C A M B I O S [TodosxPerú]

Von -QamWam

16.6K 1.4K 204

𝑪 | Porque el cambio, radical en algunos, es inevitable, y suele inclinarse hacia el débil solo para asegura... Mehr

Aclaraciones
Proemio
[1] Gran inicio
[2] Releerte
[3] ¡Hey! ¡Amigo!
[4] Todas las llamadas falsas merecen el ahogo
[5] Medio vuelo de despedidas y golpes
[6] Las damas primero, sobrenatural
[7] Teníamos un trato
[8] ¿Tenemos un trato?
[9] Robert B. Banner
[11] El arte de llegar tarde
[12] Doce años y un poco más
[13] A pesar de todo
[14] La exigüidad de libertad
[15]
[16]
[17]
[18]
Invitación
[19]
[20]
[21]
[22]

[23]

203 18 3
Von -QamWam

Los médicos llegan unos tras otros, y él se siente extraño. 

«¿Él habría sobrevivido si...?» deshace su propia pregunta al desconcentrarse, al sentir que algo da una vuelta y se detiene bruscamente, fingiendo que nada ha pasado. «¿Habría sobrevivido si...?» La culpa lo haría sentir mal, pero todo lo que sucedía con su alrededor y su estado inconcebiblemente ebrio era indiferente a eso. 

Examinan a Rusia y Ucrania, con malabares y máquinas indistintas; cuando ve llegar al resto, él se retira, como si no le importara. 

Todo lo ve pasar lento, demasiado lento, escucha respiraciones lejanas, miradas ajenas y un tirón interno que siente haber experimentado antes, pero es incapaz de recordar dónde. 

Es de noche, sin rozar aún la cúspide en que la Luna es céntrica. 

De pronto está en su habitación, se acuesta y cierra los ojos; sería la primera vez que descansa a voluntad. 

Cuando despierta, el mareo y el ruido se han concentrado en un silbido veloz y han desaparecido. 

Se levanta mecánicamente, con un sentimiento de déjà vu que se va tan pronto como llega. 

—Despierta —se dice, golpeteando su cabeza con los dedos. 

Sacude la cabeza y todo vuelve a la normalidad. Deja de hacerle caso al suceso; por sentirse débil al creer que la culpa aún lo carcome un poco

Lejos, en la sala, muchos están reunidos, conversando trivialidades y aligerando el ambiente, comiendo y bebiendo lo que les permiten. 

México ríe escandaloso, hablando mientras mastica y Argentina lo regaña; sin embargo, no para hasta que Guatemala le gruñe y el resto se ríe. 

—Ay, ya, ya, anciano amargado —México señala a Honduras, que finge ahorcarlo con el brazo.  

—Tú eres más viejo, pendejo —responde él. 

—¡Y mentiroso!—espeta, y mientras habla todos se comienzan a pelear— ¡A mí no me faltes el respeto! ¿Acaso yo te insulto, hijo de...?  

—Niño, ninguno parece superar los cincuenta. 

"Niño". 

Los latinos carcajean al instante, señalando a Croacia con sorna. 

Chile ríe tanto que el vaso se le resbala de las manos, se resigna al reprimenda mientras se sostiene el estómago, intentando calmar la diversión que le sube hasta las orejas. 

Abre los ojos, semi extrañado de la falta de bulla de la ruptura, y no ve nada. Lo único que nota es que todo es un poco más silencioso, pero siguen habiendo conversaciones de tras fondo, unas más bajas y discretas que otras. 

Se endereza por completo y examina: Perú ha pasado a su lado, atrapó el vaso en su camino y lo dejó en el mármol del repostero tras suyo. 

En tan poco tiempo, ha salvado el vaso y otras cosas que el resto casi tira por la risa; ha hecho todo eso y ya está de espaldas a él. 

Chile traga duro, sorprendido, pero sin una expresión clara. 

—¿Qué? —pregunta Croacia al fin, intentando ignorar al recién llegado y queriendo entender el motivo de las burlas. 

—¡Ja! —vuelve a reír Colombia. 

Ellos quieren volver a reírse, y ya parecen niños pequeños extasiados con un mal chiste. 

El resto de Representantes también se extrañan; esperan, resultado de la curiosidad, con paciencia, pero nunca les dan atisbo de querer responder, por lo que giran a ver al Muchacho Rojo del salón, que se ha quedado estático y a espaldas de ellos, divagando con la mirada perdida en la pared y las manos en una taza de agua oscura y humeante. 

