Enigmatic

By AmNotOnlyOne

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El hospital guarda un oscuro secreto, que amenaza la vida de los pacientes. En medio del caos por conseguir r... More

Prólogo
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX (Parte I)
Capítulo XXX (Parte II)
Capítulo XXX (Parte III)
Epílogo

Capítulo I

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By AmNotOnlyOne

Enigmatic


-¿Alguien puede oírme? ¿Estoy hablando conmigo mismo? Mi mente esta vacía, en busca de alguien más, que no ve a través de mi.- Astrounat de Simple Plan.


Capítulo I:


Cuando al fin abrí los ojos, me vi obligada a cerrarlos casi por instinto. La luz tan blanca era casi cegadora para mí y me lastimaba. Me quejé en voz alta. Cuando fui capaz de mantener mis ojos abiertos sin hacerme daño, divise una lámpara sobre el techo que iluminaba la pequeña habitación en la que me encontraba.

– ¿Qué...– Dejé la frase en el aire. Me llevé las manos a la boca. Sin embargo, al hacerlo, me di cuenta del dolor que me produjo mover mis brazos. Miré y descubrí que la piel de mis brazos era casi invisible ante mis ojos, ya que todo el largo de ellos, desde el comienzo de mis dedos hasta casi rozar mi codo, estaba cubierta con vendas. Pero eso no es lo peor. Sin dudas, lo peor fue ver el color bordo de la sangre seca sobre las mismas. 

Quise gritar, pero el miedo no me lo permitió. 

Me sentía mareada, mis manos no dejaban de temblar y tenía miedo. 

¿Dónde estoy? 

¿Qué es este lugar?

¿Qué sucedió? 

¿Por qué no puedo recordar nada?

Pero sin embargo, la pregunta que más me aterraba era:

¿Quién soy?

Traté de calmarme.

¿Cómo era posible que no recordase nada? Me pregunte confundida, acaricie mi sien derecha sintiendo pereza cuando descubrí vendajes en mi brazo derecho. Todo mi antebrazo derecho estaba preso bajo una capa de gasas y distintos tipos de vendajes. ¿Me había lastimado? Me pregunte, cuando me fije en el otro brazo, que, estaba exactamente en las mismas circunstancias que el derecho. ¿Qué me había sucedido?

No recordaba absolutamente nada, ni siquiera mi nombre o mi apariencia. No recordaba nada antes de abrir los ojos. ¿Por qué no podía hacerlo? Mire nuevamente a mis costados, buscando alguna pista o lo que fuese. Solo vi una habitación blanca, era escalofriante el color monótono sin una sola imperfección nublándome la visión. Era casi esquizofrénico aquel lugar, y eso me asustaba.

Tenía muchas preguntas, pero la que más me aterraba era una en específico. ¿Por qué no recordaba nada?

La puerta de mi habitación se abrió y pude ver que se acercaba, por lo visto, un médico.

– ¿Cómo te sientes? – Me pregunto él, de forma amable.

Apreté mis labios, dudosa. 

Él me miro con una ceja arqueada, esperando paciente a mi respuesta.

– No recuerdo nada. – Susurre con dificultad, asombrándome por el sonido de mi voz. Había sonado más débil y tímida de lo que yo planeaba.

Al médico no pareció importarle, por lo que respondió con un simple:

– Lo sé.

Lo mire fijamente. Sentía la opresión en mi pecho al no tener ni idea de quien era él, ni mucho menos yo. Era una sensación de frustración. No tenía nada. Estaba completamente vacía, sin recuerdos, sin pensamientos coherentes. Nada.

El Doctor pareció leer mis pensamientos, por lo que dejo a un lado su libreta y se sentó a un lado de la camilla, con toda la libertad del mundo. Nótese el sarcasmo.

– Intentaste suicidarte.

Mi mente y mi estómago dieron un vuelco repentino, que me hizo sentir mareada y con deseos de vomitar sea lo que sea que tuviese en el estómago. "Intentaste suicidarte" Ahora las vendas en mis brazos tenían razones para estar allí. Mil preguntas azotaron mi mente vacía, nuevamente. ¿Por qué querría suicidarme? 

