— ¡¡¡ACADEMIA YUEI DE MUSUTAFU SE LLEVA LA VICTORIA Y EL PRIMER LUGAR DE JAPÓN!!!
El tigre blanco salta con todo lo que dan sus piernas por el éxito. — ¡¡¡AHÍ LO TIENEN, PERRAS!!! ¡¡¡LOS APLASTAMOS SÓLO COMO EN YUEI SABEMOS HACERLO!!! —exclama Bakugou gritando a todo pulmón mientras observa que todos corren hacia él.
Todos gritan de la felicidad y saltan, complemente extasiados por la victoria. Bakugou es rodeado instantáneamente por sus queridos alumnos quienes le alaban y saltan a su alrededor, mientras la cabeza del tigre blanco vuela por los aires, dejándose notar el amplio rostro de victoria de Bakugou Katsuki, completamente feliz y orgulloso del gran logro recién obtenido.
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Torneo de matemáticas
Sangre
El torneo había acabado y todo estudiante de la U.A. está eufórico con el trofeo en mano ahora a las afueras del gimnasio.
— ¡Yakuza-sensei!
— ¡Yakuza-sensei!
— ¡Yakuza-sensei!
Todos los alumnos celebran a quién logró que todo aquello fuera posible, incluso abalanzandose en contra él de la emoción.
Las personas que transitan por la calle no demoran en detener su caminata y observar tal conmoción, inclusive se visualizan un par de reporteros que se habían mantenido activos durante el gran torneo.
Bakugou Katsuki aún si se mantiene tenso por la cantidad de gente que está abalanzandose sobre él, ríe profundamente. Está profundamente feliz.
Era la primera vez en su vida que sentía que la vida le estaba sonriendo en gran medida y que, sus esfuerzos estaban rindiendo frutos.
Había abandonado aquella parte de su vida oscura para comenzar un camino de bien. Alcanzar sus metas y avanzar con el pie derecho bien puesto, cumpliendo sus sueños.
Había podido retomar el contacto con Midoriya Izuku de una forma intensa y llena de amor.
Era un profesor que se había ganado el respeto y cariño de sus alumnos a pesar de su difícil carácter. Algo que siempre se cuestionó en si podría lograr, ya que parecía ser una tarea imposible.
Y no suficiente con ello, acababan de dejar a la Yuei en el lugar más alto de todo Japón en cuanto a reputación por el reciente triunfo.
Bakugou Katsuki ríe feliz mientras todos continúan celebrando a su lado, e infinidad de globos elevan por los aires junto a grandes explosiones de confeti.
Tal momento era propicio para que el rubio ceniza por primera vez se sintiera listo a enfrascarse en un nuevo recorrido lleno de luz, abandonando de forma definitiva su oscuro pasado.
Pero, no importa cuanto intentara escapar de él. El pasado lo persigue como si se tratara de una cacería a sangre fría.
Fue en aquellos segundos cruciales en el que sus alumnos se abalanzaron contra él, cuando un encapuchado aprovechó el momento y le atacó sobre su traje.
"Una vez comienzas este camino, jamás podrás huir de él, mocoso. ¿Estás seguro de querer hacerlo?"
La risa de Bakugou Katsuki se detiene en seco y de él sale un quejido. Nadie parece percatarse, a excepción de Izuku quien observa de lejos la escena.
Sus esmeraldas abren extremas en el momento justo que grita su nombre.
— ¡¡¡KATSUKI!!!
Todos se asustan en cuanto escuchan su nombre en aquel desesperado grito y Ashido, quien está a su lado abrazándole, de pronto siente su traje mojado.
— ¿Eh? —suelta la joven en el momento justo en que nota cómo al tigre blanco le rodea una mancha carmín en su estómago, que se hace cada vez más grande. — ¿B-Bakugou... Sensei?
Bakugou cae de rodillas mientras de su boca sale sangre y todos los alumnos entran en pánico.
Izuku Midoriya parece querer sobrepasarlo y correr cegado de la ira, identificando al encapuchado que huye con el cuchillo ensangrentado, pero en el momento justo que pasa, Bakugou le coge de la muñeca con fuerza.
—No. —Es lo único que sale de sus labios cuando cae contra el suelo, estampando su rostro en el pavimento.
Aún en ese estado, el rubio ceniza no soltó su muñeca e Izuku no hace más que gritar a su lado con profunda desesperación, mientras observa cómo el atacante se pierde entre la multitud.
Kenjirou Kirishima llega ante los gritos, percatandose de aquel desastre y actúa. — ¡Aizawa, llama la ambulancia! ¡Es Bakugou! —exclama haciéndole señas para que se acercara, sobrepasando veloz a Izuku y perseguir al responsable.
— ¡¡AHHHHHHHHH!!
Izuku continúa gritando con enorme furia correr por sus venas a un lado de Bakugou, sin quitar su mirada de odio puro hacia la espalda de aquel sujeto.
