Bajo la misma arepa

By Areale_deCastillo2

225K 42.4K 28K

Tras la muerte de su tía, Débora debe viajar a Venezuela para reencontrarse con su padre después de varios añ... More

Nota de Autora
La flaca mamarre
No se desprecia una arepa
Colgate, su majestad
Manzana tercermundista
Correcciones clasistas
Mogul
Ella perrea sola
Yubiricandeleisy
Se formó el despeluque
Atributos con Photoshop
Chivato
Azúl vinagre
Evasivas
Ódiame
Novios de mentis
Oh no, fallo en la utopía
Recíproca chocancia
Sorpresas
Confesiones
Fuertes declaraciones
El último cigarrillo
Ingrata
Desaparecida
El mejor amigo
Una indirecta despedida
Planchabragas
La mardición de los Takis
Todas mienten
El boleta enamorao' (+18)
Fiesta balurda
Salve, Virgen de los Malandros
Mordisco
Esposa odiosita
El Chigüire Chigüireao'
Heteromarico
Bajo la misma arepa
Querer querernos (+18)
Cómo hago pa' no quererte
Besos sabor a caroreña
Maldita mala (+18)
Qué se siente
El procedente de Socopó
Dominantes (+18)
Epílogo
Agradecimientos
Extra navideño
Apoyen a la autora de BLMA

Vestida como sartén de pobre

5K 1K 469
By Areale_deCastillo2

Yo actualizo rápido solo porque me encanta leer sus reacciones en los comentarios. A pesar de que escribo desde 2020, esta es la primera vez que tengo tantos lectores y me emociona demasiado.


El sábado en la noche, Bárbara y Natalia no dejaban de llamar a Débora cada cinco minutos para saber si ya estaba lista.

—Hostia, dejadme respirar —había contestando antes de colgar la última llamada.

Se encontraba frente al espejo de la peinadora de su habitación. Todavía tenía el cuerpo húmedo bajo el albornoz, le pareció más urgente maquillarse antes que buscar un outfit para la ocasión.

Se hizo un minucioso delineado blanco que adornó con Strass y que confería protagonismo a sus largas pestañas que resaltaban el pálido color de sus ojos.

—Ya yo me puse la pinta, ¿Te falta mucho? —preguntó Yeferson, entrando en el cuarto sin permiso. Débora ni se preocupó por reclamarle. Él, al ver que ella todavía estaba en paño, casi pegó un grito al techo—. Por favor, no me digas que eres de esas carajas postinúas pa' arreglarse.

—Lo bueno se hace esperar.

—Coño vale, no quiero hacerte ninguna cumplido —fingió un escalofrío—, pero tú eres una jeva bonita, nada más te tienes que vestir, echar brillito en los labios y bañarte de colonia, ¿Qué tanto?

—Deja el fastidio y sal de mi cuarto. Perturbas mi valiosa paz.

—¿Qué es ese poco de vainas que te estás poniendo poniendo en la cara vale? ¿Qué pretendes? —Yeferson se sentó en la orilla de la cama, cruzado de brazos y haciendo caso omiso a la orden de la castaña.

—Me estoy haciendo un maquillaje Aesthetic.

Yeferson se echó a un lado para verla en el reflejo del espejo, ya que ella estaba de espaldas. Llevó el puño cerrado a su boca para no burlarse de ella, pero esta vez decidió dejar fluir su sinceridad.

—Será Pathetic.

—¡Yeferson, coño, fuera de mi habitación! —exclamó, molesta, aplicando iluminador en la punta de su nariz y en sus pómulos.

—Okeeeeey —resongó, caminando hasta la puerta—. Pero si en diez minutos no estás lista, te dejo. No me voy a estar calando tus atrasos y retrasos.

Ella pasó de él, por supuesto. El capullo no era nadie para estarle midiendo el tiempo, tan igualado él.

