📍 𝐓𝐨𝐫𝐨𝐧𝐭𝐨, 𝐂𝐚𝐧𝐚𝐝𝐚́
⏰𝟏𝟔:𝟎𝟎 𝐩𝐦
𝐃𝐀𝐍𝐈𝐄𝐋𝐋𝐀
Después de toda la mañana en la clase de Emma he decidido bajar al gimnasio a entrenar un poco. No me viene nada mal pegarle al saco de boxeo para descargar la energía que tengo, pero sobre todo las malas.
No soy una chica muy expresiva, prefiero guardar mis sentimientos para mí, no creo que vaya a confiar en nadie de aquí adentro, excepto en una persona. Al fin y al cabo, todos queremos conseguir el mismo objetivo que es llegar a ser el primero y con ello ganar mucho dinero y prestigio.
La verdad es que no se me dan nada mal las pruebas, creo que no son nada duras, solo nos hacen sufrir tanto emocionalmente como físicamente para que explotemos y demos lo mejor de nosotros, pero a mí no me hace falta nada de eso. Con todos los años que estuve en el ejército y todas las pruebas que tuve que pasar para mí esto es solo un pequeño juego. Se que puedo llevarme al límite, pero lo peor es que puedan conseguirlo ellos. Estoy intentando dejar mi mente tranquila y en paz, simplemente relacionándome con los demás para que todo sea más llevadero y sencillo, pero sé que a ninguno les voy a coger cariño.
Tengo una estrategia que es relacionarme con todos y crean que pueden contar conmigo en cualquier momento, pero no es así, cuando se encuentren en su punto más débil es cuando atacaré y ganaré la batalla. No todo deben ser risas.
Me acerco a unas baldas que hay en la parte derecha, cojo una caja donde están los guantes de boxeo y me pongo unos de mi talla. Vuelvo a dejar todo en su sitio solo que con un par de guantes menos.
Me adentro en la sala de boxeo y lo veo entrenando, sonrío mientras me apoyo en el marco de la puerta. Recuerdo cuando entrenábamos juntos para poder entrar en el ejército. Ambos éramos menos musculosos y más torpes, pero la práctica hace al maestro y es la verdad. El roce nos llevó al cariño y no sé cómo nos adentramos en unos meses de pura pasión y amor. Ambos salimos reforzados de esa relación hasta que decidió terminar, pocos meses antes de entrar aquí. Para mí fue una sorpresa verlo, no sabía que él iba a estar aquí, pero no estoy segura de que él no supiera que yo iba a estar.
Nos pasábamos las tardes y noches juntos, por un lado, entrenábamos juntos, esforzándonos y animándonos en los peores momentos. Nos ayudamos a no dejar la toalla, nos prometimos que cuando uno se rindiera el otro lo ayudara a levantarse, y eso fue lo que hicimos. El mismo día decidieron evaluarnos, pero por separado, cada vez que necesitaba apoyo lo encontraba en sus ojos, me miraba con una energía especial y distinta a todas las que otra persona podía darme. Pero por el otro, la pasión de ambos en la noche se desataba, solo estábamos, él, yo y una cama.
Montamos un gran festín con nuestros amigos para celebrar que entramos en el ejército, pero no duró mucho la alegría cuando nuestro primer destino fue diferente. Nuestras vidas se separaron hasta varios años después. Se celebró una fiesta por la jubilación de uno de nuestros instructores, y ahí estaba él, vestido con unos vaqueros y una camiseta de mangas cortas negras a juego con sus zapatillas. Esa noche la pasión se volvió a despertar entre ambos, nos dejamos llevar por el baile de nuestros cuerpos y el hambre carnal.
A raíz de ahí estuvimos los meses de verano juntos, nuestra relación no se definió, pero cuando él se tuvo que ir nos volvimos a separar hasta el primer día en el aeropuerto, cuando lo vi no me lo podía creer. Pero sin duda era él, el primer día me citó en su despacho para que lo nuestro no saliera a la luz, no quería que nadie supiera que habíamos sido pareja y yo respeto su decisión.
—Debes centrarte en la respiración, la tienes muy acelerada— camino sonriendo hacia él. Levanta su vista a la vez que agarra el saco de boxeo con las dos manos para que deje de tambalearse.
—¿Hace cuánto que estás aquí?
—El suficiente como para comprobarlo— sujeto el saco con las dos manos una vez me pongo detrás de él —vamos, empieza de nuevo.
—El boxeo era mi especialidad, no la tuya— sonríe levemente antes de hacerme caso y empezar a darle golpes.
—Muy bien, ahora no pareces un novato— el sudor comienza a bajar por su frente a la vez que sus músculos se van tensando por la dureza que sienten sus manos al golpear el saco.
