— Lo logro señor, aquí está.– escuché que Harry decía y recargue mi cabeza en una de las piedras intentando que el dolor se fuera.
— Harry agua....– comenzó a murmurar al profesor Dumbledore.
— Aguamenti. – la Potter espero que su hermano no tardará en venir con agua pues sentía la boca seca, pero primero debía dársela a Dumbledore pues eso pensaba ella, ya que para ella solo había sido un poco un trago a diferencia del profesor que había venido toda.
— Harry traerle agua, vamos..– dijo la chica al darse cuenta de que tenía un poco de rato que su hermano había hecho agua y no venía.
— No puedo...Alyssa no se puede.
— Escucha, no me puedo levantar, pero con cuidado acércate al agua y toma un poco para el profesor.
Este asintió y le hizo caso mientras el profesor soltaba quejidos.
— Estamos aquí...– murmuro la chica sintiendo que todo se movía, todo daba vueltas, y todo era borroso.
— Debes prometer lo que hablamos, te lo ruego...siempre has cumplido y espero que está no sea la excepción, eres especial para mí, hija. Y estoy más que seguro de que eres una Potter.
Las lágrimas le resbalaban por la mejillas hasta que noto que su hermano demoraba.
— Harry...
— ¡Sectumsempra! – como la chica pudo, se quitó de las piernas al anciano con delicadeza.
Comenzó a lanzar fue hacia los inferi hasta que fue jalada al agua y sentí que no podía respirar, era sostenida de los pies, siendo jalada hacia abajo.
Fue como un momento rápido, un chico gritando por ayuda, siendo jalado por los inferis, este sollozaba tratando de salir.
— Acendio! – la chica salió cayendo junto de Dumbledore otra vez, de manera no verbal utilizo el encantamiento Partis temporus. Busco a su hermano que no lo encontraba, comenzó mirar por todos lados hasta que lo encontró muy en el fondo del agua, entonces apunto con su varita lo ayudo, pues parecía salir a la superficie.
Regreso con su varita dando vuelta a todo, no duraría mucho en el momento en que lo soltará.
— Ayuda al Profesor.
— ¿Que hay de ti?
— Corre Harry, en un momento voy, pero necesito primero salgan ustedes. Dentro del lugar no se puede hacer apariciones, sube rápido al bote.
Eso hizo y cuando lo vi unos tres metros alejado subí con rapidez y no tardamos en llegar del otro lado, Harry lo ayudo.
No hubo necesidad de cortar puesto que mi cicatriz sangraba, así que solo la puse ahí, ni siquiera me tomé el tiempo de vendar, Dumbledore iba racargado en Harry así que lo tome del brazo y de inmediato hice una aparición.
— Debo llevarlo a la enfermería, señor, con la señora Pomfrey.
— No, Severus, Severus, lo necesito...despiertalo, dile lo que pasó. No hables con nadie más, Severus, Harry.
Mire a Dumbledore en cuanto escuche pasos y asintió, pegue a Harry a mi y nos puse la capa de invisibilidad.
Cuando la puerta se abrió pude ver a Malfoy, ahora sabía de qué se trataba Snape.
— Buenas noches Draco, ¿Qué te trae en esta bella noche de primavera?
— ¿Con quién está? Lo escuché hablar.
— Suelo hablar solo en voz alta, me parece extraordinariamente útil, ¿Alguna vez te has hablado a ti mismo Draco? – mire con lástima a Malfoy y en cuanto no respondió Dumbledore volvió a hablar — Draco...tú no eres un asesino.
— ¿Como sabe lo que soy? He hecho cosas horrendas. – dijo, su respiración estaba agitada y la mano le temblaba.
— ¿Cómo maldecir a Katie Bell, esperando que a su vez ella me entregara un collar maldito? ¿Cambiar una botella de agua miel por una adulterada con veneno? Perdoname Draco, pero pienso que esas acciones fueron tan débiles que no las hiciste de corazón.
— El confía en mí, fui elegido. – alzó la manga de su saco dejando notar la marca tenebrosa.
— Muy bien...déjame facilitartelo. – vi que alzaba las manos, seguro que Draco lo vio como señal de amenaza pero sabía que Dumbledore no lo haría, era capaz pero por alguna razón lo lo atacaría.
— ¡Expelliarmus! – Harry intento sacar su varita pero no pudo, eso quería decir estaba inmovilizado, por lo que yo también debía estarlo así que me quedé quieta, pues en realidad no lo estaba, pero mi mundo estaba lleno de promesas, y una de esas era esto.
