Vampire Kiss

By Gabianni

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¿Cómo puede un vampiro enamorar a un humano que no cree en el amor en tan solo veinticinco días? Los vampiros... More

💋Ley del Beso Vampírico💋
💋Capítulo 1. No te enamores de él
💋Capítulo 2. No lo dejes ir
💋Capítulo 3. No lo beses
💋Capítulo 4. No lo olvides
💋Capítulo 6. No lo descuides
💋Capítulo 7. No lo provoques
💋Capítulo 8. No lo recuerdes
💋Capítulo 9. No lo celes
💋Capítulo 10. No lo subestimes
💋Capítulo 11. No te preocupes por él
💋Capítulo 12. No le mientas
💋Capítulo 13. No lo muerdas
💋Capítulo 14. No bailes con él
💋Capítulo 15. No le gustes
💋Capítulo 16. No lo suprimas
💋Capítulo 17. No te acostumbres
💋Capítulo 18. No lo protejas
💋Capítulo 19. No le des oportunidad
💋Capítulo 20. No investigues a su ex
💋Capítulo 21. No lo metas en líos
💋Capítulo 22. No le pidas una cita
💋Capítulo 23. No tengan una cita
💋Capítulo 24. No le hagas la pregunta
💋Capítulo 25. No te culpes
💋Capítulo 26. No lo abandones
💋Capítulo 27. No le digas nunca
💋Capítulo 28. No te rindas
💋Capítulo 29. No lo odies
💋Capítulo 30. No te tardes
💋Capítulo 31. No lo reniegues
💋Capítulo 32. No te detengas
💋Capítulo 33. No lo lastimes
💋Capítulo 34. No lo ames
💋Capítulo 35. No lo hagas
💋Epílogo💋
💋Extra [+18]
💋Extra 2. Universo alterno [AU]
💋Personajes💋

💋Capítulo 5. No lo ignores

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By Gabianni

Dorian aguardó durante cuatro largas horas en la sala de emergencias del hospital, observando cómo la noche se desvanecía en el horizonte. Cuando por fin fue atendido, los primeros rayos del amanecer iluminaban el cielo. Aunque deseaba marcharse, se vio obligado a permanecer, bajo la vigilancia constante de un par de agentes de policía, hasta que un médico determinara su estado físico.

Para su sorpresa, el examen reveló que no tenía ninguna lesión aparente, ni siquiera un simple rasguño. Aunque recordaba con claridad haber recibido varios golpes, ninguno de ellos había dejado huella en su cuerpo.

Uno de los oficiales le ofreció llevarlo a casa, Dorian rechazó la oferta, prefiriendo pedirle a Roderick y Elay que vinieran a recogerlo. Consciente de que tendría que explicar muchas cosas, optó por esa incomodidad en lugar de soportar un minuto más en compañía de la policía.

Sentado en la acera frente al hospital, se sorprendió al sentirse tan vigoroso a pesar de haber pasado toda la noche sin dormir. Sacó su teléfono del bolsillo de la chaqueta, y aunque lamentó la pantalla rota, se sintió aliviado al confirmar que lo que había experimentado la noche anterior fue real. Sí había tirado el teléfono y sí había sido atacado por un monstruo.

«Pareces un loco», pensó.

Soltó un suspiro y justo cuando estaba a punto de levantarse para buscar una máquina expendedora y comprar una botella de agua, una punzada aguda atravesó sus dientes. Era similar al dolor repentino al morder una paleta helada, una especie de descarga eléctrica suave.

Frunció el ceño al percibir un ligero regusto a sangre en su boca y se apresuró a palpar uno de sus colmillos, sorprendiéndose al descubrir que el hueso mismo estaba sangrando.

—¿Qué...? —Amplió los ojos.

Fue interrumpido por el estruendo de la bocina de un automóvil y, al alzar la vista, divisó el sedán rojo de Roderick. La familia de su amigo ostentaba una notable fortuna, siendo propietarios de las tres principales agencias de automóviles en la ciudad.

Limpió la sangre en su ropa y se levantó de inmediato, pretendiendo que todo estaba bien cuando Elay asomó la cabeza por la ventana del copiloto.

—Tienes mucho que explicar, Welsh —advirtió—. No es mi ideal ser despertada por ti pidiéndome que te recojamos en la sala de emergencias.

