Bajo la misma arepa

By Areale_deCastillo2

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Tras la muerte de su tía, Débora debe viajar a Venezuela para reencontrarse con su padre después de varios añ... More

Nota de Autora
La flaca mamarre
No se desprecia una arepa
Colgate, su majestad
Manzana tercermundista
Correcciones clasistas
Mogul
Vestida como sartén de pobre
Ella perrea sola
Yubiricandeleisy
Se formó el despeluque
Atributos con Photoshop
Chivato
Azúl vinagre
Evasivas
Ódiame
Novios de mentis
Oh no, fallo en la utopía
Recíproca chocancia
Sorpresas
Confesiones
Fuertes declaraciones
El último cigarrillo
Ingrata
Desaparecida
El mejor amigo
Una indirecta despedida
Planchabragas
La mardición de los Takis
Todas mienten
El boleta enamorao' (+18)
Fiesta balurda
Salve, Virgen de los Malandros
Mordisco
Esposa odiosita
El Chigüire Chigüireao'
Heteromarico
Querer querernos (+18)
Cómo hago pa' no quererte
Besos sabor a caroreña
Maldita mala (+18)
Qué se siente
El procedente de Socopó
Dominantes (+18)
Epílogo
Agradecimientos
Extra navideño
Apoyen a la autora de BLMA

Bajo la misma arepa

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By Areale_deCastillo2

Con los rayos del sol y las copas pasadas confabulando para intensificar la resaca, Débora caminaba por la ascera con lentes oscuros y un dolor de cabeza punzante.

Esa misma mañana, tras vomitar por segunda vez consecutiva, se juró que no volvería a salir de farra con sus amigas. Natalia le ofrecía tragos y le decía «¿Me vas a dejar morir?» si Débora se resistía, y Bárbara se sacaba del arrugado cualquier excusa para brindar.

Al llegar a la comisaría, agradeció con una grata sinceridad el café servido en un vaso desechable que le ofreció el comisionado de turno mientras en una oficina aledaña manejaban las cuestiones del pago de la fianza que ella misma había depositado con la firma falsificada de su padre.

Ojalá Miguel David Jamás se enterase de que su consentida falsificó su firma con movimientos legales, prefería echarse la culpa de la licuadora rota antes.

Veinte minutos más tarde, Yeferson apareció con un aspecto tan demacrado que un muerto lucía menos pálido.

—Pasaste más de doce horas en una celda sin entretenimiento alguno y fuiste incapaz de acomodarte la camisa —fue el amistoso saludo de Débora.

Yeferson fingió no haber escuchado aquello y se volvió hacia el oficial Carrillo.

—Ojalá a tu esposa le muerda la rodilla un cocodrilo en el Darién.

—Ya llegó a la ciudad —el funcionario sonrió mientras firmaba su hora de salida en una planilla horizontal.

—Entonces que la preñe un indocumentado, y que sean trillizos.

—Tú también me caíste excelente, Yeferson. Pero espero no volver a verte por aquí.

—Ni por aquí ni en ninguna parte, amén.

El moreno sacudió el brazo cuando Débora hizo el amago de abrazarse a él. No estaba molesto como la tarde anterior, pero sí se le notaba bastante obstinado, y no era para menos, pero aquello hacía sentir incómoda a la castaña.

—¿Te apetece desayunar fuera antes de volver al apartamento? Doblando la esquina hay un puesto de empanadas —ofreció, alzando la comisura de sus labios.

—No.

Aquel monosílabo tan seco y abrupto desvaneció su sonrisa.

Ambos siguieron caminando y ella comenzó a andar más lento. Al percatarse de que Yeferson ni siquiera volteaba a mirarla, supo que no tenía caso intentar animarlo, al menos no entonces. Pero tampoco se quedaría ahí, esperando a que a él le diera la gana de simpatizar.

La castaña cruzó la calle y se subió al primer taxi vacío que pasó. Yeferson apretó los labios al mirar sobre su hombro y notar que ella ya no seguía sus pasos.

~•~

Al llegar y encontrar el apartamento vacío, Débora se dispuso a terminar de releer uno de los clásicos de su padre para luego hacer el intento de cocinar algo. No se le daba muy bien eso de preparar comida, normalmente observaba a su hermanastro cumpliendo cualquier antojo suyo como si aquel momento fuese en tutorial del que no le interesaba mucho aprender.

—¿Qué haces, bestia? —inquirió la voz del moreno a sus espaldas. Ella se sobresaltó, no había sentido su llegada, era normal que apareciera con un escándalo.

—Arepas —contestó Débora, echando sal a un recipiente con agua.

