Mío.

Від MarStark1

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[LIBRO #2 DE LA SAGA SUEÑOS] [+18] ¿Hay fantasmas del pasado que nunca se van? Aquí entendemos que a veces lo... Більше

¡Advertencia y personajes!
Prefacio.
Capítulo 1.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Epílogo.
Extra: Final alternativo II.

Capítulo 2.

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Від MarStark1


Rosse.

Aitara.

Termino de bajar las escaleras y voy directo a la habitación. Toco sin obtener respuesta, así que bajo mi propio riesgo decido abrir la puerta.

Encuentro a Matteo dormido boca abajo, envuelto entre las sábanas, dejando ver su espalda fornida. Camino hasta él y me siento sobre su espalda dejando mis pies fuera de la cama.

-¡Buenos días! -Grito.

Mala idea.

Pésima idea, querida.

En segundos me deja debajo de él y pone el cañón del arma en mi mandíbula. Mis manos quedan en sus omóplatos y su brazo libre ejerce presión en mi cuello privándome del oxígeno. El paso de aire se me corta y el azul marino de mis ojos queda frente al verde esmeralda de los suyos.

Siento nuestros alientos fundirse y su pecho chocar contra el mío por la respiración acelerada. Guardamos silencio unos sin saber qué hacer, un silencio nada incómodo, pero siento que me asfixio.

-¿Qué carajos te pasa? -Se aparta de mí dejándose caer al otro lado de la cama. Oculta el arma con rapidez bajo su almohada.

-Yo que voy a saber que te despiertas así.

Me levanto de la cama poniendo las manos en mi cintura. Enarca una ceja viéndome, tal vez si debí despertarlo normalmente. No puedo aguantar y me rio, parezco anormal, pero creo que me estoy riendo de nervios por el susto que me pegó.

-Tu sí que estás loca -me da la espalda cubriéndose con la sabana de pies a cabeza.

-Despierta, viniste a Londres de vacaciones, no a dormir.

-¿A dónde planeas llevarme?

-Pues hay varias opciones, te daré para elegir -me siento en la parte vacía de la cama-. Podríamos ir a patinar en uno de los clubes de mi mamá, ir a una plaza, a un parque, también está el Támesis o...

-Podríamos ir todos a la galería nacional de Londres.

-¿Seguro? Digo, no es que sea lo más divertido del mundo.

-Sí, quiero ir -se levanta de la cama. Solo lleva un pantalón de algodón puesto y por leves segundos, mínimos, a decir verdad, me quedo anonadada viendo el marcado abdomen-. Invita a los demás.

Me concentro en su voz apartando la vista de lo que no debo.

-De hecho, ya están viniendo para acá, es tarde -señalo el reloj de pared que marca las once de la mañana-. Solo falta despertar a mi supuesto mellizo. Tú cámbiate que yo me encargo.

-Sí, señora -hace como si fuese un militar, me pongo de pie lista para salir y su voz me detiene-. Ah, para la próxima te recuerdo que mis ojos están arriba.

Se señala. Una media sonrisa danza en sus labios. Le saco el dedo corazón y se echa a reír.

Salgo de la habitación volviendo al segundo nivel. Mi hermano tampoco contesta a los toques de la puerta e imagino que debe estar dormido, tiene el sueño más pesado del mundo.

Entro y empiezo a moverlo para que despierte. Lo muevo y lo muevo y ni se inmuta, parece un maldito muerto.

-¡Zaid, despierta! -Sigo llamándolo hasta que me lanza un cojín a la cara-. ¡Hijo de...! ¡Agradece que es un cojín y no arruina mi perfecto rostro!

-Lárgate y jode en otro lado.

-Despierta, iremos a la galería nacional y te quedarás -me siento a su lado.

-Ya voy -balbucea con pereza. Se sienta en la cama con los ojos cerrados, se masajea las sienes mientras maldice-. Madura de una maldita vez y aprende a despertar a la gente normalmente. Me da una jaqueca inmensurable cuando me despiertan a gritos.

-Te intenté despertar normalmente, no es mi culpa que te mueras mientras duermes -le pego levemente en la cabeza-. Pareces un maldito muerto.

-Maldito cerillo.

-Jódete.

-Jódete tú.

-Maldito.

-Cerillo.

-Idiota.

