Sentí las yemas de mis dedos pegadas a aquel cuchillo, era lo que Thomas me había legado, y lo que Dwight había recuperado del Santuario para mí. Lo hice girar un par de veces en mi mano, con los ojos clavados en él como si fuera a resolver todas mis dudas. Y cuando me resigné al silencio, lo lancé contra el árbol que había en mi porche.
— Mierda. —mascullé entre dientes y, a paso rápido, lo recuperé del suelo.
Lo volví a intentar, hasta que perdí la cuenta y el amanecer se convirtió en un mediodía que auguraba la inminente guerra con los Salvadores. Pegando un cansado sorbo a la cerveza que había sido mi único alimento del día, me esmeré en asestar al fin un golpe contra el tronco y no en su base. Algo había mal en mi cabeza, algo que no me dejaba concentrarme y que me hacía fallar todos y cada uno de los tiros. Y, esta vez, nada fue diferente de las anteriores, a excepción de una voz que se hizo oír a mi espalda.
— Armas y alcohol. —Rick colocó una mano en su cintura, adoptando una pose autoritaria— Mala combinación, ¿no crees?
Sus palabras hicieron click en mi cabeza, y añadí:
— ¿Alguna queja? —vi, con cierto placer, como le brillaron los ojos al saber que estaba siguiendo su juego— ¿Va a arrestarme, sheriff? ¿Por alteración del...
— ...orden público o desacato a la autoridad? —soltamos a la vez, y fuimos incapaces de no sonreírnos.
El hecho de que recordara las palabras exactas que yo había dicho el primer día que nos conocimos, me provocó un revoltijo en el estómago que me hizo apartar la mirada.
— Aún puedes echarte atrás, si quieres. —caminó hasta quedar a mi lado, adquiriendo un tono de voz muy distinto.
Las bromas habían terminado, y la realidad estaba pisándome los talones.
— Te dije que quería estar ahí. —dije, y Rick asintió sin apartarme la mirada— Quiero que me vea antes de morir.
Hice el amago de lanzar de nuevo el cuchillo, pero el tacto de su mano sobre la mía me hizo apartar los ojos del objetivo.
— Venía a buscarte. —y, mientras aguardaba por la continuación de sus palabras, me vi incapaz de decidir si deseaba que su mano siguiera sobre mi piel, porque aquello estaba siendo demasiado asfixiante para mi cordura— Nuestros aliados ya han llegado. —declaró, y me percaté entonces de que, calle abajo, empezaban a asomarse camiones de basura repletos de personas— Y él no tardará también en hacerlo.
La ternura que me provocó la realización de que, Rick, jamás pronunciaba el nombre de Negan en mi presencia, quedó ligeramente oculta por el miedo que me recorrió ante la idea de tener a ese monstruo de nuevo frente a mí.
— Vamos. —conseguí soltar entre mis labios— Quiero ver a su líder.
Cuando Rick soltó mi mano, fue como si me arrancaran de golpe de donde merecía estar, para colocarme a traición en un mundo demasiado frío para observarlo con buenos ojos.
Seguí sus pasos hasta la entrada de Alexandria, y antes de que alcanzara a dar el último hacia su líder, que acababa de descender de uno de los camiones, la mano de Rick se posó sobre mi abdomen frenándome en el acto. No tuve ni tiempo de fruncir el ceño cuando un par de mujeres, de aquel nuevo grupo, cruzaron frente a mí montadas cada una en una bicicleta. Él me había salvado de un brutal choque con ellas.
El pulgar de Rick alcanzó a colarse debajo de mi camiseta durante el movimiento y, con su piel hirviendo a comparación de la mía, tragué en grueso mirándolo de reojo. Sin embargo, él no pareció darse cuenta de su acto, o al menos eso me hizo creer con su fingida inexpresividad.
— A ti no te conocía. —la voz de la líder, una mujer con una larga gabardina oscura, destiló un misticismo casi preparado al posar sus ojos sobre mí. Y, cuando Rick retiró su mano de mi abdomen intentando ser discreto, la atención de ella se desvió— Ya veo. —sonrió con satisfacción, como si el presenciar aquello le hubiera dado cierto poder— Os pertenecéis.