—Primero va la harina.

—No. El agua.

—La harina.

—El agua, cabrón.

—Si echas primero la harina mides la cantidad exacta y no desperdicias material. Te recuerdo que vivimos en Venezuela, y de paso en Guarenas, hay que ahorrar el achedosó.

—¡Que va el agua!

—Claro que no. Después la masa queda toda dura y tienes que estar haciéndole la paja con agua pa' que se ponga blandita.

—Prefiero eso a hacer masa de concreto. Primero va el agua, hasta el empaque lo dice en las instrucciones.

—¿Quién coño lee las instrucciones en pleno siglo veintiuno? Actualízate.

—Pues tu mamá echa primero el agua.

—¿A quién le importan los hábitos de Jhoana Maricarmen? Ella ni siquiera está aquí. Además, es Tauro, es normal que no sepa ni dónde está parada.

—Seguramente en la arena de alguna playa turística, disfrutando de la vida mientras su hijo no me deja hacer arepas en paz.

—Sí eres caída de la mata, menor.

—Yo no me caí de ninguna mata, y deja el fastidio que de todas formas no pensaba hacer arepas para ti.

Yeferson se subió a uno de los taburetes y empezó a criticar todo lo que la castaña hacía en la cocina; desde que la masa le quedaba aguada hasta cómo agarraba un tenedor. Ella no tardó mucho en cabrearse, por supuesto.

—Vale, ¿Cuál es tu problema?

—Yo no tengo ningún problema. Fuiste tú quien debió pagarse una estadía en un manicomio en vez de un pasaje de avión a Caracas. Aunque bueno, es casi lo mismo.

Débora ignoró el sarcasmo y lo señaló con el dedo índice embarrado de masa.

—Eres un gilipollas. Llevas toda la mañana ignorándome y luego de apareces como si nada para fastidiarme, ¿No te cansas?

—No. De hecho, fastidiarte es mi pasión, después de raspar materias.

—Me tienes harta con tu frivolidad de mierda, más cuando se supone que estoy cabreada contigo y en lugar de disculparte vienes a joderme más.

—¿Disculparme? ¿Tas' bien?

—¡Como mínimo! ¡No he sido yo quien convirtió el supermercado en un ring de boxeo por celos absurdos!

—¿Celos absurdos? —el moreno bajó del taburete y rodeó la encímera para quedar frente a ella—. ¡Ese mamagüevo te utilizó! ¿Ahora yo soy el malo?

—Entre Gabriel y yo no pasó nada que yo no consintiera, Yeferson.

—Porque te engañó con eso de que le gustaban los tipos, claramente para aprovecharse de tu ilimitada amistad y poder besarte y meterte mano con la excusa de que le estabas haciendo un favor para esconder la homosexualidad que no tiene.

—¿Y eso a ti por qué te importa? Si supuestamente me odias.

Yeferson humedeció sus labios y soltó una risita sardónica. La estupidez de esa pitufa blanca lo desquiciaba frecuentemente.

—Está claro que no conoces mi concepto de «Odio»

—Pues explícamelo.

—No te voy a explicar una mierda porque las palabras siempre me han parecido innecesarias. Pero créeme que no te odio, siento por ti algo totalmente opuesto a esa mierda. Me levanto todas las mañanas a hacerte el desayuno, te busqué una chola en río, te di la mitad de mi helado e incluso leí tu saga favorita para tener algo de qué hablar contigo en lugar de insultarnos todo el tiempo; si esas no son suficientes demostraciones de amor viniendo de alguien poco creativo, me rindo.

—¿Pretendes sacarme en cara todo lo que has hecho? No quiero tener que decirte que yo no pedí que hicieras nada de eso.

—No te estoy reprochando nada porque soy consciente de que tú también has tenido gestos conmigo, aunque no con las mismas intenciones. Es más, ahora comienzo a pensar que esos detalles los hiciste por lástima. Soy un maldito jalabolas y no puedo echarle la culpa a nadie por eso.

Débora dejó salir una bocanada de aire. Ahora conseguía comprenderlo más que antes, el porqué sentía la necesidad de aclarar que esos detalles fueron porque también lo quería pero le costaba admitirlo con palabras.

—Si vas a estar con alguien más, procura que no sea un imbécil que solo quiera utilizarte, como mínimo respeta todo lo que he hecho para demostrar que estoy enamorado de ti y tú nunca hiciste nada genuino para corresponder mis ilusiones patéticas, o siquiera rechazarme directamente.

—Yeferson, yo... —intentó hablar al ver que él agarraba las llaves para salir otra vez.

