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By Roo_943

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Me llamo Maia Cash. Bueno, como ya me presente les voy a hacer una pregunta muy pero muy simple ¿Alguna vez s... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
capítulo 12

Capítulo 9

158 110 61
By Roo_943

Borrador.

¡Al fin estábamos de vacaciones! Lamentablemente esas vacaciones solo duran dos semanas pero bueno algo es algo ¿No? Iba a aprovechar esas vacaciones para dormir, leer, pintar y dibujar… pero especialmente lo iba aprovechar para dormir y para olvidarme por unos días de esa realidad de mierda en donde vivía , iba aprovechar para hacer un viaje astral e irme a mi mundo de fantasía… Al menos en ese mundo era feliz y siempre cumplio mis sueños y metas. La familia me apoyaba, no como en esa estúpida realidad en donde ninguno me apoyaba. En realidad no recuerdo que algún familiar apoyara a otro. Siempre me sentí como una mierda con ellos, me sentía nadie con ellos, sentía que no era nadie. 

Estúpidos, espero que nunca nos pidan nada.

Ahora vayamos a lo principal.

Seguramente se están preguntando qué pasó después de que acepté que Lucas me acompañara a casa, bueno, la verdad verdadera es que no pasó nada. Repito. No Pa- So Na- Da. ¿Queda claro? 

Solo me acompañó a casa, por el camino me lo pasé retandolo por el susto que me dio y él no dejaba de quejarse de sus ojos rojos e hinchados. Llegamos a mi casa y le ofrecí que pasara para que se lavara la cara pero el muy terco no quiso, decía que no le dolía pero cuando me volvió a repetir que por décima vez que no le dolía lo agarre del brazo y lo entré para adentro. Lo obligué a que se lavara la cara pero como el cara de perro se negaba lo amenacé a que si no se lavaba le iba a echar devuelta el gas pimienta en los ojos, hasta que finalmente aceptó agarrañentes. 

Pobre chico.

Callate.

Pues… estoy diciendo la verdad. Pobre, tuvo que aceptar lavarse la cara porque lo amenazaste.

Me chupa un huevo.

Se lavó la cara.

—¿Estás feliz?  —me dijo mientras se secaba la cara con la toalla que le había dado hace unos instantes.

—Si —dijo sacudiendo la cabeza —¿Te sigue ardiendo? —le pregunté mientras me sentaba en una de las sillas de la mesa.

—Si, ya no me arde ¿Dónde la dejo? 

—Dejala en la silla —colocó el toallón en la espalda de la silla y se sentó. 

—¿Es tu primera vez? —lo quedé mirando con cara de qué carajos estás hablando _Si es la primera vez que usas el gas pimienta ¿Qué pensaste qué pregunté?

—Nada, nada —negué con la cabeza. Era obvio que había pensado en otra cosa —. Si es la primera vez que le tiró gas pimienta a una persona —hablé en un tono calmado y tranquilo.

—y lo decís tan tranquilamente.

—¿Y cómo quieres que lo diga? —enarqué una ceja —Aparte, te lo vuelvo a repetir, te lo merecía por el susto que me diste. 

Solo pasó eso, hablamos un rato y luego se fue. 

Le pregunté a Sara cómo se encontraba y me dijo que estaba bien Y que seguía viendo bien, eso es una buena noticia para que si le pasaba algo me iba a sentir culpable de por vida.


 Y como siempre era la primera en llegar, ahora  sólo tenía que esperar a que lleguen  todos

Tic Tac Tic Tac Tic Tac Tic Tac de esa manera hubiera sonado si hubiese tenido un reloj puesto pero en cambio escuchaba la campana de la iglesia, que se encontraba al frente de la plaza, dando a entender que ya eran las trece horas.

Ya habían pasado como veinte horas desde que yo ya estaba y ninguno de los pelotudos no aparece. Mandé un mensaje al grupo de whatsapp preguntado en dónde estaban y si les falta mucho  pero ninguno me contestó.

Ojalá se caigan.

Ojalá conciencia, Ojalá.

Decidí que hasta que mis queridos amigos y compañeros aparecieran.

Dar unas vueltas por ahí. Me levanté del cordón (o como mierda se llame) y empezó a sonar mi celular la revisé y encontré un mensaje de Hernán diciendo que ya bajaron del colectivo y que se estaban dirigiendo hacia la plaza así que decidí volver a sentarme y esperarlos.