El hombre que se hallaba en frente de mí, no pareció importarle mi reacción o situación, cuando siguió disparando:

– Hace tres días, por la noche, llegaste a la sala de Emergencias del Hospital con cortes en tus brazos severos, y un claro desangre. Tuvieron que suministrarte casi un litro de sangre.

Cerré los ojos, tratando de asimilar las cosas que acababa de escuchar. A mi cerebro parecía no querer procesar lo que oía. ¿Por qué quería suicidarme?

– Es lo único que se de tu expediente. – Inquirió el médico, poniéndose de pie. – En aquel mueble hay ropa que te brinda Sonríe. Vístete rápido y baja. El grupo de apoyo que ofrece el Hospital para dementes como tú, empieza en 10 minutos.

Nuevamente me sentí abatida. – E-Espere... ¿Qué? – Balbuceo sin poder acostumbrarme al susurro bajo de mi voz.

¿Sonríe? ¿Grupo de Apoyo? ¿Dementes?

– Oh, lo siento querida. Pero si quieres un recorrido por el Hospital, como en las películas, tendrás que buscarte amigos para que lo hagan. – Me dedico una mirada burlona. – Tienes que estar atenta para sobrevivir aquí, ¿De acuerdo? 

¿Pa-Para sobrevivir?

Mi cabeza iba a estallar en cualquier momento. No entendía una sola palabra de lo que decía el hombre.

– ¿Qu-é? – Pregunte torpemente.

– Bienvenida al Hospital Mental: Sonríe. – Declaro él, con la voz teatral e hipócrita. – Estarás aquí todo el tiempo que necesites para recuperarte, así que vístete rápido y baja. Van a comenzar sin ti.

Sin decir nada más, el medico desapareció por la puerta.

Quede prácticamente congelada en mi lugar, sin poder creerlo. ¿Hospital Mental? No podía procesar las cosas que el medico había pronunciado. Pero, tenía que obedecer sus órdenes. Había hablado de un grupo de apoyo, y aunque no me simpatizaba la idea, tenía que ir. 

Me puse de pie rápidamente, sorprendiéndome por la baja estatura que tenía. Me acerque al mueble que había a un lado de la pared y vi que habían un par de prendas de ropa de mujer allí. Divise un pequeño baño a un costado, y me introduje en el con un par de prendas. Me deshice del fino camisón que vestía y observe mi cuerpo desnudo en el espejo. No reconocía a la pequeña persona que había en el espejo. No podía tratarse de mí. ¡¿Como era posible que ni siquiera me acordase de mi misma?! 

Sin perder un minuto más, y aun mareada, me puse la ropa interior. Aunque el sujetador me quedaba grande, me sirvió mucho. Me coloque la ropa y me atreví a salir de la habitación.

Camine descalza por el pasillo que parecía ser interminable y salí por una puerta ancha. Esto, sin dudas era un Hospital. Aunque nunca en mi vida habia estado en una clinica psiquiatrica, o si lo habia hecho no lo recordaba, sabia perfectamente que no se trataba de una broma o algo por el estilo. Se notaba en las paredes, los artefactos y al ambiente melancólico y enfermo que me daba nausias. Las personas que pasaban, clavaban su mirada en mí rapidamente. 

Intimidada, me acerque a la primera secretaria que encontré.

– Ehh ho-hola. – Murmure con timidez y miedo. Me sentía extraña todas estas personas. Sumándole, que era una completa extraña para mí misma.

 – Hola ¿Qué necesitas? –Me contesto la secretaria amablemente.

No quería encontrarme con otro rarito como el médico. Al parecer la secretaria no era una rarita. Y eso me aliviva un poco.

– Emm, me hablaron de un grupo de apoyo... Para personas de mí... De mi edad. – Masculle con dificultad, sentía mi voz difuntica. Pero claro, como iba a saberlo si ni siquiera conocía mi voz.

– Empieza en 2 minutos. –  Asintio ella.–  Necesito que me digas tu nombre para anotarte en el grupo y dársela a Charles. 

– Oh em, claro... Emm...–  Mordí mi labio inferior nerviosa. ¿Cómo iba a  decirle mi nombre, si no lo sabía? 

