Los Hijos del Tiempo

By chaienesantoswriter

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TRILOGÍA COMPLETA 🏆Premio Wattys libro 1. Idea Rectora: Seremos ellos y luego ellos nos crearán. Trilogía in... More

II - La Cabaña
III - El Secreto de Zara
IV - Contacto Inmediato
V - La Revelación
VI - La Misión
VII - La Evolución
VIII - La Elección
IX - El Peligro
X - La Cazada
XI - Nícolas y Zara
XII - La Cara del Mal
XIII - Viviendo entre Humanos
XIV - El Auxilio de Sánchez
XV - ADN Alienígena
XVI - Telequinesis
XVII - El Enemigo
XVIII - La Persecución
XIX - Un Breve Paseo por el Mundo
XX - El Legado de Merko
XXI - El Destino de Silion
XXII - La Semilla de Merko
XXIII - El Lobo Robot
XXIV - La Búsqueda
XXV - La Captura de Nícolas
XXVI - Prisionero
XXVII - El Planeta Vida
XXVIII - El Palacio Real
XXIX - Protocolo Confidencial
XXX - El Brazalete
XXXI - La Fuga
XXXII - La Floresta Mutante
XXXIII - El Amor de Merko
XXXIV - El Regreso
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I - El Encuentro

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By chaienesantoswriter

Mientras Nícolas dormía con la cabeza enterrada en la almohada, el despertador de su tele móvil empezó a tocar un rock duro, a toda pastilla, haciendo que saltase de la cama asustado. Miró la hora:

— ¡Vaya hombre! Esa manía de dormir tarde solo me fastidia.

Se duchó rápidamente, se cepilló los dientes y se puso una ropa cualquiera sin mirar si combinaba. Pasó disparado por la cocina, dándole tiempo solamente para tomarse un vaso de leche y darle dos mordiscos al bocadillo preparado por su madre. Le mandó un beso y salió corriendo, como siempre, para coger el autobús a tiempo de llegar a la clase.

— ¡Hijo, espera! Tengo que hablar contigo — le gritó su madre, pero él no podía hablar a aquella hora. No si quisiera entrar en el autobús. Por la noche si no se olvidase, le preguntaría lo que quería.

Ya en dirección a la universidad, en medio del barullo del personal, el muchacho pensaba que sería un lunes aburrido, con las clases de siempre. Creía que nada diferente iba a pasar. Pero Nícolas ni imaginaba cómo su vida iba a cambiar...

Sin hacerle caso al barullo, empezó a leer un libro sobre astros y supernovas. Encantado por las estrellas, física y astronomía, tenía un ideal casi romántico, pensando en el cielo como un lugar de infinitas historias y posibilidades.

Era un joven soñador, como muchos por ahí. Le gustaban la física y la astronomía. Quería ser un gran físico y descubrir los secretos del universo. Cuando Nícolas observaba los cielos por la noche, parecía que las estrellas le llamaban a su encuentro y él, a veces, sentía un escalofrío, como si fuese tocado por aquellos astros o si su cuerpo quisiera viajar, contactar las estrellas.

No había duda, a él le gustaba eso. Por eso estudió mucho y consiguió cursar Física en la Universidad de California, en Los Ángeles, ciudad en la que vivía. Pero el chico también sentía un gran vacío en el corazón, principalmente cuando desde niño veía a los amigos paseando con el padre, la figura que no tenía en su vida.

Su madre hacía el papel de los dos desde que el marido desapareciera antes incluso de que él naciese.

El joven bajó del autobús y entró en la facultad. El campus estaba abarrotado, alumnos y profesores caminaban por todos los lados para llegar a las aulas. Ya en la entrada, el chico encontró a su amigo inquieto Sánchez, un mejicano naturalizado americano. Este hablaba la lengua inglesa con perfección, pues viviera la mayor parte de su vida en los Estados Unidos.

— Hola Nick. ¿Qué pasó cuate? Hoy vamos a conocer la nueva disciplina; aquella asignatura para la que nos inscribimos al principio del semestre, ¿te acuerdas?

