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[Sam]
La claridad del día, me hace abrir los ojos. Me remuevo entre las sábanas, pero algo me impide darme la vuelta. Abro los ojos de golpe, al sentir entre mis manos un brazo sobre mi cadera.
Los latidos de mi corazón se me hacen presentes, al recordar que estoy durmiendo con Ethan.
Trago duro, con un cosquilleo en mi estómago, cierro los ojos por un instante, asimilando mi nueva vida.
Repasamos, Samantha, ahora eres Luna de un pueblo. El cual sus habitantes son lobos. ¡Todos!
El día de ayer Ethan con los demás, dimos una vuelta para que conociéramos nuestro nuevo lugar.
Cada persona fue muy amable conmigo, con sonrisas y abrazos sinceros. Cada hombre, mujer, niños y ancianos, me dieron muchos regalitos. Los guarde un cajita especial.
La manada Yellow Forest, me impresionó, tiene lo que se necesita, nada les falta. Ethan es un gran Alfa.
Jamás en mi vida me vi así, siendo pareja de un Hombre Lobo. Y que ese hombre lobo, fuera super cariñoso, amoroso, paciente y coqueto.
Por lo que leí en el libro, la mayoría de los Alfas son sumamente, celosos, posesivos, gruñones, hasta groseros. Supongo que eso fue hace siglos, porque ahora tengo entendido, ya están más actualizados, en sus emociones.
Tuve mucha suerte al tocarme con un hombre, amoroso, y un lobo juguetón.
—Buenos días mi Luna— la voz soñolienta y ronca de Ethan me hace pegar un brinquito, pega mi espalda sobre su pecho mientras me besa mi cabeza. —Los latidos sobresaltos de tu corazón fueron como un aviso que estabas despierta—
—¿A poco puedes saber cuándo estoy dormida o despierta? Por mi corazón— le pregunto mientas me doy la vuelta quedando cara a cara.
—Cuando duermes, tu corazón late despacio al ritmo de tu respiración, y estando despierta, se te acelera el pulso— sus manos me acarician mi espalda.
—Buenos días— le susurre, para después acercarme a besarlo.
—Esperes siglos, para que esté momento llegará— dice al terminar el beso. —Le rogaba a la Diosa Luna por ti— en sus ojos veo tristeza. —Cada noche, le suplicaba para encontrarte. — con su dedo pulgar me acaricia mis labios. —Demon y yo, estábamos desesperados, recorrimos casi medio mundo, visite países, fallando. — ahora tiene una sonrisa melancólica. —Creyendo que era un castigo, por lo que hice en mi juventud.— de ahí un brillo aparece. —Hasta que, me estaba por dar por vencido, fue cuando apareciste, iluminando mi vida— con una mano tocó su mejilla. —Quiero que quede claro esto. No te buscada solo para ser más fuerte, no, lo hice porque eres mi todo, mi mundo, eres la mujer que me podrá soportar y amar— sus labios besan los míos con delicadeza, sus labios suaves se mueven al mismo ritmo que los míos. Su poca barba me hace cosquillas.
Al separarnos, juntamos nuestras frentes.
—Oh, Ethan, te juro que no quiero arruinar el bonito momento, pero, no creo ganarte el bonito discurso que me acaba de decir— suelto haciendo que se ría.
—Con calma mi Luna. Nos queda mucho tiempo para nosotros—
—Que rico se siente estar así, abrazados, acurrucados, entre besos. Pero es que quiero desayunar—
Ethan suelta una sonora carcajada.
—Hay mi Luna. Eso me hizo reír, está bien. Bajemos a ver qué preparado mi nana—
—Por favor— le sonrió mientras le guiño un ojo y dándole un beso rápido.
Nos levantamos de la cama, en lo que el baja, yo corro al baño para hacer mis necesidades y de pasó me lavo mis dientes.
Minutos después, salgo de la habitación, para bajar las escaleras.
