—. ¿Podría tomar un baño? — Hyunjin, algo tímido, buscaba con la mirada cuál era la puerta que conducía hacia el cuarto de baño del sitio.
Félix se ríe sutilmente, enternecido por el hecho de que el mayor hubiese olvidado tan fácilmente la ubicación del baño, siendo que se lo había dicho antes.
Un par de horas antes, después de que MinHo se había marchado, el ojiazul se había encargado de darle a Hyunjin un "gran" recorrido muy detallado por todo su "gran" departamento.
Se había detenido frente a la puerta con él tan solo para eso; el lugar era prácticamente un rectángulo, al entrar por la puerta podía verse hacia el otro extremo.
Apenas entrar, a la izquierda se encontraba la pequeña cocina en forma de "u", con los electrodomésticos necesarios distribuidos de una forma muy inteligente entre los gabinetes para no ocupar tanto sitio.
La encimera que quedaba hacia el lado que no estaba pegado de la pared, servía como isla y como mesa de comedor, por lo que tenía exactamente tres taburetes bastante cómodos.
Si caminaba un poco más al frente iba a toparse con dos cosas, a la derecha, el mini sofá de dos plazas frente a la mesita con el televisor, y a la izquierda, un pequeño armario sin puertas metido hacia la pared, donde estaba toda la ropa del más pequeño.
En ese mismo rincón, habían dos puertas, una conducía al depósito, y la otra a un baño tan bien distribuido como la cocina.
Unos pasos más allá, pegada al ventanal, estaba la cama individual de Félix, que si bien era un poco pequeña a criterio de Hyunjin que había pasado la noche con los pies por fuera del colchón, para el más bajito era inmensamente cómoda.
Y por último, tenía un rincón junto al ventanal donde estaba su escritorio, con la computadora perfectamente ordenada y varios manuscritos apilados a un costado; era lo básico, pero era cómodo.
—. A la izquierda se enfría y a la derecha se calienta. — Con calma y después de haberle prestado una toalla limpia al mayor, Félix tiene la paciencia de explicarle cómo regular la temperatura de la ducha.
Él se esfuerza en entender y en ponerle atención al más pequeño, pero no puede evitar observarlo detenidamente, detallando la finura de su cuerpo y escuchando su voz melodiosa que en un instante lo hace desconectarse otra vez.
Le toma las manos con suavidad y termina atrayéndolo hacia su cuerpo, abrazándolo muy suavemente y manteniéndolo muy cerca de él durante un rato largo.
Félix no se opone, al contrario, detiene sus palabras y recarga la cabeza contra el hombro del mayor, acariciandole la espalda con cuidado y cariño, sabiendo que podría tener zonas en las que sintiera dolor aún.
Se quedan así por largos minutos, y un rato más tarde Hyunjin se sienta sobre la tapa del excusado soltando un suspiro pesado, no obstante, se lleva a Félix consigo y se asegura de dejarlo sentado sobre su regazo.
El menor es capaz de notar aquel intenso sentimiento que Hyunjin le transmite al unir sus labios, el rubio lo besa con amor, moviendo sus labios de forma gentil y cuidadosa, como si fuese él quien tuviese una herida en el labio.
Félix suspira y le rodea el cuello con los brazos, correspondiendo al contacto con detenimiento y sutileza, deslizando sus manos pequeñas por la espalda del mayor, llenando de caricias sus hombros y la parte superior de sus brazos.
Se asegura de mimarlo con mucha dulzura, acariciandole las mejillas con los pulgares mientras aún se besan, ladeando la cabeza ligeramente para poder hacer encajar sus labios de mejor manera para evitar destruir el contacto entre ellos.
Se convierte en un manojo de suspiros cuando las grandes manos de Hyunjin se introducen por debajo de su camisa de pijama, tocándole la piel del torso y recorriendo su espalda con la punta de los dedos.
Todo su ser se estremece de forma visible bajo el tacto intenso y sutil del mayor, quien poco a poco va deslizando aquella camisa de botones por los hombros del menor, haciéndola descender lentamente luego de haberla desabrochado, desnudando su cuerpo paso por paso.
Hyunjin le besa el pecho y los hombros, dejando suaves mordidas en sus clavículas y cubriéndole el cuello con la humedad de su lengua.
