Coleccionista de Tormentos

katyaenriquez tarafından

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[Libro 1 de la Bilogía "Impostores"] Después de la trágica partida de Kelvin, Anet no estaba dispuesta a comp... Daha Fazla

PREFACIO: ERA DE SANGRE
Capítulo 1: Corte en el Pecho
Capítulo 2: Por Justicia
Capítulo 3: Obedezcan al Monstruo
Capítulo 4: Hablar con la Pared
Capítulo 5: Deseo Pasado
Capítulo 7: Moribundo
Capítulo 8: ¿Quisieras Pasar?
Capítulo 9: Néctar Tóxico
Capítulo 10: Fuerte Hedor
Capítulo 11: Estaba perdida
Capítulo 12: Vigilancia
Capítulo 13: Gran Momento
Capítulo 14: Salto Sangriento
Capítulo 15: Aixa o Axel

Capítulo 6: Inofensivo Encuentro

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katyaenriquez tarafından

Inhaló profundamente, observando que no estaba en el 783 del Good State.

Arrastró su cuerpo fuera de la rígida cama con escaso relleno.

Volteó hacia donde dormía el dueño de la casa, esperando no despertarlo.

—Quisiera arrancarme el corazón —siseó.

—¿Lo harás? —el Monstruo chasqueó su lengua.

Su voz era tan alta que sabía que era real y no era parte de su imaginación.

—No quiero.

Anet estaba nerviosa.

Apuntó hacia el dormilón, mostrando su pistola.

Cargó una bala, se emitió un sonido, pero no disparó.

—¿An...? —se despertó el joven de piel morena—. Baja el arma.

El humano que sentía miedo meneó su cabeza.

—Piénsalo, bien —el desconocido se quitó la sábana de encima, revelando que tenía poca ropa puesta.

Él se aproximó.

El muchacho de ojos grises permaneció quieto.

—No me deja...

El moreno bajó el brazo de Anet y la apartó del arma.

—¡¿Qué mierda te pasó?! —se intimidó el dueño de la casa, examinando la mano izquierda de la chica y la parte cercana a su tobillo derecho.

Bowie cambió de semblante.

—Me arranqué la tobillera —resopló ella.

—Ajá, ¿qué ocurrió con tu mano? Esa herida no se debe a que reclamaste tu libertad, eso ocurrió por otra cosa.

El amigo guardó la pistola.

—Golpeé un espejo... Recordé el día en que Camile se volvió asesina por mí.

—Bowie, deberías quedarte conmigo —el joven quiso abrazarla—. Quedarte en el edificio, tan alejada de quien te protege es un error.

—No, Lucían. Si alguien se entera del cariño mutuo que nos damos, querrán matarte.

—Soy el líder de las Ballenas, no pueden herirme.

Anet se mordió el labio.

Su pareja la reconfortó con un abrazo y un beso en la mejilla.

—A Camile y a ti les seguiré dando protección, sin embargo, tus nuevos compañeros estarán por su cuenta.

A la víctima del Monstruo no le agradó ese comentario, así que enlazó sus brazos, alejándose de Lucían.

—Es a todos o nadie —demandó el ser viviente.

—Anet... Bien. También protegeré a tus nuevos inquilinos, pero a cambio exijo algo.

—No importa el costo siempre que cumplas tu promesa.

Su novio sonrió con malicia.

—Lo que pediré no es a ti, es a ellos y tú debes asegurarte de que ellos lo hagan para ganarse mi confianza.

—Escúpelo.

—Quiero que maten a Pup y a Py Dickson, miembros de los Elefantes.

«Debí suponerlo, Lucy no va con rodeos. Además, él es un asesino en serie que ama que gente peor que él fallezca de forma misteriosa».

—Veré que puedo hacer —alargó la mano—. Si no acceden, iré por tus blancos y acabaré con ellos. Lo que sea para mis hermanos.

—La condición es que no lo hagas —aclaró Lucían—. Todo Hesitate está buscándote y si se entera de tus intenciones comenzarán intensas persecuciones... 

»Puede que, en una de esas, sepan que nosotros estamos saliendo y quieran matarme.

—Dudo mucho que eso suceda, la Anarquía empezó. La gente estará más enfocada en intentar sobrevivir que en acabarme.

Lucían se vistió y entregó ropa a su chica.

