Seduciendo a tus demonios © [...

By MarDMMD

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[Destructiva Obsesión #1] No es necesario leer Elaine para entender SATD. [COMPLETA]✔ PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO... More

Booktrailer y advertencias.
IMPORTANTE.
Prólogo.
Capítulo 01.
Capítulo 02.
Capítulo 03.
Capítulo 04.
Capítulo 05.
Capítulo 06.
Capítulo 07.
Capítulo 08.
Capítulo 09.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.- Parte I.
Capítulo 19.- Parte II.
Capítulo 20.
Capítulo 21.- Parte I.
Capítulo 21.- Parte II.
Capítulo 22.
Importante.
Capítulo 23.- Parte I.
Capítulo 23.- Parte II.
Capítulo 24.
Capítulo 25.- Parte I.
Capítulo 25.- Parte II.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
¡Lara y Neal! + Curiosidades.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo especial: San Valentín 2022.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Epílogo.
CATD. (Importante)
¡CATD DISPONIBLE!

Capítulo 54.

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By MarDMMD

"Las luces se apagan".

Birdy - Wings.

Lara Spencer.


Empujé la puerta con todas mis fuerzas, sin siquiera ponerme a pensar que tal vez había alguien del otro lado y que posiblemente lo lastimé.

Intenté enfocar mi camino, intenté escuchar la voz de Neal detrás de mí, llamándome y pidiéndome que me detuviera, que me tranquilizara.

No puedo.

No puedo.

La cabeza me da vueltas. Estoy abrumada, aterrada. No puedo ni respirar, no puedo llenar mis pulmones de oxígeno.

No soy capaz de hacer nada más que acercarme con pasos torpes y rápidos a la mujer rubia que yace sentada en esa sala de espera.

Tiene las manos cubriéndole el rostro, su figura está encorvada y su marido, el cual está sentado a su lado, intenta animarla. Y él fue el primero en notarme, por lo que inmediatamente le avisó a Ellie. Mi amiga se levantó rápido, apenas me notó, vino directo a mí.

Sus ojos brillaron, la esperanza pareció llenarla por completo al verme.

―¡Dios! ¡No tienes idea de lo muerta de miedo que me tenías! ―Chilló, tomando mis hombros. Examinó mi rostro y cuando vio mi estado, simplemente rompió a llorar―. Mi Larita, ¿qué te hicieron?

Me atrajo a sus brazos.

Y en otro momento, juro que en otro momento me hubiera permitido disfrutar de este abrazo, me hubiera permitido protegerme bajo las alas que Ellie siempre me ha brindado.

―¿Qué fue lo que pasó? ―Mi tono fue débil―. ¿Qué pasó?

Ella no respondió, simplemente lloraba.

El temblor en mi cuerpo, aumentó más.

―¡Elaine! ¡Dime qué le pasó a Thomas! ―Supliqué.

Se separó ligeramente para verme. Sus ojos verdes estaban completamente húmedos, su nariz estaba roja y sus labios temblaban.

―Él...―Comenzó en un murmullo―. Tommy no despierta, Lara.

Negué con la cabeza, sin ser capaz de creer esto.

Es mentira.

Es una pesadilla.

No.

No puede ser verdad.

―No, no, no ―Comencé a susurrar―. No es cierto. Por favor dime que mientes.

Ella bajó la cabeza.

―¡Dime que es mentira!

Un sollozo escapó de su boca.

―Cuando lo trajeron estaba muy mal, el medico dijo que el accidente le ocasionó un traumatismo craneoencefálico y una lesión en la médula espinal ―Me explicó―. Ellos...ellos no saben si despertará. Y...en caso de que si lo haga, no están seguro de que algún día él...vuelva a caminar.

Me llevé las manos a los labios, intentando contener un sollozo que de todas maneras, consiguió escapar. Nuevamente negué varias veces, intentando...intentando asimilar que la parte más importante de mi vida, se encuentra en una camilla luchando por su vida.

―No...Tommy...él no ―La voz se me rompió―. Por favor...por favor, Ellie. Dime que mientes, dime que mi hermano no está ahí...

Señalé la puerta que llevaba a terapia intensiva.

Y es que...no soy capaz de aceptarlo.

―Lo lamento, Lara ―Formuló―. Enserio lamento esto.

Las lágrimas me nublaron la vista. Mi cuerpo entero perdió fuerza mientras las lágrimas bajaban y mientras negaba frenéticamente.

Alguien me atrapó por detrás y después me envolvió entre sus brazos cuando me convertí en un manojo de llantos, sollozos, temblores y negación. Supe que era Neal quien me sostenía cuando me apretó, intentando brindarme consuelo.

Tiene que ser una pesadilla.

Por favor, tiene que ser una pesadilla.

No me importa si en este puto momento me despierto en ese calabozo, no me importa si estoy inconsciente por tantos golpes y por tantas torturas que sufrí en ese lugar. Prefiero mil veces estar ahí, a que esto que está pasando sea real.

―Neal...no ―Formulé en medio de mi llanto―. Mi hermano...él no.

Acarició mi cabello. Me permitió llorar contra él, me permitió aferrarme a él.

―No puedo ―Sollocé―. No puedo soportar esto. No...no puede ser verdad.

Cerré los ojos con fuerza al sentir mi alma y mis esperanzas completamente destrozadas.

Yo puedo soportar un infierno. Puedo soportar torturas, decepciones, puedo soportar que el mundo me caiga encima.

Pero no puedo soportar que lastimen a mi niño de ojos café.

―Está bien, estará bien ―Comenzó a susurrar―. Es fuerte, igual que tú.

Mi labio inferior tembló, la garganta me ardió, el cuerpo completo me dolió.

―Quiero verlo, quiero ver a mi hermano ―Supliqué―. Tengo que verlo.

Lo sentí asentir.

―¿Se puede? ―Le preguntó a Elaine.

