Coleccionista de Tormentos

katyaenriquez

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[Libro 1 de la Bilogía "Impostores"] Después de la trágica partida de Kelvin, Anet no estaba dispuesta a comp... Еще

PREFACIO: ERA DE SANGRE
Capítulo 1: Corte en el Pecho
Capítulo 3: Obedezcan al Monstruo
Capítulo 4: Hablar con la Pared
Capítulo 5: Deseo Pasado
Capítulo 6: Inofensivo Encuentro
Capítulo 7: Moribundo
Capítulo 8: ¿Quisieras Pasar?
Capítulo 9: Néctar Tóxico
Capítulo 10: Fuerte Hedor
Capítulo 11: Estaba perdida
Capítulo 12: Vigilancia
Capítulo 13: Gran Momento
Capítulo 14: Salto Sangriento
Capítulo 15: Aixa o Axel

Capítulo 2: Por Justicia

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katyaenriquez

En Trésse, específicamente en el sector H-55, tanto Cazadores como Presas estaban al acecho del Monstruo o la Criatura que tenía aterrado a toda la isla.

Cuando muchos se enteraron de que Anet salió de su departamento porque entró en pánico, la búsqueda de aquel ser humano comenzó y nadie impediría que fuese capturado.

La alarma de la tobillera informó al comisario, por lo que hasta ese momento el cuerpo policiaco era el único que sabía del evento.

Sin embargo, no era de impresionar que uno de los clanes forzó la entrada de la comisaría para obtener información sobre la muerte de uno de sus antiguos miembros.

Los Leones llegaron al lugar, torturaron a sangre fría a quienes estaban dentro y consiguieron lo que quería: saber la ubicación exacta del asesino de Elaya. 

Al llegar al sitio que marcó la alerta no encontraron a la Presa.

Desgraciadamente, no eran los únicos que la buscaban, al mismo tiempo de su llegada aparecieron los líderes de una madriguera ya que ellos vivían cerca y escucharon que alguien rondaba cerca. Así se dio una pelea que no terminó bien.

Los líderes de la Madriguera de Sert perecieron tras ser colgados en un poste de luz.

Amari Batiño, alfa de los Leones, saboreó la sangre que manchaba su boca, ordenando que el clan se retirara de la escena.

—¿Dónde estás, Monstruo? Vas a pagar por Elaya —gruñó Batiño.

El grupo caminó hasta su edificio para descansar.

Durante ese viaje, el odio, el placer de matar y la venganza acompañó a los dominantes.

No había qué hacer más que esperar a que la criatura flaqueara.

Si no lo hacía, ¿cuál sería el plan? ¿acorralarlo?

En lo que ellos inspeccionaban las calles para hallar más víctimas, los habitantes del 783 del Good State entraban a casa.

La pareja ignoraba que pudiera pasar algo, aunque Bowie sabía de los riesgos.

Ella entró de último y cerró la puerta, poniéndole tres candados.

Marie rio al decir: —¿Qué haces? Nadie viene por nosotros.

—Por mí sí, preciosa —dijo por lo bajo Anet—. Recuérdalo, soy un Monstruo y un blanco por esto —enseñó el detector descompuesto.

Ulises no entendió así que soltó: —Solo vendría la policía.

—Enciende la radio.

El chico pelinegro accedió.

La reportera dijo horrorizada: —El cuerpo policiaco del sector H-55 ha muerto. Los Leones entraron y mataron a todos para obtener información sobre...

Él cambió la señal para colocar música.

—¿Por qué carajos los Leones te quieren matar? —Ulises estaba irritado.

Anet se sentó en el sofá, subió una pierna sobre la mesa y alzó la otra para observar la herida que se hizo al librarse de la tobillera.

Marie intentó persuadirla: —An... Responde a la pregunta... ¿Qué mierda? ¡Estás sangrando!

—No lo había notado.

Él estaba a la defensiva.

La dama rubia fue por el botiquín de primeros auxilios.

Se niveló a la herida y empezó a curarla.

Solo así obtuvo una respuesta.

—No sé exactamente qué pasó.

Hizo una mueca de dolor al sentir la medicina sobre su piel expuesta.

—Sé que vengué a mi primer compañero de cuarto. Días después de su muerte descubrí quién lo asesinó, así que fui por él.

»Lo separé de su grupo y luego... 

»Solo recuerdo que yacía transitando las calles, desorientado, con un cuchillo en la mano, manchada de sangre que no era mía. 

»Cuando llegué al edificio, Camile me bañó y trató las cortadas que estaban alrededor de mi cuerpo.

Ulises quedó boca abierto.

Marie siguió como enfermera.

Silencio.

Pensamientos.

Recuerdos.

Sonidos aturdidores.

—Su última frase fue: «No sé quién eres, pero eres un Monstruo».

Jessica se apartó.

Anet miró su herida.

—Gracias.

—No te preocupes... ¿Lo mataste?

—Eso creo. Recuerdo que, al regresar a mis cabales, no había movimiento corporal.

—¿Por eso tenías la tobillera? —Ulises hizo una suposición.

Su compañero ladeó su cabeza, asegurando que eso fue por un robo.

—Entonces, ¿por qué no sales del departamento?

Anet pidió que se lo preguntaran mañana porque estaba muy cansado.

Ulises aceptó.

La pareja dejó a la castaña.

Esa chica se recostó para intentar recordar.

Cada vez que quería revivir algún recuerdo relacionado con las venganzas por sus antiguos roomies le daba jaqueca y ganas de vomitar.

En la madrugada desbloqueó nuevos datos.

Él pudo no haber matado a su víctima puesto que ésta tuvo un combate con uno de sus amigos del clan.

Por la emoción despertó a sus posibles amigos.

Ellos fueron a verla.

—Tengo que contarles más —Anet estaba asustada.

—Tomaremos asiento, entonces —bostezó Ulises, sentándose en la sala.

—Te escuchamos —intentó sonreír Marie.

Los tres compartieron un momento acogedor.

Finalmente, los tres se fueron a descansar.

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