— Claro, amigo. Este curso tardó tanto para empezar... Ya estaba pensando que había sido cancelado. Estoy ansioso... Dicen que vamos a estudiar las profundidades del Universo.

De repente, Sánchez estornudó. Sacó algunas vitaminas de su mochila y se las tragó con un sorbo de agua.

—Tengo la gripe de nuevo.

—Necesitas cuidarte, amigo.

— ¿Y tú? Nunca te he visto enfermo, ni siquiera con gripe.

— Yo tampoco recuerdo haberme enfermado. Encuentro esto extraño.

El amigo comenzó a observar a los estudiantes que pasaban por el lugar y cambió de tema.

— ¡Hermano, cuantas chicas guapas! Esta vez, te conseguirás una novia.

— Espero que si. Sabes lo difícil que es sacar una palabra de mi boca en el momento adecuado.

— Te ayudaré.

— Si eres mi maestro, creo que nada cambiará.

Ambos sonrieron y Sánchez curioso miró la muñeca de Nícolas.

— ¿Por qué nunca te quitas este brazalete?

— Mi madre me lo dio. Dijo que pertenecía a alguien que conocía antes de que yo naciera.

— ¡Elle es realmente genial!

Nícolas lo frotó en un gesto que solía repetir y parecía brillar. El joven miró por la ventana con asombro y llamó la atención de su amigo pinchándolo.

— Genial es ese objeto. Señaló con el dedo

índice. — ¿Es un meteoro?

Sánchez rápidamente fue a buscar algo afuera.

— Pero no veo nada.

— Por un momento pensé que vi un meteorito atravesando el cielo.

— Ya estás entrando en la atmósfera de la clase. Creo que incluso es exagerado ...

El joven miró por la ventana una vez más y no había nada más afuera.

La disciplina nueva era el asunto del día. Era esperada, sin embargo, tardó en acontecer por no encontrar al profesor adecuado para dar las clases. Aquella sería una de las primeras facultades en los EE UU en tener ese programa, lo que dejaba a todos los alumnos ansiosos por asistirla. Los tres primeros tiempos de cincuenta minutos de clase pasaron y los estudiantes estaban entusiasmados para conocer al nuevo profesor. Unos pocos salieron, pero muchos entraron para el nuevo curso dejando la sala llena de curiosos.

Finalmente, entró el coordinador del Curso de Física, el Doctor Finken, para hablar con el grupo alborozado:

— A partir de hoy, la materia de Cosmología será dada para aquellos que se inscribieron en el inicio del periodo. Pedimos disculpas por la tardanza, pues después de la desistencia del profesor Ernest Franklin, la coordinación del curso tuvo algunas dificultades en cubrir ese cargo y, por este motivo, ustedes aún no habían tenido clases. Afortunadamente, después de una intensa búsqueda, conseguimos un profesional muy competente para dar esa disciplina, que estudia el espacio sideral y los grandes secretos conocidos actualmente por los hombres. Conozcan al profesor Carlsson Glein, que es doctor en Cosmología.

El coordinador se encaminó hacia la puerta y la abrió, diciendo:

— Puede entrar, Doctor Glein.

El profesor entró en la sala y, junto con el coordinador, se quedó esperando por las palmas de bienvenida, pero el grupo se quedó en silencio. Eso porque detrás de él entró la chica más guapa que el joven tímido Nícolas jamás viera antes. Era una nueva alumna que atraía toda la atención del grupo; una figura sorprendentemente bella que se situaba a la entrada de la sala. Así que entró, todo dejó de existir para Nícolas.

Con los ojos como platos, vio que la muchacha tenía el cabello pelirrojo cortado a la altura de los hombros, una piel lisa y blanca que parecía de porcelana; los ojos azules, los labios gruesos y un cuerpo escultural, como si fuese hecho por algún gran maestro renacentista.

