

—¿Si? —contesta la llamada.

Cierro los ojos tratando de calmarme para no terminar llorando como una niñata.

—de acuerdo lo haré —responde y cuelga la llamada.

—¿Quien era? —digo tratando de sonar calmada.

—es mamá y quiere que te lleve a la agencia ahora.

Narra Annie:

—saquen sus cuadernos y escriban las preguntas para la evaluación —dice la profesora con ese típico tono de manda más

No me tomo la molestia de hacer lo que dice, solo me limito a ver mis preciosas uñas mientras que las demás se apresuran a hacer lo que les dicen.

Pensé que estar en un internado iba a ser horrible, pero no.

No les voy a negar que es súper aburrido, pero el hecho de tener un padre que me protege desde lejos es bastante agradable, porque está vez puedo hacer lo que se me venga en gana y nadie se mete conmigo y él que me la hace la paga.

Eh decidido que de ahora en adelante nadie me va a pisotear o a maltratar más.

De ahora en adelante seré yo la que pisotee y maltrate.

Si tengo que subir a costas de otros lo haré, ya no me importa.

Aunque hay momentos en los que pienso en Zuar mi mellizo y me pongo melancólica al no saber nada de él.

Pero él fue el que decidió no aceptar la ayuda de Fares.

Así que si sufre es porque quiere.

Yo en cambio estoy dispuesta a sacarle todo el jugo a mi padre.

Ese padre que no estuvo cuando más se necesitó, pero eso no significa que no lo necesite ahora.

—señorita Annie —habla la profesora.

Dejó de contemplar mis uñas para mirar su aburrida y fea cara.

—¿No piensa escribir las preguntas? —pregunta.

—no —respondo con tranquilidad.

Ella frunce el ceño.

—¿Perdón? —dice como si fuera sorda —repitelo.

—dije que no se me da la gana —esta vez alce la voz. —y si sabe lo que le conviene, me pondrá una buena nota.

Ella niega con la cabeza.

—lo siento niña —me dice como si no supiera quién soy yo —aquí no se hace acepción de personas, si no hace tareas ni evaluaciones, no pretenda que le voy a calificar bien y ahora fuera de mi clase por irrespetuosa.

Me paro de la silla indignada mientras escucho los cuchicheos de mis odiosas compañeras y una que otra risita se les escapa.

Volteo a verlas con ganas de dejarlas calvas, pero pienso en algo mucho mejor.

Camino directamente hacia donde esta la profesora y comienzo a tirar al suelo de una sola todo lo que tiene en su escritorio, incluído aquel preciosa portátil que cuida como a la niña de sus ojos.

—pero... ¿Que haces? —pregunta encolerizada.

Aparte de sorda también es ciega.

Su pecho sube y baja de la rabia tan grande que tiene, la forma en que me mira es como si quisiera molerme a golpes.

—tu, niña... —me señala.

Quiere lanzarme una multitud de improperios, pero no sé porque diablos se detiene.

—iré a hablar con el director —dice al final —no voy a permitir que una mocosa como usted me falte al respeto.

«Yo no tengo la culpa de que me halla provocado».

Sale del salón dando grandes sancadas.

Miro a mis compañeras y estas están atónitas sin atreverse a decir algo.

Ellas saben que la que manda y hace lo que se le venga en gana, soy yo.

Salgo del salón y me dirijo a mi habitación.

Gracias a tener el padre que tengo, puedo darme el lujo de no compartir habitación con nadie.

Entro y lo primero que hago es buscar mi teléfono y llamar a Fares.

Cabe recalcar que aquí es prohibido tener teléfono, pero cómo lo dije y lo vuelvo a decir, ser hija de Fares tiene sus grandes ventajas.

—¿Y ahora que? —pregunta al contestar.

Verán, no es la primera vez que lo llamo y según su tono de voz, está enfadado.

—papí —le digo con la voz quebrada.

El suspira.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no me llames padre? —pregunta enfadado.

—lo siento —me disculpo fingidamente.

La verdad es que me da igual todo.

—¿Que quieres? —pregunta.

—la profesora de geografía me ha insultado, por el hecho de que me robaron la evaluación —digo y comienzo a llorar.

—no te preocupes —contesta —mandare que se encarguen de ella, ahora me voy tengo muchos asuntos que arreglar.

—espera —me apresuro a decir —también quiero un poco más de dinero, sabes que nosotras las mujeres tenemos muchos gastos.

—jum —bufa —si eso es con once años, —comenta —no quiero ni imaginar cuando seas más grande, tendré que ponerte a trabajar.

Yo ruedo los ojos ante la palabra trabajar.

Me encargaré de eliminar esa palabra de mi diccionario.

Fin de la narración.

Salgo de la agencia hecho un mar de lágrimas, después de que Tirsa me dijera hasta de que me iba a morir, por la sencilla razón de que no firme aquel contrato.

Me trató de desagradecida entre otras cosas, incluso me dijo que yo era amiga de York solo por interés, también dijo que gracias a ella yo era lo que era, de lo contrario sería una pordiosera.

¿Que se cree para humillarme de la manera tan horrible como lo hizo?.

Subí al auto en silencio, aunque a decir verdad lo único que quería era salir corriendo.

York se subió a mi lado y el carro comenzó a avanzar.

