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By EBolivar01

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By EBolivar01

La delegación de Obelia fue presentada ante el consejo de los nobles, eso implicaba que el duque de Eckhart viera de primera mano a los dos jóvenes que estaban unos pasos atrás de quienes decían ser su padre y tío.

El duque los estudia. Ambos jóvenes visten ropas opuestas, siendo tan representativitos entre ellos mismos que le es difícil no comprarlos, porque por momentos cree ver a sus propios hijos, siendo uno tan formal y el otro tan despreocupado, tan sumergido estaba en sus pensamientos, que pronto se ve en el llamado del hijo de su mejor amigo y el propio príncipe heredero, quien le mira con los ojos entrecerrados.

—Duque, si esto le aburre puede irse— expresa fríamente el príncipe heredero, mientras frunce el ceño y lo mira —La delegación de Obelia no tiene porque ver su estado de mal animo o incluso su indiferencia

—No es eso su alteza— se presura a negar el duque

Sus ojos azules, notan que incluso los que están a su alrededor, quieren decirle algo y él lo sabe muy bien. Si bien, Eorka era un imperio basto, no se comparaba con el imperio de Obelia, que tenía grandes avances en territorio, sus minas eran extensas, sus cultivos eran elogiados y no tenía que olvidar las guerras ganadas por el temible caballero de sangre carmesí, caballero que si bien no se había escuchado una descripción física, se decía que podía él solo con un batallón, confiando en su espada y habilidades, siendo el favorito del emperador; y también siendo el modelo para seguir de Reynold. Cosa que le desagradaba, ¿Cómo es que su hijo admiraba a alguien que no conocía en persona?

La reunión ya estaba a punto de terminar, cuando el sujeto de cabello negro y sonrisa perezosa habló.

—Su alteza, queríamos saber si no hay problema en que nos quedemos hasta después de la competencia de caza— expresó el tal Lars Patterson —Nos gustaría participar y nuestro emperador expresó que él sin problema podría mandar unas criaturas para poder equilibrar la competencia sin problema alguno

—Bueno, si van a agregar más animales, no veo porque no— habla de pronto el marques Allen, el padre de la reina, tratando de ponerse de buenas con los Obelianos —Mi hija, digo la reina estará alegre de...

—Lo sentimos marques, pero sin llegar a ofender que es lo que menos deseamos, pero nuestro emperador desea que todos nuestros tratos se hagan con la ayuda de solamente el príncipe heredero— expresa Félix, quien tiene el apoyo de Roger y Anastacius —Insisto no queremos...

—¡¿Cómo se atreven?!— exclama furioso el marques, haciendo que muchos (incluso los de su propia facción) negaran ante el tono que estaba empleando —¡Mi hija...!

—¡Suficiente!

La voz de Callisto se sobrepone por encima de los demás y sobre todo el del grito del marques. El emperador que estaba ahí, pudo respirar tranquilo cuando el Callisto quien pone un alto, ahora se lamenta dejar que la reina ponga a su sufrible padre en el consejo.

—La delegación de Obelia no tiene porque ver este espectáculo— expresó el príncipe, para después voltear a verlos —Será un placer tenerlos con nosotros durante la competencia

—Se lo agradecemos— sonríe Roger, su aura relajante hace que muchos ya no sientan sus hombros tensos

Mientras se ponían de acuerdo sobre los preparativos extras, Vinter Bernadi observó de reojo a los Obelianos, desde que ingreso a la sala como segundo representante del lado neutral, pudo sentir la enorme cantidad de mana dentro del joven de cabello negro y ojos rojos, también la sentía en los otros cuatro; aunque claro, los dos de cabello blanco (parecido al suyo) no tenían tanto mana, si lo suficiente como para protegerse. Perdido en sus pasamientos, pronto escucha el chillido de exclamación del marques Allen.

—¡Su alteza, es la reina quien se encarga de los preparativos de la competencia de caza!— exclama furioso el hombre adulto

—Marques, la reina solo hizo las invitaciones y ni siquiera las mando a todos los nobles, me he encargado de eso yo solo y si el vizconde Patterson desea ayudar, lo aceptare con gusto— expresa Callisto

—Sera un honor y un placer

El emperador nota con facilidad como su hijo habla con los Obelianos, no sabe porque, pero desea que ni la reina ni el segundo príncipe se acerquen a ellos, no sabe porque, y tampoco lo cuestiona, solo le importa que todo salga bien.

