WICKED HATE | FRED WEASLEY (t...

By acirel_

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AVISO: lenguaje maduro, contenido sexual, violencia y uso de drogas y alcohol. Fred Weasley siempre ha odiado... More

A/N
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By acirel_

DUCHA
A/N: contenido sexual
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Durante esos días, mientras tratábamos de agotar todas nuestras fuerzas para finalmente irnos a dormir, nos relajábamos y charlábamos en la sala de estar de La Madriguera en voz baja puesto que la Sra. y el Sr. Weasley se acostaban pronto. Y era durante uno de esos momento, con Tonks y Remus ya de vuelta en su casa, donde apenas podía apartar mis ojos de Fred.

Todavía estaba un poco enfadada con él, pero la rabia se estaba desvaneciendo lentamente a medida que su voz se hacía más profunda debido a sus murmullos, su cabello se despeinaba, sus ojos se entrecerraban por el cansancio y sus piernas se abrían perezosamente.

— Bueno, chicos, me voy — anunció George poniéndose de pie y sacándome de mi ensimismamiento. — Tengo una novia a la que mimar.

— ¡Usa protección! ¡Aun soy muy joven como para ser tía! — Ginny se burló mientras se recostaba en su asiento.

George chasqueó la lengua riendo mientras se ponía la chaqueta, y se aseguraba de no hacer demasiado ruido al abrir la puerta listo para irse.

— ¡Nos vemos por la mañana!

— Yo me voy a dormir, niños — dijo Charlie pasándose las manos por la cara y estirándose. — Estoy muerto.

Mientras él Weasley mayor desaparecía por las escaleras, sentí los ojos de Fred atravesándome desde el otro lado de la habitación y a pesar de que traté con todas mis fuerzas de no mirarlo, mis ojos inmediatamente fueron a encontrarlo.

Tenía una sonrisa muy tenue en su rostro mientras sus cejas arqueadas hacían que su mirada castaña ardiente fuera aún más intimidante y exigente que de costumbre. Apretó la mandíbula y movió la cabeza para señalar discretamente hacia arriba, hacia su habitación.

Sin necesidad de otra palabra, se puso de pie y comenzó a ir tranquila y directamente a su cuarto, murmurando un simple "buenas noches" al resto.

Para no levantar muchas sospechas, esperé un poco antes de empezar a irme en su dirección, siendo discretamente cubierta por mi leal cómplice; Hermione.

Cuando llegué al cuarto, ni siquiera llamé, simplemente abrí y entré a hurtadillas, cerrando la puerta detrás. Y antes de darme la vuelta, le lancé un Muffliato.

La habitación estaba exactamente igual a la última vez que la vi y me sorprendió que los gemelos no la hubieran puesto patas arriba todavía. Mientras examinaba por completo la habitación, ya más relajada, noté que la tenue luz de la lámpara de la mesita de noche de Fred era la única iluminación del lugar, pues esa noche no brillaba ninguna estrella en el cielo nocturno, probablemente, debido a las fuertes nubes que cubrían toda Inglaterra de norte a sur.

— ¡Por fin! — La voz de Fred murmuró detrás de mí, haciendo que me girara de inmediato para confrontarlo. Estaba apoyado engreídamente contra el marco de la puerta del baño, mirándome con esa sonrisa arrogante y diabólica que me debilitaba tanto. — Ven aquí, cariño.

Sin dudarlo ni una sola vez, lo seguí al baño y observé cómo cerraba la puerta, dejándonos completamente solos y atrapados el uno frente al otro. Se colocó frente a mí, mirándome con curiosidad y metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones.

— Y ahora, ¿qué hago contigo?

— Tú eres quien me dijo que viniera — me defendí encogiéndome de hombros y fingiendo parecer desinteresada.

Se rió disimuladamente, mirando a sus pies y luego a mí, lentamente, luciendo demasiado bien como para ser real. Después, sin prisa, se acercó a mí, haciéndome caminar hacia atrás solo para burlarse, hasta que mi espalda se encontró con la fría pared de azulejos. Sus caderas se pegaron a las mías y su mano subió lentamente desde mi cuello para tomar mi mejilla en un gesto que casi parecía dulce, dejándola viajar a través de mi boca donde su pulgar trazó el contorno de mi labio inferior.