Cruzando la sala, camino directo a la cocina, encontrando a Logan, Marissa, y Ethan. Al último mencionado al verme se levanta, para guiarme a mi silla, estando ya en su lugar cada quien. Su nana Caliss, entra sonríendo con cierto brillo. Abro los ojos sorprendida, al ver cómo con sus manos, hace que varios platos con frutas y más, lleguen a la mesa. Dejándose a mi hermano y a mi, mudos.
—¡Provechito mis niños!— deja dicho desapareciendo de la cocina.
En ella mesa tenemos, Hot cakes con mermelada, leche con chocolate, fruta picada, pan dulce, y café.
Comenzamos a devorar lo que nos dejó preparado.
—Por cierto, mi Luna. La ceremonia va a ser a las 7:00 p.m. estaré afuera supervisando que quede perfecto Logan necesitaré tu ayuda, Marissa quédate con ella para ayudarla con su ropa, peinado y más, tus amigas mi Sam, no tardarán en llegar— nos explica. A los que menciono asienten.
—Ok hermanito— le responde su hermana, antes de girarse a Logan y comenzar hablar.
Su mano toca la mía. Dandome un leve apretón.
—Tenia planeado pasar el día contigo, hasta la noche. Pero recordé que hoy es el día de la ceremonia—
—Lo entiendo, esperaré hasta la noche, aunque ahora mismo me encuentro nerviosa— confieso. Besa el dorso de mi mano.
—Tranquila, no será muy exagerado, aparte no durará mucho—
—Esta bien— seguimos desayunado hasta que ellos terminan y se tiene que ir.
Común último beso en los labios, se va con Logan. Dejándonos a Marissa y a mi solas.
—Nath y Kath llegarán dentro de unos minutos, mientras tanto, vamos a la habitación de mi nana, me dejó dicho que ahí dejo unas cajas con lo que necesitarémos— asiento, mientras que la sigo arriba.
La habitación de su nana es la primera puerta, ella abre la puerta, entramos en lo que enciende el foto y efectivamente sobre la cama estan cuatro cajas.
Marisa se carga dos cajas, así como yo, también me cargo las otras dos restantes.
Saliendo, nos vamos a una habitación de huéspedes.
Al entrar me fijo que es más grande. Su recordación parece antigua.
—Esta era la habitación de nuestros padres— escucho decirme.
—Creía que era una de huéspedes— respondo. Observo la habitación, tiene una cama grande que la rodea un pabellón, con un como sillón una lado, un hermoso tocador, un clóset enorme, el color de la habitación es café. Supongo que la puerta que se ve al fondo sea la del baño.
—Cuando Ethan y yo. Nos sentimos solos, nos gusta venir aquí, y hablar, así es como si ellos nos escucharán. — deja las cajas aún lado, yo las dejo sobre una mesita que tenía a mi lado.
—Se ve intacto—
—Mi nana Caliss es la única que se encarga en limpiar, no hemos movido nada.—
Camina para ir a tocar una fotografía. Con pasos sigilosos la sigo. Me detengo aún lado de ella.
—Ellos son eran mis padres, Eduardo Lanners y Mérida Torres—
En la foto se ve un hombre alto, atlético, con la edad aproxima de 30 años, su cabello es color café claro, sus ojos grises, con barba y piel morena, a su lado están su mujer, con estatura mediana, cabello rubio, ojos verdes, con piel blanca. En medio tenían un niño sonriendo con un traje elegante, como el hombre, la mujer tiene un vestido color azul elegante, y en sus brazos carga a una una sonriendo de oreja a oreja como el niño, ella tiene un vestido color rosa pastel.
La foto esta la familia Lanners Torres.
Ethan tiene el parecido de su papá, así como Marissa, lo único que no, son unos ojos, Ethan tiene los ojos verdes y Marissa grises.
—¿Cómo fue que perdieron a sus padres?— pregunté, lo siento lo no pide evitar.
Marissa se queda mirando de nada, viendo en la ventana.