Era frustrante, muy frustrante. Bakugou había sido herido de gravedad y él no había podido hacer nada.
— ¡Bakugou! —exclama Aizawa aproximándose a él una vez la ambulancia ya había sido solicitada. — ¡Rápido, hay que quitarle el traje! —agrega cogiendolo y con ayuda de los demás docentes separarlo de los alumnos. — ¡Ustedes retrocedan! —ordena a la multitud que le rodea. — ¡Retrocedan, dije!
Todos los alumnos asustados instantáneos obedecen mientras sus ojos representan amplia preocupación.
Pero Izuku permanece con su mirada perdida a un lado y Bakugou no parece querer soltar su muñeca.
Katsuki siente como Aizawa le da vuelta con cuidado una vez bajó el cierre de su espalda y le coge de los brazos suavemente. —Que Deku no vaya... —Es lo único que sale de sus labios bañados en sangre observando a Aizawa con sus escarlatas opacas. —Que... no... vaya. —insiste con dificultad en el momento en que le suelta la muñeca con debilidad.
Izuku Midoriya llora mientras ayuda a quitar su traje y observa con gran detalle la herida en su estómago.
—K-Kats—solloza el pecoso con sus manos temblorosas mientras toca su rostro.
—Midoriya, tienes que salir de aquí. —ordena Aizawa frunciendo su ceño. — ¡Ahora!
Izuku no parece escucharle y balbucea incrédulo aún observando su rostro inconsciente.
Inko Midoriya llega veloz al lugar notando cómo Izuku está en un estado caótico e inestable, en el momento justo que Masaru corre en busca de su hijo.
La mujer toma de los brazos de Izuku y le arrastra lejos de él.
— ¡¡¡NOO, NO ME SEPARES DE ÉL!!! —exclama Izuku desesperado con sus esmeraldas rotas, luchando por regresar.
— ¡¡Cariño, estás haciendo más difícil las cosas!! —exclama Inko a su lado separandole de la escena. — ¡¡Permite que los adultos hagan su trabajo!!
— ¡¡NO!! —exclama Izuku al instante en que se libera del agarre y corre hacia él otra vez. Es en este momento en que alguien le coge de los hombros y le zamarrea.
— ¡Midoriya, tienes que calmarte! —exclama Todoroki frente a él. Pero el pecoso no parece reaccionar, completamente fuera de sí mismo y con insistencia acudir hacia Katsuki otra vez.
Todoroki Shoto muerde sus labios en el momento justo en que toma una decisión que sabe después se arrepentirá.
Una fuerte cachetada se escucha en el lugar y el rostro de Izuku es girado bruscamente a su izquierda.
Aquel golpe es suficiente para dejar a Midoriya pasmado y mirando al vacío.
Todoroki presiona sus labios un segundo. —Midoriya, deja que los adultos se encarguen de él.
E Izuku balbucea bajo mirando a la nada. Todoroki frunce levemente el ceño y se aproxima un poco hacia él para escucharle.
—Esa espalda, yo la conozco.
Es el murmullo que sale de sus labios en el momento justo que luces rojas y azules bañan su vista en conjunto al sonido de la sirena.
Es la ambulancia que ya ha llegado a ejercer su trabajo.
Los paramedicos rápidamente rodean el área y asisten a Bakugou, subiéndolo a la ambulancia.
Mitsuki llora y Masaru observa a su hijo inconsciente, mientras un paramedico le revisa activamente sus signos vitales.
Inko se mantiene a centímetros junto a Izuku observando con sus ojos rotos el cómo las puertas de la ambulancia cierran y comienza su marcha a través de las calles.
—No puedo creer lo que acaba de suceder. —suelta Nezu cayendo sentado con su piel pálida. —Hace un segundo estábamos celebrando el triunfo y ahora... Bakugou-kun... —suelta con sus ojos tristes y con el trofeo entre sus manos.
Aizawa niega de forma amarga. —Se pospone la celebración hasta nuevo aviso, todos regresen a los autobuses de acercamiento, los dejaremos en sus hogares por seguridad. —indica a todos los alumnos que asienten con desgano y se retiran. Es entonces que observa hacia todas las direcciones. — ¿En dónde rayos se metió Kenjirou y Ryuu? —suelta preocupado observando hacia todas las direcciones posibles.
—Mi hermano fue en busca del agresor. —responde Kirishima preocupado. —Es por eso que no planeo irme de aquí hasta que regrese.
—Y Ryuu-sensei le siguió. —añade Kaminari Denki a su lado.
—Mierda... —suelta bajo Aizawa al instante en que teclea en el teléfono. —No responden. —informa luego de un par de minutos con evidente frustración. —Voy a llamar a la policía.
...
