Intento tomar una siesta obligada en lo que el celular suena. Cada que suena se me eriza la piel, me palpita un poco más rápido el corazón. Odio cuando llega una llamada del hospital, con malas noticias.
He regresado del hospital hace un rato. Después de que todos estuviéramos allí por más de 24 horas, me obligaron a ir a casa a descansar, todos se pusieron de acuerdo en ello, fue imposible negarme... "Por el bien de tu bebé".
Apenas es medio día, los niños están en casa al cuidado de Greta ya que no fueron al colegio, solo les dije que debíamos tomarnos el día libre y descansar. Una excusa, se supone que les diría sobre la situación de su padre pero, mis síntomas me están enloqueciendo.
Las náuseas me destruyen, mi cabeza duele todo el tiempo, y no existe un solo plato de comida que me apetezca. He de admitir que parte de ello se debe al embarazo, aunque hay otra gran parte que tiene que ver con el estrés que manejo.
Estiro mi brazo hacia la mesa de noche y mis nervios no se disipan cuando veo el nombre de Mark en la pantalla, no tardo dos segundos en contestar.
- ¿Qué pasó?. - Pregunto en lo que me siento de un brinco.
- No, nada, nada aún. Solo quería saber cómo estás y... llamaron de Hera.
Me paso la mano por el cabello imaginándome lo que dirá a continuación.
- No iré a ningún sitio. - Le advierto.
- Dicen que nos necesitan para una junta de urgencia.
- Me importan tres tomates verdes. Yo ya no sé cómo puedo seguirle aportando a la empresa y realmente no estoy en condiciones de sentarme en una junta ahora mismo.
- Lo sé, he dicho que no podemos, solo quería avisarte.
- Mark... ¿tú crees que mi presencia allí sigue siendo importante?.
- Ellie, pasa que Thomas te contó a ti todo con lujo de detalles, y te lo dijo como nunca se lo había dicho a nadie, desde su corazón, te contó su sueño. Tú presencia es importante no solo por esa información, eso es lo de menos; tu presencia es importante porque tu eres la única que conoce el enfoque real de Thomas, y tu opinión es decisiva.
- Lo entiendo, pero, de verdad no puedo más Mark. Yo confío en ti y sé que Thomas también, así que te daré mi voto en la junta.
- Ellie, eso, no... - Musita aterrado, yo le interrumpo.
- No puedo, te juro que no puedo y mi bebé merece que lo cuide, mis hijos también.
- Okey... Lo entiendo. - Dice finalmente.
- Gracias. Igual sabes que por llamadas puedo resolver tus dudas y servirte de ayuda en lo que necesites, pero, eso es todo.
- Lo sé Ellie, no te preocupes.
- Estoy como una mierda pero, gracias por llamar. - Regreso a su primera pregunta. - Tú también deberías descansar, junto con Sisi y Amy. El doctor Bing llamará si hay novedades.
- Será difícil. Descansa.
- Igual.
Cuelgo la llamada y dejo el celular de nuevo en la mesita de noche.
Voy a disponerme a acostarme de nuevo en lo que Amelia entra a la habitación, se posa frente a mi.
- Mami...
- ¿Todo bien cariño?. - Pregunto al notar gran preocupación en su gesto.
- Me dijo mi compañero de clase que vio a Baloo, ¡dijo que lo vio!. ¡Tenemos que ir!.
Desde el incidente, Baloo desapareció.
Digamos que en el momento nadie se preocupó por el perro ruidoso, y se quedó en la calle. No ha aparecido desde entonces. Y esto fue agregarle una preocupación a los niños.
Baloo es como su hermano favorito, han puesto letreros por todo el vecindario y los alrededores, hemos salido un par de veces, algunas de esas han ido con Greta, pero, es difícil darle algún tipo de prioridad a Baloo en este momento.
El perro ha sido visto al menos 15 veces por compañeros de los niños, y si soy sincera, no confío mucho en esas fuentes, aún así hemos ido un par de veces a buscarlo.
