Ꮇaოá ᎷᎥlᎧ | Marianilo

Oleh chxrrybae

3.3K 350 39

[mariano × camilo] Camilo era una excelente madre, y ni siquiera era mujer. Lebih Banyak

❛❛𓄼 ࣪u𝗻𖦹❟❟🥛꒱
❛❛𓄼 ࣪𝘁𝗿𝐞s❟❟🥛꒱
❛❛𓄼 ࣪cuα𝘁𝗿𖦹❟❟🥛꒱
❛❛𓄼 ࣪cᎥ𝗻c𖦹❟❟🥛꒱

❛❛𓄼 ࣪𝗱𖦹s❟❟🥛꒱

677 76 12
Oleh chxrrybae

━━━━━━━━♡━━━━━━━━

Todo era diferente en Isabela: su postura, su gesto, su lenguaje corporal, su actitud, pero especialmente su voz, ella ya no hablaba con la agudez que la caracterizaba, si no más grave y sarcástica, una voz que Mariano conocía aunque no podía recordar de dónde.

─ Recuérdamelo, Mariano: te parece lindo mi primo─ dijo Isabela en tono divertido.

─ Eh... s-sí─ respondió él alejándose un poco por si las moscas. Había dicho que una forma de vida era mejor en algo que Isabela Madrigal, sepa Dios cómo reaccionaría Isabela.

─ ¿Y qué te parece lindo de él?─ inquirió la chica con una ceja levantada─ ¿Su cabello? ¿Sus poderes? ¿Su rostro?

Mariano abrió los ojos de par en par, estaba asustado como el demonio pero Isabela había abierto la caja de Pandora y el miedo pasó a estar en un muy segundo plano. Era hora de hablar de Camilo.

─ ¡No sólo eso, Camilo es maravilloso!─ se volteó con el pecho inflado─ Es gracioso, agradable, simpático, amable, responsable, dulce e inteligente, ¡nunca sé qué va a decir o hacer!, y siempre lleva luz por donde pasa, cuando se ríe es como si mi mundo cobrara vida... ¡y sus ojos! ¿tú los viste? ¡son verdes! ¡Nunca había visto unos ojos tan preciosos en mi vida, brillan como los árboles reflejándose sobre el agua!

Se acercó a Isabela y continuó parloteando sobre Camilo, enumerando sus virtudes y contándole a Isabela todo lo que sabía de su primo sin darse cuenta de que el rostro de la chica estaba rojo como una amapola.

─ ¿Y t-tú crees que é-él es todo e-eso...?─ titubeó ella en voz baja y avergonzada. El humo se le salía por las orejas y se negaba a ver a Mariano a los ojos.

─ ¿Huh? ¡Claro que sí!─ exclamó el otro─ Camilo es el chico más hermoso del Encanto, nunca he conocido a alguien más bello y grandioso que él, ¡nunca más existirá alguien como él!

Sin aviso "Isabela" cayó de rodillas, tapándose el rostro y chillando como una niña.

─ ¿I-isabela?─ Mariano se agachó delante de ella─ ¿Estás bien? ¿Te lastimaste?─ chequeó que la chica no se sintiera mal, incluso si su relación era pésima no podía evitar preocuparse por ella.

─ ¡T-TENGO QUE IRME!─ e Isabela simplemente lo empujó, lo hizo a un lado y huyó perdiéndose entre la espesura de la selva.

─ ¡ESPERA, ISABELA!─ exclamó Mariano, pero ya era tarde, la había perdido de vista─ Demonios... ahora cómo vuelvo.

Estaba atardeciendo y Mariano recién logró pisar su casa, lanzarse al sofá de la sala y quedarse boca abajo allí hasta que los pies dejaran de dolerle.

─ Hijo, ¿dónde estabas?─ preguntó su madre que venía de la cocina.

─ De la selva...─ contestó el joven sin moverse para hacerlo.

