POR DIOS.
Katsumi sentía que volvía a la vida. Luego de que la estúpida que escribía su vida encontrará ánimos y ganas de seguir contando sus aventuras, estaba lista para tomar al toro por los cachos en un festival random de España y casarse con el Papi de Pedro Pascal. Se la había pasado encerrada en su habitación, como si el tiempo hubiera estado en pausa o algo por el estilo y que ahora que retomaba su curso todo siguiera en el mismo instante en el que este capítulo se publicó.
Extendió su mano sobre su mesita de noche y tomó su móvil, tirando al suelo accidentalmente un llavero de Toji.
— Discúlpame viejo tetón — dijo con lamentó y le escribió un mensaje a su rubia favorita deseándole una buena jornada y mucho mucho ánimo.
También respondió el mensaje de buenos días que le había dejando Denki horas antes.
Ese chico era sin duda un caso, amaba estar con él; pero no tanto como amaba estar con Katsuki. Y hablando del rey de Roma, desde aquella despedida—digna de las obras de Jane Austen—habían hablado muy poco. El chico estaba cansado, pero siempre sacaba tiempo para hablar con ella. Aún así, no quería ser egoísta con él, sabía que iba a la cama temprano. Con solo verlo y escucharlo diez minutos al día era suficiente para hacerla feliz.
A veces sentía que era una intrusa en la vida de él, viéndolo seguir sus sueños... ella también podía, pero, algo en su cerebro vibraba en la sinfonía de que debía estar con él lo más que pudiera.
Negó. Ni que se fuera a morir. Tal vez era dependencia karmica por reírse y pelear con las niñas sin papás de TikTok que arruinan trends de las que si tienen. Después de todo, ella tenía papá y era la protagonista.
Se levantó de la cama y fue avisarle a sus padres que iba a salir, la iban a putear pero iba a salir.
Por otro lado, el Kaminari pequeño estaba con crisis de ropa. O sí, luego de admitir que le gustaba Katsumi y que hace unos días atrás fingía que no le importaba verla coqueteando con Bakugo era gracioso y triste. No se dio cuenta hasta aquel día en la estación, era el mal tercio del mal tercio, o más bien, una especie de "Mirrorball" según Taylor Swift, aunque si le preguntaban se sentía más como "This me Trying". Calló un grito con su almohada y arrojó la misma a la puerta, golpeando a su madre sin querer.
— ¡Mami, lo siento!
— ¿Acaso me estás declarando la guerra...?
La señora se acercó a modo de juego como costumbre, pero al ver la sonrisa estresada de su niño entró en su papel de mami protectora. - ¿Qué sucede mi niño? - se sentó a su lado -¿Algo malo con la chica que te gusta?
— ¿Cómo...?
— Mami lo sabe todo. Ahora dime, ¿Qué pasa?
Denki suspiró abrumado. Se acostó sobre las piernas de su progenitora y cuando sintió caricias en su cabello habló:— Temo verme mal. Ella es de esas chicas superlindas y con un gran sentido de la moda, súmale que sus padres son modelos... a mi me gusta vestir con camisa de piñas y ella va toda "coquette". No soy astetik ama.
Obviamente mintió aunque dijo parte de la verdad, las mejores mentiras siempre tiene algo canon de los hechos. Pero su madre no era estúpida, sabía que había algo más, pero no iba a presionarlo. Todo se iba a dar a su tiempo, eso siempre sucedía, así que sería paciente.
— Sí ella te quiere, no se va a reír ni a penar de ti aunque vistas con un saco de papá. Y sí te aprecia, te va a ayudar con tu sentido de la moda... ¿Quién viste con estampado de piñas y de puntos, hijo?
— Te encantó ese atuendo y lo sabes.
El día pintaba normal y asquerosamente aburrido como siempre, nada fuera de la aburrida y monótona rutina. Sabía que últimamente salía DEMASIADO con Denki, pero no la culpen, Kats andaba ocupado siendo héroe y sus amigas haciendo quién sabe qué. Entonces, Kaminari era por mucho su mejor opción ese día. Estar con tantas chicas en el colegio era encantador, compartir anécdotas, sueños, tips de vestimenta y maquillaje y hablar sobre amores y desamores era sin duda lo suyo. Sentía que era taaan lo suyo que terminaba excluyendo a su eléctrico amigo en el colegio, así que por eso decidió acompañarlo. Eso sí, después de esa salida hablaría más del colegio y saldría más con Momo y las demás, no sabía como la escritora se había olvidado narrar más de su desenvolvimiento con los demás y como Aizawa la madreaba en clases, porque a pesar de saber todo, ese señor siempre encontraba algo que no podía resolver con solo respirar.