He hecho lo que puedo, pero a veces simplemente... no puedo.
- Emi, no puedo ir a buscar a Baloo ahora. - Le digo, ella hace un puchero.
- Por favor... mami.
- Debo descansar Emi, no me siento muy bien. - Le explico.
Ella frunce el ceño.
- Parece que te fuiste junto con papá. ¡Nunca estás!.
Me quedo un poco aterrada por su tono. Pero, tiene razón, sin Thomas he perdido una parte de mi. Y he intentado ser una buena madre, pero es innegable mi ausencia, aunque esté aquí, no me siento en ningún sitio.
Estoy a la deriva.
Thomas es mi salvavidas.
- Siempre he estado para ustedes. - Le digo en el mismo tono que empleo para hablarles. No miento.
- ¡No es cierto!, estamos siempre con Greta o con las tías y cuando estamos contigo solo estás triste.
- Estoy triste Emi.
- ¡Nosotros también!. Por eso tenemos que cuidarnos entre nosotros, no separarnos.
Me quedo en silencio.
Mi hija de 10 años me ha dicho lo que es obvio y nadie nunca, (en los intentos de regresarme a la realidad) se atrevió a decir.
Y entonces lo entiendo.
- Bien, vamos. - Me pongo de de pie y tomo su mano para ir fuera de la habitación.
Encuentro a Ethan en el salón leyendo un libro y a Katie dibujando en la isla de la cocina mientras Greta prepara la merienda.
Los reúno a los tres en el salón, ellos se me observan desde el mismo sillón gris donde caben con espacio de sobra.
Me ubico de pie mirándolos decidida.
- Se que últimamente no he sido la mejor madre de todas, sé que están tristes, que extrañan a su padre, que se preocupan por Baloo. Pero deben saber que yo me siento igual. Y les he ocultado muchas cosas, las mismas que les voy a contar ahora mismo para que me entiendan, para que estemos en el mismo nivel y podamos ayudarnos entre nosotros. ¿Está bien?.
Ellos asienten. No tienen mucho más que decir ahora mismo.
Mi cabeza da vueltas y siento de nuevo náuseas. Tomo una gran respiración intentando disiparlo y regreso a ellos.
Justo ahora estoy de pie porque me siento muy inquieta como para querer sentarme.
No sé ni por donde empezar, debo pensarlo un par de segundos.
- Hasta hace un par de minutos estaba a cargo del proyecto en el que su padre trabajaba en Nueva York, porque él no está y debe haber alguien allí que lo reemplace. Esa persona era yo, por eso debía irme a esas reuniones en Hera todo el tiempo, y si se lo preguntan, no, no quería estar allí.
- ¿Ya no vas a volver? - Pregunta el mayor.
- No cariño, le dije al tío Mark que no podía volver porque tenía que cuidar de mis hijos. - Él asiente al parecer satisfecho. - De mis cuatro hijos... - Ellos parecen no entenderlo, yo trago saliva nerviosa. - Niños, estoy embarazada. - La emoción en mi tono es escasa y por un momento me siento mal. No es como me gustaría que me dijeran que voy a tener un hermano.
Aún así, sus caras de sorpresa me conmueven. Se miran entre ellos, luego a mi.
- ¿Vamos a tener un hermanito?. - Katie es la primera en hablar, parece que se le saldrán los ojos. Y su sonrisa casi llega a sus orejas cuando le respondo.
- Así es, está creciendo en mi panza.
- ¡¿Cuando nacerá?! - Pregunta Amelia emocionada.
- En algunos meses.
Ethan parece despertar de su shock y es el siguiente en preguntar.
- ¿Papá lo sabe?.
Niego con la cabeza.
- Lo supe el mismo día en el qué pasó todo esto cariño, nunca lo supo. Se lo dije ayer pero, no sé si eso cuenta. - Siento un nudo en la garganta, la voz me sale en un hilo. - Me hubiera gustado que estuviera junto a mi en este momento.
Ethan se pone de pie y me sorprende cuando me estrecha entre sus brazos.
