Vampire Kiss

Par Gabianni

920K 102K 34K

¿Cómo puede un vampiro enamorar a un humano que no cree en el amor en tan solo veinticinco días? Los vampiros... Plus

💋Ley del Beso Vampírico💋
💋Capítulo 1. No te enamores de él
💋Capítulo 2. No lo dejes ir
💋Capítulo 3. No lo beses
💋Capítulo 4. No lo olvides
💋Capítulo 5. No lo ignores
💋Capítulo 6. No lo descuides
💋Capítulo 7. No lo provoques
💋Capítulo 8. No lo recuerdes
💋Capítulo 9. No lo celes
💋Capítulo 10. No lo subestimes
💋Capítulo 11. No te preocupes por él
💋Capítulo 12. No le mientas
💋Capítulo 13. No lo muerdas
💋Capítulo 14. No bailes con él
💋Capítulo 15. No le gustes
💋Capítulo 16. No lo suprimas
💋Capítulo 17. No te acostumbres
💋Capítulo 18. No lo protejas
💋Capítulo 19. No le des oportunidad
💋Capítulo 20. No investigues a su ex
💋Capítulo 21. No lo metas en líos
💋Capítulo 23. No tengan una cita
💋Capítulo 24. No le hagas la pregunta
💋Capítulo 25. No te culpes
💋Capítulo 26. No lo abandones
💋Capítulo 27. No le digas nunca
💋Capítulo 28. No te rindas
💋Capítulo 29. No lo odies
💋Capítulo 30. No te tardes
💋Capítulo 31. No lo reniegues
💋Capítulo 32. No te detengas
💋Capítulo 33. No lo lastimes
💋Capítulo 34. No lo ames
💋Capítulo 35. No lo hagas
💋Epílogo💋
💋Extra [+18]
💋Extra 2. Universo alterno [AU]
💋Personajes💋

💋Capítulo 22. No le pidas una cita

17.2K 2.5K 627
Par Gabianni

Viktor era plenamente consciente de la hostilidad que el padre de Dorian le profesaba. Ahora, con el conocimiento revelado sobre la verdadera naturaleza de la madre de sus hijos, Viktor sospechaba que la frialdad y la incomodidad en su primer encuentro se debían a que el padre intuía, de alguna manera misteriosa, su condición vampírica. La intriga por entender cómo un humano había engendrado dos hijos con una Banshee, una mujer casi muerta, lo consumía por dentro. Y justo en ese momento, estaba a punto de saciar sus dudas...

—¡Roland Welsh! —Llamó a la puerta con fuerza—. ¡Sé que estás ahí!

La certeza le llegó al observar un automóvil en el garaje, en definitiva no perteneciente ni a Dorian ni mucho menos a Emma. Al inicio, mantuvo la cortesía al tocar el timbre y golpear la puerta con cuidado, pero tras quince minutos de espera, comenzó a impacientarse.

Inclinó la cabeza hacia la puerta, concentrándose en captar cualquier sonido desde el interior. Percibió pasos, el vaivén de alguien y una respiración agitada. Era el padre de Dorian, fingiendo no estar, muy nervioso por la presencia del vampiro.

—¡Puedo escucharte! —gritó Viktor, soltando un largo suspiro mientras apoyaba su frente contra la madera—. Escucha, no estoy aquí para hacerte daño a ti ni a tus hijos. Solo quiero hablar, hacerte algunas preguntas. Eso es todo.

Aguardó, oyendo cómo los pasos se detenían de repente, para luego reiniciar y acercarse cada vez más. Viktor apartó la frente de la puerta justo antes de que esta se abriera con brusquedad.

Roland Welsh lo recibió con un gesto adusto, frunciendo el ceño tanto como lo hacía su propio hijo. Por un instante, el vampiro sintió que estaba frente a una versión futura de Dorian, aunque menos atractiva, por supuesto. Contuvo un bufido ante la ocurrencia.

—¿Qué es lo que quieres? —inquirió el padre de Dorian con frialdad, mostrándose aún más molesto al ver a Viktor sonreír.

Sin borrar del todo la sonrisa, Viktor negó con la cabeza.

—¿No vas a invitarme a entrar? —lanzó de forma provocativa. Roland exhaló y estuvo a punto de cerrar la puerta, pero el vampiro lo detuvo con una sola mano y apenas un poco de fuerza—. Tu esposa, Ciara Doyle, la madre de tus hijos, como quieras llamarla, ¿es una Banshee, verdad?

