El amor es un... ¿demonio?

By DarkBit

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Jesica es una oficinista que está profundamente enamorada de la chica que ve todos los días al salir de su tr... More

Te daré un atajo.
Eres un accidente.
Hambre voraz.
Ella descubre un sentimiento. Ella deja todo atrás.
Ese sentimiento.
El triángulo.
El equilibrio del triángulo se quiebra.
Una humana y una humana. Un ángel y una demonio.
Aprendiendo de ti.
Dirty-sama78.
La ley de las tres pruebas.
Un amor de eternidad.

Amor y crisis.

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By DarkBit

    Lucifer se encontraba en su lugar personal. El rincón más oscuro y silencioso del infierno. Un espacio totalmente hermético al cual nadie más podía llegar. En ese lugar estaba totalmente aislado. Ni siquiera su padre podía escuchar sus pensamientos cuando estaba allí.

A ese lugar se retiraba para pensar en cómo proceder adecuadamente en los miles de asuntos en los que el inframundo estaba metido.

-Bien-pensó el caído-. Las dejé hacer lo que quieran por un tiempo, pero ya se les terminó la hora de jugar.





Estaba sumida en un profundo sueño. La trajo de nuevo a la realidad una agradable sensación. Una suave piel frotándose suavemente contra la suya y los besos en sus labios, sus mejillas, su frente. Al abrir sus ojos lentamente vio el rostro de esa chica de cabello corto mirándola con deseo.

-Buenos días, mi súcubo durmiente.-Se relamió-. Es una muy linda mañana como para dormir tanto.

A Andrea le gustó mucho esa manera de despertar. No era muy común que su pequeña fuera la que diera inicio a aquello que iban a hacer. Comúnmente ella era la que empezaba. De inmediato pensó en hacer lo de siempre.

Jesica adivino su intención. Por lo cual de inmediato se acercó a ella para besarla. Con pasión. Con deseo.

Andrea sintió que solo ese beso ya empezaba a encender el fuego en ella.

Cuando se apartó concluyó dándole una suave lamida a los labios de esa demonio.

Andrea suspiró.

-Qué intenso. ¿Qué tienes? Estás que ardes.

La chica le habló al oído.

-Déjame. Cambiemos de papeles un rato. Tú te dejas y yo seré la que... te coma. ¿Quieres?

Ni le dio tiempo a responderle. La besó una vez más y sin separarse mucho de sus labios le dijo...

-¿Para qué pregunto? Si eres mía. Lo haré y ya, mi demonio.

Después de "atacar" sus labios fue por su cuello. Lo besó y le dio suaves lamidas mientras rodeaba su cintura en un abrazo posesivo, inevitable. No quería dejarla ir.

-Mía-le dijo mientras la besaba en el cuello-. Esta piel es solo para mí. Solo para mis labios. Solo para mis caricias.

Andrea gemía al sentirla así. Que esa pequeña solo la tomara. Que hiciera todo a su gusto y placer.

-Sí. Es para ti. Sigue... Sigue...

Le dio una leve mordida a ese cuello que tanto le gustaba estimular para arrancarle gemidos a esa súcubo.

-Levántate un poco, ¿sí?

Andrea se incorporó. Entendió que ella quería que le diera espacio para poder estar detrás. Se arrodilló sobre la cama dándole la espalda.

Jesica admiró su espalda. Paso sus dedos por allí. La acarició. La súcubo suspiró.

-Jesi...

-Me encanta tu cabello. Esas hebras doradas son otro encanto que tienes.

Se le acercó e hizo esa cabellera a un lado delicadamente para poder besar su espalda. Volvió a abrazarla por la cintura. Los labios de la chica recorrieron esa espalda. Esa piel que tenía las marcas de color negro.

Andrea gimió de gusto mientras su espalda, sus hombros y su nuca eran blanco de los labios ansiosos de su amada.

Jesica sabia que hacer para que la piel de esa demonio ardiera de deseo otro poco más. Llevó sus manos hacia los pechos de la súcubo.

Los apretó suavemente. Los masajeó. Acarició sus pezones. Antes de soltarla pellizco un poco sus pezones. Le dio un último beso en el hombro izquierdo. Pasó una mano por la espalda de su súcubo. Fue yendo hacia abajo. Acarició sus nalgas.

-Ponte en cuatro para mí.

Andrea la obedeció. Se había acomodado a ese cambio de roles. Aceptaba lo que le pidiera.

Jesica sintió su sexo palpitando de excitación al verla así. Al estar detrás de ella en esa posición veía sus perfectas piernas. El sexo y el ano de esa demonio.

Se acercó y le acaricio las nalgas una vez más.

-Nunca te lo he dicho. Pero cuando te veo desnuda de espaldas me quedo muda. Tu trasero me gusta y mucho.

Acaricio la parte interna de las nalgas.

Podía escuchar a Andrea jadeando. Su respiración alterada por el deseo.

Jesica siguió adelante. Frotó el ano de su demonio con un dedo. La hizo pensar que la penetraría por allí, pero no lo hizo.

Entonces acercó su rostro. Con su lengua acarició el clitoris.

-Eres... Deliciosa.

Le dio unas cuantas lamidas más y se detuvo. No quería que terminara aún.

Jesica chupó uno de sus dedos, con el cual luego penetró a la súcubo. Sintió su interior cálido y húmedo. Movió su mano a un ritmo pausado.

Los débiles gemidos de Andrea dieron paso a unos fuertes gemidos. Jadeó. Le pidió que la penetrara más rápido.

Jesica la complació. La penetró con mayor rapidez. La penetró con dos dedos.

Pero la chica se detuvo. La llevó al límite, pero no hasta climax verdadero. Dejando a esa demonio con la piel ardiendo por ese casi orgasmo, pero con ganas de más.

-Date vuelta, mi súcubo-le ordenó.

Andrea se dio vuelta. Quedando boca arriba sobre la cama. Con sus piernas abiertas. Enseñando su intimidad.