— Muy bien...muy bien...– entonces se escuchó un ruido, seguro debía ser bajando las escaleras. — Oh no estás solo...¿Cómo?
— ¿El armario evanescente en la sala de menesteres? Lo estuve reparando.
— Supongo...que tiene un hermano...un gemelo...
— En Borgin y Burkes, forman un pasaje.
— Que Ingenioso. Draco, hace años, conocí a un joven que tomo muchas decisiones equivocadas, permíteme ayudarte.
— ¡No quiero su ayuda! – comenzó a alzar la voz agrietada. — ¿Que no lo entiende? Debí hacer esto, debo matarlo...o él...me matará..– al escuchar más pasos mordí mi labio intentando no emitir ningún sonido, pues sabía que se acercaba.
— Vaya...que tenemos aquí, bien hecho Draco. – dijo dejando un beso en la mejilla de Malfoy.
— Buenas noches Bellatrix, esto amerita presentaciones ¿No crees?
— Me gustaría Albus, pero me temo que no tenemos tiempo....¡Hazlo!
— No tiene las agallas, igual que su padre, déjame hacerlo a mi manera.
— ¡No! El señor tenebroso dijo que el niño debe hacerlo, este es tu momento Draco, hazlo. ¡Adelante Draco, Ahora! – mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas cuando oí más pasos.
— No. – ni siquiera podía pasar saliva, sentía la boca seca y mi quijada temblaba.
— Severus...– dijo Dumbledore mirándolo, hubo un silencio, sabía que nada bueno sucedería, quería moverme y defenderlo por más que terminara muerta, pero si lo hacia y ambos sobrevivimos, de todas maneras el sufriría y no le quedaría más de un año de vida. — Por favor....
— ¡Avada Kedavra! – vi su última expresión, de alguna manera nos estaba viendo a nosotros, sentía que el aire me faltaba y mi vista se nublaba.
La mirada de Snape era como si no se lo creyera, Bellatrix brinca de alegría conjurando la marca tenebrosa, vi que se llevaban a Draco.
Harry ya se podía mover eso quería decir que Dumbledore ya estaba muerto...
Corrí hacia Harry pues los seguía, note que estaban peleando entre la orden y más, pero no preste atención solo quería a mi hermano a mi lado sin que nada malo le pasará, estaban saliendo del castillo lo seguí, no podía matarlo.
— ¡Snape! ¡El confiaba en usted! – Bellatrix Lestrange seguía celebrando, incendio la cabaña de Hagrid llamando la atención de todos.
— Largo
— ¡Peleé, peleé cobarde peleé! – mi hermano fue aventado al suelo y saque mi varita atacando a Bellatrix que lo había hecho, está me lo devolvió.
— ¡No, ellos le pertenecen al señor tenebroso! – sin embargo yo seguía atacandola y ella a mí, Dumbledore estaba muerto y ella no hacía más que celebrar.
— ¡¿Me estás atacando pequeña?! Veo que tienes las agallas de tu padre.
— ¡El no es mi padre! – grito débilmente la chica, aún no para de recordar el rostro de Dumbledore.
Snape había dejado de atacar a el chico pues debía defender a aquella chica, pero no solo eso, había alguien más a la defensa de Potter, haciendo que el de ojos negros se sorprendiera.
James Potter estaba delante de él, pero al parecer este no quería hacer más que defender a aquellos críos y no pelear por estúpidas peleas de adolescentes.
— ¡Si lo eres! ¡Y lo sabes muy al fondo!
— ¡Alyssa!– grito desgarradamente el hombre al ver a su hija tomando su costilla pues parecía sangrar.
— Mi padre es James Potter y nadie más. – dijo atacandola, sin percatarse de la presencia de su padre.
— ¡Avada– no termino pues Snape le gritó y está se detuvo
— Te amo cariño.– dijo sonriendo James Potter viendo de frente a su hija.
— ¡ Avada Kedavra!
— No, no, no...– comenzó a sollozar cayendo al suelo teniendo en sus brazos a su padre. — ¡Papá! ¡Papá!– la garganta se le desgarraba, mirando al hombre al que tanto se parecía . — No, no, no ¡No!
Comenzó a llorar no podía ni siquiera hablar por el llanto, su sonrisa seguía en sus labios y aquel brillo en los ojos por muy extraño que fuera ahí estaba.