Roland apretó la mandíbula y se aferró con más fuerza a la manija.

—No sé de qué estás hablando —masculló, mintiendo mientras Viktor detectaba su acelerado ritmo cardíaco.

—Sabes que soy un vampiro —prosiguió Viktor—. Sabes sobre la Sociedad Ulterior, los monstruos. Por eso me miras así, porque sabes que también soy uno. Al igual que tu querida esposa e incluso tus hijos.

Roland tragó saliva con dificultad y Viktor pudo notar el sudor acumulándose en su frente.

—Aléjate de mis hijos —advirtió, con tono amenazante—. Aléjate de Dorian.

—No, no me alejaré de él —declaró Viktor—. Salvé su vida, lo protejo y me tiene suficiente confianza como para que me haya dado algo tan personal. —Sacó el broche de la madre de Dorian y se lo mostró a Roland.

Este último se quedó boquiabierto y sus ojos se abrieron al reconocerlo.

—¿Cómo es que...?

—Dime la verdad —intervino Viktor, luchando contra la tentación de usar sus poderes hipnóticos, consciente de que Dorian nunca lo perdonaría—. Dime quién era Ciara Doyle más allá de la madre de tus hijos, de tu amada esposa. Quiero saberlo todo.

—No tengo la obligación de decirte absolutamente nada —replicó Roland—. Y ya que tú vienes a confrontarme en mi propia casa, te daré el mismo trato. —Sacó una pistola que estaba atorada en la parte trasera de su pantalón y apuntó al pecho de Viktor—. Balas de Hierro Solar, un solo movimiento y caes muerto.

Viktor entornó los ojos.

—¿Por qué un humano normal tendría un arma tan peligrosa? —interrogó—. ¿Acaso te estás protegiendo de algo?

—No preguntes cosas que ya conoces.

Viktor estaba a punto de responder cuando sintió la vibración de su teléfono en el bolsillo. Lo sacó, vio que era Dorian y se lo mostró a Roland.

—Dorian confía tanto en mí que me llama cuando me necesita —comentó, y cuando el teléfono dejó de sonar, recibió un mensaje de Dorian preguntando dónde estaba—. ¿Debería decirle dónde estoy? Apuesto a que sería una gran reunión familiar, verte apuntándome con un arma mientras le digo toda la verdad sobre su madre.

Roland peló los dientes, apretando la pistola con tal fuerza que temblaba en su mano.

—¿Por qué quieres saber todo esto? —preguntó con suspicacia—. ¿Por qué te importa?

—Proteger a Dorian es mi responsabilidad —respondió Viktor—. Por alguna razón, está siendo cazado por Nosferatus y quiero entender por qué. Quiero conocerlo, cuidarlo. ¿Necesitas alguna otra razón aparte de que no quiero que tu hijo muera?

Roland se crispó ante la idea de un destino tan catastrófico. Bajó un poco el arma y, con desconfianza en su mirada, formuló una interrogante:

—Si respondo tus preguntas, ¿tú respetarás mis condiciones?

—Me parece un trato justo —concedió Viktor—. Y como muestra de que puedes confiar en mí, te devolveré el broche. —Le ofreció el pequeño objeto.

Roland bajó por completo el arma y, renuente, recibió el broche en su palma. Viktor no tenía otra intención más que cumplir su palabra. El padre de Dorian observó el remolino dorado y luego volvió a encontrarse con la mirada del vampiro.

—Puedes pasar —concedió.

Viktor asintió en agradecimiento y dio un paso dentro de la casa. Ya no había ninguna barrera invisible bloqueando su camino; ahora podía entrar y salir de su hogar cuando quisiera sin ningún riesgo. Era una muestra de gran confianza hacia un vampiro.

—Siéntate. —Roland indicó el sofá en la sala, aún con la pistola en la mano.

Viktor arqueó una ceja.

—¿Todavía me amenazas con eso? —preguntó mientras se sentaba.

—Es mi seguro de vida —respondió, manteniéndose de pie.

Viktor tomó un momento para observar el hogar de los Welsh. Era una casa espaciosa, con una atmósfera acogedora, muebles reconfortantes y varias fotografías de la pequeña familia de tres.

—Bonita casa —elogió.

—¿Qué es lo que quieres saber? —preguntó Roland, directo al grano.

