El amor es un... ¿demonio?

By DarkBit

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Jesica es una oficinista que está profundamente enamorada de la chica que ve todos los días al salir de su tr... More

Te daré un atajo.
Eres un accidente.
Ella descubre un sentimiento. Ella deja todo atrás.
Ese sentimiento.
El triángulo.
El equilibrio del triángulo se quiebra.
Una humana y una humana. Un ángel y una demonio.
Amor y crisis.
Aprendiendo de ti.
Dirty-sama78.
La ley de las tres pruebas.
Un amor de eternidad.

Hambre voraz.

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By DarkBit

    Despertó cuando sintió los brazos aferrándose fuerte a su cintura. Al abrir sus ojos vio a esa chica con la que ya llevaba viviendo una semana. La cual seguramente estaba perdida en algún sueño.

La dormida Jesica abrazaba fuerte a su compañera súcubo y decía cosas seguramente relacionadas con los que estaba soñando.

-Ay sí. Quiero más chocolate, mami.

Andrea bostezo sin darle importancia a la joven abrazada a ella.

Ambas estaban durmiendo desnudas. Habían tenido una noche algo intensa.

-Qué bien comí anoche-dijo en voz baja.

Acercó sus labios al oído de Jesica.

-Yo también quiero más, pequeñita. Sé que comí bien anoche, pero tengo ganas de más.

Acto seguido la besó delicadamente y rozó los labios de esa linda oficinista con su lengua.

Jesica se rió aún en sueños cuando su demonio la besaba en el cuello.

-Ay... Así no, amor. Me haces cosquillas.

Andrea se tomaba su tiempo para besarle el cuello. Lo lamía porque sabía que como eso podía provocar que se encendiera el fuego en la intimidad de su niña. Luego solo tenía que encargarse de echarle leña.

Jesica suspiraba de placer.

-Ah... Así-susurró-. Mi Astrid. Hazme tuya nena. Tómame ya.

Andrea siguió besándola. Besó y lamió el espacio entre los pequeños pechos de su chica al tiempo que correspondía su abrazo. Rodeaba su cintura. Se detuvo para hablarle.

-Me quita un poco la inspiración que nombres a otra mientras me esfuerzo en hacerte sentir bien. Soy una súcubo, niña. Ama todo lo que quieras a esa tal Astrid. Yo no creo en eso. Pero solo debes desearme a mí. Haré que lo entiendas.

Jesica en sueños medio dormida y medio despierta sentía su cuerpo tomando temperatura. Su sexo reaccionando a esos estímulos. Su respiración entrecortada.

Entreabrió sus ojos. Sucedió algo que la devolvió a la realidad completamente. El sonido del despertador.

-Ah... Detente Andrea... Tengo que...

-Deja que el despertador suene. Ya te ocupas de eso cuando termine contigo.

Le acariciaba el vientre y le besaba los pechos. Tanteó su pubis. Sabía que si la dejaba llegar a su entrepierna ya no podría pararla. Por eso tomó su mano.

-Espera en serio. Tengo que ir al trabajo. No puedo tardarme.

-Tengo hambre, tonta-se quejó Andrea.

-Anoche me "comiste" ya ni sé cuantas veces. Así que no me vengas con que tienes hambre.

Andrea se quitó de encima de ella algo molesta. Se quedó en un lado de la cama sentada con los brazos cruzados e hinchando sus mejillas.

-Como quieras.

-¿Otra vez con tus berrinches?-dijo al verla con esa expresión.

-Un día puedes poner el despertador media hora más temprano. Quiero un mañanero alguna vez. ¿Sabes?

Jesica se levantó. Tenía que ducharse, vestirse, y luego desayunar para luego irse al trabajo. Lo de todos los días. Fue por una toalla y luego se dirigió al baño. Sintió los pasos detrás de ella.

Volteó para ver a Andrea. Quien le sonreía. Mostrando muchos de sus dientes.

-¿Quieres que nos duchemos juntas? Es importante ahorrar agua en el mundo de hoy. ¿O no?