— ¿Sabes qué, cariño? Pensé que después de haberte follado tantas veces como para perder la cuenta, ya sabrías cómo comportarte, pero a juzgar por cómo coqueteaste frente a mí con mi propio hermano... ya no estoy tan seguro.

Fruncí el ceño confundida pero sin borrar la sonrisa de mi rostro.

— ¿Qué quieres decir?

— "Charlie es realmente agradable" — chilló en un patético tono agudo en un intento de imitar mi voz.

— "Ella es una amiga de la familia" — me burlé, haciendo que mi voz sonara más profunda como si estuviera imitando la suya, haciéndolo casi estremecerse y soltar una risita. — Si hay alguien aquí que debería estar enojada, esa soy yo, Freddie. No sabía que te follabas a los amigos de la familia...

En respuesta chasqueó la lengua, divertido, y pegó, aún más, su cuerpo al mío.

— Vamos, ángel, sabes que eres mucho más que una simple amiga de la familia.

Los ojos de Fred bajaron de mis ojos a mis labios mientras su sonrisa crecía y su mano rodeaba mi cuello. Agarré el cuello de su camisa y lo acerqué aún más a mí, escuchando su respiración profunda y rozando mi nariz contra la suya.

— ¿Enserio Freddie? — Bromeé mientras llevaba mi otra mano lentamente por todo su pecho todavía cubierto hasta la cinturilla de sus pantalones. Fred suspiró, poniendo más presión en mi cuello.

— No me provoques, Lilith.

— Como si no me hubieras traído aquí a propósito. Ambos sabemos lo que quieres de mí ahora mismo, cariño.

Fred se mordió el labio inferior y poco a poco empezó a dejar besos suaves y cálidos en las comisuras de mis labios, haciéndome cerrar los ojos y tentándome como solo él sabía. Cuando pensé que finalmente me iba a besar, se alejó y caminó con toda la paciencia del mundo hasta la ducha, un par de pasos junto a nosotros, y abrió el grifo del agua haciendo que el vapor comenzara a llenar la habitación.

Entonces, Fred, con sus ojos prácticamente fijos en los míos, desafiándome, comenzó a desnudarse. Su camiseta voló hacia el otro lado de la estancia, dejándome apreciar sus abdominales levemente marcados y los lunares y pecas formando hermosas constelaciones en su piel dorada. Antes de dejarme siquiera parpadear, todavía congelada en mi lugar, sonrió y se bajó los pantalones y los calzoncillos.

Sentí que se me secaba la boca. No importaba cuántas veces lo había visto desnudo, todavía se me ponía la misma piel de gallina que la primera vez. Nunca me cansaría de decir lo mucho que se asemejaba a maldito dios griego recién salido del propio Olimpo.

Se metió en la ducha, dejando que el agua caliente empapara su cabello pelirrojo, haciéndolo aún más brillante y semejante al fuego. Ya cubierto por las gotas de agua y luciendo como una tentación, me miró, sonrió y comenzó a acariciar suave y lentamente su polla, dejándome ver cómo se ponía cada vez más dura en su mano y casi me hacía babear ante la vista.

— ¿Vas a entrar o tengo que desvestirte? — se burló con esa voz ronca que hacía que se me estremeciera todo el cuerpo. No pude evitar lamerme los labios, sintiendo la necesidad de frotar mis muslos para calmar el creciente fuego entre ellos.

Le sonreí y de la manera más lenta posible, comencé a quitarme la camisa y el sujetador. Los ojos de Fred brillaron con deseo ante la única vista de mis piercings y mi piel desnuda, y un suave gemido ahogado salió de sus labios mientras comenzaba a mover su mano de manera más rápida.

Con más velocidad, me bajé los pantalones y las bragas y estando completamente desnuda ante él, me acerque lentamente, sin romper el contacto visual.

Cuando estaba a solo un paso de la ducha, su brazo rodeó mi cintura y me hizo entrar con él para golpear sus labios contra los míos tan pronto como nos puso a los dos bajo el chorro de agua caliente. Mientras sus labios seguían reclamándome y quemándome como de costumbre, deslicé mi mano por todo su pecho hasta sus caderas y luego acaricié su polla palpitante, apartando su propia mano.

