Pitch estaba sorprendido. Jamás creyó que Peter Pan se atreviera a encararlo de esa manera, al final no dejaba de ser un mocoso arrogante.
- ¿Qué? ¿Sorprendido? Te he superado con tus propias sombras. –
Black no lo soportó más. Lo tomó por el cuello y lo estrelló contra la pared. La sombra de Peter de inmediato iba a atacar, pero fue inútil; solo con una mirada del hombre de las pesadillas bastó para que desapareciera. Pan trataba de zafarse, de que lo soltara; había jugado con la furia de Black.
Le apretó más el cuello y se acercó a él.
- Jugar... con sombras ¡Con mis sombras!... no es un chiste ni un juego de niños ¿Entiendes?... ¿Debo recordarte lo que le pasó a Facilier? –
Lo soltó. Peter cayó al suelo tosiendo y trataba de jalar aire.
- Te volviste alguien ambicioso y eso lo respeto... pero eres estúpido y caprichoso. –
- Claro... ¿De quien lo abre aprendido? –
- ¿Acaso me has visto secuestrar niños? ¿Interferir con una profecía? ¿Satisfaciéndome con una princesa? –
Hubo un silencio, lo cual sorprendió a Pitch. Agachó la cabeza y observó a Peter.
- No... -
Y sonrió de forma burlona.
- ¡Te enamoraste de la Princesa de DunBroch! –
Se burló y rio muy fuerte. Peter aun sobaba su cuello, se levantó y vio serio a Black; el hombre no paraba de reír y burlarse. Aplaudía y no se contenía.
- ¿Peter Pan tiene sentimientos? –
Con un movimiento de manos hizo que la sombra de Peter Pan apareciera de nuevo, la tomó por el cuello y la apretó hasta disolverla sobre él. Fueron unos cuantos segundos, pero Pitch había visto todo, ya sabía todo.
- Vaya... ay Peter, Peter, Peter... Lo que uno hace por amor. –
Pan se cansó de las burlas. Sabía que había cometido un error. Quería a la Princesa para llenar el hueco de la niña perdida en la isla, cómo un capricho; pensó así desde el principio, pero poco a poco fue cambiando su pensamiento. Attina y Tinker Bell tuvieron razón; él empezaba a quererla incluso antes de su hechizo de memoria y cuando menos lo notó se había enamorado.
- ¿Vas a hacer el trato o no? No necesito tu sermón o comentarios. –
Ambos se pararon erguidos frente al otro.
- ¿Qué es lo que quieres? –
- Todas las sombras que puedas darme. Esta isla volverá a ser completamente mía y destruiré a esos elegidos. –
- No puedo dejar que destruyas una profecía. –
- Piénsalo, Black... alguien tendría que tomar el lugar de esos patéticos jóvenes. –
- ¿Y propones que seamos nosotros?
- Siempre has querido el mundo ¿No? –
Pitch se interesó en las palabras de Peter.
- Tendremos todos los mundos, recuperaré la oscuridad de mi isla ¡Cómo siempre debió ser! Y... destruiré a los Cuatro Grandes. –
Black empezó a caminar alrededor de Pan, analizaba la situación y la posible oportunidad que tenía enfrente. Alzó sus manos y la sombra de Peter volvió; de inmediato volvió detrás de su amo, se encondió del rey de las pesadillas.
- Que esto sea una lección... no importa cuanto crees estar por encima de mí; solo eres un humano patético que obtuvo su poder gracias a mí. –
El joven no agachó la cabeza para nada. Conocía desde hace siglos a Pitch Black y estaba por completo seguro que aceptaría o al menos le ayudaría de alguna manera.
- Pero... me has sorprendido... y mucho. –
Black tronó sus dedos y muchos caballos negros aparecieron a su alrededor. Peter dio unos pasos atrás; lo que vio era nuevo, no eran las sombras que Pitch había trabajado antes, de hecho "¿Esas cosas son sombras?" pensó.
El hombre de ojos ámbar se acercó a un caballo y lo acarició.
- Hermosos ¿No? –
- ¿Qué son? –
- Pesadillas. –
- ¿Qué? -
- Pesadillas... mi obra maestra. Por años... utilicé la oscuridad, las sombras para obtener miedo. Pero al fin... pude transformar el miedo en algo más. –
Peter admiró las pesadillas. Se acercó un poco y a pesar de los relinchos no se asustó, al contrario, sonrió y supo que eran poderosas que con ellas recuperaría el control total de su isla, que la haría una Nunca Jamás sombría, cómo siempre debió ser.