Cuando todos terminan saliendo del lugar, ninguno nota como los ojos grises del caballero pelirrojo siguen sobre el duque de Eckhart, solo Callisto quien simplemente se niega a intervenir a menos que sea Penélope quien este en el medio.



Penélope esta ansiosa, desea decirle informarle a Kiel y a Lucas que podrá verlos al día siguiente. Sabe que es muy apresurado, pero quiere verlos, no sabe porque, pero se siente tan cómoda con ellos, como si los conociera desde siempre. Emily, que esta a su lado, mira con alegría la mirada de su señorita y se siente feliz y dichosa que haya alguien con quien ella pudiera ser simplemente Penélope y no la princesa de Eckhart.

—Emily— le llama de pronto ella, su voz suena tan suave y adorable, como si tuviera miedo de estarle molestando

—¿Ocurre algo mi señorita?— cuestiona con tranquilidad

—Tú... ¿Recuerdas donde nos dijeron Lucas y Kiel donde se hospedan?— cuestiona en voz baja, curiosa y preocupada —Yo no lo recuerdo

Emily se queda un momento en silencio y niega, no lo recordaba, y tampoco creía que ellos se lo hubieran dicho.

—No mi señorita, pero podemos consultar con uno de los gremios— expresa ella, con tranquilidad —Por ejemplo, el gremio del conejo blanco, dicen que es el mejor para tener alguna respuesta

Penélope se lo piensa, lo considera, hasta que finalmente asiente.

—Podemos contactarlos— sugiere ella, mientras toma una hoja, junto a una pluma y tinta

Penélope escribe una carta rápida, pidiéndole al gremio que contactara con ella, que necesitaba su ayuda con urgencia y que no le importaba el precio a pagar (agradecía que el duque le diera un poco de dinero cada mes), pero que necesitaba ser urgente.

Terminando las dos cartas se las entrego a Emily, pidiéndole que le llevara al gremio, mientras ella comenzaba a preparar todo.

—Usted podrá sola, mi señora— segura ella, dándole ánimos porque sabe que nadie le va ayudar —Tratare de volver lo más rápido posible

Emily sale de la habitación y Penélope ríe divertida. Comenzando a organizar lo que podría hacer, decide ir a ver al duque, ya que necesita su permiso para pasar por las cocinas. Dispuesta a salir se topa con quien no ha visto en al menos en esas horas, Derrick.

—Primer maestro— dice sin más y trata de seguir su camino, hasta que Derrick la detiene y la voltea a para verle la cara —¿Necesita algo?

Sus ojos fríos están sobre ella y solo desea que le suelte para poder ir a ver al duque.

—¿Primer maestro?— cuestiona, parece que él mismo esta en una especie de shock o algo similar —Si no me dirá nada, necesito que me suelte, tengo que ver a padre para pedirle permiso en algo

Derrick no dice nada, en su lugar, aprieta más su agarre en ella. Penélope se queja, el agarre de Derrick se hace cada vez más fuerte.

—Tú, ¿Cómo te atreves a hacer que Pennel sea llevado a las mazmorras? Él vale más que tu— expresa Derrick con voz alta —Una simple basura

Penélope desea llorar, pero en su lugar, trata de no expresar emociones, fallando por momentos, hasta que una fuerza le empuja hacía atrás, alejándole de Derrick y ver una mancha rosada frente de ella.

—¡Oye, qué estas haciendo!— exclama Reynold —No ves que padre se pondrá histérico si algo le pasa a este reemplazo, si le quieres pegar, hazlo en privado

Penélope tiembla, ¿Por qué Reynold decía eso? ¿Por qué decirle a Derrick que la golpee en privado? Con lagrimas en sus ojos, se levanta y camina rápidamente, ignorando los llamados de Reynold y la mirada fría y furiosa de Derrick. Doblando en un pasillo, trata de calmar su respiración, la simple idea de que Derrick le haga algo en privado, le da miedo, teme que incluso, sea algo peor.

Los pasos que sospecha son de Reynold se acercan, así que camina rápidamente hacía el despacho del duque. Al llegar frente de ella, toca la puerta y obtiene una respuesta.

—¡Entrar!

Al ingresa, nota que el duque esta en sus papeles, parece no haber tratado tanto en el palacio, y apenas eran las once de la mañana.

—P-Padre— le llama, logrando que él la mire

—Ah Penélope, siéntate— dice

Penélope obedece y espera, una vez que el duque se sienta frente de ella, nota que en sus manos lleva unos papeles que llaman su atención.

