⛥⛥⛥
¡Hola queridos lectores!
Os agradecería el pausar un momento la lectura para leerme.
Simplemente quería agradecer la gran atención que está teniendo AMO. ¡Casi nueve mil visitas! Quiero agradecer profundamente a aquellos que están votando y comentando. Y a aquellos que leen anónimamente les animo a hacer lo mismo. Cuesta tiempo, energía y esfuerzo escribir dicha novela y agradecería bastante el apoyo. ¡No cuesta nada apretar el botón de estrella!
Agradezco los mensajes privados opinando sobre la novela y admitiendo la fascinación producida por la trama. Tengo grandes planes para AMO y me encantaría seguir recorriendo este camino a vuestro lado.
Y sin querer molestar más, os dejo éste capítulo de hoy como agradecimiento.
Un intenso abrazo, Genevaxxx
⛥⛥⛥
No supe más del cuerpo del intruso.
Según Eddy el señor Douglas se encargaría de todo. A veces el poder que manejaba ese hombre me ponía la piel de gallina. Eddy al parecer al infiltrarse en esa familia sabía perfectamente lo que hacía ya que le daría el poder de ser el sucesor de una secta y tener en bandeja la informacion que rondaba alrededor de las demás ordenes y los primeros Amos.
Después de abandonar la capilla y aceptar su ayuda me sugirió el volver con los demás para no levantar sospecha alguna. Y debía de admitir que la velada con los demás miembros era algo que necesitaba.
En el salón de Richard todos reían y comentaban sobre cosas ridículas y me levanté del sillón cuando Tracy me señaló la cocina con la cabeza. Me senté en la encimera y observé en silencio los movimientos de Tracy quien por voluntad propia había decidido limpiar con alcohol el corte de mi mano y ponerme una venda limpia. Su cabello rubio estaba recogido en dos coletas que la hacían lucir más adorable de lo que ya era. Con sus claros ojos repasaba mi rostro de vez en cuando.
-¿Cómo te encuentras de la espalda?
Suspiré, encogiéndome de hombros.
-Mucho mejor, desde luego.- contesté.
Hice una mueca cuando echó directamente alcohol sobre la palma de mi mano, sin cuidado alguno. Empezó a limpiar el exceso de alcohol con unas gasas.
-¿Has estado llorando?- preguntó en voz baja.
Rodé los ojos.
-¿Y cuándo no?
Una sonrisa adornó su rostro y la atraje hacia mí como agradecimiento al terminar de curar mi corte y envolverlo con una venda limpia. Sus brazos me rodearon también con fuerza.
Empezó a acariciar mi espalda suavemente por los lados cuando notó que el abrazo duraba más de lo normal. Yo simplememte me refugiaba en ese momento. En la seguridad de tener al fin una amiga en la cual refugiarme. Y el sentimiento de culpa no tardó en manifestarse. Culpa por saber la verdad de todo lo que estaba ocurriendo pero sin poder abrir la boca. Tracy le tenía un gran aprecio a Eddy. Incluso podía asegurar perfectamente que a veces le trataba como si fuera de su misma sangre.
Y también me pregunté qué pasaría si un día todo esto me explotara en la cara.
-¿Estás bien? ¿Has tenido que soportar una gran charla?- preguntó con una mueca divertida al separarse de mí.
Pasó sus dedos por mi cabello en un intento por hacerme lucir presentable ya que era perfectamente consciente de la jungla que era en ese momento.
-Casi tengo que llamar a una ambulancia.
Soltó una gran carcajada, la cual acabó por contagiarme.
-¿Cómo van las cosas con Alexander?- pregunté balanceando mis piernas.
Se relamió los labios para después asentir lentamente, pensativa.
-Con el estrés de la situación está siendo un poco complicado el aguantar sus escenas de pánico.- sonrió y yo apreté los labios sin poder evitar sentirme culpable- Pero la comunicación es bastante buena.
-Y eso importa mucho- dije poniendo una mano sobre su hombro.
-Kimberly, ¿podemos hablar?
Tracy elevó las cejas con sorpresa, al mismo tiempo que yo. Miramos a la vez la puerta de la cocina donde una Priscila de brazos cruzados nos miraba detenidamente.
Asentí con desgana y Tracy me guiñó el ojo para después dejarnos a solas. Cruzándome de brazos al igual que Priscila, me limité a observarla en silencio. Se había ganado mi rechazo básicamente por su actitud desde el primer día de conocernos.
-Quería... quería pedirte disculpas a ti también.
Fruncí el ceño.
-¿A mi? ¿Por cual razón?
Sabía perfectamente la razón, pero quería deleitarme al escucharla salir de sus labios.
¿Porqué justamente ahora se disculpa?
