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By EBolivar01

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By EBolivar01

Penélope estaba nerviosa, movía su pie de manera rápida mientras que Emily peinaba su cabello con sutiles accesorios. Emily quién estaba observando debes en cuando de reojo a la dama y suspira cuando nota que trata nuevamente de jugar con su cabello magenta.

—Mi señorita, por favor quédese quieta, sino el peinado va a quedar mal y no deseamos eso — expresa ella, mientras daba los ultimos toques al peinado —Vera que estará hermosa para los chicos

Penélope tararea, esta totalmente de acuerdo con que tenía que estar quieta, cuando Emily exclamo alegre de haber terminado.

—¡Ya quedo! Puede observarse

Penélope se observa en el espejo y le gusta lo que ve.

—¿Qué vestido ha elegido mi señorita? — cuestiona Emily

Emily observa como Penélope se pone de pie rápidamente y le observa ir hacía su armario, de ahí sacó un vestido blanco con mangas largas con encaje blanco, un vestido tan hermoso que a Emily le encantaba.

—¡Es hermosa mi señorita!— exclama alegre ella, mientras junta sus palmas con alegría

—Lo se, estuve indagando para saber cual podría ser perfecto para la atención — expresó ella con nervios

Emily le ayuda a levantarse y comienza a vestirse. La suave tela del vestido abraza su cuerpo, su pálida piel resalta gracias al vestido, junto a su largo cabello magenta y sus ojos verdosos.

Cuando el vestido cae, Penélope se da cuenta fácilmente que arrastra la tela, Penélope se apresura a ponerse unas zapatillas blancas con una piedra verdosa muy llamativa. Ambas se divierten, alegres del pequeño evento de hoy, cuando la puerta es tocada.

Emily se apresura a abrir, y ve al mayordomo, se hizo a un lado, notando que parecía estar más tranquilo.

—Señorita, el duque le espera en su despacho— expresa él, para alzar la vista y ver con sospresa a la niña de cabellos llamativos

—Comprendo— dice, para después caminar hacia la salida —Vamos

Pennel le sigue pasos atrás, la estudia y aunque le cueste admitirlo, se siente satisfecho con la imagen de una dama de noble cuna.

Penélope por su parte, se siente nerviosa de ir hacía el lugar del duque, porque tiene el presentimiento que este mismo cancelara lo que ha estado haciendo esos dos últimos días y no quiere eso. Cuando llega frente a la enorme puerta, es Pennel quien pide permiso para ingresar y posteriormente le da el paso, cuando recibe una respuesta afirmativa del duque.

—Adelante señorita

Penélope suspira e ingresa. Las cortinas del despacho del duque están sorpresivamente abiertas en su totalidad, junto a una pequeña porción de la ventana, dejando así que la luz natural ingresara junto a la suave brisa del comienzo de un nuevo día.

—¿Padre?— cuestionó en voz baja 

—Oh Penélope que bueno que has llegado, te quiero presentar a Eclipse, a partir de ahora será tu guardia... 

Las palabras se van de la boca del duque cuando ve a Penélope. Le cuesta admitirlo, pero ella ya no es la niña que había llevado a su hogar, no es la pequeña niña que lo miraba con ilusión e inocencia, sino que la dama frente de él era una mujer echa y derecha, de hermosos rasgos, rasgos que por fin se tomaba el tiempo para analizar y notar fácilmente las facciones aristocráticas que portaba. La luz del sol que se filtraba por su ventana le había dado una mejor visión del cabello de su hija, notando el suave tono rojo oculto entre los cabellos magenta y el tenue color gris en el hermoso tono verdoso, esos eran dos detalles que apenas notaba. 

—¿Padre?— cuestiona ella mientras se acerca un poco más hacía donde estaba él —¿Todo bien?

Pennel nota como el duque parpadea dos veces, como si no creyera lo que estaba viendo, e incluso el mayordomo aun estaba aturdido por la bella dama. 