—Era de noche, una tormenta callo abruptamente, aire, gotas agresivas, relámpagos, parecería huracán o más bien lo era. Estabamos por irnos a dormir, cuando se escuchó un ruido fuerte afuera, los guardias salieron corriendo, Papá nos dijo que no salieramos, con un beso cada quien, se fue averiguar, mamá nos llevo arriba con nuestra nana, y al pasar por una ventana vimos el caos, eran Rogers, estaban atacando la manada, mamá le ordenó a mi nana que los cuidara, que tenía que ayudar a su esposo, prometiendo que todo estaría bien, se fue. Ethan quiso seguirla pero Nana, fue más rápida. Nos llevo a la habitación. Nos encerramos, para nosotros fueron horas eternas. Hasta que de golpe entro mamá, con varios golpes......— se sienta en el sillón.
—Marissa......— me siento junto de ella.
—Tenia una expresión de miedo, le ordenó a mi nana que nos llevara al refugio, con cuidado nos fuimos los cuatro, mamá tenía su arma, nos iba guiando, estando abajo, de repente ella se cayó al suelo, mientras que gritaba de dolor, mi nana me dejó en el suelo. Trato de ayudarla, mamá gritaba, llorando, eso significaba que papá le había pasado algo. Pasaron segundos cuando se levantó con dificultad. Y la puerta se abrió bruscamente, entraron cinco Rogers, y fue ahí cuando mamá grito como si le arrancarán el corazón, uno tenía el cuerpo de papá sin vida, escupiendo su cuerpo al piso, este gruño, mamá rota y enojada, le ordenó a Nana que nos llevara, no queríamos irnos sin ella. Con una última mirada, susurrando un "los amo" trato de asesinarlos. Los cinco se fueron sobre ella. Caliss en ese tiempo tenía dificultad sobre sus poderes, algo le había pasado porque no día usarlos, pero creo que ahí, logro sacar su poder, porque nos encerró dentro de un armario, dentro solo escuchamos ruidos, chillidos y un silencio. Ethan salió primero, al abrir una puerta del armario, vimos como ella había derrotado a los Rogers.— tiene la mirada perdida mientas que sus ojos derraman lágrimas.
—Marissa, no sigas si .....— parpadea, a lo que niega.
—Los cuerpos de nuestros padres estaba en el suelo, ambos corrimos llorando. Tratamos de despertarlos, era obvio que no lo hicieron, Ethan furioso, porque no pudo salir a ayudarlos, para acabar en ese entonces, todavía no tenía si trasformación. Al día siguiente fue el funeral. Ethan desde entonces, le tienen un coraje a los Rogers. Se siente culpable por no ayudarlos en ese entonces.—
—Hizo bien en protegerlos.—
—Mi nana también se culpa. Pero nadie sabía que esto pasaría. Era inevitable. —
—Lo siento Marissa, no quise que volvieras a recordar— me sincero. Eso me pasa por chismosa.
—Descuida— se limpia las mejillas. Sonríe débil. —Tarde o temprano lo tenia que saber alguien—
—Ustedes sin grandes lobos Mary, Ethan es un gran Alfa, y tú una gran mujer Loba que se encarga de su pueblo.— la animo para que no olvide este mal rato.
—Espero que estén orgullos— le doy abrazo.
Es horrible perder a familiares así, ahora entiendo. Ethan me había comentado que fueron asaltados sus padres, lo dijo cuando no sabía lo que era el.
—Lo están, te lo aseguró—
La abrazo por varios minutos, hasta que las chicas entran riendo.
—¡Bien! Es hora de irnos preparando!— dice contenta ! Marissa, sabe cómo guardar el dolor.
Las chicas nos saludan, mientas que cada una agarra una caja, ya que a cada una tiene nuestros nombres.
Cada quien abre su caja, al abrir la mia me quedo sin aliento. Es un hermoso vestido color blanco, de encaje, con unas zapatillas del mismo color. Y una diadema de flores.
—Es símbolo de pureza— me dice Marissa.
El suyo es color rosa palo. Kath tiene una vestido azul cielo y Nath uno color verde pistache.
En eso entras cuatro chicas, son sonrisa amables, nos indican que nos peinaran y maquillaran.
Unos trabajadores entran dejando cuatro sillas, ahí nos puedamos sentar en lo que nos arreglan.