-No soy alguien que crea mucho en... en cosas sobrenaturales- admitió, apoyándose contra el marco de la puerta y tocando los mechones azules de cabello con cierto nerviosismo- Soy consciente de la actitud que e tenido y por eso quiero pedirte disculpas.
¿También por querer ser tú quien se tire a Eddy?
Me mantuve pasiva ante lo que las voces de mi mente me estaban susurrando. Mi mirada estaba fija en ella, intentando descifrar la verdadera razón de sus disculpas. Pero me rendí cuando noté solo sinceridad en sus ojos.
-Es que yo... tenía incluso pesadillas contigo. Me horrorizó la faceta y actitud del tipo que trajiste el otro día y sólo me aislé más.
-Lo comprendo.- acabé por decir- Entiendo que ésta situación haya acabado con la cordura de varios de nosotros pero... debes de recordar bien que uno de los juramentos que hiciste al entrar a ésta orden fue el de tratar a los miembros como familia. Ya que al fin y al cabo, somos una familia.- dije seriamente, sin pestañear.
Bajo mi mirada sólo pudo asentir repetidamente.
-Acepto tus disculpas.- me encogí de hombros.- Ahora, reunámonos con los demás.
Sin rencores... pero con memoria.
Sonriendo, caminó hacia mí para dejarme totalmente petrificada al abrazarme.
Mis brazos no correspondieron su abrazo. Los mantuve en el aire los cinco segundos que duró éste y finalmente, se separó sin borrar la sonrisa de su rostro. Al volver con los demás, se sentó junto a Jacob quien la miró como si se le hubiese perdido un tornillo. No pude evitar sonreír.
-¡Por cierto, Kimberly! Te guardé un plato de lo que e cocinado- dijo Richard, levantándose con euforia.
Me senté junto a Eddy, quien se encontraba únicamente con la camisa de manga corta blanca puesta. Su chaqueta de cuero quedó bajo mi cuerpo pero eso no pareció importarle.
Agradecí a Richard el traerme un plato lleno de patatas y un burrito.
-Si no te gusta yo estaría encantando de repetir- opinó Alexander, ganándose una colleja por parte de Richard.
Gemí de puro placer al dar un gran mordisco al burrito. El queso fundido casi resbaló por las comisuras de mis labios. No hizo falta opinar ya que por mi gesto Richard quedó más que satisfecho.
Eddy me miraba en silencio. Su actitud lograba a veces embelesarme. La mayoría de vez sólo observaba en silencio, estudiando cada movimiento y cada gesto. Y yo debería de empezar a hacer lo mismo.
-¿Quién se apunta a hacer una locura?
La mirada de Eddy cambió a una amenazante tras la pregunta de Jacob. Tras llevar algunas patatas a mi boca dejé el plato sobre la mesa. Jacob no tuvo ni siquiera la oportunidad de decir su propuesta cuando Alexander le empezó a ahogar con una almohada de su sillón.
Miraba la escena impactada. No sabía si preocuparme o reírme. Richard puso su mano sobre mi hombro ante mi confusa mirada.
-Cada vez que Jacob dice esa frase, una locura acaba sucediendo.- me explicó- Es como una maldición.
Tracy soltó una carcajada cuando Alexander le quitó el cojín sobre el que estaba apoyada para hacer más presión sobre el rostro de Jacob.
Éste gritaba y pataleaba sin parar.
-Basta.
Su voz autoritaria apenas se podía cuestionar. En cuanto pronunció tal palabra los movimientos de Alexander y los gritos de Jacob cesaron al instante.
Alexander volvió a sentarse junto a Tracy tras dirigirme una cálida sonrisa y a Jacob le entró un ataque de tos, el cual fue el motivo del ataque de risa de Richard. Priscila empezó a darle unos suaves golpes en la espalda y corrió a servirle un vaso de agua.
-¿Y bien? ¿Cuándo será el próximo encuentro?- preguntó Tracy, observando a Eddy.
Éste inspiró hondo a mi lado y puso un brazo apoyado a mis espaldas, sobre el cabecero del sofá.
-Estoy consultando ciertos... movimientos que hemos de hacer antes. Hoy hemos coincidido con un intruso.
La sorpresa en el rostro de los demás no tardó en aparecer.
-¿Intruso? ¿En la capilla?- preguntó Richard, escuchando con atención.
Eddy asintió.
-Padre se está encargando de todo- dijo mirando a Tracy- Es de la orden de Brooklin. Estaba espiando para ellos, pero me desconcierta el porqué de venir a Salem.
Estaba de acuerdo.
No comprendía ni cómo supo el paradero de la capilla ni el porqué de acudir a espiar a Salem.
-¿Y su orden no sospechará algo si no vuelve?- preguntó Priscila.
