El otro lado (Novela Creepypa...

Da Best_Leo

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«Paz entre nosotros, guerra con el resto». Las reglas son sencillas: si te refugias con el grupo, proteges al... Altro

Antes de leer
¿Has visto a este individuo?
Introducción
Capítulo 1: Una noticia inesperada
Capítulo 2: La reunión
Capítulo 3: Secuestro
Capítulo 4: Dos percances
Capítulo 5: Ahí sale la comadreja
Capítulo 6: ¡Detective Laughing!
Capítulo 7: Monitor
Capítulo 9: Decadencia
Capítulo 10: Ángel Anatómico
Capítulo 11: Echar una mano
Capítulo 12: Un día de muertos
Capítulo 13: Una nota de "S"
Capítulo 14: La tienda de cordones
Capítulo 15: Conversaciones reveladoras

Capítulo 8: Un baño de reglamento

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Da Best_Leo

[♩ ♩ ♩ | ♩ ♩ ♩ | ♩ ♩ ♫ | ♩. ]

Solté un suspiro y cerré los ojos, estaba tumbado en el suelo rocoso. La melodía de la torre del reloj me hacía sentir que curaba mi alma.

El vendedor ambulante de máscaras se frotaba las manos mirando al frente, esperando que un Link apareciera por la puerta con su tesoro robado, cosa que nunca ocurriría.

En mi juego no existía un Link que continuase la historia, no existía un héroe de Hyrule luchando contra un niño poseído. Solo era yo y los NPCs de la ciudad deambulando por el juego.

De pronto, el vendedor de máscaras dejó de frotarse las manos y me miró directamente. Su semblante se tornó serio. Me levanté lentamente, nunca cambiaba su código.

—Ben —Dijo.

—¿Q-qué…? —el vendedor caminó hacia mí y retrocedí unos pasos.

—Ben.

Salí corriendo azotando las puertas y todos los aldeanos tenían su mirada en mí. Se detuvieron observándome como si se tratara de una horda de zombies a punto de comerse a su presa.

—¿Q-QUÉ OS PASA? —Grité mirando a mi alrededor, empecé a jadear.

El cielo se tornó rojo, justo como el tercer día, cuando la luna estaba a punto de estrellarse contra Términa.

—Ben —una voz profunda y con eco resonó por todo el pueblo.

Subí la mirada y la luna me miraba fijamente y, con suma lentitud, sus comisuras comenzaron a subir hasta formar una gran sonrisa y sus ojos se derritieron soltando líquido negro.

—¿Q-qué…?

La luna empezó a soltar una estruendosa carcajada que sonó robotizada, parpadeé varias veces y se acercó peligrosamente a Términa, al punto que rozó el punto más alto de la torre del reloj.

—Ben, necesito que me hagas un trabajo —su voz de repente se me hizo familiar.

—¿Z-Zalgo? —pregunté y rio, confirmando mi sospecha.

—Lleva la palabra. Lleva la pista. Acerca a la policía. Habla con la persona indicada.

Ladeé levemente la cabeza y fruncí levemente el ceño.

—¿Que me chive a la policía de qué?

—Del cuerpo de Josh —sus pupilas se contrajeron y su sonrisa se amplió tanto que parecía que ocuparía toda el rostro de la luna.

—¿Para qué?

Los soldados que custodiaban las puertas sacaron sus espadas, el deku alzó su mano derecha dispuesto a atacarme con sus nueces y los aldeanos me miraban serios.

—Está bien… —murmuré.

—¿Qué dijiste? No te escuché —soltó una pequeña risa y dio un giro de 180°, simulando acercar su “oreja”.

—Le llevaré la palabra a la policía como has dicho.

—¿Sabes a qué persona?

—Sí.

—Bien, te permito salir un rato. Disfruta de tus minutos de libertad.

La luna se alejó rápidamente volviendo a su posición habitual, el cielo volvió a su natural color azul, los soldados guardaron sus espadas y caminaron de un lado a otro entre las puertas, los ciudadanos volvieron a caminar de un lado a otro y el deku siguió observando el paisaje al lado de su flor deku.

Apreté mis puños, entré en la torre del reloj y cerré de un portazo una vez dentro. El vendedor de máscaras estaba en su lugar de siempre frotándose las manos con su puntiaguda sonrisa.