Dorian se aproximó a la puerta trasera del coche y la abrió.

—Sí, estoy de maravilla, Elay. Gracias por preguntar —replicó con sarcasmo. Justo cuando estaba a punto de entrar al auto, notó la acumulación de basura en el suelo y el asiento—. ¿En serio, Rod? ¿No puedes siquiera contratar a alguien para limpiarlo?

Roderick se giró hacia él e hizo un gesto desdeñoso con la mano.

—No seas quisquilloso. Trépate ya.

Dorian apartó la basura y se subió, resignado. No tenía otra opción.

—Llévame a Plague, necesito recoger mi coche —pidió.

—Como usted mande, jefe —bromeó Roderick mientras se alejaban del hospital.

Elay no apartó la mirada de Dorian ni por un instante, como si pudiera descifrar todo lo que había sucedido solo con observarlo.

—¿Qué no tenías clases? —inquirió Dorian, incómodo bajo su escrutinio.

—Eso es dentro de unas horas. Por ahora, solo me estoy asegurando de que no eres un muerto andante.

—¿Muerto andante?

—Ya sabes, esos que dicen estar bien, pero luego, de la nada, caen muertos unas horas después.

Rod giró la cabeza para mirarla con pánico.

—¿Eso es posible?

—Por supuesto.

—No soy un maldito zombi, Elay —afirmó Dorian mientras sacudía la cabeza—. Estás más paranoica que la policía.

—¿Policía? —Alzó las cejas—. Esto se vuelve cada vez más interesante. ¿Vas a contarnos qué pasó?

Exhaló y pasó una mano por su rostro. No se sentía físicamente cansado, sino más bien mentalmente agobiado.

Durante el trayecto, les relató todo lo sucedido a Elay y Roderick. Fue una mezcla de insistir en que no estaba seguro de lo que había ocurrido, observar sus expresiones que iban desde la sorpresa hasta la confusión, y sentir vergüenza por confesar en voz alta algo que parecía sacado de una película de terror de baja calidad.

—Déjame ver si entendí: saliste al callejón trasero de Plague, te atacó una especie de abominación de Eldritch y luego apareció el primo albino de Carmilla...

—No era albino, tenía las pestañas oscuras —corrigió, como si eso fuera relevante.

Elay bufó.

—Vaya, se nota que no lo observabas.

Dorian la miró con fastidio mientras Roderick se estacionaba unas calles antes de llegar a Plague, frunciendo el ceño.

—¿Saben qué más tenía aquel tipo de ayer? —inquirió—. Un nombre ruso.

—No te atrevas a insinuar que es un súper soldado o un experimento —advirtió Dorian.

—Qué aburrido eres.

—Sea lo que sea —intervino Elay—, el rarito de ayer, Viktor, al parecer te salvó la vida y además... ¿Te besó?

—Si lo dices así, suena muy estúpido.

—Es lo que dijiste.

—Dorian, sabes que te aprecio, amigo, pero ¿estás seguro de que no fue solo un sueño húmedo? —preguntó Roderick.

—¡Por supuesto que no!

—Tengo que concordar con Rod, Dorian.

Boquiabierto, se giró hacia Elay.

—Tienes que estar bromeando.

—Obviamente no me refiero a tus fantasías sexuales, de las cuales, por cierto, no quiero saber nada, pero ¿cómo sabes que no fue un sueño? —interrogó y luego levantó un dedo—. ¡O tal vez una alucinación inducida por el pánico! Suena de película, ¿no?

—Se sintió demasiado vívido para ser un sueño o una alucinación. Y no, no suena como algo sacado de una película, sino más bien como una pesadilla.

—Bien, suponiendo que no te fumaste nada, ¿cómo es que el ruso te salvó del monstruo? —indagó Roderick en cambio.

Dorian se encogió ante la pregunta. Tenía la respuesta, o algo parecido, pero era incluso más embarazosa que todo lo demás de la historia.

—Después de besarme... dijo que era un vampiro —confesó.

Sus amigos se quedaron en completo silencio, intercambiando miradas y observando a Dorian como si hubiera perdido la cabeza. Roderick no tardó en soltar una carcajada, mientras que Elay solo arrugó la frente.

—No me creen, ¿verdad? —inquirió. Ya lo esperaba y él mismo sería un hipócrita si dijera que, en su posición, creería algo tan loco como aquello.

