Lo intenté // Sanwoo

By AtinyMiaw

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Hizo de todo para intentar mejorar, pues sólo quería que él se sintiera feliz. Wooyoung, un joven que se enam... More

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Lo Intenté

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By AtinyMiaw

La adrenalina recorriendo su cuerpo, el viento fuerte entrando por las ventanillas, el sonido del motor, el miedo invadiendo su cuerpo... en fin, ese momento no le agradaba para nada.

Salir de la casa de Choi no fue nada fácil, a pesar de que obtuvieron la ayuda de DongHo, ya que este les cuidaba la espalda. Sin embargo, no contaban con que al salir de esa mansión, el padre del pelinegro los viera irse. Inmediatamente aquel hombre subió a su camioneta, poniéndola en marcha y pisando el acelerador hasta el fondo, quería alcanzarlos. Johnny era quien iba manejando el auto en el que iba con el rubio, quién solo se limitaba a agarrarse con fuerza de su asiento; le temía a la alta velocidad de los vehículos, le gustaban las carreras y persecuciones, pero no le gustaba ser parte de una. Tenía miedo a morir, o sufrir un accidente que lo llevara al hospital.

La situación se había salido de control, supuso que insistir tanto a su amigo para que lo sacara de ese lugar, no había sido su mejor idea, puesto que ahora se encontraban siendo perseguidos por el hombre, que por cierto no parecía tener intenciones de dejarlos con vida, ya que, en cada oportunidad que tenía, dirigía su camioneta al auto del cobrizo, para darle un fuerte golpe; uno que obviamente hacía que Johnny perdiera el control por unos cuantos segundos.

-¡¿Quién es?! -. Cuestionó en voz alta al escuchar que un mensaje llegaba a su celular.

El rubio, con manos temblorosas, tomó el móvil y abrió el mensaje, para luego leer el texto.

-Es Byoung Gon, dice que vayas a esta dirección -. Dijo con temor.

Acercó el celular a su amigo para que este lo leyera de rápido, y mantuviera toda su atención en la carretera.

-Bien, sujetate fuerte -. Mencionó antes de dar la vuelta, de golpe, en una esquina, haciendo que las llantas traseras del vehículo derraparan, y que un sonido chillón se hiciera presente.

Wooyoung se abrazó al asiento con fuerza, al mismo tiempo que cerraba sus ojos, odiaba las esquinas de las calles. Vió como la camioneta de Choi se pasaba de largo, y por un momento sintió un gran alivio, pensó que lo habían perdido, pero no fue así. El mayor había cortado vuelta, y ahora se encontraba mucho más cerca de ellos, el miedo comenzó a incrementar en el cuerpo del rubio, y su respiración se volvía agitada.

-¡Johnny! ¡Tengo miedo! -. Gritó el menor al ver qué el auto contrario les seguía.

-Te voy a proteger, así que no tengas miedo -. Susurró, acelerando un poco más.

De la nada, cuando ya estaban a casi poco de llegar, el sonido ensordecedor de las sirenas de la policía se hicieron presentes. Cuatro patrullas iban tras la camioneta negra, parecía como algún tipo de juego, en donde el ganador sería quien atrapará a su objetivo. Vaya que un pequeño enfrentamiento entre padre e hijo, podía conllevar a un problema gigante, del cual sería complicado salir sin que alguien perdiera.

El corazón del joven rubio latía a mil por segundo, sentía que el alma se le saldría del cuerpo en algún momento.

Llevaba ya varios minutos intentando contener esas ganas de gritar y llorar, estaba evitando esa sensación de querer abrir la puerta del auto y saltar al duro pavimento, bien, esa no era una gran idea.

Lo que sucedió después, dejó a varias personas atónitas ante tal escena, una muy horrible para cualquiera.

-¡Johnny, cuidado! -. Gritó el menor, alarmando al cobrizo.

Un auto salido de quién sabe que lugar, se interpuso en su camino. Johnny, en un intento de no chocar con dicho automóvil, giró el volante con rapidez, sin embargo, no fue lo mejor que pudo hacer, puesto que, teniendo en cuenta la velocidad a la que iba, y el hecho de que pisara el freno para tratar de detenerse, el auto salió despedido al aire, volcándose así, varias veces.