Jesica se mordió los labios. La enloquecía verla así. Tan distinta. Entregada, sumisa, vulnerable. Sentía su parte más intima ardiendo de deseos. Pero debía aguantar. Luego le llegaría su turno.

La pequeña acercó su mano al rostro de su amada. Parecía ofrecerle sus dedos empapados de fluidos.

-Lame. Prueba tu dulce esencia.

-Como ordenes, mi ama.

La demonio limpió esos dedos con su lengua. Probó sus propios fluidos.

Jesica siguió con su tarea de hacerla suya. Se posó sobre ella y fue por sus pechos. Directamente cubrió el pezón derecho con sus labios. Succionó para darle placer.

Andrea arqueó su espalda al sentir a su pequeña tomando el control. Lamiendo sus pechos con deseo. Como si en eso se le fuera la vida.

Hubo un erótico contacto visual.

Jesica la miraba a los ojos mientras se deleitaba lamiendo y chupando uno y otro pezón. No deseaba perderse sus expresiones en ese momento.

Cuando Jesica se detuvo Andrea pareció adivinar como seguiría al tener su mirada sobre ella.

La demonio. Llevó una mano a su entrepierna y apartó los labios de su intimidad con sus dedos.

La de pelo corto se acomodó entre sus piernas y poco después metió un dedo en su boca para humedecerlo con su saliva. Luego tanteó el orificio anal de Andrea. La penetró. Lo hizo despacio para que no le doliera mucho

-¿Estás bien?

-¡Ah! Sí... No te preocupes. Puedes seguir.

Siguió penetrándola con su dedo moviéndolo lentamente. Al mismo tiempo lamió la entrada de la vagina de su súcubo. La acarició con su lengua. Probó esa deliciosa humedad.

Andrea gritó de placer. Gimió sin control.

-¡Ah! ¡Ah! ¡Jesi!

-No te contengas. Dame todo. Así. Acaba para mí, amor.

Resistió un poco más. Y poco después sintió sus piernas temblando. Su sexo cediendo ante ese lujurioso sexo oral. Gritó y se dejo llevar por el supremo placer. Dejó correr su marea en los labios de su amada.

Jesica tragó todo el fluido que llegó a su boca y también la limpió con su lengua.

La dejó descansar solo un par de minutos mientras tocaba su intimidad. Ella también necesitaba alivio a su lujuria.

Se posó encima de Andrea de forma de que su sexo quedará frente a su rostro.

-Tu turno. Hazlo. Aliméntate de mí. Necesito que lo hagas. Ya no puedo más.

Jesica suspiró y luego dio un grito al sentir a su súcubo alimentándose. Esa lengua probando su parte más íntima. Llegando a su interior.

Andrea estaba sumida en un deleite para sus sentidos. Sentía el calor de ese contacto. El olor de esa intimidad. Bebía del sexo de su amada. De su adorable fuente de vida.

La chica de cabello corto apoyó sus manos sobre la cama. Se aferró a las sabanas. En principio se mordía los labios, pero cuando llegó al orgasmo gritó y casi apoyó su sexo sobre el rostro de su chica demonio.

Se quitó de encima, temblorosa, respirando agitada, y se recostó a su lado. Se sonrojó. Como si de repente hubiera caído en la cuenta de cuánto había dominado a su chica, de cuanto se había dejado llevar.

-Te... ¿Te gustó?

La súcubo se relamió. Y luego esbozó una traviesa sonrisa. Mostraba sus dientes.

-¿Gustarme? Me encantó...

Se acercó para besarla. Acarició sus pechos.

-Tienes que irte al trabajo, pero a la noche seguimos, ¿sí?

Luego de aquello tomaron una ducha juntas. Andrea se había ocupado otra vez de hacer el desayuno. Iba tomando gusto por cocinar a pesar de que lo que fuera que preparara para comer no sirviera como sustento para su energía vital.

Le daba gusto ver a Jesica comiendo lo que le preparaba.

-Lo haces bien. Mala. A este paso ya cocinarás mejor que yo.

-No exageres-dijo algo apenada la súcubo.

-Hablo en serio.

Esos días que pasaban juntas desde aquel día en que finalmente las dudas habían quedado fuera de juego eran como un sueño vivido para ambas.

Jesica parecía ignorar el hecho de que eran una demonio y una humana amándose y que eso estaba prohibido

Pero Andrea no olvidaba que el día menos pensado su padre podía actuar de alguna manera para separarlas. Y no era el único inconveniente.

Como todas personas que se amaban tenían un deseo. Estar juntas y vivir en las mismas condiciones. La súcubo tenía juventud eterna. Jesica solo era una simple mortal.

Andrea estaba más que dispuesta a renunciar a su poder, su eterna juventud, a todo con tal de estar a su lado. Envejecer y morir no le importaba.

Aunque también le gustaba mucho más la idea opuesta.

Que su pequeña pudiera vivir eternamente a su lado.

Sonrió al pensar en eso. Sin darse cuenta lo dijo en voz alta.

-Me gustaría. Serías una bella demonio.

-¿Qué dices?-le preguntó sorprendida Jesica.

-Nada. Es solo algo en lo que me puse a pensar. No le des importancia.

Más tarde salieron juntas de la casa. Como todos los días. La caminata hasta el edificio de oficinas donde trabajaba la chica de anteojos.

Andrea comúnmente volaba a su lado, pero últimamente prefería caminar a su lado. Pero no siempre le tomaba la mano, ya que eso le parecía algo tierno y no era su estilo ser demasiado tierna.

Se despidieron dándose un beso.

-Hasta pronto. Cuida de la casa. ¿Vienes por mí más tarde?

-Claro que sí. Eres mi comidita. Tengo que estar alerta por si se te ocurre perderte como la otra vez.

-Oye. Ya te he dicho que no me llames comida.

-Pero me gusta hacerlo. Me gusta que hagas pucherito cuando te llamo así. Hasta pronto.

Se alejó volando.

Jesica estuvo de muy buen ánimo ese día en el trabajo encargándose de sus tareas casi sin que sucediera algo relevante. Excepto por una conversación que había tenido en la hora de descanso. Estaba tranquila en su mesa de la oficina cuando una mano se posó sobre su cabeza y la despeinó un poco cariñosamente.

