A pesar del polarizado de los vidrios de las ventanas de la camioneta, los flashes de las cámaras pueden alumbrarnos ligeramente en el rostro tras ser disparados sin piedad por los paparazzis. La entrada está repleta de cientos de ellos esperando a captar a la persona que yace dentro de él vehículo donde nos encontramos.
Giro ligeramente mi cabeza y observo a Rainer arrugar su nariz, como si tampoco estuviera de acuerdo de salir bajo las concidiones en que el exterior se encuentra, sé de ante mano que está acostumbrado a ese ambiente; sin embargo, no luce contento, mas bien observo una lucha interna.
El tiempo no corre demasiado cuando se decanta por bajar y llevarme consigo a su lado, tal como lo que los demás piensan que soy, su accesorio. Una vez frente a la multitud, las cámaras no dejan pasar el momento, puesto a que nos atacan con preguntas y ráfagas de fotografías. Es una suerte que hayamos salgamos ilesos al atravesar.
Bajo el umbral ya puedo admirar el establecimiento; no es un bar. Todo lo contrarío, es más como un castillo con arquitectura greca o renacentista, lo cual explica la lejanía de su ubicación.
-Hagas lo que hagas, te quiero cerca del perímetro. - Elevo la mirada para observarlo. - No estamos aquí por negocios, así que estarás conmigo.
-¿No estas por negocios? - Elevo una ceja justo al mismo tiempo en que la mandíbula de Rainer se tensa.
-Es una fiesta privada que se organiza anualmente, pocos sabemos de la existencia puesto a que no es algo que se ventile ange la sociedad.
-Hay prensa afuera.- Espeto confundida.
-Ellos son silenciados. De hecho las fotos que tomaron de nosotros ya deben estar borradas tras el cheque que Levi debió entregarles.
-Es soborno. - Sonríe falsamente.
-Son negocios.
Touche.
-¿Por qué tanta seguridad? - Rainer me tiende su mano y con su cabeza señala hacia el interior del castillo.
-Estarás rodeada de Élite, sería estúpido si no hubiese seguridad en cada esquina. - Abro mi boca. Mierda. - Años anteriores asistian familiares de políticos, monarquicos y magnates; así que si buscas un consejo, sería que no te separes de mí y le sonrías a cualquier persona sin importar que tan mal luzca. Algunos suelen vestir como indigentes.
Trago mi saliva.
Sé que Rainer tiene el suficiente poder como para estar al nivel de los invitados, pero con saber que se siente levemente inferior a los demás, me hace dudar a lo que me enfrento una vez estando dentro.
Tomo la mano de Rainer y camino a su costado hacia unas escaleras en forma de caracol. En la superficie, una hombre robusto nos pregunta nuestros nombres y tras revisarlo su lista, un scanner y nuestras identificaciones, se hace a un lado y nos deja ingresar.
-Excelente noche, señor Greenwood. - Rainer solo asiente e ignora al sujeto.
Seguimos nuestro recorrido a un pasillo, ahí nuevamente está otro hombre con un detector dactilar, Rainer pasa la suya y yo la mía aunque no le toman real importancia, al parecer el que hayamos pasado el primer filtro es más que suficiente.
-Nos alegra tenerlo de nuevo, señor Greenwood. - Los ojos del hombre brillan, está fascinado con mi jefe.
Nuevamente Rainer hace caso omiso al sujeto, jala de mí y nos adentra al salón.
-¿Por qué no les respondes? - Pregunto confundida y ligeramente molesta.
-Ellos no esperan una respuesta, son la clase inferior y eso sería como dejarles saber que somos iguales cuando es todo lo contrario.
-Eso es una falta de respeto. - Me suelto de su agarre y hago una brecha entre nuestros cuerpos.
-Es hacer que respeten nuestra posición, no pueden considerarse iguales si su suelto no supera las cinco cifras. -Responde aún sabiendo que dejando de lado el estúpido trato, yo son parte de ellos.
Muerdo mi mejilla tragándome mis palabras, algún día seré yo la que lo trate despectivame a él.
Rainer abre la puerta y nos empuja al interior. Observo el gigantezco salón con paredes doradas y me maravillo con la decoración mínimalista y monocomatica que visten las mesas y el escenario. Cada mesa es cuadrada con manteles beige, fuentes artificiales como arreglos céntricos y velas. A la izquierda de la pista se encuentra una mesa con bocadillos salados, mientras que a la derecha visualizo otra con bocadillos dulces. Finalmente, en el escenario se encuentra una orquesta de músicos afinando sus instrumentos, una estatua de cristal que simula una pareja y un micrófono al centro.