―Sí, han dicho que podemos pasar por unos minutos nada más.

Me levanté deprisa, de nuevo tropezando con mis pies y de nuevo, consiguiendo que Neal me ayudara a mantener el equilibrio. Después de que Mason le pidiera a un enfermero que nos guiara a la habitación de mi hermano, entonces fuimos directo a ella. Le pedí a Neal que me acompañara, porque la verdad, no tengo la valentía de hacerlo sola.

El enfermero se retiró una vez que abrió y que nos dio un asentimiento de cabeza.

Y mis ojos, solo pudieron enfocar al chico postrado en esa cama.

Su rostro está lleno de heridas, sus ojos permanecen cerrados, no se mueve ni un poco, está pálido y...las máquinas a su alrededor lo mantienen vivo.

Y verlo de esta manera, fue suficiente para que las lágrimas nuevamente comenzaran a escapar. Mis pasos temblorosos me guiaron a él, cuando estuve a su lado, ni siquiera fui capaz de tocarlo.

Temía que...si lo hacía, algo malo pasaría.

―¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo...pasó esto? ―Cuestioné en un hilo de voz, sin apartar los ojos de Thomas.

―Un accidente de auto. Él se estaba quedando en mi apartamento, tenía agentes de la FEIIC custodiándolo y manteniéndolo a salvo. Su novia lo visitaba todos los días para apoyarlo ―Comenzó a explicar―. Cada noche ella debía volver a casa, por lo que los agentes los llevaban a ambos en el auto. Hasta hace cuatro días.

Lo sentí posarse a mi lado.

»Un tráiler se impactó contra el coche en pleno alto. Uno de los agentes perdió la vida, Thomas quedó gravemente herido y el piloto que también sobrevivió, contó esto ―Suspiró con pesadez―. También estuvo en un estado crítico estos días.

Asentí lentamente.

―¿Y Liv? ¿Ella cómo se encuentra?

Guardó silencio unos segundos, por lo que tuve que mirarlo.

―Ella no sobrevivió, hechicera.

Inmediatamente me llevé las manos a la boca, intentando ahogar un sollozo. Miré a Thomas y negué varias veces.

―Dios...―Formulé.

Esto lo va a destrozar por completo.

La ama.

Ella fue su primer amor y...ya no está.

Me acerqué a Thomas y finalmente, tuve el valor de arrodillarme junto a su cama y tomar su mano.

Está tan frío, tan quieto, tanto que me genera demasiada inquietud. Mi pecho duele, mi corazón se desangra al verlo de esta manera. Duele saber que cuando despierte, se va a encontrar solo con malas noticias, con su vida completamente destrozada.

―Lo lamento, lo lamento tanto, Tommy ―La voz se me rompió―. Perdóname por no cuidarte bien, perdón por permitir que esto te pasara.

Por permitir que esto nos pasara.

Bajé la cabeza y comencé a llorar contra su mano.

Mi cuerpo entero se sacudió por el temblor que me provocó el llanto. Solo fui capaz de dejar salir todas mis lágrimas. Es como si lo que he llorado los últimos días, simplemente no fuera suficiente porque aún tengo lágrimas para desechar. Neal se quedó a mi lado todos estos minutos, me abrazó, lo cual agradecí internamente.

Tenerlo a mi lado, sentir su apoyo, hace que mi alma no se sienta tan herida.

El enfermero entró después de un rato para indicarnos que ya debíamos salir, no podemos estar tanto tiempo aquí. Me levanté a regañadientes y después de besar la frente de mi hermano y murmurar que no me moveré del hospital, entonces volvimos a la sala de espera para encontrarnos con los demás.

Ellie está sentada en una de las sillas, aferrándose a su café.

Ese que Derek trajo. Debió estar en la cafetería cuando llegamos, es por eso que no lo vimos.

Al verme, se incorporó de la pared en la que estaba recargado y se acercó, luciendo muy preocupado.

Y sí, su expresión preocupada se volvió más visible a medida que se acercaba y notaba las heridas en mi rostro.

―Mierda...―Formuló―. Larita...tú...

No encontró las palabras adecuadas.

―Puedes decir que estoy hecha mierda, siendo sincera, ya me da igual.

―Luces preciosa, siempre luces preciosa ―Dijo―. Es más, este look impone moda. Siempre estás a la moda.

Sonreí débilmente.

―Eché de menos tus chistes malísimos.

―Me lo imaginé.

Me acercó y me abrazó con fuerza. Sollocé bajito y negué varias veces.

Esta ya debe ser la...¿quinta vez que lloro en el día?

Lucille tiene razón.

Soy débil y llorona.

―Que se joda Lucille. Soy humana ―Murmuré entre sollozos.

Soy una mujer que fue torturada, que fue secuestrada, lastimada, marcada. Soy una mujer que sobrevivió a un infierno para encontrarse con otro.

Soy una mujer que está muerta de miedo porque su hermanito menor, al que ha cuidado y protegido sobre cualquier cosa toda su vida, ahora está en una camilla luchando por no morir.

―No quiero perderlo...no puedo perderlo ―Susurré.

―No lo harás ―Me dijo mi amigo―. Es Thomas. Ese chiquillo es más fuerte y capaz que todos nosotros juntos.

Me aferré a eso con fuerza, me aferré a esas palabras.

―Gracias por quedarse con él mientras no estuve, no tienen idea de cuánto los quiero. Me hace sentir tranquila que Thomas no se quedó solo ―Agradecí, separándome de Derek―. Pero deberían ir a descansar esta noche. Se les nota que no han dormido bien. Así que por favor, me sentiré mejor si lo hacen.

―No queremos dejarte sola ―Mencionó Elaine.

―No quiero que dejes tanto tiempo a Eloise. Es muy pequeña aún, necesita a su mamá, tienes que ir con ella ―Le recordé.

―Pero...

