✓DEMON'S FEARS ⎯⎯ ᴛᴡᴅ

By OrdinaryRue

181K 16.8K 3.3K

𝘁𝗵𝗲 𝘄𝗮𝗹𝗸𝗶𝗻𝗴 𝗱𝗲𝗮𝗱 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 [TERMINADA] Riley apenas puede soportar su propia mente... More

Inicio
chapter I
chapter II
chapter III
chapter IV
chapter V
chapter VI
chapter VII
chapter VIII
chapter IX
chapter X
chapter XI
chapter XII
chapter XIII
chapter XIV
chapter XV
chapter XVI
chapter XVII
chapter XVIII
chapter XIX
chapter XX
chapter XXI
chapter XXII
chapter XXIII
chapter XXIV
chapter XXV
chapter XXVI
chapter XXVII
chapter XXVIII
chapter XXIX
chapter XXX
chapter XXXI
chapter XXXII
chapter XXXIII
chapter XXXIV
chapter XXXV
chapter XXXVI
chapter XXXVII
chapter XXXVIII
chapter XXXIX
chapter XL
chapter XLI
chapter XLII
chapter XLIII
chapter XLIV
chapter XLV
chapter XLVI
chapter XLVII
chapter XLVIII
chapter XLIX
chapter L
chapter LI
chapter LII
chapter LIII
chapter LIV
chapter LV
chapter LVI
chapter LVII
chapter LVIII
chapter LIX
chapter LX
chapter LXI +18
chapter LXII
chapter LXIII +18
chapter LXIV
chapter LXV
chapter LXVI
chapter LXVIII
chapter LXIX
chapter LXX
the end?
epilogue I
epilogue II

chapter LXVII

531 46 14
By OrdinaryRue

— Puedes a-ayudarme a... —se entrecortó Rick, dirigiéndome una mirada cargada de pesar.

— Por supuesto.

Juntos pusimos a Carl en pie, con el mayor cuidado posible mientras lo veíamos contener muecas de dolor a cada paso. Subimos con lentitud por las escaleras, y cuando la rosácea luz del amanecer rozó la piel de Carl, una sonrisa reluciente se extendió por su rostro. Sonrió, obligándonos a Rick y a mí a detenernos cuando él pegó los pies al cemento, disfrutando del momento con fuerza. 

— Es agradable. —musitó regresando el paso. Lo ayudamos a deslizarse contra uno de los muros, donde pudo descansar y recobrar el aliento que había perdido— No creí que... que alcanzaría a ver otro. —la luz le reflejó en los ojos, un celeste puro bañado en lágrimas. Tuve que dar un paso atrás, demasiado abrumada por la situación— G-Gracias. —miró a su padre, que se había sentado justo a su lado.

— Yo solo... n-no quería que estuvieras ahí cuando...

Tragó pesadamente, y los ojos le quedaron encharcados porque se resistía a dejar caer las lágrimas, otra vez.

— No, no por eso. —replicó con una débil sonrisa— Por cuidarme, por criarme como lo has hecho, papá. Gracias por hacer quien soy ahora.

Me alejé otro paso, arrugando sin darme cuenta el sombrero entre mis manos. ¿Por qué debía ser todo tan difícil? ¿Por qué nos ocurría esto, estando tan cerca de conseguirlo? Los pensamientos me taladraron la cabeza, hasta el punto de perderme en mis propios desvaríos. La injusticia de la situación me calaba en los huesos, me enrabiaba, pero no había objetivo para mi ira, aquello era quizás lo más demoledor. No había culpables, únicamente fue el destino golpeando nuestros ingenuos traseros.

— ...lo fácil que se volvió con el tiempo matar. —me enderecé de golpe ante las palabras de Carl— Lo viste, por eso cambiaste, por eso trajiste a la gente de Woodbury. —entrelazó la mano con la de su padre, dejando un ligero apretón que provocó un silencioso sollozo en el mayor— Los aceptaste, y vivimos juntos. Éramos enemigos y tú bajaste el arma. —lo observó con tal admiración, que me hizo desear haberlos encontrado mucho antes, haberlos conocido en aquel tiempo del que hablaban— Lo hiciste, para que cambiara. Para que fuera el hombre que soy ahora. Lo hiciste... Dejaste de pelear. —su atención se desvió hacia mí, tomándome desprevenida— Fue lo correcto, y aún lo es, puede volver a serlo. —extendió su mano, tembló, pero no la retiró hasta que la uní con la mía sentándome a sus pies— Hoy he visto que puedes ser así. —negué, no obstante, mi terquedad solo causó que elevara ligeramente la comisura de su labio— Papá... —miró a Rick, y hasta que este no se animó a alzar la cabeza, no continuó con sus palabras— Tú puedes volver a ser así.