– ¿Tu eres la nueva? – Pregunto ella de repente, interrumpiendo mis torpes balbuceos. Aunque no me gustaba eso de "La nueva", asentí. – Lo siento, no sabía que eras tú. Debes tener muchas preguntas, ¿A que si?

¿Acaso ella sabia de mi perdida de memoria?

– Sí. – Admití, pesadamente.

– Después del grupo de apoyo, va a visitarte un especialista en estos casos, ¿De acuerdo? Pero primero tienes que ir al grupo. Te ayudara, te lo prometo, y harás muchas amigos. – Me aseguro, yo asentí nuevamente con la cabeza. Torpemente. – Aquí tengo tu expediente.

Me puse de puntillas, para alcanzar a ver la pantalla del ordenador de la amable secretaria. Allí había una foto de la misma muchacha que se hallaba en el espejo de mi habitación, con los siguientes datos debajo de la foto:

Nombre: Emma Slenn. 

Edad: 17 años.

Habitación N°: 1478

Problema: Intento de suicidio. 

– ¿Eso es todo? –Pregunté con descaro. –  ¿No hay nada más?

– Lo siento, pero me temo que sí. Es lo único que hemos podido encontrar de ti. – Fruncí levemente el ceño. – El grupo de apoyo es por aquella puerta. Te recomiendo que entres antes de que empiecen, después, si quieres podemos seguir platicando.

No le respondí nada, simplemente asentí.

Me balancee nuevamente con torpeza hacia la sala, donde según la secretaria se encontraba el grupo de apoyo. Seguía teniendo mi nombre en mis labios. "Emma Slenn". Mi nombre era extraño. Era extraño para mí, aunque a estas alturas todo era extraño para mí. 

Tenía miles de preguntas y dudas revoloteando en mi cabeza, sin embargo, entre a la sala. Había varias sillas colocadas en círculo, en el centro del lugar. Me acerque y me senté en una de ella, cerrando mis ojos. Todo parecía dar vueltas, tanto mis pensamientos como a mí alrededor.

Emma Slenn.

Emma.

Abrí los ojos rápidamente cuando oí cómo varias personas comenzaban a entrar en la sala. Baje la mirada rápidamente, sin mirar a nadie. Me aterraba la idea de estar entre dementes como yo. Aunque a decir verdad, no me consideraba una loca. A mi criterio, no estaba loca, pero claro; solo tenía mi nombre como fuerte. 

Escuché como la sala rápidamente comenzó a llenarse. Incluso oí que alguien le faltaba un asiento, que probablemente sería el que yo ocupaba. Rápidamente incluyeron una silla más al gran círculo.

Mis manos temblaban, y seguía con esas horribles jaquecas.

Estaba aterrada.

No quería mirar a nadie, porque le temía a lo que me encontraría. Estaba asustada y este sentimiento de vacío en mi pecho, aumentaba claramente mi nerviosismo.

Oí un saludo de una voz masculina, anunciando que un hombre mayor entraba a la sala. – ¿Estamos todos? Vamos a comenzar.– Mordí mi labio con nerviosismo, mientras oía que corría la silla para sentarse. – Vaya, parece que tenemos una nueva integrante. 

Se refería a mí.

– Yo soy Charles, especialista en deficiencias y trastornos psicologicos en adolecentes. – Se presentó. – Y yo dirijo el grupo de apoyo de entre 15 y 19 años. Bienvenida a Sonríe.

Mi cuerpo entero tembló.

El hombre no dijo nada más, por lo que me vi obligada a levantar la mirada por cortesia. Aterrada, me encontré con un hombre con barba, completamente blanca a causa de las canas y la cabeza completamente calva. Sus ojos eran enormes y redondos de un color asqueroso y verdoso, iguales a los de un sapo. Este, me dedico una sonrisa cínica, que me hizo estremecer una vez más.

Despegue la mirada de aquel hombre y mire a mí alrededor.

Todas, cada una de las personas que allí había, me miraban curiosos y perplejos. Parecían personas inofensivas, gentiles y hasta amables. Todos eran asesinos, psicópatas, desquiciados, dementes o suicidas, en resumen, gente con problemas. ¡Pero no lo parecían! Y eso era aterrador.

Los verdaderos monstruos se esconden en nuestro interior.

– De acuerdo, chicos. Comiencen. – Hablo el hombre llamado Charles.