Cerré los ojos, escuchando de nuevo la canción de curación y respiré hondo. Sentí una energía recorriendo mi cuerpo y dejé de sentir partes de este. Unos pocos segundos después, aparecí en mi cabaña frente a mi ordenador.

Me acerqué y abrí uno de los cajones, en él se encontraban varios dispositivos móviles que habíamos estado robando a lo largo del tiempo por si los llegásemos a necesitar.

Tomé uno y lo miré por unos segundos.

—¿Qué mierda se supone que le tengo que decir? —murmuré y froté mis párpados con mis dedos pulgar e índice. En ese momento tocaron la puerta con fuerza, por su toque solo podía ser Eyeless.

—¿Qué te ha dicho Zalgo? —Le pregunté al abrir.

—Zalgo me ha dicho que te diga que he tirado el cuerpo de… ese chico, ¿cómo se llama? —toqueteó con sus dedos la barbilla de su máscara.

—Josh… 

—Eso. Me ha dicho que te diga que he tirado el cuerpo de Josh por la superficie del bosque.

—¿No puedes ser más claro? —me crucé de brazos y Eyeless se encogió de hombros.

—Llevo toda la mañana intentando recordar qué hígado me comí, si de niño, vaca o anciano, ¿y me pides que recuerde dónde tiré un cadáver que me dijo Zalgo? —Contestó extendiendo sus manos hacia delante y solté un suspiro.

—Bien, supongo que con eso es suficiente.

—Seguiré comiendo entonces —se dio media vuelta y cerré la puerta.

Me senté en mi silla y busqué en otro cajón un papel con el número al que tenía que enviar el mensaje. Hace tiempo que no hablábamos, podría divertirme un poco…

—No le des tantas vueltas, sabes que es más sencillo de lo que parece —empecé escribiendo. Si Zalgo me ha mandado a ella, creo que sería seguro suponer que ya la ha metido en todo esto sin siquiera saberlo.

—Por cierto, no pierdas el tiempo rastreando el mensaje, no conseguirás una mierda. ;) —Zalgo me dio hace tiempo más poderes que a un muerto más, y tenía la suerte de poder actuar como una especie de virus informático. Vamos, que podía verla a través de su cámara del móvil. 

—Y sí, soy quién crees que soy, si le cuentas esto a tus nuevos compañeros volverán a tacharte de loca como siempre, con la diferencia de que en este caso no conseguirás ni una pista, por lo que podrías bajar de rango, inspectora. :) —Había olvidado lo mucho que me gustaba joderla. 

—Enano de mierda, si vas a entorpecer mi investigación ni te molestes en seguir escribiéndome —contestó. Esto se estaba poniendo divertido.

—Ya veo por qué sigues soltera, con ese humor no me extraña que lo estés, tal vez si pasaras menos tiempo detrás de nosotros y tuvieras algo de vida serías más feliz... :( —En el fondo me parece irónico que sea yo el que hable de tener una vida. 

—Tendré algo de vida cuando os arreste a todos vosotros —Oh, oh, la he conseguido picar. 

—Oh, entonces siempre seremos tu vida entera, ¿no es romántico? <3

—Romántico será cuando esté bailando en las tumbas de cada uno.

—Tantos años de investigación para olvidar que yo ya estoy muerto, me das tanta pena que voy a ayudarte un poco. :( —Antes de dejarla responder, mandé el código secreto— ;7#'@ 6 083/#@ 3/ :34€3 6 @'345@4@#  —Zalgo no me había dicho nada de que se lo dijera así, pero sería divertido ponerla un poquito más de los nervios— Cuando lo descifres, escríbeme y tal vez te dé otra pista, pero piensa rápido porque los mensajes se borrarán en 10 segundos para que no tengas pruebas. ;) —Terminé por decirle, no podía dejar pruebas.

Vi como la muy inútil en vez de hacer captura de pantalla corrió a por papel y bolígrafo, aunque tal vez fuera una buena idea sabiendo que podría borrarle las imágenes de la galería. 

—Todavía me da tiempo a hacer una foto como prueba —La escuché decir por el micrófono. Iba a borrar los mensajes ya, pero se adelantó al tomar la foto con otro móvil del que no tengo control. Mierda…— Te he ganado... —La escuché decir con su horrible cara de orgullo. No quería imaginar qué me podría hacer Zalgo por esto…— Está... toda borrosa..., no se ve nada… —¡¿En serio acababa de decir lo que acababa de decir?! 