─ ¡¿Porqué?!─ brincó preocupada─ ¡Es muy peligroso ir allí!

─ Lo sé pero-.

Mariano cortó en seco sus palabras, ¿enserio delataría la idea loca de Isabela de tener su cita en la selva?, ya era suficiente con que ella lo odiara, no necesitaba que quisiera verlo muerto también.

─ Estábamos hablando con Isabela y no nos dimos cuenta que nos metimos en la selva. Lo siento, mami.

Volteó ligeramente el rostro hacia su madre y le sonrió lleno de culpa, odiaba mentirle a su madre.

─ Oh, mi niño... está bien, no te preocupes por eso, pero ten más cuidado a la próxima, no quisiera que te pase algo─ ella le besó la frente y volvió a terminar con la cena─ ¿Pondrías la mesa?

─ Seguro.

Con suerte Mariano no saldría de nuevo a solas con Isabela.

Al día siguiente se dedicó a sí mismo, fue a por los encargos que de antemano había abandonado por su fiasco con Camilo, y de paso recorrió el vívido mercado del Encanto.

Los vendedores sonaban más ruidosos que de costumbre, el cantar de las aves lo aturdió y, por razones desconocidas, había mucha gente, más de la que Mariano creía que vivía en el pueblo.

¿La gente se multiplica de noche? ¿Como las cucarachas? Probablemente.

Tan distraído iba Mariano que se topó con un grupo de niños salvajes corriendo por el mercado, y luego con su cuidador persiguiéndolos.

─ ¡OIGAN, VUELVAN AQUI! ¡SI NO VIENEN ME QUEDARÉ CON SUS CENAS!─ escuchó Mariano detrás suyo.

─ ¿Huh? ¿Camilo?

─ ¡¿Eh?! ¡¿M-mariano?!

Muchas cosas cruzaron la mente del mayor en ese instante, la primera fue "¿Camilo sabe mi nombre?", la segunda fue "OH DIOS, SABE MI NOMBRE", y la tercera fue "¿Porqué Camilo está rojo como tomate?". En ese orden.

─ ¿Estás bien? Estás todo rojo─ dijo Mariano extendiendo una mano a la frente del jovencito.

En corto el rostro de Camilo, si es que era posible, se puso rojo incandescente.

─ Pues no, no tienes fiebre─ suspiró Mariano, aliviado─ ¿Te sientes bien?

─ ¡S-SÍ, GENIAL, DE FÁBULA!─ exclamó Camilo tan poco natural que desentonaba con su personalidad confiada─ ¿P-p-porqué preg-guntas?─ y agachó la mirada, jugó con el dobladillo de su poncho y colocó un rizo suelto detrás de su oreja de nuevo.

─ Porque tienes la cara roja─ explicó el otro con simpleza.
Mariano nunca había visto a Camilo así, parecía una de esas chicas que le coqueteaban a menudo cada que salía a hacerle los mandados a su madre.

─ ¡Estoy bien!─ soltó sin tartamudear por primera vez─ E-enserio...

No era creíble en absoluto pero Mariano no iba a interrogarlo por eso, Camilo era todavía más lindo con sus mejillas color canela encendidas y los labios húmedos brillándole.

─ Ya veo... ¿y qué haces aquí?─ los ojos del menor resbalaron hacia los niños─ Oh... los cuidas, debí suponerlo─ rió Mariano.

Su risa potente y agradable a oídos ajenos llegó a robarle un suspiro imperceptible a Camilo.

─ Sí, como siempre, ya sabes...

Los gestos naturalmente coquetos del jovencito tenían encantado a Mariano, Camilo era precioso y más aún de cerca, hasta casi podía percibir su aroma natural a mango y el brillo en sus ojos verde musgo.

¿Existía ser más maravilloso? Mariano no podía imaginarlo.

─ ¿Y necesitas ayuda?─ inquirió antes de arrepentirse de su osadía.