-El Amo habla para que escuches, no para que opines.
Todos se quedaron en silencio tras las palabras de Tracy.
Priscila luchó bastante para no fulminarla con la mirada.
Mordí el interior de mis mejillas para no sonreír. Yo podría haber aceptado sus disculpas pero sabía bien que a algunos les costaría. Eddy siguió advirtiendo a todos sobre lo precavidos que había que ser y sobre todo, no hacer locuras que puedan llamar la atención. Tras estar de acuerdo todos con él, cada uno volvió a debatir sobre las tantas estupideces que Jacob dejaba salir por su boca.
Mi mirada viajó a Eddy tras desconectarme del debate sobre cómo de injusto era que los demás habitantes de Salem vivan sin preocupación sobrenatural alguna.
-¿Qué piensas?- pregunté cuando los ojos de Eddy se posaron varios segundos sobre mi rostro, acariciándolo con su mirada.
Inspiró hondo para después querer dirigir su mano a mi rostro pero pareció recordar el lugar donde nos encontrábamos ya que la bajó casi al instante.
Sonrió delicadamente tras estar unos segundos en silencio.
-Heredaste la belleza de tu madre, pero el genio de tu padre.
Sus palabras me dejaron desubicada varios segundos.
Me senté correctamente para poder observarlo bien.
-¿Mi padre? ¿Samael?
Asintió.
-Eres tan desobediente y cabezona como él.
Sonrió cuando le di un empujón juguetón.
-¿Le conociste?
Miró de reojo a los demás, cerciorándose de estar distraídos.
-El mal puede adoptar inmensas formas. Y Samel adoptó la que más dolor de cabeza da.- murmuró sin poder evitar ser contagiado por mi sonrisa.
-Vi a mi padre durante unos minutos en el viaje que realicé.-confesé- Sólo recuerdo la elegancia de su vestimenta y el poder de sus facciones.
Asintió, de acuerdo con mis palabras.
-Y un excelente guerrero. Pocas veces pude vencerle sin ayuda.
Mi curiosidad no parecía tener límite.
Le observé en silencio unos momentos y cuando quise volver a preguntarle más acerca del tema, Alexander se dejó caer a mi lado, abrazándome por un costado.
Un teléfono vibró al lado de mi muslo derecho, haciéndome brincar del susto. Eddy deslizó su mano en el bolsillo de su chaqueta de cuero y se levantó tras ver el nombre escrito en la pantalla. Le observé desaparecer en la cocina y apoyé mi cabeza en el hombro de mi mejor amigo.
-¿A salido todo bien?- preguntó apoyando su barbilla en mi cabeza.
Suspiré profundamente.
Por una parte sí ya que más o menos se han aclarado algunas cosas pero por otra parte, nuevas preocupaciones han surgido.
-Gracias a que has cumplido bien.- acabé diciendo, mirándole con cariño- Gracias por aceptar siempre las locas ideas que tengo y gracias por soportarme. A veces ni yo lo hago.
Me acarició suavemente la mejilla.
-Para eso estoy, ¿no?
Mis ojos se empañaron cuando me abrazó con fuerza contra su pecho.
Pude seguir en ese momento llena de paz y seguridad. Llena de alegría por tener un momento normal en el que reír, beber y hablar. Pero la calma no duró mucho. Lo supe cuando Eddy salió de la cocina con el ceño fruncido y el rostro desencajado. Lentamente me separé de Alexander para ponerme alerta.
Algo no estaba bien.
Alexander siguió el rumbo de mi mirada y se levantó al ver a Eddy.
-¿Ocurre algo?- preguntó.
Todos cesaron de hablar para observar a Eddy quien, apoyándose contra el marco de la puerta, apretó con fuerza el puente entre sus ojos.
Empecé a entrelazar mis dedos con nerviosismo.
-Ha llamado padre.- dijo mirando a Tracy pero después me miró a mi- La segunda de los primeros Amos le a llamado. Dice que... dice que quiere reunirse a solas contigo.
Me levanté de golpe, al igual que los demás.
El terror en mi rostro era notable y Alexander no tardó en entrar en pánico. Mi mirada no se apartó de Eddy y mis ojos se cristalizaron a tal grado que me impedían ver claramente. Y entonces escuché un chillido por parte de Jacob.
Richard le había arrojado todo el agua de la jarra que había encima de la mesa.
-¡Te dije que nunca volvieras a decir esa frase!
Y le di la razón.
Esa frase sin duda estaba maldita.
⛥⛥⛥
Os agradecería el votar/comentar, por favor. ¡Es un apoyo importante para mi como escritora y no toma mucho tiempo!
Gracias por vuestro tiempo y aprecio.
Un abrazo, Genevaxxx