Cripta de amor

By minkyria

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Alex odia que le llamen por su nombre; basta la persona incorrecta con el llamado para hacerlo enojar. A vece... More

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By minkyria

Lukas está tan tieso como un pan duro después de haberse quedado toda la tarde en las afueras de su mesa. Alejandro, por el contrario, mueve sus piernas, y sus dedos tamborilean sobre la superficie con tanta rapidez que hasta le resulta estresante a su novio.

     —¿Me están diciendo que ustedes dos salen?

     Alejandro escucha "salir", y es exactamente lo que desea hacer. No obstante se mantiene sentado a un lado de Lukas, y enfrente de Tobías. Por alguna razón, no puede evitar verle la cara y preguntarse por qué Lukas suele pasar tanto tiempo con él; aunque de inmediato quita ese pensamiento de su cabeza y mira hacia abajo. Alex puede fijarse en la posición en la que está Lukas, no se mueve ni un milímetro, pero tampoco deja ver que por dentro tiene ganas de removerse por el local con locura.

     Hay algo en el rostro de Tobías que lo hace sentir, más que celoso, un poco confundido. Pero tampoco es que eso le impida hablar; de hecho, ni siquiera sabe porqué se siente tan tenso y no puede pronunciar ni una sola palabra, a la vez que espera que Lukas se explaye.

     Pero, ¿explaye qué? Pues bien, ni siquiera Alejandro no es capaz de escuchar que Lukas y él están "saliendo", porque, realmente, eso no ha quedado lo suficientemente claro.

     —Sí, ¿y qué? —Aquel tono característico de Alex hace que Lukas lo mire por un segundo, pero después regrese la vista hasta Tobías.

     Como es de esperarse, Tobías ni se inmuta por la voz molesta de Alejandro. Al contrario, es como una sonata de cuna.

     —Quiero decir, chicos, ustedes se ven muy tensos entre sí.

     Basta una mirada de Lukas al cuerpo de Alejandro y a su propia posición, como para saber que tiene que relajarse. No es como si Tobías fuera un policía, alguna persona extraña o, hasta de atrevería a comprar, no es como si fuera su padre. Así, Lukas al ver la situación en la que Alejandro está a nada de soltar alguna estupidez, producto de su nerviosismo —porque sabe que Alejandro, más que nada, habla de mala manera cuando se siente acorralado—, decide recargarse hacia el frente y tomar de su refresco, intentando transmitir serenidad.

     Al verle, Alejandro ya puede sentirse un poco menos pesado ante los ojos divertidos de Tobías, y termina por mirar al techo con desdén.

     —No te entendemos. —Lukas pasea los ojos por el lugar.

     —¿Son novios o no? —Cuestiona Tobías. Aunque puede parecer como el más grande y molesto chico del lugar, lo hace más para generar un ambiente más placentero entre los dos chicos que se encuentran frente a él. Si Tobías odia algo de ellos dos, es que a veces esperan que otro tome la iniciativa, y podrían quedarse en la monotonía de una relación que "casi es" pero "nunca será", si no se ponen a trabajar en eso—. Miren, están alejados medio metro del otro, no los he visto ni una sola vez convivir con calma, y tampoco pasar un momento romántico juntos.

     Alejandro no lo entiende. ¿Qué es lo que quiere Tobías? ¿Ver que le come la cara a Lukas con la boca?

     —Debes tener mucha experiencia en eso, ¿no? —El castaño de rostro enojado no puede evitar dejar salir un poco de su malgenio—. De seguro me ganas con eso de los momentos románticos.

      —Alejandro —llama Lukas.

     —No, no, tiene razón Tobías. ¿Tú y yo? No es como que nos hayamos besado, ¿verdad? Besado a mitad de la madrugada.

     —Oye, aunque eso fue un error.

     —¿Un error? —¿Cómo por qué negarlo?, se pregunta Alejandro—. Bueno, si lo besaste es porque te gusta, ¿no?

      —Bueno, no necesariamente.