─ ¿Porqué lo dices?─ rió Camilo. Él sabía exactamente porqué Mariano lo decía.

─ Diría que te está costando mantener el ganado unido.

─ Es una forma de decirlo...─ se cruzó de brazos y sonrió con la hermosa boca que en ocasiones Mariano no podía dejar de ver.

─ ¿Hay otra?

─ Claro. Como que no puedo controlar a estos engendros del demonio, hambrientos de sangre y sufrimiento.

El mayor ladeó la cabeza en señal de confusión evidente.

─ Creí que te gustaban los niños─ sonrió Mariano divertido.

─ Lo hacen, incluso quisiera ser padre algún día, pero estos satanases me están volviendo loco ahora─ y Camilo señaló el piso con ambos dedos índices.

¿"hijos"? pensó el más alto barajando al menos mil escenarios diferentes e interesantes.

Camilo como padre. Camilo con un bebé en brazos y un nene tomado de su mano. Camilo sonriéndole mientras iba a donde él junto a los dos niños. Camilo acercándose a él, besándole la mejilla, moviendo la manita del bebé para que lo salude y el niño saltando a sus brazos gritando "¡papá!".

En otra instancia Mariano se cuestionaría porqué imaginó semejante cosa CON UN HOMBRE, sin embargo fue demasiado satisfactorio para andar quejándose.

─ ¿Mariano? ¿estás bien?

A su vez su rostro se puso de un adorable color rosado y Camilo le rozó el dorso de la mano para llamarle la atención.
Grave error, eso sólo empeoró el estado del mayor.

─ ¡S-SÍ, SÍ, ESTOY BIEN, MILO! ¡NO TE PREOCUPES!─ exclamó con su corazón latiendo a mil.

─ ¿"Milo"?

Ay no, qué dije.

─ ¡Camilo, Camilo!─ se corrigió Mariano apenado─ Lo siento, ¡no fue mi intención decirte eso! ¡yo n-!

─ Está bien, Mariano─ le sonrió Camilo sonrojado tanto como él─ me gusta ese apodo, es lindo. Nunca alguien me puso uno antes.

─ ¿De verdad?

─ De verdad.

Los ojos oscuros, casi negros, de Mariano destellaron ilusionados, Camilo había aceptado su apodo pensado con amor.

─ ¡Eso me hace muy feliz, Milo!

Por inercia, o tal vez costumbre, Mariano tomó las manos de Camilo y las estrechó juntas a la altura del pecho del menor. En consecuencia Camilo se volvió a poner rojo fuerte y no supo dónde apoyar su mirada.

─ M-me alegro...─ suspiró sintiendo la cara caliente.

Mariano lo había puesto en jaque dos veces en un mismo día, eso no podía ser buena señal.
Debía alejarse de ese hombre, pero ¡es que era tan dulce!

Sus gestos, modos, palabras amables y educadas, su sonrisa perfecta, sus ojos café oscuro, lo que pensaba de él...

─ Y... ¿d-dijiste que querías ayudarme...?

A duras penas Camilo mantenía la compostura, él no era el tipo de persona que con sólo una sonrisa bonita se desmayaba, sin embargo él más que nadie sabía porqué Mariano lo desmayaba.

─ ¡Por supuesto! Si puedo hacer algo por ti con gusto lo haré.

Era tan gentil, ¿dónde había estado ese hombre toda su vida?

─ Entonces ven, debo arrear el ganado y darles de comer─ dijo Camilo invitándolo con su mano.

─ ¡A la orden, capataz!─ contestó Mariano dispuesto a colaborar.

─ Mariano...─ y el jovencito sonrió por lo bajo sin tener idea de cómo se reaccionaba frente a alguien así.

─ ¿Y si te dan a escoger entre queso y café? ¿con cuál te quedas?

─ ¿No puedo ambos?

─ Nop, sólo uno.

─ Eh... ¿queso?

─ ¿Fue una pregunta o una respuesta?

