Bajo la misma arepa

By Areale_deCastillo2

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Tras la muerte de su tía, Débora debe viajar a Venezuela para reencontrarse con su padre después de varios añ... More

Nota de Autora
La flaca mamarre
No se desprecia una arepa
Colgate, su majestad
Manzana tercermundista
Correcciones clasistas
Vestida como sartén de pobre
Ella perrea sola
Yubiricandeleisy
Se formó el despeluque
Atributos con Photoshop
Chivato
Azúl vinagre
Evasivas
Ódiame
Novios de mentis
Oh no, fallo en la utopía
Recíproca chocancia
Sorpresas
Confesiones
Fuertes declaraciones
El último cigarrillo
Ingrata
Desaparecida
El mejor amigo
Una indirecta despedida
Planchabragas
La mardición de los Takis
Todas mienten
El boleta enamorao' (+18)
Fiesta balurda
Salve, Virgen de los Malandros
Mordisco
Esposa odiosita
El Chigüire Chigüireao'
Heteromarico
Bajo la misma arepa
Querer querernos (+18)
Cómo hago pa' no quererte
Besos sabor a caroreña
Maldita mala (+18)
Qué se siente
El procedente de Socopó
Dominantes (+18)
Epílogo
Agradecimientos
Extra navideño
Apoyen a la autora de BLMA

Mogul

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By Areale_deCastillo2

Naweboná Vladi1000 me dejaron loca con sus comentarios, me dolía la barriga de tanto reírme, no saben cuánto los amo.
No dejen de comentar, porfis.


Había pasado una semana desde su llegada. Pese a que aún no conseguía adaptarse lo suficiente para que se disparan las ganas de regresar a Europa, Débora se sentía satisfecha con el avance. Poco a poco aprendía a sobrellevar las cosas.

Era la hora de receso en el instituto —todavía no se acostumbraba a llamarlo Liceo—. Estaba sentada a la sombra del árbol de pumagás, Bárbara y Natalia la acompañaban.

—Mi padre me ha dado dinero anoche para salir y distraerme. No es mucho, pero sí suficiente para ir las tres a por un Smoothie o almorzar, ¿Hay algún centro comercial aledaño?

Bárbara arrugó las cejas.

—Bueno, está Forum. Podemos ir después de salir de aquí.

—A que sí —vio la castaña a Natalia, ella asintió enseguida.

—Sí, sí. En Forum venden batidos, entonces le escribo a Brayan para que no me venga a buscar y me voy con ustedes.

—Perfecto.

~•~

El centro comercial estaba un poco petado por ser viernes. Tuvieron que hacer fila durante aproximadamente veinte minutos para poder adquirir un trío de batidos de guanábana.

—Mhmm —emitió Natalia, sorbiendo por el popote—. Esto está riquísimo, pero ni siquiera huele a guanábana —le pegó la naríz—. A algo sí huele, pero no sé a qué.

—Bueno, marica. Imagina que es Amortentia y ya —le dijo Bárbara.

—¡¿Te gusta Harry Potter?! —chilló Débora.

—Obvio.

—También a mí —secundó Natalia.

—¡Joder, tías! ¡Hay que fangirlear! ¿De qué casa sóis?

—Slytherin —contestó Natalia.

—Hufflepuf —dijo Bárbara.

—Mhmm... Me sorprende que os llevéis tan bien, esas casas son como polos opuestos.

—¿Y de qué casa eres tú?

—De ninguna —Débora se alzó de hombros—. Soy mortífago.

—ARRECHAAAAA —sus amigas de echaron a reír.

—Tenemos que hacer pijamada de maratón —propuso Bárbara—. Van a amar los pósters de Cedric Digory que hay en mi habitación, y mi colección de Funko Pops.

—¡¿Funko Pops?! —Débora la vio como un bicho raro—. Joder, Barbie. Ni yo en España pude comprarme uno, ¿Acaso eres narcotraficante?