     —¿No necesariamente? ¿Por qué besas a alguien si no te gusta? Míralo detenidamente —El chico apunta con el dedo el rostro incómodo de Lukas—, ¿crees que haya algo en su rostro que no pueda gustarte?

      Las palabras de Daza hacen que Lukas lo mire, por menos que un minuto, pero más que unos pocos segundos. Alejandro ni siquiera está al tanto de sus palabras, no puede notar la expresión cariñosa que emana Lukas al oír semejante cosa como un cumplido proviniendo de un perro chihuahueño rabioso como Alex; es incapaz de percibir los ojos graciosos de Tobías, quien, en vez de estar avergonzado, disfruta del momento con sus, puede presumir, únicos mejores amigos del lugar.

     Como la respuesta de Tob jamás llega, Alejandro se echa hacia atrás con los brazos cruzados. Él piensa «Gané yo», pero no entiende, ni realiza, que más que ganar una discusión, ha ganado un poco más del cariño de Lukas.

     Un segundo basta para que Alejandro mire a Lukas, quien lo observa en silencio.

     —¿Qué? —pregunta, realmente sin conocer la situación.

     —Nada —responde Lukas—. Nada, Alejandro.

     —Eres agradable si te lo propones —agrega Tobías.

     —¿Qué? ¿Qué fue lo que dije? —Basta un breve análisis para hallar la respuesta a su pregunta—. Ah, ya sé. No pueden creerme agradable por una —alza su dedo índice— sola cosa que dije. Son como niños.

     —Ya cállate, Alex.

     —¿Creen que decir que Lukas tiene buen físico es la gran cosa? Oigan, todos tenemos veinte años... Bueno, casi. El punto es que ya no somos niños, ¿por qué decir que Lukas es atractivo es algo extraño?

     He ahí va de nuevo, jugando el papel de desinteresado. Cosa que, por cierto, no le sale nada bien. Tobías y Lukas lo observan hacer lo que suele hacer siempre que, más que nervioso, se siente un poco intimidado y atrapado: hablar. Alejandro no es una persona delicada, ni siquiera en lo más mínimo. Responde con rudeza, habla temas poco convencionales y se sume en un nudo de silencio cuando le desagrada, hasta que su mirada de odio te hace suicidar; pero, cuando él no se da cuenta de lo que sucede a su alrededor y se digna a ver dentro suyo, pero bien dentro suyo, Alejandro puede resultar ser en un cotorro parlante que habla, y habla, y habla, sin parar.

     Para Tobías eso no es molesto, pero sí un poco repetitivo. El escuchar a Alejo decir diez veces: somos grandes, Lukas tiene un buen físico, no es la gran cosa; de diversas formas y con un amplio vocabulario repleto de sinónimos, comienza a volverse aburrido.

     Al contrario, Lukas le presta suma atención, una, y otra, y otra vez.

     Puede sonar contradictorio, pero, más que aquella relación estirable, lo que hace a Lukas mantener los ojos y su atención encima de Alejandro, es la manera específica en la que platica sobre algo y se apasiona y embelesa de tal manera, que le es muy complicado salir de ese círculo.

     —Sí, ya entendimos, Alejo. —Tobías mira su celular, desinteresado en los dos frente a él—. Lukas tiene un muy buen físico, es guapo, atractivo, y tiene los ojos más hermosos del mundo.

     —Yo no dije eso.

     —Ajá.

     —En serio. No lo dije.

    —Bueno, bueno.

     —¿Por qué me tiras a loco, Tobías?

     —Alex —llama Lukas, bastante absorto. Coloca la mano sobre el hombro de de Alejandro. Son pocos los segundos que transcurren cuando Alejandro lo mira con un poco de confusión, refleja su molestia—. ¡Alejandro! —corrige sorprendido—, lo lamento, quise decir Alejandro.

     —Ah, sí, sobre eso —Tobías se reclina hacia el frente—, ¿qué es eso de no decirle "Alex"?