-Hola preciosa. ¿Cómo te va todo, chica enamorada? Pareces muy alegre.

Jesica le sonrió a su amiga Sonia.

-Me va muy bien.

-Astrid te tiene por las nubes.

Hacía mucho que no hablaba de esos temas con su amiga, lo cual explicaba su atraso nivel internet explorer.

-Eh... En realidad. Ya no estoy con Astrid.

Sonia se quedó boquiabierta por un momento.

-Pero... ¿Qué pasó? Siempre me decías que estabas muy bien con ella.

-Como te explico... La versión resumida. Yo estaba en medio de un triangulo amoroso. Dos chicas enamoradas de mí y yo no estaba muy segura de a cuál de las dos amaba realmente.

-Y a la que amabas realmente era la otra chica.

-Exacto.

Sonia se encogió de hombros. Como diciendo "así son las cosas".

-Bueno. Pero me parece mejor que hayas aclarado todo. La verdad lastima, pero solo al principio.

-Sí, pero me sentí muy culpable por haberla lastimado.

-¿Cómo se lo tomó? ¿Sigues yendo a su tienda?

-No tan seguido, pero sí. Es que ella me pidió que no me alejara.

-Ahora dime.

-¿Qué te diga qué?

-Quien es la otra chica. Como se llama. Algo.

-Andrea.

-¿Y cómo la conociste? Anda. Cuéntame algo sobre ella.

Jesica le habló sobre Andrea. Obviamente ocultando algunos detalles sobre la forma en que se habían conocido y que era una súcubo.

-¿Y cuándo voy a conocerla?

-¡¿Qué?!

-¿Qué tiene de malo? Ya tienes otra novia y ni siquiera conocí a tu ex.

-Pero por qué.

-Quizá deberíamos hacer una cita doble. Salimos todos juntos. Mi novio, tu novia, tú, y yo.

-Ah... Déjame pensarlo, ¿sí?

Aunque Andrea era capaz de tomar forma humana realmente le inquietaba un poco la idea de presentársela a su amiga.

Pero esa presentación se daría mucho antes de lo que esperaba.





Andrea miró desde lejos hacia la entrada del edificio.

-Ah. Ahí está su compañera. Tengo que aterrizar y tomar forma humana.

Jesica se distrajo hablando con Sonia por lo cual no notó que justo llegaba su novia con forma humana. Además estaba acostumbrada a verla en su forma demoniaca.

La saludó dándole un beso en los labios. Al mirar a su lado Jesica vio a su amiga temblando y señalando a la demonio con su dedo índice.

-¿Qué te pasa? -¿Ella es tu novia? ¿De verdad?

Andrea como para lucirse hizo su cabello hacia un lado y le sonrió.

-Por supuesto. Soy Andrea. Tú debes ser Sonia.

-¡Es increíble! ¿Eres una modelo o algo así?

-No. Yo solo...

-No me digas que eres una actriz XXX.

-Nada de eso. Soy una súcu...

Jesica le tapó la boca para que no concluyera lo que iba a decir.

-Eh... No. Ella es... Trabaja de...

No tuvo la necesidad de improvisar alguna mentira.

Sonia la abrazó fuerte a su compañera de trabajo.

-¡Estoy tan orgullosa de ti! Toda una ganadora. Aún con tu cuerpo pequeño y tu pechito plano eres toda una conquistadora.

-¿Por qué todo el mundo me recuerda mi pecho plano?-se preguntó mientras era abrazada-. Como si no lo recordara lo suficiente yo misma cuando me veo en el espejo.

Sonia la soltó y se alejó un poco para observarlas.

-Así cuando las veo una junto a la otra. Me da la sensación de que son una estupenda pareja. ¿Para cuándo el bebé?

-Ah... Sonia-dijo Jesica-, ¿estás segura de que sabes bien como llegan al mundo los bebes? Ambas somos mujeres.

A Andrea le pareció muy divertida toda aquella situación. Se acercó para hablarle a aquella oficinista.

-Al fin nos vemos. Jesi, me ha hablado mucho de ti. Gracias por ser tan amable con mi pequeñita.

-No es nada.

Sonia notó que de repente una mano de aquella demonio pasó por su hombro derecho y de allí a su rostro al cual acarició un poco y tanteó un poco sus labios.

-Mmmm. Eres linda. ¿Te interesaría un trio? Anímate. Me dijo que tienes novio. Pero no creo que lo considere infidelidad si es con dos chicas.

Jesica se puso roja como nunca antes por el ofrecimiento de esa súcubo.

-¡Andrea! Fíjate lo que dices a mi amiga. Pon un límite a tus bromas.

Sonia consideró aquella proposición como una broma. Por lo cual respondió en consecuencia.

-Claro-respondió riéndose-. ¿Por qué no?

Pero para Andrea no era broma.

-Perfecto. Espero que se dé la oportunidad.

Jesica la tomó de la mano.

-Suficiente de tus propuestas indecentes. Vámonos. Hasta pronto, Sonia. Te veré mañana.

-Cuídense mucho, guapas. Hasta pronto.

Mientras se alejaban caminando Andrea beso en la mejilla a su pequeña.

-No tienes que ponerte celosa. Sé que me quieres solo para ti y no te apetece la idea de un trio.

-No es eso. Yo...

-¿Entonces si te gustaría?-preguntó sorprendida la súcubo.

-¡Aguarda! Deja de poner mis palabras en tu favor. Solo quisiera que te comportaras un poco más... comedida.

-Sabes que no es mi especialidad.

-Lo que digas. Vamos a la tienda.

Ambas fueron hasta allí y se quedaron mirando a Astrid desde afuera.

-¿Cómo crees que se sienta?-dijo Andrea-. ¿Ya estará mejor desde lo que pasó?

-¿Y cómo rayos voy a saber?

-Deberíamos venir más seguido. Como antes. Ella te pidió que no te alejaras.

-Pero estas cosas se hacen de a poco.