—¿Para qué has venido a buscarme?— interroga con curiosidad y tocando la campana de servició

—Oh bueno, este es mi plan para la tarde de té con Kiel y Lucas— expresa ella mientras le extiende su pequeño plan —Podría revisarlo, deseo tener su punto de vista y permiso para poder pedirle a Emily que me ayude a preparar todo cuando vuelva

El duque frunce el ceño.

—¿Por qué prepararlo tú? Para eso hay sirvientas— expresa él mientras revisa los sencillos pero delicados platillos que Penélope desea ofrecer

—No confió en ellos padre— niega ella, mientras sujeta con fuerza la falda de su ropa —Ellas a veces son malas y tratan de culparme

El duque trata de decirle que no es cierto, pero recuerda lo que ha pasado con Pennel y decide intervenir.

—Les daré una advertencia, si llegan hacer algo, yo los voy a despedir— expresa el duque

Penélope se mueve nerviosa, y eso preocupa al duque. ¿No confiaba ella en su palabra? ¿Tanto sospechaba de él?

—Confía en mí, Penélope, me encargare de que todo salga como deseas— asegura el duque

—Esta bien padre— asiente ella, para después mirar al mayor —Con su permiso, iré yendo a la cocina para poder preparar todo

El duque la ve irse, y frunce el ceño, tiene que cambiar las cosas y decide que le daría a Pennel esa oportunidad para emendar con ella.



Pennel llevaba ya un rato en la celda y estaba harto. Recuerda las palabras de su señor, la manera en que le miro y deja que su mente vaya años atrás.

Recuerda cuando el duque llego con Penélope, recuerda sus grandes ojos verdosos con tonos grises, mirando todo con mucha atención, vestida con un vestido que llegaba a sus rodillas y con lo que parecía ser un delantal, su cabello iba sucio y a pesar de ser una plebeya, se había comportado muy bien durante la comida, comiendo despacio, pausadamente, sin dejar caer la comida, algo sorprendente para una niña de la calle. Recuerda su cara cuando su joven amo Reynold dijo haberle visto robar el collar de la señorita Ivonne, lo recuerda porque el mintió diciendo que si le había visto, observando su rostro lleno de lagrimas, diciendo que ella no lo había hecho, pero era su palabra sobre la de él.

No se sintió mal, hasta ahora. La manera en que la niña se alegaba de él, la manera en como se sentía con él cerca, era claro que había desconfianza y eso le generaba culpa. Recordando como la han tratado los demás, era claro que ella solo confiaba en Emily quien no le había dejado sola y que le cuidaba y la culpa aumento, solo un poco.

Sus ojos marrones seguían fijos en el suelo, aun llevaba el uniforme con el que fue encerrado y se sentía sucio.

—Pennel— llaman de pronto y alza la mirada para ver a su señor frente de él

—Duque— dice él con voz baja y cansada

—He venido a verte por un motivo— expresa él, llamando su atención —Penélope tendrá una pequeña reunión de té mañana con dos jóvenes que conoció hace poco y esta organizando todo ella misma, ya que no confía en las sirvientas

La mirada que se le ha dado hace que tiemble un poco, puede que eso fuera un poco su culpa.

—Te dejare salir solo por eso, ayudaras a Penélope a preparar todo, te aseguraras que todo salga como ella desea y como algo no este bien, tu serás quien lo pague— expresa él con seriedad —¿Comprendes?

Él asiente, aquello era su oportunidad para salir de ahí, pero tenía mucha duda.

—Mi señor, ¿Con quien se va a reunir la princesa?— expresa con curiosidad

—Solo se que se llaman Kiel y Lucas, tendrás que estar muy atento con ella, evitando que algo le pase, ¿Entendido?— cuestiona el duque

Pennel asiente, puede que no le agrade mucho la dama, pero sabe que si algo le pasa, el duque estaría furioso, por eso tendría que estar muy atento de aquellos jóvenes y con algo de suerte, podría volver a su puesto de siempre.



Vinter observa como la dama de cabellos castaños y ropa de sirvienta se retira. La carta que se le ha dado es de la princesa ducal Penélope Eckhart, quien le pide de manera más atenta que le ayude a buscar a tres personas, con el fin de que les diera un mensaje.

La primera persona era él. Ella buscaba que pudiera contactarle con él mismo, para poder entregarle algo que él no conocía y las otras dos personas, eran los menos esperados.