Kenjirou corre veloz a través de las calles logrando aún tener en su campo visual aquel encapuchado oscuro, quien es plenamente consciente de que le están siguiendo.
De forma veloz entra por un callejón, en la zona más concurrida para todo yakuza, conocida como la zona roja.
El joven profesor de música frunce su ceño ampliamente. —Esa mierda sabe perfectamente a dónde huir. —gruñe el pelirrojo a sabiendas que sólo tiene una manopla para defensa.
Aún si el camino es lo suficientemente peligroso, no lo duda y se adentra en él. Pero una vez ingresa, el encapuchado corre lejos, muy lejos de él.
No es hasta cuando Kenjirou coge una roca y la lanza con todo lo que puede para intentar noquearle por la distancia que el encapuchado se desbalancea, tropieza y cae. Pero rápidamente se levanta y continúa corriendo, en el momento justo que por el otro lado un auto oscuro le espera y entra veloz.
No es hasta cuando Kenjirou sale por el otro extremo del callejón que observa el auto con detalle ya yendo a metros de distancia.
—Y sin patente, malditos delincuentes. —gruñe Kenjirou empuñando sus manos y golpear un bote de basura. — ¡¡MALDITA SEA!! —lanza con odio profundo y evidente frustración.
Su mejor amigo acababa de ser apuñalado y no sabían porqué. Habían manchado de sangre el gran triunfo y celebración. Era frustrante, muy frustrante, más aún si nisiquiera podían saber quién es el responsable de tal ataque lleno de cobardía.
—Bajé mi guardia... Y Bakugou también. —suelta Kenjirou con frustración mientras rasca su cabellera pelirroja. —Un segundo, solo un maldito segundo y pasa esta mierda.
Unos pasos suaves se escuchan tras él y rápidamente se gira con su manopla puesta, dispuesto a luchar. Pero sus escarlatas abren con amplia sorpresa al notar que se trata de Ryuu.
— ¿Qué haces tú aquí? —cuestiona confuso y relajando su postura.
Ryuu le mira neutral. —Te seguí. —confiesa en el instante en que avanza hasta él y le enseña unos anteojos que tomó con sumo cuidado envuelto en un pañuelo. —El agresor dejó caer esto durante el camino. —añade señalando con su dedo índice el lugar exacto. —Por allí.
Kenjirou medio sonríe. —Qué bueno que lo encontraste tú. —suelta sin querer tocarlos. —Yo soy tan estúpido e impulsivo que seguro y los habría tomado con la mano sin pensármelo. —añade en el momento en que posa su mano en el mentón mientras analiza los lentes. —Hmm... Tengo ciertas teorías.
Ryuu asiente a su lado. —Yo también. —dice en el instante que los guarda cuidadosamente envueltos en el pañuelo. —Pero será mejor entregarlos a la policía como evidencia. —agrega en el momento justo en que Kenjirou posa su mano tras su espalda.
Ryuu eriza y Kenjirou le da tres palmadas. —Será mejor que nos marchemos de aquí. —indica el pelirrojo al instante en que le suelta y guarda sus manos en sus bolsillos. —La zona roja es muy peligrosa y no apta para niños buenos.
Ryuu frunce su ceño mientras comienza a caminar a su lado. —Ya no soy un niño.
Kenjirou le mira por el rabillo del ojo sin cesar su caminata. —Gracias por acompañarme, pero no lo vuelvas a hacer. —suelta serio. —Es peligroso.
Sus ojos grises agudizan. —No me digas qué es lo que tengo que hacer.
Kenjirou ríe ante ello en el momento que vuelven a salir por las calles normales, rumbo al gimnasio otra vez.
..
— ¡Hermano! —exclama Kirishima una vez le ve llegar.
Kenjirou sacude sus cabellos pelirrojos puntiagudos. — ¿Aizawa-sensei y el director? —le pregunta instantáneo con Ryuu a su lado.
—Ah, están por allí con la policía. —señala Kirishima a metros más allá.
—Bien... —susurra Kenjirou mirando al otro extremo notando que los autobuses siguen allí esperando a los alumnos subir. —Ve a casa. —ordena golpeandole suavemente en su frente, mientras observa a un rubio a su lado. —Y tú también, Kaminari.
Kirishima frunce su ceño. — ¡Pero viejo! Te estuve esperando para que nos fuéramos juntos.
Kenjirou niega. —Deja a los mayores hacer su trabajo, largo de aquí par de mocosos. —ordena en el instante en que observa a Ryuu y avanzan hasta la policía.
Momentos después, la evidencia fue entregada a la policía. También se encargaron de testificar con lujo de detalles lo sucedido.
La policía de forma activa examinó el área y también la zona roja en busca de mayor evidencia.
Se les informó del auto negro, pero aún si para la policía parecían ser datos importantes para la investigación, había algo que para Kenjirou era más que claro.
Los yakuzas... Habían regresado.