Mayormente eran problemas de moral y eso le daba risa.
Pero bueno, como no es en tema...iba camino a la panadería favorita de Kaminari cuyos pasteles eran de lo más popular por su curiosa forma de glande, coloquialmente llamado pija, pilín, polla, plimplim o un nombre diminutivo tonto.
—¡Tssssuuuuummmmmiiii!
— ¡Kaaaaamiiii!
Se sonrieron mutuamente y fueron a comprar. Ambos salieron del local con sus pasteles en forma de genitales y se sentaron en una mesa que estaba bajo un farol rodeado de flores, muy similar a una decoración típica de los Sims 4—juego que llevaba como 4 meses sin cargarle Katsumi— y con dos penes completos.
No los juzguen, así se llamaban en el menú.
— ¿¿DENKI, TU ERES MILLONARIO?? ESO FUE UNA FORTUNA. — arremetió incrédula— ¿A poco está hecha de oro? Ni que fuera la gran pija... hablando de pijas, ¿Te viste la peli del SpiderNigga? —suspiró. — DIOSES, si quisiera comerme una pija ahora es la del Miguel O'hara.
Katsumi seguirá hablando y hablando como siempre sin percatarse que Denki estaba idiotizado viéndola. Él sabía que ella no lo quería, pero aún sabiéndolo no dejaba de emocionarse cada vez que ella lo veía.
Sólo el amor dolía así.
Takeshi gritó frustrado contra su almohada. Desde hacía ya varios meses había estado haciendo cosas de las que no se sentía nada orgulloso. Su moral, sus ideales, sus creencias, su ética, toda su filosofía de vida estaba siendo destrozada. Pero era para un bien común, cada sacrificio que tenía por delante lo valía. Estaba al tanto de que estaba mal desde el primer instante en el que decidió hacerles caso, hacerle caso.
— ¿Estás segura que ésta es la única forma? — sus pasos eran erráticos y temblorosos. El sonido de su respiración agitada rebotaba en las paredes del callejón evitando un silencio frívolo. Takeshi sabía que el día sería complicado desde que el sol no estuvo presente en toda la mañana; era como una respuesta divina que le daba el universo.
— ¿Confías en mi? — ella preguntó. La miró extrañado por la pregunta, mas no dudó.
— Con mi vida.
Era el final. Lo supo a penas vio aquellos ojos, era la mirada del diablo. Aunque jamás se imaginó que este vistiera un abrigo azul oscuro más grande con dos grandes puños de metal en el extremo de cada manga hasta el codo y un diseño de puntada blanca en cada uno de sus hombros, el dobladillo rasgado, extendiéndose hasta las rodillas. Su camisa y su cinturón permanecen igual, pero reemplaza sus pantalones con unos más grandes de un color más oscuro y sus zapatos por botas negras.
Su cuerpo tembló. Esos iris que eran como el fuego ardiente del inframundo lo dejaron helado. Intentó mantener su compostura y exhalo el nerviosismo lejos de su cuerpo contando hasta diez. Con el diablo no podías temer, o hacías el mundo arder o ardías con el.
Soltó una risa burlesca. — Quién lo diría... el genio incomprendido de los Kimura tratando con los malos eh. ¿No es irónico? Hace años repudiabas a todo aquel que tratara con la basura de la sociedad y aquí estás frente a mi, como un perro desahuciado.
Gruñó con frustración y suprimió el desagrado asentado en su garganta — Al grano — escupió.
— Oh, tal y como me gustan, con carácter. — Lo tomó del mentón y sonrío burlón — Dispara niño bonito, no tengo todo el día.