—Lo siento Penélope, me quede pensando en una cosa— se excusa de manera tonta y equivoca —Como te decía, el es Eclipse y estará entrenando para volverse tu guardia 

Penélope y Penell miran hacía donde señala el duque. Ahí había un joven tan alto como Reynold y Derrick, su cabello era de color arena oscura y sus ojos eran de un suave color gris oscuro, se le podían ver unas suaves cicatrices, llevaba ropas sencillas y miraba a todos de manera analítica. Penélope se acerca a él, en una de sus manos esta un abanico, estudia al joven hasta que finalmente le sonríe tímidamente.

—Hola Eclipse, me llamó Penélope Eckhart, espero que cuides bien de mi— sonrío ella

El duque no creía lo que veía, estaba más que claro que ella mostraba ese lado a pocas personas y él no estaba en esa lista. 

—Será un placer señorita— dice él de manera dócil 

El duque le da unas cuantas explicaciones a los dos, quienes le escuchan con atención, para que finalmente los dos vayan hacía la puerta donde el joven Eclipse le dio el paso a Penélope, quien le dedico otra sonrisa y se despidió de él. 

—Pennel— llamó el duque a su mayordomo —Vigila a Penélope y cuando sea la hora, avísame para ver a esos jóvenes

—Si su excelencia— asiente el anciano 

Ninguno nota la atmosfera, ninguno acepta que la dama se había puesto muy hermosa para dos simples plebeyos que nunca estarían a su nivel. Oh, si tan solo vieran a los invitados, en su momentos se irían de espaldas. 

Callisto había pedido desayunar con sus invitados, pero la reina había tenido la misma idea y ahora estaban todos reunidos en el gran comedor que había en el palacio. Sentado en la mesa, puede observar fácilmente a los demás. 

Su majestad el emperador estaba en la cabecera, mientras que él estaba a su lado, de su lado derecho estaba el príncipe escondido Anastacius, seguido estaba el duque Robane, y el duque Alpheus, frente de él, estaba la reina, seguida del idiota de su hermanito, después el joven Alpheus y Lucas el gran mago. 

La comida era deliciosa, de eso no había duda.

—Príncipe heredero, ¿Cómo van los planes para la competencia de caza?— cuestiona el emperador 

—Va bien su majestad, el vizconde es un buen organizador, de hecho muchas casas han estado alabando el ingenió del vizconde— expresa tranquilo Callisto, el instinto asesino que siempre tiene, se mantiene calmado con los Obelianos cerca de él

—¿De verdad?— cuestiona burlonamente la reina, haciendo que los ojos de Anastacius pasen a la dama —No sabía que un simple vizconde puede desarrollar algo así tan complicado 

Roger Alpheus sintió que esa mujer acababa de cavar su tumba, el príncipe le haría la vida imposible a partir de ese momento. «Se va a morir» pensó para si mismo el duque. 

—Me siento halagado su majestad, la organización de eventos es mi fuerte, porque sinceramente me preocupa que no haya alguien capaz aparte del príncipe Callisto para organizar estos eventos— expresa tranquilo Anastacius, mientras prueba la carne con condimento especial...

Lucas, quien ha leído los pensamientos del príncipe escondido, agradece que las joyas que ellos llevan, tengan un hechizo protector contra los venenos. Félix quien también estaba degustando la comida, notó como el broche de Anastacius cambiaba de color, y frunció el ceño. 

—Que audacia el de sus cocineros su majestad— expresó él de manera seria, mientras sus ojos grises observan al emperador y a la reina 

—¿De qué esta hablando duque?— cuestiona el emperador sin comprender lo que estaba pasando

—Lucas, ilumina a los presentes por favor— pide el duque, mientras se limpia los labios con cuidado 

Lucas no dice nada más, simplemente alza su mano y el circulo de mana rojo se hace presente y pronto, del bistec que comía Anastacius, una nube negra se alza, para después volverse verde y desaparecer. La incredulidad estaba en todos. Callisto, quien si bien sabía sobre la magia de Lucas, no esperaba que algo así saliera de la comida del príncipe escondido y temió que el emperador Claude quisiera la cabeza de todos por matar a su irritante hermano. 

—Envenenar el bistec del vizconde— se burló Lucas, sus ojos rojos miraron de manera brillosa y espeluznante a los presentes —Eso merece mucho valor

Los ojos del emperador se abren con terror como el del segundo príncipe, mientras que la Reina aprieta fuertemente sus puños, Callisto por su parte inspecciona el platillo y después sonríe.