Viktor apoyó los codos sobre sus rodillas.

—Quiero saber quién era Ciara Doyle y cómo es posible que tengan hijos —dijo Viktor, también franco y directo—. Ella sí es una Banshee, ¿no es así?

—Lo es —confirmó Roland con seriedad—. Ciara es una Banshee guía. Se encarga de llevar a los humanos al más allá; son espíritus buenos y encantadores.

—Lo suficiente para enamorar a un humano, supongo —agregó Viktor.

Roland esbozó una discreta sonrisa melancólica.

—Más que suficiente —afirmó—. Ciara vino un día a mi casa, tocó la puerta y me dijo que mi muerte se aproximaba.

Viktor amplió los ojos, sorprendido por el giro de los acontecimientos.

—Tú ibas a morir.

—Debía hacerlo, pero Ciara me ayudó a sobrevivir. Rompió las reglas de su especie y me salvó la vida. Nos enamoramos, fuimos ingenuos y pasamos por alto todas las leyes naturales. Ella nunca quiso revelarme cómo lo hacía, me pedía que no le hiciera preguntas por su propio bien y yo respeté eso. Vivíamos con discreción, como una pareja de personas normales, aunque estábamos lejos de serlo. Una Banshee y un humano que había burlado a la muerte  —relató Roland—. Nos casamos en secreto, con una ceremonia simbólica, y un año después, Ciara quedó embarazada. No sabíamos cómo, pero sucedió. Lo consideramos como una especie de milagro, un regalo de la vida a pesar de todo.

—Y entonces nació Dorian —concluyó Viktor.

Roland asintió.

—Un bebé sano, humano en apariencia. Vivimos como una familia normal durante varios meses, pero una noche, Ciara tuvo que irse, diciendo que necesitaba asegurarse de proteger a nuestro hijo. De nuevo, no me dio explicaciones ni oportunidad de hacer preguntas. La siguiente vez que la vi fue cinco años después. Regresó a casa, volvimos a ser la familia que éramos y ella quedó embarazada de nuevo. Otra anomalía de la naturaleza.

Viktor sacudió la cabeza con incredulidad.

—Pero ¿cómo es posible? —cuestionó—. Una Banshee y un humano teniendo hijos no es...

—¿Normal? —completó—. Tienes razón, no lo es, y tampoco sé cómo sucedió. Ni siquiera creo que Ciara lo supiera.

—¿Cuándo fue que desapareció definitivamente?

—Cuando Emma estaba a punto de cumplir un año —respondió—. Una noche, se marchó sin decir nada, sin avisarme, sin dejar siquiera una nota. Pero algo me decía que era por la misma razón por la que se fue la primera vez; para proteger a nuestros hijos, a mí y nuestra vida. No he vuelto a saber nada de ella desde entonces.

—¿Nada de nada?

Negó con la cabeza mientras su mirada yacía perdida.

—Nada.

Viktor se recostó en el respaldo y dejó escapar un largo suspiro. Esto confirmaba sin lugar a dudas el origen de Dorian. No era un humano promedio, era una extraña Anomalía, una especie de híbrido casi prohibido y, de seguro, esa era la razón detrás de la incansable persecución de los Nosferatu. Pero... ¿Por qué hasta ahora? ¿Por qué empezaron a cazarlo en este momento y no desde su nacimiento? Lo responsable sería contarle todo esto a Rhapsody, quien llevaba la investigación del caso, pero Viktor sabía que ella acataría las normas de las Banshee y revelaría todo. No quería ni imaginar lo que les sucedería a los Welsh si eso llegara a ocurrir.

—Guardaré el secreto —dijo entonces—. Lo juro.

Roland asintió.

—Te lo agradezco.

Viktor se puso de pie.

—Pero solo lo ocultaré de otros monstruos —advirtió, ganándose una mirada de nerviosismo por parte de Roland—. Se lo diré a Dorian porque merece saberlo, Emma también, pero eso te lo dejaré a ti.

—¡No puedes decírselo!

—Tiene que saberlo, sobre todo si esta es la razón por la que está siendo cazado por Nosferatus —argumentó—. Necesita saber qué pasó con su madre, entender quién es él, qué es él.

Roland Welsh apretó los labios con determinación, sumido en sus reflexiones hasta que bajó la cabeza.

—¿Eso asegurará su supervivencia? —cuestionó.

—Al menos ayudará —respondió Viktor.