— No, no puedo ser el que era, ahora es distinto.

— No puedes matarlos a todos, no podéis. —nos miró, y me di cuenta de que a pesar de su juventud, él era capaz de enseñarnos algo a nosotros, a dos adultos que creían tener la razón absoluta— Tiene que haber algo después, para vosotros. —tomó nuestras manos, incitando a que Rick la entrelazara conmigo. Lo hizo, mirándome de soslayo con un cariño arrollador— Tiene que haberlo. —repitió, y cuando mis dedos encajaron con los de su padre, con naturalidad, con necesidad, sonrió— Ya sé que aún no lo ves. —habló con la voz rasposa— Lo que será. Yo lo he visto. —cerró los ojos, como si rememorara un dulce sueño— Tienes barba, una barba larga y gris. Riley vive contigo, es feliz y sonríe tanto... Judith es mayor ya, escucha canciones que yo solía escuchar. —me moví con nerviosismo, pues el amor con el que describía aquel sueño recordaba lo duro que sería vivirlo sin él. Rick me acercó a su cuerpo, abrazándome, se refugió en mí, al igual que yo hice en él— Alexandria es más grande, hay casas nuevas, campos de cultivo, y gente trabajando. Todo el mundo vive, ayudando a los demás. —abrió los ojos suavemente, y el color de sus orbes pareció iluminarse al vernos— Si tú vuelves a ser el que eras, con ella, podría ser así, papá. Seguro.

— Carl... —el nombre de su hijo raspó su garganta, lo pronunció con tal dolor que me dio la impresión de que iba a derrumbarse— Todo fue por ti. Desde el principio, estando en Atlanta, en la granja... Todo lo que hacía era por ti. —mis nudillos acariciaron su mejilla, retirando una lágrima fugaz. Sus párpados cayeron ante mi contacto, y como si recibiera una brisa de pura paz, continuó hablando esta vez sin un nudo en la garganta— En la prisión era por ti, por Judith. Lo es y lo seguirá siendo, y nada, nada podrá cambiar eso. —prometió. 

— Quiero eso para ti, papá. —confesó con angustia— Quiero que te permitas ser feliz.

— Lo haré realidad. Te lo prometo, Carl, que lo haré realidad.

Rick respiraba pausadamente. Su pecho golpeaba con cada inhalación mi espalda, mientras su brazo me apretaba el abdomen, no queriendo soltar lo único que conseguía mantenerlo cuerdo. Deslizaba la mano por el pelo de Carl, una y otra vez, en un movimiento casi automático.

— Gracias por enseñarme a usar un arco. —resoplé, no creyéndome que estuviera agradeciendo algo tan irrelevante. Hizo una mueca, entre divertido y resignado por mi gesto— ¿Le enseñarás también a mi hermana? Pienso que... se le dará mucho mejor que a mí.

Aguardó paciente por mi respuesta, y teniendo ambas manos sobre el brazo de su padre en mi cintura, terminé estirando una de ellas para alcanzar su mejilla. La acaricié, y al igual que con Rick retiré esas molestas lágrimas que le surcaban las mejillas.

— Lo haré. —aparté la mano, sin dejar de observar su rostro pálido y pegajoso por el sudor— Pero tú siempre serás mi aprendiz favorito.

Agachó la cabeza, ocultando una sonrisa triste.

— No... —dudó, y su atención se intercaló entre su padre y yo varias veces. Finalmente, se detuvo en mí— No pensé que podría... —relamió sus labios, y la sequedad de su lengua le raspó la piel. Suspiró, notando una presión en el pecho que solo tenía un significado, no podría soportar mucho más— Solamente... gracias por encontrarnos, por encontrar a mi padre cuando te necesitaba. —Rick presionó un poco más sus dedos contra mi abdomen, sin dejar de observar el perfil cada vez más desgastado de Carl— Él entonces no lo sabía. —dejó caer la cabeza contra el muro, fatigado por el simple hecho de respirar— Pero yo sí, estaba seguro.

— Carl. —se quebró Rick al verlo apagarse de aquel modo— Lo siento, lamento no haberte protegido. —apretó los labios, atascando en su garganta el picor del llanto— Como un padre debe proteger a sus hijos.

— No, solo debe quererlos. —respondió sincero, y su mano bajó a tientas hasta su cinturón. Rick lo detuvo de golpe, en un movimiento desesperado y brusco— Tengo que hacerlo. 