-Retardada mental.

-Adoptado.

-Lárgate a joder a otra parte. Qué estrés contigo.

-Gracias por los halagos hermanito, yo también te quiero -pego la palma a mi boca lanzándole un besito antes de salir de su habitación. Para ser nosotros, esta pelea salió muy corta. Eso es un logro.

Tomo una ducha y plancho mi cabello dejándolo completamente lacio. Uso unos pantalones de vestir color celeste con un jersey de cuello alto blanco y una gabardina celeste. Para estar más cómoda solo me pongo unos tenis blancos.

Termino con los accesorios y bajo al primer piso de la casa. Están todos viendo televisión esperándome en el sofá. ¿Por qué siempre soy la última en estar lista?

¿Tal vez porque te haces como veinte cambios de ropa?

Mentira. Bueno, tal vez. Podría ser que sí.

-Estoy lista -anuncio ganando la atención.

-¡Hasta que por fin! -habla Charlotte-. ¿Por qué coño tardas tanto si siempre vistes lo mismo? Siempre te ves igual, imagino que es porque utilizas lo mismo -se encoge de hombros.

Paciencia, señor.

¿Cuál paciencia? Déjamela a mí que yo le doy.

-Tardo lo que quiera, esta es mi casa.

Dejo el bolso sobre la mesa y me siento en el reposabrazos del sillón dónde está mi hermano

-Y yo jamás uso una prenda más de tres veces, así que busca insultos más coherentes.

-¡Disculpa, se me olvidaba que es la princesa mimada de papi y mami! -El tono chillón y burlesco me hace hervir la sangre.

-Pues sí. ¿Qué te digo? Soy una princesita mimada desde la panza de mi mamá. Para algo trabajan mis padres -me encojo de hombros sonriendo.

Consejo de vida: mientras más relajado luzcas, más estresas a la persona con quien discutes.

-¿Terminaste de despotricar sandeces para que podamos marcharnos o te falta otra ridiculez? -le pregunto.

-Siempre tan tierna, cuñada.

Ruedo los ojos y celebro internamente cuando los demás al fin se levantan. Salimos de casa y Matteo es quien conduce mi auto. Rose también viene con nosotros, mientras que Ellie se fue con mi hermano y Charlotte. Después de un camino largo, al fin llegamos a la galería.

Bajo del auto y me engancho al brazo de mi hermano. Sí. Vivimos matándonos, pero igual lo quiero. Él se deja, subimos todos los escalones y somos los últimos en entrar al lugar.

Mis ojos brillan al entrar, había visitado este lugar antes, pero siempre logra deslumbrarme. Qué perfección. Me encanta esto... es todo tan... tan jodidamente... perfecto.

Empezamos todo el recorrido. Es un sitio extenso, pero muy bien organizado. Hay obras muy reconocidas y tan hermosas a su manera.

Hay obras de Vincent Van Gogh, Tiziano, Jan Van Eyck, Botticelli, entre otros grandes artistas. Siento como los latidos de mi corazón aumentan y la sonrisa se forma en mis labios sin poder controlarlo. Cuanto que me gusta esto, es como si fuese mi zona de confort.

-Por aquí tenemos Mars and Venus de Botticelli -continúa el guía.

Zaid se aleja de mí yendo con Charlotte y Rose a ver otra obra junto al guía. Ellie está más concentrada en tomarse selfies mientras yo pongo atención a la obra frente a mí.

-Vale, pintora, explícame este cuadro -Matteo se pone a mi lado observando la obra de Botticelli-. ¿Qué representa?

-No soy pintora -replico-, pero este cuadro representa el triunfo innegable del amor frente a la guerra.

-Eso quiere decir que, ¿a pesar de todo, el amor, siempre gana? -asiento, observa el cuadro con detalle-. ¿Ves? Yo solo veo a gente de blanco sentada mientras otros atrás están con una espada.

-Es que yo tengo algunos libros por ahí, no leo hace mucho, pero sé de memoria sus contenidos -continúo explicándole algunos cuadros.

-A estos de aquí si los conozco... -se cruza de brazos observando. Tiene las pupilas dilatadas, tanto que parece como si tuviese ojos marrones y no verdes.