─ ¡Ambas!

Mientras los niños del pueblo escondido de Encanto corrían desaforados por la plaza central, gritando y jugando lo que sea, Camilo Madrigal, su niñero, y Mariano Guzmán, asistente oficial y condecorado del niñero, les echaban un vistazo entre las risas que se sacaban ellos dos charlando estupideces.

─ ¿Y qué hay del chocolate?─ inquirió Camilo empujando suavemente el brazo de Mariano con su hombro─ ¿Tú podrías vivir sin él, Mariano?

─ Creo que no─ sonrió el aludido─ realmente me gusta mucho. Cuando algo me gusta no puedo evitarlo ni aunque me mate.

─ Eso suena algo masoquista de tu parte la verdad─ rió el menor.

─ Culpable, pero no me arrepiento, si me gusta quiero disfrutarlo hasta el final. ¿Y a ti?

─ ¿A mí?─ se señaló y Mariano asintió─ ¿Si podría vivir sin chocolate o si haría algo que amo aunque me mate?

─ ¡Ambas!─ se carcajearon. Camilo se tapó la boca para que su risa escandalosa no se escapara y Mariano, por inercia, le quitó la mano─ No hagas eso, tienes una bonita risa, Milo.

El jovencito se puso rojo de nuevo.

Otra cosa más que le gusta de mi... pensó sintiendo cosquillas en su pecho y no pudiendo reprimir una sonrisa apenada.

─ ¿Milo?─ lo llamó el mayor.

─ C-como digas...─ dijo el aludido y agachó la mirada.

Camilo no podía dejar de pensar en todas las cosas que Mariano había dicho que amaba de él. Cosas privadas que Mariano creía que eran un secreto entre él e Isabela.

─ ¡Camilo, tengo hambre!─ se escuchó un niño yendo hacia Mariano y Camilo. El niñero alzó la cabeza de golpe y en dos segundos ya tenía tres niños pidiéndole comida.

─ ¡Sí, yo también!

─ ¡Y yo!

─ ¿Eh?─ miró a un costado y el atardecer ya pintaba las montañas colombianas─ Ah, sí, ummm... vamos, supongo, hora de la cena─ dijo decepcionado.

La tarde le había pasado muy rápido charlando con Mariano, y era una lástima, porque Camilo enserio quería seguir parloteando tonterías y riéndose a la par del sujeto más amable y dulce que conoció en su vida.

─ ¿Te tienes que ir?─ el hombre se levantó de su sitio.

─ Sí, lamentablemente.

─ Bueno... me divertí mucho, Milo─ sonrió apenado─ podríamos repetirlo, ¿no crees?

Pasar todos sus días con Camilo sonaba como un sueño imposible para Mariano del pasado, en el presente sería una realidad.

─ ¿Quieres ayudarme todos los días a cuidar niños? ¿no crees que hay cosas más entretenidas para hacer con tu tiempo, Mariano?─ ironizó el menor con tal de esconder el miedo que tenía a una negativa.

─ ¡No lo creo!─ se carcajeó el mayor.

Mariano era un encanto, Camilo entendía perfectamente porqué su abuela estaba tan desesperada por casar a su prima Isabela con el hijo de María Guzmán.

Pero él piensa cosas buenas de mí, no de Isabela. Y ella tampoco...

Antes de que sobrepensara las cosas, algo que él detestaba hacer y tampoco hacía a menudo, Camilo se despidió de Mariano con la mano prometiendo verse al día siguiente y fue a dejar a los niños en sus casas para la hora de la cena.

─ Phew...─ suspiró el jovencito habiendo acabado su labor. Entró a su casa agotado y satisfecho como nunca antes─ ¿Huh?─ y el aroma de la cena de su tía Julieta lo asaltó─ ¡Hora de la cena!─ exclamó.

Su familia se reunió alrededor de la mesa y Camilo se sentó al lado de Isabela. La posición de Camilo podría sonar como un dato innecesario, sin embargo para Isabela era una situación estratégica.