—No es eso, jefe, es solo que... —Roderick se rascó la nuca, indeciso sobre qué decir.

—Suena a una locura, Dorian —completó Elay, franca—. ¿Estás tratando de gastarnos una broma?

No tenía forma de demostrarles que lo que decía era verdad; ni siquiera él estaba del todo seguro de si había sido real o un simple producto de su imaginación de principio a fin. Así que, en lugar de insistir, negó con la cabeza y abrió la puerta del coche.

—Tienen razón, es una locura —concordó, aunque era una mentira, pues aún no planeaba desechar la idea, no hasta confirmar o negar sus recuerdos—. Olvídenlo.

Se apeó del coche tan pronto como esas últimas palabras abandonaron sus labios. No podía culparlos por verlo como un demente; ¿quién iba a creer la historia de un monstruo que lo atacó y un vampiro que lo besó? Sin embargo, en lo más profundo de su ser, Dorian esperaba que al menos alguien no pensara que estaba perdiendo la razón o que necesitaba ser internado en un psiquiátrico.

Lo complicado de caer en esta confusa vulnerabilidad es que resurgían memorias de un pasado que prefería dejar enterrado; veía un rostro familiar, una vieja amistad que creía en este tipo de locuras y estaba seguro de que no lo cuestionaría si se lo contara, al contrario, estaría tan hambrienta de respuestas como él. Por un momento, sintió una opresión en el pecho y un pequeño nudo en la garganta. Extrañaba a esa persona, pero no debía, no podía, no después del daño que le había causado. Quererla cerca sería echar todo su progreso por la borda y no iba a cometer ese error.

Apartó esos pensamientos de su mente y llegó hasta donde estaba estacionado su coche, un clásico Dodge Charger negro de los años setenta. No lo había comprado él; más bien, se lo había ganado de una manera... no precisamente lícita.

—¡Dorian! —Escuchó a Elay.

Con un suspiro, se volvió hacia su amiga, quien se acercaba corriendo.

—Te dije que lo olvidaras.

—Oye, espera un segundo. —Se detuvo junto a él, recuperando el aliento—. Mira, lamento mi escepticismo hacia tu historia descabellada, ¿de acuerdo?, pero tampoco nos pidas que lo olvidemos cuando tú eres el último que hará tal cosa.

—Es cierto, no voy a olvidarlo, y sí, ya sé que suena como un maldito delirio, pero ustedes saben que no tengo motivos para mentirles con esto. No invento este tipo de historias, así que, por favor, solo... solo confía en mí —pidió y sacudió la cabeza—. Tal vez no había monstruos y vampiros, pero algo extraño sucedió anoche y quiero descubrir qué fue.

Elay exhaló y colocó una mano en su cintura.

—Eres muy tierno, ¿sabes?

—¿Tierno?

—La clase de ternura que despierta un impulso violento en tu amiga. —Le dio un golpe juguetón en el hombro—. No te dejaré solo en tu búsqueda de respuestas, Dorian. Es cierto, me cuesta creer lo que dijiste, pero mi preocupación por ti supera eso.

Dorian no pudo contener la leve sonrisa que se formó en sus labios.

—Te has ablandado, Ellie May —bromeó.

—No me llames así, Welsh —advirtió—. Ahora déjate de rodeos y dime por dónde empezamos.

—Para ser honesto, no tengo ni la más mínima idea. Lo ideal sería encontrar a Viktor y hablar con él, pero no sé dónde está ni cómo contactarlo.

Elay entornó sus ojos marrones y mordió la punta de su pulgar, una señal de que estaba pensando o indecisa. Pasaron largos segundos antes de que por fin retirara el dedo de su boca y sacara su teléfono del bolsillo.

—Iremos directo a la fuente; llamaremos a Carmilla y le preguntaremos por su maldito primo —sugirió.

Dorian enarcó las cejas, sintiendo un destello de esperanza.

—¿Tienes su número?

—Claro, no iba a dejar pasar la oportunidad de tener el número de una chica linda. —Rebuscó entre los muchos contactos en su directorio, viendo a Dorian de reojo—. Por cierto, hoy te ves mejor que ayer.

—¿Mejor? —Bufó—. ¿Bromeas?

—No, de hecho hablo muy en serio. Te ves más descansado, con más energía, y no pareces un Furby con la batería a medio morir.