Apenas escapa el primer gemido de sus labios, Félix se separa suavemente, sin llegar a rechazar del todo sus acciones. — Hyunjin... ¿Estás seguro de que tienes ganas de que continuemos?
El mayor claramente entiende su duda, por eso le sonríe y lo observa con esa mirada felina que a Félix le roba el aliento.
—. No estoy tocándote porque esté buscando una forma de desahogar mis problemas, y mis problemas no son motivo para que mis sentimientos por ti se vean afectados de ninguna forma. — Le acaricia los labios con el pulgar y le roba un beso pequeño. — Te estoy tocando porque quiero hacerte el amor justo ahora.
Casi parece que el mayor hubiese estado leyéndole el pensamiento, no obstante, agradece mucho saber aquello, así que incluso él puede darse cuenta cómo sus hombros se relajan y vuelve a permitirse ser tocado por el mayor.
Hyunjin le besa cada rincón del cuerpo, lo toca con intensidad y sin prisa, disfrutando el proceso de deshacerse de cada prenda del más pequeño.
En un corto instante que se había distraído solo un poco, Félix se había estirado para cerrar la puerta, volteando después a verlo con su pecosa cara repleta del color del sonrojo.
Hyunjin se ríe. — ¿Por qué cierras la puerta?
—. Privacidad.
Y entonces se vuelve a reír, porque Félix vive completamente solo, y no había forma ni manera de que algo o alguien los interrumpiera solo por dejar la puerta abierta.
Aún así no dice nada, prefiere concentrarse más en continuar su tarea, finalmente dejando caer la ropa interior del chico en el suelo del baño.
Félix no se había quedado atrás con él tampoco, le había sacado la ropa tanto o más cuidadosamente que como lo había hecho él, besándole los hombros y las clavículas, tocando su pecho, recorriendo con la punta de los dedos todas esas marcas o golpes que tardarían en borrarse de su tez, mientras movía su cadera idílicamente estando sobre su regazo.
Un par de segundos más tarde terminan por entrar a la ducha, decididos a asearse juntos, sin embargo Hyunjin está muy concentrado besando las pecas en la espalda de Félix como para ponerle atención a si él logró poner el agua tibia o no.
Félix cierra la puerta de la ducha también, para que el agua no salpique hacia el suelo de fuera, y solo después vuelve a unir sus labios con los de Hyunjin, sintiendo como él lo empuja lentamente debajo del agua.
El agua está un poco más caliente de lo que hubiese querido, pero poco le importa cuando Hyunjin se arrodilla ante él para llevar sus besos húmedos hacia toda el área de su abdomen.
Él se estremece y le hunde los dedos en el cabello, el agua corre sobre su piel y le moja todo el cuerpo, logrando que las caricias se vuelvan resbalosas debido a la humedad.
Félix no alcanza a saber si lo que empaña los cristales de la ducha es el vapor del agua caliente, o si son ellos con sus respiraciones densas y tibias.
Entre toqueteos torpes, logra hallar en las repisas de la ducha la botella que busca, el lubricante de rico aroma que se había vuelto su mejor amigo desde sus mejores tiempos de soltería, y que usaba constantemente para tocarse siempre que le resultaba necesario.
El contenido del frasco está por debajo de la mitad, pero de cualquier modo él se lo entrega a Hyunjin, quien sonríe de forma ladina sobre sus labios y acepta aquello.
Se toma un momento para embadurnarse los dedos con aquella sustancia, y sin grandes rodeos apenas ambos están listos, usa sus largas falanges para introducirse en el cuerpo del menor en busca de prepararlo.
Termina por hacerlo inclinarse con las piernas separadas mientras se apoya de la pared, y cuando lo escucha soltar gemidos cortos y pequeños, se da por bien servido.
Félix era fácil de moldear, no era necesario invertir demasiado tiempo en prepararlo, pues su cuerpo cedía con facilidad y recibía con gusto todo aquello que el menor estuviese dispuesto a soportar.
Solo por cuidarse, el menor le alcanza también la pequeña cajita repleta de preservativos nuevos que solía guardar en el baño para usarlos cuando necesitaba algo de amor, omitiendo detalles que tal vez todavía no eran necesarios de saber.