Jesica como siempre antes que escucharla se quedó admirando el cuerpo desnudo de esa belleza salida del infierno. Su piel suave y clara con esas marcas de color negro. Sus ojos rojos penetrantes. Su cabello dorado. Sus curvas. Las formas de ese cuerpo hecho para seducir. No importaba cuantas veces la viera. Siempre tenía el mismo efecto en ella.

Cuando volvió a la realidad se encontró con Andrea cerca de ella mordisqueándole el hombro con delicadeza. Se apartó de ella.

-¡Hey! ¡Aguarda! Me distraigo dos segundos y tú ya estás violándome-reclamó sonrojada.

-Si es consentido no es violación y sé que lo deseas.

-Como sea. Vamos a bañarnos. Pero debes contenerte. En serio. No quiero llegar tarde.

Las dos se metieron en la ducha. Dejaron correr el agua por sus cuerpos.

Jesica estaba nerviosa por las miradas de su súcubo. Se sentía como un animalito acorralado por una hambrienta fiera.

Se ayudaron la una a la otra. Andrea la ayudó a lavarse el cabello y viceversa. Luego siguieron con el jabón.

-Lo hago yo sola-dijo Jesica.

-Déjame...

-No te molestes.

-No es ninguna molestia. Lo hago con gusto.

Tenía una idea de lo que iba a pasar si la dejaba. Y realmente se negaba porque así le gustaba hacerlo. Era su estilo. Negarse un poco y luego ceder. Pero solo si era algo que realmente deseaba.

-Está bien-cedió por fin-. Hazlo. Si tanto insistes.

Andrea empezó pasándole el jabón por los pies, sus piernas. Dedicándose a su tarea de limpiarla bien antes de ir por aquello otro que deseaba hacer. Siguió enjabonándole la espalda. La acariciaba y frotaba suavemente. Fue descendiendo hasta donde su espalda se terminaba.

Jesica se sonrojó cuando la sintió llegar a esa parte.

-Mmmmm. ¿Por qué te pones así? Yo solo te estoy enjabonando.

-Es que me gusta.

-¿A qué te refieres?

-Me gusta que acaricies mis nalgas.

-¿Quieres qué...?

-Sigue... Sigue...

Andrea siguió acariciándola. Sus manos se deslizaban fácilmente por el jabón. Despacio fue acariciando el espacio que había entre sus nalgas. Atenta a si tenía alguna mala reacción por parte de la joven. Con sus dedos acarició su ano. Ese orificio estrecho.

-¿Quieres?

-Pero... Eso puede doler-resaltó Jesica, aunque sin negarse del todo a la idea.

-¿Quieres intentarlo?-preguntó Andrea, sin dejar de masajear esa zona con sus dedos. Tentandola.

-Solo ten cuidado. ¿Sí?

-¿Quieres?

-Es una pregunta que no te responderé.

Andrea acomodó su dedo índice y fue penetrándola.

Jesica se puso algo tensa al sentir la presión.

-Relájate-le susurró la súcubo-. Deja que te penetre. Si te pones así te dolerá mucho. Trata de relajarte. Si quieres que pare dímelo de inmediato.

-¡Ah! Si... Lo haré.

Andrea siguió. Presionando un poco.

-Ah... Espera...

-¿Quieres que pare?

-Sigue. Un poco más.

Sentía el calor cubriendo su dedo. Seguía penetrando más profundo. Aunque aún no podía penetrarla como ella deseaba le excitaba eso.

Las mujeres con las que había tenido contrato en los dos anteriores siglos no le habían permitido hacer eso.

-Ya está todo dentro. Esta parte de aquí ha dejado de ser terreno inexplorado, pequeña-

Continuó moviendo su dedo hacia adelante y hacia atrás lentamente. Teniendo como respuesta gemidos. Quejosos al principio, pero después más relajados.

Andrea retiró su dedo lentamente.

Jesica sintió alivio al ya no sentir esa presión.

-Ya seguiremos otro día. Tienes que ir acostumbrándote de a poco. Además... Tengo que seguir pasándote jabón.

Andrea la tomó por los hombros y la apoyó contra la fría pared.

La chica tuvo un escalofrío.

-Me calientas y me enfrías. ¿Así me torturaras?

-Shhhh. Aún tengo que pasarte jabón por delante, niña.

Siguió con su tarea

Empezó con sus hombros. Luego fue descendiendo.