Su padre no aflojó en lo más mínimo el agarre en su muñeca.

— Thomas me dijo una vez... —el susurro de mi voz atrajo la mirada de ambos— Que únicamente alguien que te ama puede hacer algo así. —Rick soltó el brazo de Carl suavemente— Por eso tuve que ser yo quien... —respiré profundamente, recomponiendo mi dolor y su recuerdo— Carl. —sus inocentes ojos me encontraron, y vi miedo, a la par que un agradecimiento que no podía expresar con palabras— Te amo, ¿de acuerdo? —lloró, y asintiendo, terminó apartando la mano de la pistola. 

— Papá... —sus lágrimas no cesaron, sino que aumentaron como un torrente al enfrentar a Rick— Te quiero. —se despidió con la voz rota— Te quiero, papá.

— Y yo te quiero, Carl. —confesó en un sollozo— Te quiero... m-mucho. —sostuvo sus mejillas con ambas manos, plantando en su frente un prolongado beso. Las lágrimas le nublaron la vista, hipó y vi como su espalda se agitaba en espasmos frente a mí— Lo haré realidad, lo prometo. 

Luchando contra cada fibra de su cuerpo, se puso en pie, e incapaz de presenciar su muerte se alejó hasta la zona opuesta de la azotea.

Tomé la mano de Carl, mientras buscaba con la otra el arma.

— Eres muy valiente. —admití arrebatándole una diminuta sonrisa— Aunque también eres bastante molesto. —negó, estirando sus labios y dejándome ver el blanco de sus dientes— Un renacuajo al que he... —atrapé nerviosamente un poco de aire, ahogándome yo solita— Al que he llegado a soportar con el tiempo. —me quebré, y el llanto que había contenido me estalló en el pecho.

Carl gimió dolorosamente al erguirse, intenté regresarlo al muro cuando me abrazó ocultando su rostro en mi cuello. Tuve que apoyarme en el suelo, pues me dolía tanto el corazón que me veía incapaz de vivir.

— Cuídalo por mí. —murmuró en mi oído. Mi mano subió hasta su cabeza, ahuecándolo con ternura— Va a n-necesitarte... pero no lo admitirá. —besé su mejilla, fue un beso lento que me apretó cruelmente las entrañas— Tienes que estar a su lado, y al de Judith. —desenredé su pelo, y mi mano opuesta rodeó la empuñadura de la pistola— Prométemelo. Prométeme que... que estarás ahí para ellos. 

Todo mi cuerpo tembló cuando elevé el arma a su espalda.

— Te lo prometo. Carl, yo... —cerré los ojos, retirando la mano de su cabeza.

— Está bien. —se apretó más a mí, intensificando aquel último abrazo— No duele, ya no me duele. —sus músculos se tensaron cuando el silenciador tocó contra su nuca— Está... e-está bien... —repitió conteniendo sus sollozos.

— Te amo, muchísimo.

Sus brazos se anclaron alrededor de mi cintura, y sus manos se aferraron desesperadamente a la tela de mi ropa.

— Te... a-amo.

Disparé.

Su cuerpo cayó sobre mí, fue un peso abrupto que atrapé en mis brazos. Lo estreché una última vez, y cuando oí a Rick caer de rodillas a mi espalda, dejé a Carl delicadamente en el suelo.

— Lo siento. —lloré abrazando su espalda— Lo siento tanto, amor.

Tomó mis manos, rodeándolas con las suyas, y acrecentó el doloroso llanto que le invadía. Lo apreté, deseando detener sus hipidos y el temblor de su cuerpo. Y, en mis brazos, lo sentí quebrar contra mi piel, su dolor me hirió, y no pude más que besar su nuca, anhelando que nuestras agónicas heridas nos dejaran un instante para respirar.

Me di cuenta de que era la primera vez que conducía con Rick a mi lado. Quité una mano del volante para ponerla sobre la suya en su muslo, sus ojos al instante se apartaron del retrovisor, desde donde se veía el cuerpo de Carl envuelto en los asientos traseros. Apretó mi mano como respuesta, y siendo inconsciente de ello, entrelazó sus dedos con los míos.

Separé los labios con temor, pero era una jodida idiota si creía que unas palabras podrían significar algo dada la situación. No había nada que pudieran decirme a mí para aplacarme el dolor de una pérdida, pero Rick no era yo.