Woo sintió un gran terror, su estómago se revolvió con intensidad, cerró los ojos luego de sentir un fuerte golpe en todo su cuerpo, a los pocos segundos, puedo sentir como algo frío y húmedo se posaba sobre su frente y, como si una especie de humo comenzara a aparecer, su vista se nubló sin pedir permiso, se sentía aturdido, las sirenas se oían demasiado lejanas, las voces sonaban distorsionadas, y todo le daba vueltas, estaba mareado. A lo lejos, pudo divisar un hombre de cabellera negra que se acercaba corriendo al vehículo, gritando algo que él no lograba entender, estaba muy herido como para tratar de descifrar lo que esa, ahora silueta, gritaba.

Se sintió morir, toda su vida y los buenos momentos que había pasado, se hicieron presentes frente a él como una especie de película, una en la que él era el protagonista. Todo lo que había hecho, aquello en lo que soñó y pudo haber deseado, se estaba yendo a la velocidad de la luz, ya nada tenía sentido alguno para sí. Había llegado su hora, y lo entendía, el tiempo no se podía revertir para cambiar las cosas, para "mejorar" esas actitudes, para continuar viviendo como si no hubiese mañana, para resolver problemas que aún estaban pendientes, la vida era escasa, a comparación del tiempo, y el universo.

"No puedo" Se quejó para sí mismo, en sus propios pensamientos, ya que no podía articular palabras sencillas.

"Aún no, por favor" Todo su mundo se estaba desplomando.

Lágrimas recorrieron sus mejillas, estaba asustado, pero era inevitable, no tenía salvación. Todo había sido en vano.

*****

-¡¿Podrías acelerar más?! -. La voz dura del pelinegro se hizo presente de la nada, llegando a asustar un poco al contrario.

-¡Carajo, San! ¡Sabes bien que no puedo! ¡¿Quieres que nos multen en un momento como este?!

-¡Maldición! ¡¿Crees que me importa?!

-¡Eres desesperante!

-¡Ah pero tú no te quedas atrás! -. Rechistó con molestia.

-Ya, guarda silencio -. Contestó entre dientes.

San le dirigió una mirada fría, odiaba a Lee, pero, de alguna manera, le tenía aprecio.

-Sunghyun, ¿Qué ocurre? -. Contestó la llamada con ayuda de un auricular conectado vía bluetooth a su celular.

-¡Choi está como loco! ¡Es imposible alcanzarle! -. Contestó el susodicho al otro lado de la línea.

-¿Por? ¿Qué pasa?

-Jefe Lee, las patrullas están con nosotros, hay otras cuantas esperando en el lugar que nos dijo -. Explicó. -Mire, no será sencillo, Byoung va manejando y tratamos de seguirle el paso al señor Choi, ¿Cree que esto funcione?

-Escucha, Sunghyun, no dejes que escape, si algo pasa, me llamas de inmediato, ¿Oíste?

-Entendido

La llamada fue descolgada.

-¡Juyeon! -. Gritó San, a modo de advertencia.

El mencionado posó su vista en el camino, y frenó de golpe, debido a un auto color rojo que había salido de un callejón.

-¡Cielos Juyeon! ¡No te diste cuenta!

-Háblame con respecto, soy tu mayor -. Se quejó.

-¡Yo te hablo como se me da la...!

Sus palabras se vieron interrumpidas por un vehículo color plata que se volcaba. Un escalofríos le recorrió por completo al notar que una de las personas que iban dentro, era su lindo chico.

Descendió del auto de Juyeon con rapidez, a la vez que sentía como si su corazón se quisiera salir corriendo, para ya no volver. Entró en una gran desesperación al ver a su novio dentro del auto boca arriba. Sin darse cuenta ya se encontraba llorando mientras se dirigía hasta donde el menor estaba.

-¡Wooyoung! ¡Wooyoung! -. Gritaba una y otra vez, su cuerpo temblaba cuando se acercaba más y más al joven. El dolor y la ansiedad le carcomía por dentro y por fuera.

-¡San...! -. Habló con tono fuerte el señor Lee.

-¡Llama a una ambulancia! -. Sus ojos estaban acuosos, estaba invadido por el gran terror que tenía al ver cómo el menor estaba inconsciente y con sangre saliendo de su cabeza.

Temía el no poder volver a escuchar su voz, a no poder perderse de nuevo en esos ojos que tanto le gustaban, estaba asustado de perder al amor de su vida sin siquiera poder despedirse.

-San, debes calmarte, la ayuda ya viene en camino -. Decía el hombre a su lado.

Pero no servía, el pelinegro estaba vuelto un mar de lágrimas mientras trataba de abrir la puerta del copiloto, para así poder sacar al rubio. Solo eran intentos fallidos.

-¡San! -. La voz de Park llegó a sus oídos.

