Alan maldijo a todos los dioses en su mente y después soltó a Bastian. Este cayó estrepitosamente, empezó a toser e intentar respirar de nuevo mientras Merit lo auxilio.
Estuvo a punto de pedir ayuda cuando Alan la miró amenazadoramente.
—Si sueltas una sola palabra quemaré tus cuerdas vocales pajarito —ladro Alan mirándola con sus ojos color rojos.
Merit sujeto a Bastian temblando de miedo.
—¿Qué carajos haces aquí y no estás en tu estúpido país? —le preguntó Alan.
—No creo que debamos hablar aquí tío —dijo Bastian levantándose y mirando detrás de ellos—. Hay demasiados oídos por aquí y creo que llamamos demasiado la atención.
Concetta llegó a ellos cargando todas las cosas que compraron más al bebe.
—Ah...mal... maldición... —Concetta estaba demasiado agitada—. ¿Por...porque no los has matado todavía?
—¿Te acuerdas de Luke? —preguntó Alan.
—¿Qué tiene que ver el imbécil más grande que he tenido la desgracia de conocer con esto?
Bastian frunció el ceño.
—Este mocoso es su hijo —gruñó Alan—. Creo que si lo matare.
Merit se puso detrás de Bastian.
Después de algunos gruñidos, discusiones y muchos forcejeos. Alan y Concetta guiaron a los dos jóvenes a su guarida, que era un pequeño departamento en una zona fea del Cairo.
—Haber si entiendo —Alan se rascó la barba que ya había crecido demasiado—. Liam es un lobo dorado, ustedes tenían un mural antiguo que seguro robaron donde se muestra un lobo dorado, pero no saben exactamente de qué trata y dice que Jaime los mandó a investigar en áfrica.
—Si —asintió Bastian.
Alan suspiró cansado.
—De todos los idiotas que existen en el mundo tenía que ser Luke quien haga esto —maldijo Alan—. ¿En qué carajos estaba pensando Jaime?
Bastián miró el lugar algo ansioso. Si bien nunca tuvo una relación muy estrecha con Alan, siempre estuvo al pendiente de él como todos en el palacio, pero hasta donde él sabía, su tío Alan era un fugitivo del Reino que casi mata al mate de Gabriela, a la mamá de Estefan y al señor Dylan.
Había estado caminando con Merit por el bazar, junto a toda una escolta de guardaespaldas. Cuando se había aburrido de sus niñeros y se había escapado junto a Merit para pasear a gusto cuando se encontró a su tío Alan y lo empezó a perseguir.
Ahora estaba con él en un lugar horrible y no estaba muy seguro de estar a salvo con él.
—No te voy a hacer nada tarado —Alan entrecerró los ojos—. No por ahora.
—¿Puedo preguntarte algo tío?
—Si te digo que no, igual me preguntaras.
—¿Tú también estás cumpliendo alguna misión o algo así y tiene que ver con Odette?
Alan miró al otro lado sorprendido.
—Eres listo.
—Es solo unir los datos, si ves el panorama completo es muy obvio —hablo Bastian—. Joon me mandó un mensaje hace un rato diciéndome que intentaron secuestrar a Odette de nuevo.
Alan se sorprendió más.
—Maldita sea.
—Si nosotros venimos a este continente para averiguar lo de Liam —se aventuró a decir Bastian—, usted debe estar averiguando qué pasa con Odette o tal vez sobre los que quieren secuestrarla y que todo el rollo que paso en el reino con su supuesta "huida", solo es un pretexto como el nuestro, que es ser embajadores de mi tío Oliver.
Alan volvió a verlo alzando una ceja.
—¿Cómo el descerebrado de Luke pudo engendrar a un chico tan listo? —preguntó Alan—. ¿Estás seguro de que eres su hijo legítimo?
Bastian sonrió un poco.
—No puedes hablar —Alan se puso más serio—. No puedo explicarte qué es lo que estoy haciendo, pero puedo decirte que, si abres la boca y cuantas que me viste, arruinaras todo mi trabajo y no tengo que amenazarte, sabes bien de lo que soy capaz.
Bastian asintió.
—Eso va igual para tu amiguita —dijo Alan—. ¿Puedo confiar que le amarraras la boca?
—No te preocupes tío —dijo Bastian—. No dirá nada.
En ese momento ingresaron al departamento, Merit y Concetta. Las dos habían buscado un lugar para conseguir medicina para él bebe. Aunque Merit no supiera que ese bebé jamás había estado enfermo.
—Deberíamos irnos ya —dijo Bastian—. El padre de Merit debe estar muy preocupado, seguramente los guardias ya debieron informarles de nuestro escape.
Cuando los jóvenes se retiraron, Concetta miró preocupada y enojada a Alan.