— Te quiero. —musité con los ojos clavados en la carretera. De soslayo, lo vi asentir sin apartarme la mirada— No, Rick. — ceñí mi agarre al volante con más fuerza, y su pulgar se deslizó por el dorso de mi mano— Te quiero tanto que duele, así que, te lo suplico. —retiré por un instante la mirada del asfalto, y me recibieron sus ojos azules y sinceros a mi lado— No hagas nada. Solo.... déjame cuidarte, ¿está bien? —supe que iba a negarme aquello cuando sus labios se apretaron en una línea recta— Déjame. Cuidarte. —dudó— Lo necesito. —rompí nuestras caricias para retirar furiosamente una lágrima en mi mejilla— Necesito que sepas lo mucho que te quiero, para que... —arrastré otra molesta lágrima fuera de mi rostro— Para que me permitas estar a tu lado, Rick. Voy a querer estar a tu lado, siempre.

Se mantuvo en silencio, en uno que me martirizó lentamente mientras el vehículo rodaba por la carretera hacia Alexandria.

— De acuerdo. —aceptó, y apresó mi mano, que había devuelto al volante, para encerrarla entre las suyas— Confío en ti, con mi vida, Riley. —el labio me tembló y pude retener las lágrimas en los ojos, aunque aquello no impidió que él las viera— Te quiero. —respiró con dificultad—Llévanos a casa.

Y eso hice, en completo silencio terminamos llegando a Alexandria con un sol reluciente en un día que era para ambos, terriblemente gris y sin vida.

En cuanto puse un pie fuera del vehículo, una voz me llamó desde la otra punta de la calle. Rick cargó con el cuerpo de Carl, justo cuando Rosita llegó frenando ante mí. Su atención se desvió al adolescente sin vida, robándole por unos segundos todos los pensamientos e incluso la respiración.

— Lo lamento. —murmuró hacia Rick, quien se limitó a asentir y apretar un poco más el cuerpo contra él— Riley, lo siento, pero hay un problema con la gente del Santuario. 

— Ahora no. 

Hice el amago de acercarme a Rick, cuando la mano de Rosita se encerró alrededor de mi hombro.

— Sé que es un momento horrible, y odio pedírtelo justo ahora, pero no van a hacer caso a nadie que no seas tú. —me soltó con una mueca de disculpa— Están asustados, y cabreados, y tu hermano no va a ser capaz de controlarlos mucho más tiempo.

— Riley, puedes...

— No. —interrumpí el tono suave de Rick— No voy a dejarte. —enfaticé segura, y su rostro tenso se relajó imperceptiblemente ante mis palabras— Rosita, diles que he llegado, que iré con ellos antes del anochecer. Puede que eso los calme unas horas.

Asintió, y reflejando una expresión de incertidumbre, regresó sobre sus pasos en silencio.

Una mano se acercó tímidamente a la mía. Rick nos unió, llevándonos hasta el cementerio de la comunidad. Sin mediar palabra empezamos a cavar, justo al lado de la tumba de Thomas, acción que tomó Rick por mí. El foso recibió el cuerpo de Carl de los brazos de su padre. Cuando el primer puñado de tierra cayó sobre su cuerpo, fue como si también cayera sobre nuestros hombros. Sentí que me hundía cada vez que enterraba la pala y dejaba caer un poco más de tierra sobre él. Finalmente quedó cubierto, y me alejé un paso observando donde aquel adolescente risueño, se encontraba ahora. Rick me encerró entre sus brazos, y ni siquiera me di cuenta de que había empezado a temblar en el sitio hasta que me abrazó para detenerme. Noté como se me empapaba el hombro por sus lágrimas, y como cada vez que yo hipaba para contenerme de llorar, él me acercaba un poco más. La muerte de Carl me estaba destrozando por dentro, pero el sufrimiento de Rick, era lo que me ardía en el pecho. Lo amaba tanto que era doloroso, porque sus heridas se habían convertido en las mías, y sus miedos, eran ahora mis pesadillas.

— Yo también quiero estar a tu lado. —respiró en mi cuello, y cuando mi mano acarició su espalda, el llanto le comenzó a cesar— Te quiero siempre conmigo.

Gracias por leer y no olvides votar ♡ ━

Continue Reading

You'll Also Like

186K 20.7K 70
Ella también fue parte del grupo que inició en Atlanta, estuvo en la pelea contra el gobernador, lucho contra caminantes para poner seguro a Carl y a...
213K 12.1K 20
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
40.7K 2.4K 18
El trono que por sangre le correspondía fue usurpado, él hizo el cuerno sonar y los reyes y reinas de antaño fueron llamados. Nadie tenía idea de lo...
1.3K 156 6
El sultanato de Sergio es magnifico y eso significa que los demás reinos buscan fuertes conexiones con él... Que mejor que mandando a sus mejores bel...