—¿Furby a medio...? —Se detuvo a sí mismo, frunciendo el entrecejo y señalándola—. No te atrevas a apodarme Furby.

Elay esbozó una sonrisa socarrona.

—Lo pensé, pero son demasiado tiernos para que seas uno.

—¿Quién en su sano juicio consideraría tierna a esa porquería peluda?

—Yo, ahora concéntrate y pulsa marcar. —Le pasó su teléfono.

Dorian lo tomó, observando el contacto de Carmilla, cuya foto la mostraba posando como una diva, semi recostada en un diván de gamuza color borgoña y luciendo un abrigo blanco. Luego, volvió a mirar a Elay y esbozó una sutil sonrisa.

—Tienes razón. —Marcó el número y acercó el teléfono a su oído—. Hoy me siento mucho mejor.

(...)

Viktor se sentía del carajo.

Volvió a quedarse dormido, esta vez en el suelo de la habitación de Carmilla. Dada su posición y el hecho de tener una botella vacía de Veneno de Diablo en la mano, supuso que más bien se desmayó allí. Se sentó en el piso, masajeando sus sienes y lamentando el malestar en todo su cuerpo. Nunca se había sentido tan cansado, era imposible para un vampiro. Por lo tanto, concluyó de inmediato que este agotamiento le pertenecía a Dorian, no a él.

Se puso de pie, con un crujido en su espalda, y estiró los brazos por encima de su cabeza. Carmilla seguía dormida, pero a diferencia de él, ella estaba cómoda y arropada en su cama.

—Maldita —masculló mientras se dirigía al baño para lavarse la cara y la boca. Esta última sabía a una desagradable combinación de sangre oxidada y alcohol.

Su plan no había sido envenenarse una vez más, pero al parecer, pasó el resto de la noche lamentando sus decisiones y evadiéndose de la manera más dañina posible. Se miró en el espejo y se sintió repugnante. Su apariencia por lo general atractiva fue aniquilada por un cansancio ajeno, tres botellas de veneno y una breve aventura con una súcubo desconocida.

—Mierda... —maldijo mientras se quitaba la camisa sucia antes de lavarse la cara. Solo con eso, se sintió mucho mejor.

Estaba terminando de asearse cuando sintió una familiar punzada de dolor en los colmillos. Ya no le resultaba incómoda; más bien, le asustaba por lo que representaba. Abrió la boca y la sangre escurrió de sus colmillos hacia el lavabo blanco.

La sangre se movió por sí sola y formó el número XXV. Veinticinco. Le quedaban veinticinco días para volver a alimentarse de amor antes de convertirse en Nosferatu.

—¿Cuánto tiempo? —Carmilla apareció de repente en la puerta del baño.

Viktor ni siquiera se sorprendió por su súbita presencia; se limitó a negar con la cabeza mientras abría el grifo para limpiar la sangre.

—Veinticinco días.

Carmilla se tensó, tratando de disimular su nerviosismo, pero ambos sabían que era muy poco tiempo para enamorar a un humano como Dorian.

—Solo tienes que hacer lo que siempre haces —aseguró ella—. Enamora al humano y listo, nos olvidaremos de él y de que esto sucedió. Será solo una anécdota más.

Viktor se volvió hacia ella.

—No es tan sencillo, tú lo dijiste, ese humano es difícil, o al menos sus emociones lo son.

Carmilla estaba a punto de argumentar, pero fue interrumpida por el tono de su teléfono. Frunció el ceño al escucharlo.

—¿Quién demonios me llama a esta hora? —se quejó, acercándose a la mesita de noche, seguida por Viktor. Amplió los ojos al ver quién era y mostró el teléfono a su amigo—. Parece que Dorian viene hacia ti.

Viktor también ensanchó los ojos al ver el nombre de Elay en la pantalla.

—¿Crees que esté con él?

—No encuentro otra explicación para que Elay me llame así. —Retrajo el teléfono hacia ella—. ¿Contesto?

—No. —Se irguió, adoptando algo de confianza—. Lo mejor es que hable con Dorian en persona.

Me pregunto cómo será el reencuentro entre estos dos... 👀

¡Si quieren ver algunos dibujos de Vampire Kiss que he hecho, síganme en mi Instagram (usuario en la imagen de arriba)! ❤️

¡Muchísimas gracias por leer! 💋

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