El último día de permiso que tiene Hyunjin en el trabajo, decide invertirlo completamente en Félix.
Habían decidido pasar todo el día juntos, y ya que tenían una cita pendiente, habían organizado un plan "low cost", lo que significaba que no tenían planes de dejar el departamento.
Félix había acomodado sobre la cama todas las cobijas, almohadas, almohadones y cojines que tenía, formando un espacio acogedor y cómodo en el cual había estado toda la mañana acurrucado con Hyunjin.
El mayor solía despertarse muy temprano siempre, y él en cambio tan solo abría los ojos porque ya no soportaba la luz del sol entrando por el ventanal, sin embargo esa mañana se había levantado muy temprano completamente a propósito, para poder recibir a Hyunjin con la cara lavada.
Temprano, Hyunjin había llevado un par de bagels rellenos para el desayuno, los habían acompañado con un buen vaso de jugo de naranja natural que preparó Félix para estrenar su nueva exprimidora, y habían comido juntos en la barra.
Un rato después, se habían acomodado en aquel rincón repleto de mantas, quedándose Hyunjin contra el colchón y las almohadas mientras que Félix se acomodaba entre sus brazos, apoyando la espalda contra el pecho del rubio mientras se cubría con una manta hasta el cuello.
Habían pasado así toda la mañana, viendo la televisión mientras Félix jugaba con los largos dedos de Hyunjin, o mientras este último dejaba caricias, apretones y besos en el cuerpo del menor sin dejar de acurrucarlo.
Al principio habían estado acomodados mirando una serie animada de la preferencia de Félix, una que en lo particular a Hyunjin le había parecido muy entretenida.
Sin embargo, la flojera les había ganado y un rato más tarde se habían quedado dormidos, de modo que despertaron una hora y media pasado el mediodía, Hyunjin aferrado a la estrecha cintura de Félix, y este último con el rostro hundido en el cuello del mayor.
Tras removerse con flojera y quedarse un rato mirándose a los ojos, Hyunjin se ríe y toca suavemente los párpados hinchados del menor, quien también se ríe y le deja un beso ligero sobre los labios.
Deciden levantarse y estirarse, Félix se ve en la necesidad de tomar uno de los hoodies que ha tomado prestados de Hyunjin, para cubrirse el cuerpo ya que aún siente frío, y mientras lo hace, el rubio considera que pedir pizza para almorzar es buena idea.
Félix lo apoya, y después de que organizan su pedido que lleva un par de brownies de chocolate imprevistos, se disponen a esperar.
La pizza llega solo veinte minutos después, cuando ellos están en la cúspide de su sesión de karaoke vespertino, y se ven en la necesidad de interrumpir su canto para tomar el almuerzo.
Hyunjin disfruta de ponerle salsa ranch a sus rebanadas de pizza, mientras que Félix prefiere añadirles algo de queso extra, como si no tuviese ya suficiente.
Una vez que comen, comparten un mismo vaso para beber soda, simplemente para no tener que lavar demasiados platos, y en el proceso de comer también los brownies terminan por sacar la pequeña caja de mini Jenga que tiene Félix debajo de la cama.
El juego se extiende por lo menos dos horas, la torre parece tener favoritismo hacia Hyunjin y Félix se niega a perder todas de todas las veces, por lo que sigue pidiendo revancha.
Es ya casi la noche cuando finalmente gana, y dándose por satisfecho con su única victoria, salta por todo el departamento y termina echándose a los brazos del mayor, quien lo recibe, lo abraza y le besa la frente felicitándolo por su éxito.
Después de quedarse así un largo rato, concluyen que aunque aún no tienen mucha hambre ya es buena hora para preparar la cena, y deciden poner manos a la obra para cocinar.
Félix insiste intensamente en que tiene muchas ganas de cenar un sándwich con pollo crujiente, mucha lechuga y una variedad de contornos, por lo que a Hyunjin no le queda de otra que ponerse al ruedo como asistente de cocina.
Por suerte el éxito es rotundo, la cena queda maravillosa, y más allá de que han quedado muy satisfechos con el sabor y la cantidad, los dos sienten que han hecho un exelente trabajo y por ende merecen unas cuantas galletas como postre.
—. Eres una mala influencia para mi dieta. — Regaña Félix, metiéndose la última mini galleta a la boca y abrazando a Hyunjin del cuello para poder dejarse caer con él sobre la cama.
El rubio suelta una risa y le rodea la cintura, dejándole varios besos en las mejillas y levantando su mano para poder sacudir las pequeñas migajas de galleta que le habían quedado al menor en los labios.
Aprovecha el instante para acariciarle las mejillas, observando la belleza de sus ojos azules y suspirando sutilmente al estar frente a dicha imagen.
El rubor ligero que tienen los pómulos del más pequeño lo incitan a llenarle el rostro con besos diminutos, acomodándose sobre el colchón para poder dejarlo bajo su cuerpo y tener comodidad al recorrerle la carita con los labios.