En ese momento llegó un mensaje de texto al celular de Jesica.

"Ya me di cuenta de que están ahí. Entren a comprar de una buena vez, ¿quieren?"

-Ah. Al parecer ya se dio cuenta de que estamos aquí.

-Bueno. Entonces entremos y ya.

Ingresaron en la tienda. Como siempre tomaron algunos víveres para llevar a su casa y fueron a formarse para la caja que atendía Astrid.

A Jesica le llamó la atención una mujer que estaba en la fila justo detrás de ellas. Le resultaba conocida o la había visto al menos una vez.

Andrea notó que la chica miraba hacia atrás a cada rato.

-¿Qué sucede?

Fue entonces que sus miradas se encontraron.

-¿Tú?

-¿Has venido a recibir una paliza, angelita?

En ese momento Jesica se dio cuenta de que era ella. La mujer ángel que casi había terminado con la vida de su amada.

-Andrea. Debemos huir ya mismo.

-¿De qué hablas?-le preguntó Iris-. Creo que la última vez que nos vimos la que recibió la paliza fuiste tú.

Jesica abrazó a Andrea y tembló. Realmente estaba desesperada.

-Tienes suerte de que ya no tenga autoridad para ejecutar demonios, repugnante súcubo.

Jesica le dirigió su mirada.

-¿Ah? ¿Cómo es eso?

-El estúpido padre de tu novia impidió que terminara con mi deber y por eso me degradaron.

Andrea se echó a reir frente a ella. Muy alegre por lo que le había contado Iris.

-¿Sí? Y dime... ¿Qué eres ahora? ¿Un ángel mesero? ¿Un ángel que friega pisos y limpia baños tal vez?

La súcubo se echó a reír de una manera tremenda al ver la cara que puso esa mujer ángel por esa broma cruel.

Iris frunció el ceño y se puso roja de rabia.

Jesica pasó de estar asustada a estar algo avergonzada porque estaban llamando la atención de la gente que estaba comprando allí.

La demonio ya estaba casi llorando de tanto reírse.

-Andrea. Ya para un poco.

-Es que... Nunca.

Siguió riéndose otro poco más hasta que finalmente pudo calmarse.

-Nunca tuve oportunidad de burlarme de un ángel frente a frente. Este definitivamente es de los mejores días de mi vida demoniaca.

-Ahora soy un ángel de la guarda-dijo Iris.

-De esos que se encargan de ayudar a los humanos para evitar que se mueran en situaciones límite o darles un poco de alivio por sus penas cuando pasan momentos muy difíciles como perder familiares y esas cosas. Te degradaron bastante.

-Al menos hago algo noble. No como ciertos demonios que no hacen más que satisfacer deseos carnales. Eso sí que es bajo.

Andrea dio unos pasos hacia donde estaba ese ángel.

-Bueno. Dame un abrazo. Sé una buena ángel de la guarda, ¿sí?

Iris la mantuvo lejos de ella tomándola por un hombro.

-Mantente fuera de mi espacio personal. ¿Quieres?

-Si no quieres que te abrace puedo hacer eso.

Andrea le pellizco una mejilla.

-Miren que bonita ángel de la guarda-dijo hablando cariñosamente-. Tan dulce e inocente. No mata ni un demonio, ni una mosca, ni nada. Es todo un amor.

Iris ya cansada de eso retiró su mano violentamente.

-¡Ya basta! No puedo matarte, pero si puedo darte un par de golpes si me sacas de mis casillas. ¡Deja de molestarme!

Andrea bufó molesta por la actitud de ese ángel.

-Ángeles. Siempre son así. Un montón de vírgenes malhumorados. Si no fueran tan exageradamente puros y castos se sentirían mejor.

-Por cierto... ¿Qué haces aquí? Nunca te habíamos visto en esta tienda. Es raro.

Jesica se dirigió a Iris.

-Ah... Yo... Es asunto mío, tontas viviendo un amor sin futuro.

Se sorprendieron al oírla decir eso.

-Antes de que lo pregunten. Sí. Lo sé. Ustedes huelen a amor.-Le habló a Andrea-. Tu padre nunca permitirá que estén juntas. Ríete de mí mientras puedas.

-¿Y qué hay de ti? ¿Tu padre que hará al respecto por tu asunto?

-¿De qué hablas?

-No soy tonta. Como súcubo que soy me doy cuenta.

Andrea se acercó. La olió.

-Ese olor. Estuviste con una humana. Y una bien deliciosa. Olfateó otro poco más.

-¡Ah!

La demonio se alejó.

-Y no solo eso. Alguien que estoy mirando ya no es virgen. No hueles a pureza, alitas blancas.

Iris se sonrojó al ser descubierta.

-Deja de olerme. ¿Y a ti que te importa lo que yo haga?

-Mírenla. Sonrojadita. Qué adorable.

Andrea se acercó y la abrazó sin su consentimiento.

-Está enamorada.

-¡Oye! ¿Qué te he dicho? ¡Suéltame!

Jesica se rió al ver eso.

Mientras tanto Astrid miraba hacia donde estaban ellas, pero por la gente no alcanzaba a verlas.

-¿Quién estará haciendo tanto escándalo?

La demonio y la chica de anteojos llegaron al final.

Mientras avanzaban Iris parecía ponerse más inquieta.

-Hola, ustedes dos-dijo Astrid al verlas-. Oigan. Ya no tienen que hacer tanto por... eso. Ya lo superé. Todo está bien. Hasta estoy saliendo con alguien.

-¿Entonces eras tú la del anuncio del diario?-le preguntó Andrea-. "Busco señorita de entre 18 y 25 para relación seria. Muy adorable, que sea bajita, use anteojos y tenga el cabello corto".

La morena se rió por aquellas palabras.

-No. Nada de eso, Andrea.

Luego se acercó y le acarició el cabello a Jesica.

-Además. Aunque fuera parecida en apariencia dudo que pueda ser tan adorable como Jesica.

La de anteojos se sintió incómodamente halagada por ese cumplidos, lo cual provocó que la súcubo de inmediato la abrazara.