—Tiene el plato equivocado— expresa Callisto, ganando una mirada de todos —Ese es mío, o más bien, el que debió de ser para mi, no soy fan de las habichuelas

—Puedo notarlo mi príncipe— sonríe Anastacius —Ese plato si tiene habichuelas y este no —Expresa señalando cada plato, donde uno tenía zanahorias extras y el otro si llevaba habichuelas —Parece que este plato era para usted y no para mí, es una suerte, el imperio hubiera perdido al siguiente emperador 

La tensión estaba en el aire, todos sabían que meterse con la delegación de Obelia sería un suicidio.

—Espero conocer a la persona que ha osado tratar de envenenarlo su alteza— dice Roger, mientras se pone de pie con tranquilidad y elegancia —Y darle un cálido saludo como estamos acostumbrados por en Obelia, con su permiso, los niños tienen una pequeña reunión 

Callisto observa con admiración como ellos se ponen de pie para irse, aunque claro, siente curiosidad por saber a donde irán el joven duque y el mago Lucas, pero sentía que podía tenerles total confianza a esos dos sin problema alguno. Divertido, Callisto se pone de pie y sorprendentemente el emperador también lo hace, y salen de ahí, dejando a la reina hacer su berrinche a gusto y dejando a su loco merced al pequeño príncipe bastardo. 

Era la hora y Penélope estaba muy nerviosa. 

El duque estaba a su lado y Derrick al otro, no había señales de Reynold para su buena suerte, pero desearía que el primer bastardo no estuviera presente. 

No sabe como, pero ambos estaban al comienzo de las escaleras cuando iba a bajar para esperar a recibir a sus invitados. 

El ambiente era raro, podía sentir las miradas de los dos hombres, podía sentir como la estudiaban y finalmente como desviaban la mirada de ella. Emily quien estaba un poco cerca de ella también ha notado el ambiente y solo desea que los jóvenes que ha conocido estén pronto ahí para liberar la carga de su señorita.  

—¿A qué hora vendrán ellos? — cuestiona Derrick, mientras mira hacía donde esta Penélope —Es irresponsable por parte de ellos no presentarse cuando se les cita 

—Aun no dan las tres de la tarde, joven maestro— dijo Penélope, sin mirarle, solo mirando por la ventana —Y no creo que ellos sean irresponsables 

Derrick se burla, mientras que el duque observa a su hija. La manera en como Penélope se pone nerviosa, el como ansia ver a esos jóvenes es lo que llama su atención. 

—Penélope, el otro día probamos un platillo que hiciste— expresó el duque, creyendo que aquello era la mejor manera de romper el ambiente 

—¿Plato? ¿Te refieres al pan de ajo y queso?— cuestiona ella, mirando al duque y al joven duque —¿Cómo fue que lo probaron? Creí que Emily se lo había terminado 

Emily se sonroja al sentir las miradas.

—John había guardado un pan para después, creo que fue el que desapareció— señala ella 

—Bueno, fue algo que solo desee que probaran— expresa tranquilamente Penélope 

Derrick la observa, desea decirle algo más, cuando de pronto Pennel aparece. 

—El carruaje de los jóvenes ha llegado— expresa el mayordomo 

Penélope se pone de pie con ayuda de John que ha pedido ser la escolta de la dama. Rápidamente salen por la puerta y Derrick esta esperando ver un viejo carruaje, talvez de una familia caída en la ruina, pero lo que obtiene es la vista de un enorme carruaje blanco con una cresta que él no reconoce, pero jura haber visto ya, hay varios caballeros a lado del mismo y pronto cuando se detienen, ambos varones Eckhart sienten sus hombros tensarse, aunque claro, que no son los únicos, pues pronto Reynold aparece vestido con ropa semi-formal.

—¿Qué significa esto?— cuestiona Reynold, mientras se pone a lado de Derrick —Creí que vendrían esos plebeyos 

—¡Reynold!— exclama de pronto el duque

El carruaje se detiene, los cinco caballeros bajan de los caballos y uno de ellos abre la puerta. 