Félix sonríe sutilmente mientras se deja besar por el mayor, los labios de Hyunjin son cálidos y húmedos, y se plasman en su rostro con detenimiento y suavidad.
Hyunjin le besa los labios, y a partir de allí comienza a recorrerle el rostro, subiendo por el puente de su nariz hacia su frente, deteniéndose en sus sienes y besándole repetidas veces los pómulos, alegando que no podía dejar sin beso a ninguna de sus pecas.
Le besa las mejillas y el mentón, y sutilmente se desvía por la línea de su mandíbula, alcanzando su pequeña oreja, a la cual le deja una pequeña mordida repleta de amor.
De todos modos no para de besarlo, el camino por el borde de su oreja lo lleva hacia el costado de su cuello, y lentamente se desliza hacia sus clavículas y lo poco que puede alcanzar de sus hombros bajo el hoodie.
Félix responde silenciosamente con caricias y suspiros, dejando a sus manos recorrer libremente la espalda ancha del mayor, sin contener ninguno de los estremecimientos que cada uno de sus besos le provoca.
—. He estado pensando un poco acerca de nosotros. — Murmura el mayor, mientras retira suavemente las prendas de ropa que lleva Félix. — Se que hablamos sobre esto hace poco, pero mis sentimientos por ti siguen creciendo.
Se acomoda sobre él y le cubre el abdomen con besos, llevando sus manos a estimularlo un poco al juguetear con los pequeños botones de su pecho.
Félix jadea y cierra los ojos, su expresión es hermosa, y aunque no dice nada, Hyunjin sabe a la perfección que lo está escuchando atentamente.
Las amplias manos del mayor le recorren el cuerpo, sintiendo la finura de su anatomía y admirando esa desnudez progresiva que lo convierte en objeto de erotismo.
Hyunjin deja caer su aliento sobre el ombligo del menor, y deja una caricia desde allí hasta la pequeña hendidura de entre sus clavículas usando nada más que la punta de la nariz.
—. Puedo esperar por ti el tiempo que sea. — Sigue murmurando contra su piel, embelesado con verlo reaccionar. — Pero quiero hacerte saber que me muero de ganas por ir en serio contigo.
Félix no tiene oportunidad de responder, Hyunjin desaparece de su vista en un instante y para cuando viene de nuevo, lo besa con tanta pasión que su mente vuelve a quedar completamente en blanco.
La lengua del rubio es suave y muy caliente, y lo recorre por dentro con tanto detenimiento que por un instante Félix se siente invadido y estudiado, sin embargo, eso no le disgusta siendo que el responsable era Hyunjin.
Lo estaba besando de una manera muy distinta, estaba lleno de deseo, si, pero sus labios se movían de forma lenta y apasionada, como si no tuviera prisa por hacer nada más que no fuera besarlo y tocarlo a él y nada más.
Para cuando el menor vuelve un poco en si y le pone las manos en la espalda, se percata de que la camisa del mayor ha desaparecido y de que él está levemente sudado, lo que lo hace cuestionar qué tan intenso estaba siendo Hyunjin, y qué tan lento estaba pasando el tiempo.
De todos modos lo acaricia lentamente y se entrega hasta el último segundo para besarlo, no obstante, la humedad natural de su cuerpo se mezcla excelentemente con el lubricante que tanto apreciaba, y le dan una entrada magnífica a los largos dedos del mayor.
Gime contra los labios del más alto, cerrando los ojos y tratando de no ser tan expresivo en esa situación, aunque claramente falla en dicha tarea.
Los dedos de Hyunjin se mueven con delicadeza, salen un poco rápido pero con calma, y luego entran poco a poco, con detenimiento, estirando la estrechez del menor de forma sutil.
El tiempo que pasa durante esa tarea parece casi eterno, sin embargo Hyunjin no pasa desapercibido que Félix lo disfruta mucho.
Lo tiene rodeado con las piernas, y cada vez que la base de sus dedos se topa con su estrecho anillo, Félix lo aprieta entre sus muslos y se retuerce sobre el colchón, soltando jadeos que de vez en cuando terminan en algún gemido pequeño, y apretando las sábanas de su cama.
Por un instante se pregunta el por qué de que el menor disfrute tanto solo la preparación, siendo que a decir verdad estaban en el paso previo a lo que realmente le parecía bueno a él, sin embargo, le gustaba observarlo en ese estado, y moría de ganas por conocer su cuerpo y saber complacerlo más allá de tener que terminar teniendo sexo con él.
Lo estudiaba con atención, a Félix le gustaban los movimientos lentos, se le erizaba la piel cuando sus dedos se deslizaban hacia afuera con lentitud, pero sobre todo, su rostro se manchaba de sumisión y lascivia cuando introducía sus falanges una por una, lento, y podía sentir cómo su cuerpo se estrechaba en torno a sus dedos y por poco lo presionaban hacia dentro.
Se mordió en labio inferior mientras se deleitaba con solo verlo, estaba complacido con ello, pero aún más con el hecho de haber descubierto la mayor de las razones por las que Félix parecía derretirse en la cama cada que él hacía algún movimiento.