- ¿Tienes un plan, Peter? –
- No, no precisamente. –
- Estás cegado por la furia, quieres venganza y eso no te va a ayudar. –
Peter Pan en serio se sintió cómodo entre las pesadillas rápidamente. En todos los meses de paz y armonía con la niña perdida se había apaciguado; al parecer extrañaba tanto el estar rodeado de maldad y oscuridad.
- Si me lo permites podría instruirte en ese camino... -
Pan lo observó.
- ... te ayudaré en tu propósito. Y yo podré cumplir el mío. –
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El capitán Garfio salió de su barco y el Sr. Smith lo acompañó; irían a ver a las chicas en las jaulas. Al fin amanecía y con el primer rayo de sol, Killian quiso ponerse manos a la obra con su situación.
- Buenos días, señoritas. –
Ambas se veían cansadas, exhaustas. Tinker Bell se acercó a los barrotes, tenía una expresión muy molesta.
- Ya los tienes a todos ¿Cuándo podremos irnos? –
- Estás jugando un juego muy peligroso con nosotras, Jones. –
El capitán se paró frente a ella con una sonrisa egocéntrica y una actitud muy confiada.
- Dejen de lloriquear. –
Se acercó a la sirena y le dio una botella de agua.
- Me parece que le pediste agua al joven peliblanco. –
Adara tomó la botella algo desesperada, no aguantaba su deshidratación. El Sr. Smith sacó de su mochila dos pequeñas cajas de madera y se las acercó a las chicas; era comida, la suficiente para que su hambre ya dejara de ser una molestia.
- Pronto se irán. De hecho, zarparemos pronto. –
De una pequeña bolsa Killian tomó polvillo de hada y roció las jaulas, el Sr. Smith pasó y colocó unas hojas de papel con dibujos celtas. Al tocar las jaulas con el polvillo, los papeles brillaron y desaparecieron.
- Sus jaulas serán movidas al barco. Estarán una sobre la otra colgando al costado del barco. Los hechizos que se colocaron evitarán que ocupen cualquier elemento del exterior para escapar. –
- En serio tenías todo esto bien planeado ¿Cierto? –
- Llevo años... tratando de escapar de esta maldita isla. Tengo mucho tiempo libre. –
Más piratas empezaban a llegar, moverían las jaulas. Primero se llevaron a la sirena, pues la colocarían al borde del barco para que rozara el agua, sería complicado. Garfio se acercó a la jaula de Tinker Bell.
- Necesito un favor. –
- Eres un idiota. –
- Escúchame bien... quiero que localices a alguna hada fuera de Nunca Jamás. –
Tinker Bell se sintió intrigada.
- No entiendo a que demonios juegas, Jones. –
- Quiero volver a casa, Tink. Quiero que contactes a Emma Swan y le digas que pronto iré. –
- ¿Y qué gano yo? ¿Me vas a dejar libre? Lo dudo mucho. –
- Protejo la isla, aunque no lo creas. Debes contactar a otras personas también... a los Guardines. –
- ¿Qué? ¿Perdiste la cabeza? En serio quieres que Peter te mate ¿En qué demonios piensas? –
Garfio se acercó por completo a la jaula; hablaría de frente y de forma honesta con el hada.
- Pienso que la isla está en peligro y que tu también puedes sentirlo. –
Guardó silencio, tenía razón y ella lo sabía.
- ¿Y tú quieres salvar la isla? Creí que querías irte. –
- A diferencia de lo que hago creer... no soy un monstruo, Bell. Y no quiero que esta isla caiga. –
Tinker Bell entrecerró los ojos, tenía sus dudas con él pirata; pero ama la isla, siempre fue su hogar. Cuando la desterraron de la tierra de las hadas Peter hizo que pudiera quedarse; es el único lugar que conoce cómo un hogar.
- ¿Los Guardianes? –
- Si. –
- ¿Y qué mensaje quieres para ellos? –
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De todos los guardianes, Conejo es el que decidió continuar con normalidad sus actividades; nadie lo cuestionó, pero tampoco lo aprobaban. Conejo había dejado en claro su posición desde el principio, enfrentar a Peter Pan era una mala idea y él tenía mejores cosas que hacer; por ejemplo, encargarse de la próxima temporada, la primavera. Aun así, sus amigos buscaban hablar con él y que los ayudara.