Las chicas se las ingenian para hacer aquí un spa.
2 horas después, de tanto arreglo en el rostro con mascarillas, lavado de cabello, uñas arregladas, nos colocan maquillaje, peinan, y más.
La señora Caliss, entra con una merienda para todos.
Más tarde, llega la hora de colocarnos los vestidos. Cada una pasa el turno del baño.
Cuando entro, veo que el baño es de buen tamaño, con una hermosa tina, una mampara con su regadera, y la taza del baño.
Con cuidado me coloco el vestido, color blanco de encaje. Una vez puesto, me doy un vistazo por el espejo.
Me veo y no lo creo. Me siento diferente.
Salgo viendo a las chicas con sus vestidos puesto.
—¡Wow nos vemos divinas!— exclama Kath contenta.
—¡Hasta que me siento más mujer!— le sigue Nath riendo.
En eso Marissa se me acerca. Con una leve sonrisa.
—Te encargo mucho a mi hermano Sam, espero mucho hasta que te logro encontrar, cuídalo por favor— sus manos toman las mías.
—Lo haré Mary, y tú también por favor te encargo a mi hermano, es medio torpe pero es bueno—
Logan se la paso trabajemos mucho para cuidarme, el se merece ser feliz y estar bien. Es el mejor hermano.
Nos damos un abrazo, y las chicas se nos unen.
Damos unos brinquitos riendo.
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En la sala está la señora Caliss. También arreglada, esperándonos con unos guardias a su lado.
—¡Están bellísimas!— chilla feliz mientras corre y nos apretuja.
Le agradecemos, un poco tímidas, salimos de la Mansión.
Estando afuera, nos quedamos mudas. En todo el día no vimos a los chicos, hasta me pregunte, que en donde se cambiarían ellos.
Todo está súper arreglado, hay luces en todas partes, con flores, en el suelo hay una camino de pétalos blancos.
Seguimos el camino de pétalos, quedó boca abierta al ver a varios habitantes que me ven con felicidad, saludandome. Un poco tímida les respondo.
Al final, lo veo a Ethan. Parado frente aún tipo altar. Con un hermoso traje color azul marino. Está más que guapo, está para comérmelo.
En pocas palabras está sensual.
Por ambos lados, hay muchas sillas con varios de los pobladores sentados.
Las chicas se van con los chicos, que están sentados.
Ok, aquí vamos, respira Samantha. Con pasos torpes llegó a Ethan.
Sus ojos me dan un repaso, viendo con amor. Extiende su mano, a lo que la tomo.
—Bellas, Hermosa, bonita. Perfecta como siempre.— susurra con voz ronca.
—Guapo, elegante, sensual, coqueto eres mi Lobo— se ríe.
Carraspea, agarra mis dos manos, para quedar con la espalda recta.
—Gracias habitantes de la Manada Yellow Forest, por acompañarnos, en la ceremonia de nuestro Luna.— comienza hablar. —Diosa luna. Quiero agradecerle a usted por brindarme a mi compañera de vida. Por escuchar mis súplicas. — sus ojos me observan con intensidad. —Señorita Samantha García, ¿quiere usted ser la Luna de la manada Yellow Forest, y ser mía como mi pareja de vida?—
Los latidos e mi corazón es lo único que escucho, todos está en silencio.
Le sonrió con ternura.
—Yo Samantha García, acepto ser su Luna, y mujer del Alfa Ethan— ufff menos mal que mi voz no falló. —Manada Yellow Forest, quiero ser su Luna. Y tuya Alfa— lo último lo susurro para él.
Se escuchan los aplausos, silbidos, gritos de felicidad.
—Esto es para ti— de su bolsillo saca un a cajita.
La abro teniéndola en mis manos, al abrirla, veo que es un collar con una Luna.
—Es símbolo de nuestra ceremonia— lo saco de la caja. El me ayuda a colocarmelo.
Cuando lo tengo puesto, la luna brilla de color azul.
—Te amo Luna— su mano sujeta mi barbilla.
—Te amo, lobito— unimos nuestros labios en un beso.