Fred gimió profunda y roncamente contra mis labios tan pronto como comencé a acariciarlo y en respuesta, trató de meter una de sus manos entre mis piernas, pero se lo impedí.

— Sé un buen chico, Freddie. Déjame complacerte.

Él asintió efusivamente, tomando una respiración profunda y larga mientras yo caía de rodillas. Mirándolo y viendo cómo el agua caía como una cascada por todo su cuerpo, pasé mi lengua desde su base hasta su punta y traté de meter la mayor parte dentro de mi boca mientras él agarraba mi cabello en una coleta y balanceaba sus caderas desesperado. Fred inclinó la cabeza hacia atrás tan pronto como su punta golpeó la parte posterior de mi garganta y un fuerte gemido escapó de su boca.

— ¡Mierda, Lilith!

Sonreí apartándome de él y pasando mi lengua lentamente por todas las pequeñas gotas de agua esparcidas por sus caderas. Quería tomar tanto de él como pudiera.

Manteniendo contacto visual con él y volviendo a intentar complacerle tanto como él siempre me complacía a mi, Fred no pudo soportarlo más, por lo que me agarró del cuello haciendo que me levantara y volvió a besarme furiosamente, sujetándome contra la pared de la ducha y haciendo que sintiera su polla todavía dura y palpitante contra mi humedad. Un pequeño gemido escapó de mi boca debido a su toque ardiente y posesivo.

— Freddie...— no pude evitar susurrar.

— Si sigues chupándomela tan bien voy a acabar demasiado rápido, cariño — susurró. — Y aunque amo tu boca, prefiero correrme dentro de tu coño.

Antes de que pudiera decir nada, esta vez fue él quien se arrodilló y pasó las manos lentamente por todo mi abdomen, acariciando posteriormente mis piernas y poniendo una de ellas sobre su hombro.

— Pero lo primero es lo primero — ronroneó, mirándome directamente a los ojos.

Sin esperar más, Fred hundió su rostro en mí y empezó a besar mi clítoris para después pasar a dar lamidas a paso lento hasta mi entrada, obteniendo tanto de mí como podía. Un gemido ronco salió de mis labios mientras movía ligeramente mis caderas contra su rostro.

— Oh, dios mío, Lilith. Estás empapada. Qué jodidamente hermosa...

Sus labios me estimulaban con una pasión y anhelo que hacía que mis piernas temblaran y que se me pusiera la piel de gallina. Un suave gruñido hambriento salió de su boca mientras se adentraba más en mí, comiéndome como un animal hambriento, hundiendo su lengua en mi entrada y frotando su nariz en mi clítoris.

— ¡Fred! — gemí cuando sentí su lengua moverse en círculos, haciéndome casi alcanzar las estrellas.

— Dime, Lilith...— susurró Fred para después dar una lamida perezosa y acariciar mi muslo con una mano mientras la otra apretaba mi cintura. — ¿Quién es el que te hace gotear así?

— T-tú — logré tartamudear ante la sensación de que su lengua se moviera más rápido y sus labios ardientes tomaran tanto de mí como podían.

— ¿Tú... qué, cariño? — se burló besando mis muslos internos, chupando y mordiendo.

— Tú, daddy — gemí tirando de su cabello para llevarlo de regreso a donde más lo ansiaba.

— Mmmh, esa es mi buena chica — sonrió, para luego frotar su lengua contra mí, llevándome al borde de mi propio clímax y haciendo que sintiera ese nudo familiar en mi estómago. Los escalofríos que me cubrían de arriba a abajo la piel se intensificaron mientras que su lengua se movía más y más rápido y sus labios seguían bebiendo de mí, sobreestimulándome hasta el punto en el que pensé que me derretiría allí mismo entre sus brazos. — Córrete sobre mi, cariño.

Eso fue suficiente para que inclinara la cabeza hacia atrás, llena de éxtasis, mientras mi garganta se volvía áspera de todos los gemidos y quejidos que salían de ella.

— Mierda, Freddie, quieres matarme...— gemí, tirando de su cabello con más fuerza y ​​sintiendo mis piernas temblar mientras un fuego exquisito me cubría de arriba a abajo.