Abandonó la casa sin más, dispuesto a llamar a Dorian cuando la puerta se abrió de nuevo.

—¡No me basta una ayuda! —exclamó Roland con desesperación—. ¡Prométeme que lo protegerás!

Viktor se volvió hacia él y sintió simpatía. Roland Welsh era solo un padre preocupado, luchando por cuidar a sus hijos, quienes estaban lejos de ser considerados normales en un mundo que valoraba demasiado la regularidad.

—Lo haré —aseveró.

—¿Incluso si eso significa que debas renunciar a él? —añadió.

Viktor vaciló. Aunque su primera respuesta habría sido un firme «no», se preguntó si aún tenía el derecho de negarse en medio de tanta adversidad. ¿Podía permitirse seguir siendo tan egoísta? Pero no era momento de considerar estas preguntas; por ahora, su prioridad era procurar algo de paz para Roland Welsh.

—Incluso si eso significa que deba renunciar a él —respondió.

(...)

Viktor mandó un mensaje corto a Dorian, pidiéndole encontrarse en una cancha de baloncesto semiabandonada, a unas cuadras de la casa de su padre. Dorian se preguntaba por qué necesitaban verse allí y no estaba seguro de si quería averiguarlo. Ya tenía suficientes problemas con la sola presencia de Viktor. ¿Qué diablos estaba pensando cuando rompió el vidrio del horrible Mustang de Morgan?

Exhaló para calmar su ira y se dirigió hacia la cancha de baloncesto, donde Viktor ya lo esperaba, botando una pelota medio desinflada y bastante gastada.

—¿Podrías explicarme por qué demonios rompiste el vidrio del coche de Morgan?—interrogó en cuanto llegó, cruzando los brazos sobre su pecho.

Viktor apartó la mirada del balón.

——¿Así comienzas todas tus conversaciones?

—Solo responde la pregunta —exigió—. Morgan vino a verme y no estaba nada contento, y créeme, no tengo la más mínima intención de pagarle ni una sola reparación a ese idiota.

—Solo quería comprobar una teoría —contestó el vampiro, trotando por la cancha mientras botaba la pelota.

—Juro que si esto tiene algo que ver con tu estúpida teoría de que Morgan es un vampiro...

—Deja eso en mis manos, ya me encargaré de ello —aseguró, interrumpiéndolo—. Pero por ahora necesito que me escuches. Hay algo que debes saber y es más importante.

Dorian lo miró con hartazgo.

—¿Qué diablos puede ser más importante que tú cometiendo un crimen? —inquirió—. Tienes suerte de que Morgan no presentara cargos.

—No se pueden presentar cargos contra alguien que no existe en el mundo humano. —Se carcajeó y corrió hacia la canasta con la pelota en mano—. ¡Este balón te lo dedico, Dorian! —exclamó, lanzándolo y fallando cuando el balón rebotó contra el aro y terminó de desinflarse.

—Eso fue patético.

Viktor dejó caer la pelota desinflada e hizo una ridícula reverencia.

—Con más razón te lo dedico, mi querido humano.

Dorian suspiró y sacudió una banca polvorienta para sentarse.

—¿Qué es lo que quieres decirme? —preguntó.

Viktor se acercó y de repente su rostro adquirió una seriedad inusual en él. Se sentó junto a Dorian y dijo:

—Descubrí algo sobre tu madre.

—¿Mi madre? —Sintió una leve opresión en el pecho, una mezcla de esperanza y temor—. ¿Qué descubriste?

Viktor reveló a Dorian algo que en el pasado habría sido inimaginable, pero después de experimentar con criaturas monstruos y descubrir la Sociedad Ulterior, la idea no parecía tan absurda. Dorian aceptó la verdad cuando Viktor le dijo que su madre era una Banshee, un ser que en la realidad humana era una leyenda de terror, pero en la realidad sobrenatural, existía. Aunque extraño, Viktor respaldó su afirmación con pruebas irrefutables, y todo comenzó a tener sentido. Su madre era una Banshee, su padre era una incógnita, y su hermana y él...

—¿Qué significa esto para Emma y para mí? —indagó, escuchando un grillo a lo lejos. Ya era bastante tarde.

—En mi mundo, son lo que denominamos una Anomalía —respondió Viktor—. En el tuyo, un milagro.

Dorian negó con la cabeza.

—Más bien una especie de herejía. No es normal que un fantasma...

—Espíritu —corrigió.