- Conejo, por favor. –
- Uno creería que tienes más trabajo que nosotros, Hada. Pues tú trabajas todos los días. –
- Y, aun así, aquí estoy. Ha pasado bastante tiempo... debemos hacer algo. –
Conejo suspiró, dejó los pinceles y los huevos que estaba decorando para ver a Thoot de frente.
- Se fueron, Hada y no podemos hacer nada. Ya escuchaste a Pitch. –
- ¡¿Desde cuándo seguimos órdenes de Pitch?! –
Gritó desesperada. Había estado cansada de ser la única que pensaba en los jóvenes. Era obvio que seguían vivos, no hubo ningún colapso en la magia, así que la profecía no había sido interrumpida y Thoot no quería sentarse y esperar que eso cambiara. Debían ir a Nunca Jamás y traerlos a casa.
- Yo... yo no entiendo en que punto decidimos confiar en Pitch Black. –
- Si me lo preguntas... es el único que dijo coherencias frente a la situación. –
- Es lo que piensas por que dijo lo mismo que tú, Aster. –
- Eso no es cierto. –
- A penas apareció querías matarlo, sacarle los ojos y señalaste a SandMan cómo un enorme traidor por llevarlo. Pero luego dijo lo que tú pesabas "No hay que buscarlos, es peligroso y bla..." Y lo aceptaste. –
Aster hizo una mueca y cruzó los brazos, le tenía que dar la razón a Thoot. Empezó a hablar.
- Lo siento, Thoot. Pero si salvamos a los jóvenes podríamos dejar desprotegida la Tierra. Y si, puedo estar de acuerdo con Pitch, pero no confío en él.
Y entonces Hada hizo una mueca, después ella entendió su punto. Aster se acercó y acarició los brazos de su compañera.
- Hada... ¿Me entiendes? –
Ella dio un paso atrás y esquivó su mirada
- Si, lo entiendo. –
Levantó sus alas y se fue de la madriguera de Conejo. Aster solo pudo sentirse mal, triste porque de alguna manera la había decepcionado. Hada es la única persona que él quería en serio, que apreciaba y que después de una vida increíble, en la segunda vida pudo encontrar a alguien que lo hacía feliz.
- Por la pascua... creo que debo hablar con Norte y Meme. –
Abrió un agujero para introducirse en él, directo al Polo Norte.
Por otra parte, Hada no estaba decepcionada o enojada, en realidad sí entendía la opinión de Conejo. Era cierto que ir a una misión era dejar a la Tierra desprotegida. Acababa de pasar la Navidad y luego vendría la primavera, pascua. Los niños están en su momento más feliz; era demasiado riesgo.
Llegó al Palacio de los Dientes y continuó con su trabajo, pero no podía evitar ver cuatro huecos en la pared, los dientes de los Cuatro Grandes que faltaban desde un año atrás.
- Por favor... por favor, que estén bien. –
Más que un pensamiento, era un sueño, algo que Thoot deseaba y ese sueño llegó a la arena dorada de SandMan. El pequeño hombre dorado recibió el sueño de su compañera y pensó en todas las opciones de nuevo.
Tal vez si la mitad de los Guardianes iba a Nunca Jamás o si Pitch ayudara a atraer a Peter a la Tierra.
Recorrió kilómetros y kilómetros haciendo su trabajo, poco a poco llegando al pueblo de Overland; en el claro lago observó el reflejo de las dos estrellas del cielo. Hizo una trompetilla frustrada, pensó en llamar a Pitch y hablar de nuevo con él; tal vez tendría mas información que pudieran usar y crear un plan, cómo la idea original.
El pequeño hombre iba a irse, seguir su camino, pero una silueta a lado del lago lo detuvo; observó con más atención y su rostro expresó comprensión con una sonrisa. Bajó de su nube se dirigió al lado de su amigo; solo se quedó sentado en silencio lo cual, Norte agradeció.
Después de un rato, cuando más estrellas adornaban el cielo, Nicholas se veía más tranquilo y decidió hablar.
- Debe ser raro para ti verme fuera de mi taller, amigo. –
Pero no era así. SandMan hizo la figura de un copo de nieve en su cabeza.
- Sí, aquí nació Jack Frost. Estoy preocupado por él. –
Pero Meme negó con la cabeza. La figura cambió de nuevo; una cuna de bebé, el símbolo del Polo Norte y de nuevo el copo de nieve de Jack Frost. Nick cerró los ojos y suspiró fuerte.
- Supongo que Black te lo dijo. –
SandMan negó y ambos volvieron a admirar las estrellas. Norte se sintió muy cómodo y con la confianza de poder, al fin, desahogarse con un amigo.