Una muchacha albina, con la piel prácticamente de porcelana y los ojos grandes y celestes se puso de pie.

– Hola, mi nombre es Aline Lengué. – Saludo ella, con un ligero acento francés. – Y llevo aquí casi cuatro meses. Me mude con mi madre  de Valence, Francia a Cánada un tiempo antes de que me internaran aquí.

Quede prácticamente aturdida por el cuerpo de aquella mujer. ¡Su cuerpo era literalmente raquítico! Simplemente puro hueso. No había rastro de carne, musculo, o grasa, que no sea su piel pálida y sus huesos.  Sus piernas, sus brazos, su cadera, su cuello, su cuerpo entero poseía una delgadez extrema, que ciertamente daba escalofríos.

Ella prosiguió.

– Tengo problemas con la bulimia, y por lo que ven, soy anoréxica. Aunque tranquilos, he mejorado mucho en estos meses. Antes me veía... peor. –  Sonrió con una gracia amarga.

Charles se acomodó en su asiento. – ¿Algún consejo para los que recién comienzan?

Ella, Aline, apenas lo pensó.

– El amor es más fuerte que el miedo.

Sorprendida con su declaración, aplaudí uniéndome a los demás que hacían lo mismo. Ella asintió con la cabeza complacida y volvió a su lugar. Mi cabeza seguía dando vueltas y vueltas, sabía que en algún momento seria mi turno. Pero...

¿Qué diría? 

Mire a la persona que seguía al otro lado de Aline, en este caso, un chico. Al igual que todos, esperamos a que hablara o se pusiera de pie, pero el parecía rehusarse. Sentado sin mucha importancia, y con los brazos cruzados, gruñía (al parecer) molesto.

– Esto es estúpido. –Declaro con la voz ronca. – Hacemos lo mismo, todos los malditos días. Ya todos saben quién soy.

– Pero hay una chica nueva. –  Excuso la chica albina a su lado, Aline Lengué. – Vamos Logan.

El chico castaño me miró fijamente, y hablo.

– Soy Logan Meson, intente suicidarte. – Mis mejillas ardieron, y me encogí con timidez. – ¿Contestos? Ya.

– No le hables asi, tienes que ser amable Logan, no puedes ...–Lo reprendió Charles, pero su sermón fue interrumpido por el mismo chico.

– Vete al demonio. – Escupio.

– Logan...–  Mascullo Charles, entre dientes.

– Cállate. No eres nadie para decirme que hacer o como hablar. – Ladro el castaño llamado Logan. – Tú no tienes derecho sobre mí. ¡Nadie lo tiene! Solo yo. Yo puedo hacer lo que quiera. Ya suficiente con que me tengan encerrado aquí, y no dejarme morir, como quiero. ¡Es mi vida y yo decido cuándo terminarla!

– ¡Logan! –Advirtió Charles nuevamente. 

Todos permanecíamos callados.

– Te he dicho que te calles, maldita sea. ¡Hablo con la verdad! ¿Creen que estamos a salvo aquí? –Nadie contesto, por supuesto. – Están muy equivocados. 

– Logan te lo advierto, no me obligues a hacerlo. – Dijo Charles mirándolo seriamente, con la mano cerca del bolsillo de su saco color café. ¿Qué es lo que tendría allí adentro? Mi mente no tuvo oportunidad para imaginar cosas horribles, cuando mi atención fue nuevamente puesta en aquel rebelde joven.

– ¡Hazlo! ¡Duérmeme, anda! – Dijo él. – Ya no me importa. Lo haces todo el tiempo parece que mi cuerpo ya no es mío, si no suyo. ¡Duérmanme para no sentir nada!

Lo mire fijamente, intrigada por la brusquedad de sus palabras. Él sufría. Se podía notar a kilómetros que sufría como ninguno. Sus ojos pardos, eran cálidos, pero estaban vacíos. No basto para echarle una mirada rápida, para darse cuenta cuan roto que estaba.

– Marino. – Susurro Charles en forma de clave con la boca pegada a un estilo de teléfono/woquitoqui. 

– ¡Déjennos morir! – Exigió Logan con la voz tronante. – Todos tenemos derechos, ¿¡Que parte no entienden!? Locos o no. Dementes o no. Somos seres humanos, y tenemos derechos. Tenemos derecho a vivir y a morir cuando queramos.