Fred se rió antes de continuar estimulándome volviéndome completamente loca. — Esto es para hacerte saber que soy el único que puede hacer que este coño se corra tantas veces como quiera — se burló pasando sus dedos por mi ya sobreestimulada humedad.

Finalmente se puso de pie de y pasó sus dedos sobre mis labios, invitándome a chuparlos. Pasé mi lengua lentamente alrededor de ellos, casi sin aliento y manteniendo contacto visual con Fred, cuyos ojos me perforaban, brillando en deseo y desesperación.

Cuando terminé, su mano regresó a mi cuello para apretar sutilmente y unirnos de nuevo en un beso lento pero exigente e intenso, haciendo que ambos saboreáramos nuestros sabores en la boca del otro.

Mientras sus labios bajaban, desde mi mandíbula hasta mi sensible cuello, sus manos viajaron para ahuecar mi trasero y antes de que pudiera darme cuenta, estaba rodeando sus caderas con mis piernas, acercándolo a mí y sintiendo su dureza palpitar contra mi. Tiré del cabello de Fred mientras sus dientes atrapaban suavemente mis pezones, dejando que su lengua jugara con mis piercings y desparramando hermosos chupetones por toda mi piel.

El agua caliente seguía cayendo sobre nosotros, como una melodía hechizante que hacía el ambiente más sensual y privado donde solo existíamos los dos. Nosotros dos.

Con sus manos alrededor de mis muslos, sosteniéndome, Fred apoyó su frente contra la mía, cerrando los ojos con dureza.

— Necesito follarte ahora, Lilith — murmuró con esa voz profunda desesperada y frustrada. — Creo que podría explotar si no lo hago.

— Entonces fóllame, Freddie — susurré frotando mi nariz contra la suya y mirándolo directamente a los ojos. Él respiró hondo y aún mirándome profundamente, se colocó en mi entrada, clavando sus dedos en mis muslos mientras yo sostenía su espalda y empujaba dentro de mí tortuosamente lento.

— M-joder...— gemí ante la sensación de de sentirme completamente llena por él. A su vez, Fred ahogó un ronco y profundo gemido contra mi cuello, respirando con dificultad. Empujó de nuevo, esta vez con más fuerza, asegurándose de entrar lo más profundo posible.

— Nunca me cansaré de esto — susurró, sacudiendo la cabeza y empujando de nuevo, aún lentamente para dejar que me adaptara, y provocando que las mariposas de mi estómago se tornaran en un huracán.

El frío de la pared mojada en mi espalda en contraste con el calor corporal ardiente de Fred se sentía tan delicioso que no pude evitar clavar mis uñas en su espalda cuando comenzó a empujar de nuevo, más rápido y más fuerte, y soltando gemidos jodidamente hermosos.

— Oh, Freddie... — solté un gemido ahogado mientras rasguñaba su espalda y me apretaba a su alrededor, haciéndolo gemir y penetrarme con más fuerza. — Se siente tan jodidamente bien.

Fred comenzó a dejar besos descuidados y cálidos por todo mi cuello. — Oh, mi ángel. Si pudieras imaginar lo bien que se siente tenerte así...

Su pene frotó con dureza mi punto más débil y me quejé, haciendo que Fred sonriese y me besara suavemente, mordiéndome el labio inferior.

— Apuesto a que nadie más sabe la forma en la que te arruinas cada vez que toco ese punto...— se burló, moviendo sus caderas más rápido y golpeándolo con más fuerza, haciéndome soltar un grito desordenado.

Abrí la boca y saqué la lengua. Fred conocía mis intenciones y escupió allí mismo para luego golpear sus labios con los míos. Apreté de nuevo a su alrededor, sintiendo aún más sus embestidas y escuchándolo jadear en su propio gemido.

El vapor que nos rodea y las gotas de agua por todo nuestro cuerpo nos permitieron sentirnos aún más cerca el uno del otro -si eso era posible- e hicieron que la conexión entre nuestros cuerpos fueses aún más íntima. Fred redujo sus embestidas, burlándose de mí y no pude evitar quejarme, clavar mis uñas en su espalda y mover mis caderas contra él en busca de más.

— ¡Jodeeer! — soltamos al mismo tiempo en susurros ante la deliciosa sensación. Fred me estrelló más cerca de su cuerpo mientras seguía moviéndome, escondiendo mi cara en su cuello y gimiendo por lo jodidamente bien que se sentía.