Takeshi vio a su acompañante y se apartó del agarre del más alto. Sacó su billetera, en ella tenía un par de tarjetas de crédito y alrededor de doscientos dólares en efectivo, en la parte izquierda había una foto de su familia y bajo esta, una foto de su adorada Katsumi. Tomó la fotografía y bajo la mirada expectante de ambas personas que estaban ahí con él, la extendió.
— Es ella.
Dabi sonrío en grande. Como amaba lo irracional que podían volverse las personas cuando tocabas aquel punto débil que tenían, como trataban de protegerlo con uñas y dientes y ser capaces de morir por las personas que amaban era su deleite. Mucho más cuando no se daban cuenta que ellos mismos terminaban destruyéndolas. Ya no había marcha atrás.
Era un completo idiota.
Pero antes que un idiota era una persona sedienta de conocimiento. Muchas cosas no le terminaban de cerrar por completo y por eso terminaba involucrándose en situaciones nada ventajosas de las cuales salía ileso por los pelos, o en el mejor de los casos el dinero, pero conocía las implicaciones de lo que estaba haciendo y como perjudicaría su vida. Aunque si le daban a escoger, no cambiaria nada, prefería ser él que su hermosa e ingenua hermana más inteligente que el maldito Newton. Bajó a la cocina por un vaso de agua y se topó a Katsumi tratando de escaparse. Negó. Aún le faltaba mucho a esa niña y temía si no podía estar a la altura requerida.
— ¿A dónde vas ratoncito? Mamá y papá te matarían ahora mismo si se enteran que sales.
Mientras pudiera sería el hermano que siempre deseo tener y disfrutaría cada segundo que Dios le diera.
— ¡Hola hermanito! Y-yo iba a... dormir.
— No sabía que tu pijama era un pantalón jean caqui y una camisa peplum. A dónde vas Katsumi.
— Take... en serio necesito salir. Es importante.
— Tienes dos horas.
Sonrío al sentir como su hermanita lo abrazaba, pero aquel brillo jamás llegó a sus ojos. Se limitó en ver como se marchaba y seguía el paso del tiempo con el gran reloj del siglo XIV que adornaba la sala. Las manecillas nunca se detuvieron.
Tik... tak... tik... tak...
Al marcar la medianoche la cenicienta llegó a casa con una sonrisa en la cara. Se había ido a ver con el rubio insoportable que no terminaba de masticar. Iba a regañarla y a castigarla hasta que vio su sonrisa y el brillo reluciente que traían sus ojos. Sintió lástima por el protón que era su amigo, pero nadie está forzado a corresponderle a nadie.
Antes de que subiera las escaleras, la llamó: — ¿Katsumi... alguna vez te has preguntado por qué somos tan diferentes a nuestros padres? — La mirada dulce y amable de hermano que usualmente tenía había desaparecido reemplazada por una seriedad impecable. Takeshi sabía que su hermana lo hacía, ella dudaba pero no quería salir de aquella burbuja, o más bien, probablemente ni siquiera sabía que estaba dentro de una. Era tan asqueroso a veces para él fingir que múltiples arcadas lo invadían con frecuencia, su estomago sensible era la llave para no llamar la atención.
— ¿A... a qué te refieres, Takeshi?— su sonrisa desapareció. Sí, a veces se preguntaba ese tipo de cosas y a veces le gustaba decir que era adoptada a sus padres a modo de broma. Sin embargo, sabía que andaba algo mal desde que su quirk apareció. — Mamá y papá son nuestros padres, tenemos pruebas de ADN que hicimos juntos.
— Tienes un don que muchos envidian hermanita, úsalo bien y ponlo a trabajar que mucho contenido basura lo ha adormecido que no puedes percatarte de las migajas que he dejado para ti. Katsumi, piénsalo ¿vale?, Es importante.
La duda estaba sembrada, solo queda esperar que la planta germine.
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Hola, hola, holaaa. No me morí pero estuve a punto porque mi espíritu se murió JSJZJAJS
Pero creo que ya estoy de regreso, seeeh. Disfrutar lo que me gusta sin comparar mis historias con la de los demás es lo más saludable, por eso y por más deje de ser constante...
En fin, vendré con una próxima actualización, de qué les gustaría?^^
Chaito. Buenas noches, días, tardes o madrugadas♡
Sin más, Chicatsundere3 se despide por ahora.
🌻🐛