—Se te queman las arepas, Covadonga —fue lo que dijo el moreno antes de dar un portazo.

La aludida se limitó a apagar la hornilla y apresurar el paso a su habitación. Tenía mucho que pensar antes de ir tras él y seguir cagando su romanticismo con argumentos hirientes y sin sentido.

Sabía que tenía que dejar de fingir que no se daba cuenta de los intentos de conquista. ¿Lo detestaba? Sí, al parecer su hermanastro nunca dejaría de desagradarle, pero él también le estremecía el suelo, y aquello era mucho más fuerte.

Sus padres hasta habían apostado por la primitiva declaración, ¿A quién ocultaba que también estaba enamorada de Yeferson si no a sí misma? Tendría que comenzar a dejar de mentirse.

~•~

Al caer la tarde y ver que Yeferson no regresaba, Débora decidió buscarlo. Preparó un plato medianamente decente y subió las escaleras hasta el último piso para proceder a llegar a la azotea. Ahí estaba él, sentado despreocupado en la orilla, con un nubarrón gris huyendo de sus labios.

—Sabía que estarías aquí —pronunció pausadamente, dibutativa en si continuar avanzando o guardar distancia—. Siempre venías aquí cuando...

—No lo digas —interrumpió el moreno, expulsando otra calada.

—Lo siento.

Débora optó por llegar hasta él, se sentó a su lado y le extendió el plato que llevaba entre las manos.

—No comes nada desde ayer.

Yeferson puso una mueca entraña con sus labios y aceptó el plato.

—Esa arepa está choreta.

—Está horrible, sí. Hice la masa con rabia, por tu culpa, pero la he rellenado con mucho cariño.

—Mhmm —emitió él, jugando con el borde del plato, aún sosteniendo el cigarro—. Una arepa de amor y odio, justo lo que siento por ti, caprichosa de mierda.

Débora se rió sin disimulo, al fin había decidido dejar de ocultar lo que sentía, al fin y al cabo su supuesta confusión era correspondida.

—Supongo que vivimos bajo la misma arepa desde que nos conocimos.

—¿Bajo la misma arepa? ¿Es lo más original que se te ocurre para titular nuestra historia? —se burló el moreno, aplastando el cigarrillo contra el piso para terminarlo más tarde.

—No. Pero es original y no tan cursi, me gusta.

—A mí también, supongo —él se alzó de hombros y procedió a comer.

Débora se arrastró para quedar junto a él, sin distancia alguna que los separara y apoyó el costado de su cabeza en el hombro de Yeferson, quien se tensó inconscientemente.

—Yo también te quiero, insoportable.

—No dije que te quiero, víbora.

—Pero...

—Te amo —aseguró y luego dudó un instante—. Bueno, no sé exactamente qué es amar, pero si meterle un cambur en el oído a un chamo por celos no es amor, entonces no sé qué lo sea.

—Sigo cabreada por eso.

—Y te irás a quedar arrecha por el resto de tu vida, porque no pienso pedir perdón por eso.

Débora soltó una risilla y aceptó un bocado cuando Yeferson le acercó la arepa a la boca.

—No creo amarte —se sincerizó la castaña—. Pero si aún conociendo la peor versión de ti conseguiste gustarme, supongo que más adelante podría llegar a estar enamorada.

—No tengo prisa —él se relajó—. Al menos estás admitiendo que no he estado perdiendo el tiempo y eso me motiva a seguir intentando conquistarte hasta que me ames más de lo que yo te amo a ti.

—Quiero ir a la piscina —ella hizo su petición, sabiendo que sus caprichos prácticamente eran órdenes para él.

—Podemos ir mañana después de que yo llegue de trabajar.

—Sí. Saldré temprano para ir a comprar la licuadora —sonrió con gracia.

—Te llevo en la moto.

—No, eso es ya demasiado.

—Mtch —emitió él.

Débora depositó un beso sobre su antebrazo.

—Voy en el auto de mi padre y de regreso paso por mis amigas —le hizo saber—. Gabriel no va —agregó cuando vió que Yeferson ponía mala cara.

—Perfecto.

Cuando terminó de comer, Yeferson volvió a encender el cigarrillo y Débora se quedó haciéndole compañía, abrazada a él mientras se insultaban en broma hasta que uno de los dos terminase picado en serio, como siempre.


••••••••••••••••••

MIGUEEEEEEL, FELIZ CUMPLEAÑOOOOOOOS<3

Y María José, feliz cumpleaños atrasado XD. Los tqm.

¿Qué les pareció el significado de Bajo la misma arepa?

¿Qué creen que pasará en la piscina?

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