— Eso es, cariño, úsame como la chica buena que eres — murmuró Fred apretando mi trasero mientras movía mis caderas, haciéndonos gemir fuertemente al mismo tiempo. Me agarró con dureza de nuevo y comenzó a empujar con fuerza de nuevo, recuperando el control y llevándome demasiado cerca de mi clímax por segunda vez.

— ¡Jodeeer, Freddie! — Grité, pasando mis uñas por toda su espalda y sintiéndome palpitar a su alrededor mientras la presión se volvía insoportable.

— Eso es Lilith. Córrete a mi alrededor. Hazle saber a daddy lo bien que puede hacerte sentir.

Eso fue suficiente para hacerme estallar entre sus brazos sintiendo la corriente por todo mi cuerpo y haciéndome temblar, incapaz de pronunciar ningún sonido más allá de un grito ahogado cuando me apreté una vez más a su alrededor y me convertí en un desastre débil y arruinado para él. Solo para él.

Sus manos se hundieron más profundamente en mi piel mientras golpeaba más rápido y desordenadamente, tratando de alcanzar su propio clímax. Agarré su cuello, acercando su cara a la mía, y mientras seguía empujando dentro de mí rápida y bruscamente, atrapé su labio inferior entre mis dientes, lenta y suavemente, poniendo la suficiente presión en su cuello como para hacerlo gemir de puro placer.

— ¡Mierda, Lilith! — gimió, lleno de éxtasis.

— Córrete para mí, Freddie — susurré contra sus labios haciendo que el temblara, cerrando los ojos con dureza e inclinando la cabeza hacia atrás. Solo necesitó dos estocadas más para soltarse seguido de un gemido brutal.

Fred salió de mí y apoyó la espalda en la pared húmeda frente a mí, tratando de tomar aire.

— Eso estuvo muy bien — dijo arrastrando las palabras, con una sonrisa soñadora en su rostro y casi sin aliento.

— Joder, ni que lo digas...— me reí, tratando de tomar aire.

— ¿Todavía crees que eres solo una amiga de la familia? — me sonrió, desafiante.

Me reí entre dientes, negando con la cabeza. — ¿Todavía crees que estaba coqueteando con tu hermano?

Fred sonrió y se pasó los dedos por su cabello pelirrojo, cerrando los ojos e inclinando la cabeza hacia atrás para dejar que la fuerte corriente cayera por todo su espectacular cuerpo, poniéndome la piel de gallina mientras pensaba en cómo alguien podía ser tan atractivo y tentador.

Joder, qué vista.

Abrió los ojos de nuevo y con una sonrisa traviesa en su rostro, me acercó a él, abrazándome y frotando su nariz con la mía en un dulce gesto. Nos limpiamos y finalmente salimos de la ducha entre risitas y bromas.

Cuando vi a Fred poniéndose los pantalones del pijama y preparando su cama, me quité el pijama.

— Está bien, estoy hecho polvo — suspiré, exhausta y lista para irme a mi dormitorio compartido con Hermione. — Nos vemos mañana, Freddie.

Ni siquiera pude dar dos pasos cuando sentí la mano de Fred atrapando mi muñeca y arrastrándome hacia él.

— Oh, no, hermosa. Esta noche duermes  conmigo — dijo, haciéndome espacio en su cama.

— Bueno, si quieres, puedo dormir en la cama de Georgie si él pasa la noche en casa de Angie.

— ¿Qué parte de dormir conmigo no has entendido, cariño? —se burló empujándome hacia su cama con una pequeña sonrisa y con las mariposas revolucionándose dentro de mi estómago. — Quiero tenerte a ti y a tu cara bonita conmigo.

Oh, Freddie, si supieras cuánto me desarmas...

— Está bien, está bien, tú ganas — me reí con una voz suave, sintiendo uno de sus brazos envolviendo mi cintura y acercándome a él, haciendo que pegara mi espalda a su pecho desnudo.

— Buenas noches, hermosa — susurró Fred, dejando un suave y rápido beso en mi mejilla y moviendo su varita para apagar la luz.

— Buenas noches, Freddie — respondí en el mismo tono, acariciando su mano contra mi vientre.

Maldito Merlín, que gran noche...

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