―Por favor, Ellie. Puedes volver mañana, puedes volver las veces que desees y te juro que te lo agradeceré con el alma, pero por hoy, quiero que vayas con tu hija y descanses ―Murmuré, después miré a su marido―. Sabes que es lo mejor, por favor, ayúdame a convencerla de que vaya con su bebé.

Mason me miró, después miró a su esposa.

―Lara tiene razón, mi amor. Mañana volveremos, no podemos dejar tanto tiempo a Eloise ―Intentó convencerla―. Tu padre y tu abuela ya la cuidaron mucho, es tiempo de que vayamos por ella y la llevemos a casa.

―¿Lo ves, Ellie? ―Inquirí―. Anda, dale un beso de mi parte. Nos veremos después, ¿sí?

Ella suspiró con pesadez.

―Vendré mañana ―Apuntó―. Vendré todos los días hasta que Thomas despierte. No te dejaré sola, ¿entiendes?

Mi labio inferior tembló.

―Entiendo ―Carraspeé―. Te quiero, Ellie.

Ella se acercó, me brindó una sonrisa cálida y sin previo aviso, volvió a abrazarme.

―También te quiero, Lara. Mucho ―Susurró―. Todo estará bien.

Se separó para besar mi mejilla. Después de que ella y Mason se despidieran de nosotros, entonces se fueron, con la fiel promesa de que regresarían mañana.

―Tú también deberías ir a casa, ya es muy tarde y tienes una mirada llena de cansancio. Por favor, no me hagas insistir más, no tengo más fuerza, Derek.

Él abrió la boca un par de veces y después de enfocar a Neal y que este negara, entonces bufó.

―Bien, pero la enfermera y yo también regresaremos mañana. Tuvo que irse hace unas horas, pero te aseguro que saber que estás bien, la hará feliz ―Mencionó―. Ustedes también intenten descansar, regresaremos mañana.

Se despidió de ambos, por lo que pronto lo vimos alejarse por el pasillo.

Sentí a Neal tomarme de los hombros y después, inclinarse para hablarme.

―Anda, un médico debe revisarte. Tienes demasiadas heridas, pueden infectarse ―Dijo.

―No pienso alejarme de este pasillo.

―Solo serán unos minutos, hechicera. Por favor, vamos ―Suspiró, empujándome levemente para hacerme caminar―. En cuanto comprueben que estás bien, prometo que no nos moveremos de la sala de espera. ¿Bien?

Asentí lentamente.

―Bien.

Fuimos a una habitación cuando dijeron que sí podían atenderme. Y antes de cruzar la puerta para encontrarnos con el médico, entonces recordé la marca.

Me llevé la mano al abdomen. Ahí, justo donde está esa jodida marca.

No quiero que la vea.

No estoy lista para que la vea.

―¿Puedes esperar aquí? ―Nos detuve de golpe―. Quiero...quiero entrar sola.

Neal parpadeó varias veces.

―Está bien, te espero ―Asintió.

Gesticulé un «gracias» antes de entrar al consultorio y cerrar la puerta detrás de mí. La enfermera y el médico fueron muy amables conmigo, él me revisó las heridas, me realizó un ultrasonido y después me llevó a una sala dentro del mismo consultorio, una que estaba separada con una puerta. Dentro estaba un área pequeña para realizarme rayos x para descartar que internamente tuviera algún daño.

―Doctor, tiene una llamada urgente ―Dijo otra enfermera, entrando por la puerta.

―En un momento voy, estoy terminando de atener.

―Realmente es urgente.

Él la miró, suspiró con pesadez ante la insistencia.

Después fijó su vista en mí y me extendió una pequeña sonrisa de disculpa.

―Solo será un min...

―Vaya, no se preocupe.

Él asintió, dejó el algodón con el que me estaba limpiando algunas heridas y miró a la enfermera que estuvo todo el tiempo con nosotros.

―Por favor, continue limpiando.

Ella asintió de inmediato y cuando el doctor salió, la chica siguió con la labor de atenderme con delicadeza para no lastimarme.

―¿Puedo preguntarte algo?

Ella seguía enfocada en mis heridas.

―Claro, ¿en qué puedo ayudarla?

Tragué saliva, un tanto insegura de preguntar esto.

Tal vez es una respuesta que no quiero saber.

Pero es algo que debo preguntar.

―¿Cuál...cuál es la probabilidad de que una persona sobreviva a una lesión craneoencefálica? ―Cuestioné en un susurro―. ¿La probabilidad de sobrevivir es más alta?

Ella enfocó mi rostro, un tanto confundida.

Después negó lentamente con la cabeza.

―Eso nunca se sabe, creo que...siempre dependerá de la persona ―Respondió―. Simplemente, es una respuesta que nadie tiene.

Aplané los labios, intentando contener el llanto.

―¿Se encuentra bien? ―Preguntó, luciendo preocupada.

Carraspeé cuando el médico entró por esa puerta, esta vez, luciendo un poco pálido.

―Enfermera, necesito que salga unos minutos.

La enfermera frunció el ceño.

―Pero...

―Vaya.

Ella miró al médico, luego me miró a mí, luego al médico y así un par de veces más hasta que decidió obedecer y salir del lugar.

Noté que el médico sostenía un teléfono color negro, uno que extendió en mi dirección cuando se acercó.

―¿Qué...?

Tragó saliva.

―Dice...dice que si no respondes la llamada, asesinará a mi esposa ―Murmuró―. Está frente a mi casa, la fotografió mientras ella se encuentra en el jardín.

Sus palabras me aturdieron, me dejaron en blanco y completamente incapaz de procesar todo esto.

―Por favor ―Suplicó, extendiéndolo una vez más.

Estiré mis manos temblorosas para tomarlo, miré al médico en todo momento mientras me llevaba el teléfono a la oreja para escuchar a la persona del otro lado de la línea.

―¿Diga? ―Atendí en voz baja.