Jesica se acostumbró a la frialdad de la pared a sus espaldas.

Gimió al sentir las manos de Andrea sobre sus pechos que estaban resbaladizos por el jabón.

-Me encantan tus pechos pequeñitos.

-Ah... No digas eso. Me da vergüenza. Me recuerdas que estoy casi plana.

Andrea continuó. Frotó suavemente el pubis de su pequeña para luego rozarle el clítoris con sus dedos.

-Ah... Así... Me vas a volver loca. ¡Sigue!

No le dio respiro. Siguió frotando la intimidad de su pequeña oficinista con sus dedos. Acarició el interior de su sexo. Lo sintió cálido. Con sus fluidos desbordándose.

Jesica sintió que sus piernas ya casi cedían por el placer que le daban esas caricias.

Andrea la rodeó con un brazo para ayudarla a sostenerse. Se le acercó para hablarle al oído.

-Así. Acaba para mí.

Le dio una suave lamida en el cuello.

Jesica gritaba de placer. Suspiraba. Respiraba agitada.

-Después de esto me rogarás que nos bañemos juntas.

La chica apoyó su cabeza sobre los pechos de la súcubo y sintió su sexo ardiendo. Dejando salir una gran cantidad de fluidos que corrieron también por sus muslos al tiempo que dio un fuerte gemido.

Andrea la escuchaba respirando agitada aún con el ruido del agua de la ducha golpeando el suelo.

Luego la apartó delicadamente y la besó.

Notaba que la otra ardía de deseo tanto como ella. Pero extrañamente en ese momento fue ella la responsable.

-Ahora ve. Tienes que ir al trabajo, ¿no?

Yo terminaré con el resto.

-Pero...

-Otro día será tu turno de enjabonarme.

-Está bien-aceptó Jesica algo sonrojada antes de dejar la ducha para ir por una toalla. Con sus piernas temblando un poco.

Andrea siguió duchándose y pensaba.

-Se sigue sonrojando aunque ya me ha visto desnuda varias veces y se avergüenza cuando le hago propuestas indecentes. No la entiendo.

Jesica fue a su habitación. Se aseguró de que quedara bien seco su cuerpo y su cabello para luego vestirse. Aun pasaban por su cabeza imágenes de lo que acababa de pasar. Suspiró.

-Pasa unos días sin... comer y se convierte en una maquina de sexo.

Fue a prepararse el desayuno. Cada tanto se daba el gusto de prepararse un café y unos hot cakes. Perdió de vista su desayuno por un momento para buscar el control del televisor. Cuando volteó se encontró a Andrea con su forma humana, quien ya estaba vestida, olía a perfume y estaba probando esa comida.

-Mmmm. No está nada mal-aseguró degustando ese platillo-. Qué rico.

-¡Hey! ¿Qué rayos haces?-la regañó Jesica-. Además, tú no te alimentas así, ¿cierto? Deja de comerte eso en este mismo instante.

-Es gula, cariño. Soy una demonio. Me porto mal.

-Me encanta saber más sobre los demonios-comentó Jesica con un tono sarcástico -. Ahora devuélveme eso.

Tomó su plato, los cubiertos y su taza con café. Los apartó de la súcubo.

-Necesito comer. El desayuno es la comida más importante del día. Y si quieres comer algo prepáralo tú.

Andrea negó con la cabeza. Como dando a entender que estaba decepcionada.

-Qué mezquina eres.

Jesica la ignoró. Encendió el televisor para ver el noticiero matutino.

-¿Vas a acompañarme al trabajo?

-Hoy no.

Bostezó.

-Me quedaré a dormir otro ratito.

-Perezosa.

-Soy una demonio. Obvio que soy perezosa. Es uno de los pecados capitales.

-Sí, sí. Lo que digas.

Jesica terminó de desayunar.

Fue por su bolso para salir a su trabajo.

Andrea la despidió dándole un abrazo.

-Adiós mi comidita. Cuídate.

-No me gusta que me llames así. Y cierra la puerta con llave después de que salga.

Se fue preguntándose por qué aquella demonio no había querido acompañarla como siempre.

