Me encontraba saliendo de la tienda, cuando decidí llamar a Meg.
Megan es una de las dos personas más importantes de mi vida en este momento. Es graciosa, extrovertida, alegre y... linda. Sé que es como una fruta prohibida, ella me ha dicho claramente los límites, pero cada vez que lo hace, me hace quererla más. Y sé que no debería hacerlo, pero tal y como un niño pequeño cuando se le prohíbe algo en específico, logra que crezca aún más curiosidad de hacerlo, es una contradicción. Lo mismo me pasa con ella, sé que no estoy ni cerca de ser el chico que ella necesita, pero me decidí por disfrutar y olvidarme de todo, por eso quiero más. Todo de ella me atrae, y no sé cuánto tiempo podré seguir aceptando ser solo un amigo más.
Y Jordan, es el segundo. Es como mi mejor amigo, mi hermano. La embarré muchas veces, y lo sigo haciendo, pero siempre está ahí y eso me hace creer que lo estará siempre. A pesar de todo, no puedo obligarlo a hacerlo, yo solo espero que él nunca se dé por vencido conmigo, porque no sé qué haría sin él.
La espero en el lugar que acordamos, a la vez que me pierdo en mis pensamientos y me dejo ir. Tras unos minutos, detrás de muchas personas, visualizo a Meg. Tiene un gran abrigo blanco y un caliente gorro gris, se ve realmente graciosa.
- No deberías reírte en este momento, puede haber consecuencias. Podría irme y dejarte solo- amenaza Meg con los ojos entrecerrados. Solo asiento con las manos a mis costados, en forma de derrota. Decidí implementar el regalo de Megan hoy. Mi equipo favorito juega en la ciudad y no quería verlo solo.
Después de una larga fila, llegamos a nuestros asientos. Estamos en el lugar indicado. No demasiado lejos ni demasiado cerca. A mi lado derecho se encuentra una Meg comelona.
- No deberías comer antes de que empiece el partido, puede haber consecuencias. Podría morir de hambre y dejarte sola- comento junto a una sonrisa.
- ¿Te crees gracioso, eh?- dice Meg con una papa en la mano y una mueca en el rostro. Se cruza de brazos y mete el paquete dentro de la maleta.
Comenzó el partido y todos los fanáticos gritaban. Podría asegurar que mi acompañante era la única que miraba y comía, miraba y comía, una y otra vez. Aplaudía cuando un equipo anotaba un gol, no le importó por cuál habíamos venido.
- Estuvo entretenido- comenta Meg mientras salimos del estadio. Nos encontramos en una enorme fila, ella lleva la maleta y yo la observo.
- ¡Ja! Y lo dices tú.
Sonrío y dejó la charla hasta ahí. Normalmente no es complicado para nosotros conversar, nos entendemos muy bien. Pero hay veces en las que Meg solo habla para discutir o hacerme quedar mal. Obviamente todo en broma.
- Si fueras demasiado caballeroso, me ayudarías con el morral. Pero como no lo eres, no diré nada sobre lo pesado que está.
- ¿Quién dijo que no soy caballeroso? Por supuesto que lo soy. Soy el más caballeroso del continente.
- Tus acciones me lo dicen, adem...- calla abruptamente cuando, rápidamente, la agarro de su brazo, y la pongo frente a mí. Mis manos llegan a sus hombros y la volteo hacia al frente. Lentamente retiro las tiras del morral y lo acomodo en mi espalda. Tomo su mano y la levanto por encima de su cabeza, dándole un giro como en un baile para quedar frente a frente.
- ¿Gracias?- murmura Meg después de cinco segundos. Luego, empieza a reír y me empuja hacia atrás con sus manos sobre mi pecho.
- No deberías usar tu fuerza contra mí. Somos un equipo- advierto.
- Nunca dije que lo fuéramos.
En un abrir y cerrar de ojos, estábamos peleando con nuestras manos en medio de la calle. La gente nos miraba de una manera extraña, pero nosotros estábamos divirtiéndonos, y eso era suficiente. Claramente, no usé toda mi fuerza. Se podría decir que Meg no es la mujer más fuerte de todas.
Tras varios golpes, de aquí y allá (solamente de ella contra mí), Megan casi cae, como si se le hubiera acabado la energía de repente, pero afortunadamente, la atrapé con una mano en su cintura y la otra en su espalda. Nos miramos fijamente hasta que ella trató de levantarse por su propia cuenta.