-Es mi comida.

-Qué celosa, eh.

La morena notó que la demonio parecía estar oliendo algo.

-Ese olor...

De repente se le acercó a Astrid para olerla.

-Ah. Yo siempre me baño. ¿O será que hueles mi perfume?

-No es solo que... Este olor...

Volteó a mirar a Iris.

-Es el que tiene ella en su piel.

Entonces Astrid notó la presencia de su ángel.

-¡Ah! Hola Iris. Perdona. No te había visto.

-Ella es tu novia-dijo Jesica.

Astrid se le acercó un poco para hablarle en voz baja.

-Sí. Y por si te lo preguntas... Sí. Ella es un ángel. Lo sé.

Las atendió para que la fila avanzara.

Jesica y Andrea de pura curiosidad se quedaron observando a la pareja recién descubierta por ellas.

Salieron de la tienda acompañadas por Iris. Iban por caminos diferentes.

-Debemos seguirla-dijo Andrea-. Quiero saber donde vive. Así podré hacerle más bromas pesadas.

-No seas tan mala. Ya déjala tranquila.

-¿Dejarla tranquila? ¿Olvidas que intentó matarme? Eso me da derecho a aprovechar que ahora es un ángel de la guarda para molestarla todo lo que me dé la gana.

Jesica la rodeó por la cintura mientras caminaban.

-En vez de usar tu tiempo para fastidiar a quien te hizo daño mejor úsalo para darme cariño a mí que te amo, ¿sí?

-Bueno. Si lo dices de esa manera... Está bien. La dejaré en paz.

-Así me gusta.

-Solo por hoy-dijo en voz baja la súcubo.

Regresaron a la casa en que vivían juntas. Pasaron viendo algunos de sus programas favoritos el resto de la tarde, cenaron. Y en la noche pensaron seguir con lo que habían iniciado por la mañana, pero algo lo impidió Jesica esperaba en la cama a su súcubo.

Sintió una mano sobre su hombro.

Andrea de inmediato la retiró porque sintió que se quemaba.

-¡Ay!

La chica se levantó y volteó para mirarla.

-¿Qué sucedió?

-Me quemé. Cuando te toqué.

-¿Y qué tratas de decir con eso? ¿Que soy muy caliente o algo así? Tonta.

-No. No bromeo. En serio me quemé, Jesi. Mira.

Le enseñó la palma de su mano, la cual había adoptado un tono rojizo. Como si hubiera tocado algo que estaba ardiendo al rojo vivo.

-Pero... Pero... ¿Cómo?

Ambas estaban muy impactadas por esa extraña situación.

Pero Andrea rápidamente encontró la fuente del problema.

-Debe ser obra de mi padre. Lucifer.

-¿Qué haremos?

-No te preocupes-le dijo Andrea tratando de calmarla aunque muy probablemente estaba más desesperada que ella-. Yo también tengo grandes poderes y lo sabes. No importa si se trata de mi padre. Todo hechizo puede ser roto de alguna manera. Podré con esto.

-Pero si usas mucho tu poder vas a necesitar que te alimente y no podré.

-Es un riesgo inevitable.

Jesica suspiró.

-Bueno. Duerme en la cama. Descansa por hoy y mañana fíjate si puedes hacer algo para solucionarlo. Si no duermes bien te cansarás más rápido.

-Es tu cama. No quiero dormir aquí si no te tengo a mi lado.

-Descansarás mejor si estás en una cama cómoda. Debes cuidar tu energía.

-Pero...

-Hazlo por mí Andrea. Es solo una cama. Tú me importas mucho más.

Al día siguiente Andrea empezó con sus intentos para romper el hechizo de su padre mientras Jesica seguía con su rutina de todos los días.

Astrid se preocupó mucho al notar que pasaban los días y Andrea no andaba como siempre junto a la chica de anteojos.

Jesica le decía que no había ningún problema. Que solo era que su súcubo era algo perezoso y no quería salir.

La morena no creía en lo que decía. Pero no pensó que pudiera tratarse de algo grave. Supuso que quizá estaban teniendo un momento algo tenso en su relación y pronto estaría todo bien.

-Solo recuerda. Si hay algo en lo que pueda ayudarte solo dímelo, Jesica. No pierdas tiempo dudando. Le decía esas palabras antes de que ella se fuera de la tienda. No le gustaba verla de mal ánimo.

Andrea llegó al límite de sus energías una tarde. Jesica la encontró acostada en la cama. Ya estaba muy débil.

Se acercó para verla de cerca.

-Hola niña. ¿Cómo te fue hoy?

-No actúes como si fuera un día cualquiera. Ya no aguantas del hambre, ¿cierto?

La demonio suspiró.

-No. Realmente no sé cuánto tiempo me quede. Unas horas como mucho.

Ambas lloraron. Realmente ese momento les dolía más que la herida más grande que pudiera sufrir un cuerpo. Porque era dolor en el corazón.

Dolor en un alma humana. Dolor en un alma de demonio, la cual ni siquiera estaba hecha para sentir ni para sufrir.

-El contrato... Rápido Andrea. Dámelo. Lo romperé.

-¡No! No me pidas eso.

-Lo romperé. Tu padre deshará el hechizo. Hagamos el amor una última vez para que puedas reponerte y luego vete. Quiero que vivas. No importa si no estarás junto a mí nunca más. No quiero que mueras.

-No. No quiero vivir si no puedo estar a tu lado.

-¿Y crees que yo puedo vivir sin ti? No puedo. Pero si no te tengo a mi lado al menos quiero que vivas.

Andrea decidió intentar un truco muy tonto y poco funcional para intentar ayudar a su amada.

-Deja de llorar humana tonta. ¿Crees que realmente te amo? Soy una demonio malvada. Hice todo para alejarte de esa humana de piel morena. ¿Por qué te importa si me muero? Yo lo arruiné todo para ti. Solo ódiame y déjame morir.

Jesica aún en ese triste momento se rió un poco.

-La tonta eres tú. ¿Crees que realmente soy tan ingenua como para creer lo que dijiste?