— ¿Qué coño dices? —contesté más rápido de lo que pude procesar.
— No te caigo bien. —entrecerró los ojos y, divirtiéndole la situación, aclaró:— Quería acostarme con él. —con desgana señaló a Rick con la barbilla, quien no pudo evitar hacer una mueca de total confusión— Pero si te pertenece, puedo respetarlo. —dirigió de nuevo su atención a mí— Entonces, ¿es tuyo?
El imaginar a aquella mujer junto a Rick, me revolvió de tal forma las tripas que en mí se dibujó una mueca de repulsión y odio que le hizo estirar aún más la sonrisa.
Zorra.
Busqué la figura de mi hermano instintivamente, encontrándolo cerca de las puertas junto a Rosita. Sintió mi mirada clavada en él, por lo que, casi al momento, se giró para regalarme un asentimiento suave. Y, escasos segundos después, se empezaron a escuchar motores en las cercanías.
Negan estaba a punto de llegar.
— Lo conseguiremos.
Subí levemente la cabeza, encontrando a Daryl situado de forma protectora a mi lado. No fui capaz de responderle, las palabras se me quedaron atascadas en la garganta y, sin duda, me recorrió uno de los mayores miedos que había sentido nunca.
— No te alejes. —me ordenó, escuchándose demasiado tosco, aunque aquella no había sido su intención— Por favor. —añadió con los dientes apretados, conociendo demasiado mi terquedad, sin embargo, era tal mi pánico que ni se me había pasado por la cabeza rechazar su protección.
Y, cuando creía tener controlados mis temblores y ya no se me agitaba el rifle con torpeza entre las manos, su voz atravesó todas mis armaduras.
— Cerdito, cerdito... —canturreó Negan, e involuntariamente un jadeo asustado se escapó de mis labios. Daryl tomó mi mano, buscando calmar aunque fuera un ápice mi miedo— No es recomendable rebelarse contra el gran lobo feroz. —y aunque no alcanzaba a verlo tras las puertas, estaba segura de que una sonrisa prepotente estaba pegada a sus labios.
De golpe, mis oídos dejaron de registrar mi alrededor, como si un mecanismo me estuviera protegiendo de lo que no quería vivir. Fue como si mi cabeza se zambullera en el agua, y tan solo mis ojos siguieran siendo míos. Vi las figuras borrosas de los alexandrinos, a los hombres y mujeres de aquel nuevo grupo que era nuestro aliado, y a Rick, subido en aquella plataforma que le permitía ver a Negan y a sus secuaces. Entonces, él asintió en dirección a Rosita, y los explosivos que habían preparado en la carretera se activaron, o debieron de haberlo hecho.
Daryl me cubrió con su cuerpo, pero nada llegó a nuestros oídos más que un silencio atroz que solo podía tener un significado.
Nos habían traicionado.
— Hijos de... —masculló Daryl sobre mi oído.
Cuando elevé la vista, siguiendo el rumbo de su mirada, encontré el cañón de un rifle, uno de nuestros jodidos rifles, justo entre mis ojos.
— Vaya, vaya. —habló Negan al otro lado de las puertas. Daryl me sujetó del codo, llevándome tras su espalda cuando varios de aquellos que habíamos considerado aliados, nos empezaron a acorralar como animales— ¿Conoces ese chiste sobre un gilipollas llamado Rick, que creía saberlo todo y no sabía nada, y consiguió que mataran a toda la gente que iba con él? —su cruel sarcasmo me quemó la sangre y, por primera vez en el día, no sentí miedo sino una rabia que me rasgaba la garganta con cada inhalación— Ese eres tú. —a pesar de la distancia, pude ver como a Rick se le tensaba cada músculo del cuerpo— Quiero que depositéis las armas.
— No. —contestó Rick y, aunque a centímetros de su cabeza había un arma apuntándole, no titubeó— De eso nada.