—¿Vas a dejar que se vayan tan fácilmente? —le pregunto—. ¿Qué pasa si le cuenta a su insufrible padre que estamos aquí?, si eso pasa en menos de una hora todos sabrán donde estamos.
—No dirá nada.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Jaime los metió en esto —le explico Alan—, pudo evadir a Luke a pesar de que tenía información sobre el lobo dorado, pero quiso que se inmiscuyeran y debe ser por el chico. Bastian tiene mucho potencial.
—Si abre la boca...
—No lo hará, lo se.
***
Bael ingreso a ese pequeño y cerrado espacio. Miró a su tío y al sujeto que tenía enfrente de él.
Estaba sujetado a una silla metálica con arneses y sogas, estaba muy golpeado con una venda en los ojos y unos artefactos en cada mano que parecían sujetar varias agujas que impedían tener sus dedos juntos.
Jaime miró a su sobrino sin mostrar ningún gesto en el rostro.
—¿Puedes sentir que es?
—Un hechicero —respondió rápidamente Bael.
—Al parecer este es el hechicero que intentó matar a tu amigo Dorniar —explicó Jaime—. Encontramos la pistola con las mismas balas en su poder.
Bael frunció el ceño.
—¿Para qué necesitaría un hechicero una pistola para matar a alguien? —se preguntó Bael—. Pudo hacerlo más eficientemente con magia.
—No queríamos que asociaremos el secuestro de Odette con este agravio —habló Jaime—. Idiotas, ninguno de sus dos planes funcionó.
—¿Dónde los encontraste?
—En el buque conmemorativo de la invasión.
Bael se golpeó la frente.
—¡Claro! —exclamó el semidemonio—. ¿Cómo no se me ocurrió antes?, el olor de ese lugar debía camuflarlos.
—Ya lo hemos torturado de manera física, pero sigue sin hablar, es por eso por lo que te llame. Quiero que uses tu poder demoníaco para asustarlo de verdad.
Bael asintió.
—Pero primero iremos a observar cómo va Catrina.
—¿Mi tía Catrina? —pregunto Bael confundido.
—Ella fue la que me ayudó a detenerlo a él y a dos vampiros infiltrados. Ella debe intentar sacarles información.
Bael siguió a su tío por los pasillos de ese aterrador y muy desagradable lugar. Después entraron a una estancia parecida a la otra. Su tía Catrina no había tenido necesidad de sujetar a los vampiros, ya que estos estaban en un rincón agachados y temblando de miedo.
Bael dio un paso atrás al ver a su tía Catrina con su collar puesto, ese collar le daba un aspecto tan diferente y algo impactante.
—No son más que simples sirvientes de los hechiceros —explicó Catrina—, sin embargo, me dieron algunas pistas. Al parecer los hechiceros crearon una pócima para ocultar el olor de los vampiros, como la pócima que creó Dylan para los hombres lobos. Esa fue la forma que ingresaron al reino sin ser detectados y que los hechiceros dejaron marcas mágicas en ellos para transportarse aquí.
Jaime miró unos segundos a los vampiros.
—¿No sabían nada de sus planes?
—Al parecer ellos solo eran medios para transportar aquí a los hechiceros —dijo Catrina—, averigüé algo más Jaime, una empresa de guía turística en realidad es una fachada para meter gente ilegalmente aquí.
Jaime alzó una ceja.
—¿Te dijeron cuál? —Catrina asintió—. Es momento de que los aniquiles, ya no nos sirven para nada.
Jaime salió y Bael lo siguió.
—¿No es arriesgado haber traído a mi tía Catrina aquí?
—Matt se enteró de este lugar cuando yo estuve brevemente fuera del escuadrón, así que, si Matt lo sabe, lo debe saber Dylan y si lo sabe Dylan, debió salir anunciado en el periódico. Ya no tiene caso ocultar nada de esto si el bocón cotilla número uno de este reino sabe de su existencia.
Bael retuvo una carcajada.
—¿Y cómo debo proceder con el hechicero?
Jaime paró de caminar y Bael lo copió.
—Realmente no lo sé, la tortura y violencia no funciona para nada contra él. Así que pensé que podrías usar algún truco demoníaco. Alan solía hacerlo, pero no sé cómo lo hacía.
Bael meditó algunos segundos.
—Yo apenas estoy aprendiendo como manejar mis poderes, pero puedo pedirle a mi demonio que nos ayude.
—¿No sería peligroso para ti?
—No, mi demonio es algo más pensante y controlado que los demonios de Gabriela y Estefan.
Jaime estuvo de acuerdo.
—Entraré solo e intentaré hablar unos minutos —le indicó Jaime—. Alístate, cuando salga tu entras y le sacas toda la información que puedas
Bael espero que su tío Jaime ingresara a la habitación donde estaba el hechicero para hablar con su demonio.