Y por unos segundos, nadie respondió.

Solo por unos cuantos segundos.

―Bailarina.

Y pude reconocer esa voz inquietante, distorsionada, gélida.

El hombre de la máscara.

―Creí que había quedado claro que tu amorío con Hardy, no iba a traerte cosas buenas ―Continuó―. ¿Qué tal está tu hermano?

Mis dientes castañearon.

―Usted lo hizo ―Musité.

―Te dije que te esperaba un infierno allá afuera. Yo no hablo solo por hablar.

Me levanté de la camilla, aún sosteniendo el teléfono con fuerza.

―¿Qué quiere de mí? ¿No tuvo suficiente? ―La voz se me rompió―. Mi hermano está muriendo. Me torturó, ¿qué más necesita? ¿No se cansa de hacerme esto?

―Mi deseo es simple y es uno solo ―Su tono fue frío―. Quiero que destroces la vida de Hardy.

No puede pedirme esto.

No...yo no puedo hacer eso.

―Está loco ―Siseé―. Enfermo, obsesionado con su puta venganza. Muérase.

Soltó una risa baja, fría y escalofriante.

―Insúltame todo lo que quieras, eso no cambiará nada. No cambiará que si yo así lo quiero, en este mismo momento mando a uno de mis hombres a asesinar de una buena vez a tu hermano ―Apreté los dientes al escucharlo―. Agradece que sigue con vida, agradece que tienes la oportunidad de que siga viviendo.

Unas cuantas lágrimas comenzaron a deslizarse por mi piel.

―Así que, si quieres que el corazón de tu hermano siga latiendo, entonces tienes que destrozar el corazón de Neal Hardy.

Negué frenéticamente.

―Por favor...no puedo...

―Te doy un día para tomar una decisión. Y espero que tomes la única que te conviene ―Interrumpió―. Sé todo lo que haces, sé lo que dices, sé a dónde vas, sé cómo encontrarte. Así que, por tu bien y el de ese chiquillo, espero que obedezcas mi petición.

Y colgó.

No me dejó decir nada más, no me dejó suplicar, simplemente colgó.

Me quedé de pie en medio del consultorio, con el corazón completamente destrozado, con la cabeza hecha un lío.

El médico carraspeó, completamente incómodo.

―Eh...no tiene lesiones internas afortunadamente. Las heridas comenzarán a cerrarse, pero para eso debe cuidarlas y no dejar que se infecten ―Explicó―. Le recetaré algo para la inflamación y el dolor, dentro de unos días deberá volver para evaluar su mejoría...

Él hablaba y hablaba, pero simplemente no pude prestar atención a sus palabras.

Pasaron algunos minutos más en los que explicaba, hasta que finalmente me dejó salir.

Neal se encontraba sentado en una de las sillas, aguardando por mí. Al verme, se levantó de inmediato para acercarse.

Llevó sus manos a mis mejillas, para hacer que nuestros ojos se enfrenten.

―¿Por qué lloras? ¿Qué te dijo?

Mi labio inferior tembló.

―Es...es solo por Thomas, no puedo parar de pensar en él ―Respondí―. El médico dijo que todo está bien, no tengo daños internos y me recetó medicamentos para el dolor.

Asintió, luciendo completamente tranquilo con mi respuesta.

―Bien, eso está bien ―Susurró, recargando su frente contra la mía.

Permanecí así por un tiempo largo, disfrutando su calor y su cercanía.

No quiero perderlo.

No puedo hacer esto.

―¿Podemos volver a la sala de espera? ―Pedí―. Por favor.

Él se separó, abrió los ojos para mirarme. Me regaló una sonrisa pequeña antes de tomarme de la mano para hacerme caminar hacia el pasillo que da a terapia intensiva. Y durante las siguientes horas, ahí permanecimos, incluso cuando no tendríamos que estarlo, incluso cuando estaba claro que no nos darían noticias, ahí estuvimos. Se quedó a mi lado y no se quejó, no me dijo que era estúpido quedarnos aquí, simplemente me apoyó y me acompañó.

Eso hasta que el sueño comenzó a vencerme.

Nos ofrecieron una habitación desocupada para pasar la noche, para que pudiéramos descansar. Después de varios intentos de convencerme y de decirme que debo reposar, acepté a ir a esa habitación.

Nos acostamos en la cama cuando llegamos, nos cubrió con la manta y me abrazó, envolviéndome entre sus reconfortantes y cálidos abrazos. Acarició mi cabello durante un buen rato, respetó mi silencio y mi dolor.

En algún punto de la noche, en el que él se quedó dormido al pensar que yo lo estaba, me separé un poco para mirar su rostro.

Sus ojos se encuentran cerrados, su expresión es apacible, angelical.

Alcé mi mano temblorosa para acariciar su mejilla. La nariz comenzó a picarme cuando lo toqué, cuando intenté grabarme cada detalle de él.

Tiene que ser fácil, ¿no?

De igual manera, jamás ha tenido la intención de quedarse.

Es así como debe terminar.

Era esto lo que estaba a destinado a pasar.

Pero aún así, ¿por qué duele tanto?

¿Por qué me está desgarrando el alma saber que debo dejarlo ir?

A la mañana siguiente, fui la primera en despertar a primera hora ―para ser sincera, ni siquiera dormí―, me levanté con cuidado para no despertarlo y salí de la habitación. Primero fui al baño a lavarme el rostro, después fui al pasillo a preguntar por noticias sobre Thomas, pero simplemente no había.

Todo sigue exactamente igual que ayer.

Eran aproximadamente las diez, cuando decidí ir a la capilla que posee el hospital. Es pequeña, tiene un par de butacas y en la pared hay una cruz.

Aquí es donde las personas vienen a rezar por sus familiares.

Me arrodillé sobre un cojinete, llevándome una mano a mi cuello vacío. Ya no llevo el collar de mi abuela, posiblemente se cayó o los turcos me lo quitaron cuando me subieron al avión.