No sabía que la razón era que su particular amiga había sentido un peligro grave para ella. Un peligro grave para cualquier demonio rondando los cielos de esa ciudad. Casi nadie era capaz de ver a ese ser de alas brillantes que observaba su alrededor desde las alturas con sus penetrantes ojos azules. Iba vestida con un traje negro. Finalmente aterrizó sobre la terraza de un edificio.

Ese ángel de sexo femenino de largos cabellos negros.

-Puedo olerlo. Hay algún demonio en esta ciudad. El olor se hace más fuerte al pasar por aquí.

No notó que ese olor lo despedía una chica de baja estatura con anteojos y que tenía un gorro con orejas de gato que pasaba por la calle.

Sobre la mano de esa mujer angelical apareció una espada dorada.

-Ya verás. Cuando te encuentre va a ser tu final, demonio.

En ese momento sin saber por qué Jesica miró hacia arriba por un momento. Como esperando ver algo o alguien sobre la terraza de algún edificio.

-Esa humana miró en esta dirección. ¿Acaso fue una casualidad?

Se quedó pensando un momento.

-Debe serlo. No creo que sea capaz de detectar mi presencia.

Aquel ángel se retiró. El tiempo que le habían dado para vigilar esa zona se le terminó, pero pronto regresaría y vigilaría las actividades de esa humana que le había llamado la atención.

Jesica sin enterarse de nada de eso fue a su trabajo tranquilamente como todos los días. Una parte de ella extrañó el beso de despedida que le daba su amiga súcubo todos los días cuando llegaba al trabajo.

-Tonta-se regañó a sí misma-. La única mujer por la que debo morirme por besar es Astrid.

Mientras tanto en la casa de Jesica, Andrea ya se sentía más tranquila. No sentía esa presión. Ese sentimiento de estar en peligro ya se había ido. Había usado su poder para ocultar su presencia lo mejor posible ante los ojos que todo lo veían de ese ángel. Y haber utilizado su poder para aquello había consumido gran parte de sus energías demoniacas. Por lo cual a pesar de todo lo que había hecho con esa chica otra vez tenía hambre.

-No puedo. No puedo esperar que regreses. Siento que me puedo morir. Perdóname niña. Lo siento, pero de verdad no puedo esperar.

Salió de la casa y voló lo más rápido que pudo hacia aquel edificio en el que trabajaba su chica alimento. Ingresó por una ventana que abrió utilizando su telekinesis. Allí la encontró.

Jesica suspiraba ya cansada de tanto quehacer laboral con sus manos sobre el teclado de aquella computadora. No sabía que pronto seria victima de la voracidad de su amiga súcubo.

Andrea en ese momento era invisible para todos. Hasta para Jesica. Se le acercó por detrás. Relamió sus labios mientras la observaba.

-Tengo tanta hambre. No aguanto.

Se le acercó y luego de olerla un poco. Le lamió el cuello.

Jesica se tensó un poco al sentir eso.

En ese momento Andrea se hizo visible para ella.

-Estúpida súcubo-dijo en voz baja- ¿Qué haces aquí? Estoy en el trabajo y eso debo hacer. Trabajar.

-Entonces trabaja. Yo solo te probaré un poquito. No quites las manos de ese teclado y ya.

Empezó a besarle el cuello le dio una leve mordida.

Jesica mordió su labio.

-En serio-insistió-. Detente. Aquí no.

Jadeó cuando las manos de Andrea fueron hacia sus pechos y empezaron a acariciarlos por sobre la ropa. Allí estaba Jesica sonrojada conteniendo sus gemidos. Jadeando despacio. Apretaba sus puños.

Andrea detenía sus besos y lamidas para hablarle.

-Sé que estás ardiendo. Quieres más. No te lo niegues. ¿O acaso olvidas que se todo de ti? Después de que viste ese animé yuri en que esas chicas lo hacían a escondidas en su trabajo siempre te ha tentado la idea.

-No...

-Aún te esfuerzas en negarlo. Que mentirosa. Porque yo siento que tu cuerpo me dice otra cosa.

Una mano de Andrea se introdujo en los pantalones de Jesica. Pasando también por sus bragas. Acaricio esa parte intima arrancándole gemidos que se esforzaba en contener

Era evidente la excitación de la chica de anteojos.