El semblante de Seonghwa se puso pálido al darse cuenta del accidente. Sin hacer preguntas, se acercó a su amigo para, de esa manera, abrazarlo con fuerza, mientras este lloraba a mares, aferrándose al cuerpo contrario, como si de eso dependiera su vida.

-Wo-Wooyoung -. Sollozó.

Para Juyeon, fue la primera vez que vió a San en ese estado, uno deplorable y triste.

En tanto a Park, él ya conocía ese lado vulnerable de su amigo pelinegro, por lo que se limitó a sostenerlo entre sus brazos. Aquello, era como si la historia se volviese a repetir, solo que de una manera muy distinta. San, llorando con dolor, y pronunciando el nombre de su amado en cada sollozó. Y Seonghwa, sentado a su lado, cuidando de él para que no cometiera alguna tontería.

El sonido de las patrullas llenó el lugar, al igual que la sirena de la ambulancia que llegaba a atender a los heridos.

Choi levantó la vista, para toparse con la mirada de coraje que su padre poseía en su rostro. Dos policías estaban esposando a su progenitor, mientras este ponía resistencia. Aunque San deseaba, con todo su ser, golpear a ese hombre, su mente no estaba para pensar en él ahora, solo buscaba, y pedía, que su novio abriera los ojos, o siquiera mostrará algún indicio de vida.

Luego de unos minutos, lograron sacar a los dos chicos que iban en el auto; ambos estaban con heridas graves, varios raspones de los cuales salía sangre, moretones notorios que habían aparecido casi de inmediato, y esos rostros que reflejaban solamente dolor.

*****

-¿Cómo está mi hijo? ¿Ya puedo verlo?

Los presentes miraron a la señora frente a ellos. Habían llamado a la madre del rubio, ya que ella tenía, si o sí, que saber sobre lo ocurrido.

-Señora Jung, soy Lee Seojeong, la hija del señor Lee Juyeon y... yo le informaré sobre lo que ha pasado -. Dijo con honestidad y voz serena.

El semblante intranquilo de la mujer, solo hizo que la joven se sintiera muy nerviosa. Decir que su hijo se encontraba en estado delicado, no era algo fácil de procesar, y mucho menos de explicar, no era sencillo.

-¿Por que tuvo que pasar esto, Seonghwa? -. Habló el pelinegro, luego de estar en silencio durante casi dos horas

Park lo miró, podía sentir el dolor de su amigo a través de su mirada decaída.

-Nadie sabe con certeza lo que pasará , y lo que no, solo hay que afrontar la dura realidad, San -. Sinceró. -Él estará bien...

-Está en... estado de coma, y muy delicado -. Musitó con evidente dolor.

El corazón del más alto se sintió vacío. Eso era lo que más le dolía de todo, Wooyoung estaba en estado crítico, estaba en la Unidad de Cuidados Intensivos, en coma, y con la cabeza vendada.

No estaban seguros si resistiría por mucho tiempo.

-Trata de pensar positivo, pronto tu y él estarán juntos, de nuevo -. Sonrió.

Los ojos del pelinegro habían perdido ese brillo inigualable, aquel que se instaló en ellos cuando conoció al menor. El pensar que tal vez el rubio no volvería en sí, le preocupaba, más que nada porque estaba convencido de que su amigo no resistiría, no podría controlarse y terminaría haciendo algo mal.

San dirigió la mirada hacia la mujer que hablaba con Seojeong, y una punzada apareció en su cabeza. La señora Jung estaba sufriendo al saber la noticia sobre su hijo, y sobre Johnny.

Ninguno se espero que algo tan malo pudiese pasar.

-Los papeles ya los tiene el juez, pasado mañana será el juicio, debes ir -. La voz del más alto le sacó de sus pensamientos.

-¡No lo haré! ¡No me apartaré de Wooyoung! -. Aclaró.

-San, te saliste de la cárcel, burlaste la ley con eso, y puedo apostar a que ahora te consideran un fugitivo -. Le regañó. -Wooyoung encontró algo que demuestra tu inocencia, él quiere que dejes en claro que tú, no eres el culpable de eso, sino tu padre -. Sinceró. -San, mírame... -. Le ordenó.

El mencionado, queriendo o no, lo observó a los ojos.

-San, yo me quedaré a cuidar a Woo, Seojeong, Sunghyun, Byoung y los demás, irán contigo, a excepción de Ren, él estará conmigo, ¿De acuerdo? -. Aseguró.

Para el pelinegro, no era mala idea, pero tenía que algo peor sucediera en su ausencia. Se debatió entre ir y no hacerlo, pero, al final, cedió.

Confiaba en Seonghwa, así que no había de qué preocuparse.

Estaba en buenas manos

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