-Mi mesa es al fondo.- Susurra cerca de mi oído.
-¿Por un motivo en específico? - sonríe por solo segundos, tanto que es casi imperceptible.
-Claro. - Suaviza su mirada. - De otra forma no podría permitirme hablar con las zorras caza fortunas que vienen aquí creyendo que tendrán la oportunidad de sus vidas.
-¿Por qué siempre hablas así de las mujeres? - Lo encaro claramente molesta.
-Yo solo les doy un título de acuerdo a su actitud. Jamás diría algo así de mis hermanas.
-Siguiendo tu lógica tu título sería similar al de ellas. Vas de mujer en mujer, acostandote con cualquiera que ceda. Eso no te hace diferente.
-Soy un hombre, no es mal visto que tenga una vida sexual activa. - él comienza a caminar y a pesar de querer golpearlo, lo sigo.
-¿Si yo disfruto de mi sexualidad soy una prostituta, si tu lo haces está bien porque Eres hombre? - Tomo asiento al llegar.
-En resumidas cuentas, sí, coincido.
-No creí que ser hombre era tan simple... - Hago comillas en la palabra hombre . - Solo tengo que tratar mal a la sociedad, vivir mi sexualidad imprudentemente y decir estúpideces, nada de eso importa pues al final me van a perdonar y alabar diciendo que soy un dios
-Puedes decirme, ¿quiénes son las que alaban a un hombre con esas características? . - Guardo silencio. - Las propias mujeres.
La pareja que le corresponde sentarse con nosotros aparece, lo que da por terminada la conversación que tuvimos Rainer y yo.
Un golpe duro a mi realidad es que sin importar que tan humillantes sean los argumentos de Rainer, él tiene razón. Si una mujer vive su vida sexual libremente es juzgada y marcada como una prostituta; por el contrario de un hombre que ante la sociedad eso es normal y solo está siguiendo sus instintos. El día que la sociedad sea igualitaria, vamos a avanzar porque sé que las mujeres tenemos más capacidad, no cedemos ante la presión y podemos soportar lo que sea con la finalidad de cumplir nuestras metas. Yo llegué hasta donde estoy por mis propios méritos, luché por mis metas sin importar todos los desplantes y agresiones que soporté.
Sé que no está bien lo que estoy haciendo con Rainer. Acostarme con él y dejar que me manipule cuando se le da la gana no es nada inteligente si quiero defender mi postura; no obstante si fuera al contrario, la sociedad no lo vería mal aunque cabe la posibilidad que si, pero no sería similar. Nadie lo juzgaría en voz alta, ni mucho menos le gritarían que es un prostituto o imbécil, contrariamente lo alabarian y dirían que quieren mi puesto para así pasar un noche con el hombre sexy.
Maldita sociedad machista.
Si yo fuera hombre, sería el hombre.
.....
Tras quedarme sola debido a una intervención de los amigos-socios de Rainer, me encuentro en la barra admirando mi alrededor; es decir, como las personas con poder en la sociedad se comportan en un ambiente al que solo ellas están acostumbradas. Mi vista recae en una anciana de unos sesenta años, quien si mal no me equivoco, he admirado en las noticias de páginas de Internet en donde la acreditan como una de las mejores inversionistas a nivel local, básicamente una eminencia en su clase.
Pienso en las posibles conversaciones que podríamos tener y cómo ella podría ser una mentora para mí en un futuro, por ello, me animo y me dirijo en dirección a donde se localiza. Muchos me han rechazado esta noche, pero hay algo en el ápice de mi corazón que me dice que ella va a darme la oportunidad o el consejo que necesito.
A mitad del camino intercepto a un mozo del que tomo dos cócteles. Una cerca del objetivo, espero el momento adecuado para hablarle y este es cuando una mujer cae al suelo tras doblarse el tobillo. Rio bajo y su vista recae en mí como si yo fuese parte de este mundo.
- Cualquiera sabría que ella caería con esos zapatos inestables. - Suelto al aire haciendo alusión al evento anterior. Ilean Sonríe.