Sánchez, sentado a su lado, comentó boquiabierto:

— ¡Guau! ¡Manito, ahora sí que el curso va a ser más interesante, con una novedad de estas!

— También me he quedado pasmado. ¡Es guapísima!

El coordinador, viendo la sorpresa del grupo con la presencia de la joven, la presentó:

— Esta es una nueva alumna que ha venido transferida de la Costa Este. Quiero que conozcan a Zara.

Los alumnos hombres se levantaron y, todos animadísimos, comenzaron a dar palmas de bienvenida a la nueva integrante del curso. El profesor Carlsson Glein, avergonzado, tosió para quebrar el clima e iniciar la clase.

— Voy a dejarle a solas con el grupo, Doctor Glein. Espero que les guste la Cosmología — dijo el Doctor Finken.

Zara miró al grupo y agradeció sonriendo. Dirigió la mirada a los ojos de Nícolas profundamente, como si estuviese desvendándole el alma. Enseguida, caminó al único pupitre vacío de la sala al lado del chico, que tenía la cara roja cuando se le acercó.

— Puede dejarlo en mis manos. Estoy seguro de que les gustará estudiar, pues el conocimiento del Universo es extraordinario — dijo el Doctor Glein al despedirse del coordinador.

Se presentó al grupo y empezó a explicar de lo que se trataba la disciplina que daría.

— Como dijo el noble Doctor Finken, soy graduado en Física, con Doctorado en Cosmología. Hoy, en la primera clase, haré una breve introducción sobre los conocimientos del espacio sideral.

Mientras el maestro habraba, Nícolas observó a Zara que le miraba.

— Mucho gusto en conocerte, Nícolas. Entonces, eres el chico que obtiene una "A" en todas las materias.

— ¡Ho-hola! El gusto es to...do mío — dijo el chico tartamudeando, todo sonrojado sin saber donde mirar. ¿Y cómo sabes de mis calificaciones?

— Creo que todos aquí lo saben. Nícolas, no te preocupes en buscar en el espacio como realizar tus sueños — dijo Zara en voz baja. — A veces, lo que deseamos puede estar a nuestro lado.

Él enmudeció, zambulléndose más hondo en su timidez sin entender lo que ella quería decir:

— ¡Caramba, la chica más guapa del campus hablando conmigo! No me lo creo... — Murmuró, sin creerse tamaña suerte.

Durante toda la clase, Zara no le quitaba los ojos de encima a Nícolas, y él sentía algo diferente todas las veces que sus ojos se cruzaban. El corazón aceleraba, revelando palpitaciones que nunca sintiera antes. Pensaba de dónde podría haber venido alguien como aquella muchacha tan bella y misteriosa, capaz de dejarle pareciendo un bobo.

"No puede ser. Ella está mirándome. Debe ser impresión mía. Alguien así jamás se interesaría por un chaval como yo".

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un codazo. Sánchez, a su lado, le llamó la atención diciendo mientras reía:

— Manito, la chamaca no te quita los ojos de encima. Aprovecha y conversa con ella cuando termine la clase.

Él susurró:

— No me atrevo. ¡Mis piernas están temblando!

Sánchez se tapó la boca con las manos para aguantarse la risa más fuerte, antes de comentar:

— Respira hondo y habla con ella después de la clase. ¡No seas flojo manito!

La señal de final da la clase tocó. Todos estaban saliendo y Nícolas inspiró, hinchó el pecho para crear valor y aproximarse a Zara, con el fin de empezar a charlar. Pero el pobre no se dio cuenta del escalón cercano a la mesa del profesor y tropezó, cayendo encima de los otros alumnos, haciendo un estruendo. ¡Qué vergüenza!

— ¡Sólo podía ser el Chico de la Luna! — Dijo Adam, carcajeándose al sentir el resbalón.

Nícolas ignoró el comentario, se levantó, fue al pasillo, completamente avergonzado. Miró a todos los lados, pero ella ya había desaparecido. Había perdido la oportunidad.