     La pregunta de Tobías suena un poco fuera de lugar dentro de las miradas curiosas que se lanzan Alex y Lukas. Es esa cuestión que los hace despertar, pero ninguno puede explicar el porqué detrás de esa petición tan explícita que ha hecho el chico Daza hacía algunos ayeres.

     "Alex" suena a otra persona. A los ojos de Lukas, no es asi; para Alejandro, sí. Así que, si la petición es omitir cualquier variante de su nombre, entonces eso está bien. Pasa que esa situación es exclusiva para Lukas, si alguien más decide que Alejandro se llamaría Alex, entonces no hay problema alguno, a Alex le interesa tan poco cómo lo perciban los demás, que termina por deshacerse de los malos sentimientos que lo envuelven cuando le llaman por Alex.

     —Es algo entre Lukas y yo.

     —Entonces, ¿te molesta que te digan Alex?

     Alejandro toma un segundo para pensarlo.

     —No, realmente no.

     —¿Yo puedo decirte Alex?

     —Sí, puedes hacerlo.

     —Dime...

     —Tobías, estás colmando mi paciencia.

     —Bájale un poco a tu estrés. Todo el tiempo estás apunto de estallar. Intento conversar contigo.

      —Bueno, para ser sinceros —Tres Palabras o Menos ha decidido hablar un poco más que de costumbre—, estás haciendo demasiadas preguntas. Además, ya conoces a Alejandro pero sigues buscándole por todos lados. Ya sabes, es cierto que habla mucho, pero no de las cosas que te gustaría escuchar. Así que, si quieres preguntarle algo directamente, lo mejor es que no titubees.

     El silencio sepulcral, que es algo dañado por el ruido del local, provoca que Lukas observe curioso al pelirrojo que está solo un poco más que anonadado. A su vez, lleva los ojos hasta Alejandro, quien, cruzado de brazos, muerde su labio con una sonrisa ladina.

      —Jamás te había escuchado hablar tanto. —Tobías dice con un poco de gracia al ver la forma en la que Lukas habla.

     —¿Verdad? La primera vez que lo escuché hablar así, me dio miedo. Lukas no dice mucho, pero cuando habla, es porque algo es importante.

     Oh, Tobías ha tenido una gran idea. Pero antes, hay que dejar las cosas muy en claro: Tobías ha superado, casi por completo, a Lukas Romero. Pero hay algo en él que lo hace sentir bastante calmado, lo cual aprecia, porque dentro de su mundo, la calma no es más que un simple privilegio. Tampoco es que se desee engrandecer esta mente compleja que es Tobías, porque sería entrar en algo extraño que es difícil de comprender, pero, lo que sí hay que tener en cuenta, es que sus acciones no son más que impulsos de su mente ante la atracción que siente, y, de vez en cuando, también la felicidad que puede ver en los ojos de Alejandro cuando mira a Lukas —aunque esta felicidad se encuentra tan escondida que a veces es difícil hallarla—.

      El pelirrojo ladea la cabeza con curiosidad, provocando que Alex haga pequeños sus ojos.

      —¿En serio? ¿No te resulta molesto que a veces habla muy poco?

     Lukas no puede creer lo que dice Tobías. ¿Hola? ¿No eran mejores amigos? ¿Hola? ¿No es que había pasado las noches en vela cuando el idiota se embriagó y estuvo cuidando que no se cayera de las escaleras? ¿Hola? ¿No es que escuchó pacientemente cuando confesó que las cosas en su vida parecían ir de bajada?

     ¿Hola? ¿No fue él quién le ayudó a reaparecer esa cercanía que antes tenía con Alejandro?

      Sin embargo, Tobías al notar los ojos impresionados de Lukas, mueve la mano por lo bajo para deslindarse de toda culpa. Transmite lo siguiente con sus ojos: me lo agradecerás más tarde.

     —No, realmente no me resulta molesto. —Lo que sí es molesto, es la forma en la que Tobías quiere provocarlo. Alejandro, sin cambiar su posición de brazos cruzados, ha decidido hablar por primera vez, deteniéndose a pensar en sus palabras—. Lo poco que dice hace sentido.