Miré la cruz con fijeza.

―Sé que fui buena nieta, fui buena hermana, he dedicado mi vida entera a Thomas, he sacrificado todo con tal de que esté bien ―Comencé a decir―. Jamás he dañado a alguien solo por diversión o porque simplemente se me dio la gana. Nunca te pido nada y siempre te doy lo mejor de mí, siempre intento ser buena persona. No hiero, no juzgo a quien no lo merece, no rebajo a los demás, no soy cruel con nadie.

Tragué el nudo en mi garganta.

―Entonces, ¿por qué siempre buscas la manera de castigarme aún cuando sé que no soy una mala persona? ―La voz se me rompió―. ¿Por qué siempre buscas la manera de hacerme sufrir? ¿Hice algo mal? ¿Lastimé a alguien intencionalmente? ¿Fui mala persona?

Bajé la cabeza, dejando escapar un sollozo.

»¿Realmente me merezco todas las cosas malas que me pasan? ―Seguí―. ¿Merezco esto?

¿De verdad merezco tanto sufrimiento?

―¡Dame una puta señal! ¡Dame una jodida razón que me haga aceptar que todo lo que me pasa, realmente lo merezco! ―Sollocé alto―. Solo una razón, dame una razón para poder aceptar que me gané todo este dolor.

―No lo mereces, de todas las personas que existen en el mundo, eres la que menos debería sufrir ―Escuché a mis espaldas―. Eres la persona más extraordinaria que ha pisado esta tierra, eres buena. Pero, lamentablemente, las mejores personas siempre son las que sufren más. Y es injusto, pero no existe ninguna razón que ayude a entenderlo.

Me limpié las lágrimas con rapidez.

―¿Cómo supiste dónde estaba?

―Cuando desperté no te encontré en la habitación, cuando fui a buscarte a la sala de espera, tampoco te encontré ―Respondió―. Pregunté a una enfermera y dijo que te vio entrar a este lugar.

Asentí con lentitud, pero aún así no respondí nada. Los siguientes minutos, estuvimos en silencio, yo permanecí hincada, viendo la cruz en la pared. Y él, aún seguía a mis espaldas, a una distancia prudente.

Después, lo sentí acercarse lentamente.

―Intenté suicidarme dos veces ―Solté de golpe, rompiendo el silencio.

Y sus pasos se detuvieron abruptamente, tal vez la sorpresa lo causó.

―La primera, fue porque amenacé a Bruno de quitarme la vida si no me dejaba ir. Y la segunda...evito recordar ese momento tan oscuro de mi vida, pero fue dos meses después de mi aborto y después de ser libre ―Tragué saliva―. Estaba en mi habitación, el apartamento estaba vacío y mi puerta bajo llave. Estaba sentada en la cama, junto a la nota que le iba a dejar a Thomas. Estaba lista, sostenía esa navaja hasta que...hasta que Tommy llegó a casa y tocó la puerta de mi dormitorio.

―Lara...

―Recuerdo perfectamente sus palabras ―Musité―. Él dijo «Hey, renté tu película favorita, compré oreos y haré palomita para tener una tarde de películas. ¿Te quieres unir?». Acepté porque quería pasar un último momento junto a él antes de marcharme, pero...mientras estaba sentada a su lado, lo miré y...me di cuenta de que no podía hacerlo. No cuando lo tenía a él, no cuando él es la razón por la que me despierto cada mañana y por la que intento salir adelante aún con tanto dolor.

Thomas salvó mi vida esa noche sin saberlo.

Todos los días salva mi vida.

Me giré para mirar a Neal.

―¿Entiendes lo que quiero decir? ―Susurré, poniéndome de pie con movimientos temblorosos―. No hay Lara sin Thomas. Y si él muere...

―No morirá ―Dictaminó, dando pasos hacia mí―. Se arreglará. Lo arreglaré, arreglaremos todo esto y te prometo que todo mejorará.

―Esto no puedes arreglarlo, Neal. Ya no puedes arreglarme.

―Solo déjame in...

―¡No! ¡Esto ya no tiene arreglo! ―Expresé, sintiendo las lagrimas bajar por mi rostro―. ¡Mi hermano está muriendo! ¡Fui torturada! ¡Marcada! Mi vida quedó hecha mierda y ni tú, ni yo, ni nadie, puede solucionar todo esto. Y la verdad... es que ya me cansé de intentarlo.

Ya me cansé de vivir.

―No quiero que eso te distraiga, pronto te irás y no quiero que nada de esto te retenga aquí.

Sus ojos dorados enfocaron los míos, me miró por segundos eternos, antes de negar con la cabeza.

―No me iré, Lara.

Parpadeé, intentando procesar sus palabras.

Las palabras que otro momento, en otras circunstancias, amaría escuchar.

―¿Qué? ―Pregunté en un susurro.

―Voy a quedarme ―Soltó―. Iba a decírtelo en Londres antes de que Julissa llegara. Y después iba a decírtelo el día que llegué de ver a Samuel, pero...con tantas cosas, no pude hacerlo.

―Odias Chicago. ¿Por qué te quedarías? Nada te retiene aquí.

Dio un par de pasos más.

―¿Eso es lo que crees? ―Inquirió―. De acuerdo. Sí, creo que no te lo he demostrado, tal vez no te lo he dicho con las palabras que necesitabas escuchar para entender que tú eres la razón por la que ya no siento la necesidad de huir.

―Neal, no...

No hagas esto.

―Te amo, hechicera. Te amo más de lo que creí que se podía amar a alguien, más de lo que puedo explicar ―Confesó, sin apartar sus ojos de los míos―. Estoy profunda e intensamente enamorado de ti. Y sé que no hay forma en la que algún día pueda dejar de amarte como lo hago.

Mis dientes castañearon, solo pude mirarlo.