Lo primero que ven es a un hombre vestido similar a Pennel, pero también era diferente, pues llevaba unos pequeños accesorios de plata y la tela de sus trajes se veía tan costosa que no creían que fuera un mayordomo, pero Penélope lo siente tan familiar, como si ya lo hubiera visto antes. 

—Gloria y bendiciones sobre el ducado Eckhart, Sebastián Michaelis; mayordomo del gran ducado Robane presentándose — dice, dando una reverencia —Jóvenes maestros 

Cuando los «jóvenes maestros» aparecen, cada uno tiene una reacción diferente. Derrick y Reynold no creen lo que ven, sinceramente esperaban que el carruaje fuera solo la fachada, pero viendo bien a los dos sujetos, estos eran claramente de alta cuna, pero de ser así, ¿Por qué ocultarse? No lo comprenden. 

Penélope por su parte no dice nada, ella junto a Emily y John ya sospechaban que ellos eran de cuna alta, y sinceramente entre ellos tres pensaban lo mismo, ¡Lucían muy bien con ropa noble!

El duque por su parte estaba peor. Los jóvenes de los cuales Derrick y Reynold se habían quejado eran parte de la delegación de Obelia, pero entonces, ¿Por qué no aparecer ese día? ¿Por qué al día siguiente? Pensaba miles de cosas, pero más por el hecho de que Penélope parecía estar muy cómoda con ellos, como si ellos fueran amigos de toda la vida. 

—Duque de Eckhart, es un gusto verlo de nuevo, su hubiéramos sabido que era el padre de esta hermosa dama, nos hubiéramos reunido el mismo día de la reunión de nobles— dijo Lucas con gracia

—¡¿Qué quieres decir con eso?!— grito Reynold, llamando la atención de los que no lo habían notado

—Oh eres el joven que nos grito por ser unos sucios plebeyos— comentó Lucas, mientras le miraba y sus ojos rojos parecían brillar 

—Lucas, quédate quieto— pide Kiel, al notar como el peli-rosa quería saltar para desgarrar la garganta de Lucas —Princesa, es un gusto conocerla formalmente, heredero al ducado Alpheus, Ijekiel Alpheus

Ijekiel hace una reverencia y besa el dorso de la mano de Penélope, quien también devuelve la reverencia.

—Princesa, Lucas Patterson, sobrino del vizconde Patterson, prospecto al puesto de príncipe consorte del imperio de Obelia— expresa Lucas, mientras sonríe e imita las acciones de Ijekiel 

La mención del puesto para Lucas, hace que Kiel quiera apretarle el cuello, porque estaban los dos con el propósito de estar con la princesa de cabello rubio, pero también aquello serviría como coartada para que esos dos idiotas no se metieran con ellos. 

—Esperaba lo primero, más no lo segundo— negó Penélope, hablando por ella y por sus dos amigos —Pero por favor, vamos ingresando, tomaremos el té en el jardín. Pennel, ¿Guías el camino? 

—Por supuesto mi señorita— asiente el mayor 

—¡Perfecto!— exclama alegre ella, mientras mira a sus invitados —Jóvenes maestros, Sebastián, síganme 

Cuando dice el nombre del mayordomo, ninguno nota como sus ojos rojos comienzan a brillar. Sebastián siente el llamado del corazón puro Robane, siente como la simple orden/petición que le ha dado hace que su cuerpo se mueva de manera automática. Mientras caminan, no la pierde de vista, tampoco le importa lo que los demás digan, porque solo le importa ella. 

—¡Bienvenidos!— exclama ella con una alegría que ya había visto en Félix y por un segundo, un nombre pasa por la mente de Sebastián

«Claudette»

—Claudette— susurra

Talvez algo dentro de la mente de Penélope reconocía ese nombre porque ella misma voltea, la confusión baila en sus ojos, talvez ella si recuerda su segundo nombre, pero esta muy enterrado en su mente.

—Vamos a tomar asiento— dice ella, mientras señala la mesa redonda con bocadillos y tazas que hay 

Sebastián, Pennel, Emily y John observan como los tres comienzan a hablar entre ellos, la conversación es llamativa a su manera, los tres hablan de diversas cosas y las risas que se presentaban cautivaban a los que pasaban por ahí, pues nunca habían escuchado a la dama falsa reírse de esa manera, tan dulce, tan inocente que parece ser un sueño, porque incluso los hombres Eckhart están aturdidos, porque jamás la habían visto así. 