─ ¿Novedades?─ inquirió la Abuela.
Sus hijas se miraron cómplices para después negar, Mirabel (la única nieta sin don) también negó aunque con una sonrisa, Luisa se estaba durmiendo en la mesa y directamente no oyó nada, a su vez que Dolores (hermana mayor de Camilo), Antonio (hermano menor de Camilo) y Félix (esposo de Pepa y padre de Camilo) mantuvieron un sepulcral silencio.

El nieto mayor ni siquiera se dignó a considerar contarle a su abuela que Mariano Guzmán le había ayudado a cuidar a los niños que desde que tenía cinco años eran su responsabilidad, hacerlo podría costarle un castigo ya que Alma Madrigal creía fervientemente que un Madrigal no necesitaba ayuda.

Y vamos, Camilo tenía bajo su cargo 50 niños per semana, un solo él no bastaba. Y Mariano le caía muy bien, pasar tiempo con él no lucía como desperdicio para Camilo.

─ Bueno, yo tengo una─ dijo Alma de repente─ Mariano Guzmán ha demostrado abiertamente su interés hacia Isabela y el fin de semana que viene tendrán su primera cita formal.

Nadie reaccionó a la "noticia", como era de esperarse, pero por inercia los ojos de Camilo buscaron los de sus relativos e Isabela lucía horrorizada, la tía Julieta muy contrariada y los demás para nada felices. La única feliz era Alma, quería el apoyo de Isabela y se le quedó viendo, por lo cual su nieta le sonrió muy incómoda.

─ Esto será muy bueno para el Encanto─ susurró la matriarca.

Bueno para ella pensó Camilo.
Él mejor que nadie sabía que Isabela era la menos contenta con Mariano. No entendía porqué, ya que el joven Guzmán le era adorable y dulce, pero supuso que simplemente no era su tipo.

Cuando terminaron de cenar y Mirabel y su padre Agustín se dedicaron a lavar los platos, Camilo se encaminó a su cuarto y se cruzó con Isabela en el pasillo esperándolo frente a la puerta brillante que escribía el nombre de él.

─ ¿Pasa algo?─ preguntó con sumo cuidado.

Ella apuntó la habitación con su cabeza y él la siguió en silencio.

─ Mande.

Ya dentro de la habitación cambiaformas de Camilo, Isabela tomó asiento en un sofá individual que surgió de la nada y reposó ambas manos en su regazo.

Pacientemente Camilo esperó a que ella se dignara a hablar.

─ Parece que el otro día hiciste bien tu trabajo, Camilo─ dijo Isabela muy serena. Su primo admitiría que hasta sonaba contenta, pero nunca vio a Isabela contenta así que era más bien una impresión.

─ Eso creo─ contestó el menor en tono neutro.

─ ¿Quieres que hagamos otro trato?

─ No sé, ¿tú quieres?

A modo de respuesta ella se levantó, sacudió su largo cabello negro y soltó un bufido nada propio para la belleza del Encanto.

─ ¡Claro que sí! Prefiero ahogarme en saliva de burro antes que otra vez salir con Mariano, ¡simplemente no lo tolero!

Isabela comenzó a blasfemar, insultando a Mariano, a su relación, a lo que la orilló a enredarse con él pero jamás a su abuela, a la verdadera culpable de que Isabela sufriera junto a un hombre que claramente ella no amaba.

Por su parte Camilo la escuchó (una vez más) desquitarse contra Mariano. La primera vez que lo hizo Camilo estaba sorprendido puesto que su prima no parecía disgustada con Mariano a ojos públicos, sin embargo era sólo una actuación muy bien hecha y Camilo hasta sentía envidia. Ya la segunda vez (esta) Camilo entendía mejor la situación de Isabela y se quedó callado sentado en el pequeño sofá viéndola ir de un lado a otro en la habitación insultando a un hombre que no tenía la culpa. Y eso enojó a Camilo, aunque él no lo demostrara, porque Mariano era el hombre más adorable que había conocido nunca e Isabela no sabía apreciarlo.