—Lo que sea, no es normal que un humano y una mujer medio muerta tengan hijos. No... no es posible.

—Por eso son Anomalías. Son extraños, únicos, pero existen y tú eres la prueba viviente de ello —insistió Viktor—. Sé que es difícil de procesar, pero tú y Emma son al menos un cuarto de Banshee, incluso poseen sus habilidades. Al menos tú sí.

Dorian ensanchó los ojos, sintiendo un hoyo en el estómago.

—¿Qué...? —preguntó, temeroso.

—Tu voz tiene cierto poder... hipnótico —explicó—. O algo así. Deben ser habilidades muy débiles y rasgos físicos casi imperceptibles.

—¿Rasgos físicos?

—¿Recuerdas cuándo te llamé chico de ojos dorados? —inquirió y se carcajeó—. Quién diría que no era un efecto de la luz, ¿no?

—Estás bromeando. —Dorian se apresuró a sacar su teléfono, dispuesto a ver su rostro en la cámara apoyándose en la escasa luz proveniente de un poste a pocos metros de distancia. Sin embargo, Viktor lo detuvo.

—Relájate, solo se ven cuando cantas y tus emociones se desbocan un poco. O esa es mi teoría.

Dorian dejó a un lado el teléfono y ocultó su rostro entre sus manos. ¿Qué demonios estaba sucediendo?

—¿Me aseguras que esto es real?

—Lo juro —respondió Viktor con solemnidad.

—Maldición... —musitó Dorian, levantando la mirada sin ver a ningún punto en específico—. ¿Crees que mi padre esté enterado?

Viktor guardó silencio por un momento, reflexionando.

—No... —dudó—. En realidad, no lo sé.

Dorian suspiró y sacudió la cabeza. Todo se complicaba más y más; tendría que hablar con Emma, con su papá, entenderlo por sí mismo. ¿Qué implicaba todo esto? ¿Dónde estaba su madre?

—Oye —llamó Viktor, ofreciéndole un cigarrillo de una cajetilla recién abierta—. Toma uno.

Dorian arqueó una ceja.

—¿Me estás incitando a malos hábitos? —intentó bromear para aliviar sus pensamientos turbios.

—Dijiste que fumar te relaja cuando estás nervioso.

—Estoy estresado —corrigió Dorian mientras tomaba un cigarro—, pero creo que es casi lo mismo.

Viktor sonrió, agarrando uno también.

—Solo usaste un término más formal.

Dorian le devolvió la sonrisa y encendió el cigarrillo con el encendedor que siempre llevaba consigo. Le costó varios intentos.

—Creo que ya no tiene combustible —señaló.

Viktor negó con la cabeza.

—No lo necesito. —Acercó su cigarro al de Dorian, tomándolo por sorpresa. Pegó la punta al de él, sin apartar sus miradas, compartiendo el fuego. El de Viktor se encendió y retrocedió, dejando a Dorian con el corazón acelerado—. Siempre puedes compartir tu flama.

Dorian apartó los ojos de Viktor para calmar el latido frenético de su corazón. Hacía mucho tiempo que no experimentaba algo así por alguien.

—¿A qué sabe un cigarrillo? —preguntó, tratando de aparentar indiferencia.

—A cenizas. —Dio una calada—. He probado cosas mucho peores.

Dorian asintió en silencio, dejando que los recuerdos del pasado lo invadieran mientras disfrutaba de la calma. Recordaba su infancia, cuando era un niño ignorante, feliz al lado de su padre y su pequeña hermana, consciente de la ausencia de su madre pero sin comprender su significado. Anhelaba volver atrás en el tiempo, ser inocente y despreocupado una vez más.

—Siempre sospeché que nuestra familia no era convencional, pero no lo acepté hasta hace algunos años —confesó, exhalando humo—. Una madre ausente, un padre que desconocía su paradero por completo. Siempre pensé que ella había huido por cobardía, por no querer enfrentar su papel de madre, pero... pero ahora ya no estoy seguro.

—De seguro tuvo sus razones —comentó Viktor—. No era una situación común.

—Mi padre solía decir que no es que no nos quisiera, sino que nos quería demasiado para estar con nosotros. —Bufó—. ¿Qué demonios significa eso?

—Solo él lo sabe.

Dorian ignoró la respuesta, sumido en sus propios pensamientos y recuerdos, que ahora parecían tan distantes y casi irreales.