-No perdía nada con intentarlo.

Andrea cerró sus ojos y quedó en silencio.

-¡No! ¡No cierres los ojos! ¡Háblame!

-Tranquila. Solo cerré los ojos. No estoy muerta.

-Ten calma. No morirás hoy. Te ayudaré. Solo resiste. Resiste hasta que regrese. Por favor.

La súcubo se quedó allí. Preguntándose qué tendría planeado su pequeña.

Jesica se preparó para salir. Cerró la puerta con llave y fue lo más rápido que pudo hasta una casa que ella conocía y no estaba muy lejos de allí.

-¿Quién es? Se escuchó la voz detrás de la puerta.

-Por favor, Astrid. Déjame pasar. Soy Jesica. Necesito ayuda. Abre la puerta.

Cuando la morena abrió la puerta se encontró con la desesperada chica, quien de inmediato la abrazó y lloró en sus brazos por unos minutos.

-Tranquila. Estarás bien. Dime qué sucede. ¿Cómo puedo ayudarte?

La invitó a tomar asiento en su sofá y le dio unos pañuelos de papel para secar su rostro.

-Ahora dime. ¿Qué sucede?

-Es por Andrea-dijo aún sollozando si bien ya no derramaba lágrimas.

-¿Qué pasa con Andrea? ¿Está bien? ¿Se pelearon o algo así?

-No. Necesita alimentarse. Y yo no puedo. Cuando la tocó ella se quema. No me preguntes cómo o por qué. Es así. Y si no se alimenta ella morirá.

-Entonces... Tú me quieres que...

-Sí. Lo siento. Astrid. A este paso seguro que ya vas a odiarme.

Astrid frunció el ceño.

-¡No! ¿Por qué dices eso?

-Hice que te enamoraras de mí, luego te lastimé. Y ahora te pido que vayas y tengas relaciones con una demonio cuando resulta que tú tienes a Iris, que es un ángel, como novia. Serle infiel a un ángel con una demonio. Es terrible. Aunque no lo hagas por deseo es eso. Infidelidad.

Astrid la abrazó.

-Tranquila. Ahora dime. ¿Es urgente que la... alimente?

-Sí.

-Debiste habérmelo dicho mucho antes.

-Es que no quería preocuparte. Tú ahora estás feliz con Iris y yo solo...

-Basta. No digas más. Astrid fue por la llave de la casa.

-Vamos ya.

-Gracias.

-Pierdes tiempo hablando, pequeña.





Andrea se había dormido durante la ausencia de Jesica. Se despertó cuando escuchó que alguien abrió la puerta y luego la cerró.

-¿Jesi?

Abrió sus ojos y se sorprendió al ver a una morena mirándola fijamente.

-Astrid. ¿Qué haces aquí?

-Vine a salvar tu demoniaco trasero. Se acercó para tocarle una mejilla y luego se alejo.

-Es como Jesica pensó. Solo ella puede quemarte si te toca. Así que esto funcionara.

-No vas a hacer lo que creo. ¿O sí?

-Sí. Es eso lo que voy a hacer. No voy a salir por esa puerta hasta que te haya alimentado. Me lo prometieron ambas. Que lucharían por estar juntas. Si no funcionó que intentes romper el hechizo piensa en otra alternativa. Ahora solo cállate y déjame hacer lo que vine a hacer.

Astrid empezó a desvestirse. Se desabrochó sus pantalones y bajó el cierre. Los jeans que llevaba cayeron por acción de la gravedad dejando a la vista sus piernas que eran la envidia de muchas.

Andrea aún en esa situación y como súcubo que era no pudo evitar poner sus ojos sobre ella. Estaba débil, pero su impulso por alimentarse era fuerte y estaba dentro de ella rugiendo como una fiera hambrienta.

Prosiguió quitándose sus bragas, las cuales eran de un color rosado y terminaron en el suelo reposando junto a los jeans.

Se desnudó completamente de la cintura para abajo.

-Me dijo Jesica que te alimentas de los fluidos. Así que con que me quede así basta.

Su razón y su corazón le decían que no le gustaba mucho tener que recurrir a otra mujer que no fuera Jesica. En cambio, su lado demoniaco odiaba no poder ver a esa morena desnuda completamente y sometida a sus lujuriosos deseos.

Astrid fue hacia la cama, mientras con una mano acariciaba su entrepierna y gemía. Se sentó junto a la demonio y siguió masturbándose.

-Dame unos minutos. Solo necesito precalentar un poco.

Lamió uno de sus dedos con el cual luego acarició su clitoris.

-Ah... Sí... Ah... Iris.

Para excitarse en su mente proyectaba la imagen de su amada ángel.

Primero jugó un poco con sus labios mayores. Fue moviéndose lentamente hacia su centró. Cada vez se acariciaba un poco más rápido. Sentía su sexo reaccionando a aquello.

Sus gemidos aumentaban.

-Sí... Así... Me gusta. ¡Ah! Sigue.

Con su otra mano tocó sus pechos para darse más gusto. Apretó su pecho derecho y penetró su vagina con un dedo.

Andrea observaba todo aquello. Se relamía, mordía sus labios. Sentía su piel cálida de excitación y ese cosquilleo en su entrepierna que no la dejaba pensar claramente.

Astrid se detuvo y chupó el dedo que había estado dentro de ella. Suspiró.

-Mejor me detengo. Estuve a punto de acabar sin haberte alimentado.

Luego se sentó a horcajadas sobre Andrea de forma de que su sexo quedara frente a su rostro. Al alcance de sus labios.

La súcubo empezó a alimentarse. Primero posando sus labios. Dándole besos a esa húmeda intimidad. Luego se relamía para probar los fluidos. Suspiró. Sintió un gran alivio.

Astrid gimió al sentir ese cariño que la demonio le daba a su entrepierna. Le agradó sentir su aliento cálido.

Andrea empezó a lamerla. Le daba lentas lamidas que iban desde la entrada de la vagina hasta el clítoris al cual solo rozaba con la punta de su lengua.