—Ellos son mucho mayores que ustedes. 

Perú habla al fin, terminando con su calvario y se gira, sorbiendo suavemente del café.  

—Son bebés, al lado de ellos —Perú también parece burlarse, pero con los ojos cerrados, disfrutando de la bebida, sin reírse. 

Parecen algo confundidos, pero no le extraña: Esa información la volvieron "prohibida" hace décadas. 

Hace décadas varios de ellos eran tan solo niños, si es que ya existían. 

—¿Podrías ser más específico? —Alemania repasa cada palabra, con más cautela. 

El ambiente se estuvo aligerando desde que Rusia y Ucrania despertaron la noche anterior, y tampoco le sorprendió; de hecho, Perú halló alivio en eso. 

—Gran parte de Latinoamérica data de una generación antes que la suya. 

—Viejos... —murmura uno, dudoso. 

—Supervivientes —corrige Perú, con las pestañas levemente alzadas, ignorando la forma en que algunos de sus vecinos se irguieron súbitamente—. Los de su generación superan en edad a duras penas a algunos de nuestros departamentos; su distintivo es que nacían casi coincidentemente a sus fechas de fundación; nosotros lo hacíamos mucho antes, para asegurar a la tierra un sucesor, y sobrevivimos mucho más después de eso. 

—Joder... —suspira uno, exaltado.  

—¿Este tarado podría ser mi padre? —señala Irlanda, incrédulo. 

—¡Más respeto, pibete pendejo! —Argentina se suelta de su agarre. 

—¿Qué tan viejos se supone que son? —pregunta Australia. 

No es que él no fuera viejo, simplemente no sabía que ellos fueran similares. 

México se toma el pecho e inhala ofendido. 

—¡Grosero, eso no se pregunta! 

—Oh, por favor —aunque nervioso, habla con voz gruesa e insinuante—: ¿es lo único que dirás? ¿Escucharás a este viejo anticuado? —Italia se cruza de brazos, incitando a Perú a continuar. 

Algunos asiáticos y africanos ríen en voz baja de lejos, esperando con ansias la respuesta para Italia. 

Perú alza una ceja —y, aunque leve, un lado del labio en una media sonrisa—, pero no se ofende ni un poco. 

—Guatemala es el mayor. 

Las risas comienzan, Guatemala se encoje y refunfuña, deseando esconderse tras Perú, a pesar de que fuera más pequeño y ya no fueran niños, como hace mucho. 

—Y le sigo yo. 

Las risas se encojen igual que Guatemala, se transforman en nerviosas. Italia suda frío, sonriendo falsamente y llorando dentro suyo. 

A Perú le tienen miedo. 

—¿Cuántos años tienes? —China pregunta, sin vergüenza. 

—Supero los 550. 

El silencio acompaña un rato, luego todo reanuda. 

—Mierda —dice uno, avergonzado, tan normal como si hubiera dicho "gatito". 

—Ou, ou.  

—Qué raros gustos tengo... —murmura uno, Cuba, como si el involucrado no estuviera a metros suyo. 

Perú lo ignora, más centrado en su taza de café y en lo cómodo que resulta apoyarse de la mesa. 

Y es que no lo esperaban, no con la cara que tiene. 

Esperaban la típica de muchacho superdotado, del joven especial que nace para algo. 

Japón ríe suave, bastante encantador, brillando contra los ojos de Perú. 

Tal parece que a Perú-san le gusta romper las normas —con la barbilla apoyada en sus manos cruzadas, Japón habla alto y cuidadoso en su idioma, con voz sin mala intención, casi cándida. 

Pero muy bien fingida. 

Perú sorbe una vez más, remueve el líquido meciendo la taza sin mirarlo de vuelta, poco interesado en su galantería. 

Todos sus movimientos, hasta ese entonces, han sido en extremo delicados, semejantes a los de una dama; a los de una dama vestida de seda, escondiendo dagas en sus largos ropajes y su belleza misericordiosa. 

Y aunque fuera extraño, eso de alguna manera los ha mantenido en una paz conjunta, en leves sonroses adolescentes: Su expresión no es pacífica, pero carece de violencia, una flor helada y estática que advierte de llano no acercarse, dejando que el vapor amargo suba hasta sus pestañas brevemente elevadas y humedezca sus labios entreabiertos. 