Entraron unos enfermeros de contextura enorme, prácticamente parecían guardias de seguridad, a pesar de su uniforme color verde agua. Ambos sostuvieron con fuerza a Logan, mientras que el gritaba con rabia y se sacudía. Sentí un extraño sentimiento de furia al verlo ser sometido de esa manera, quería ponerme de pie y defenderlo. Pero... ¿Qué podría hacer yo? Los enfermeros eran cuatro veces más grandes que yo, y sin duda ellos me ganarían. Solo causaría problemas, por lo que, molesta, decidí observar. 

– ¡Malditos! – Vocifero con rabia. – ¡Déjenme morir!

Clavaron con agresividad, una jeringa en el antebrazo derecho del castaño e instantáneamente este se calló. Los médicos lo plantaron en la silla y ataron sus brazos con unas sogas blancas. Se fueron sin decir ni una sola palabra, y yo seguí observando a Logan.

No lo durmieron, pero si lo sedaron. Sin duda.

– Esto es peor que una cárcel. – Mascullo con la voz apagada. Hace dos segundos gritaba a todo pulmón, y ahora, simplemente murmuraba como si temiera que alguien lo escuchase. – Todos, estamos encerrados aquí, contra nuestra libertad... Somos marginados, y estamos dementes. Nadie nos tomara nunca enserio. Llegará un punto, en que cansemos a la sociedad, y nos expulsen de ella como animales, hasta aniquilarnos como una plaga... A cada. Uno. De. Nosotros.

Logan se encontró con mi mirada.

– Debieron haberme dejado colgado.

Su voz era otra. Estaba apagada, prácticamente muerta. La rabia que al parecer lo mantenía vivo, se había extinguido, y ahora apenas susurraba. Podía sentir, desde donde me encontraba, su respiración pesada, como si le costara trabajo seguir con los ojos abiertos. Tenía una mirada fría, cansada, y un poco extraña. Pero era atractivo. 

Aterradoramente atractivo.

Llevaba puesta una remera color azul marino y unos pantalones negros. Podía ver su perfil: Recto y fuerte.

Logan era increíblemente atractivo.

– De acuerdo, sigamos. –Mascullo Charles, el hombre calvo y barbudo, al cabo de un momento de silencio. Aunque a decir verdad, creo que él era uno de los más aterradores aquí.

– Hola, soy Dana y tengo 18. – Una muchacha de cabello rojizo me distrajo del Dr. Charles. –  Tengo trastorno bipolar disociativo, es una especie de trastorno bipolar madurativo. No suelo ser agresiva, pero me enojo rápido y suelo llorar mucho. 

– ¿Y cómo lo llevas? – Pregunto vagamente Charles, al ver que la muchacha no daba signos de dar algún otro tipo de detalle.

– Espero que la pregunta sea una broma. – Espero pacientemente. Pero Charles no agrego nada. – ¿Cómo lo llevarías si hay otra persona dentro de tu cabeza, Charles? Dime.

No creía que Charles le fuese a contestar, pero sin embargo, lo hizo.

– Supongo que... Sería algo agobiante. 

– Exacto. – Rio ella, desconcertándome. – Esto es agobiante. ¡Muy agobiante, si! – Dana suspiro. – Pero lo estoy llevando bien, con respecto a tu pregunta querido Charles. Llevo casi un año aquí, y aunque parece que me quedare más tiempo, me siento bien. Créeme.

– Me alegro. – Asintió Charles, desviando la mirada de Dana para continuar con el siguiente. Pero Dana se opuso a ello.

– ¡No mientas, Charles! – Aulló en un extraño ataque de furia. – Sé que no te alegra. ¡¿Por qué no te alegras de verdad por mí?! 

Antes de que ella pudiese decir algo más, el chico que se encontraba a su lado se puso de pie y sostuvo la mano de la pelirroja. El chico era un poco más bajo que ella, y llevaba el cabello rapado. Tenía un aire angelical e inocente, que hasta me hizo pensar. ¿Qué haría ese niño aquí? Al parecer, el pequeño gesto de cariño del niño tranquilizo a Dana. Ella se calló y suspiro sonriente, mientras miraba al niño de su costado. Nuevamente, me puse a pensar en ello. ¿Qué eso no era pedofilia? 