Después de aplicarse un mate Borgoña en los labios y colocarse unas argollas plateadas tan grandes que le rozaban los hombros, procedió a revisar sus gavetas, insultando internamente su nueva forma de guardar las prendas, pues, estaba acostumbrada a los closets.

Cerró la puerta y se puso un vestido de satén color marfíl que se ceñía a las partes necesarias para resaltar sus atributos. Se subió a unos botines marrones que combinaban con el cabello suelto sobre sus hombros. Como último accesorio, se puso una gargantilla de acero inoxidable con un dije de las reliquias de la muerte.

Al tomar su bandolero y depositar en su interior un poco de maquillaje por si haría falta retocarse, su celular y su monedero, salió a la sala, donde Yeferson todavía la esperaba, moviendo una pierna con impaciencia.

—Vámonos —demandó, agarrando las llaves del auto de la encimera. Yeferson se las arrebató rapidito.

Al volverse hacia él, lo descubrió mirándola de arriba abajo con una seriedad absoluta.

—¿Qué se supone que llevas puesto?

—Un vestido, cabrón, ¿Que no ves? ¿O es que aparte de ser un gilipollas ignorante también te quedaste ciego?

Sin emitir palabra alguna, Yeferson se metió en su cuarto y volvió con un suéter unicolor.

—Póntelo.

—Ni sueñes.

—Débora. En esa fiesta van a haber puros zamuros encima de ti si vas con esa vaina puesta. De verdad que hoy no tengo ganas de repartir coñazos porque alguien intentó sobrepasarse con mi hermanita. Ponte el maldito suéter y vámonos.

Ella lo miró con una ceja arqueada.

—Mi padre lo ha dejado claro anoche. En realidad le importa que cuides su auto, no a mí.

—Presté atención suficiente a la conversación para recordar que quería que cuidara las dos cosas.

—No soy ninguna cosa.

—No. Eres un puto pitufo desconsiderado e insufrible. Me vas a terminar desquiciando.

Ella blanqueó los ojos.

—Siempre se me ha permitido vestirme como yo quiera. No voy a cambiar mi forma de vestir solo porque llega un imbécil con ínfulas de guardaespaldas a insinuar que visto como una zorra.

—Maldita sea, Débora, es verdad. Estás vestida como sartén de pobre.

—¿Qué quisiste decir?

Yeferson chasqueó la lengua. En otro momento se habría reído, pero no entonces. Estaba molesto de verdad.

—Nada. Ponte el suéter y acabemos con esto, que estamos llegando tarde desde hace media hora, y de paso por tu culpa.

De mala gana, Débora le arrancó el suéter verde vómito de las manos y se lo puso. No le quedaba enorme, pero sí le llegaba casi hasta el final del vestido.

—¿Contento, capullo?

—No sabes cuánto, pitufa —respondió él, abriendo la reja del apartamento.

—Ya sabía yo que tú no eras muy listo, pero tu estupidez sobrepasa los límites. Igual casi se me ve el culo con esto puesto.

—Sí, pero no se te marca ni se te ven las tetas, sabionda.

—Esta mierda tiene un color horrible, y huele a Piti y perfume barato. ¡Está contra la Sanidad!

—Díselo a alguien a quien le importe. Sigue siendo más decente que tu vestido de dos por cinco dólares en La Hoyada.

Cuando bajaron al estacionamiento y se subieron al carro, decidieron mutuamente poner música para no dirigirse la palabra. Primera vez que se ponían de acuerdo en algo, y era precisamente para evitar matarse entre sí.

Cuando pasaron a recoger a la parejita, Débora bajó del asiento de copiloto y se lo cedió a Brayan, yendo a sentarse atrás.

—Nata, estás perrísima, me encanta ese top.

La aludida llevaba puesto un top que se trataba de dos tiras negras cruzadas que se acatan detrás de la nuca, cubriendo solo lo necesario. Su espalda completamente desnuda. Una falda color beige daba magnitud al volumen de sus curvas casi escasas y unas sandalias romanas se tejían en sus pantorrillas.