Perú solo está tomando su café, pero así lo ven. 

"Es verdad", piensan los hombres en la sala, sacudiéndose las mentes dentro suyo. Recibían toda esta información como nueva porque no la sabían, igual que el resto del mundo. Como si hubiera desaparecido hace mucho. 

—Es cierto, agradezcan, la visibilidad de cámaras y audios estará inactiva durante unos quince minutos más: Es la única razón por las que se los he contado. 

Todo el salón se calla, una clase de susto grato los inunda: Tal vez por el atraco que acaba de confesar. 

—¿Ahora no nos pueden ver...? 

Los murmullos se expanden, acrecientan como una gota en un lago, y todos lo observan ingenuos. 

—¿...Ni escuchar? 

Perú no sonríe lo suficiente para que lo vean, realmente incapaz de hacerlo, solo termina el líquido, de un trago, de un modo extraño, de un modo en que no se toma el café. 

Estira un brazo, como dando una invitación a sus propias habitaciones y a la alacena, donde seguro habría alguna botella de licor escondida y comida menos desabrida. 

—Adelante, niños, hoy hay trabajo —concede al fin.  

Todos corren, murmurando alabanzas e insultos inconscientes. 

Es la primera vez que lo oyen hablar tanto, la primera vez que no lo odian demasiado. 

Perú deja la taza en su lugar, en el centro de la soledad del comedor ahora vacío, provocando un sonido melifluo, un eco profundo ante tanto silencio. 

Esperaba que eso funcionase, en verdad. 

—Armamento. 

Las puertas de acero se extienden con un simple ademán y exponen arte. 

—Tan esencial como la razón. 

Los soldados, parados en filas separadas, se arman uno por uno a comprensión de lo que mejor manejan, lo que más les conviene en el campo. 

El maestro observa analítico cada elección, pueden sentir su mirada en ellos, y la ignoran con tranquilidad, vistiendo con cuidado los trajes y colgando el número limitado de armas que pueden escoger. 

—No exageren, el peso retrasa y estorba, si no son bombarderos, sean ligeros. 

Perú observa del otro lado, contando y midiendo con la velocidad de una máquina. Se preocupa por sí mismo al final, porque en la fila él debe ser el último. 

Todos los Representantes han acabado, algunos se amarran el cabello en coletas altas o bajas, con tal de que no perjudicarse en combate, otros se enguantan las manos. 

Perú se acerca al fin a tomar lo suyo, cuando una mano paso al lado de su mejilla, a tomar algún objeto que seguramente el hombre no va a utilizar. 

Es FBI, fingiendo haber olvidado algo. 

Perú no gira la cabeza, se queda estático, esperando a que se largue con la vista de aburrimiento clavada al frente. 

Todo alrededor se detiene, el aura que ambos desprenden es más pesada que antes. FBI se queda allí unos segundos, mirándolo de reojo, intentando averiguar si en realidad no piensa reaccionar. 

De pronto retrocede un pie y se endereza, mirando frío a quien tiene frente suyo: Es Noruega, que lo empujó con el hombro al pasar, mirándolo de la misma forma desde arriba, alzando la barbilla con repulsión. 

Perú mira las armas frente suyo, ninguna le gusta demasiado, pero toma pistolas de largo alcance y dagas el doble de largas que sus antebrazos. 

"No le importa" le dice Noruega, sin hablar, balanceando la carga en su mano casi socarrón. 

OMS del otro lado y en reemplazo de la ONU ya tiene su discurso de regaño completo para ellos. 

Perú gira las dagas en su dedos, las dobla a la mitad y nota el modo en que tiene más de dos funciones, las guarda en sus costados: Se camuflan bastante bien. 

—Bésense. 

Perú alza una ceja, reconoce que no se esperaba esa voz. 

Ucrania y Rusia, a diferencia del resto, recién llegan y tienen verdaderos motivos para ir a tomar sus armas; solo que Ucrania está varios metros adelantando a su hermano, y habla al par que se pelea con la mirada con una burla que los asquea. 

Noruega y el agente lo miran desagradablemente. 

Ahora la pelea es de a tres. 