—Eso de ser novato pasó hace ya mucho tiempo— deja de golpearlo, coge una toalla y se seca el sudor, se sienta en el suelo apoyando su espalda en un banco.
—Bueno pues justo hace un momento lo seguías pareciendo— me siento a su lado mirándolo —¿qué tal el día?
—Pues la verdad es que un poco agotador, no he parado en toda la mañana, y aún me queda toda la tarde. Hemos estado programando las siguientes pruebas, a Emma no le parece bien que todas tengan el mismo porcentaje de evaluación, quiere que la suya se la que más valga porque cree es la más importante.
—Dion sabes que no te beneficia estresarte tanto, intenta que esto no te lleve, que seas tú quién lo lleves— río leve— Emma me cae bien, creo que voy a correr a decirle que cierto instructor habla mal de él— me da un pequeño golpe en el hombro.
—No es eso, simplemente que no pensamos igual. Todas las pruebas que hacéis son importantes, no valen unas más que otras —se encoge de hombros— todas se complementan y debéis de pasarlas con buena nota, sino no tendría sentido esto.
Asiento y miro al frente. Estar con él me trae muy buenos recuerdos, espero que a él también, porque sin duda fuimos la pareja perfecta.
—¿Puedo preguntarte algo? —asiente mirándome de nuevo— dime la verdad que te conozco lo suficiente como saber cuándo mientes y cuándo no.
Levanta sus manos— no voy a mentirte.
—¿Lo nuestro se acabó porque supiste que yo iba a venir como alumna y tú como profesor? —niega.
—No, para nada. Lo nuestro se acabó porque se tenía que acabar, teníamos destinos diferentes.
—Me alegró mucho verte en el aeropuerto —sonríe pasando un brazo por mis hombros y acercándome a él para que lo abrace.
—A mí también, aunque no lo demostrara.
Me separo a los segundos al verle el tatuaje. Lo miro de arriba a abajo, no puedo creerme que se lo hiciera, llevaba meses dudando y por fin lo tenía tatuado para siempre en su brazo.
—No puedo creerme que te lo hayas hecho — lo miro sonriendo.
—Al final me atreví, ¿te gusta? — pasa sus dedos por su antebrazo tocándolo suavemente. Se ven dos figuras, una más pequeña y otra más grande, sin duda su amor por su madre se refleja perfectamente, jamás se va a arrepentir de eso.
Se levanta, coge la toalla, los guantes y se dirige hacia la puerta, pero no sin antes despedirse de mí con un guiño y con una frase que me deja descolocada "tú puedes con esto, estoy segura de que vas a ser la primera".
Se que él me va a proteger mientras esté aquí, fui muy importante para él y él para mí. Cuando tenga que echarme una mano lo hará, pero no voy a ponérselo fácil, la que me voy a cuidar soy yo, y la que va a pasar las pruebas por mi trabajo y esfuerzo voy a ser yo.
...
⏰𝟏𝟗:𝟎𝟎 𝐩𝐦
Después de tres horas intensas de boxeo, comba y rocódromo me siento con la espalda en la pared a reponer fuerzas.
—¿No descansas ni un momento? — niego mirando a Raven.
—Un minuto descansando es un minuto menos para descansar.
Se sienta a mi lado sonriendo, coge una botella de agua y me la sostiene delante —para que te hidrates.
—Gracias— la cojo y bebo— ¿estás bien?
—Bueno la verdad es que no, estoy un poco preocupado.
—¿Por qué? Sabes que puedes contarme lo que quieras.
—Hace unos días estaba con una persona en el baño... haciendo cosas íntimas— su voz sale con poco volumen y temblorosa —hay algunos rumores de que nos han pillado. Y tengo miedo de que esto nos perjudique en las pruebas.
Hago una mueca el escucharlo, ¿cómo va a afectar eso en las pruebas? Además, son rumores, sé que Dion no tiene en cuenta nada de la convivencia que tenemos aquí dentro, por lo que los demás instructores tampoco. ¿Por qué tengo la sensación de que no tiene miedo por eso sino por otra cosa? ¿Por la persona con la que ha estado? No creo que haya sido una de las instructoras, en ese caso sí que se metería en un buen lío.
—Escúchame Raven, no tienes que preocuparte por eso, aquí estamos muy pocos y aburridos, pueden inventarse cualquier cosa y que no sea verdad. Además, solo nos evalúan por las pruebas que realizamos, nadie va a tener cuenta quién se relaciona con quién. No eres el único que mantiene relaciones sexuales aquí, así que no te preocupes, en ese caso yo te defenderé, de verdad que no tienes que preocuparte por eso— sonríe mientras me lo agradece.
Comenzamos a hablar de tema tribales, para conocernos mejor y poder sacarle algo más de información, porque si yo corro peligro en algún momento no voy a dudar en soltarlo.