—Imbécil, ni siquiera eres capaz de tomar una simple foto… —terminé por escribir mientras me reía. ¡La mejor inspectora del universo!

—¡¡MALDITO ELFO DE MIERDA!! —gritó a todo pulmón.

Estallé a carcajadas y guardé el teléfono después de apagarlo en el cajón, negué varias veces con la cabeza y la reposé en el respaldo de la silla. Ah… Janna. Janna Weskare. «Nos conocimos hace bastante tiempo, sinceramente no recuerdo cuándo». Comencé a decir en mi cabeza, como si le estuviera hablando a Janna. «Recuerdo bien que salí enfadado de la televisión. Alguien había encendido un cartucho maldito y me había hecho volver a mi muerte. Cómo no, la persona estúpida eras tú… Recuerdo que algo me hizo detenerme: no me tenías miedo, me sonreíste. Y luego como buena imbécil me amenazaste y comenzaste a lanzarme agua bendita. Por Zalgo, aún recuerdo lo mucho que escocía esa mierda. Sin embargo, Zalgo no me dejó matarte. Me dijo que te dejara inconsciente e hiciera parecer que te habías intentado matar tú solita… En ese momento yo no era conocido, y sin embargo tú escribiste lo ocurrido por internet y alguien se inventó una historia de origen mía basada en eso. Ay… Janna, por mucho que te odie siempre te tendré un cariño especial. De alguna manera, tú me creaste. En esta sociedad de asesinos que tenemos nuestra fama es esencial para ser respetados».

Me levanté y me tumbé en uno de los sofás. Tenía que aprovechar que Zalgo aún me estaba dejando estar en el exterior, que las camas pixeladas no eran lo más cómodo del mundo. 

«Te he jodido bastantes veces en tu trabajo con la policía, he de reconocerlo». Seguí recordando. «Creo que en muchas ocasiones ni siquiera te has enterado de que yo estaba implicado en que tu vida fuera tan desgraciada». No pude evitar soltar una pequeña risa. «Lo cierto es que Zalgo te tiene mucha manía, y aún no entiendo por qué… Y sí, hacía tiempo que no me mandaba ninguna misión relacionada contigo, mucho menos hablarte directamente. Aún recuerdo la última vez que ocurrió…»

KRAAAAAK!]

La tormenta está cada vez más fuerte. No entiendo cómo Janna puede estar investigando estas ruinas tan tranquilamente. Estoy físico, Zalgo me ha dicho que me deje ver en algún momento dado, y eso significa que me estoy empapando.

KRAAKABOOM!]

Ese trueno asusta a la inspectora y yo no puedo evitar reírme. Oh, oh, he delatado mi posición antes de lo que tenía pensado. 

—Te he escuchado —grita y menea la linterna enfocando cada vez más en mi dirección—. No sé quién eres, pero soy policía y estoy armada —se acerca a mí—. Yo que tú saldría de las sombras.

Sonrío y salgo lentamente. La inspectora da un pasito para atrás, menuda cobarde…

—Ben… —me dice y me devuelve la sonrisa, aunque la borra pronto. En el fondo le caigo bien, estoy seguro—. ¿Ahora te dedicas a borrar pruebas de vuestros crímenes allá donde voy?

—No te confundas —doy un paso hacia ella—, que no hayas atrapado a un solo Creepypasta tiene que ver con tu calidad como inspectora… —me acerco a su rostro y ella me dedica una mirada de asco— aunque lo cierto es que somos demasiado buenos limpiando pruebas.

Me va a dar un empujón para que me aleje de ella, pero antes de que pueda hacerlo me teletransporto detrás de ella. Adoro ser fantasma.

—¡Serás! —Me grita y se da la vuelta con rapidez. Sus reflejos me sorprenden, eso tengo que admitirlo—. Ya está bien, elfo menstruante… —sí, me pone apodos muy originales— ¿Por qué has venido?

—Porque… —aparezco en su lado derecho y le susurro en el oído— hay un cuerpo cruzando esa pared. 