Perú envuelve el objeto alrededor de su brazo y enguanta la mano contraria, ambas máquinas electromagnéticas se juntan y se acoplan a cada extremidad, retumbando con zumbidos en cada escondrijo del lugar. 

Los mira dándose vuelta, analizando de arriba a abajo si en verdad no van a desmayarse en mitad del combate, antes de regresar la vista al mecanismo en su antebrazo. 

—Chalecos antibalas y sin armas pesadas, tienen prohibido avanzar por su cuenta; restrinjo su independencia en campo. 

Dicta normas y se retira, dejando a todos los hombres que se pelean en el centro del desastre que causaban. 

Algunos ríen. 

—Es para todos —agrega. 

Y ya nadie se ríe. 

México se queja, la cosa le apretaba el pecho y le dolía. 

—¡Pero mis pezones son sensibles! 

La bala atravesó la madera, a centímetros de su oreja. 

El primer trabajo de campo, cuyas expectativas eran realmente bajas, se tornó en algún momento en un campo de guerra. 

No hay bajas aún, eso le molesta de más, porque ha hecho mucho como para que el escenario se repita como ese déjà vu. 

—¡Ucrania! 

Antes de tan si quiera saberlo, Perú se abalanza contra Ucrania, rueda con él en su eje, justo antes de que todos fueran testigos del cómo una bala atraviesa el mueble, en el espacio en el que Ucrania apoyaba la cabeza hasta hace fracciones. 

Ucrania respira lento y profundo, asimilando la escena lo suficiente. 

Perú lo revisa de un lado y del otro, sin despegarse de la barricada, se gira y verifica al resto: Se ve casi desesperado, pero el resto no puede notarlo, las balas vuelan encima de sus cabezas y atraviesan el cemento, les revienta los oídos. 

—No salgan hasta que termine. —Ucrania recibe la carga que le tiran en el estómago, atónito. 

Después, solo ve a Perú saltar al otro lado, donde no hay forma de ocultarse de las balas. 

"Ya no tienen" refleja su mirada, corriendo por lo bajo, esquivando disparos que podría contar con las manos; salió cuando y solo cuando supo que la gran mayoría recargaría, sus atacantes no eran más que un grupo improvisando la forma de contraatacar. 

No los esperaban en ese número, su desorganización e inexperiencia inéditas se convertían en una infinidad de salidas para él. 

Cruzó el umbral de la puerta, deslizándose como un depredador. Fue demasiado tarde para los hombres del otro lado, incapaces de huir de las cuchillas, de sus propias balas. 

—¡Avancen! —dicta. 

Dispara a hombre cobardes e ineptos, incapaces también de darle a un objetivo sin escudo, aún estando tras autos y en superioridad de número. 

Perú avanza, tirando del gatillo derecho mientras recarga el izquierdo; una de sus bala ya atravesó el cráneo de uno, oh, de dos; termina, ahora la izquierda se deshace de los que restan, en tanto recarga la derecha. 

El resto sale tras suyo, se posiciona a atacar al grupo que se acerca a las ventanas en pisos superiores. 

"Agrúpense y separen" con un movimiento de manos rápido, Perú ordena una única cosa, señalando con fuerza la dirección de cada equipo. 

Él no tiene grupo. 

Y en realidad, no le parece mal. 

"Todos ustedes contra mí solo". 

Uno a la vez, o varios a la vez; poco importante resulta, los hombres caen a su alrededor. 

Escucha nuevas pisadas, mientras avanza por el estacionamiento ilícito abandonado. 

Pronto, las armas volverán a girar con velocidad, ya estando recargadas de vuelta. 

Y podrá no ser justo, pero aquellos jugaron sucio desde un principio. 

"Ala derecha" se escucha por el intercomunicador. 

"Bien" Irán, delante de su equipo y cerca de la posición, es el primero en aceptar. 

Azerbaiyán rueda con velocidad a la pared contraria, se apoya, apega el arma al pecho a esperar la indicación. 

Kuwait aparece tras Irán, dispara al aire y regresa a escudarse en la pared contraria. 

Se escucha el alboroto al otro lado; los disparos remplazan el silencio y el eco rápidamente. 

Baréin golpea el SG 552 una última vez, el arma responde al fin, y se siente libre de contraatacar. Escucha, muy a lo lejos, una voz horrible y rasposa murmurar "Ya sé donde están, hijos de...". 