-Sí, son los Arnolfini -le explico ignorando aquel detalle-, esta es porque el pintor presencio su enlace matrimonial, son una familia de la alta sociedad italiana de los años mil cuatrocientos y algo.

-Mil cuatrocientos treinta y cuatro -completa, sigue con el mismo masaje en la sien que se hacía ayer-. De ellos sí había visto algo...

-¿Estás bien? -no me aguanto y pregunto.

-Sí, debe ser el cambio de clima o de horario -decido no indagar más, pero sé que miente. No hay tanto cambio, yo he viajado con más horas de diferencia y no me sucede eso.

Continuamos viendo todo, en serio todo, ya me duelen los pies de recorrer la gigante galería, pero vale la pena. Salimos del lugar muertos de hambre, son las tres de la tarde y ni he tomado agua.

-Oigan, no es por molestar... -habla Ellie-, pero me duelen las tripas del hambre.

-Yo estoy igual -la apoyo-. ¿Qué comemos?

-¿Y si hacemos una pasta? -propone Rose-. Digo, no es que seamos buenos en la cocina, peroooo... hay que intentar.

-Mi casa está disponible, pero si rompemos algo, mi mamá nos mata a los seis -advierte mi mellizo.

Luego de una larga discusión en el supermercado porque yo quería una pasta y Zaid otra, al final no eligieron ninguna de las dos y optaron por la que ofreció Rose.

Me quito la gabardina y subo las mangas del jersey. Todos nos desprendemos de joyas y abrigos, listos para cocinar.

Haremos pasta con albóndigas, la receta de un tal Nick Stellino. Yo me voy encargando de picar cebolla, ajo y perejil mientras mi mellizo se encarga del sartén. Matteo empieza a preparar una salsa de tomate casera, dice que es una receta italiana que le enseñó su madre.

Luego de nosotros, Rose y Ellie se encargan de formar las albóndigas y terminar de hacerlas. Charlotte solo se la pasa dictaminando órdenes que nadie obedece y termina ignorada.

-Oigan... se nos pasó un detallito... -hablo apenas lo noto.

-¿Qué sucede?

-Vamos a hacer pasta, ¿no? -pregunto y asienten-. Pues somos tan genios que no compramos pasta... luego de la discusión por cuál elegir, compramos solo las cosas de las albóndigas y la salsa.

Todos echan a reír. ¿Por qué ríen? No bromeo.

-Bromeas, ¿no? -Rose se aparta de las albóndigas mirándome.

-No...

-¡¿Qué?! ¡¿Cómo haremos pasta sin pasta?! -Ellie empieza a estresarse-. ¡Si es que somos estúpidos!

-Mamá debe tener, Victoria siempre hace las compras... -Zaid abre la alacena y busca sin encontrar nada-. Oh, oh.

-Podríamos hacer pasta casera -propone Matteo-. Yo no sé hacerla, pero en internet hay tutoriales. Es eso o comer albóndigas con pan.

-Yo me las como con pan tostado, no voy a ensuciarme con harina -dejo en claro.

-Tienes un closet más grande que un estadio, te cambias y ya -contrarresta el italiano.

-No. No me voy a ensuciar.

-Yo te apoyo -me secunda Charlotte-. Solo devolvámonos y compremos pasta en el súper.

-¿Ves? A veces si piensas -le palmeo la espalda-. Estoy de acuerdo con ella. -La señalo.

-Que no -el traidor de Zaid se pone de parte de Matteo-. Cocinemos. Es más divertido, además de que estamos muy lejos del supermercado.

Después de una larga pelea entre los que queríamos solo el pan porque morimos de hambre y los que si querían pasta. Aquí estoy, tamizando la bendita harina. Los demás beben vino blanco muy calmados esperando su turno de laborar y charlando en la cocina mientras yo trabajo.

-¿Por qué a mí me toca tamizar si yo ni quería pasta? Yo peleé por comer con pan -me quejo.

-Anda, yo te ayudo -Matteo se quita los anillos, tiene como ocho anillos puestos-. Para que veas lo buen amigo que soy.

Busca otro tamiz y empieza a tamizar. En un momento de desespero por acabar hago un movimiento rápido golpeando el tamiz con más fuerza de la necesaria y se me llenan los pantalones de harina. Suspiro lentamente contando hasta diez en mi mente. ¡Maldita cocina!

¡ESTO NO ES PARA MÍ!