- Seguro se pondrá muy feliz cuando se entere. Y no debes preocuparte mamá, te vamos a cuidar.
Un par de lágrimas silenciosas brotan de mis ojos, poco después se unen al abrazo un par de pequeñas.
- Y a nuestro nuevo hermanito. - Asegura Emi.
No sé por qué me tardé tanto en decírselos. Siento que se me ha quitado un piano de encima.
Katie, mientras tanto, acaricia mi vientre. Yo me aparto un poco para levantar mi suéter dejando a la vista el hogar temporal de su hermanito.
- ¡Se te nota! - Ethan se ve sorprendido mientras la niñas me llenan de besos la panza. - ¿Ya se mueve?.
- Si pero aún es muy pronto para sentir sus movimientos.
- ¿Es niño o niña? - Pregunta la menor.
- No lo sé aún. Pero luego les mostraré las fotografías que sacaron los doctores del bebé.
- Hola bebé, ¡soy Amelia!. Y ella es Katie y él más grande es Ethan. No podemos esperar a conocerte. - Emi habla a mi ombligo causándome gracia, a la vez me conmueve.
Dios, ya de por si tengo mil razones para llorar, pero embarazada todo es una razón para llorar.
Aunque podría justificarlo en este momento, me siento feliz, pero no del todo, es un sentimiento agridulce. Falta Thomas.
- Niños. Tengo que decirles algo más. - Me sale casi inaudible, ellos me escuchan y me miran curiosos, preocupados por mi gesto. No puedo disimular el vacío que siento.
Les indico que se sienten de nuevo y me arrodillo en la alfombra para tenerlos de frente.
- ¿Es papá?. - Pregunta Ethan en un hilo de voz.
Hasta ahora me percato que las lágrimas que brotan de mis mejillas lo hacen una tras otra, con desesperación.
- Así es, cielo. - Tomo su mano con mi derecha, luego la de Katie y Amelia con mi izquierda. - Les dije que les diría la verdad. Respecto a papá también les dire la verdad. - Bajo la cabeza un momento para comprimir un sollozo.
¿Cómo se hace esto?
¿Cómo les digo que ahora su padre también podría irse como su madre?
Que probablemente deban pasar por ese sufrimiento de nuevo.
Daría mi vida ahora mismo para evitarlo. Haría lo que fuera.
Lo que fuera.
Levanto la cabeza tomando aire.
- Ayer desaparecí todo el día porque el doctor de papá me llamó en medio de la noche para darme malas noticias. - Suelto con dificultad, Ethan ya ha empezado a llorar mientras Katie y Amelia se ven consternadas.- Mis niños, papá está muy mal. El doctor dijo que... - Siento que me derrumbare antes de poder terminar. De nuevo tomo aire. - Dijo que deberíamos despedirnos de él.
Jamás en toda mi vida me había costado tanto decir un par de palabras. Nunca me había sentido tan mal, tan impotente.
Lo único que me queda por hacer es consolar a mis hijos en el momento en el que se derrumban en mis brazos. Apenas si tengo fuerza para sostenerme a mi misma pero lo hago, les aseguro que estaremos bien, les aseguro que papá los ama y que siempre lo tendrán en su corazón, les explico que debemos cuidarnos entre nosotros, que debemos ser fuertes. Pero nada ayuda.
Ellos dicen que lo necesitamos, dicen que lo quieren ver en casa, dicen que lo extrañan, dicen qué no hay de que preocuparse, que él despertara. Dicen que su hermanito debe conocerlo. Dicen que están cansados de todo esto.
Yo también.
Nunca me había sentido así. Nunca me había sentido tan impotente, tan derrotada.
Dios Thomas, ¿por qué nos haces esto?
Daría lo que fuera por ahorrarle el dolor a ellos, vivirá mil vidas de tortura para hacerlo.
Les confieso qué estoy triste por ellos.
Hoy no haré preguntas, pueden llorar conmigo.
¡Besos!
Sophie Lenom