– Él es Ian Zeen. – Lo presento Dana, con una amplia sonrisa.  Antes de que pudiese preguntarme mentalmente, porque ella hablaba por él, Dana agrego: – Él mudo.

La mire incrédula. ¿Cómo podía llamarle de aquella manera tan despectiva y luego sonreir como si hubiese ayudado a un necesitado? – Tiene problemas y traumas emocionales y también psicológicos, pero él está bien. – Continúo Dana, sin soltar la mano del niño, que ahora se llamaba Ian Zeen. Este sonreía amablemente. – Aunque sigue sin poder pronunciar una palabra desde el accidente, ha mejorado mucho. Nos tenemos el uno al otro y eso es lo que importa.

Todos aplaudieron cuando Dana finalizo, incluida yo, y ambos se sentaron.

– Siguiente.

Baje mi mirada justo cuando se ponia de pie el chico que estaba junto a Ian Zeen, y observe mis pies descalzos. Me pregunte qué diría cuando fuese mi turno, y trague saliva nerviosa. Aunque no me sentía en peligro junto a toda esta gente loca, si seguía con la horrible jaqueca y ese nerviosismo molesto que no me abandonara. Todos aquí tenían problemas, eso era más que obvio, pero lo que más me aterraba, era que parecían tan... Inofensivos.

Uno a uno, comenzaron a contar sus problemas y pequeñas partes de su historia, mientras que yo divagaba y me decidía en que diría cuando fuese mi turno. 

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral al sentir una mirada clavada en mí, me gire y busque al culpable de esa sensación.  Me encontré con un chico pálido, de ojos negros.

Me voltee y no encontré nada que pudiese estar llamando su atención, y me volví hacia el nuevamente. Era a mi lo que miraba.

Me llamo la atención el color de su cabello. Estaba desordenado y alborotado, pero parecía estar desordenadamente peinado hacia arriba. (Al parecer a propósito) Su color era simplemente, magnifico: Azul casi turquesa vivo, teñido obviamente. Combinaba perfectamente con su piel pálida. Me animaba a decir que el color de su cabello me encantaba, es más, me fascinaba.

Sin embargo, me sentí intimidada por él.

– Es tu turno. – Susurró la chica que estaba a mi lado.

Desvié la mirada de aquel chico y descubrí muchos ojos puestos en mí, ademas del chico de cabello azul. Trague saliva y me puse de pie.

– Hola. – Comencé patéticamente, con la voz baja. – Mi nombre es Emma Slenn.

– Hola Emma. Estamos encantados de conocerte.– Asintio Charles con una amabilidad que daba escalosfrios.

Me di cuenta que el chico de cabello turquesa seguia observandome fijamente. Con sus ojos pegados en los mios, me miraba de manera... Profunda. Sus ojos oscuros eran profundos. Y lo peor. No parecia expresar ningun tipo de emocion o sensacion en esos momentos, era casi inmutable, y eso era un tanto extraño.

– ¿Cuantos años tienes Emma?– Me pregunto Charles al cabo de un segundo de completo silencio.

– 17.  

– ¿Y por que estás aqui?– Me pregunto Charles nuevamente, tratando de evadir el silencio que reinaba en la sala.

Trague saliva y trate de respirar, pero en estos momentos el simple hecho de exhalar e inhalar era practicamente imposible.

– In-Intete sui... Intente suicidarme.– Respondi al fin.

– Bienvenida al club. – Enfatiso en voz baja Logan, con una gracia amarga, que desde la intervencion de los enfermeros/gorilas no habia dicho nada.

El chico de cabello azul seguia con la vista clavada en mi, sin sorprenderse o inmutarse siquiera a mis palabras.

– Oh, ya veo.– Charles hizo una mueca.

Presione mis labios unos contra otros, mientras movia mis pies de manera nerviosa. En cualquier momento iba a perder el conocimiento, lo presentia, no solo por las jaquecas y el dolor de cabeza, si no tambien sumandole lo nerviosa y a asustada que me sentia en estos momentos. Rodeada de extraños y psicopatas, sin poder recordar ni un solo dato y con ls ojos de un chico clavados en los mios.