     —Pero sigue sin dar a entender su punto.

     —Sí que lo da a entender.
   
     La dinámica continúa así. Mientras Tobías lanza una serie de frases que dejan en mal a Lukas, Alejandro pretende defenderlo de cada una de ellas.

     —No es nada claro con lo que quiere —repite Tobías. Ya basta decir que no está haciendo nada más que divirtiéndose con la expresión enojada del otro—. ¿Ya te lo dije? A veces dice que "no" pero es un "no lo sé".

       —Es lo suficientemente claro. Todo lo que dice tiene un propósito, transmite algo. Lukas no necesita de una letanía para explicar lo que quiere dar a entender, él simplemente busca la forma de hacerlo de forma clara. Es como... Como... Lukas... ¡Como el jabón! No necesitas demasiado para hacer espuma.

      Tobías es, más que nada, bueno encontrando pequeños detalles. No es como Lukas que te analiza de pies a cabeza y te conoce tan bien como a la palma de sus manos. Más bien, Tobías puede no saber absolutamente nada de ti, pero encontrar alguna característica tuya que sea específica de ti, y además que sea excéntrica y rara, que te haga resaltar por sobre los demás. Por ejemplo, la característica específica de Lukas es la manera en la que analiza y te observa con sus ojos de muñeco roto hasta chupar en ti el último dato posible de tu humanidad. La característica de Alejandro, a su vez, es que de alguna forma siempre enlaza su vida con lo que está relacionado a las lavadoras. No es la primera vez que escucha esa clase de expresiones; "como el jabón", "es como lavar ropa", "es como el cloro", "es un ciclo completo".

      No sabe por qué, probablemente nunca lo va a saber, pero es así. Alejandro tiene algo con las lavadoras, es como su percepción de la vida, y lo relaciona con todo que, a su vez, termina por ver al mundo como su propia lavandería.

      —No sé, si le pongo desde tu posición, ¿no es molesto? Lukas no es expresivo.

      —¡Lo es!

      —Ah, ¿sí? Hemos sido amigos por años, y...

      —¡Ah! ¡Tobías! ¡De verdad no te soporto! —exclama con exasperación el castaño. Le toma un segundo para ver a su alrededor y estar seguro que no va a ser interrumpido o atrapado por nadie—. No entiendo qué es lo que quieres, ¿que te diga que me quiere? ¿Que te diga que somos novios? Si mañana él y yo hacemos algo, ¿quieres que te diga qué acabamos de co-...?

     Lukas lleva la frente inmediatamente a la palma de sus manos con la intención de cubrirse y evitar que lo vean. Tobías suelta una carcajada, a la vez que se extiende por la mesa hasta tomar los hombros del moreno y agitarlo

      —Alejandro, ya, ya, ya. ¡Solo estoy molestándote!

      —Pues deja de hacerlo, ¡me exasperas! —reclama. Su personalidad ruda hace reír al pelirrojo en su lugar. Alejandro lleva los ojos hasta Lukas, buscando su mirada, pero el pelinegro la tiene oculta entre sus manos.

     —Está bien —suelta entre risas. Recargándose en su silla, cubriéndose la boca por sus carcajadas, Tobi se dirige a Lukas—. Entiendo qué hay en él. No lo hacía, pero ya entendí a lo que te referías.
 
     Lukas de alza de hombros, a la vez que junta las manos por sobre la mesa. —Te lo dije.

     —¿Qué le dijiste?

     —Lukas me dijo... —Se carcajea más alto al recordar. Al calmarse un poco y secar sus lágrimas, Tobías pretende continuar—. Me dijo que... —Pero le vuelve a ganar la risa. Tobías se ve imposibilitado a continuar con la oración, se retrae un poco en su lugar, anonadado por aquella personalidad. Conocía bien a Alejandro pero no así de bien—. Ah, olvídalo, simplemente no te diré.