"¿Estás de acuerdo con lo que mi tío propuso?", le preguntó Bael a su demonio Abigor.
"Tal vez podríamos saber de donde están nuestros enemigos en este plano ahora mismo, pero no quiero tu familiar escuche, podría decir cosas peligrosas para nosotros, deshazte de él", contestó Abigor.
Bael esperó el tiempo que su tío le había indicado y cuando Jaime salió Bael se acercó decidido.
—¿Aún quieres usar a tu demonio? —le preguntó Jaime.
—Si, ya hablé con él —respondió Bael—, pero estamos de acuerdo de que debemos estar solos en la estancia. Sería peligroso para cualquiera, incluso para usted tío.
Jaime alzó una ceja.
—Me gustaría poder escuchar qué tiene que decir el hechicero, estas habitaciones no tienen micrófonos ni nada, no podría escucharte desde afuera.
—Yo te diré todo con detalle cuando salga, pero nadie puede acompañarme, usare mis poderes y como aun soy novato usándolos podría causar daño.
Jaime meditó, pero después asintió.
—Como quieras —Jaime le cedió el paso—. Presta mucha atención y aplica todo lo que te enseñado.
Bael asintió y se introdujo en aquel espacio cerrado donde el hechicero seguía sometido.
Escucho la puerta de metal cerrarse detrás de él y cerró los ojos. Se concentró con todas su fuerzas y cuando abrió los ojos experimentó algo realmente fuera de su conocimiento.
El alma de Abigor y de Bael estaban fusionadas en una, era algo parecido cuando Bael se transformaba, pero en este caso podía acceder a los recuerdos, conocimientos y poder de su demonio.
Una risa macabra apareció en su rostro, el poder demoníaco inundaba su cuerpo y sintió algo extraño.
Cuando sentía el odio en su estado normal, era un sentimiento horrible que se instaba en su pecho y lo desequilibraba por completo. Ahora era como si ese odio fuera su herramienta, no lo hacía impulsivo, sino que lo fortalecía.
Observó al hechicero al frente de él y pudo sentir su odio dentro de él. Una esencia demoniaca muy fuerte
Eso lo emocionó mucho más. Solo tenía que empujar sus emociones en un punto correcto, manipularlo usando la esencia demoniaca y tendría a un sirviente fiel ciegamente.
—Hijo mío, ¿Qué haces aquí? —pregunto Bael en latín.
Se sorprendió lo distorsionada que sonaba su voz, grave y severa.
—Oh mi señor —el hechicero se agitó—. ¿Quién es mi señor?, puedo sentir su magnificencia y su gran poder, déjeme verlo mi señor.
—Si arremetes contra mí lo pagarás con tu vida —dijo Bael—. Y te mandaré a lo más profundo del infierno.
—Yo nunca arremetería contra mi amo.
Bael alzó su mano y con algunos movimientos todo lo que tenía sometido al hechicero empezó a incendiarse y el hechicero cayó a los pies de Bael.
—Oh mi señor —el hechicero se deshizo de las vendas que lo tenían ciego—. Oh, mi señor, es un honor estar en su presencia.
—Dime hechicero —dijo Bael con desprecio—. ¿A que amo ha estado sirviendo en concreto?
—No puedo hablar mi señor.
Bael lo pateó haciendo que el hechicero saliera impulsado hacia la pared.
—¿Te atreves a ir contra los deseos de un demonio?
—No es... no es mi... mi intención mi señor —lloriqueo el hechicero—. Tengo un hechizo sobre mí que me impide...me impide hablar, moriría antes de decir la primera letra.
Bael volvió a acercarse a él.
—Déjame ver.
Alzó el rostro del hechicero que se había arrodillado. Cuando abrió la boca, vio las señales de magia en toda la lengua.
—Hay una forma de romper el hechizo muy fácil —dijo Bael—. Solo necesito un poco de tu sangre y tu disposición.
—Lo que desee mi señor.
Bael le entregó una de sus dagas, el hechicero la tomó y cortó su muñeca. Bael puso su mano y el hechicero posó la herida para llenarla de sangre.
El semidemonio posicionó su mano en la frente y empezó a recitar un contra conjuro.
El hechicero empezó a gritar cuando el fuego empezó a hacerlo arder, pero ya no podía hacer nada, él le entregó su sangre a Bael por su voluntad.
Cuando su cuerpo ya estaba prácticamente calcinado. Bael soltó el despojo de cuerpo y apretó su puño.
—Así que es el maldito engendro de Volac —gruño Abigor—. Debía aprovecharse de que dejamos nuestros puestos el muy hijo de perra.