Derrick y Reynold estaban sorprendidos al escuchar la risa de Penélope. Desde que ella había llegado, ella nunca había reído así, pero ahora con esos desconocidos, ella era tan fría con ellos que parecían no tener sentimientos, muy a diferencia de Ivonne que era un rayo de sol. 

Ambos hermanos estaban a unos metros de ellos, no estaban fuera, sino que estaban en una de las tantas habitaciones del ducado, escuchando y observando todo a escondidas. 

Ambos se encontraban enojados, furiosos de ver como esos dos se llevaban la atención de Penélope, pero sobre todo, estaban enojados con ella por llevarse tan bien con esos... idiotas.

—¿Qué les ve?— cuestiona Reynold, llamando su atención —No tienen nada de especial 

—Claro, solo uno es nacido de un ducado y el otro tiene la suerte de ser prospecto para ser el príncipe consorte— se burló Derrick, para después negar —Debí saber que algo estaba mal cuando los vimos

—¿Notaste que el mayordomo es le mismo que acompañaba al pelirrojo de la otra vez?— cuestiona Reynold 

—Lo hice, ese debe de ser el duque Robane — expresa Derrick, mientras revisa sus papeles

—Padre no debió de haberles dejado entrar— niega Reynold —Esos dos son unos idiotas y nos faltaron al respeto

—Si, pero ¿Qué se le puede hacer? Esos dos son parte de la delegación de Obelia— señala Derrick 

Reynold iba a decir algo más, cuando de pronto un fuerte grito se escucha. Apresurados salen de la habitación y notan que su padre baja las escaleras, ciertamente no es que les importe la seguridad de Penélope (como Derrick se ha expresado) sino la imagen del ducado y cuando llegan frente de ellos, ven a la doncella principal y ama de llaves hincada en el suelo, mientras que el joven Patterson la mira con enojo y Penélope se mantiene a lado del joven duque Alpheus y Emily trata de limpiar lo que sea que cayo a su vestido.

—¿Qué esta pasando?— cuestiona el duque, llamando la atención de todos

—¡¿Qué mierda hiciste?!— cuestionan los dos con enojo hacía Penélope 

—Yo no...

—Ella no hizo nada duque— interviene Ijekiel, mientras los mira con enojo 

—Más bien esta perra— dice fríamente Lucas 

—Pennel, explícate— dice el duque 

Pennel quien esta sorprendido por los movimientos empleados momentos atrás, parpadea varias veces y es Sebastián quien habla.

—Si me permite su excelencia, este mujer tuvo la audacia de tirarle el té a la dama, para después burlarse que las manchas quedaban con su sucio linaje— expresó el mayordomo, quien miraba con furia a la mujer 

—¡Ella no haría eso!— exclama Derrick, mientras observa a la ama de llaves quien tiembla —Ella...

—Joven maestro, ella lo hizo, Dona le tiro el té hirviendo a la señorita y se burló de ella— expresó Pennel de pronto, mientras se acercaba al duque —Usted me dio la oportunidad de que esto salga bien, no le mentiré, incluso se atrevió a burlarse en voz baja de la señorita

Los Eckhart observan a Pennel y luego a donde esta Dona, quien comienza a gritar cuando unas lianas se comienzan abrazar a su cuerpo y enormes espinas se entierran en su piel. 

—¿Qué pasa?— cuestiona Reynold y la respuesta es la mano de Lucas con aquel mana rojo, mana que hace que aquellas cosas crezcan —¡Detente!

—¿Por qué debería?— cuestiona Lucas —¿Defienden a una sirviente en vez de a su hermana? Me cuestiono cuantas veces habrá pasado eso, ¿Cuántas veces esta perra se habrá atrevido a herir a Penélope sin que a ustedes les importara?

Sus ojos rojos hacen que tiemblen, mientras que Ijekiel se acerca a donde esta él.