Desvíe mi mirada hacia la ventana para que él no notará mis lágrimas, aunque él ya sabía.

—calmate si —me pide —no es para tanto.

Me seco las lágrimas con el dorso de la mano y lo encaro.

—¿Que no es para tanto? —digo al borde del colapso.

—creeme —dice poniendo su mejor cara de comprensión —ella no quiso decir eso.

Ruedo los ojos.

—claro que no, ella nunca quiso decir eso, —hablo con ironía, mientras las lágrimas se me salen —ella quiso decir más, solo que tú la detuviste.

Media hora después.

Salgo del auto lo más calmada posible para entrar a casa, York viene detrás de mi.

—York —me vuelvo a mirarlo —esta vez quiero estar sola.

Él baja su mirada ante mi petición y se vuelve al coche.

Yo busco mis gafas de sol y me las pongo, aunque ya está casi de noche.

Entro a casa lo más silenciosa que puedo para no tener que dar explicaciones sobre como me fue en la agencia.

Mis padres están en la sala sentados en un sofá disfrutando de una agradable película, a la cual yo nunca le veo sentido, pero ellos la aman.

Se trata la del Titanic.

Lo peor es que son tan clichés que siempre la miran juntos.

Cómo si en tantas vistas, alguna vez Jack fuera a quedar vivo, cosa que es imposible.

Pero en fin, a mi me da igual.

Comienzo a subir las escaleras silenciosamente, mientras escucho los sollozos de mi madre.

—¿Por qué tiene que ser así? —le pregunta a papá.

—porque así la grabaron cariño. —le responde.

—¿Podríamos pagar para que cambien el final? —propone ella.

«no hagan mas».

Ni que el dinero cayera del cielo para malgastarlo de esa manera.

Dejó de escucharlos cuando llegó al segundo piso.

Corro hacia mi habitación, cierro la puerta y me tiró a la cama.

Me tapo con la almohada y comienzo a ahogarme en llanto.

Siento una opresión tan fuerte en mi pecho.

Me siento tan miserable, tan infeliz.

Que lo único que puedo hacer es llorar y llorar para desahogarme.

La cabeza me empieza a doler más y más, pero no me importa, me da igual.

No quiero tomar más medicación.

No quiero ir más a esa agencia.

Lo único que quiero ahora es morirme.

Quizás sea la única forma de no complicarme la vida.

Yo solo quería ser feliz.

Vivir una vida normal.

Pero resultó ser imposible.

Unos golpes en la puerta hacen que pare de llorar.

—¿Linda estás ahí? —pregunta mamá.

—si —respondo, trato de que mi voz suene bien.

—que bueno que llegaste, mañana vamos a hacer servicio social así que por favor saca toda esa ropa usada, zapatos, carteras, gorras etc. —me informa.

Suspiró profundamente.

Ni siquiera en casa puedo llorar en paz.

—de acuerdo lo haré —le respondo con un ánimo que ni siquiera sube un centímetro del suelo.

—tienes media hora para hacerlo, no es que mañana salgas con la excusa de que se te olvidó. —dice antes de alejarse.

Me levanto de mala gana, cojo una bandita roja y me amarro el cabello en un moño.

Lamentablemente me está naciendo más cabello y estos se salen del moño cayendo a los lados de mi rostro.

Me miró al espejo con enfado.

Si York estuviera aquí, estaría diciendo que me veo bien para una foto.

Dice que de esta forma me veo adorable.

Si hubiera sabido que me iban a poner este aburrido trabajo de sacer lo usado, habría dejado que York se quedará.

Cojo una canasta abro el closet y comienzo a tirar toda la ropa que hay ahí.

Lo bueno de hacer esto, es que voy a ir de compras mañana.

Luego de terminar con la ropa, sigo con los zapatos.

Comienzo a tirar a otra canasta, pero me detengo de golpe al ver mis pantuflas favoritas.

Las abrazo fuertemente.

No puedo dejarlas ir, ellas me han acompañado durante mucho.

Además estás sin son adorables.

Pero...

Nuestra relación tiene que terminar.

Otra persona las necesita.

Dejó de abrazarlas y las tiró a la canasta.

Además hay que tirar lo viejo para que llegue lo nuevo.

Trato de concentrarme lo más que puedo en este oficio, para no pensar en las palabras de Tirsa.

Después de salir de los zapatos, gorras y otros accesorios, sigo con mis bebés.

Mis adorables y amados bolsos.

Los cuales son de diseñador.

Son únicos.

Pero aburre siempre llevar los mismos.

Con una vez que me los ponga, ya todas compren de los mismos.

Y como no me gusta ser una copia, tengo que innovar.

Antes de tirarlos a la canasta, me aseguro de que no tengan nada.

La última vez se me quedaron unas tarjetas de crédito.

Cuando finalmente me queda el último bolso, me encuentro con la carta.

Aquella carta que guarde de mi fan, pero que nunca leí.

La tomo entre mis manos y considerando que no tengo nada más que hacer y que quizás pronto ya nadie volverá a saber de mí, decido leer la carta.

Comienzo con el remitente.

Remitente: Morgan Deimond.

Lugar de envío: Los Ángeles California.

Destinatario: París.

«Vaya, vaya, vaya».

Veamos quien es esté tal Morgan.

Abro la carta y quedó sin palabras al comenzar a leer.

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