– ¿Y... Cómo lo llevas? –  Pregunto Charles.

– Emm...

– ¿Que clase de pregunta es esa? – Intervino Logan nuevamente. – Escuchate por Dios, trató de suicidarte, no fingas ser terapeuta o algo de eso, porque no te sale. No le preguntas "como lo llevas" a una mujer que trato de suicidarse.

Charles se sonrojo.

– Logan tiene razon. – Comento Dana.– Eso no se pregunta Charles.

Charles nego con la cabeza, sin dar comentarios sobre el tema.

–  Sigamos.– Fue lo unico que dijo.

Y asi, como si nada, seguimos. Hasta que le llego el turno al muchacho de cabello turquesa.

Todos lo miramos, pero él no dijo nada, simplemente me observaba. Me pregunte si él tambien seria mudo.

– ¿No hablaras?–  Dijo Charles, cómo si eso fuese normal.

Él chico nego con la cabeza, por fin, despegando sus ojos de los mios. Charles suspiro, pero no dijo nada al respecto. Siguieron dos chicos y una chica, y finalizamos. 

– De acuerdo, comencemos. – ¿Que no habiamos comenzado, ya? – Me gustaria que hablaramos de nuestras motivaciones. Muchos se preguntarán, que es una motivacion. Bueno, es casi un sinonimo de esperanza. Algo que te motiva a seguir adelante, o a simplemente seguir. ¿Quien quiere compartir sus motivaciones?

Ian levanto la mano.

– Si, Ian.

Ian le hizo unas señas a Dana, las cuales entendi perfectamente, no porque supiera lenguaje de señas, si no porque era sencillo lo que él queria decir. – Soy yo. – Respondio la pelirroja.

– ¿Tu motivacion es Dana, Ian? – Ian asintio con la cabeza, con una amplia sonrisa adornando en su rostro. – Maravilloso.

Ian formulo mas palabras con sus manos en direccion a Dana, que supongo, sabia a la perfeccion el lenguaje de señas.

– Porque ella me ha salvado.–  Pronuncio Dana.

Ian abrazo las caderas de Dana con ternura de manera dulce.

– Simplemente maravilloso. –  Comentó Charles, con cierta fascinacion. –  Este es un claro ejemplo de motivacion e inspiracion. A pesar de todo lo malo, solo sacan lo bueno. Y lo bueno es que se tienen el uno al otro y eso es lo que de verdad importa. Verán chicos, siempre es bueno tener una motivacion para seguir. Tener una razon para seguir luchando y una razon por lo cual despertarse mañana. Es lo que nos alienta, y sin motivacion, no tendria sentido seguir.

Logan interrumpio nuevamente.

–  ¿Y que si no tenemos razón para despertar mañana?

Charles se lo penso. Y finalmente dijo:

– Entonces busca una.

 Sentia la mirada del chico de cabello turquesa reprimirse en mi, pero no me volvi hacia el, muerta de verguenza para poder mirarlo a los ojos. No entendia la razón de porque ese chico me intimidaba tanto, pero no pensaba averiguarlo.

Logan no dijo nada.

– ¿Quié más quiere compartir sus motivaciones?– Insistio Charles.

Un par de personas alzaron las manos para comentar sus motivaciones, respondiendo que sus familias los alentaban o sus amigos. Lo que me hizo preguntar, como seria mi familia. Y cuando podria verla.

Mire nuevamente al chico de cabello turquesa, y comprobe que seguia mirandome. Frunci el ceño una vez mas, y aparte la mirada de él.

– Bueno, chicos, terminamos. Hoy fue una clase rapída.– Declaro Charles poniendose de pie.  – Sigo diciendo que debemos crear alguna frase para finalizar la reunion, pero todavia no se me ocurre nada. 

– Idiota... – Susurro Logan.

Charles salio de la sala, seguido de todos los pacientes. Me puse de pie y sal de la sala. A pesar de que muchas cosas no me habian gustado, y me parecia algo ridiculo, habia ayudado. El grupo de apoyo ayudaba a recapacitar, y conocer a los demas. Y por un segundo, me habia olvidado de mi pequeño problema.