─ Es tan... meloso, pesado, encimoso, ¡¿porqué no puede dejarme en paz?!

Mariano siempre fue cortés, amable y romántico con Isabela, ser meloso era su modo de demostrar cariño y Camilo lo comprendía, a diferencia de Isabela que se negaba a hacerlo.

─ ¡Hay cientos de chicas que mueren por él! ¡¿porqué no ir tras ellas?!

Mariano no era del tipo mujeriego y Camilo admiraba eso. Siendo tan guapo uno esperaría que lo fuera pero no, el joven Guzmán era un sujeto adorable y respetuoso.

─ Siempre siguiéndome, siempre babeando por mi atención, es... ¡es...!

─ ¿Insoportable?

─ ¡Insoportable! ¡gracias!

Camilo no estaba de acuerdo con las cosas que Isabela gritó sobre Mariano, todo lo contrario, Camilo se la había pasado mejor con él que con cualquier otra persona en el Encanto, Guzmán era dulce como la miel y suave como el pétalo de una rosa.

─ No lo tolero.

Al jovencito no le cabía en la cabeza cómo Isabela podía detestarlo tanto.

─ Éste fin de semana, cuando tenga que salir con Mariano, serás TÚ quién esté en mi lugar, ¿oíste?

Isabela fue severa en su decisión pensando que Camilo podría negarse. Vaya sorpresa se llevaría si supiera que su primo esperaba con ansias tomar su lugar como hizo antes.

─ Oí.

─ No creo poder llevar a Mariano a la selva otra vez, por lo que tú tendrás que ir con la abuela, y no lo eches a perder, la vez pasada casi se da cuenta... ¡Mariano es tonto pero no tanto!

─ Sí, sí, lo que sea─ dijo Camilo restándole importancia─ No lo haré.

─ Más te vale.

El menor suspiró hastiado, no había sido su culpa casi ser descubierto cuando intercambió lugares con Isabela en su cita anterior, Mariano había empezado a parlotear sobre "todo lo que amo de Camilo" y Camilo, fingiendo ser Isabela, no pudo soportar, nunca alguien había visto tantas cosas buenas en él y por primera vez se sentía apreciado y notado por su persona, no por su don, ¡naturalmente huiría!

Isabela acomodó su faldón, peinó su cabello y a cada paso hacia la puerta soltó flores que cayeron en el cabello enrulado de Camilo, como gesto de buena voluntad Isabela le quitó algunas y se retiró sin más.

─ Una cita...─ se dijo luego de que Isabela cerrara la puerta─ con Mariano.

Técnicamente así sería, Camilo tendría una cita con Mariano, y sonaba raro, sin embargo él siempre hacía cosas por el estilo gracias a su habilidad de transformarse en otros e imaginó que una vez más no haría la diferencia.

Sólo sería Mariano, el novio de su prima y un amigo muy amable que lo ayudaría con sus labores.
¿Qué podría salir mal?

━━━━━━━━♡━━━━━━━━

¡No olvides votar si te gustó!
⁽⁠⁽⁠ଘ⁠(⁠ ⁠ˊ⁠ᵕ⁠ˋ⁠ ⁠)⁠ଓ⁠⁾⁠⁾

Lanjutkan Membaca

Kamu Akan Menyukai Ini

168K 4.4K 30
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
394K 25.9K 97
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
86.8K 8.8K 56
☆ y me pueden decir diez mil cosa' de ti pero yo pongo mi alma en el fuego por ti nadie sabe, lo que yo haría no saben que ni con cien mencione' van...
697K 19.4K 80
"...Vamos a pecar juntos..." ❝One-Shots sobre personajes masculinos del anime "Naruto" , escritos por un fan para otros fans , con alto contenido +18...