«Sí… eso ocurrió hace poco menos de un año y medio, creo. Tú ya tenías tu rango de inspectora jefe y Zalgo me mandó para asegurarse de que sabrías que la muerte de aquel chico desaparecido que buscabas estaba involucrada con nosotros, aunque no pudieras demostrarlo. Unos meses después nos vinimos a Precespyata, y tú también…»

Cerré los ojos y sonreí, me estaba entrando el sueño. 

«Va a ser divertido volver a jugar contigo, Janna Weskare. Pero venir a Precespyata… no deberías haber hecho eso».

—Uno… dos… tres… cuatro… cinco… seis… —empecé a tomar impulso y en cada flexión di una palmada— once… doce… trece… catorce… quince… dieciséis… —escuché que tocaron la puerta. Me levanté y estiré mis brazos hacia arriba mientras caminaba hacia esta.

—¿Sally? —ella bajó la mirada al ver que no tenía camiseta puesta— No me mires así, ni que fuera un exhibicionista…

—Jeff, entiende que no estoy acostumbrada a verte así a pesar de todos estos años… —Contestó tenuemente y aclaró su garganta—. Debes bañar a los chicos —arqueé una ceja.

—¿Bañarlos? ¿Qué quieres? ¿Que los deje pasar a la cabaña y que usen mi ducha? —me crucé brazos y me apoyé en el marco de la puerta.

—Bueno, si tú quieres… Solo te dije que debías bañarlos, no el cómo.

—Los bañaré en ácido entonces —Sally soltó una risa que terminó contagiándome—. Ahora voy, déjame vestirme.

Sally asintió y se fue corriendo a lo más profundo del bosque. Era de noche. Solté una pequeña risa y cerré la puerta.

—¿Bañarlos? ¿En serio? —Habló Liu desde el sofá acostado.

—No será para tanto.

Caminé a mi cuarto y salí de él vestido con mi sudadera. Salí de la cabaña seguido de Liu.

—¿Alguna idea? —Preguntó y me encogí de hombros.

—Capaz los bañe a escupitajos —reí con mi propia broma y Liu negó varias veces con la cabeza mientras reía levemente.

—¿Sabes? Iré contigo. Me da curiosidad ver cómo los tenemos guardados —reí ante su broma.

Llegamos a la celda, Liu caminó hacia la izquierda y sacó de una caja una manguera.

—Muy bien, ¿y la bomba de agua? —busqué con la mirada. Liu en silencio raspó con el pie en el suelo a mi lado, encontrando una tapa negra— ¿Cómo sabías dónde estaba?

—Porque yo sí fui a ayudar a los proxys cuando construyeron esto —Contestó y ladeó levemente la cabeza haciendo una mueca. Yo rodé los ojos.

—Bien, bañémosles.

Liu quitó la tapa y conectó la manguera al instante, pulsó un botón y comenzó a brotar el agua.

—Tira del interruptor —me pidió y tiré, haciendo que dejase de salir el agua—. No hay que desperdiciarla aunque tengamos pozos.

Pegamos un portazo y entramos a la celda con la manguera. Liu se quedó detrás y yo me acerqué hasta los adolescentes. Se quedaron en silencio mientras abría la puerta y entraba con ellos. Miré fijamente a una de ellas, una chica bajita con falda rosa. 

—Ven —dije—, tengo una correa para sacarte a pasear con los demás, tendrás tu cuenco personal y un lugar para que levantes la pata, ¿te apetece? —En realidad solo tenía pensado bañarlos, pero me apetecía jugar un poco a ver cómo se comportan. Me haría mucha gracia descubrir que esta chica es una fangirl mía.

—No, gracias… —respondió mientras fruncía el ceño. Se apegó con rapidez a un chico negro que tenía al lado. Vaya, definitivamente no era una fangirl. 

—Déjala —contestó la chica rubia mirándome fijamente. La conocía, era la chica que secuestré. También le estuve mirando el móvil cuando Ben se los quitó. 

—Oh, vamos rubia, no te pongas celosa, ¡tengo una correa extra para pasearte a ti también! Podemos hacer turno partido o ir los tres a la vez —reí acercándome a ella, pero ni se inmutó. Sí, no me equivocaba, la rubia sí es una fangirl.

—Aléjate de ella —soltó de repente un chico del que ni me había fijado mientras ponía su brazo delante de la chica. No pude evitar reírme. Acto seguido, le di al chico un rodillazo en la cara y luego en el abdomen. Me parecía increíble, los trataba así de bien y actuaban como si fuera un peligro. 