Bárbara se excusó con que tenía un tío en los yunaites que se los enviaba por encomienda, pero ninguna le creyó.

—Bueno, podemos hacer la pijamada mañana, pongo las cotufas y una panelada.

—No, de hecho... —Natalia mordió el interior de sus mejillas—. Quería invitarlas a una fiesta mañana en la noche, pero es en Guatire, en el otro pueblo. Brayan estaba vendiendo las entradas en pre-venta hasta ayer y le sobraron unas cuántas, ¿Qué dicen?

—A mí mi mamá no me deja salir, pero tendría curda y entrada gratis, así que me compro ese lío. Y la pijamada la dejamos para la próxima semana.

En silencio, ambas miraron a Débora, quien sorbía de su envase ya casi vacío.

—Tendría que hablar con mi padre, yo os aviso.

—Puedo hablar con mi mamá para que te saque permiso —propuso Natalia—. ¿Te parece?

—No. Ya hablaré con él. Tengo buen poder de convencimiento.

—Bueno, está bien. Y si no es mucho pedir le pides el carro prestado, que la moto de Brayan está en el taller y para bajar a Guatire de vainita cabemos nosotros dos.

—¡Epa flacaaaa! —como si hubiese sido invocado, Brayan se acercó a ellas sontiente—. Vine a acompañar a unos panas que iban a jugar unos parleys en la agencia. Yo me gané uno. ¿Vamos al palacio del Blumer? Así te compro un conjuntico pa' estrenarlo.

Débora puso una mueca de desagrado por la repentina presencia de ese ser tan ordinario.

—Oh, mirad. Un muggle comprando pantaletas —masculló, sus amigas empezaron a reírse a costilla del bullying Potterhead que le hacían al Brayan.

—El que compra, quita —Natalia se levantó de su silla y se colgó el morral en un hombro—. Nos vemos mañana en la noche, póngase falda para perrear hasta el suelo en esa Sexy Candy.

—¿Qué? ¿En serio nos estás dejando para irte a coger? —Bárbara se llevó una mano al pecho para dejar claro que estaba indignada—. Eres una zorra.

—Hay prioridades —Natalia le lanzó un beso en el aire a sus amigas mientras el Brayan la agarraba por la cintura para llevársela.

—Ni Judas fue tan traicionero —se quejó Bárbara y cambió rápidamente de tema para quedarse un rato más en la calle.

~•~

Empezaba a anochecer. Se notaba. No por la oscuridad que poco a poco se extendía en el cielo, sino por los puntos naranjas y amarillentos que emitía los bombillos a las afueras de las casas amontonadas del barrio.

Yeferson llegaba del liceo, caminaba por las calles con su flow violento mientras saludaba con alzaba la cabeza con ligereza a modo de saludo a los conocidos que se encontraba.

Mientras andaba, un rectángulo verdoso en el suelo detuvo sus pasos. Al agacharse, agarró el papel y se dió cuenta de que era un dólar doblado que se le había caído a algún agüevoniado.

Silbando, se lo guardó en el bolsillo u desvió el camino de su casa a la bodega más cercana mientras cantaba:

«CORONAO CORONAO CORONAO NAO NAO. CORONAO CORONAO CORONAO NAO NAO»

Al llegar a la punta del cerro, se asomó por la ventana de la casita de ladrillos y gritó hasta el interior:

—¡DESPACHOOOOOOO!

Casi al instante, la señora Azucena se asomó con un gorro de planchado cubriéndole las greñas.

—Hola, Yefe. ¿Qué vas a querer? —inquirió la mamá de Brayan mientras señalaba el anaquel de chucherías.

—Me acabo de encontrar un dólar en el piso, señora. Diosmio, no sé qué hacer con tanta plata.

—Gastarlo en mi humilde negocio siempre será tu mejor opción.