—¡Ja! ¡Nosotros sabemos dónde están, no al revés, tarado! 

Sabiendo, por el ruido, que recargan, Omán sale a regalar una oleada de balas. 

—¡Ahora! —grita Irán. 

Azerbaiyán cruza la pared hasta la siguiente, disparando continuamente y dando paso libre a su equipo tras suyo. 

Los cinco se posicionan, dando un último golpe violencia. 

—Somos buen equipo. 

Son buen equipo. 

El enemigo se deshace lentamente, los golpean, sí, les disparan, pero se rompe en pedazos por su falta de organización: Los equipos de Representantes, por otro lado, que siguen las indicaciones a pesar de todo, se vuelven a juntar poco a poco, contraatacando al enemigo con mejor experiencia. 

"¡En los pisos superiores!" 

"¡Míos!" 

"Planta baja, divisiones 3, 6 y 7" 

Los intercomunicadores en sus oídos sirven por lo menos, solo porque están clavados en sus oídos. 

—Mi gente, como en los viejos tiempos —México grita al aire, corriendo por el campo, pero todo el mundo lo escucha. 

Guatemala suelta un grito de liberación, sintiendo la adrenalina por correr a máxima velocidad por primera vez en lustros. 

Cuba salta un contenedor, superando en medio segundo al grupo mixto de europeos y asiáticos. Tras él llegan saltan los demás, con el mismo resultado. 

Saltan, evaden, corren, adelantan, eliminan. El método y las posturas aún son malas por la falta de práctica, pero la agilidad, antigua compañera suya, los libera del pecado cometido y los dota de un clásico funcional: Aprender y aplicar sobre la marcha. 

El resto de Representantes se detiene, observándolos saltar y correr con medidas poco normales, con risas y movimientos parecidos a los de unos niños; lo que no pueden negar es que no pueden seguirles el paso, los resultados de los latinos aniñados son los de un militar versado. 

Hay gran cantidad de hombres inconscientes y heridos en el suelo, pero ninguno es de su bando. 

"Están escapando por el ala sureste del edificio" Nepal comunica, evidenciando al respirar profundo entre las palabras que corre tras ellos. 

"¡Estoy cerca! ¡Voy yo!" México, de pronto, deja de ser escuchado. 

Se oyen disparos distorsionados, llantas derrapando, el micrófono del hombre debe haber sufrido parte del impacto. 

—Responde, pendejo, no da risa... —El Salvador murmura por lo bajo, corriendo con casi todo Latinoamérica detrás. 

Se escuchan aunque mal maldiciones suyas, lo que les confirma que sigue con vida, pero herido. 

"La zona está limpia, solo faltan esos" Alemania, corriendo también, informa. 

Entonces todos los Representantes se dirigen a un solo lugar, casi con desespero, y no precisamente por el hombre compañero suyo que oyen batallar solo. 

—¡México! 

Guatemala llega, lo encuentra proporcionando un último golpe a algún desafortunado, cuya cara cubierta por una tela amarrada se llena de tierra, sudor, y gotas de sangre. 

—Yo te hablé bonito, wey. —"Bonito" significaba con varios insultos de por medio—. No haces caso, ya le ves. 

Todo el escuadrón se detiene, a respirar exhaustos, ignorando al tipo ese, que deseaban asesinar ahora por haberlos obligado a correr así. 

Pero ya no podían dar siquiera un paso más, rojos de cara y de cuerpo, tomando bocanadas de oxígeno apoyados de sus rodillas. 

—Ah... ¿Por qué te tengo como hermano, eh? 

Guatemala no podrá respirar bien, pero no va a abstenerse de maldecirlo. 

México ríe grave, ronco de la flema, poco serio a la grave situación. 

Perú llega caminando tras de todos, sus pasos hacen eco por la profundidad y el largo de la construcción —están una clase de estacionamiento, toda la base se asemeja a eso, y el eco persiste por ello—, arrastra a un hombre moribundo, sin balas en el cuerpo, pero que escupe un poco de sangre, y se le ve incapaz de reaccionar o formular pensamiento alguno. 

La mirada de Perú se clava en México. "¿El chaleco?" 

—Vieja, que me duele... 

México se queja, rascándose la nuca. 

Todos se detienen, escuchando el derrape de un auto militar a lo lejos. 

Perú saca su arma, pero es ya muy tarde. 