Salieron para el comedor.

Ellos se deleitaron con los insípidos alimentos que tenía Lucían Fernández.

«Juro que lo mataré antes de que consiga acceso al Puerto porque no puede haber ningún testigo de mi partida a El Progreso».

«¿Haré lo mismo con Marie y Ulises? Han demostrado ser de ayuda, por lo que matarlos significaría que mi reputación empeoraría».

El joven de ojos castaños levantó los platos.

Él vio que Anet estaba pensando, mas no le quiso preguntar.

Él, limpió, lavó sus dientes y regresó.

Bowie, seguía allí, sentada frente a la mesa, con la mente perdida.

El humano cambiante respiró.

—Debes irte —Lucían se había uniformado con la vestimenta de su clan—, o quédate. Solo recuerda que el casero edificio no debe verte.

—Descuida, me iré enseguida —ojos grises se dirigió a la salida—. ¿En serio vas a hacer que ellos maten por tu protección? 

»Creí que eras diferente, que rompías el esquema. 

»Me temo que erré, no sientes nada por nadie... ni por mí.

—Ann... Mientes. Te amo y no necesito demostrárselo a los demás.

—¿Sí? Entonces, ¿por qué cuando te he pedido apoyo para mis allegados no mueves ni un dedo pero si quieres que se cumpla tu palabra? Eso no es amor, exigir sin dar es desinterés.

Anet se colocó su sudadera.

—¡Anet!

—No, cállate. Esto ha terminado.

La persona castaña tiró la capucha sobre su cabeza y salió del edificio.

Bajó las escaleras corriendo, apostando a que no se olvidara de ningún escalón.

Sus manos estaban dentro de sus bolsillos, su cabeza daba vueltas, sentía frío, sus ojos no podían ver más que caos en la calle y, su corazón se depuró.

«No debí enrollarme con él, no fue correcto permitirle conocer lo que oculta mi ropa... Me equivoqué al amar de nuevo», secó sus lágrimas con una mano.

Caminó con flaqueza, casi arrastrando los pies sobre el suelo porque sus esperanzas de enamorarse estaban perdidas.

Delante de él había una tienda en la que los ladrones estaban a flor de piel, pero no disfrutaban de su rutina.

Bowie se acercó, sacó la pistola que le robó a Lucían, la cargó y entró al lugar.

El Monstruo no estaba, era la dama quien lanzó varios disparos para terminar con las vidas de los asaltantes.

La sangre salpicó los pisos, los estantes, las puertas de vidrio cercanas, y encima del asesino.

Los empleados gritaron aterrorizados.

Anet viró su mirada hacia ellos, aun con el arma en mano.

Al ver sus reacciones, bajó la pistola, indicándoles que era importante que salieran de la tienda para que no les echaran la culpa.

—Gracias —dijo la mujer de cabello naranja—. ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Anet Bowie y soy quien sacará del caos a Trésse. Ahora corran, la policía no tardará en aparecer y no deben culparlos por mi crimen.

La criminal enfundó su arma.

Las víctimas del robo huyeron en lo que la señorita tomaba comida y bebidas de la tienda para llevárselas al departamento.

Cuando guardó sus compras en una bolsa, abandonó el lugar, sin inmutarle que había matado sin ser su otra versión.

El corazón de Anet se oscureció tanto que el matar no la había saciado, lo que calmó lo que sentía fue llegar a casa para estar con su familia.

Al entrar, cerró y se volteó, sin percatarse de que la pareja había esperado su presencia desde hacía horas.

—Traje provisiones —dijo el desconsiderado, enseñando dos bolsas de plástico llenas con comida y bebidas.

—¿Traje provisiones? ¿En serio? ¿Solo eso vas a decir? ¿Ni un saludo o alguna explicación de dónde mierda estabas? —Ulises enfureció.

Bowie se paró, queriendo evadir que lo sucedido con Lucían no la estaba afectando.

Se desbordó en llanto, admitiendo qué había sucedido en realidad.

Sus compañeros la sentaron en el sofá para que él les dijera por qué estaba manchado con sangre, no qué lo había hecho tambalear.

Pero, Anet les contó todo porque no quería sentir que le faltaba algo dentro de su corazón, porque no soportaba la idea de que solo le prestaban atención cuando tenía mal comportamiento o asesinaba.

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