Matteo, a mi lado, se carcajea, tanto que debe poner una mano sobre su abdomen y soltar el tamiz. Los demás también se carcajean mientras yo veo mis divinos pantalones llenos de harina.

Siento ganas de echarme a llorar en el piso del enojo que tengo.

-Muy gracioso, ¿no? -Achico los ojos viendo a Matteo que no disimula su risa.

-Es que eres un desastre, mira que solo a ti se te ocurre golpear tan fuerte un tamiz lleno de harina -habla entre risas.

-¡Era para que baje más rápido y terminar! -Grito frustrada cuando se ríe más-. Saben que, me hartaron.

Tomo un puñado de harina que acaba sobre el costoso traje de Matteo. La risa se le esfuma de la cara y me mira con indignación. Tomo con rapidez una bolsa de harina y le lanzo a los demás.

Todos empiezan a lanzar harina y no sé en qué momento llegamos a esto. Me escondo tras mi hermano mientras él lanza harina y yo trato de limpiar mi lengua. No sé cómo llego harina dentro de mi boca.

Noto que falta alguien, no sé quién, pero somos seis y ahora aquí hay cinco. Salgo de la gran cocina a buscar quien falta y descubro al individuo abriendo la puerta principal para entrar o salir, yo qué sé. No veo nada. Tengo harina hasta en los ojos.

Tomo un puñado de harina y se lo lanzo a la cara. Se queda de pie sin defenderse y me quedo como un maldito hielo al percibir el perfume. Es mi papá. Escupe harina soltando la bolsa de helado que tenía en la mano.

Me limpio la cara lo más que puedo y trato de ayudarlo, pero termino ensuciando más su traje. Los otros siguen matándose en la cocina.

-¿Qué sucede aquí? -alcanza a pronunciar mi papá limpiándose los restos de harina.

-Puedo explicarlo... -no alcanzo a terminar. Me echan una bolsa de harina en la cabeza.

-¡Bienvenido al campo de batalla! -Es Zaid quien le grita a mi papá lanzándole una bolsa de harina que atrapa.

Él nos mira a los dos sin decir una palabra. Zaid se pone tan serio como yo al notar que ni se mueve.

-Madison los va a matar -advierte.

-¡Es culpa de ellos! ¡Me pusieron a cocinar! ¡A mí que soy un desastre en la cocina! -Me defiendo.

-Ella fue quien lanzó el primer puño de harina -me acusa el traidor de mi hermano. Papá nos mira en silencio, perece molesto, pero entonces sucede...

Toma un puño que nos lanza a la cara. Mi instinto de supervivencia me hace querer correr a mi habitación. Estoy en el pie de las escaleras, pero me toma subiéndome a su hombro como si no pesara una libra y me entra en la cocina.

-Vean a esta colorada -me señala dejándome de vuelta en el piso-, quería escapar.

-¡Traidor! -Grito logrando llegar con éxito al jardín.

Error.

El mayor error del día.

Todos los demás también corren para acá y siento que me lanzan a la piscina como un maldito saco de papas. El dolor me agarra en las costillas al impactar con el agua helada. Siento como si se me fue todo el aire de los pulmones y como no si todos cayeron sobre mí.

Logro salir a flote y debo estrujarme los ojos para quitar los pegotes de harina, ahora convertidos en masa.

-¡Los mataré a los seis! -grito saliendo-. Papá, me esperé esto de todos, menos de ti.

Paso por su lado y él está muerto de risa viendo como los otros cinco idiotas siguen peleando en el agua. Apenas alcanzo a pisar dentro de la casa y se me duermen las piernas.

Ay, no, abandonen, abandonen.

-Mami -digo, sonriendo nerviosamente.

-Quien. Hizo. Este. Desastre. Puede. Declararse. Muerto. -Detalla cada palabra.

-Fue mi papá. Sí. Él lo empezó. -Señalo el jardín, en específico el lugar donde mi padre los observa mientras ríe.

Salgo detrás de ella que se vuelve una furia. Todos se quedan quietos, hasta Charlotte. Mi papá que estaba de espaldas se sigue riendo y al verlos a todos serios se gira. Él es de tez blanquecina. Era. Ahora es amarillo.

-Nena...