Con las manos temblorosas, el menor alcanza a cerrar la llave de la ducha para no desperdiciar agua, sin embargo la tarea le toma el tiempo justo antes de que Hyunjin suspire gravemente tras ponerse la protección al comenzar a introducirse en su cálido interior.
Al menor le tiemblan las piernas apenas lo puede sentir, y aunque no es la primera vez que admira sus generosas dotes, de nuevo el rostro le hormiguea con un intenso rubor ante la satisfacción de sentirse lleno.
Los primeros minutos son tranquilos, el ritmo es lento y Hyunjin es cuidadoso, sin embargo a medida que el tiempo pasa, el placer, el líbido y la necesidad de más, crecen considerablemente y guían al mayor a aumentar su cadencia de forma progresiva.
Félix jadea y tiembla constantemente, manteniendo los ojos cerrados para no perderse de ninguna sensación, mientras su garganta lo traiciona soltando gemidos involuntarios con constancia y claridad.
Un rato más tarde se siente débil y Hyunjin lo nota, de modo que abandona su cuerpo por una cantidad de segundos mínima, para hacerlo girarse de frente y cargarlo repentinamente.
A ese punto, la humedad de sus cuerpos es más sudor que agua, el calor está concentrado en ese pequeño espacio del baño, y desde la nueva postura Félix puede ver que están rodeados de un par de cristales que se han puesto blancos en respuesta a la humedad y la calidez que ambos estaban causando.
De cualquier forma no le da tiempo de hacer ningún comentario, Hyunjin lo deja caer magníficamente sobre su miembro aún firme, y solo en ese momento, cuando su espalda se arquea del placer y se ve obligado a apoyar la cabeza de la pared, Félix agradece que las baldosas no estén heladas.
Esta vez Hyunjin se mueve con fuerza y embiste profundo, el sonido de sus caderas impactando duro contra las del menor es bastante audible, pero queda muy de fondo gracias a los jadeos del más alto y a los constantes gemidos del menor, que se estaban volviendo considerablemente más ruidosos.
Hyunjin lo apoya contra la pared, lo que lo ayuda a moverse con rapidez además, y Félix se muerde el labio inferior antes de exclamar un fuerte gemido de satisfacción, buscando incluso algo de lo que sujetarse al sentir que los movimientos del mayor lo hacían sentir que iba a desfallecer.
En medio de su éxtasis, Félix encaja sus finas uñas en la piel de Hyunjin, pero es plenamente consciente de sus dolores, por lo que evita rasguñarlo para no herirlo más.
Aún así, Hyunjin parece tan cautivado con la desesperación del menor que no puede ni quiere parar, y busca las maneras de empujarlo más y más allá en su límite del placer.
Las manos pequeñas de Félix se apoyan contra el cristal de la ducha, y cuando se deslizan hacia abajo, dejan una marca clara en la superficie empañada.
La forma en la que los dos disfrutan es muy audible, y ante ese hecho, Hyunjin parece agradecer que el menor tomara la previsión de cerrar la puerta.
Los minutos continúan pasando, y ninguno de los dos se siente siquiera agotado sino hasta el momento en el que sus cuerpos se liberan en un intenso clímax que comparten a la par.
Hyunjin se ve en la obligación de sostener a Félix un largo rato entre sus brazos, ya que le tiemblan las piernas y no alcanza a mantenerse de pie.
De cualquier modo, terminan tomando una ducha rápida juntos, y cuando están limpios, satisfechos y relajados, acaban por recostarse y acurrucarse en la pequeña cama de Félix, haciendo lo posible por entrar los dos acostándose de cucharita.
Esa noche Hyunjin se había puesto una pijama que había metido de suerte en la mochila que preparó al escaparse, y aunque tenía más ropa cómoda como para dormir, agradecía que el menor tuviera una lavadora y una secadora metidas en el mini depósito.
—. Hueles muy rico. — Susurra Hyunjin cuando le da un beso en la nuca al menor, respirando el aroma de su piel por debajo del olor del jabón.
Félix se ríe y se acurruca, está algo cansado, pero había estado disfrutando de sentir los abrazos desde la espalda que le daba Hyunjin, y sin dudas lo hacía sentir feliz poder ver películas con él mientras compartían un tazón de fideos instantáneos con mucho queso.
—. Se siente lindo tenerte en casa, es pequeño, pero haces que se sienta como un hogar.