-Las personas son estúpidas por naturaleza, solo hay unas cuantas que usamos el razonamiento. - Ella eleva su mano de manera que intuyo, busca un mozo.
-Una extra y sin haberla probado. - La extiendo para que pueda tomarla.
-¿Perdón quién eres? - Levanto una ceja confundida. - Sí, tu apellido, preciosa.
Titubeo.:
Presentarme como una Greenwood solo va a cavar mi tumba, ella debe conocer a la familia; no obstante dar mi apellido sería aún peor, nadie me conoce y básicamente no existo para una persona como Ilean. Me debato entre hacer lo correcto o mentir, finalmente tras una discusión mental, respondo.
- Olivia Blanchart. - elevo mi mirada al frente.
-¿La novia de Rainer Greenwood? - ríe, lo cual me hace sentir avergonzada-¿Tu novio está por aquí?
-Sí.
-Perfecto. - Sus comisura se elevan. - Llevo días intentando contactarlo para cerrar un par de tratos qué tenemos pendientes. Espero te haya platicado de ello.
-Sí, él lo comentó una vez. - Miento.
Claro que no lo sabía, Rainer jamás mencionó que está por todas partes.
-Vaya que te ganaste el premio gordo, Rainer es jodidamente caliente y millonario que es lo que importa, preciosa.
-El dinero que posee es lo que menos me interesa. -Levanto mi copa y bebo.
-¿Qué haces con él si no te interesa su dinero?
Qué más da si hablo con ella de mis planes, no es un secreto a voces.
- Amor, pero no es suficiente. - Ilean me observa. - Rainer tiene contactos y poder que es lo que necesito. Soy inteligente, tengo un doctorado y varios reconocimientos por mi esfuerzo, solo que para empezar de cero, necesito patrocinadores.
-¿Qué hay de Greenwood?
-Quiero lograr algo por mí, no quiero que el día de mañana todos digan que Rainer me dio bandeja de oro como a...
-Otras incluyéndome a mí. - Sonríe. - Sé lo que es que te ataquen porque lograste algo con ayuda, mi primer marido era marqués y con su ayuda comencé a construir mi imperio. -Bebe de su copa y me observa de arriba abajo. - Hasta la fecha siguen diciendo que el mérito es suyo.
-¿Ha sido difícil?
-Demasiado pero no imposible, mírame, soy una de las empresarias con mayor valor monetario. -Toma mi mano y la analiza. - Yo no puedo trabajar contigo porque eres alguien nuevo y ni siquiera has empezado a promocionarte como deberías. La razón por la que tengo mi imperio es porque no invierto en nadie que no tiene nada concreto.
Mi sonrisa decae. Sé hacia dónde va.
-lo entiendo.
-Tengo que irme, pero espero que en un par de años podamos ser socias. - Asiento intentando ocultar mi decepción. - Si es lo que tú quieres, lo vas a conseguir.
Ilean se marcha sin esperar una respuesta. Sabía lo que estaba haciendo.
Nadie lo tuvo fácil, nunca se debe juzgar el libro por su portada y ella me lo demostró, incluso le agradezco porque gracias a sus consejos, sé que camino debo empezar a tomar...
Un grupo de chicas me toma del brazo y me llevan a la pista, confundida intento no caer que es lo primordial.
-Abre la boca. - Me ordenan.
Veo a mi alrededor, están en círculo esperando con una botella de licor. Sonrío, si no voy a lograr nada, al menos voy a divertirme, no siempre puedo emborracharme en Nueva York.
Abro la boca dejando que expulsen la bebida a ella, trago el licor sin dejar una gota acumulada, todas gritan emocionadas aunque si hay mujeres que nos observan con desagrado.
Sigo bebiendo con ellas y bailando a lo que mi cuerpo le nace, me siento más ligera y viva.
Las chicas empiezan a tomar fotos tomándome a mí en cuenta, hacemos diversas poses divertidas hasta que hay hombres que entran a entrometerse, lo que me hace preferir ir a tomar aire a la esquina en donde se encuentra una fuente.
Camino ahí, mi cuerpo salta exaltado. Las manos de una persona sobre mis ojos me asustan.
-¿Rainer? - interrogo.
Siento unos labios sobre los míos, me asusto por lo que vuelvo a preguntar por Rainer.
-¿Rain?
Su pulgar acaricia mis labios una vez que se separa aun poco.
-¿Rain?
Reitero sin respuesta....
......