- Alguna vez creí que la luna me castigaría por lo que hice, pero no pude evitarlo. –
Meme realizó un corazón de arena dorada y Norte sonrió.
- Sí... amor verdadero. No fui bendecido con él en mi primera vida y creí que jamás sabría lo que era... amar. –
Cerró los ojos y suspiró profundamente disfrutando de esa palabra. Amor, el sentimiento que todo ser anhelaba, pero los seres mágicos como los Guardianes o las criaturas de Nunca Jamás sienten de forma diferente el amor, si es que llegan a sentirlo o encontrarlo. Las Criaturas mágicas vienen a este mundo gracias a los elementos; hadas nacidas de flores o la luz de la luna, las brujas y hechiceros nacen por lagrimas o risas de bebés, las sirenas se reproducen entre ellos, pero las primeras sirenas fueron concebidas en perlas puras del fondo del más y los espíritus mágicos cómo los Guardianes nacen de la muerte.
- Elena siempre ha sido una mujer extraordinaria. Me enamoré a primera vista, pero me enamoré más fuerte cuando la conocí por completo. Por años nos amamos y luego Jack llegó... fue de los momentos más felices de mi vida. –
Meme hizo el número dos en su cabeza.
- Ah si... mi segunda vida. –
SandMan negó. Volvió a cambiar los símbolos en su cabeza, otra secuencia; una cuna de bebé, un moño, el número dos.
- Ya te entendí. Sí... así es, Emma también es mi hija. Pero a ninguno de los dos los vi crecer... todo por mi deber. Pienso... pienso que está es la razón por lo que siempre escuché que, para nosotros los espíritus, bueno... el amor no es posible. –
Había pasado bastante tiempo. Los dos guardianes se habían sentado en el pasto y habían decidido pasar la noche juntos, hablando, disfrutando de la compañía de un amigo. SandMan volvió a comunicarse; la luna, el lago y el copo de nieve.
- Sí... Jack es un espíritu ahora. –
Después de la luna formó un sol con la arena dorada. Entonces Norte sintió escalofríos en la espalda; el ambiente se sintió serio y algo triste. Tomó aire y habló.
- Yo sabía el porque volvía a Corona cada vez que podía, aunque no lo recordara. Yo sabía que se encontraría con ella de nuevo, tarde o temprano. Y yo sabía que ella lo seguía amando. Pero lo que no sé... es si Jack va a poder amarla de nuevo. Mi... mi pobre muchacho. –
Meme torció la boca y colocó su mano en el hombro de su amigo. Continuarían la noche hablando de no ser por la interrupción de la luna y su compañero de la pascua.
- ¡Por los elementos!... ¡Al fin los encuentro! –
- ¿Conejo? ¿Qué pasa? –
Todos vieron el reflejo en el lago; la luna estaba mas brillante que nunca, quería mandarles un mensaje.
- ¿Qué estará pasando? Conejo ¿Sabes algo? –
El gran guardián de la pascua respiraba de manera agitada pues, aún con sus túneles, había recorrido y saltado con desesperación para encontrar a sus amigos Guardianes.
- Es Thoot, no está en el Palacio de los Dientes. No sé donde está. –
Y entonces el brillo de la luna se fue apagando. Voltearon al cielo y vieron manchas sobre la luna.
- ¿Esas son...? –
SandMan empezó a hacer sus látigos de arena, Conejo sacó sus bumerangs y Norte desenfundó sus espadas.
- Son sombras. –
Contestó Norte y empezó el ataque. Miles de caballos negros los rodearon y empezaron a atacar. Los Guardianes formaron un círculo espalda contra espalda atacando y defendiéndose. Meme hizo un signo de interrogación en su cabeza.
- ¡No sé lo que son! –
Gritó Conejo.
- ¡Creí que tu sabrías, Meme! –
Norte destruyó un caballo y arena negra cayó sobre ellos, SandMan tomó un poco y la sintió. Poco a poco empujaron a los Guardianes hasta acorralarlos. Era de madrugada, el cielo no podía verse mas oscuro y eso fue perfecto para Pitch Black y su entrada.
- ¡Amigos míos! ¡Que hermoso verlos esta noche! –
Los Guardianes voltearon al cielo.
- ¡Pitch! ¡¿Qué demonios significa esto?! –
Los caballos retrocedieron solo un poco y abrieron un camino para su amo; los Guardianes lo observaron esperando algún tipo de respuesta. SandMan dio un paso al frente con la cabeza en alto y observando al Coco. Pitch Black sonrió y acarició uno de sus caballos.