—Realmente soy el que mejor os ha tratado de todos los que os visitan —les empecé a decir—, os doy conversación, os invito a ser mis mascotas, os ofrezco comida… Y me tratáis así. Creo que estoy siendo demasiado benevolente con vosotros, ¿no creéis? —me agaché y saqué mi cuchillo. Lo tenía guardado en el bolsillo de su sudadera—. Me aburriría bastante mataros ahora mismo a los cuatro tan fácilmente, deberíais estar agradecidos porque ninguno de nosotros os haya tocado un mísero pelo.

—¿Y mi mano? —contestó el negro molesto. Oh, cierto. Le apuñalé la mano cuando gritó a Sally por haber dejado salir al chino que murió.

—Le gritaste a una niña inocente que se jugó el pellejo para que escapaseis, maldito desagradecido, a parte, dije pelo, no mano —miré fijamente al chico sin pestañear. No tardó en ponerse nervioso.

—Jeff —me llamó la rubia. Vaya, su calma me sorprende—, todos vosotros sois asesinos, matáis sin importar qué o quién, sus circunstancias o edad, ¿por qué seguimos vivos? —Vaya, una que razona un mínimo. Estaba a punto de preguntarle algo sobre Zalgo, pero decidí callarme—. Si te molesta estar viva, puedo cortarte el cuello o apuñalarte, ¡soy tan bueno que hasta te dejaría elegir! —sonreí de lado.

—¿¡Pero por qué…!? —La interrumpí pasando el metal de mi cuchillo por el cuello de la rubia, haciendo que clavase sus ojos en los míos. Noté como sus pupilas se dilataban, había conseguido que tuviera miedo.

—Vamos a dejarlo así, ¿sí? —susurré en su oído. Ella tragó en seco y me alejé a la salida de la celda. Ya era suficiente numerito por ahora—. Realmente apestais, ¿hace cuánto que no os ducháis? ¿Una semana? —Me miraron confundidos—. Sacaos la ropa —ordené.

—¿Qué? —preguntó la chica con falda sonrojada.

—U os la sacáis u os la rajo yo mismo, decidid —sentencié.

Me encantaba dar miedo. Enseguida todos comenzaron a quitarse la ropa hasta quedarse en paños menores.

—La ropa interior también es ropa, señoritas —Miré a Liu por unos segundos, me miraba con la cabeza baja y riéndose sin hacer ruido.

—¿Nos podemos quitar la ropa interior Brian y yo? —Soltó entonces el chico rubio al que había pegado antes. ¿Cuándo se ha puesto en pie? Liu se estaba tapando el rostro con su camiseta, no podía aguantar más la risa.

—¿Te consideras una señorita en este momento? —En cuanto lo dije, la fangirl rubia soltó una fuerte carcajada que cortó rápidamente. Vaya… alguien que aprecia mis bromas.

—Por fin alguien que entiende el buen humor, el de calidad, el… 

—Jeff, o vas al grano ya o me voy a comer que se me enfría la sopa —dijo Liu rojo apurándome.

—Sí, sí… ¡Liu, dale al agua, maestro!

Enseguida disparé el agua a presión contra ellos. Por Zalgo, aquí sí que no pude aguantar más la risa. Los cuatro estaban dando vueltas y restregándose el agua desesperados. Uy, seguramente esté bastante fría. Liu paró el agua después de un minuto o así.

—No quiero que me veáis como un sirviente, pero tenéis que darme vuestra ropa, os la devolveré en unas horas… si me apetece, claro —Les acerqué mi brazo para que me fueran dando su ropa desde los barrotes. 

—No pensarás en dejarnos en ropa interior hasta que nos devuelvas la ropa, ¿verdad? —preguntó el chico negro.

—Acabo de deciros que no me veáis como a una sirvienta y ya me estáis pidiendo una mantita para taparos… Pongámoslo así, vosotros estáis secuestrados, y yo soy el secuestrador, además de una celebridad de internet… ¡Deberíais traerme vosotros la manta a mí! —exclamé de brazos cruzados tras tirar la manguera al suelo. De más estaba haciendo con ofrecerme a lavarles la ropa.