-Estás muy mojada. Qué rico. Ya quiero comerte.

-Basta.

Andrea retiró sus manos de donde estaban lentamente y le dio un último beso en el cuello.

Jesica la miró. La vio lamiendo esos dedos empapados en sus fluidos.

-Está bien. Te dejo, pero si quieres que te ayude a lidiar con... -Señaló la entrepierna de la chica- Tu urgencia. Me encontrarás en el baño.

-Idiota-le reclamó en voz baja-. ¿Que se supone que haga? Así no puedo ni concentrarme. No puedo trabajar.

Andrea fue al baño del lugar a esperarla.

Jesica se levantó de su asiento. Sintiendo su entrepierna hecha un mar por la humedad que le provocó Andrea. Se dirigió al baño caminando y respirando un poco agitada aún.

Sonia la miró.

-Te estuve mirando. ¿Qué pasa? ¿Viendo yuri hentai en el trabajo de nuevo? No quiero que vuelvan a llamarte la atención. Pueden despedirte.

Al escucharla se puso algo nerviosa.

-Eh... ¡No! Solo... Necesito ir al baño. Creo que no me siento muy bien.

Sonia suspiró y siguió con sus tareas.

-Va a masturbarse. Yuri hentai. Definitivamente.

Cuando entró al baño como si fuera una urgencia fue a los brazos de esa súcubo y la besó.

-Eres mala. Sí que sabes cómo hacerme arder. No me hagas esperar. Solo tómame. Aquí y ahora.

Esa hermosa súcubo pasaba sus manos sobre ella desvistiéndola. Aún en ese lugar y con el riesgo de que la descubrieran en su lugar de trabajo. no hizo más que cerrar sus ojos. Andrea le quitó el suéter. Luego la camiseta. Besó sus hombros. Su cuello. Le daba suaves lamidas.

Jesica gemía despacio. La verdad era que su excitación estaba por las nubes y sentía deseos de gemir como cuando estaban las dos a solas en la habitación.

Andrea siguió besándole el cuello. Luego fue descendiendo. Le dio un beso en ese espació muy cerca de sus pechos.

-Quítamelo-susurró Jesica-. No resisto. Quiero sentirte más.

Sus manos fueron a la espalda de su chica. Desabrochó el sostén. Se lo quitó sin dejar de besarla. Parecía que de alguna manera los labios de esa chica de anteojos también le generaban necesidad. Un deseo incontenible.

Jesica respiraba agitadamente.

-Por favor, Andrea. Lame mis pechos. Lo necesito. Quiero... Dame más.

Andrea la abrazó por la cintura al tiempo que fue dándole besos en esos pechos que eran pequeños, pero que a ella le gustaban tanto. Los recorría con sus labios. Tanteó los pezones con su lengua. Antes de cubrirlos con su boca y succionar despacio. Lo hacía con uno y luego con otro.

A ese momento ardiente se le sumó algo de tensión. Alguien dio unos golpes a la puerta.

-¡Hey! Jesi. Llevas mucho allí dentro. ¿Estás bien, amiga?

Se trataba de Sonia.

Andrea parecía no sentirse afectada por aquello. Succionó un poco más fuerte el pezón izquierdo de Jesica, quien mordió sus labios para no dejar salir sus gemidos.

-Andrea, por favor. Dame solo un segundo. Tengo que...

-No quiero. Aguántate y dile que se largue. No puedo parar.

-Estoy... Yo no... ¡Ay! Qué rico.

Trataba de hablar dirigiéndose a su amiga, pero no podía controlarse.

-¿Estás bien?-repitió Sonia del otro lado de la puerta. Algo preocupada

-Si... Solo... Solo vete...

-¿Segura?

Jesica dio un fuerte gemido que uso para fingir que estaba enfadada.

-¡Ahhhh! Solo vete... ¡Continua con tu trabajo, tonta!

-¡Bueno! No tienes que gritarme. Pero no estés ocupando el baño todo el día. Hay otra gente que podría tener necesidades también.

Jesica suspiró de alivio y placer a la vez. Agachó la cabeza. Vio a Andrea bajándole los pantalones y sus bragas de un tirón.