—Lucas, ahora lo importante es atender a Penélope— expresa Kiel, mientras mira a la mujer con rabia —Si esto fuera Obelia, dejaríamos que Lucas destripe tu cuerpo, pero desafortunadamente no lo es

Sebastián no dice nada más y toma a Penélope en sus brazos. Su princesa esta herida, la quemadura que posiblemente a logrado llegar a sus piernas, la debe de estar molestando, por lo cual, le pide a Emily que los guíe hacía la habitación de la señorita, donde Lucas podría curarla.

—Llamare al medico— dice John

—No será necesario, soy mago imperial, conozco varios hechizos de sanación, solo saca a esta estúpida de mi vista y presencia— dice Lucas 

Todos ellos observan el cuerpo de Dona. La sangre que mancha sus ropas y el pasto es aterradora, llorando y pidiendo perdón por aquel atrevimiento, los Eckhart no saben como proceder. Saben que Obelia es un imperio que no dejaría impune aquello y agradecen que Penélope no tenga sangre Obeliana en sus venas, porque entonces sus leyes también aplicarían ahí. 

—Llévala a las mazmorras— dice el duque, viendo con enojo a la mujer —Pennel, me dirás todo lo que paso 

—Si su excelencia— asiente el mayordomo —Sugiero que vayamos a ver a la dama, dejarla a ella y a Emily solas, no creo que sea lo correcto 

Apresurados, van hacía el cuarto de Penélope, donde escuchan suaves sollozos que hacen que el cuerpo de los cuatro varones tiemblen, aunque cada uno con diversos pensamientos.

—Lo siento— escuchan que ella dice —La fiesta de té quedo arruinada 

—Oh Penny, ahorita eso no es importante— asegura quien creen, es Ijekiel —Ahora importa que Lucas trate esa herida 

—¿Herida? Ese maldito té estaba hirviendo, Penélope tendrás suerte si no te queda una cicatriz— expresa Lucas 

Los sollozos de Penélope se hacen más fuertes. El duque aprieta los puños e ingresa a la habitación, seguido de sus hijos y Pennel. 

La imagen que tienen es que Ijekiel tiene una cinta en sus ojos, para evitar que vea, mientras que Sebastián esta a lado de Emily asegurándose que su joven señorita este bien, mientras que Penélope lleva puesto una bata para dormir que esta arriba de sus rodillas y Lucas la sana.

Están dispuestos a pelear aquella falta de decoro, pero cuando Lucas se aparta un poco, ven la mancha roja que se extiende hacía arriba de la fina tela blanca, manchando las pálidas piernas de Penélope y Reynold frunce el ceño. 

Los tres Eckhart están furiosos, no saben si es por el atrevimiento de Dona, por el del ahora conocido mago, porque ellos estén viendo a Penélope en un estado vulnerable o porque ella sujeta con fuerza la mano de Sebastián, mientras sus ojos se llenan de lagrimas que parece no querer soltar.

—Penélope— llama el duque

—Su excelencia 

Aquello hace que el duque retroceda. ¿Por qué volverlo a llamar así? ¿Por qué no llamarle padre? Esta enojado y dolido, solo puede darle ordenes a Derrick y Reynold que se encarguen de Dona y si esta tenía algún otro secuaz, mientras observa como la magia de Lucas trabaja para borrar aquella horrible marca de las piernas de su hija. Pennel a su lado tiene que mirara hacía otro lado. Le cuesta trabajo no pensar que no ha sido la primera vez que Dona haga eso, recuerda haber visto varias veces sus vestidos sucios, y Dona regañándola por no saber comer, ¿Acaso eso tan siquiera era cierto? Tendría que hablar con el duque, porque aunque le cotara admitirlo, eso no estaba nada bien. 



El mana de Félix es peligroso cuando esta enojado, eso ahora lo saben. 

Lucas e Ijekiel les habían contado lo que había pasado con esa sirvienta de nombre Dona, la audacia que tuvo para herir a Penélope y el nulo arrepentimiento que había mostrado. 

Todos se encontraban pegado a la pared, Anastacius observaba todo mientras comía una manzana, Roger le cuestionaba a su hijo que más había pasado y Lucas susurraba torturas hacía esa perra que había dañado a la hija del mejor espadachín de Obelia. 

