| Regalo perfecto |
-Hola- Me dijo una mujer joven, mientras atendía el mostrador de la tienda en la cual trabajaba.
Sus mejillas estaban rojas.
-¿Hola? -Respondí.
-Tu nombre es Kazutora, ¿Verdad?
Contesté un "sí" arrastrado.
-Amm, te he visto solo, así que me atrevo a preguntar. ¿Te gustaría salir?
Rodé los ojos para verla.
-¿Por qué asume usted que estoy soltero?
-¡Ah! ¿N-no? Una disculpa.
Ésa mujer salió corriendo de la tienda.
Qué pena. Era una cliente frecuente. Supongo que, sólo venía por interés.
Lo siento. Yo sólo tengo ojos para una persona.
Sin nadie más a mi al rededor, saqué mi teléfono para ver la pantalla.
Oh, amor.
Una foto tuya mientras duermes.
Adorable, preciosa.
Sonreí como un tonto mirando la pantalla y, recordando, todas esas veces en las que estuve dentro de ella.
A veces extrañaba el idilio de sólo verla caminar y hacer sus cosas diarias. Soñar con que algún día me miraría y yo a ella, y así comenzaría nuestra historia.
Pero estuve muchos años esperándola y mi fé nunca tuvo respuesta. Por lo mismo, dicen que a veces uno debe obtener por sí mismo lo que necesita.
Y yo te necesito a tí, amor.
Mi día se fue pensando.
Sería un sueño. Llegar a casa y que me recibieras rodeándome con tus brazos y llenando de besos mi cara.
"Hice tu comida preferida, Tora.
¿Quieres que ponga tu anime favorito?
Luces cansado. ¿Quieres un masaje?
Estuve esperando todo el día.
Ven aquí. ¿No quieres un poco de sexo? "
Mi mano aún dolía por la mordida de ayer. Pero incluso recordar el dolor de la herida me parecía erótico. Pretendí atender más clientes, mientras mi erección crecía. Y cuando por fin tuve un momento para descansar, me encerré en el baño y descargué ahí toda mi ansiedad. Lo hice con mi mano herida. Me encantaba ver la venda mancharse de sangre y recordar sus dientes rasgando mi piel.
Pasé todo el día trabajando, así que supongo, merecía una recompensa en casa.
O al menos eso pensaba, antes de abordar mi motocicleta. Esperé en el estacionamiento para fumar y no llegar a casa con un aliento que asqueara a mi amor.
Siempre habían mocosas diciendo cosas como "qué lindos ojos, qué lindo lunar, qué lindo tatuaje, bla bla bla".
Hmph. Todo eso, me hizo recordar que a las mujeres les gusta el chocolate y las cosas lindas. ¿Por qué no llevar algo así de lindo para el amor de mi vida?
Pero, ¿Qué puede ser? ¿Con qué puedo demostrarle mi devoción?...
Ahhh, ha. Ha.
Esa mujer de más temprano, salía de la tienda del estacionamiento.
Desde la oscuridad, la llamé.
-¡Hey!- Dije en voz alta, presumiendo esa sonrisa que tanto engancha a mis interlocutores.
-H-hey..
-¿Me disculpas por lo de hace rato? Esque me tomaste por sorpresa.
-Bueno, vaya. Creo que lo dije sin mucho tacto.
Cómo presa fácil, ella se alejó de la luz y se acercó a mí, cubriéndose del frío nocturno con su suéter. Traía ya una pijama puesta.
-¿Fumas? -Pregunté.
-No mucho.
-¿Quieres?
Le ofrecí un sorbo de mi cigarrillo.
Ella lo tomó y lo puso en su boca rápidamente, haciendo una patética cara seductora. Da un poco de risa cómo las mujeres suelen ser presa fácil. Si eres un tipo atractivo, irán detrás de tí e imitarán tus gestos.
Qué ridiculez, apenas y pude aguantarme las ganas de reírme en su cara.
Pero así pude averiguar sus intenciones hacia mí.