-¿Nena? ¿Quién hizo este desastre? -señala la casa-. Mi pobre cocina parece un almacén de cocaína con tanta harina.

-Pero si no son así, de hecho, los almacenes son muy organizados, limpios y... -explica Matteo-, mejor me callo.

Zaid se apresura saliendo de la piscina y viniendo a ayudarme.

-Mamá, limpiaremos todo, lo juro.

-Limpiaremos suena a manada -protesta Charlotte.

-¡Cállate! -La miro mal y guarda silencio.

Todos quedamos en un silencio expectante bajo la mirada de mi mamá.

-Espero que mi cocina quede tan limpia como estaba -advierte. Mi papá respira profundo-, pero el desastre si lo limpiaran todos, incluida tú, Charlotte. Y tú y yo resolveremos esto de otra manera.

Habla señalando a mi papá.

-Te voy a matar, Blake -mi papá se acerca rápido y la toma lanzándose a la piscina con todo y ropa. Zaid salta detrás de ellos salpicándome de agua.

-¡Theo! ¡En una hora tengo una reunión! -Se queja saliendo a flote. Sale de la piscina con rapidez quedando a mi lado.

-Tienen el mismo genio -Matteo se apoya en el hombro de mi papá y nos miran a ambas, cruzadas de brazos y mirándolos enfurruñadas.

-No tienes una idea. -Lo apoya.

-¡Dejen de hablar como si no estamos aquí! -Gritamos a la vez.

-Sí, definitivamente. El mismo carácter. -Sigue el italiano.

-Imbéciles -mascullo, me doy la vuelta subiendo a mi habitación. La sala es un desastre y la cocina ni se diga.

Una hora más tarde, aquí estamos, limpiando la gran mini mansión donde me crie mientras mi papá según nos supervisa y mi mamá se prepara para salir. Mi papá tiene cuarenta y dos y con nosotros siempre se comporta como si tuviese veinte.

Al final terminamos de limpiar todo el desastre y quedo libre de la chillona voz de Charlotte, se queja de todo. Qué estrés.

Me dejo caer en la tumbona junto a mi hermano y empiezo a comer de mi plato de pasta. Sí, mi mamá la tuvo que hacer porque nosotros somos un desastre.

Aquí nos encontramos comiendo en silencio, creo que estamos agotados. Creo no. Estamos agotados y destruidos después de limpiar todo. Los demás se fueron y Matteo se está cambiando, solo estamos mi hermano y yo en el jardín.

Aunque el italiano no limpió mucho porque dice que jamás en su vida había limpiado. Apenas me ayudó a limpiar la encimera y el mesón y casi tuve que obligarlo. Creo que hubiese sido más fácil vender hielos en Alaska.

-¿Y Eros? No lo vi hoy -indaga mi hermano menor.

-Ni idea. Hoy no me ha contestado los mensajes y yo después de dos mensajes sin ver no insisto más. Lío de él si me habla hoy o no -me encojo de hombros.

-A veces desearía que la gente dejara de importarme tan fácil como a ti -suspira y toma un largo trago de Coca-Cola.

Si supiera la realidad detrás de tu coraza.

Nadie tiene porque saberla.

-Sabes que con Eros es diferente, él me importa, pero nadie merece que pierda mi tiempo. Está en línea y los mensajes le llegaron, ¿qué razón hay para no contestarme?

-Tal vez está celoso de Matteo.

-No tiene por qué estarlo. Uno, no es mi novio y dos, no hay razón, jamás vería a Matteo con otros ojos que no sean de... de... de lo que sea que seamos; amigos, mejores amigos, primos o yo qué sé.

-Sabes que primo no es, así que no cierres esa puerta.

-Dime la verdad, ¿te harto y quieres deshacerte de mí? -pregunto arrugando la nariz-. Siempre me andas juntando con todo mundo, ¿es para que me case y te deje en paz?

-Sí, la verdad. -Contesta tajante y serio. Muy serio para mi gusto.

Lo miro mal y los ojos se me cristalizan al instante, la nariz me pica avisando la aproximación de lágrimas. En realidad, no quiero llorar, solo quiero fastidiarlo un rato.

-Qué hijo de puta eres, Zaid -le doy la espalda.

-Sabes que es la misma madre, ¿no?

-Me refiero a la de tu otra vida, mi mamá es increíble. Tú eres un idiota, imbécil.