Cuando al fin llegaron saludé a cada uno con un beso en la mejilla una vez que nos saludamos empezamos a caminar hasta un local de comida rápida. Primero fuimos a una pizzería la más cercana de la plaza y encargamos una grande de Mitad mozzarella y Mitad tomate porque a la dedicada de Dina no le gustaba el tomate. Tardaron como cien años en entregarnos la pizza.

Después fuimos a otro local para comprar una caja de  papas fritas familiar. Una vez que ya tuvimos la caja de pizza y la caja de papas fritas compramos una gaseosa y caminamos de vuelta hacia la plaza en dónde nos encontramos, colocamos la caja de pizza en el medio de nosotros y la caja de papas fritas en el medio de la espalda del banco. Mientras comiamos planeamos a dónde ir después del almuerzo. 


Decidimos ir al shopping antes de entrar metimos la casa de papá fritas en la mochila de Uriel. Apenas entramos nos dijimos a la cartelera del cine —al pedo porque no teníamos plata como para entrar a ver una película —fuimos a segundo piso por la escalera mecánica y no pusimos a ver los precios de las bebidas calientes de un local y la verdad que estaba un "poquito" caro. Decidimos  salir a la terraza a sentarnos por más que enredó nos cagaran a pedo por no estar consumiendo nada. Los chicos estaban hablando del partido de anoche mientras que Dina me hacía una seña para que nos levantemos del lugar, me levanté al mismo tiempo que ella y nos dirigimos al baño, se quería sacar algunas fotos frente al espejo, de quinientas  fotos solo le gustaron tres. Al salir del baño me detuve en un local que estaba justo cerca de los baños, era un local de juegos.  Dina y yo nos quedamos mirando un rato, las dos teníamos  la misma idea. Entramos al alcalde los juegos y hicimos fila para comprar la tarjeta, le cargamos crédito y salimos afuera a buscar a los chicos.

Alex fue el primero en levantarse del asiento pero se cayó al piso al hacerlo y todas las personas presentes se quedaron mirando, me sentía  incómoda cuando un desconocido nos quedó mirando, se levantó avergonzado y un poco más salí volando del lugar.

—Ya estás haciendo lío, Alex —bromeó Hernán. 

—Que sin querer —se defendió  aún avergonzado por lo que acaba de pasar.

—Dalen, levántesen. quiero ir a los juegos —habló Dina.

—Queremos —aclaré. 

— Bueno, esperen. No sean tan emocionadas. No ven que estamos teniendo una charla de hombres —Señaló a los chicos y yo puse los ojos en blanco.

Lisandro y Uriel se levantaron de sus lugares.

—Vamos —habló Lisandro.

—Si, vamos. Quiero jugar a los juegos de las máquinas —habló Uriel caminando para volver a entrar adentro.

Una vez dentro del local de los juegos nos pusimos a jugar al tejo tres contra tres, Hernán, Lisandro Y Uriel contra nosotros tres. Tuvimos un empate. Cuando terminamos de jugar al tejo, jugamos a los juego de máquinas, luego jugamos a los bolos y a todos los juegos del local. Tuvimos que cargar crédito siete veces.

—¿Nos sacamos fotos en la máquina? —preguntó Dina viendo que sólo quedaban cien pesos de saldo en la tarjeta. 

Nos acercamos a la máquina de fotos que se encontraba justo en la entrada del local entramos los seis nos acomodamos y apretamos el botón para que la máquina tomará la foto. Para la primera foto ponemos caras bobas, en la segunda sacamos la lengua, para la tercera pusimos  los ojos en blanco hacia la misma dirección y para la última foto sonreímos. Como nos dieron dos tiras decidimos que lo mejor era que Lisandro se quedará con una y yo con la otra.

Después de un buen rato bajamos al primer piso y entramos al hipermercado  empezamos a recorrer cada pasillo en un momento Alex casi tira un stand de vinos el pobre se comió un puterío de todos.

Metimos las latas de energizantes en el canasto azul que agarramos al entrar al hipermercado.  

—Quiero palitos salados, Mai —me habló  Alex mientras salíamos de la zona de  snake —¿Me compras? —me estiró de mi brazo.

—Comprate vos. Vos queres, no yo. 

—Pero yo ya me estoy quedando sin plata, Dalee —y me empezó  a mover de un lado a otro —daleeeeeeeeeee.

—Ya pareces un nenito.