— Me has ido presionando hasta el límite y... —Negan hizo un irritante sonido con su lengua, como si odiara profundamente tener que añadir lo siguiente:— Creí que su muerte nos había unido, Rick. De una forma jodidamente retorcida, sí, pero al fin teníamos algo en común. —Rick apretó con más fuerza la pistola en su cintura, pero no sucumbió a sus palabras, a pesar de que estuviera tocando uno de sus puntos más débiles, yo— Así que hazlo por ella, ¿de acuerdo? Deja de comportarte como un puto capullo, y acepta que te he ganado. —el silencio fue tan denso e incómodo, que la respiración agitada de Daryl frente a mí fue el único sonido al que pude aferrarme— Vamos Rick, si te portas bien puedo contarte como fue tenerla en mi cama. Joder, no sabía que una tía tan llena de cicatrices podía ser tan sexy, verás ella...
Un disparo estalló en la entrada, acaparando la atención de todos. Mi hermano estaba sosteniendo su pistola y el pulso no le temblaba. Él, cegado por la rabia, no había medido las consecuencias de aquella acción. La bala había cruzado la mejilla de Negan, cubriendo su rostro de sangre, y dejando una fea cicatriz que perduraría por siempre en él. Y, cuando mi hermano estuvo a punto de recibir un tiro en su nuca como respuesta a su acto suicida, Abraham alzó su rifle llenando de agujeros el cuerpo de quien había intentado arrebatarme a mi hermano. Lo que ocurrió tan solo un instante después, fue tan caótico que me vi arrastrada al igual que todos a una salvaje lluvia de balas en la calle principal.
Sentí mi cuerpo ponerse en modo automático, sencillamente preocupándose por apretar el gatillo e inhalar algo de oxígeno para mantenerse en pie.
— ¡Abajo! —Daryl atrapó con fuerza mi mano y nos pegó a ambos tras un coche.
Mis labios se separaron, pero volvieron a cerrarse cuando un cuerpo cayó en seco frente a mis ojos. No lo reconocí, pero supe que era de los nuestros. Daryl y yo nos asomamos de nuevo, y aunque alguno de los dos hiciera el intento decirle algo al otro, el ruido de los disparos era demasiado ensordecedor como para escuchar algo más. La calle se cubrió pronto de cuerpos, conocidos, desconocidos, pero yo solo ansiaba ver a Negan entre ellos. La adrenalina que me fluía como un torrente sanguíneo por el cuerpo, se me estancó de golpe toda en el pecho cuando se filtró un único disparo a mis oídos.
— ¡Rick! —su nombre se escapó con dolor de mis labios, cuando lo vi sobre la plataforma con su mano cubriendo la reciente herida de su abdomen. Intenté correr hacia él, sin pensarlo demasiado, pero unos brazos me envolvieron tan bruscamente de la cintura, que mis pies dejaron de tocar el asfalto por unos segundos. No tuve tiempo de resistirme, porque fui espectadora de como lanzaban a Rick de la plataforma de un empujón. —¡NO!¡RICK! —mi cuerpo perdió rigidez, y no fui consciente de cuan fuerte había gritado, ni con cuanta angustia había pronunciado su nombre.
— Escóndela. —dijo mi hermano tras soltarme, aunque no supe a quién, ya que mis ojos se habían desviado ahora a las puertas.
Negan estaba por entrar, y me había enfocado tanto en Rick, que ni siquiera había sido consciente de que nos estaban ganando, de que estaban arrodillando a todos.
Reconocí la áspera mano de Daryl envolviendo la mía y, tirando de mí, observé como Rick se intentaba alzar a duras penas del suelo y, lo primero que hizo tras conseguirlo, fue buscarme con sus ojos.
Daryl me ocultó con un empujón tras la cerca de una casa, deteniéndose cuando uno de los hombres de Negan puso sus ojos sobre él.
Me mantuve quieta tras la valla, observando como se llevaban a Daryl junto al resto y, como tras él, aparecía segundos después Rick. La líder que antes había conocido, le apuntaba a la nuca obligándolo a ir calle arriba. Rodeé el cercado agazapada, hasta que entre las estacas blancas que me protegían del resto, vi el panorama que se había creado en mi hogar.
Rick observó con desesperación su alrededor, intentó encontrarme, hasta que toda su atención recayó en Carl arrodillado frente a él.
— Hola, otra vez. —sonrió Negan, teniendo justo a su lado a Dwight.
Él no me traicionaría.
Él no... no ha podido traicionarme.