Astrid gemía fuerte. Estaba gozando mucho. Tanto que ya no parecía solo algo que estaba haciendo como un favor a Jesica o por obligación moral. Quería disfrutar más. Que esa súcubo se tomara todo el tiempo que quisiera para alimentarse.

Era inevitable, ya que Andrea era una amante experimentada y sabía hacerla gritar de placer en el sexo oral. Todo lo contrario a Iris, que era una principiante en eso.

La morena le facilitó un poco más la tarea separando los labios de su sexo.

Andrea se descontroló un poco por su hambre. Puso su boca sobre la parte íntima de esa chica. La abrió y empezó a lamer, succionar ferozmente. Sin querer dejar escapar una sola gota de ese fluido vital.

-Mmmm. ¡Ah! ¡Ah! Ya casi...

Astrid se mordió los labios. Quería contenerse, pero no pudo. La lengua de esa demonio recorriéndola profundamente con tanta experiencia le hizo sentir un placer que tal vez nunca había sentido.

Al final ya movía sus caderas al ritmo de las lamidas.

-¡Ahhhhh!

Dio un fuerte grito y puso sus manos sobre sus pechos para apretarlos un poco.

Andrea abrió su boca. Recibió gustosa aquella descarga. Ese líquido blanquecino casi la había llenado y se escurría por sus labios. Sentía que sus fuerzas regresaban. Volvía a sentirse, fuerte, una poderosa demonio.

Astrid salió de encima de ella y se acostó en la cama. Prácticamente se desplomó y quedó allí respirando muy agitada y con una mano sobre su cabeza. Ya ni contenía sus palabras.

-Eso se sintió... Demasiado rico. Hacía mucho que no me corría de esa manera.

Le pareció escuchar que la otra dijo algo. Se incorporó para mirarla.

Allí estaba Andrea pasando un dedo por sus labios para luego lamerlo. Agachada. Luego clavó su mirada en Astrid. Sus miradas se encontraron. Esos ojos demoniacos color escarlata brillaban.

La demonio fue desvistiéndose casi sin quitar su mirada de la morena. Se desnudó. Con desesperación

-¿No me escuchaste? Dije que quiero más.

La súcubo se le acercaba lentamente moviéndose sobre la cama.

Astrid se alejaba de a poco.

-Andrea, solo... Cálmate.

-No fue una petición. ¡Dame más!

-¡No! ¡Detente!

La morena quiso alejarse. Andrea la tomó por los tobillos y la acercó arrastrándola sobre las sábanas. La otra se resistió un poco moviendo sus piernas intentando soltarse.

-Déjate... Déjate hacer y te irá mejor.

-¡Tranquila! No lo hagas así. ¡No!

No dio importancia a sus ruegos. La tomó por los hombros y la besó. Metió su lengua en su boca. Aunque no deseaba que la hiciera de esa manera Astrid la correspondió.

Sus labios se unieron en una feroz lucha en la que se mezclaban el calor y la saliva de ambas.

Andrea se apartó un poco dejando caer un hilo de saliva en la boca de la morena para luego darle otro beso. Solo un contacto de labios.

-Dices que no quieres, pero tus labios dicen algo muy diferente. Eres una mentirosa. Te castigaré.

Entre esos besos forzados tocó los pechos de esa chica por sobre la ropa.

-¡Arrgghh! ¡Odio esto! ¡Odio esta ropa! ¡Me desharé de ella!

-¡Hey! ¿Qué piensas...? ¡Ah!

Se asustó cuando la demonio rasgó con sus dientes un pedazo de la tela de esa blusa que tenía puesta.

-¡Quédate quieta si no quieres que te lastime!

Obedeció. Realmente no le gustaba la idea, pero tampoco quería que lastimara.

Andrea fue desgarrando esa prenda entre tirones y mordiscos.

Posteriormente se deshizo del sostén.

-Sí. Al fin. Así me gusta verte.

Prosiguió besándole el cuello y tocando esos pechos. Esa piel morena le resultaba una delicia. A su tacto, a su lengua. En principio degustó con calma, pero su delicadeza fue fugaz. Sus manos apretaron fuerte. Clavó un poco sus dientes.

-¡No! ¡Detente! ¡Así no! ¡No! ¡Duele!

-Cállate. Estoy segura de que si fuera tu ángel te dejarías hacer y no dirías nada.

Andrea se acomodó para que su rostro quedara frente a los pechos de la morena. Con la agresividad con la que lamió, chupó y succionó aquellas formas femeninas realmente parecía que quería devorarla.

Astrid la miró con lágrimas en sus ojos. La vio succionando uno de sus pezones.

-¡Basta! ¡Asi no! ¡Duele! ¡Me vas a dejar marcas!

Realmente no quería que aquello sucediera. No quería que luego tuviera que darle explicaciones a su ángel de la guarda por las marcas en sus pechos o en su cuello, pero estaba más que segura de que quedarían huellas de ese momento.

Andrea la tomó por el cabello y sin soltarla se acomodó boca arriba sobre la cama.

-¡Ay! ¡Duele! ¡Está bien! ¡No tires! ¡Haré lo que digas!

-Tú ya acabaste. Ahora hazme acabar a mí.

Sintió su rostro directamente en contacto con el sexo de esa demonio. En otra situación ese aroma y sabor la habrían embriagado y con gusto le hubiera dado placer, pero en ese momento con violencia no podía ser así. A la fuerza fue lamiéndola pensando que si la hacía sentir bien la súcubo calmaría un poco su agresividad.

Y lo logró.

Andrea la soltó y con sus manos se aferró a las sábanas y arqueó su espalda. Jadeó de placer.

-Mmmm. Qué rico. Así... ¡Ah! Tu lengua me enloquece humana.

Astrid siguió lamiéndola. La sintió temblando de placer, su voz entrecortada pidiéndole más. A pesar de que era forzado por un momento realmente lo había disfrutado un poco, lo cual la hizo sentirse muy pervertida.

La demonio volvió a tomarla del cabello, pero con menos agresividad al saber que la morena ya no estaba muy negada a obedecer. La presionó contra su intimidad otra vez.