Me levanto molesta, mejor dicho, me intento levantar. Me toma de la muñeca sentándome a las malas en su tumbona y me da un cálido abrazo.

-Sabes que te quiero mucho, Cerillo -me da un pequeño beso en la frente-, y mejor que no te cases, porque ese idiota tendrá que soportar a dos hombres Maxwell y no cualquiera tiene los cojones para eso.

Echo a reír y él se contagia riendo también. Odio los abrazos, pero los de mi familia los amo, ¿para qué mentir?

-La verdad sí, no ha nacido quien soporte a esta portadora del rojo -me revuelve el cabello-. Creo que por eso tienes ese carácter, dicen que las pelirrojas tienen carácter de fuego.

-Vale, entonces dices que, ¿necesito a alguien aún más fuerte para que logre tenerme? -Indago, curiosa.

-Obvio. Luego te tendrán como a papá, serás una dominante sumisa -echa a reír y yo también.

-Zaid, esa persona aún no existe.

-No sabemos.

-¿Qué no sabemos? -Matteo se une con su plato de pasta en las manos. Se sienta en la tumbona a nuestra izquierda.

-Nada, solo hablábamos tontadas de mellizos -informa mi hermano. Me echa una ojeada que no entiendo y solo lo ignoro como la mayoría del tiempo.

Me quedo observando a Matteo, ¿cómo es que ese idiota siempre luce elegante? ¿Será algún tipo de bendición italiana o algo así?

Es que él está guapo y lo sabe, además, es rico hasta la punta del pie. Eso ayuda a lucir elegante.

Ves, a veces, si eres coherente, querida conciencia.

Zaid y yo terminamos de comer, pero Matteo no. Solo deja su plato de lado y cierra los ojos dando respiraciones profundas. Por momentos se toca la parte trasera de la cabeza y masajea sus párpados.

-¿No tienes hambre? -Señalo su plato. Abre los ojos al escuchar mi voz.

-Sí, pero me duele la cabeza, comeré en un momento.

-Venga, yo te ayudo, tienes más de veinticuatro horas sin comer nada, solo el whisky que tomaste anoche.

-¿Cómo es que...?

-¿Crees que no me di cuenta de que ayer no comiste nada? -me levanto de mi tumbona sentándome a su lado en la suya. Tomo el plato y enrollo la pasta en el tenedor. Enarca una ceja viéndome-. Abre la boca...

-Soy un mafioso, sanguinario y asesino, considero que estoy bastante grandecito como para comer solo.

-Cállate y abre. -Lo regaño. Escucho la risita de mi hermano detrás de mí.

-Me estás avergonzando. -Masculla Matteo, se sienta quedando frente a mí.

-No te estoy avergonzando, solo quiero que comas.

-Puedo hacerlo solo.

-No me importa, abre. -Insisto hasta que cede de mala gana y logro que se coma más de la mitad. No sé qué carajos le pasa, pero al menos ya logré que coma.

Nos dan altas horas de la noche charlando sobre las anécdotas de hace tres años, Matteo nos cuenta algunas cosas de su vida en Italia y nosotros sobre la nuestra en Londres. Luego de que comió lo veo más animado.

Mamá fue a su reunión y mi papá se quedó practicando con el piano de su habitación, más de treinta años tocándolo y aun así no quita la dedicación que le pone a cada presentación por más mínima que sea. Mañana se presenta en la mansión Beckett y por eso lleva toda la tarde y noche practicando.

Terminamos la larga conversación y me voy a descansar a mi habitación. Reviso mi celular por última vez y noto que Eros ya me contestó, ahora que se aguante él.

Eso, hazte la fuerte.

No me hago, lo soy.

Me coloco el pijama y me acuesto, mi paz es interrumpida por el timbre del celular. Lo reviso y la imagen de Eros aparece. Lo ignoro y trato de conciliar el sueño, pero no puedo, marca cuatro veces más. Al fin deja de hacerlo y estoy por conciliar el sueño cuando vuelve a sonar. Como sea Eros de nuevo, lo ahorco.

Levanto el celular, lista para despotricar mi odio, pero no es él. Es Matteo. ¿No está en el piso de abajo? ¿Para qué me llama?

Descuelgo la video llamada y tarda pocos segundos en mostrarme su rostro.