Para que me dejará  de romper las pelotas y para que se callara de una maldita vez agarré un paquete de palitos salados y la metí en la canasta que llevaba Lisandro.

Dina y  los chicos lo volvieron a mandar a la mierda por estar rompiendo tanto las pelotas.  Le dimos la plata a los chicos para que pagarán las  seis latas de energizantes  y un paquete de palitos salados. Una vez que pagaron se acercaron a nosotros que estamos al otro lado de las cajas registradoras.

—¿Qué pasa Li? —le pregunté  —tenes cara de asustado.

—No encuentro mi celu —habló en un tono serio.

Nos pusimos en modo alerta.

— ¿dónde lo viste por última vez?

Antes de responder pensó.

—Se lo di a Uriel —lo miró como diciendo ya dame mi celular —para que me saque unas fotos mientras jugábamos.

—Si, pero te lo dije cuando te pusiste a jugar a las carreras.

 Subimos rápidamente arriba y entramos al local de los juegos, cómo uno desesperado nos separamos y le preguntamos a las personas presentes si habían encontrado un celular blanco con funda de Marvel. En un momento Lisandro nos comentó que una chica le dijo que un hombre encontró un celular y que lo dejó en el mostrador dónde se encontraban dos personas trabajando.

Él se dirigió hacia allá y nosotros lo seguimos con la mirada, vimos cómo le preguntó a una chica que estaba en el mostrador con su uniforme de trabajo y tenía el  cabello recogido,  pudimos escuchar como preguntaba si alguien había dejado un celular y ya está le preguntó cómo era y blablabla hasta que finalmente se lo entregó. Mientras salíamos del shopping abrimos nuestras latas de energizantes  y las bebimos mientras caminábamos hacia la parada para acompañar a Lisandro y Uriel a que tomaran su colectivo para que se dirijan a sus casas. Nos despedimos de ellos  y luego nosotros seguimos caminando hacia la plaza en dónde nos habíamos encontrado y ahí nos quedamos un rato sentados hablando de cosas sin importancia y luego cada uno nos dirigimos a nuestras  casas.

Seguramente se están preguntando quiénes son Lisandro, Hernán y Uriel ¿No?

Lisandro y Uriel eran nuestros compañeros de clases los dos estaban en el equipo de fútbol de la escuela Lisandro era Arquero y Uriel delantero ellos dos eran amigos de Hernán, Hernán era un amigo, él iba con nosotros a la escuela pero se tuvo que cambiar de escuela por problemas económicos, el también  jugado en el equipo de la escuela si no me acuerdo mal jugaba de delantero como Uriel. 

Esa salida me hizo sentir bien y me hizo olvidarme de mis problemas por un momento. Creo que a veces es bueno salir y despejarse un rato. Así que ya saben si se quieren olvidar de sus problemas salgan un rato y disfruten los momentos.

   En la primera semana de vacaciones me la pasé durmiendo, excepto el día que me junte con los chicos, ese día me levanté temprano para poder hacer las cosas tranquila, también me la pasé en la casa de mi madrina.  La segunda semana me pasé  casi todo el tiempo con Sara, porque según ella no pasábamos  tiempo juntas (una mentira absoluta porque prácticamente casi todos los lunes o viernes  nos juntábamos para la clase de italiano) en el fondo sabía que solo me estaba utilizando para que la acompañara hasta la casa de su novio. 

Como vos que la utilizaba para saber cosas de Lucas.

¿Qué yo qué? ¡Mentira! Sólo aceptaba pasar tiempo con ella porque estaba cansada de estar en mi casa. 

Seguro.

Nos encontrábamos en el garaje de la casa del novio de ella. Viendo como los chicos ensayaban para tocar en algún bar o restaurante o en cualquier cosa en donde le paguen o le den comida gratis. 

Solo esperaba que no volvieran a tocar esa estúpida canción que casi me hizo salir corriendo la otra vez. 

Mientras que no la toquen todo va este bien. 

Terminaron de tocar y con Sara aplaudimos.

—¿Qué les pareció? —preguntó Maxi.

—Horrible, pésimo, todos tocaron horribles, excepto vos mi amor —Sara se acerca a Fernando con los brazos abiertos para rodearlo y plantar  un beso en la mejilla.

—A nadie le interesa tu opinión, Dinosaurio —le dijo mirándola. Ella solo puso mala cara  —¿Qué te pareció Maia?

—Bien.

La verdad es que estuvieron bien, tocarón bien, Fernando cantó bien y los chicos también. Todo bien, todo good.