Mi pequeño problema de memoria.

Mire que la secretaria que me habia atendido antes se encontraba ocupada, por lo que por respeto, tuve que esperar. Mire por mi hombro y vi que el chico de cabello turquesa salia de la sala del grupo de apoyo, y volvia mi mirada hacia mi. Le sostuve la mirada un largo tiempo, antes de que la secretaria gritara mi nombre.

– ¡Emma! – Sonrio ella.

Me acerque a su escritorio y la salude.

 – ¿Cómo te fue, linda? ¿Ha servido de algo? – Me pregunto ella. –  ¿Haz hecho muchos amigos?

Asenti e hice una mueca. – No creo que pueda hacer amigos, no se como comportarme o quien ser. Porque ese es el caso, no se quien soy.– Murmure.

– Bueno... Podrias tomar eso como algo bueno.–  Murmuro la mujer de cabellos oscuros.

La miré.  – ¿Cómo?

– Puedes elegir quién quieres ser. – Explico. – Puedes comenzar de nuevo.

Permaneci en silencio por un momento.

– Piensalo querida, puede que no sea tan malo despues de todo. Tienes laa oportunidad que no muchos tienen, deberias aprobecharlo. – Me sonrió. – Piensalo.

No le respondí nada, pero algo dentro de mi me decía que ella tenia razón. Que tal vez, esto no era tan malo después de todo. Como había dicho Chales, tal vez hay que sacar el lado bueno de algo malo. Y crear una motivacion para salir adelante.

– Tienes que volver a tu habitación Emma, el especialista en perdidas de memoria te está esperando en tu habitación. – Me informo.

– De acuerdo, le agradezco mucho. – Dije con sinceridad, ya que ella había sido una de las pocas personas amables con las que había hablado.

– No es nada linda, ahora ve, corre.

No iba a correr, por supuesto que no.

Por lo que fui caminando hasta mi habitación, que por suerte no había olvidado. 1478. Me pregunte como era posible que existieran tantas habitaciones en esta clínica. Me pregunte sobre los chicos del grupo de apoyo, sobre cada una de sus enfermedades y de sus demonios. Me pregunte porque aquel chico de cabello turquesa no habia querido hablar de sus problemas. Me pregunte porque no si quiera había mencionado su nombre.

 Estaba demasiado distraída, cuándo accidentalmente choque contra alguien. Me encontré con el suelo con fuerza, y con un cuerpo bastante pesado sobre mi. Oi que la persona gruño de molestia y se corrió de encima.

Me acomode en el suelo con dificultad, soltando involuntariamente un quejido. Pero de todos modos logre incorporarme.

– Fíjate que haces.  – Ladro Logan Meson.

– Lo siento. – Me disculpe.

Él mantuvo sus ojos color miel clavados en los mio durante un segundo con el ceño fruncido. Logan Meson bufo con enojo.

– Da igual. Fíjate por donde vas para la próxima. –  Gruño. Coloco sus manos en mis hombros y me empujo no con mucha fuerza, pero la suficiente para hacerme caer al suelo. Mi trasero choco contra el frió suelo causando dolor, por lo que gemí.

– ¿Por qué has hecho eso? – Inquirí, un tanto pasmada.

Él no me contesto, simplemente se acomodo su remera y siguió caminando, dejándome en el suelo. Fruncí ligeramente el ceño, pero me incorpore, no sin antes recibir algo de ayuda.

Una voz me saco de mis casillas.

– Te ayudo. 


--

 Holaaa! :)  Bueno, aquí les dejo el 1er capítulo de Enigmatic. Sé que, es algo aburrido, y prácticamente no tiene nada de interesante, pero por eso se le llama comienzo. Es más para presentarle bien a los personajes principales. 

PREGUNTA: ¿Hay algún personaje que les haya llamado la atención? ¿Hay alguno que les agrade o les moleste?

Me harían muy feliz al contestarme en los comentarios :)

Regálenme un voto y su opinión, para poder seguir con la historia. Besos. 

Atte.

-AmNotOnlyOne



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Nobilis By YinaM

Science Fiction

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En un régimen estable, donde la calidad de vida es alta y la guerra es solo un mito de antaño, Aletheia es una adolescente a puertas de un compromiso...