— Joder, Rick. —continuó hablando Negan cuando lo tuvo de rodillas también— No podías hacer caso, tenías que irte con estas... —miró a la mujer a su lado— ...sucias sabandijas. No te ofendas. —añadió al ver la irritación de la líder.
— El trato es por doce, ¿sí?
— Diez, las personas son recursos.
— Doce. —insistió la mujer sin amedrentarse. Ambos líderes se mantuvieron en silencio sepulcral, observándose sin ningún temor a los ojos— Diez. —terminó aceptando, sin embargo, en el último momento decidió añadir algo más a la oferta, sin ser consciente del caos que generaría con sus palabras— Y la quiero a ella.
— ¿Quién...
— A su mujer. —señaló inexpresiva a Rick con la cabeza.
— ¿Te has buscado a otra? Eso es... —la sonrisa de Negan desapareció al observar la furia que emanaba Rick— No puede ser. —murmuró frunciendo su ceño, y preso de la ira se arrodilló a la altura de Rick. Él no alzó la cabeza, no queriendo revelar nada, sin embargo, Negan no era tan estúpido como para no comprender el porqué estaba actuando así— Buscadla. —soltó, tan bajito, que nadie alcanzó a oírlo más que Rick— Buscadla, ¡ahora! —estalló poniéndose en pie.
Todos los hombres de Negan empezaron a movilizarse, y buscando alguna salida a mi alrededor, me encontré con que no existía ninguna que no me dejara a la vista de alguien. Pegué más la espalda contra el cercado, barajando la opción de correr al interior de la casa que tenía en frente y rezar que nadie me viera en el proceso. Tenía los pies preparados para emprender la carrera a toda velocidad, cuando unos dedos tiraron de mi chaqueta poniéndome violentamente en pie.
— Cuánto tiempo. —Simon arrojó mi cuerpo hasta el otro lado de la valla.
Escuché algunas voces cercanas, pero las ignoré intentando soltarme de él con todas mis fuerzas. Lanzó mi rifle a un lado, y cuando apenas quedaban un par de metros para estar frente a Negan, crucé mis ojos con él y todo mi mundo pareció derrumbarse. Experimenté una aterradora desesperación, una angustia casi mortal que me aceleró los latidos y provocó que me retumbara dolorosamente el corazón contra las costillas.
— ¡Suéltame, cabronazo! —chillé, y con mi último ápice de valentía conseguí atrapar el cuchillo de Thomas con mis dedos e incrustarlo en su hombro.
Se apartó de mí soltando un gruñido rabioso y, con el cuchillo aún en mi mano, me paré frente a él deseando llevármelo conmigo antes de mi inevitable encuentro con Negan.
— Esto es... —Negan dio una fuerte palmada que atrajo las miradas de todos. ¿Está sonriendo? ¡¿El muy capullo está sonriendo?!— Joder, ¿sabéis que es esto? —cuestionó hacia nadie en particular— ¡El puto día de la resurrección! —Simon y yo lo observamos igual de confundidos, parecía que se le había zafado el último de sus tornillos.— Déjala. —dijo hacia el hombre— No me hará nada. —me miró, manteniendo aún una débil sonrisa— Estoy seguro.
Me mantuve ahí, quieta y a apenas un metro de ellos, como si aquella pequeña distancia me protegiera de algún absurdo modo.
— Esto cambia mis planes. —señaló mi pecho con Lucille— Pero tú siempre consigues cambiar mis planes. Mierda... —suspiró con cansancio, aún incrédulo por lo que estaba viviendo— No entiendo una mierda, y odio las putas sorpresas. ¡Sin embargo..! —dio un paso hacia mí e instintivamente yo di uno hacia atrás, aquello le hizo soltar una risa seca— Sin embargo... —se acercó, y puede que fuera la realización de que no tenía donde huir, o la aceptación de que me tenía de nuevo, pero me detuve a la espera de que quedara frente a frente conmigo— ...me alegra ver que estás viva, de verdad.
— Q-que... —la garganta se me cerró por el miedo, y vi como sus ojos brillaron al reparar que estaba terriblemente aterrada de él— Que te follen. —conseguí soltar entre balbuceos.