—¿Alguna vez le importamos? —preguntó en voz baja—. Ni siquiera escogió nuestros nombres, siempre fue nuestro padre. Nos contó cómo los eligió al azar, parándose frente a su librero y el primer libro que vio con un nombre en su título, fue una opción.

Viktor observaba a Dorian con interés, sin fumar ya, dejando que el cigarrillo se consumiera entre sus dedos.

—Creo que ya sé de dónde vino el tuyo.

—El Retrato de Dorian Gray si era niño, Alicia en el País de las Maravillas si era niña —recordó Dorian—. Emma si era niña, Tom Sawyer si era niño. —Se le formó un nudo en la garganta—. Me siento culpable, Viktor.

—¿Culpable?

—Por haber odiado tanto a mi madre —confesó.

Víktor colocó una mano en el antebrazo de Dorian, llamando su atención para que lo mirara a los ojos.

—Es comprensible que hayas sentido resentimiento hacia ella, ¿cómo podrías haberlo sabido?

Dorian encogió los hombros.

—Eso es lo peor, no sé nada. No entiendo nada.

Viktor lo observó con una mezcla de preocupación y curiosidad. Dorian se preguntaba si el vampiro estaba al tanto de lo expresivo que era su rostro.

—Deberías hablar con tu padre —aconsejó Viktor.

—Sí, debería —concordó—. Lo haré cuando me sienta menos... menos idiota.

—Si te sirve de algo, no creo que seas idiota —agregó Viktor con una sonrisa burlona—. Al menos no todo el tiempo.

Dorian soltó una risa ligera y sacudió la cabeza. Viktor también rio, y por un instante, Dorian sintió que no todo era tan malo, que entre todas las dificultades había momentos buenos.

—Debo admitir que, desde que te entrometiste en mi vida, han pasado varias cosas buenas.

Viktor alzó una ceja.

—¿Entrometí? —inquirió—. Querrás decir desde que salvé tu vida.

—Algo así.

—¡¿Algo así?!

Dorian se mofó a costa suya.

—Lo que quiero decir es que te debo un agradecimiento —continuó—. Por ti pude armarme de valor y enfrentar algunas cosas del pasado, descubrí la verdad sobre mi madre y sí, estoy vivo gracias a ti. Te lo agradezco, Viktor, de verdad lo hago.

Viktor se removió incómodo y, por un momento, Dorian temió haber dicho algo incorrecto. ¿Acaso los vampiros consideraban los agradecimientos como ofensas?

—Viktor... —comenzó Dorian.

—¿Sería muy oportunista de mi parte pedirte algo a cambio de todo eso? —lo interrumpió.

Dorian lo miró durante un par de segundos y luego sacudió la cabeza con vacilación.

—No... creo que no.

Viktor suspiró y la mano que reposaba en el brazo de Dorian descendió hasta rozar sus dedos, tomándolo desprevenido.

—Entonces acepta tener una cita conmigo.

Sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo de arriba abajo, una reacción involuntaria ante el gélido tacto del vampiro y su repentina pregunta. Reconocía la deuda que tenía con él por todo lo que había hecho, pero en el fondo, más allá de verlo como una obligación, lo consideraba un anhelo, el profundo deseo de elevar su cercanía.

—De acuerdo —cedió Dorian—. Tengamos una cita.

¡AAAAAH, POR FIN SE VIENE LA CITA!

¡Muchísimas gracias por leer! 💋

Continuer la Lecture

Vous Aimerez Aussi

25.6K 2.6K 52
¿Qué pasaría si Carlisle tuviera una hija cuando era humano y si esa hija tuviera el poder de manipular el tiempo? ¿Y si esa misma hija, Crystal Cull...
88.1K 1K 2
★⤿ 🩸 𖥻 ❛ 𝓢𝐓𝐎𝐑𝐌 𓂅 . . . ⸺ あ ( HATAKE KAKASHI ) 🩺 ❛ Nada habrá valido la pena si después de la tormenta, ya no eres tú quien me enamoré. ❜ ❪...
165K 12.4K 35
Tras el traslado de su padre desde Inglaterra a Japón, Hiroshi, un joven amable y tierno a la primera impresión, ingresa al instituto de Tokio. Aquí...
107K 5.3K 25
Anabelle Saltzman se despierta en una sala de hospital después de estar desaparecida por 2 años, todos intentan averiguar qué fue lo que sucedió con...