Félix por su parte, dejaba que su poder mágico peleara en su interior, que saliera. Lo que le había contado ambos chicos hacían que su cuerpo tiemble de rabia. Dona la sirvienta que había dañado a Penélope; no solo la había quemado, sino que también había insultado su linaje, un linaje que era más puro que el de esa mujer y quería poner en marcha su muerte, pero no podía, no cuando Sebastián le había dicho que algo extraño pasaba en ese lugar, y que tenía que ver con posiblemente un asqueroso demonio que se creía diosa. 

Sus ojos grises se llenan de lagrimas no derramadas, la frustración se hace cada vez más pesada cuando de pronto, no puede más y esta ataca al asesino que intenta ingresa a la habitación,

—Félix, quitar la sangre no es fácil— dice Roger, mientras observa el cuerpo del asesino —Pero tienes una buena puntería, te felicito 

—Tenemos que sacarla de ahí— dice en voz baja, pero que ellos escuchan muy bien —Ella no merece estar ahí, ella merece estar en casa 

—Félix, si me permites— habla Anastacius, captando la atención del pelirrojo —Ocupa la competencia de caza a tu favor, y al príncipe heredero igual

—No creo que funcione, él...

Sus palabras se cortan cuando es Lucas quien habla.

—Él aceptara — asegura  —Él es igual que nuestra princesa, ya ha vivido esta vida, no se cuantas veces, pero lo hizo, puedo sentirlo 

—¿Cómo?— interrogan todos 

—No lo se, pero creo que estamos involucrados nosotros— dice, mirando a Ijekiel 

—Eso es imposible — susurra el joven duque 

—No lo es— niega Sebastián, llamando la atención de todos —Él actúa como si ya los conociera, como si ya los hubiera visto antes

—De ser así, ¿Por qué pedir que se repitiera la historia?— cuestiona Félix

—Porque Penélope tuvo que haber muerto— expresa Anastacius, mientras se pone de pie —Athanasia ha vivido cuatro veces y reencarnado tres veces, en la primera como ella misma, quien fue asesinada por culpa de Rosalía Margarita — la mención de la mujer hace que Rogre y Anastacius hagan una mueca — cuando reencarna como una chica ordinaria de Corea, quien tenía una mejor amiga llamada Cha SiYeon, después vuelve aquí, pero ella y Jeannette son asesinadas por Aethernitas — Anastacius se remueve nervioso, detesta la idea de perder a su hija, una perdida que ya había sufrido y no recordaba — y vuelve por tercera vez, pero esta vez, todos estamos vivos y con ellas vivas

—Su alteza tuvo que haber pasado por lo mismo— señala Roger —Pero, ¿Cuándo exactamente?

—Penélope tuvo que haber muerto en algún momento y tú tuviste que haber sabido que paso para que él sepa de tí— expresa Lucas —Incluso puede que nosotros también hayamos vuelto atrás, pero no hubo cambios porque Athanasia supo como moverse 

—De ser así, debemos de saber como y cuando ocurrió la regresión de su alteza— expresó Félix, mientras observaba el cuerpo del asesino —¿Hay algo más?

—Mi joven amo, ella recuerda de cierta manera el nombre que usted le dio como segundo — dice Sebastián 

—¿Te refieres a Claudette?— cuestiona Félix, bajo la atención de todos 

—Sí

Félix siente que puede volver a llorar. Su hija si recordaba su segundo nombre, nombre en honor a su mejor amigo, nombre por el que Claude casi lo lincha.

—Bien, tenemos una tarea que hacer — susurra en voz baja 

Ellos asienten, saben lo que deben de hacer, saben como deben de hacerlo y saben que les espera en todo caso. Porqué ellos estaban ahí para recuperar a la dama y si el príncipe heredero podría ayudar, bueno, Félix siempre quiso el par de niño y niña, con gusto aceptaría a Callisto, aunque dudaba mucho que fuera como un hermano, sospechaba que sería como algo más.

—Sebastián— llamo, mientras sus ojos se volvían fríos y brillosos —Es una orden, protégela 

—Si mi amo

Frente a ellos, el caballero de sangre carmesí le ha dado a su demonio una tarea que este cumplirá contra cielo y marea.

Proteger a Penélope Robane. 

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