Esa atractiva demonio acarició sus muslos. Se acercó para oler su sexo. Notaba que estaba muy húmeda. Se relamió mientras miraba a los ojos a Jesica, quien la miraba con su rostro sonrojado y suplicante. Pidiéndole que por favor aliviara su lujuria. Que la liberara.

-La comida ya está lista. ¡Ittadakimasu!

-Espera. No creo poder contenerme. Si haces eso... Nos descubrirán.

Por un momento el lugar se oscureció completamente.

Luego la luz del baño ilumino todo.

-He cubierto este lugar con mi energía demoniaca. Ningún ruido saldrá ni entrará. Ahora puedes gritar todo lo que quieras.

Andrea empezó. Lamió los labios del sexo de su chica alimento. Rozó el clítoris con la punta de su lengua.

Jesica gimió fuerte. Abrió sus piernas todo lo que podía estando de pie. Entonces sintió que su súcubo aprovecho para penetrarla profundamente con su lengua.

-¡Qué delicia! Me encantas Jesica.

-Cómeme. Así. Ah...

Andrea la sujetó. La rodeó con un brazo. Con una mano acariciaba sus nalgas. Seguía lamiéndola. Primero los labios para luego ir más profundo. Acariciaba la entrada de su vagina.

Jesica mordió su jadeaba al sentir esa lengua recorriéndola profundamente.

Andrea se alejó y chupó los dedos de su mano derecha.

-¿Qué piensas hacer?

-Algo que te gustara.

Andrea acercó sus labios a la intimidad de Jesica al tiempo que su dedo índice penetraba la vagina. Siguió besando su entrepierna al tiempo que movía su dedo para rozar sus paredes vaginales.

Jesica gritó de placer al sentir esos labios jugando con su intimidad y la penetración.

-Así. Cómeme entera, Andrea. Hazme tuya. Sigue... Ya llego...

La súcubo sumó otro dedo cuando sintió que su chica ya estaba acostumbrada a tener solo uno dentro de ella. Aumentó el ritmo de las penetraciones.

Andrea supo que se acercaba el momento. Retiró sus dedos. Y luego de unos pocos segundos lamiendo la vagina de Jesica tuvo lo que deseaba. La escuchó gimiendo fuerte. Con deseo. Sintió los fluidos producto del orgasmo derramándose en su boca, los cuales también se escurrieron por los muslos.

La chica de anteojos se arrodilló y besó a su súcubo. Sintiendo el sabor de sus propios fluidos.

Las dos estuvieron unos minutos arrodilladas besándose.

Andrea la abrazó. La acariciaba mientras se reponía de aquel orgasmo. Tenía una extraña sensación. Su corazón latía fuerte al sentir cerca a Jesica. Aunque no estaban haciendo nada lujurioso.

-Eres la mejor. En siglos nadie me ha alimentado como tú.

Jesica la miró.

-Seguro se lo has dicho a todas.

-Claro que no.

-Seguro que sí. No puedo confiar en ti. Eres una demonio.

-Aprendes rápido-comentó riéndose.

Jesica se libró de su abrazo.

-Parecía que tenías mucha hambre de verdad. ¿Te ha sucedido algo? ¿Hay algo que deba saber?

Andrea se puso algo nerviosa.

-Eh... Claro que no.

Su ropa volvió a aparecer.

-Será mejor para ti que vuelvas a trabajar. Pasamos un buen rato aquí.

Andrea salió del baño y se fue de ese edificio rápidamente.

Jesica tuvo que vestirse por completo y arreglarse un poco para salir de allí. Más tarde sin imaginar los problemas que llegarían tanto a su vida como a la de su compañera súcubo salió del trabajo para pasar a ver a Astrid en la tienda y luego volver a su casa.

Alguien la había estado observando desde lejos.

-Así que sigues trabajando donde siempre. Que fácil encontrarte, pequeña Jesica.

Aunque no la hubiera visto la chica de anteojos sintió su presencia.

-Esta sensación... Solo la tengo cuando esa mujer esa cerca. Pero...

Acomodó las orejas de su gorro.

-No. Ya debe saber bien que no ganara nada volviendo a intentarlo. Además. En mi corazón está Astrid. No hay lugar para ella y nunca más lo habrá.

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