Agarró mi brazo, y ambos bajamos los ojos al cuchillo en mi mano. Me quedé mirando el arma, y deseé con rabia clavarle aquello en el corazón. No obstante, mi mente me traicionó, mi cuerpo también, y el cuchillo me resbaló de entre los dedos. Cuando oí el acero impactar en el asfalto, empecé a temblar, los ojos se me encharcaron y me ardieron, creándome una cortina de lágrimas que me impidió ver como estaba siendo arrastrada hasta Rick y Carl.
— ¿Cuántas putas vidas tienes, Riley? —cuestionó a mi lado, y yo no pude más que hundir mis manos en la tierra deseando desaparecer mágicamente de allí— Pareces jodidamente inmortal. —Rick deslizó su mano entre las briznas de hierba hasta tomar la mía— Supongo que tendré que comprobar esa teoría, nadie puede sobrevivir tanto como tú. —caminó a nuestras espaldas, deleitándose del hecho de que nos tenía a los tres a sus pies— Iba a matar a Carl, pero... —mis ojos viajaron hasta el adolescente, que tenía su mirada clavada en mí desde hacía tiempo. Vi rabia en él, y un deseo de protegerme arraigado en su corazón, uno que tenía yo también por él— Ah, Rick... —Negan suspiró, y aún siendo imposible por la distancia, creí sentir su aliento en mi nuca— Esto te va a poner muy triste. Te va a destrozar. —el agarre de Rick se endureció en mi mano— Desearás estar muerto. —se detuvo frente a nosotros— He tardado en darme cuenta, joder, todo esto es mi culpa. —me observó desde arriba— Ahora sé que Riley no puede vivir, no si quiero mi puta comunidad a salvo. No, señor. Ella no puede domesticarse, aunque ahora... —sonrió de lado— aunque ahora parezca un puto perro callejero. Ella siempre tendrá la tentación de morder la mano de quien le da de comer, ¿no es así? —no contesté y Negan desvió su atención a Rick— Pero tú no, solo tendré que domesticarte, otra vez.
— N-Negan...
— ¡A callar! —gritó cortando mis palabras, y con rabia desmedida redujo la distancia hasta agacharse a mi altura— No te confundas Riley. —me subió la barbilla con una mano para que lo mirara— Me alegra verte viva, pero solo porque así soy yo quien tiene el honor de matarte.
La calidez de su aliento me hizo recordar aquella noche, el tacto, los sonidos y olores. Me estremecí y él soltó mi cara con suavidad.
— No vas a ganar. —Carl alzó la barbilla sin miedo.
— Ya lo he hecho, chico. —fue lo único que le contestó antes de rotar todo su cuerpo hacia su padre— Esto es tu culpa, me estás obligando a hacerlo. Ya no es un aviso Rick... —tragando en grueso me atreví por primera vez a mirar al hombre a mi lado— Y por tu culpa... me la voy a cargar. No será rápido, ni bonito, no. No voy a concederte ese regalo. Que se te meta en la puta cabeza... —justo cuando Negan tocó la sien de Rick con su índice, este dejó que una lágrima se deslizara por su mejilla— Voy a destrozarle la cabeza a Riley, la convertiré en una asquerosa masa de sesos. Porque aunque me haya acostado con ella, Rick, no voy a tener piedad contigo, no después de lo de hoy. —acercó un poco más su rostro, y cada palabra pronunciada empezó a sonar cada vez más fría y llena de veneno— Y cuando desees estar muerto, Lucille... —mostró su bate frente a él— Te dejará sin manos, pero vivo, eso seguro.
— Lo puedes hacer delante de mí... —habló al fin Rick— ...y dejarme sin manos. —sin miedo enfrentó con fiereza a Negan— Ya te lo he dicho. Voy a matarte. A todos.—se acercó a él y su mirada mostró cuan en serio iba con su amenaza, y la rabia ciega que cargaba dentro como un animal— Puede que no hoy, ni mañana tampoco. Pero nada...
— Nada cambiará eso. Nada. —se acercó hasta alcanzar a susurrarle a Negan:— Todos estáis muertos ya.
━ No creí que me quedaría tan largo, por lo que me disculpo porque será el siguiente capítulo el que tenga la tan ansiada elección de Riley
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