Sentí dos cosas en este momento.

Sentí felicidad al saber que él siente lo mismo que yo siento por él.

Y sentí un dolor inexplicable al saber que no importa cuánto nos amemos, esto jamás podrá ser.

―No puedo irme, no soy capaz de irme de tu lado. No soy capaz de imaginar estar en un lugar en el que tú no estés conmigo ―Continuó, esta vez tomando mi rostro entre sus manos―. Tú me haces desear todo eso que jamás imaginé que podría tener. Tú, Lara Spencer, me haces sentir que realmente estoy vivo.

Y de nuevo, solo pude guardar silencio. Solo pude procesar todo este momento.

Una parte de mí, creyó que no tendría que hacer lo que el hombre de la máscara me ordenó. Simplemente pensé que Neal se iría así, sin más, sin importarle si me dejaba o no. Sin importarle lo que vivimos estos meses y sin interesarle lo que siento por él.

Jamás pensé que me encontraría en esta situación.

Una situación en la que acabo de recibir esas palabras que me moría por escuchar, pero no en un momento así.

No con tanto.

No cuando sé que tengo que hacernos esto.

Destrozarnos.

Recargó su frente contra la mía, aún sosteniendo mi rostro.

―Por favor, dime algo ―Suplicó en un susurro―. Tu silencio me está matando.

Cerré los ojos con fuerza, los dientes me castañearon, todo mi interior dolió.

Y...la garganta me ardió cuando dejé salir esas palabras.

Esas palabras de las que me arrepentiré el resto de mi vida.

―Yo no te amo, Neal.

Su agarre se aflojó ligeramente. Se separó para verme. Luce completamente aturdido, completamente confundido.

―Lo lamento ―Susurré.

―No te creo. No puedo creerte si no me lo dices mirándome a los ojos.

Tomé sus manos para apartarlo.

―No hagas esto más difícil.

No me dejó alejarlo, simplemente, volvió a tomar mi rostro para obligarme a enfrentar nuestras miradas.

―Mírame ―Pidió―. Mírame a los ojos y repite esas palabras, solo hazlo, porque de lo contrario no podré creerte.

Desvié la mirada.

―No te lastimes más ―Musité.

―Mírame y dime que no me amas ―Repitió―. Dime que nada fue real. Necesito creerte.

Tragué saliva, tomé una respiración profunda e intenté calmar el temblor de mi cuerpo.

He fingido que no estoy rota por tantos años.

He fingido que soy feliz.

Que todo está bien conmigo, que no he sufrido todo lo que sufrí.

He actuado por tantos años, he vivido en automático, sin demostrar lo herida que estoy.

Puedo actuar ahora, puedo demostrarle y fingir esto.

Alcé la cabeza, finalmente, fijando mis ojos en los suyos. Le dediqué mi mirada más gélida, distante, vacía.

―No te amo, Neal ―Dije una vez más―. Sí, nos divertimos. Sí, eres por mucho, el mejor hombre que conoceré en toda mi vida, me diste momentos que nadie me dio antes, pero no fue suficiente, todo lo que pasamos, no fue suficiente para mí. No me enamoré de ti, lo lamento.

El dolor se plasmó en sus ojos.

El dolor que yo causé.

Me desgarra hacernos esto.

Pero es la vida de Thomas o mi felicidad. Y yo tengo la mala costumbre de siempre sacrificarme.

Neal me soltó finalmente, negando con la cabeza varias veces.

―No...―Formuló.

Esta vez, fui yo la que tomó su rostro para obligarlo a sostenerme la mirada.

―Ahora tú mírame a los ojos y dime qué encuentras ―Le pedí, por lo que volvió a negar―. Mírame y dime qué hay en ellos.

Sus ojos dorados encontraron los míos.

Esta será la última vez que los miraré.

Tiene que ser la última.

―Nada. No hay nada ―Alcanzó a decir en un tono bajo.

Y lo solté.

―Eso es porque estoy vacía. Así que vete y continúa tu vida como lo hacías antes de conocerme ―Expresé, dando un paso hacia atrás―. Vete y vive tu vida, porque no hay nada que pueda ofrecerte de la mía.

Una vez que terminé de hablar, entonces caminé para pasarle por un lado. Iba a irme, reamente iba a salir de ahí, hasta que él tomando mi brazo me detuvo. Su otra mano, se posó cerca de mi abdomen con la intención de mantenerme cerca de su cuerpo.

No puedo enfrentar esto.

No puedo más con esto.

No quiero mirarlo un solo segundo más, porque sé que me arrepentiré, sé que le diré que todo lo que dije, no es verdad. Que sí lo amo, que quiero pasar el resto de mi vida a su lado.

Pero es difícil ahora. No importa lo que haga, la vida no quiere que estemos juntos, que seamos felices juntos.

Tal vez en otra vida, amarnos sería más fácil.

―No te vayas ―Suplicó contra mi cabello―. Por favor, no te vayas.

Cerré los ojos con fuerza.

Siempre pensé, que sería yo la que le pediría esto.

Jamás imaginé esas palabras saliendo de Neal Hardy.

Me zafé de su agarre rápidamente.

―Hechicera...―Me llamó. Su tono estaba lleno de dolor, de súplica.

Lo miré por encima de mi hombro. El labio inferior me tembló al verlo ahí de pie, de esa manera.

Lo estoy destrozando.

Le rompí el corazón.

Me mata ser yo la que lastime a este hombre, la que lo lastime una vez más después del infierno que ha sido toda su vida.

―Adiós, Hardy.

Y finalmente, salí de la capilla, dejándolo ahí.

Mis pasos me guiaron directo al baño que se encontraba en la sala de espera en la sección donde tienen a mi hermano. Me metí y coloqué el seguro después de asegurarme de que no había nadie más conmigo.

Solo cuando comprobé que estaba sola, entonces me dejé caer en el suelo, completamente cansada, destrozada, herida.