- ¿Te parece familiar, SandMan? –
El pequeño hombre observó la arena negra y la comparó con la suya.
- Me llevó tiempo perfeccionar este truco... -
Vio a todos los Guardianes.
- ... que los sueños se vuelvan pesadillas. –
Dio pasos mas cerca de los Guardianes.
- Los veo nerviosos. Eso los inquieta más, ellos huelen el miedo. –
- ¿Cuál miedo? ¿De ti? Ya nadie te tiene miedo. –
- Pues eso... cambiará ahora. –
Unos parpadeos y las dos estrellas de cielo empezaron a brillar de igual manera que la luna momentos atrás. Otra fila de caballos negros de movió y dieron paso al joven regente de Nunca Jamás. Caminó erguido y lleno de ego hacia los Guardianes.
- Peter Pan. –
Sonrió, se regocijó de que supieran quien es, pero casi de inmediato su sonrisa de borró cuando se percató que no estaban todos los Guardianes.
- Parece que te falta contar, Black. Solo hay tres Guardianes. –
Pitch volvió a observar y su confianza también desapareció.
- El Hada de los Dientes. –
Escupió. No perdió tiempo y encadenó a los Guardianes con cadenas hechas de arena negra; terminaron de rodillas y enojados. Black se dirigió directamente a SandMan y se hincó para quedar a su nivel.
- Nada personal, SandMan. Agradezco la confianza, en serio. Pero el poder es algo tú tienes... que ustedes tienen. Y yo lo quiero. –
Se levantó y se dirigió a lado de Peter Pan.
- Los llevaré al fondo de mi agujero, ahí estarán vigilados por mis pesadillas. –
- Falta la Guardiana de las haditas ¿Dónde crees que está? –
- No lo sé. –
Pitch vio a los Guardianes, en especial a Conejo.
- Pero puedo obtener esa información. Y si no... créeme que ella volverá. Haré que vuelva. –
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Contra toda sugerencia u orden, Thoot había decidido seguir sus ideales. No pasó mucho tiempo cuando llegó al Palacio de los Dientes y una pequeña hada del viento se había colado en sus filas; llevaba un mensaje de Nunca Jamás para Thoot. Fue la señal que le faltaba.
Con todo dolor en su corazón, preparó sus cosas, eligió un grupo pequeño de hadas y dejó otras a cargo del palacio. Se fue a Nunca Jamás; llegó al borde de la estrella y antes de entrar observó al suelo, la Tierra, sabía que hacia lo correcto y aun así se sentía mal.
- Lo lamento compañeros... perdóname, Aster. –
Y entró a la estrella. El hada de viento la guio por toda la isla hasta un punto en específico del mar. Visualizó el famoso barco pirata del Capitán Garfio. El hada de viento no se detuvo en ningún momento hasta llegar con su ama, acercarse a su hombro y susurrarle.
Tinker Bell y Thoot se vieron frente a frente.
- No me digas que buscaste mi ayuda para librarte de una jaula. –
Se burló el Hada de los Dientes a lo cual Tink solo torció los ojos.
- No, de hecho... yo no fui la que solicitó tu presencia. –
Y sonrió cínicamente. De pronto una red atrapó a Thoot y sus pequeñas hadas, cayeron sobre la cubierta y peleaban por liberarse. Se detuvo al ver unas botas de cuero negras bien pulidas.
- Que gran honor. La guardiana, el Hada de los Dientes. –
La mujer colibrí logró recargar sus brazos en el suelo y ver directamente al capitán.
- Killian Jones, mucho gusto, mi lady... Thoottiana ¿Cierto? -
Si algo aprendí en la pandemia y en la universidad, es que mi paz mental es importante. Hoy, definitivamente necesitaba un descanso de todo, ya mañana y los días siguiente volveré al estrés, pero necesitaba descansar. Y, cómo otras veces, el dedicarles tiempo a mis escritos me hizo muy feliz. | Gracias a tod@s los que dejan comentarios y me mandan mensaje apoyándome en mis estudios. Lo aprecio mucho, de verdad. | Y bueno, nuevo capítulo. Cómo las veces pasadas, no sé cuando volveré a actualizar, pero créanme no he dejado de escribir. | No olviden votar y dejar todos los comentarios que quieran, me encanta leerlos, siempre me divierto. | Gracias de nuevo chic@s | Lucy fuera ♡