Tres balas impactan en el pecho de México, que se congela tan pronto como llegan. 

El auto se acerca cada vez más, no lo ven, pero la ansiedad aumenta. 

Todo pasa en cámara lenta en su cabeza, como aquella mañana, Perú siente el déjà vu desconcertante, esta vez no a medias, no como una suposición: Completo, concluso, ya ocurrido. 

México cae, los autos se acercan, nadie reacciona viéndolo caer. 

Perú termina de sacar su arma y dispara veces innecesarias al hombre culpable en lo alto de la ventana: Le atraviesa el pecho, el cráneo, la garganta. Todos lo ven caer del edificio casi como un suicida por la ventana que usó de protección, su cuerpo impacta con el suelo, más muerto que nunca. 

Avanzando rápidamente al cuerpo, a diferencia de los demás, Perú le da la vuelta a México, buscando un rastro de respiración. 

Manchas rojizas y extrañas se expanden por su pecho, y él no se mueve. 

Sus hermanos gritan y jadean, acercándose a zancadas. 

Los autos cruzan el fin de los techos del estacionamiento, dejándolos al aire libre, igual que ellos. Se acercan a gran velocidad, con hombres en sus techos listos para disparar. 

Perú mira el cuerpo de México frente suyo, no lo toca, como evitándolo: Sus ojos se expanden, las pupilas se dilatan, la expresión se endure y se enfría. 

Sin moverse de su lugar, con una rodilla en el suelo, muy cerca del cuerpo, toma la pistola simple del traje ajeno. Su brazo se alza en un parpadeo.  

Los hombres en los techos caen y ruedan por las pistas antes encender sus armas, las llantas explosionan, los autos se vuelcan y caen, arrastrando a otros varios consigo. 

Un solo auto sigue rodando, y sin embargo, su destino no es distinto cuando una bala atraviesa el cráneo del conductor. 

El auto se tambalea, se vuelca sobre sí mismo, se desvía, da a parar al costado del Muchacho rojo acuclillado frente a un supuesto cadáver.  

Los Representantes hermanos, a medio camino de su corrida, se quedan paralizados antes de llegar al lado del cuerpo de México. 

El silencio se abre paso entre el crepitar de fuego lejano y los quejidos de los hombres. 

Perú, concentrándose un poco, descubre la verdad. 

El cuerpo sereno y sonriente de México, que parece haber aceptado su final... es golpeado en el mismo lugar en el que recibió las balas. Se levanta de golpe, respirando a bocanadas, tosiendo y lloriqueando ofendido. 

Los Representantes de allí, incluidos gran parte de sus hermanos, comprenden al instante. 

Se había hecho el muerto. 

—¡No me hice el muerto! —miente— ¡Estaba descansando, casi me muero de a deveritas! ¡Más respeto, más respeto! 

Las manchas rojas eran de balas mejoradas que por suerte pura no lo asesinaron; sí llevaba el chaleco, por eso estaba sufriendo tan terriblemente y quejándose como mujer en parto, pero ahora, sumado a eso, las balas como patadas de caballo en el vientre y el pecho. 

—Si me lo puse, ¿ya ves? —México, levantándose con ayuda de Guatemala y sosteniéndose el estómago por el dolor, le habla a Perú, riéndose y entrecerrando un ojo cuando intenta caminar aún herido. 

Perú hace una mueca extraña, evita mirarlo demasiado mal antes de darle la espalda e ir a seguir arrastrando a su objetivo principal; su evidencia. 

—¿Verdad que es encantador? 




17/06/23

Weiterlesen

Das wird dir gefallen

22.1K 1.5K 22
Chiara es una chica de 20 años con una vida normal, a veces aburrida. Bastante reservada, reafirma su apariencia de dura y pasota aunque sea todo lo...
60.3K 2.3K 21
𝟅𝟈 𔖱 : jujutsu kaisen ━━ contenido sexual explícito, traducciones, lenguaje vulgar, no acepto pedidos.
531K 40.3K 82
Las tragedias pueden marcarte para toda la vida. Las marcas pueden cambiarte la vida. La vida puede ser una verdadera tragedia. Fiorella Leblanc es u...
84.5K 8.2K 47
Izuku midoriya el noveno portador el one for all, después de haber derrotado a All for one y a Shigaraki Tomura, nuestro prota vive su vida normal ju...