Me llevé las rodillas al pecho y me abracé, escondiendo mi rostro en ellas.

Comencé a sollozar, a temblar, a sacar todo mi dolor.

―Lo lamento, lo lamento, por favor perdóname ―Comencé a suplicarle a la nada―. Sí te amo, te amo como no tienes idea, no quería hacer esto...por favor, perdóname.

Me abracé con fuerza, intentando consolarme yo misma.

Intentando sanarme yo sola.

Pasé la siguiente hora de esta manera, hasta que una mujer tocó la puerta con la intención de entrar y usar el baño. Me volví a lavar el rostro y salí para ir a ver a mi hermano.

Por suerte, hoy me dejaron quedarme más tiempo a su lado, me dejaron permanecer en su habitación.

Neal ya no regresó.

No apareció por ningún lado.

Tampoco esperaba que lo hiciera. Es justo de esta manera, como tiene que ser.

Sentí a un enfermero posarse a mi lado. Sentí su mirada en mí, por lo que me obligué a verlo.

―Mi jefe manda a decir que eres libre ―Nombró, en ese acento turco que me tiene asqueada―. Eres libre siempre y cuando cumplas tu parte del trato, bailarina. Mantente lejos de Alighieri y de Hardy.

No tuve ni el valor de contestar, simplemente pude verlo salir de la habitación.

Después de media hora más, finalmente llegó Elaine, vestía diferente y parecía haber descansado un poco más.

No quiero ni imaginar lo difícil y lo agotador que debió ser estar en el hospital cuidando de mi hermano, dejando a su bebé con su padre y su abuela.

Por suerte ya no tendrá que hacer eso, ya estoy aquí.

Y no me iré de este mundo mientras Thomas siga respirando.

Elaine se quedó en silencio todo este rato, eso hasta que la puerta de nuevo se abrió.

―Hola, Larita. ¿Cómo te sientes hoy? ―Preguntó Derek.

Hecha mierda.

―Mejor ―Susurré.

―¿Y Neal? ―Cerré los ojos al escuchar su nombre―. No lo encontré mientras estaba con Mason en la sala de espera, él tampoco lo ha visto. ¿A dónde fue?

Tragué el nudo.

―Se fue.

―¿Cómo que se fue? ¿Por comida o a buscar rop...?

―Se fue. No volverá a este lugar ―Susurré―. Terminamos.

La habitación quedó en silencio durante unos largos y abrumadores segundos.

―¿Cómo que terminaron? ¿Cómo se pudo ir cuando está pasando todo esto? ―Preguntó Elaine. Y por su tono, puedo deducir que está molesta con él.

―Regreso en un rato ―Formuló Derek. Ni siquiera pude detenerlo, simplemente salió y cerró sin decir algo más.

―¿Cómo pudo hacerte esto? Entiendo que deba irse, ¿pero lo hace justo en este momento?

―Yo se lo pedí. Él iba a quedarse, pero le pedí que se fuera ―Lo defendí―. Yo lo terminé, yo nos hice esto. No fue su culpa.

―Pero...¿por qué hiciste eso?

Una lágrima resbaló por mi rostro.

―Era lo mejor.

―Se aman, Lara ―Recalcó―. Cualquiera se da cuenta de lo mucho que se aman.

Mi mandíbula tembló.

―A veces el amor no alcanza.

―Lara...

―Por favor, no quiero hablar sobre esto ―Interrumpí―. Ahora mi única preocupación, se encuentra en esta camilla.

Tomé la mano de Thomas, recargué mi cabeza contra el dorso y comencé a llorar bajito, para que Elaine no me escuchara.

―Si te vas, me voy contigo, ¿entiendes? ―Le dije a mi hermano en un susurro―. Eres todo lo que tengo. No puedo perderte.

Pasé las siguientes horas con Thomas. Cuando me hicieron salir, entonces me quedé toda la noche en la sala de espera, con Sandy haciéndome compañía. De nuevo Elaine insistió en quedarse, pero no puedo hacerle esto sabiendo que su recién nacida necesita de su mamá.

A la mañana siguiente cuando Sandy se fue a su trabajo, yo volví a quedarme en la habitación de Thomas, velando ese sueño tan profundo del que no puede despertar.

Sentí la puerta abrirse detrás de mí.

―Puedo imaginar que ni siquiera has comido ―Dijo Derek.

―No tengo apetito.

―Puedes enfermar. Cuando Thomas despierte, porque sí que despertará, te necesitará bien, sana y fuerte ―Recalcó, acercándose―. Toma, compré sopa y jugo en la cafetería.

Me tendió la comida, esperó pacientemente a que lo tomara hasta que finalmente, después de unos segundos, por fin me animé a hacerlo.

―Gracias ―Musité.

Él suspiró, antes de sentarse en una de las sillas de la habitación.

―Te haré compañía, nadie tiene que pasar por esto solo.

―Gracias ―Volví a decir.

Tomé la cuchara y la llené de sopa de pollo para comenzar a engullir.

Tragué, en todo momento mirando mi plato.

―¿Puedo preguntar algo? ―Hablé.

―Adelante.

Alcé la cabeza para mirarlo.

―¿Y...y Neal? ―La voz me tembló.

Derek aplanó los labios, negó con la cabeza y se encogió levemente de hombros.

―Subió a un avión esta mañana ―Soltó―. Aceptó la misión en Camboya.

Mi corazón se fracturó más de ser posible.

―¿Y...él...está bien?

―Lo estará.

Por unos segundos, solo guardé silencio. Miré mi plato de comida, dándome cuenta de que desafortunadamente, el poco apetito que tenía, simplemente se esfumó al enterarme de que Neal dejó Chicago.

Es definitivo.

Se acabó.

―Debe odiarme. Y tú no deberías ser bueno conmigo, después de todo lastimé a tu mejor amigo ―Tragué saliva―. Tú y Mason también deberían odiarme por hacerle esto a Neal.