Ella se había expresado de ellos como Kiel y Lucas. Los había descrito tan bien, siendo el primero de cabello blanco y ojos dorados, y el segundo de cabello negro y ojos rojos. No es tonto, la manera en como los describió era claro, eran los chicos que vio en la mañana durante consejo, pero parecía que la princesa no sabía que ellos eran nobles de Obelia, pues había hablado de ellos como si fueran simples jóvenes.

Curioso, observa la carta que era para aquellos dos sujetos.

«Kiel, Lucas. ¿Cómo están? Quería decirles que los veré mañana aquí en el ducado de Eckhart, a las tres de la tarde, comeremos un poco y beberemos el té. Espero que les guste la idea, los veo pronto, Penny»

La carta era simple y curiosa. Saber que el temible «Perro rabioso» era realmente infantil para escribir dicha carta, le resultaba divertido, ella parecía una niña emocionada.

—Maestro— le llaman, uno de sus niños —¿No vendrá?

—Ya voy— asegura en voz baja, mientras hace que la carta se convierta en un conejo y sale del gremio con suaves saltos

Viendo la carta irse, sus pasos van hacía donde están sus niños, oye sus risas, y se siente tranquilo por algún motivo. Pero su mente vuelve a la carta, ¿Qué estaba esperando Penélope Eckhart con esos dos sujetos?



Penélope se movía con maestría en la cocina, y agradecía que los cocineros se fueran una vez que ella ingreso a la cocina, como si destostarán estar en el mismo espació que ella, estaba tratando de hacer una prueba de lo que ella le daría a sus nuevos amigos y John estaba ahí para ser su probador experimentado para la comida. John por su parte estaba observando a su señorita moverse para después sonreír y entregarle algunos platillos.

—Mi señorita me siento alagado, pero sospecho que esto me dará un poco de miedo— expresa John, ganando una sonrisa por parte de la dama

—Vamos, prueba un poco— pide ella, mientras sonríe y toma uno de los emparedados —¡Provecho!

John observa con alegría a su señora y prueba lo que se le ha dado. Siente que el suave trozo salado se mezcla con la fresca lechuga y el jugoso tomate, sabe delicioso, de eso no hay duda y se lo hace saber.

—¡Sabe delicioso mi señorita!— exclama alegre John, para después tomar otro de los platillos y probarlo —¡Oh por dios! ¿Qué es esta delicia?

—Pan recién hecho con ajo y queso— expresa ella con tranquilidad, tomando el trozo de pan y también comiéndolo

El pan recién horneado con ajo y queso hace que John busque otro trozo con entusiasmo, parece estar alegre de probar la comida que su señorita ha hecho.

—Si no llega Emily, me voy a terminar comiendo todo el pan— asegura John, mientras observa a su señorita

—¡Hey, no todo!— exclama Penélope, mientras aleja el pan de John —Emily tiene todo el derecho de probarlo

—Que se apure porque me lo acabo— se burla John, para después observar el otro platillo —¿Qué es mi señorita?

—Arroz con leche— dice con tranquilidad ella —Anda, pruébalo 

John toma una pequeña porción, y lo prueba, sus ojos brillan y pronto se lleva otra cucharada a su boca, claro hasta que Emily ingresa a la cocina, sus ojos lucen furiosos, pero no es con ella. 

—¡Como te atreves a comer sin mí, John!— exclama con furia 

—Puedo explicarlo— asegura John, dejando de lado el postre 

Penélope se divierte al verlos discutir, los ve con diversión absoluta, ignorando incluso que alguien le observa. 

Pennel y Reynold están fuera de las cocinas con los cocineros, tienen suerte que Emily no los haya visto, pero en esos momentos aquello no importaba. Sinceramente, ninguno sabía que Penélope supiera cocinar y por el olor que desprendía la comida, pero lo único que le molesta a los presentes, sobre todo a Reynold, es saber que ella lo esta haciendo por dos sujetos que no conoce, por dos sujetos que no saben de que familia son, pero que parecen cautivar la atención de ella.

—Pennel— le llama, mientras se voltea a verlo, el viejo mayordomo luce saludable y eso es gracias a que llevaba poco tiempo en las celdas —Asegúrate de vigilarla y que todo salga bien 

—Si joven maestro— asiente el mayor 

Reynold le da un ultimo vistazo, le avergüenza decir que desea probar lo que ella ha cocinado, pero lo único que puede hacer después de la sugerencia de permitir que Derrick la golpee es asegurarse de que todo salga como ella desea. Solo puede hacer eso. 


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