-¡Ya acabo! Bebe de mí. Luego te quiero ver relamiéndote de gusto.

Astrid la sintió estallando en su boca en un orgasmo que la lleno de ese néctar demoniaco.

Terminó dando un fuerte grito.

La morena se apartó y la miró a los ojos para luego relamerse.

-Bien. Qué obediente. Se acercó para limpiarle un poco el rostro manchado con fluidos dándole besos y suaves lamidas. Mientras hacía eso también la masturbaba.

Astrid se arrodillo sobre la cama para corresponder aquellos besos y los dedos penetrando su vagina con rapidez. Tanteando su humedad.

-¡Ah! ¡Ah! Más fuerte.

-¿Así?-le preguntó al tiempo que entraba y salía de ella con más ferocidad.

-¡Ahhhhh! ¡Sí!

-Qué niñita más obediente te has vuelto de repente.

Andrea retiró sus dedos.

Astrid la miro sonrojada. En su rostro se veía reflejada la lujuria. Se notaba que quería más.

-Ponte en cuatro. Te daré lo que deseas.

Obedeció se puso en la posición que la súcubo le pidió. Flexionó un poco sus piernas y apoyó su cabeza sobre la almohada.

Andrea utilizó su poder para manifestar un consolador de gran tamaño. Se entretuvo un momento lamiéndolo al tiempo que acariciaba las nalgas de la morena.

-Relájate. Sentirás algo grande penetrándote. Pero no te preocupes. Te gustará.

Poco después colocó la punta de ese objeto sobre el orificio que penetraría y fue empujándolo para que entrara.

Astrid mordió la almohada y se aferró a las sabanas. Se puso muy tensa.

-No. Para. Sea lo que sea es muy grande. Me harás daño. ¡Detente!

Empezó a gemir. Gemidos en una mezcla de placer y dolor.

-¿Me dices eso y luego te pones a gemir así? Tonta. Tu solo relájate y disfrútalo. Grita si lo deseas. No te contengas. Y da gracias que es por tu vagina y no por tu ano.

La morena encontró mucho sentido a sus palabras. Por lo cual trató de relajarse. En dejarse llevar por las sensaciones que le daba ese objeto en manos de esa demonio que la penetraba profundamente y cada vez más rápido.

Andrea chupó uno de sus dedos y acompañó esa penetración metiendo un dedo en el ano de Astrid, quien ya estaba tan excitada que disfruto aquello. No sintió dolor.

Astrid ahogaba sus gemidos en la almohada. Llevó sus manos hasta sus nalgas y las separó un poco para facilitar esa doble penetración.

La súcubo dejo de penetrarla, con su dedo, retiró el consolador y colocó su boca sobre la intimidad de la morena para recibir recompensa por tanto placer ofrecido.

Su alimento de vida.

Cuando bebió todo se acostó y prosiguió limpiando los fluidos que quedaron en el consolador.

Las dos quedaron acostadas en la cama. Dando fin a ese momento que empezó siendo Astrid que solo iba a alimentar a esa demonio.

La morena lamentaba un poco todo aquello. Solo un poco. Porque realmente no podía negar que agradecía un poco que esa situación se le hubiera ido de las manos.

Se tomó un rato para descansar luego de todo aquello. Luego se sentó al borde de la cama aún estando desnuda. Andrea se incorporó ya estando completamente recuperada después de esa "buena alimentación".

-Lo siento mucho. No pude controlarme. Instintos demoniacos, hambre. Salí de control. Esa no era yo. No quería...

-Está bien. No importa.

-Por tu ropa no te preocupes. Puedo hacer que tengas otras prendas iguales.

Astrid de repente notó que tenía puesta la misma blusa que cuando había entrado allí. Revisó bien por debajo y el sostén también era igual.

-Gracias. Aunque lo que más lamento son las marcas que me quedarán cuando te pusiste en "modo violadora".

-También puedo arreglar eso.

La morena se puso sus bragas y sus pantalones. Terminó de vestirse.

-Y cuida tu poder demoniaco. No lo gastes a lo tonto. No vas a poder romper el hechizo. Eres una demonio y Lucifer es tu padre y superior. Piensa alguna alternativa.

Jesica también se vistió.

Cuando la morena abrió se encontraron con algo que las dejó boquiabiertas. Jesica estaba frente a la entrada de la habitación. Sentada a horcajadas en el suelo desnuda de la cintura para abajo. Lamía sus dedos empapados de fluidos.

El suelo debajo de ella estaba todo manchado de su esencia.

Se puso roja como un tomate al ser descubierta.

-Bueno. No me miren así. Las oía y no pude resistirme.

-Cielos. ¿Cuántas veces te corriste, niña?

La chica se levantó y se fue de allí muy avergonzada.

Astrid mientras contenía un poco su risa se encargo de limpiar el suelo.

Mientras tanto Andrea hizo una pócima casera para que la morena pudiera beber y no le quedara ninguna marca. Como súcubo que era debía estar preparada para enfrentar ese tipo de eventualidades.

Las tres se encontraron en la sala.

-Bien. Asunto concluido. Cuídense. Piensen que pueden hacer al respecto y si puedo ayudarlas en algo me dicen.

-Ya no me dejes sola con Astrid-dijo fingiendo sentir temor Andrea-. Se aprovecho de que estaba débil y me violó. Me hizo muchas cosas sucias. Hasta me hizo lamer su ano. Jesica se impresionó mucho al oír eso. Pero sabía que seguro eso era una broma

Astrid se sintió muy indignada.

-¿Pero qué diablos dices? Si tu...

Se interrumpió.

-Ah. Mejor no te sigo el juego. Tengo que irme.

Una vez que estuvieron solas Andrea y Jesica lamentaron que no podían tan siquiera darse un abrazo.

-No te preocupes, niña. Lo lograremos. Antes de que puedas darte cuenta podré abrazarte.

Jesica cerró sus ojos y suspiró.

-Lo sé. Te amo, mi demonio.

-Te amo, pequeñita.

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