Yeferson sacó el botín y lo juntó con otros billetes pequeños que tenía.

—Dame una caja de Cónsul, por favor.

Cuando la señora Azucena fue a buscar los cigarros, se volvió hacia el amigo de su hijo con una mueca de pesar.

—No me queda Cónsul, chamo. Tengo es Chester, Belmont y Lucky Strike de menta.

Yeferson contó los riales y se los extendió igual.

—Bueno, dame una de Lucky Strike, será.

—Veeeeerga, ¿Lucky Strike? —apareció Brayan en la bodega, aprovechando un descuido de su mamá para robarse una Samba y regalarsela a Natalia más tarde—. ¿La Sifrinita de tu hermana ya te pegó los gustos de ricachón? No te me vayas a poner exquisito.

—Ah pues. Deja la mariquera y acompáñame a fumarnos unos.

—Dale pues, espérame.

—Me pagas mi vaina, Brayan Yonkleiver, que sí te ví —su mamá le pegó en la nuca—. Sinvergüenza.

Diez minutos más tarde, los dos estaban sentados en la azotea del edificio donde vivía Yeferson, viendo cómo en la lejanía unos carajitos jugaban kickingball en la cancha del barrio.

—Mano, no me gusta esa junta que tiene tu hermana con mi novia —comentó Brayan, haciendo una pausa mientras tomaba una calada y dejaba salir de su boca el humo mentolado—. Cada vez que me acerco y están con azúl celeste, siento que me estoy ofreciendo como sacrificio para un aquellarre. Sospecho que conspiran entre ellas y nos funan en secreto.

—No, mi pana —contradijo Yeferson—. A mí Débora me funa en mi cara. En la madrugada como que se levantó nada más para decirme ignorante y escupirme agua con saliva en la cara. Pero contrario a eso, te doy la razón, ese grupo es rato.

—Sisa. Vacila que hoy fui pa' Forum a rescatar a la jeva y la hermana tuya me dijo ikike Mogul. No entendí, pero las tres se echaron a reír.

—Son unas bichas.

~•~

Después de la cena, Yeferson se puso a fregar los corotos mientras Débora hacía su tarea de matemáticas. Jhoana y Miguel David estaban echados en el mueble, viendo Betty la fea en Netflix.

—Papá —llamó Débora, fingiendo que no estaba tan interesada al usar un tono de voz pausado y tranquilo—. ¿Crees que pueda ir mañana en la noche a una fiesta con unas tías del instituto?

El susodicho despegó la atención de la pantalla plana y la centró en su hija.

—¿Y más o menos? ¿Dónde es eso?

Débora se tensó, pasó saliva y lo encaró.

—En Guatire, padre. También me preguntaba si podías prestarme el auto para ir.

—Tienes que estar de coña, Covadonga.

La castaña puso una mueca y gruñó cuando Yeferson empezó a reírse, inclinado en el fregadero.

—¿Covadonga? ¿No había un nombre más feo?

—¡Yeferson! —advirtió Jhoana.

Él no disminuyó su risa, pero al menos no volvió a meterse en la conversación.

—Padre, por favor. He traído buenas calificaciones en todas mis asignaturas, y pocas veces te pido permiso para salir. ¿No querías tú que fuese un poco más social?

—Sí. Con Yeferson, los vecinos y tus compañeros de clases. No la gente del otro pueblo. Eso por allá es peligroso.

—Papá, estamos en la Guairita —Débora arqueó una ceja—. Literalmente vivimos en el peligro.

—Estamos en un conjunto residencial que queda al lado de la Guairita, existe un buen límite. Y lo que pase en ese barrio a mí me tiene sin cuidado siempre y cuando no te metas por allá.

—Pero padre, la fiesta no será en ningún barrio, será en un club de un centro comercial.

—Mtch —emitió Miguel David, todavía no estaba convencido, pero las miradas de perrito mojao que le dedicaba su hija eran casi irresistibles—. ¿Dónde es eso vale?