Llevando sus dedos al máximo de profundidad que estos podían alcanzar, llegó a sentir un área suave y blanda, caliente, y de una textura distinta a la rugosidad de su interior. Presionarla había resultado en escuchar a Félix exclamar de placer repentinamente.
Con el rostro enrojecido y un poco sorprendido, Hyunjin se dispone a solo repetir esa acción, deslizando sus dedos por encima de aquella zona sin realmente apretar, obteniendo en respuesta otro manojo de gemidos y temblores por parte de su chico.
Él sabía que Félix era una persona que tendía a tocarse muy seguido, su hambre sexual y su líbido se lo exigían, sin embargo no sabía de la existencia de ningún juguete, y a juzgar por las pequeñas manos del menor, asumía que sus deditos no eran del todo capaces de llegar hasta ese lugar.
Aquello se había vuelto entonces una de las cosas que más quería hacer para el menor, proveerlo de sus dedos siempre que fuese una necesidad sería su próxima meta.
No obstante, él ya estaba muy excitado como para no hacer nada al respecto, de modo que solo pudo retirar sus dedos y alinear su miembro con el cuerpo contrario, no sin antes inclinarse sobre él y besarle el borde de la oreja.
Con la voz un poco ronca, le susurró al oído. — ¿Puedo?
Y solo en el instante en el que Félix autorizó su intromisión, balanceó las caderas hacia adelante y se introdujo en el acogedor interior del cuerpo del azabache, jadeando del gusto.
Para sorpresa de Félix, el mayor no había comenzado a moverse enseguida ni mucho menos a hacerlo con prisas o fuerza como normalmente solían hacer cuando tenían sexo, por lo que buscó su mirada algo lleno de duda.
Hyunjin tan solo le sonrió dulcemente, acariciándole los muslos y comenzando a empujarse dentro y fuera de él con calma, cerrando los ojos y jadeando eventualmente en el proceso.
A ese punto, la forma de las acciones de Hyunjin le tenían el cuerpo temblando, especialmente las piernas, y aún así no era capaz de controlar sus movimientos, arqueandose o removiendose al ser presa del vaivén de caderas del más alto.
El rubio no tenía prisa en sus movimientos, iba con calma y paciencia, saliendo casi por completo de él e introduciéndose una vez más, detenidamente, tal como había descubierto que le encantaba sentir cuando estuvo usando solo los dedos.
Aquello tenía a Félix en una nube, estaba profundamente agradecido de que el mayor hubiese descubierto las maneras en las que su percepción del placer se disparaba, y eso, acompañado de sus generosas dotes, lo tenían absorto.
El ligero eco del departamento hacía que los gemidos de Félix rebotaran en las paredes y regresan como un sonido más suave, pero no captaban el ruido leve que provocaban los labios de Hyunjin cuando le llenaba el pecho de besos al menor.
En otra situación, Félix habría sentido culpa de solo dejarse hacer y no colaborar en satisfacer al mayor, no obstante, Hyunjin estaba deleitado con lo frágil que se había vuelto el más pequeño en ese momento, y su mayor satisfacción estaba en verlo disfrutar a él.
Se movía lento, no estaba apresurado, su cadencia era estable y apenas empleaba fuerza cuando se acercaba al final de cada embestida, y se estaba asegurando de dejar la piel del menor llena de marcas que le recordaran aquella noche.
Ambos se habían dado cuenta de varias cosas en esa ocasión.
Hyunjin, se había dado cuenta de que Félix se entregaba para él más allá del cuerpo, que lo recibía con amor y procuraba corresponder a sus gestos de la forma más equivalente posible.
Se había dado cuenta de que era extremadamente sensible, tanto física como emocionalmente, y en particular, había aprendido que parecía tener mayor sensibilidad ante el sexo vainilla, pues lo disfrutaba tanto que era incapaz de siquiera controlar sus expresiones.
Por otro lado, Félix había descubierto dos cosas importantes, dos cosas que hacían que su corazón se sintiera cálido.
Esa noche no había sido una noche de sexo como cualquiera de las otras que hubieran tenido, no.
Esa noche Hyunjin le había hecho el amor.
Le había hecho el amor hasta el cansancio, y en el momento en el que el climax los había azotado con más intensidad de la que creían poder obtener con algo tan suave, él había levantado su mirada hacia el cielo, encontrándose con la luna resplandeciendo solitaria.
Cuando había visto a Hyunjin otra vez, se sintió deslumbrado por el brillo de sus ojos amorosos, y aunque le costaba respirar bien, había tenido que besarlo.
Hyunjin tenía el mismo brillo que la luna.
Félix no lo deja abandonarlo en ningún sentido, así que Hyunjin debe quedarse atrapado entre su cuerpo y entre sus brazos, besándole el rostro a medida que regulaba la respiración.
—. Yo... — El menor respira fuerte y lo mantiene cerca de él. — Tenía miedo.
Hyunjin lo mira con duda y algo de preocupación. — ¿De qué?
—. De que fuera muy pronto para decirte que te amo.