—Brian, déjalo estar, al menos nos han dejado limpiarnos… —contestó la chica castaña sin la falda mientras todos me daban sus prendas.

Cerré la celda y me fui con Liu. En cuanto llegamos al bosque comenzamos a reírnos sin parar. 

—¡JAJAJAJAJA! —Liu estaba más rojo que la bandera comunista. Caminamos así hacia el lado donde estaba la manguera— El chico ese que te ha dicho si se podía quitar la ropa también, ¡menudo bragazas!

—¡¿Y has visto cuando ha puesto el brazo delante de Tenny?! ¡Seguro que va detrás de ella! —Continuamos riéndonos de aquel rubio. 

—Espera… —Liu paró la risa y se me quedó mirando raro— ¿Tenny? ¿Cómo sabes su nombre? 

Me quedé callado, aunque el sonido de la puerta del almacén me salvó de contestar. Alguien había entrado. Fuimos hacia allí y a lo lejos vimos llegar a Toby con alguien.

—Comida… —escuchamos el murmullo del chico. Me fijé y era uno de los secuestrados. ¿Qué hacía fuera de la celda? ¿No que Masky se llevaba solo a una chica llamada Lexy?

—¡Eh! —Exclamé y Toby y el chico me miraron— ¡Te has saltado el baño reglamentario, sucio de mierda!

Disparé la manguera en dirección al chico y Toby se hizo a un lado rápidamente. 

—¡¡UUUUUUUFFF!! —soltó abrazándose a sí mismo como hicieron los otros. ¿De verdad estaba tan fría el agua? Tampoco quería comprobarlo.

—Vas a matarlo de hipotermia —Dijo Toby cruzándose de brazos y apagué la manguera.

—Solo les baño —Respondí mientras Liu guardaba la manguera—. Llegaste tarde al servicio de lavandería, te quedarás con el olor a mierda en tu ropa —Le hablé al chico y solo respiraba agitado—. ¿Qué mierda hace fuera de la celda?

—Laughing lo saca a pasear… —Contestó— yo estaba por el bosque cuando los he visto, Laughing ha venido corriendo y me ha pedido que lo llevase yo a la celda. Le diré a Masky que se fije más en él…

—Ah, perfecto. Vosotros tres me recalcáis las reglas como si hubiese hecho lo peor del mundo y luego los queridos proxys de Slenderman hacen lo que les dé la gana —rodé los ojos y Liu me miró por unos instantes y luego a Toby.

—A mí no me metas en ese saco, yo solo vigilo la zona —dijo con los brazos cruzados—. Además, ambos sabemos que a esa chica le quedan los días contados con Masky, y que Hoodie no se entera de nada más que de qué color cagan… 

—Jeff —me llamó Liu tocándome el hombro—, deberíamos irnos ya, que de verdad se me va a enfriar la cena —Dijo sonriendo. Acepté con la cabeza.

—Bien, ya nos veremos, Toby —nos despedimos de él y pusimos rumbo a nuestra cabaña. 

—Oye… Jeff —Me llamó Liu.

—¿Mm? 

—¿Cómo es que sabes cómo se llama una de las secuestradas? 

—Eh… —Liu repudiaba a las fangirls, y seguro que no le gustaba un pelo que hubiera estado cotilleando el móvil de una aunque fuese por diversión—. Es la chica que secuestré yo, y cuando Ben les quitó los móviles me puse a mirar el suyo por curiosidad —Le dije despreocupado, tampoco había hecho nada malo.

—Ya… —me dijo con ese tono que pone cuando algo no le gusta— ¿Solo le miraste el móvil esa vez? 

—Liu —me detuve y lo miré fijamente—. Me dio curiosidad que ya nos conociera de antes, nada más.

—Supongamos que te creo… —terminó con un tono irónico.

Llegamos a la cabaña y comenzamos a colocar la mesa para cenar. 

«Es de las pocas fangirls que no ha saltado de miedo al verme o ha intentado violarme», pensé mientras jugaba con la cucharada en la sopa. «A parte, parece una persona normal, piensa racionalmente… y le gustan mis chistes».

Curiosidad n°8: El alma de Ben está fuertemente unida al juego maldito, y por eso él se siente como un NPC más ahí dentro hasta que ocurre algo inusual en él, que por más acostumbrado que esté a que pase siempre lo altera.

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