     Por delante de ambos, Tobías está muriendo de la risa. La escena es extraña para Alejandro, nunca había visto que sus reacciones causaran tanta gracia. Quiere decir, siempre ha sido algo extrovertido en ese sentido, decir las cosas con un tono de voz no agradable al oido, con palabras altisonantes, logra hacer que más de uno reaccione. Diversas han sido las expresiones ante esas situaciones, risas, muecas, una que otra respuesta igual de grosera, pero jamás una gracia incontrolable que dobla al pelirrojo Tobías, al grado que deba colocar la mano sobre su estómago. Igual, Alejandro no le cree todo a Tobías, no es como si el chico fuese difícil, la risa en él es más rápida de obtener que una cita en el dermatólogo.

     Cuando Tobías se pone de pie y entre señas dice que irá al baño para alejarse dos segundos después, Alejo se voltea a ver a Lukas, quien permanece callado y sin dirigirle la mirada. Pasa un segundo hasta que Alejandro le toqueteaa el hombro, lo hace voltear y ambos se miran a una distancia lejana en la medida de lo posible. A su alrededor no hay más personas que las que suelen frecuentar el local, solo conocen a los vecinos que llegan a cenar ahí, y los demás son personajes pasajeros de sus vidas. Por lo tanto, a Alejandro y a Lukas les importa poco si alguien escucha o no. Bueno, o eso suponen al estar ahí. Realmente no sé han puesto a pensar en las muy variadas consecuencias.

     —¿Qué le dijiste a Tobías?

     —Nada anormal.

     —¿Pero qué fue? Porque le dio mucha risa o no lo sé. ¿Qué le dijiste sobre mí?

     —¿Te interesa mucho?

     —Me parece que sí. Bueno, no. Me causa duda.

     —No dije nada. —Lukas habla como suele hacerlo, con un toque de seriedad y una pizca de cinismo. Prefiere dirigir los ojos al ventanal del local—. Eres como un reloj.

     —¿Ah?

     —Le dije que eres un reloj.

     —¿Eso es bueno o malo?

     Lukas sonríe cuando escucha el tono curioso, pero más que curioso, ligeramente ofendido. Alejandro está, literalmente a nada, de explotar. ¿Qué clase de comparación es esa? ¿Como un reloj?

     —¿Te enojaste?

     —No. Pero no entiendo la comparación. ¿Por qué soy un reloj? No tiene sentido. ¿No deberías decirle cosas buenas de mí? De por sí Tobías juega mucho a hacerme la vida imposible.

     —Todos te hacen la vida imposible.

     —Pues es la verdad. Todos me la hacen, incluyendo a Tobías. Él, mis amigos, Gianna, hasta Matías, todos dicen que mi temperamento es malo. Es como si quisieran que yo fuese... No sé. —Seguido de eso, Alejandro le dirige los ojos, le presta especial atención, y muestra una mueca expectante. Alex se detiene, desvía la mirada—. Ya sabes.

     —No creo que sea así.

     —No crees, pero es lo que dicen. Nadie se acerca a mí por eso. Tal vez es cierto, mi personalidad no es tan buena.

     —Eres un reloj.

     —Pero el reloj de una bomba.

     Lukas niega lentamente. Toma un segundo para mirar hasta la puerta del baño; Tobías no da señales de vida por ningún lado, y parece que no saldrá pronto de su ataque de risa. El menor piensa bien en lo que va a decir, entonces hace memoria de lo que le dijo a Tobías. Solo después de recordarlo a la perfección, Lukas extiende las manos sobre la mesa, estirándose y se acomoda con más libertad sobre el asiento, eventualmente dejando caer la cabeza, recostado.

     —Cuando veo el reloj, entre más lo observo me es más sencillo sentir que el tiempo se pasa rápido. —Lukas logra captar la atención de Alex—. Si veo el minutero y después el segundero, el tiempo es nada.

     —Aún no me convences.

     —Contigo, entre más conocen las personas de ti, entre más ven tus detalles y actitudes...

     —Ajá.

     —Hay tanto en ti que es imposible aburrirme.

     —Dios, termina rápido porque comienzas a estresarme.

     Lukas se carcajea. —La vida contigo es más ligera.

 

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