-¿No quieres ir por un trago? -Le pregunté.
-¿D-de verdad? Es que, bueno, estoy en pijama. No estoy presentable.
-Vamos, las chicas lindas como tú no necesitan hermosos vestidos para resaltar.
Sus mejillas se enrojecieron.
-O, ¿Qué tal? - Agrego, susurrando en su oído- ¿No te gustaría venir a mi casa?
-Es que dejé solo a mi perro. Aún no he puesto comida en su tazón.
-Vamos, ¿Lo dejarás pasar?
Ví cómo ésta zorra casi mojaba sus pantalones y apretaba sus piernas disimuladamente. Estaba loca, quería que se la metiera. Apenas pensó y ya estaba sentada en la parte trasera de mi motocicleta. Bien, bien.
Ella parecía estar viviendo el sueño, viajando en moto abrazada de la cintura de un tipo rebelde y tatuado.
Viajamos por un largo rato, en dirección contraria a mi casa. Y en una carretera, me detuve, cuando apenas y se podían ver las luces de los autos que iban en sentido contrario.
-¿Y tu casa? - Preguntó.
-Ven, es que aquí se ven hermosas las estrellas.
La tomé de la mano para ayudarla a bajar de la motocicleta.
Pobre, inocente.
-Es cierto, desde aquí se ven preciosas.
Ella miraba hacia arriba, admirando el firmamento. La abracé, y la hice sentarse conmigo en medio de la hierba alta.
Donde nadie podía vernos.
Acaricié su rostro, imitando los gestos de las películas de romance que llegué a ver.
-Eres tan bella...
Su rostro se enrojeció. Me tuvo muy, muy cerca de su rostro y yo estaba tan cerca de ella, que podía sentir los latidos rápidos de su corazón.
Estaba loca y exhaltada.
Justo antes darle un beso en sus asquerosos labios, yo había llegado a dónde quería llegar.
A obtener un corazón enamorado latiendo con fuerza.
El regalo perfecto, mi amor.
Un grito ahogado salió de su garganta cuando sintió mi cuchillo clavarse en su pecho.
Aaahh, se siente como si partieras una zanahoria de punta a punta.
Pronto la tuve a mi merced. Creo que la única ocasión en la que me pareció mínimamente linda, fue cuando sus ojos reflejaron desesperación y la vida se extinguió de ellos poco a poco.
Con un poco de trabajo y evitando manchar más de lo necesario, obtuve el regalo para mi amada.
Ah, soy un desastre. ¿Qué va a pensar cuando me vea llegar así a casa?
Bueno. Había viajado muchos kilómetros en dirección contraria a mi hogar. Así que pude disfrutar un poco el viaje escuchando algo de música.
"Love, love me do!"
¡Qué tema tan divertido! Me sentía en el cielo imaginado la reacción de mi amor cuando supiera sobre su regalo.
Llegué a casa más tarde de lo normal.
Antes de abrir la puerta de su habitación, lavé mis manos y busqué un frasco y unas florecillas secas, de esas que solía coleccionar mi madre dentro de sus libros.
Lavé el regalito para separar la sangre. Lo puse en el frasco y luego coloqué las flores, para llenarlo después con aceite de bebé.
Se veía muy bonito, muy inocente.
¿Así podrías ver cuánto te quiero? ¿Pueden alcanzarte mis sentimientos tan puros?
Se me escapó una sonrisa cuando terminé mis manualidades.
No pude esperar a verla recibir mi regalo.
Así que abrí la puerta de su habitación.
Ella estaba dormida, o al menos esa sensación me dió.
Cuando la saqué a la luz, y ella pudo acostumbrarse, pude notar su sorpresa al verme con las manos cubiertas de sangre.
¿Tanto te emociona, bebé?
Me arrodillé frente a ella para mostrarle.
Esos ojos.
Ésa cara desfigurada por el terror.
Ah, la amo, ¡La amo!
Amor, ¡Ámame por favor!