—¿Y tú por qué tienes puesta esa bazofia de algodón vencido?

—Ah, bueno. Porque un gilipollas quiere decidir qué puedo ponerme y qué no.

—Gilipollas y todo lo que te dé la gana, pero no me visto como puta.

—Porque no tienes el cuerpo, envidioso.

—Sí, sí, bueno —Brayan interrumpió la discusión—. Vamos a buscar a Azúl celeste, que el cuerpo me pide rumba y ya no puedo contener las ganas de rascarme.

Resoplando, Yeferson empezó a manejar hacia otra calle para recoger a bruja que faltaba.

Cuando Bárbara se subió al carro, Natalia no pudo disimular la cara de espanto.

—Amiga... —pronunció con un hilo de voz, sintiendo un tangible dolor ajeno que le apuñalaba el alma.

Tuvo que llevarse una mano al pecho, sintiendo su corazón vibrar por el sufrimiento que le causaba ver lo que estaba frente a sus ojos. Débora solo pudo poner una mueca de desagrado, gesto que era común en ella, pero al menos intentó alzar la comisura de sus labios en una sonrisa forzada.

—Amiga... —volvió a pronunciar Natalia, aferrada al brazo de Bárbara—. ¿Quién te hizo esa maldad en las cejas?

—¿Qué tienen mis cejas? —Bárbara suspiró, sabiendo que le esperaba una crítica bastante sutil.

—Está bien que seas virola, pero hacerte las cejas chuecas también ya es avaricia —dijo Yeferson, mirándola por el espejo retrovisor.

Débora ni siquiera fue capaz de reclamarle porque tenía razón.

—Parece que te las hiciste con un marcador negro permanente y una regla —dijo Natalia, pasándose el pulgar por la lengua y restregándoselo a Bárbara en una ceja—. Mira, marica, esa vaina ni siquiera se borra.

—¿Cómo pretendes borrar con saliva algo que claramente está hecho de petróleo? —siguió el moreno con la burla, pero esta vez Débora le pellizcó una oreja.

Bárbara sintió que le estaban borrando hasta la cédula de su tatarabuela cuando Natalia le pasaba el dedo lleno de alcohol por toda la zona de las cejas Le ardía. Bárbara, que era trigueña, tenía la frente roja por la fuerza con que la novia del Brayan le restregaba el desastre. Si se echaba un kilo de talco y sombra de ojos azul, se habría visto menos marginal.

—Bueno —farfulló Natalia, sacudiendo la mano porque ahora le dolía—. Por lo menos quedaron rojas y no negras.

Débora intentó salvarle la noche a su amiga haciéndole un delineado sencillo y poniéndole un poquito de rubor en las mejillas.

••••••••••••••

Digan qué opinan del comportamiento de Yeferson con respecto al vestido de Débora jakjsjaja.
Chicasss, ¿Ustedes también tienen ese pasado oscuro donde de hacían las cejas oscuras y choretas? Qué horror vale.

Por cierto, sus comentarios se están convirtiendo en mi Safe place. Las reacciones de ustedes me tienen más enviciada que el mismo libro, juraito.

¿Qué creen que va a pasar en la fiesta? Cualquier conjetura es válida.

Continue Reading

You'll Also Like

1.8K 266 14
¿Sabes cuando parece que el destino se haya puesto de acuerdo en amargártelo todo? Y cuando digo todo, me refiero a toda tu maldita juventud. A mí m...
17.6K 2.9K 24
Pequeño relato lleno de poesía en cada uno de sus capítulos. Detrás del secreto de una historia de amor trágica, acompañamos a un hombre con el alma...
471K 63.4K 52
¡En físico a partir de septiembre 2023 gracias a Penguin Random House! 🌠 Ganadora de un WATTY 2021 🌠 El día que Howard, un chico religioso, y Azari...
102K 5.5K 21
En un día cualquiera,Nishino Akane una estudiante de la preparatoria Sakarauzaka junto a sus compañeros de clase son llevados a un extraño lugar. Don...