Negó rápidamente.

―Nadie te odia. Neal también es incapaz de odiarte ―Respondió―. Al contrario, Mason y yo te agradecemos porque independientemente de cómo terminaron las cosas, el tiempo que ustedes dos estuvieron juntos, puedo apostar que fue lo mejor que le pasó al poli gruñón. Tú le diste esperanza, Lara. Lo hiciste feliz y nos regresaste al chico de diecisiete años que aún tenia la esperanza de ser absolutamente feliz. Es por eso que Mason y yo te apreciamos, es por eso que eres como una hermana para mí, porque le diste a Neal todo eso que Mason y yo siempre quisimos que tuviera.

―Le rompí el corazón.

―Lo sé ―Susurró―. Pero a veces así son las cosas, tú lo sabes, él lo sabe. Por eso no quiere que te dejemos sola, no te odia, aún se preocupa por ti. Pidió que no te abandonáramos, mucho menos ahora que todo está tan mal. Todos seguimos siendo una enorme, rara y buena familia, y las buenas familias, siempre se apoyan en los momentos más jodidos.

Y así fue, los siguientes cinco días, ninguno me dejó sola. Ni Derek, ni Mason, ni Sandy, mucho menos Elaine. Estuvieron conmigo, apoyándome en todo. Estuve duchándome, quedándome y descansando en casa de Sandy ya que es la más cercana al hospital.

Los días fueron pasando sin obtener respuesta. Thomas no despertaba, simplemente estaba ahí, tan frágil y tan quieto. Los médicos han dicho que...debo estar preparada para todo tipo de situación, que todo puede pasar.

―Había una vez, una bailarina con muchos sueños e ilusiones. Unas que con el paso del tiempo y por situaciones horribles, comenzaron a desmoronarse. Creyó que jamás podría sentir, que nadie podría amarla y que no sería capaz de amar. Hasta que conoció al soldado con los ojos más bellos del mundo. Él...era un príncipe con ojos como el oro. Un príncipe creado por el miedo y el trauma. Uno al que no le importaba que tan roto estuviera, su prioridad fue sanar a su hechicera. Se enamoraron como nunca ―La voz se me quebró al leer esa hoja que escribí estos días. Las palabras ayudan a sanar el dolor, plasmar lo que sientes, puede ser reconfortante―. Pero...no importaba qué tanto se amaran, los demonios del pasado, siempre estaban ahí, impidiendo su felicidad. Ella lo dejó y él se marchó, completamente herido por todas las cosas horribles que ella le dijo, pese a que no eran verdad. Pero así debía ser, así debía terminar. No importa cuánto lo intentara, su destino no iba a cambiar. Estaba destinados a salir heridos por culpa de ese amor tan catastrófico y tan extraordinario a la vez.

Bajé las hojas para mirar a Thomas. Sonreí débilmente, mirándolo con atención.

―Esa es la historia de la bailarina y el militar que no pudieron tener su final feliz.

Mi historia con Neal.

Dejé las hojas sobre un mueble, soltando un suspiro pesado. Me levanté para regar una planta que traje a la habitación hace un par de días.

No sé cuánto tiempo estaremos aquí, así que quería que se sintiera un poco como casa, en donde tengo todas mis macetas.

Estaba regando la planta cuando pasó.

Cuando eso pasó.

La máquina a la que estaba conectado, dejó de hacer ese ruido que hizo todo este tiempo. En la pantalla solo pudo verse una línea, esa línea que indica que su corazón no tiene pulso y que tampoco está respirando.

―No, no, no ―Comencé a decir―. Thomas, no, por favor.

No sabía qué hacer, no sabía si acercarme, si llorar, si pedir ayuda.

¡Joder!

Reacciona. Pide ayuda.

Fui a la puerta, la abrí de golpe y me asomé por el pasillo.

―¡Por favor, ayuda! ¡Un Doctor! ―Supliqué―. ¡Mi hermano no está respirando!

Ante mis gritos, un puño de enfermeras y médicos comenzaron a venir con rapidez.

Todo pasó en cámara lenta. Uno de los médicos diciendo que Tom está sufriendo un paro cardiorrespiratorio, otros dos intentando estabilizarlo, salvar su vida.

Solo pude llorar y gritar cuando dos enfermeros me sacaron a rastras de la habitación, alegando que no podía estar ahí, que necesitan espacio para trabajar. Me dejaron en el pasillo en donde estaban mis amigos. Al ver mi estado, se acercaron para detenerme, para detener mi acción de meterme de nuevo a ese jodido lugar.

―¡No! ¡Suéltame! ¡Thomas! ―Sollocé―. ¡Por favor! ¡Por favor no me dejes!

Pude sentir a Elaine y Derek abrazarme para consolarme y retenerme. Pataleé, luché, me removí con la esperanza de que ellos me soltaran, pero no lo hicieron.

―¡Por favor no te lo lleves! ¡Thomas!

Todo duele.

Mi alma está destrozada.

Mis esperanzas están por el suelo.

El dolor me quema mientras miro esas enormes puertas frente a mí, mientras sé que detrás de ellas, la parte más importante de mi vida, se está desvaneciendo. Se desvanece y no puedo hacer nada para evitarlo.

Me está dejando.

Lo estoy perdiendo.

Perdóname, abuela.

No cuidé bien de Thomas. No lo cuidé como debía.

Esto es mi culpa.

Lo lamento.

No pude mantener mi promesa.

Fin.

*
*
*
*
*

N/A.

Diosss. Son las 8:37 p.m. (hora en la que termino de editar este capítulo) del 22 de febrero del 2022 y yo soy un mar de lágrimas.

Sé que me están odiando y lo entiendo.

Lo lamento tanto, pero así debía ser.

Nos leemos en el epílogo.

Con amor, Mar.💖

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