-Espero estés preparando tu lista de cinco razones más lógicas y coherente para no dejarme dormir.

-La verdad, no. Solo no puedo dormir y no tengo a quien más molestar.

-¿Si sabes que estamos a una escalera de distancia?

-¿Me estás invitando a tu habitación, Maxwell? No te conocía ese lado, pero si es lo que la princesa desea puedo subir a sus aposentos -bromea y mueve las cejas con picardía.

-¡Ay, cállate! ¡Sucio! ¡Te estoy invitando para hablar y nada más!

-Vale, calma, pequeña Rosse, no planeaba hacer nada más que hablar. A menos de que me pidas otra cosa...

-¿Qué es ese apodo tan horrible? Asco, no me llames así. Y no te pediría jamás que hicieras otra cosa -le corto su vago intento de coqueteo bromista.

-¿No te gusta? Excelente, así te llamaré de ahora en adelante -sonríe burlesco-. Pequeña Rosse... me gusta.

-Lo odio.

-Pregúntame.

-¿Qué cosa?

-Si me interesa.

Le saco el dedo a través de la pantalla y se echa a reír, una risa larga que me enoja y a la vez se me contagia.

-Maldito italiano, lárgate a dormir.

-Lárgate tú, Rosse.

-Rosse tu madrina. Adiós, Mafioso -cuelgo la llamada y al instante recibo un mensaje.

Matteo: Tu molestia no hará que deje de llamarte Rosse, Aitara Maxwell Blake.

Aitara: Jódete, Mafioso.

Matteo: Buenas noches, Rosse.

Lo dejo en leído y aparto el celular, qué apodo tan horrible y poco original. Rosse... pelirroja...

Intento volver a dormir, pero tocan la puerta. ¿Qué nadie pretende dejarme dormir hoy? Con la mayor pereza del mundo me levanto y abro la puerta.

Dios, solo te pido una cosa; ilumínalo o elimínalo.

-¿Qué haces aquí?

-Dijiste que estábamos a una escalera de distancia. -Abraza la almohada que tiene pegada a él cubriendo su abdomen y pectorales desnudos. Me escanea de pies a cabeza y entonces recuerdo lo diminuta que es mi pijama.

Me parece tierno, pero en estos momentos quiero ahogarlo con las plumas de la almohada por no permitirme dormir.

-Ajá. ¿Y? -Levanto la cabeza y me pongo de puntillas viendo detrás de él el pasillo de habitaciones-. ¿Sabes que mi papá te mata si te ve aquí?

-Sí, por eso, mejor voy a entrar -me mueve pasando a mi habitación. Cierro la puerta con seguro y lo veo sentarse en el sofá de mi habitación.

-¿Qué quieres?

-Nada.

-¿Y entonces que...?

-Tengo insomnio, ¿sí? -admite-. ¿Podrías hablarme hasta que me duerma?

-O sea que soy tan aburrida que te haré dormir. -Me indigno.

-Sí.

Le lanzo un cojín a la cara y vuelvo a acostarme en mi cama.

-Lárgate entonces sí tanto te aburro.

-Estoy bromeando -se levanta del sofá acostándose en mi cama.

-¿Qué haces?

-Acostarme. No esperarás que duerma en el sofá.

-Ese era el plan.

-No. -Se acomoda a mi izquierda y se remueve varias veces.

-Estate quieto.

-No estoy acostumbrado a dormir con otra persona -dice. Se mueve una vez más quedando tan cerca que puedo sentir el subir y bajar de su pecho por la respiración-. Ya está.

-¿Y de qué quieres que te hable? -Levanto la cabeza viéndolo. Las puntas del pelo castaño claro le cubren la frente.

-No lo sé.

-Podría hablarte de todas las maneras de matar que encontrará mi papá si te encuentra aquí -bromeo haciéndolo sonreír.

-Ese es un buen tema.

Y así es como termino casi una hora hablando sobre temas sin sentido hasta que el señor aquí presente logra dormirse plácidamente a mi lado.

Hola, hola, espero estén disfrutando la lectura y de ver a este par de enojones convivir😂❤️

Este es mi último regalo de San Valentín, espero disfruten este día y lo pasen bien❤️‍🔥

Los amodoro,

Marchu⚜️

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