- Gracias, eso estuvo cerca.
- Deberías tener más cuidado. ¿Qué hubiera pasado si yo no estuviera aquí?- Su cara cambia de una forma extrema. Solo lo dije en broma, pero parece que mi comentario la ha afectado en alguna parte sensible.
- Si estás tratando de decir que no puedo valerme por mi propia cuenta, déjame decirte que lo hago perfectamente- gruñe ferozmente.
- No me refiero a eso, para nada. Solo digo que deberías mantenerte alerta cuando te sientas cansada- Como si hubiera dicho algo aún peor, su cara muestra la furia que siente y grita fuertemente:
- ¿Y ahora me estás diciendo débil? ¡Lárgate ahora mismo!
- Cálmate, tranquila- Sé un poco de cómo tratar a una mujer, a veces mi madre se enojaba por pendejadas cuando tenía...- ¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Estás en tus días?
Su cara se ruboriza de inmediato, y baja la mirada. Supongo que es un sí.
- Lo siento. No quiero incomodarte- logra decir.
- No lo haces. Yo no quiero que tú estés incómoda hablando de ese tema, es algo completamente normal.
Asiente y seguimos por nuestro camino.
********************
Caminamos por las calles, ella dando un paso delante de mí, y yo observándola por detrás. Sus pequeños detalles, cada movimiento característico de su cuerpo, todo ya es tan familiar para mí. Megan es mi pastilla, mi medicina, puede que no suene muy adecuado compararla con una droga, pero esa es la sensación en mi interior cuando estoy cerca de ella.
Puedo sentirme libre, relajado e inclusive positivo. Ella tiene un efecto en mí que me es difícil de ocultar, y cada vez estoy más en el camino de aceptarlo de una vez por todas. Me carcome, de alguna manera, no decirle lo mucho que me gusta y lo poco que me importa lo que dirán los demás.
Solo puedo observarla, admirarla y maravillarme. Tomamos un café y charlamos un poco. Ya nos encontramos de vuelta a su casa porque es demasiado tarde y no quiero quitarle más tiempo o causarle algún problema.
- No creo que me maten en casa. A mis padres les caes bien- suelta.
Pienso en la razón de ello. Se ven como muy buenas personas, respetables, y tal vez dan un poco de miedo. A veces me encuentro con ellos en la iglesia e intercambiamos algunas palabras y saludos, pero nada más allá.
- Además, deben estar disfrutando que no estoy en cas... ¡Espera! ¿También las sientes?- pregunta Megan con su mano extendida. No comprendía la situación hasta que también las empecé a sentir.
Está lloviznando. La lluvia es relajante para mí, me estimula y me tranquiliza, particularmente verla desde mi ventana, cómo cada gota corre libremente por el cristal, el sonido tan propio que a muchas personas les estresa o aterroriza. Yo pertenezco al grupo que les relaja y disfruta. Sin embargo, no quiero un resfriado, en especial no para ella.
- ¡Nos vamos a mojar! ¡Corre!- Es inútil tomar un taxi ya que no estamos tan lejos de su casa. Me toma la mano y empezamos a correr. La lluvia se empezó a intensificar y nosotros solo podíamos correr y correr. Estábamos empapados, pero nos encontrábamos demasiado cerca.
- ¡Llegamos! ¡Qué aventura!- comenta Meg acompañada de risas. Su cabello está escurriendo y su ropa demasiado mojada. Hoy lleva una camisa blanca y aunque tenga una gran chaqueta, se puede notar...
- Mmm, creo que debería entrar- dice rápidamente, cuando nota mi mirada fija. De nuevo está avergonzada.
- No deberías avergonzarte...- Cierra la puerta en mi cara, interrumpiendo mis palabras-, por eso.
Nunca la había visto en esa faceta, pero creo que...
También me gusta.
N/A: Hola ¿Como van? Espero que les este gustando la historia, la verdad cada vez siento mas ternura por Megan y Ethan.
Quería comentarles que probablemente de ahora en adelante actualizaremos cada dos o incluso tres días, la verdad es que el estudio nos esta tomando varias horas y no nos queda mucho tiempo. Pero eso si seguiremos construyendo esta linda historia.