Ni siquiera hizo por irse a buscar a aquella bruja para matarla, solo quería a su padre ahí, había planeado lo que harían en cuanto ella terminara el colegio.
Tomo el cuerpo de su padre he hizo una aparición llegando a la casa de los Black derrumbadose en el cuerpo ya muerto de su padre.
— Yo también te amo, papá....– sentía aquel dolor en la garganta, la chica se sentía completamente sola, y la quijada le dolía. Recordó el cementerio que le había nombrado Dumbledore, hizo otra aparición sin muchas fuerzas hizo que su papá fuera cubierto por un ataúd dorado.
Logro después de haber hecho un hueco con su varita, pudo lograr que el ataúd se quedará ahí.
Ahora estaba con la mirada perdida viendo el nombre de sus padres, por fin había creído que podría tener más familia de la que era su hermano.
Pero ahora ambos por fin estaban muertos y ella no podía creer que se le muriera tan rápido después de saber que estaba vivo.
Débilmente hizo una última aparición, llegando a la entrada de su empresa, tomando por sorpresa a sus empleados, pues la chica estaba ensangrentada.
— ¡Señorita Potter! – pronto todos comenzaron a acercarse a la chica y estaban por llevarla a San Mungo hasta que está escucho sus planes y sin fuerzas negó.
— No, no a San Mungo, que Harry Potter, ni ningún Weasley, Remus Lupin o alguien que tenga que ver con la orden del fénix ponga un pie en esta empresa...¿Entendido?– habló con dificultad viendo ya todo borroso pero estos asintieron para no tardar la chica ver todo negro.
Era como si estuviera dormida, sentía paz después de tanto tiempo. No sentía aquella presión continúa en el pecho.
Por primera vez no sentía su respirar pesado, su cuerpo se sentía ligero.
Por otro lado está Harry Potter buscando a su hermana. Ya estaba en el funeral de Albus Dumbledore y está no aparecía, era como si no hubiera rastro de ella.
Ni siquiera del cuerpo de su padre, nadie sabía nada de Alyssa Potter, si bien su hermano recordaba que su hermana estaba herida gravemente.
Ella sangraba demasiado cerca de la costilla y por alguna razón le dolía más el no ver a su hermana, no tener aquella presencia tam acogedora de su hermana, que perder nuevamente a su padre.
Tenia demasiados problemas en ese momento, pero el que más le dolía era no ver a su hermana. Pues ni siquiera sabía si estaba viva o donde estaba o si estaba bien.
Los demás no dejaban de preguntarle por Alyssa Potter y este comenzaba a desesperarse al no encontrar rastro alguno de ella.
La chica ni siquiera sabía que en realidad no habían encontrado ningún Horrocrux, Potter iría a buscar los Horrocrux y quería la compañía de su hermana más que nada, pero ella no estaba ahí.
Y lo que Potter pensaba, esperaba y deseaba, era que su hermana estuviera en la casa de los Dursley en cuanto llegará allá, poder abrazarla y poder oírla decirle umpalumpa.
Hermione Granger no podía parar de pensar en que tal vez su chica estaba muerta, pues al charlar con su mejor amigo solo le había empeorado su imaginación.
Y por supuesto lo primer que pensaron fue en su empresa, Harry lo primero que pensó era en qué cuanto llegará a Londres sería lo primero en hacer.
Para los Dursley sería una gran noticia no tener que mantener a otro Potter, dejar de tener otro mago en su casa, y si estaba muerta mucho mejor.
Abrí los ojos exaltada respirando con dificultad.
— Señorita Potter...– comenzó a hablar uno de los que se encontraba ahí
— Reynolds...– me levanté mirando a mi alrededor, puse mi mano en mi costilla, aún tenía sangre, solo la habían vendando. — Gracias...– aunque hubiera sido mejor si me ayudarán a curarla pero era entendible que no supieran qué hacer al ver a llegar a la dueña de la empresa, a punto de morir.
Camine a un de los muebles que estaba ahí, busque aquel nombre, la tomé y la bebí, me senté en el escritorio, abrí lo chaleco y camisa para después untar un poco de eso.
No tardó en cicatrizar, esto era una mierda, por los cristales vi a mi hermano correr con la respiración agitada hacia la entrada de la empresa.
— Dejenlo entrar, pero si pregunta por mi, nadie me a visto y no saben nada de mi desde navidad. – fue lo último que dijo la chica para hacer una aparición dejando a sus empleados preocupados y un Potter intentando encontrar a su hermana.