***

El joven llegó a casa, se quitó los zapatos y se tumbó en la cama, pensando en Zara. Se quedó reflexionando sobre todo lo que ocurriera en la sala de clase y en cómo le había impresionado la muchacha. Había algo en ella, además de la belleza, estaba claro, que le revolvía el alma, aunque no consiguiera identificar exactamente lo que era. De todas maneras, al chico le gustaba eso. Sentía como si ya la conociese de otro lugar. Después de descansar un poco, decidió poner las asignaturas al día.

De repente su hermanita Sophia entró en el cuarto corriendo, aún con el uniforme escolar, y se tiró encima de él, dándole un abrazo apretado. Por un momento se quedó mirando el libro titulado Cosmos en la cama.

— ¡Hola hermanito! ¿Cómo ha ido la clase? ¿Todo bien?

— ¡Ha sido estupendo! He conocido a unas personas nuevas y ha habido una novedad muy interesante — dijo, sonriéndole a la pequeña.

— ¡Qué bien! Espero que te haya gustado. Quiero saberlo todo después, ¿está bien? Mamá está llamándote para la cena.

— ¿Y tú? ¿Estás yendo bien en la escuela? — Le preguntó Nícolas, mientras salían del cuarto.

— Las clases están geniales. Hay unas niñas idiotas que, a veces, me molestan, pero yo no les hago caso. También está Luise, Katherine, Jim y otros compañeros muy buenos. Nos divertimos mucho a la hora del recreo.

Después de charlar un poco, los dos fueron a la cocina a cenar.

— ¿Hijo mío, cómo estás? Hoy por la mañana quería darte los buenos días, pero cuando fui a hablar contigo, ¿dónde estabas? Ya en el autobús, allí en la calle. ¿Tienes que hacerlo todo corriendo así, Nícolas? ¿Por qué no intentas levantarte más temprano? Ese ajetreo no te va a hacer bien. Conversamos tan poco últimamente... ¿Por qué no te despiertas antes? Así sobraría algún tiempo para que charlásemos por las mañanas. Tanto correr no puede ser bueno. Me siento tan sola después de que tu padre se fue — Lorena, su madre, era así. Cuando comenzaba a hablar parecía una ametralladora.

— Está bien mamá. No te preocupes. Juro que intentaré dormir y despertar más temprano. La verdad es que sólo conversamos por las noches... Y además de eso, quiero también darle un beso de buenos días a Sophia, aunque esté durmiendo. Es que a veces me quedo leyendo hasta tarde y no consigo despertarme antes.

— Mi hijo... Siempre apasionado por las estrellas.

Sophia sonrió abiertamente, mostrando los huecos entre los dientes. Tenía ocho años de edad y se convirtió en la mejor compañera de su madre. La niña adoraba a Nícolas.

— ¡Es por eso que le gusto! A causa de mi sonrisa de mellitas. Mis dientecitos son como estrellas fugaces y sé que otras estrellas van a llegar para quedarse en el lugar de ellas. ¿No es verdad, hermanito? — Comentó la niña, haciendo que todos rieran.

— Sí, tú eres mi estrellita más brillante — Él la cogió del brazo y la apretó bien fuerte, en un cariñoso abrazo.

— ¡Te amo, hermano mío!

Lorena sonrió viendo a sus hijos divertirse. Después de algún tiempo, le dijo a Sophia:

— Hija, ya es la hora de subir para hacer tus deberes de casa.

— Ya voy, mamá.

Le dio un beso a su hermano y abrazó a su madre. Enseguida, subió a su cuarto.

Después. El chico también se fue a su rinconcito, pensando en el cabello pelirrojo de aquella muchacha que apareció en su vida. Miró por la ventana y, como siempre hacía por las noches, observó el cielo, que aquel día estaba estrellado, hasta dormir; Zara no salía de su mente. El joven ni siquiera se dio cuenta de que había una nueva estrella en la inmensidad celeste pulsando más fuerte, mayor que todas las otras.

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Lee también la duología ElHombreFantasma de ChaieneSantos @chaienesantoswriter

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