—¿Qué estuvimos bien? —abrió los ojos dejando ver por completo sus pupilas color miel —¿Solo eso vas a decir? 

—¿Y qué quieres que diga? —me encogí de hombros.

—No se, que estuvimos genial o algo parecido ¿No?—se acercó Bruno y colocó un brazo en el hombro de Maxi, estuvo a punto de decir algo pero alguien le interrumpió.

—O podes decir la verdad, que todos tocaron y cantaron  para el culo, pero el único que lo hizo bien y genial  fue Lucas o sea yo —Lucas se metió en nuestra conversación y se paró a lado  de Bruno.

—Los cuatro estuvieron bien. 

 —Del uno al diez ¿Cuál es el puntaje que nos pones?—Fer se unió a la conversación.

Pensé antes de responder. 

—Ocho llegando a nueve.

Los presentes se quedaron con la boca abierta ¿Había dicho algo malo? ¿Acaso no era bueno lo que dije?

—Pues para mi —se señaló —ustedes —apuntó a Máxi, Bruno y a Lucas —tienen cero, un enorme cero y vos —miró a Fernando —un diez —y le volvió a dar un beso en la mejilla y este solo sonrió.

Los demás empezaron a quejarse por mi puntapié porque no había dicho diez. Pero bueno… Hasta que yo no los viera tocar en algún lugar público no pensaba subir el puntaje. Porque una cosa era que tocaran en un garaje y sin público y otra cosa era que tocaran en un lugar público con personas mirándolos, escuchándolos, poniéndolos nerviosos  con sus miradas, esperando a que cometan algún error para echarse a reír en sus propias caras, un error que puede cometer cualquier ser humano.


—¿Qué? ¿A La Costa? Y lo dices sin tiempo de anticipación —habló Bruno enojado.

—Lo estoy diciendo con un día de anticipación —se defendió  Sara cruzándose de brazos.

La mayor de Sara y Manuel el novio de Samantha se iban de viaje a La Costa y mi amiga les preguntó si nosotros podíamos ir con ellos a lo que aceptaron. La cosa es que Sara lo había preguntado hace un mes atrás cuando su hermana y su cuñado estaban organizando el viaje y los chicos se enojaron con ella porque les avisó esa misma tarde. 

Si a mi me avisaron un día antes también me enojaría.

Te recuerdo que vos también estás invitada.

Y yo te recuerdo que no  iré.

¿Por qué No? Seguro que va a ser un viaje divertido.

Porque no quiero.

Y si Lucas acepta ir ¿Irías?

ya te dije que no hables de él, me lo quiero olvidar.

Sigo sin entender porque te queres olvidar de él.

 Ya te lo dije, me quiero olvidar de él porque yo no le gustó.

¿Y cómo sabes eso?

No lo sé simplemente... Acaso no ves un chico hermoso y guapo Es inteligente y tiene talento ¿acaso pensás que se va a enamorar de alguien como yo? Una chica que solamente es linda con maquillaje que sufre de la presión que intentó suicidarse más de una ocasión, una chica que gorda.

No estas gorda. Estás flaca.

Una chica que no tiene  futuro ¿acaso pensás que se va a enamorar de  alguien así? Pues no...

No lo sabrás si no lo intentas.

Cállate, por favoooooor.

—¿Qué? —le pregunté.

—No estabas escuchando ¿verdad? —negué  con la cabeza —estaba preguntando qué opinas sobre el viaje.

Ahhh, sobre eso me estaba preguntando.

—Eh, que la idea esta buena, tienen que ir a descansar, se tienen que...

—¿tienen que ir? —me interrumpió Sara, se acercó a mí y me agarró del brazo —te recuerdo que vos también estás invitada.

—Sabes que —me volvió a interrumpir.

—Por favoooor —se acercó a mí y me empezó a agitar  de acá para allá.

—¿No quieres ir? —me preguntó Maxi.

—No —negué con la cabeza.

—¿Por qué no? —preguntó Lucas —Acaso no te gustaría descansar unos días en la arena o tenes miedo que el mar te llegue hasta el océano —dijo de manera burlón, lo miré  de mala manera.

—Lo pensaré y luego les digo.

—Eso es un sí —dijo Sara soltandome del brazo.

—Dije que lo pensaré, nunca dije que si.

—Pues para mi —se apuntó a ella misma —es un sí iré de viaje con ustedes.

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