—En el Vista Place.

—Bueno, está bien —Débora estuvo a punto de correr a llenarle la cara de besitos a su papá hasta que él agregó:—. Pero vas con Yeferson.

—No. Ni de coña.

—Entonces simplemente no vas.

—¡Pero papá...!

—Que no. Te acompaña él o te quedas. En esas fiestas hay mucho loco.

Yeferson se vacilaba el conflicto calladito, restregando los platos de plástico con Mr. Músculos.

—¡Pero si Yeferson es el loco supremo! —chilló la castaña, y Jhoana asentía con complicidad.

—Es verdad, amor. El hijo mío se cayó cuando estaba chiquito, no está muy bien de la cabeza. Es el menos indicado para cuidar a Deb.

—No me importa tanto Débora, sino el carro. Yeferson ha demostrado que es responsable manejando, así que él la tiene que llevar y traer.

—¡Papá, pero si tengo mi licencia de conducir que adquirí el año pasado! No estás siendo condescendiente.

—Esas son mis condiciones, tú verás si las aceptas o te quedas encerrada.

—Papi... —Débora pestañeó varias veces, pretendiendo lucir tierna—. Es una fiesta privada y ya mis amigas tienen las entradas contadas. Estaría feo que Yeferson solo hiciera de chófer porque no tiene entrada para la fiesta.

—Bueno. Picas la entrada y se dividen mitad y mitad. Entra uno un rato y sale para que entre el otro o no sé, pero sin él no vas. Resuelve si de verdad tienes tantas ganas de ir.

Ya la pobre se había quedado sin argumentos. Se limitó a regresar la atención a su cuaderno mientras presionaba las teclas de su calculadora con más fuerza de la necesaria. Estaba molesta, su mente creando mil escenarios donde Yeferson recibía múltiples torturas por gilipollas. A veces, su padre podía ser un pringado al dejarse llevar por las falsas apariencias de la gente, estaba más que claro que Yeferson era como una mala influencia, la compañía menos conveniente para una mojigata en una fiesta.

—De hecho, mi pana Brayan me dejó a mitad de precio una entrada ayer —Yeferson rompió el silencio, sacudiendo sus manos y salpicando gotas de agua al rostro de su hermanastra, a propósito.

—Bueno, ahí tienes —habló Miguel David a su hija—. Problema resuelto.

—Sí, Covadonga —dijo el moreno en voz baja, para que solo ella escuchara—. Esto se pone interesante.

Sin más, Yeferson terminó de cruzar la sala y se encerró en su cuarto a escuchar Esclava Remix a todo volumen, sin importar que su mamá estuviese viendo novelas en la sala o que fuesen más de las nueve de la noche.


•••••••••••

Hola, lentejas. Hoy quise hacerles un capítulo largo en vez de dos cortos para no tener que inventar títulos locos jaksjjaja.

¿Conocen a alguien que se llame Covadonga? Creo que no es un nombre muy común.
¿Les gusta el kickingball o prefieren el voleibol o futbolito? ¿Qué piensan de las prioridades de Natalia? Amo leer sus comentarios 😂 Dan más risa que la historia en sí. Me fascinan.

Varias lectoras me dijeron que esperaban un Yonkleiver o un Yonaikerson. Y yo sinceramente quería usar nombres así de extravagantes, pero pensé que nadie iba a leer una historia con nombres taaaan tierruos, así que opté por Yeferson y Brayan.

Si estás leyendo esto y te llamas Yonkleiver o Yonaikerson, dile a tu mamá que yo mandé a preguntar si tiene problemas mentales.

Aunque bueno, yo me llamo Geryadith, supongo que mi mamá también se puso como que muy creativa.

Nos leemos en la próxima actualización, lentejitas, no olviden recomendar el libro hasta al perro de la sobrina de la cuñada de su vecino<3

Mucho texto xd.

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